19 de febrero de 2024

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10 de febrero de 2024

Marca España: mujeres a granel


Para entender la polémica que hay en España con la canción elegida para el festival de Eurovisión es fundamental analizar el contexto. 

España es un país pobre invadido por millones de nórdicos que vienen buscando sol, fiesta, playa, monumentos, pueblos pintorescos, arte, cultura, buena comida y mujeres bellas. 

Para ellos España es un país baratísimo. 

Gran parte de la economía de España se sustenta sobre el turismo, pero además somos el burdel de Europa del norte. 

España es un paraíso para los violadores y los puteros que vienen aquí a buscar birra y mujeres baratas, somos el tercer país del turismo sexual. 

Así que para atraer a estos señores han elegido una canción titulada "Zorras" con una puesta en escena de burdel y de estética porno. 

Lo que se pretende es que en Europa nos vean a las españolas como “mujeres de vida alegre”, divertidas, liberadas, pasionales, accesibles y disponibles, simpáticas y complacientes, tanto con los hombres de aquí como con los extranjeros. 

Ellos pueden interaccionar con nosotras en bares y discotecas, gratis. Pero también pueden hacerlo pagando, porque es más rápido y más cómodo. 

En España hay unas cien mil esclavas sexuales en los campos de concentración que hay en las carreteras de todo el país, y la canción es una buena manera de publicitar la mercancía: las hay niñas y las hay mayores, las tenemos de todos los países del mundo, y de todos los sabores y colores.

Como las feministas protestamos, las autoridades españolas justifican el enorme gasto con la idea de que es una canción que no solo sirve para potenciar la marca España y atraer al turismo, sino también para promover el "empoderamiento de las mujeres" 

Con esta canción dicen que quieren defender la "libertad sexual" de las mujeres españolas, para que se acuesten con todos los turistas que les plazca. 

No nos escuchan cuando defendemos nuestros derechos, porque no les interesa. Cuando hablan de "libertad" se refieren a la libertad para ofrecer nuestros cuerpos al capital y al patriarcado. No hay nada más empoderante para una mujer, nos dicen, que conquistar la libertad para alquilarnos y vendernos. 

La estrategia para que el patriarcado parezca feminismo es venderlo todo como algo moderno y transgresor, divertido y entretenido. 

Por eso no se escriben canciones sobre cómo se empoderan las supervivientes de la trata, las mujeres que logran huir de la violencia machista, las mujeres que escapan de la explotación y la pobreza, las mujeres que conquistan su autonomía económica y emocional. 

Se hacen canciones para que dejemos de ser unas puritanas y pasemos a ser mujeres modernas, unas "europeas de verdad". Llevamos mucho tiempo con ese complejo: en el norte nos ven como un país atrasado, pero les encanta venir a que les sirvamos copas, les cocinemos paella, les hagamos masajes, y les hagamos la cama.  

La canción que han elegido los representantes de nuestra cultura es una forma de publicidad de la marca España dirigida a puteros de todo el mundo, una buena estrategia para potenciar la economía (no la de España, sino la de los dueños de los burdeles)

Además del análisis del contexto político y económico de España, también hay que analizar la cultura española para entender por qué estamos protestando las feministas. 

"Zorra" es la palabra que más oyen las mujeres en España durante meses y años en boca de sus maridos y ex maridos: puta, zorra, guarra, loca. 

Para muchas mujeres el insulto va siempre acompañado de una amenaza: te voy a matar, zorra. 

Para otras, es la última palabra que escuchan antes de ser asesinadas. 

Según el Presidente del Gobierno y la Ministra de Igualdad, esta canción se pensó como un himno feminista. 

Yo cuando la escucho no puedo evitar acordarme de todas las víctimas acoso, malos tratos, violaciones y femicidios que la escuchan a diario. 

Y entonces te dicen, qué poco sentido del humor, qué exagerada eres, no es tan terrible que te llamen zorra, deberías sentirte orgullosa cuando te lo llaman, hay muchas mujeres a las que les encanta. 

Seguro que te estás preguntando, ¿y cómo se trata en España a las putas y a las zorras?

En España se denuncia una violación cada dos horas, pero el 90% de las violaciones no se denuncian. 

En España más de 75 mil mujeres están bajo el control de Viogen, el sistema de protección para víctimas de violencia machista, y para sus hijos e hijas. 

Los niños ven porno desde los ocho años y cada vez más chavales cometen violaciones en grupo, y las graban. No lo hacen por un tema de placer sexual, es un método de tortura contra niñas y adolescentes. 

Dice el gobierno que está muy preocupado por el brutal aumento de la violencia sexual en España, pero mientras, financia productos para atraer puteros nacionales e internacionales. 

Gran parte de los espectadores de Eurovisión son niños y niñas, y los organizadores lo saben. Y saben que la mejor forma de adoctrinar a las masas infantiles es disfrazar la ideología patriarcal de diversión y entretenimiento. 

Saben que las canciones de Eurovisión se cantan en todos los colegios, y que la música es un mecanismo para transmitir principios, valores, creencias, ideología por un tubo. 

Esta canción servirá para que las niñas se acostumbren, lo canten, lo bailen, y no se lo tomen como un insulto, sino como un piropo. Así van ensayando para cuando rebajen por fin la edad del consentimiento en España. 

A las españolas nos quieren de rodillas o a cuatro patas, agarradas al micrófono y sonrientes.

En casa, en el burdel, en la iglesia, en el escenario, pero siempre de rodillas o a cuatro patas. 


¿Y como nos seducen para que nos creamos que servir a los hombres es una forma de liberarse?

Empoderamiento y consentimiento son los conceptos clave para el sostenimiento del patriarcado: en estas semanas nos han estado hablando de "violencia consentida" y de "violencia pactada" con tu agresor, para que lo vayamos normalizando. 

Cuando las feministas protestamos y afirmamos que la violencia consentida es violencia, y que no nacimos para servir a los hombres, nos llaman puritanas, estrechas, y mojigatas. 

La canción está pensanda para que dejemos de ser tan rancias y empezemos por fin a sentirnos libres para hipersexualizarnos, cosificarnos, y ofrecernos a los hombres que nos tratan como objetos de usar y tirar. 

