15 de marzo de 2021

Ser "normal", o ser tú misma: la rebelión contra la tiranía de la normalidad

by ElMac


¿Por qué no podemos ser nosotras mismas? 

Queremos sentirnos libres para escribir el guión de nuestra propia vida, para construir nuestra historia personal, pero a nuestro alrededor hay millones de policías y jueces que te vigilan y te señalan si no eres normal, si no haces lo que hace todo el mundo, si no cumples los mandatos sociales y los mandatos de género. 

Si te sales de la senda marcada, te llaman la atención, y si no regresas pronto al redil, entonces te sancionan. No adaptarnos a la norma nos puede salir muy caro: a muchos les cuesta la exclusión social, que condena a millones de personas a sufrir discriminación, pobreza, y violencia. 

La tiranía de la normalidad es un conjunto de normas no escritas, pero con un enorme poder sobre todos nosotros y nosotras, que nos determina a la hora de crear nuestra personalidad, de hacer  elecciones y tomar decisiones, de construir nuestro proyecto de vida. 


¿Qué es lo que esperan de nosotros y nosotras? 

Que aprendamos a ser mujeres y a ser hombres, que nos juntemos de dos en dos, que fundemos familias felices y nos dediquemos a reproducirnos, a producir y a consumir sin descanso. 

El objetivo último es que aprendamos a ser normales, es decir, que nos ajustemos a la "norma", que paguemos facturas e impuestos, que vayamos al trabajo todos los días, que nos acostumbremos a vivir con la angustia de los ingresos, que nos casemos y seamos "como todo el mundo". Los valores de la norma los dicta la alianza entre la ideología capitalista y la patriarcal.  


¿Y quién dice qué es lo normal?

El grupo dominante: los pocos privilegiados que nos necesitan para acumular riqueza y poder. Dominan el conocimiento, la religión, la cultura y la comunicación, y usan los medios para explicarnos qué es lo normal y qué no lo es. Lo aprendemos y lo interiorizamos a través de los cuentos que nos cuentan, y después lo transmitimos a las siguientes generaciones. 

Nos muestran modelos a seguir, casos de éxito, gente que triunfa, para que deseemos ser como ellos y ellas. También nos muestran lo que ocurre si nos salimos del camino: la Historia está llena de ejemplos de mujeres rebeldes y mujeres libres que acabaron mal (presas, enfermas, locas, olvidadas o muertas). 

A través de los mitos se perpetúa el orden establecido: nos muestran a quién debemos desear, y a quién no. Y nos amenazan constantemente con historias de fracasos para que no se nos olvide el precio que hay que pagar cuando no obedeces.


¿Quién impone la norma?

La imponemos todos y todas a través de la presión social. No sólo la sufrimos: también la ejercemos, y muchas veces sin darnos cuenta, a través de comentarios, preguntas, risas y bromas. 

Quienes más sufren la represión son nuestros seres más cercanos: tenemos más confianza con los nuestros y por eso los juzgamos y los presionamos mucho más que a la gente desconocida. 


¿Quiénes sufren la tiranía de la norma? 

¿A quienes presionamos para que cumplan los mandatos sociales? 

A la soltera para que se empareje, 

a la pareja que no tiene hijos, para que los tenga, 

a la niña para que se ponga vestidos, 

al niño para que no se pinte las uñas, 

a la madre que da teta a su bebé delante de todo el mundo,

a la mala madre que da biberón en lugar de teta,

al gordo para que adelgace, 

a la delgada para que coma más, 

a la niña para que cierre las piernas al sentarse, 

al niño afeminado para que esconda su pluma, 

al chico tímido y pacífico para que demuestre su virilidad, 

al que está triste para que disimule su sufrimiento y cambie de actitud, 

al adolescente para que se convierta en adulto, 

a la vegetariana y al vegano para que se dejen de tonterías y prueben el estofado,

a la que tiene muchos novios porque es una puta, 

a la que no tiene ningún novio porque es una solterona

a la que practica colecho con su bebé porque su marido puede sentirse desplazado, 

a la que consuela a su bebé cuando llora porque lo está malcriando, 

a la que no golpea a su hijo porque lo está malcriando, 

a la que regala demasiadas demostraciones de afecto a su hijo porque le puede hacer "maricón", 

a la que se defiende de las críticas y hace lo que realmente quiere porque es una díscola,

a todas aquellas personas que no cumplen con los mandatos del patriarcado. 