La estrategia es que ellos están redefiniendo, resiginificando y apropiandose del concepto" mujer" y del concepto "feminismo", mientras nos piden a nosotras que resignifiquemos la violencia machista, y nos la apropiemos, y la cantemos, y la bailemos. 

A mí me da vergüenza esta marca España, y también me avergüenza profundamente que mi país no se niegue a compartir escenario con Israel. Israel no debería estar en ninguna competición deportiva o artística: están exterminando a una población entera.

Me da rabia que tengamos que financiar la banalizacion y erotización de la violencia machista con nuestro dinero. 

Me da rabia que se haga todo esto solo para crear polémica y que unos pocos se forren con ella. Porque ante todo Eurovisión es un escaparate, una valla publicitaria, y un tremendo negocio en el que se mueve mucho dinero. 

Nunca he visto Eurovisión, pero este año me uno al llamamiento para que nadie encienda la tele: se merecen que les hagamos un boicot masivo.  

Coral Herrera Gómez 

#eurovision2024 #Eurovision #Genocidio #misoginia #europa #Israel #CeaseFireNow #BoicotEurovision

6 de febrero de 2024

¿Como nos empoderamos las mujeres?




 ¿Cómo nos empoderamos las mujeres?

Nos empoderamos juntas, no cada una por su lado. 
Las mujeres nos empoderamos cuando salimos de la pobreza y la precariedad. Porque cuando tenemos ingresos dignos, empezamos a tener derechos humanos, y empezamos a poder tomar decisiones y hacer elecciones con mayor libertad. 

Las mujeres nos empoderamos cuando aprendemos a decir que no, a poner límites, y a desobedecer los mandatos del patriarcado. 

Nos empoderamos cuando nos liberamos del miedo y de la culpa, 
cuando alcanzamos la autonomía económica y emocional,
cuando nos divorciamos,
cuando nos liberamos de la necesidad de tener pareja, 
cuando escapamos de relaciones de dominación y violencia. 

Nos empoderamos cuando nos ayudamos y protegemos entre nosotras, 
cuando dejamos de tener miedo a la soledad, 
cuando nos liberamos de la tiranía de la belleza y dejamos de torturar nuestros cuerpos y de ponerlos al servicio del patriarcado.

Nos empoderamos cuando podemos estudiar y elegir la profesión que queremos, 
y cuando nos pagan bien, y nos cuidan en el trabajo.

Nos empoderamos cuando viajamos solas, y en grupo, 
cuando nos liberamos de la opresión de los padres y los esposos,
cuando escapamos de los proxenetas y demás explotadores. 

Nos empoderamos
cuando decimos adiós al jefe, 
cuando somos nosotras nuestras propias jefas. 

Nos empoderamos cuando dejamos de trabajar gratis para los maridos, 
Cuando nos negamos a ser sus sirvientas, 
cuando negociamos con ellos y logramos un reparto igualitario de tareas.

Las mujeres nos empoderamos en espacios seguros y libres de violencia,
en sitios en los que sabemos que no nos van a hacer daño, 
Y en lugares en las que podemos ser nosotras mismas. 

Nos empoderamos cuando nos escuchan, 
cuando nos tienen en cuenta, 
cuando no nos mandan callar, 
cuando estamos en espacios en los que no hay que pedir perdón por ser mujeres, o por tu orientación sexual, o por tu color de piel,
cuando no nos cancelan y nos amenazan de muerte para silenciarnos.

Nos empoderamos cuando les pedimos a los hombres que dejen de explicarnos lo que es el feminismo, 
cuando logramos crear espacios de mujeres en los que ellos no pueden participar, 
cuando logramos que respeten los espacios no mixtos.


Nos empoderamos cuando aprendemos a cuidarnos a nosotras mismas y entre nosotras, 
Cuando aprendemos a valorar la salud mental y emocional, 
Cuando nos hacemos responsables y nos comprometemos con nuestro derecho a vivir una Buena Vida.

Las mujeres nos empoderamos cuando dejamos de odiar nuestros cuerpos y cuando dejamos de poner el cuerpo para que los usen los hombres.

Nos empoderamos cuando podemos tener relaciones sexuales basadas en el deseo mutuo, en el respeto y el buen trato. 

Nos empoderamos cuando nos sentimos libres para amarnos entre nosotras. 

Nos empoderamos cuando la sociedad nos nombra, nos reconoce, nos visibiliza, nos apoya en nuestros proyectos, nos hace homenajes, nos otorga premios y nos da trabajo.

Las mujeres nos empoderamos cuando nos unimos a otras mujeres para protestar contra las injusticias, y para denunciar las agresiones que sufrimos. 

Nos empoderamos cuando logramos romper el silencio, 
cuando juntas gritamos basta, 
cuando nos unimos para luchar por la libertad y por nuestros derechos.

Nos empoderamos cuando logramos que los hombres nos respeten cuando decimos que no,
y cuando exigimos nuestro derecho a vivir bien, a tener una vida mejor, libre de explotación, abuso y violencia. 

Nos empoderamos cuando cortamos las relaciones en las que no nos sentimos queridas o cuidadas, o cuando nos alejamos de relaciones de abuso y sufrimiento. 

Nos empoderamos cuando podemos disfrutar de nuestros derechos sexuales y reproductivos, 

Y cuando no sufrimos discriminación, acoso, agresiones, abusos, violaciones, y femicidios.

Cosificarse, hipersexualizarse, someterse, pornificarse y ofrecerse como un objeto para ser usado gratis o a cambio de dinero, no es empoderante. Disfrazarte de estrella porno para que te aplaudan los hombres no es empoderante. 

Es el patriarcado de siempre disfrazado de feminismo.

Lo que nos empodera es tener ingresos dignos y todos nuestros derechos garantizados, y liberarnos de la angustia de no llegar a fin de mes.

No hay nada más empoderante que tener autonomía y dinero para que ningún hombre pueda explotarnos en casa, en la fábrica, en el campo, en la oficina o en un burdel. 

Ya no nos engañáis más con la estrategia del empoderamiento: solo os preocupa nuestra libertad sexual para alquilarnos y vendernos. Nuestras vidas y nuestros derechos humanos fundamentales no os importan nada. 

#empoderamientofemenino #empoderamiento #feminismo #mujeres

Coral Herrera Gómez 

1 de febrero de 2024

Taller virtual con Coral Herrera en marzo




¿Tú también crees que tienes derecho a vivir una Buena Vida?,  ¿te gustaría conocerte mejor a tí misma?, ¿te has preguntado alguna vez  cómo dejar de sufrir y disfrutar más de la vida?,  ¿sabes que podrías vivir mejor si te liberas de los mitos románticos y de los mandatos sociales?, ¿te gustaría poder aceptarte a tí misma, a quererte bien y a  cuidarte mejor?,  ¿quizás necesitas herramientas para que el amor de pareja no duela, y para poder disfrutar de tus relaciones?, ¿te gustaría trabajar tu autonomía y tu liberación con compañeras que también quieren liberarse como tú?


El taller de la Revolución Amorosa son 4 horas en directo con Coral Herrera Gómez.


Fecha y hora

domingo 3 de marzo 2024

de 16 a 20 horas de España


Contenidos

Auto conocimiento: Herramientas para conocerte mejor

Autoestima y auto cuidado: Herramientas para quererte y cuidarte a tí misma

Autonomía y cuidados: Herramientas para cuidar tus relaciones

Autocrítica amorosa: Herramientas para la liberación


 

Precio


Taller virtual: 50 euros

Incluye:

  • 4 horas de masterclass en directo
  • 1 pack de lecturas, ejercicios y herramientas


Taller virtual  + 2 meses en el Laboratorio del Amor: 70 euros


Incluye:

  • 4 horas de taller virtual en directo
  • 1 Pack de herramientas con lecturas, ejercicios y herramientas
  • 3 cursos virtuales: Mujeres que se liberan, Mujeres que se separan, Mujeres que trabajan con mujeres.
  • 30 vídeos exclusivos de Coral Herrera.
  • 2 meses en la Comunidad de Mujeres,  con acceso a los foros, ejercicios y herramientas
  • 2 sesiones en directo de Mujeres que leen, de 2 horas de duración. 
  • Foro de acompañamiento para expresar tus dudas, proponer temas y charlar con las compañeras.
  • Acceso libre a la Biblioteca del Amor, donde encontrarás muchos recursos y materiales.
  • Descarga gratis de todos los contenidos de la Comunidad de Mujeres.
  • Obtendrás un Diploma con el que podrás acreditar haber estudiado en el Laboratorio del Amor con Coral Herrera Gómez

 


¿Cómo funciona el pago? 


No hace falta que te abras una cuenta en Paypal, haces click en los botones de abajo y pagas con tu tarjeta, en cualquier moneda.

Yo te enviaré un mail con el enlace para el encuentro virtual, ¡y listo!

Si tienes más preguntas, entra aquí.








31 de enero de 2024

¿Qué pasa si mi pareja quiere controlarme? Pregunta 11



Pregunta número 11 del libro 100 preguntas sobre el amor


• No te pongas esa falda tan corta.

• Si sales con tus amigas, tienes que volver a las 10 a tu casa.

• Mándame una foto para que vea dónde estás y con quién.

• No me gusta ese vestido.

• No quiero que te vayas a la ciudad a estudiar.

• No quiero que hables con tus ex.

• Quita esa foto de tus redes sociales.

• Si yo no puedo ir a esa fiesta porque estoy enfermo, tú tampoco vas.

• Sales demasiado con tus amigas y no me dedicas tiempo a mí.

• Prefiero que dejes de trabajar y te quedes en casa cuidando a mis hijos.


Estas órdenes y mandatos no son una prueba de amor, sino de vigilancia y control. Aunque las leyes de nuestros países digan que hemos nacido libres e iguales a los hombres, lo cierto es que la mayor parte de las mujeres de este planeta no son libres ni pueden elegir cómo vivir su vida.

Algunas pasan la mitad de su vida obedeciendo a su padre y la otra mitad a su marido. No pueden elegir dónde quieren vivir, no pueden estudiar lo que les gusta ni elegir su profesión, no pueden elegir la soltería ni decidir cuánto tiempo quieren estar en pareja, no pueden divorciarse, no pueden elegir libremente su maternidad, no pueden elegir el número de hijos que quieren tener, no pueden viajar sin permiso de los hombres, no pueden practicar deportes ni dedicarse a sus pasiones.

Algunas mujeres que nacen en países desarrollados pueden ser dueñas de su vida gracias a la lucha de las mujeres feministas, que han logrado la aprobación de las leyes que garantizan su libertad y de derechos humanos. Sin embargo, incluso las mujeres con estudios y trabajo, aunque parezcan muy modernas, ejercen de sirvientes de sus maridos y trabajan toneladas de horas gratis para ellos. Creen que lo hacen por amor, pero en realidad es explotación. La mayoría de las mujeres occidentales tienen doble y triple jornada laboral, una en el campo, en la fábrica o en la oficina, y otras dos en la casa: una como trabajadoras del hogar y otra como cuidadoras de bebés, niños o familiares con discapacidades o enfermedades.

La mayor parte de las mujeres del mundo pierden su libertad al casarse y tener hijos, incluso aunque las leyes digan que tenemos derecho a separarnos cuando queramos: los salarios que tenemos no nos permiten ser autónomas ni nos permiten divorciarnos. Y nuestra dependencia no es solo económica, sino también emocional.

Aún son muchos los maridos y los novios que controlan y vigilan a las mujeres con las que tienen una relación sentimental, que dan órdenes y limitan su libertad de movimientos, que no les permiten vestir como quieren ni hacer lo que desean. Muchas, muchísimas mujeres siguen pidiendo permiso a sus maridos para salir a pasear, para ver a sus amigas, hacer deporte, estudiar e incluso para cuidar su salud sexual. Muchas usan anticonceptivos a escondidas, pero tienen que tener mucho cuidado.

El precio que tienen que pagar las mujeres que desobedecen a sus maridos es demasiado alto: muchas sufren castigos, palizas y violaciones por ejercer su libertad. Cada día son asesinadas 137 mujeres en el planeta a manos de sus parejas, bien por desobedecer, bien por intentar escapar de la prisión del matrimonio. Para muchas, obedecer a su amo y soportar su violencia es la única manera de mantenerse con vida.

¿Te puede pasar a ti?

Muchas mujeres occidentales creemos que a nosotras no nos va a pasar. Pero lo cierto es que todavía hay muchos hombres que actúan como carceleros y como policías con sus parejas: ejercen vigilancia y control, y exigen obediencia.

Algunos lo hacen con tono autoritario, otros usan el victimismo y hacen chantaje emocional, otros emplean tácticas de seducción y la gran mayoría utiliza el amor para que renunciemos a nuestra libertad.

Es muy fácil someter a una mujer libre usando el amor para que crea que obedece voluntariamente y no se sienta prisionera, “lo hago por tu bien, porque yo sé qué es lo mejor para ti”, “no te permito que hagas esto o lo otro porque te amo”, “si me quisieras de verdad... no irías a esa fiesta, no vestirías así, vendrías hoy a verme, intentarías satisfacerme en todo”.

Muchos hombres se aprovechan de la necesidad de las mujeres de tener pareja y de sentirse amadas para dominarlas y para tenerlas a sus pies. Cuanto más dependientes somos, más poder tienen sobre nosotras y más limitan nuestra libertad: nos exigen sacrificio, renuncia y obediencia en nombre del amor.

Muchas de nosotras renunciamos a nuestra libertad creyendo que así nos van a querer y cuidar mejor. Pero es justo lo contrario. 

Cuanto más sumisas y obedientes somos, más peligro corremos.

Cuanto más complacientes somos, más abusan de nosotras.

¿Cómo protegernos y cuidarnos? Las señales más claras de que estás en una relación de dominación están dentro de ti, escucha cómo te sientes, sé honesta contigo misma y hazte todo el tiempo la pregunta clave: ¿estoy haciendo lo que quiero o estoy haciendo lo que quiere mi pareja?

También puedes preguntarte: ¿cómo reacciona mi pareja cuando hago lo que me gusta y lo que quiero?, ¿respeta mi pareja mi libertad o intenta limitarla constantemente?, 

¿me haría daño mi pareja si quisiera dejar la relación?

Al empezar la relación, puedes intentar explicarle a tu pareja que no vas a obedecer órdenes o prohibiciones ni chantajes de ningún tipo, pero solo una vez. No puedes estar todo el tiempo peleando.

Da igual que tu pareja llore o se enfade: si pretende limitar tu libertad para moverte, para vestirte, para estar con tu gente, para conocer gente nueva, para hacer las cosas que más te gustan, entonces, hay que dejar la relación sin dudarlo ni un segundo.

Si tu pareja no confía en ti, te puede hacer mucho daño.

Si necesita controlarte, vigilarte y castigarte, estás en peligro.

Si no sabes cómo salir de esa relación, pide ayuda a tus amigas y a tu gente querida.

Si no te sientes libre para ser tú misma y para hacer lo que quieres, si la otra persona no confía en ti, lo mejor es aceptar que no es posible construir una relación bonita desde el miedo, el control y la dominación. Tu libertad y tu bienestar son lo primero siempre, nunca renuncies a ellas en nombre del "amor". 


Coral Herrera Gómez


¿Quieres ver todas las preguntas del libro?

¿Quieres leer el prólogo?





Editorial Catarata, Madrid, 2023. 



29 de enero de 2024

Coral Herrera en Eibar

 



Dónde: Eibar, Guipuzkoa
Cuándo: Lunes 5 de febrero
Hora: 18:30
Lugar:  Andretxea, Casa de las Mujeres de Eibar
Ubicación: Isasi Kalea 11  

Son muy pocos hombres

 



Son muy pocos


Los hombres que no tienen miedo al amor y a las mujeres. 


Son muy pocos


Los hombres que se atreven a quitarse la armadura, a mostrarse tal cual son, a compartir su intimidad y desnudez, y a mostrar su vilnerabilidad.


Son muy pocos 

Los hombres dispuestos a quitarse la corona, abdicar del trono, renunciar a sus privilegios, y abandonar las estructuras de relación basadas en la dominación.


Son muy pocos

Los hombres que se relacionan de igual a igual y tratan a las mujeres como compañeras.


Son muy pocos

Los hombres que comparten las tareas de cuidados al cincuenta por ciento con sus parejas.


Son muy pocos

Los hombres que trabajan en su crecimiento y su desarrollo personal, y muy pocos los que se trabajan sus patriarcados para ser mejores personas.


Son muy pocos

Los hombres que piden ayuda cuando se sienten mal. Y muy pocos los que van a terapia a sanar las mutilaciones de la infancia y las heridas de las batallas de la vida.


Son muy pocos

Los hombres que saben cuidarse a sí mismos, y muy pocos los que saben cuidar sus relaciones con las personas más queridas. Y son muchos los que reciben cuidados sin darlos.


Son muy pocos

Los que se trabajan la honestidad y la sinceridad, y evitan usar el privilegio de la mentira y la doble vida.


Son muy pocos

Los hombres que aprenden a usar su poder para no abusar, y a controlar sus emociones para no hacer daño a nadie.


Son muy pocos

Los hombres que tienen autonomía total y no necesitan una criada. Y son muchos los que se aprovechan del amor de las mujeres de su vida.


Son muy pocos

Los hombres que leen y escuchan a mujeres, y los hombres que tienen referentes e ídolas femeninas. Son muy pocos los hombres que admiran a las mujeres importantes.


Son muy pocos 

Los hombres que hablan y practican la igualdad, la ternura, los buenos tratos, la responsabilidad afectiva, los cuidados mutuos y el amor del bueno.


Son muy pocos

Los que crían a sus hijos y los que les educan desde los valores y principios de los derechos humanos, la igualdad, la libertad, el respeto, la empatía, la solidaridad, el apoyo mutuo, la cooperación y el trabajo en equipo.


Son muy pocos 

Los hombres que están en contra de la explotación doméstica, sexual y reproductiva de las mujeres, y son muchos los que se benefician de ella.


Son muy pocos 

Los hombres con capacidad para la autocrítica, para respetar los límites y para aceptar las derrotas.


Son muy pocos 

Los hombres que aceptan con humildad y empatía un NO de las mujeres.


Son muy pocos

Los hombres que se atreven a hablar de sus abusos y agresiones, y a intentar reparar el daño causado.


Son muy pocos

Los hombres que se enfrentan a sus amigos o conocidos y se atreven a señalar su machismo y su misoginia.


Son muy pocos 

Los hombres que se atreven a denunciar a los colegas de profesión cuando se enteran de que han abusado o agredido a las compañeras.


Son muy pocos

Los hombres que protestan por los femicidios de cada semana y las violaciones de cada día.


Son muy pocos.


Muy pocos.


Para construir un mundo mejor, más justo y pacífico, más igualitario y amoroso, hacen falta más hombres buenos, honestos, valientes y comprometidos.


Coral Herrera Gómez 


Artículos relacionados: 

Los hombres que me gustan









26 de enero de 2024

Coral Herrera en Bilbao

 




❤️San Valentín y otras enfermedades raras💔
A través de relatos de amor y desamor Coral Herrera y Gurutze Beitia van a desmontar juntas el mito del amor romántico.

📆4 de febrero
📢 Bilbao
⏰ 11:00-13:00

👇🏼Inscripción gratuita hasta completar aforo: https://forms.gle/ecEzUE9xUHB13W576
✍🏼Si tienes una historia de amor o desamor que te hizo sufrir y nos la quieres compartir, envíanosla a:

holaregadera@gmail.com

Gurutze Beitia y Coral Herrera harán magia con tu relato✨
Organizado por Espäcio Regäderä
Gracias al área de Igualdad de el Ayuntamiento de Bilbao.

Desmontando los mitos con los que nos engañan



La felicidad, el amor, la libertad, la igualdad, la justicia, la democracia, la belleza, la perfección, la riqueza y la abundancia, el amor romántico y la familia feliz son algunos de los mitos con los que nos engañan. 

Son ilusiones colectivas, pero son un camino, no se puede llegar a ellas. No existe la pareja perfecta, ni la familia perfecta, ni la vida perfecta: puedes intentar mejorar tu vida y tus relaciones, pero jamás llegar al estado ideal en el que todo es maravilloso y la felicidad es eterna. 

Cuanto más idealizados y alejados están los mitos de la realidad en la que nos ha tocado vivir, más nos decepcionan, y más nos hacen sufrir. Porque estas utopías no son metas, son un camino hacia una realidad futura, y los cambios tienen que ser colectivos, no solo individuales. 

Cuando más duele un mito es cuando hemos soñado una vida fantástica y nos damos cuenta un buen día de que se nos está pasando la juventud, ya somos personas adultas, y nuestros sueños no se convierten en realidad, por mucho que lo deseemos, y por mucho que nos esforcemos. 

Cuando llegas a la treintena y te das cuenta de que tu vida no se parece a lo que soñabas, y que tu vida es la que es, empiezan las crisis porque todos los mitos se derrumban, y nos invade la sensación de que hemos fracasado. 

Cuanto más mificamos cosas o personas, y cuantas más expectativas tenemos, más nos decepcionamos. Duele cuando un ídolo o ídola se nos cae del pedestal en el que le teníamos, duele cuando has idealizado un país y al llegar no es lo que tú creías, duele cuando una persona nos engaña y nos miente, duele cuando no puedes dedicarte a lo que más te gusta y tienes que trabajar para sobrevivir. 

En el ámbito de la pareja, es muy frustrante vivir una ficción construida con tanta ilusión, y  muy doloroso darte cuenta de que era todo mentira, y que has estado viviendo en un realidad paralela. 

También es cierto que hay gente que prefiere llevar una venda en los ojos y seguir inmersa en su ficción, pero es peligroso vivir en tu mundo cuando los demás no te llevan la corriente, y cuando la realidad no se ajusta a tus deseos. 

¿Por qué es peligroso vivir con la venda puesta? Porque cuanto más ciegas y ciegos estamos, más nos manipulan los poderosos a través de los mitos. Los usan para vendernos cosas, para arrancarnos el voto, para imponer su relato sobre la actualidad, y para que aceptemos sin protestar la realidad que ellos han construido para nosotros y nosotras. 

Lo más peligroso de los mitos es cuando no logramos distinguir la ficción de la realidad. Cuanto más se ensancha el abismo que separa a ambas, más posibilidades tenemos de sufrir trastornos y enfermedades mentales. Hay gente que cree que el no poder asumir la realidad y no poder vivir en ella es un problema personal, cuando lo cierto es que es un problema colectivo: todos vivimos inmersos en ilusiones, y nos bombardean con mitos a diario, ¿cómo no vamos a soñar con ellos? 

El mundo está lleno de gente vendiendo salvaciones, soluciones mágicas, transformaciones de ensueño, dosis encapsuladas de esperanza. En los anuncios de radio y televisión, en los reels de Instagram, en los periódicos, en las películas, en la música, en toda nuestra cultura hay gente vendiendo humo. Gente que sabe que a todos y a todas nos gusta mucho soñar y evadirnos de la realidad, escapar de ella o vivir haciendo como si no estuviera pasando lo que está pasando. Gente que huele la desesperación, la desesperancia, la carencia y la tristeza, y te ofrece a diario, a través de todos los canales, un cambio maravilloso. 

Cuanto más anestesiados y anestesiadas estamos, más vulnerables somos. Por eso nuestra fuerza está en estar todo el tiempo lúcidas, despiertas, y con los pies en la tierra, recordandonos todo el tiempo que los cambios reales son los que hacemos cuando nos juntamos, y que las soluciones no son individualistas, sino colectivas.  

Para poder cuidar nuestra salud mental y resistir a este bombardeo de ilusiones y mitos, tenemos que ser prácticas y realistas, y tomar conciencia de que solos y solas no podemos: necesitamos a los demás para andar por el camino de las utopías. La salvación es colectiva. Tú sola no puedes, tú solo no puedes. 

El primer paso para liberarnos de los mitos es tomar conciencia de ellos, y después reflexionar sobre como los usan los poderosos para manipular nuestra opinión y nuestras emociones más básicas (miedo, tristeza, rabia, alegría, esperanza), y así controlar nuestro comportamiento y dirigir nuestros actos de consumo. 

Empecemos con la toma de conciencia. 

Aquí os ofrezco un breve listado con algunos de los mitos de la modernidad y de la posmodernidad que más nos creemos, y que más nos hacen sufrir: 

El mito de la felicidad: la idea de que la felicidad está dentro de ti es falsa. No es cierto que puedes ser feliz en un mundo donde hay tantísima gente sufriendo. La felicidad no es un asunto personal, sino colectivo. Las soluciones a nuestros problemas no son individuales, son un asunto político. Las personas no podemos ser felices solas, necesitamos a los demás. Los índices de mayor felicidad están asociados a la gente que pertenece a una comunidad que les acepta, les quiere y les cuida. 

El mito de la meritocracia (si te esfuerzas mucho, triunfas). En realidad los pobres trabajan muchas más horas y tienen trabajos mucho más duros que los ricos. Y las mujeres pobres trabajan el doble porque tienen también un patrón en casa. Los pobres casi nunca salen de la pobreza: sin apellidos ilustres, sin herencia y sin contactos es casi imposible triunfar en esta sociedad. No es una cuestión de talento ni de esfuerzo, sino de si perteneces o no a la clase privilegiada. 

El mito del amor romántico: la salvación está en el amor de pareja. Para muchas mujeres el mito es una trampa de la que luego no pueden salir: hasta el hombre más pobre del planeta tiene una criada gratis, gracias al mito romántico. Nos engañan diciendo que si encontramos al príncipe azul vamos a vivir como reinas, pero una vez en el palacio, nos toca el papel de sirvientas. Más que un mito, es una estafa global.

El mito de la libertad y el mito de la la libre elección: si no tienes dinero, no tienes libertad de elegir como quieres vivir tu vida y a qué quieres dedicarte. Sin dinero no hay derechos ni hay libertad. En nuestro planeta, las mujeres no eligen libremente ponerse al servicio de los hombres, lo hacen por necesidad.

El mito de la igualdad: en realidad vives en un mundo de jerarquías y privilegios en el que unos tienen más poder y más derechos que tú, y otros tienen menos. Los de arriba abusan de los de abajo, unos acumulan un dinero que jamás podrán gastar, y otros no tienen ni para comer. Nuestras formas de organizarnos y de relacionarnos están basados en la explotación y el abuso, no hay igualdad posible en una estructura jerárquica.   

El mito de la justicia: te quieren hacer creer que la justicia es igual para todos y todas, pero basta con ver las noticias a diario para comprobar que es sólo un mito. Los que pagan siempre son los pobres: los ricos no entran en la cárcel. Y los pocos que entran, salen muy pronto. 

El mito de la democracia: tú votas cada cuatro años, pero quienes mandan en todos los países no son los políticos que te han elegido, sino la Banca, las grandes empresas, la mafia y el narco. Las élites se reúnen todos los años para marcar las directrices a los gobiernos, que no pueden nunca hacer cambios que alteren el statu quo. Por eso ninguno quiere ni puede acabar con la pobreza ni la desigualdad, se limitan a ponerle parches. Tú no puedes hacer nada para impedir que ellos se gasten tu dinero en financiar a soldados, a curas y a altos cargos del Ejército, de la Iglesia, la Monarquía, y a los grandes empresarios. Tampoco puedes hacer nada para parar a los políticos que ejercen violencia contra la población y atentan contra nuestros derechos, excepto manifestarte en la calle, hacer huelgas y esperar a que vengan las elecciones. La ciudadanía está indefensa frente a sus gobernantes: ninguno ha ido a la cárcel por destrozar hospitales, centros médicos, escuelas, ni por destruir la naturaleza. Los gobernantes tienen impunidad total para privatizar, saquear y desmantelar la Sanidad, la Educación, y todo el patrimonio común, y para transferir nuestro dinero a los bolsillos de los hombres más poderosos de cada país. Lo llaman democracia, pero no lo es. 

El mito de la super woman o la super mujer: es el mito que te hace creer que es posible trabajar durante ocho horas, emplear dos horas en el transporte a casa, y además tener tiempo para tener la casa reluciente, para llevar al perro al veterinario, para hacer lavadoras y colocar ropa, para hacer la cena, para ayudar a tus hijos e hijas con los deberas, para ir a la peluquería a relajarte un rato, para ir al gimnasio a ponerte en forma, para quedar con las amigas y reíros un rato, para hacer tus prácticas espirituales diarias, para estar informada sobre la actualidad, para leer un libro cada día, para trabajar en tu crecimiento y tu desarrollo personal, para dedicarle tiempo de calidad a tu pareja, para cuidar a tus padres, para dormir ocho horas. Es imposible ser buena profesional, buena madre, buena hija, buena esposa, buena ama de casa, buena amiga, y buena en todo. Con este mito nos han engañado todas para que creamos que es posible ser una mujer tradicional, moderna y posmoderna a la vez, y que es posible conciliar la vida profesional con la vida personal, la vida familiar, y el derecho al ocio, al descanso y a dormir. Y nos tiene a todas muy estresadas y muy frustradas, porque no llegamos a todo. El día solo tiene 24 horas, la semana solo tiene 7 días, somos humanas e imperfectas. 

El mito de la maternidad: ser madre no es imprescindible para ser feliz, no te realiza como mujer, no es la máxima aspiración de una mujer. La violencia y el abuso contra las madres es el pan nuestro de cada día: no hay condiciones para la crianza, la mayoría de las madres tienen doble y triple jornada laboral, las madres no pueden criar a sus propias hijas e hijos, y las que deciden hacerlo dependen de sus familiares para poder criar. A las madres nadie las cuida, y además nuestra carrera profesional se ve perjudicada: en el mundo laboral se nos castiga por ser madres. Maternar en estas condiciones es una odisea, no una bendición.

El mito de la monogamia: los aparcamientos de los campos de concentración para esclavas sexuales están a rebosar de coches que pertenecen a hombres casados, todos los días de la semana, todos los meses del año. Cuando veas los burdeles llenos, acuerdaté de que la monogamia es un mito dirigido a las mujeres: todos los hombres tienen el privilegio de tener una doble vida. Sus infidelidades son "canitas al aire", las de las mujeres son traiciones, pecados, atentados contra el honor de los hombres, y por eso somos castigadas y asesinadas en todos los rincones del planeta.

El mito de la familia feliz: basta con echar un vistazo a las cifras sobre femicidios, abuso sexual infantil, maltrato a las personas mayores, violencia sexual contra las mujeres, maltrato contra las personas con discapacidad y contra los animales domésticos, para darte cuenta de que la familia tradicional es un peligro para las mujeres y para los más vulnerables. El lugar más peligroso del mundo para mujeres, niñas y niños es el hogar, el nido de amor de la familia feliz.

El mito de la riqueza: los ricos no crean riqueza en sus países, sino que la acaparan. Acumulan dinero y poder gracias al dinero que les da el Estado cada año, y también explotando mano de obra barata y evadiendo impuestos.

El mito de que puedes ser quién quieras ser: la mayor parte de nosotras no podemos ser quien realmente somos, ni podemos vivir la vida que querríamos, ni podemos decir y hacer lo que deseamos. Todos y todas estamos atrapadas en la rueda de la producción y el consumo, pagando facturas, obedeciendo leyes, y cumpliendo con las normas sociales y los mandatos de género.

El mito de la belleza: ser bella no te salva de la pobreza, ni de la violencia machista. No importa que inviertas mucho dinero y mucho tiempo en estar guapa, joven y sexy: para muchos a partir de los 40 eres invisible, y da igual lo que hagas para parecer más joven.  

El mito de la eterna juventud: puedes operarte las veces que quieras, e invertir el dinero que quieras en tratamientos y cosméticos, en moda y accesorios, en cremas y productos milagrosos, pero el tiempo pasa igual para tí que para todos y todas, y la ley de la gravedad actúa sobre todos los cuerpos. Puedes quitarte arrugas, pero envejeces igual. 

El mito del cambio de sexo: puedes hormonarte y operarte cuantas veces quieras, puedes cambiar tu vestimenta y tu aspecto físico, pero la ciencia solo puede ayudarnos a cambiar nuestra apariencia estética, no nuestra biología. La industria que se alimenta de este mito está compuesta de unos pocos señores que están ganando mucho dinero. 

El mito de que puedes convertirte en madre o padre: en realidad solo pueden hacerlo si tienen dinero. Las personas ricas que alquilan a mujeres pobres para comprarles sus bebés se aprovechan de la necesidad de la mujer que pone su cuerpo y su vida. Les han hecho creer que todos sus deseos son derechos humanos, aunque ello signifique abusar de la población más vulnerable. No lo ven como trata de personas: es que creen que todo en esta vida se puede comprar y vender, incluidos los seres humanos. Aunque en el mito todo parezca amor y ternura, la realidad es que es un negocio bestial en el que unos pocos hombres ganan muchísimo dinero. 

El mito de que las mujeres pobres quieren hacer felices a los ricos: puede que creas que las mujeres pobres son muy altruistas y están deseando darte masajes, ofrecerte sexo, gestar y parir un bebé para tí, cuidar a tus padres o a tus hijos, cuidar a tu marido, limpiar tu casa, pero no. Lo hacen porque no tienen dinero y no tienen otro remedio que hacerlo. Ellas no ponen su cuerpo, su tiempo y su energía para hacerte feliz, sino para sobrevivir y dar de comer a sus familias. Ellas, si pudieran elegir, preferirían estar con su familia, no con la tuya. 

El mito del ascenso social, ¿recuerdas aquella frase de "el hijo del obrero, a la universidad"? Al principio parecía posible, pero hoy ya sabemos que estudiar no nos saca de la pobreza, y tener un título universitario no nos hace clase media. Seguimos siendo obreros y obreras, y los grandes puestos siguen en manos de los hijos e hijas de aquellos que tienen apellidos ilustres, herencias, propiedades y contactos.

El mito del triunfo: a diario vemos a gente que surge de la nada y de pronto se hacen famosos y millonarios. Y todo el mundo sueña con lo mismo: hacer un esfuerzo grande para luego poder vivir sin trabajar el resto de sus vidas. Sin embargo, ahí arriba no cabemos todos, no hay sitio para todo el mundo. Son cuatro gatos los que se hacen millonarios en redes sociales o en el mundo de los negocios, son muy pocos los que triunfan haciendo lo que más les gusta. Y a pesar de eso, hay mucha gente creyendo que puede conseguir su sueño. El 99% de la población solo puede vivir de su trabajo, y esa es la realidad.

El mito del deseo intenso: no es cierto que si deseas algo de verdad, con mucha intensidad, podrás conseguir todo lo que te propongas. No es cierto que tus deseos sean derechos que puedes comprar con dinero. La realidad nos pone límites constantemente, y hay que ser humildes para aceptar que hay cosas que se pueden, y otras que no se pueden hacer. Te dicen que si lo deseas mucho y te empeñas, lo consigues, pero no es cierto que tú sola o solo puedas con todo. Piensa que las grandes hazañas de la Humanidad, como las misiones que nos llevaron varias veces a la Luna en el siglo XX, solo han sido posibles gracias al trabajo en equipo, al tesón, a la pasión, a la inteligencia, a la solidaridad, y a la cooperación. No importa que desees con mucha fuerza que te toque la lotería: es más probable que te caiga un rayo. Y si no me crees, buscaló y verás que las probabilidades de caer fulminado por un rayo son mucho mayores que las de convertite en millonaria de la noche a la mañana. 

El mito del pelotazo es una variante del mito anterior: es el mito que te permite soñar con un golpe de suerte, el que te promete que tu vida puede cambiar sin tener que hacer ningún tipo de esfuerzo. Es una cuestión de fe, de magia pura: te puede tocar la lotería, te puedes encontrar un millonario que te ame y te cambie la vida, puedes descubrir alguien que crea en ti y te convierta en una estrella, o puede que un tío lejano te deje una herencia... Normalmente son cambios que vienen del cielo, que una no provoca, sino que aparecen de la nada, sin más. 

Detrás de cada mito hay asociada una industria, es decir, hay un grupo de hombres poderosos forrandose y aprovechandose de nuestros sueños y anhelos. Nos venden humo: nos prometen una realidad diferente, un camino hacia la salvación, un cambio mágico y radical que nos transforme la vida por completo. Su misión es mantener estas ilusiones y crear otras nuevas para que nada cambie y todo siga como está.

Nos siguen engañando masivamente para que vayamos cada mañana a trabajar: vamos todos en el metro medio dormidos soñando con la posibilidad de vivir una vida mejor, o vamos pegados a nuestros teléfonos buscando la manera de escapar. No nos damos cuenta de que los demás están soñando también una vida mejor, y que la clave del cambio sería despertar a la vez, todos y todas, y ponernos a imaginar todos juntos la realidad que queremos construir, y el mundo en el que queremos vivir.  

Coral Herrera Gómez 


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24 de enero de 2024

10 Mitos de la violencia machista



Hasta mediados del siglo XX, en muchos países los hombres podían, por ley, matar a sus mujeres si eran descubiertas con otro hombre o si pretendían escapar de la cárcel del matrimonio. Hoy los femicidios están penados en casi todo el mundo, pero aún la sociedad duda de las víctimas, y disculpa a los delincuentes. Los principales mitos de la violencia machista perpetúan la guerra contra las mujeres, pues impiden a los agresores tomar conciencia del daño que causan, y a las víctimas del daño que sufren. 

Estos mitos también nos impiden tomar conciencia a nivel colectivo del sufrimiento de las víctimas, y del cambio que necesitamos para garantizar a todas las niñas y mujeres el derecho a una vida libre de violencia. 

Aquí van algunos de los mitos más comunes:

1 Mito: La maté porque era mía. La mató porque la amaba.

Realidad: los asesinos de mujeres no matan por amor. Cuando tú quieres a alguien de verdad, no le haces sufrir, ni le tratas mal, ni le quitas la vida. Cuando tú quieres a alguien de verdad, no limitas su libertad, ni obligas a nadie a quedarse a tu lado. Cuando tú quieres a una persona, aceptas que ya no te quiera y prefiera seguir su camino sola. Aunque te duela. 

2 Mito: Los hombres que agreden y matan a sus esposas están locos o tienen una enfermedad mental. La realidad es que las personas que sufren trastornos mentales no son más violentas que las personas sanas. Los asesinos de mujeres no son enfermos, ni son monstruos, son hombres normales que han sido educados bajo la ideología machista y no toleran la libertad de las mujeres. 

3 Mito: A las mujeres en el fondo les gusta que las violen. Muchas van provocando, dicen: la realidad es que los violadores no solo acosan y agreden a las mujeres con minifalda, también a las que llevan burka, lo mismo las que van tapadas de pies a cabeza, que las que van en bañador por la playa. La ropa no es un motivo para justificar las violaciones. Caminar sola por la calle no es un motivo tampoco, ni beber alcohol, ni salir de noche, ni salir de día. 

4 Mito: Los violadores son desconocidos que te asaltan en la calle por la noche. La realidad es que las mujeres sufrimos la mayor parte de las violaciones en nuestro propio hogar. No suelen ser desconocidos, sino nuestros maridos y ex maridos, padres, padrastros, abuelos, hermanos, tíos, primos, cuñados y demás hombres de la familia. 

5 Mito: Las mujeres que se quedan en relaciones de violencia son masoquistas y disfrutan sufriendo. En realidad, el foco hay que ponerlo no tanto en las que tardan en marcharse, como en el propio agresor o femicida. Son ellos los que disfrutan haciendo sufrir a sus parejas y ex parejas. Son ellos los que ejercen violencia física, psicológica, emocional y sexual sobre las mujeres. 

6 Mito: Es normal tratar mal a la gente a la que quieres cuando te enfadas, te sientes dolido, o estás nervioso.

En realidad: ni es normal, ni tienes derecho a hacer daño a nadie. No importa si estás enojado, estresado, triste, dolido, rabioso, frustrado, desorientado, iracundo: no tienes derecho a hacer sufrir a nadie con tu dolor. 

7 Mito: La violencia machista la sufren las mujeres de clase baja y de escasa formación. La realidad es que las mujeres de clase alta y de clase media también la sufren, lo mismos las universitarias que las que ocupan puestos importantes en empreas, instituciones o gobiernos. La sufren lo mismo las mujeres ricas que las pobres, lo mismos las católicas, que las musulmanas o las ateas. Se da en todos los países, en todas las edades, y también en mujeres con estudios superiores. 

8 Mito: Los celos son una demostración de amor

La realidad: quien bien te quiere, no te hace sufrir ni te hace llorar. Los bofetones, empujones, tirones de pelo, intentos de asfixia, golpes y patadas no son una muestra de amor, sino de odio. Controlar, presionar, coaccionar y limitar la libertad de tu pareja es un atentado contra los derechos humanos fundamentales. 

9 Mito: Del amor al odio hay un paso. 

Realidad: cuando quieres a alguien, le quieres siempre, y le tratas bien siempre, aunque no quiera formar pareja contigo, aunque quiera dejar la relación. El amor es lo contrario al odio. 

10 Mito del “algo habrá hecho”, muchas personas creen que si un hombre llega al extremo de matar a su compañera, “será por algo”, es decir, piensan en que quizás haya tenido motivos para hacerlo. La realidad es que no hay motivos para asesinar a una mujer, como no lo hay para asesinar a cualquier ser humano. En ningún crimen se culpabiliza a la víctima, excepto en los que tienen que ver con mujeres. 



Coral Herrera Gómez




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