La tiranía de la normalidad

Nuestras miradas y comentarios sobre la vida de la gente, sobre las decisiones que toman, sobre su forma de vestir o de moverse en el mundo, sobre su vida sexual, sobre sus gustos y pasiones, sobre sus relaciones, están llenas de juicios y prejuicios, pero no nos damos cuenta de la violencia que ejercemos porque muchas veces los decimos con una sonrisa en los labios, en forma de bromas inofensivas. 

No nos gusta que nos juzguen, pero juzgamos a los demás. Lo hacemos bajo la tiranía de la "normalidad". Esta tiranía va cambiando con el tiempo: lo que ahora es "normal" antes no lo era, lo que es "normal" en un país, no lo es en otro.

La mayor parte de la presión social recae sobre las mujeres: 

Si lleva la falda muy larga, por mojigata, y si la lleva muy corta, por puta.

Si no lleva tacones parece una monja, si los lleva demasiado altos, parece una puta. 

Si no está a la moda es una antigua, si se hace muchos tatuajes parece una puta

Si no se maquilla, es que no se cuida, si se maquilla demasiado, parece una puta. 

Si está soltera es porque es una fracasada, si tiene muchas parejas, es una puta. 

Si tiene muchos hijos, porque son muchos, si no tiene hijos, porque no tiene hijos


Lo normal en una mujer es que si está casada no tenga amigos varones, lo normal en un hombre es que tenga todas las amigas que quiera. Lo normal es que a una mujer no le guste el sexo, y que un hombre lo necesite a diario... vamos aprendiendo qué se puede y qué no se puede hacer según el sexo con el que nacimos. 

Y es que la tiranía de la normalidad funciona bajo los valores de la doble moral del patriarcado: hay leyes que son sólo para las mujeres, como por ejemplo, la monogamia. Si nos la saltamos, nos señalan, nos etiquetan, nos castigan: nos insultan, nos desprecian, nos apartan, o nos matan. En cambio para los hombres la acumulación de conquistas de mujeres es un éxito y una prueba de su virilidad. 


¿Y cómo lo sufren los hombres?

A los hombres que no cumplen los mandatos del patriarcado también les criticamos. Si la palabra "puta" es la que más usamos para someter a las mujeres y para controlarlas, la palabra que más se usa para disciplinar a los hombres es "maricón", "niña" o "nenaza" 

Los machos patriarcales se pasan la vida demostrando que ellos no son mujeres, porque odian todo lo que se asocia a la feminidad: la ternura, los afectos y los cuidados. Así que si un macho parece un poco sensible, inmediatamente los demás caen sobre él para que se comporte como un macho mutilado. 

Al hombre que rechaza la violencia y no es agresivo, se le etiqueta como "blando", "blandengue", o "afeminado". Al hombre que no es heterosexual se le castiga también, tenga o no tenga pluma. 

Desde que es un niño tendrá que sufrir humillaciones en la escuela: sus propios amigos se burlarán de él para que deje de ser como es, o para que, al menos, se averguence, disimule y trate de aparentar que es como los demás. 

Sin darnos cuenta, todos actuamos como policías con comentarios y opiniones que nadie nos ha pedido: ¿y por qué te pintas las uñas si no eres una niña?, ¿y por qué juegas con muñecas si eres un niño?, corres como una niña, eres cobarde como una niña, si te atacan tienes que responder con violencia... 

Y todo porque nos han enseñado que los niños normales no lloran, no se ponen vestidos, no juegan a cocinar ni a cuidar, no expresan su fragilidad, y no se relacionan con ternura. 

Inevitablemente, nos choca ver niños que no son sumisos ni obedecen a la norma patriarcal, y nos cuesta mucho respetar a los valientes que no tienen miedo, ni tienen complejos, ni les importa el "qué dirán". 


Técnicas para someternos a la tiranía de la "normalidad"

La burla: es uno de los mecanismos de dominación más potentes. La utilizamos para indicarle a los demás cómo deberían ser, cómo deberían comportarse, cómo deberían someterse a los dictados del patriarcado. Con la burla el objetivo es que los demás se rían de la persona, y se sienta tan humillada que llegue a rechazarse a sí misma. También la burla se utiliza para demostrar tu superioridad con respecto a los demás: cuanto más se rían los demás con tus burlas, más líder te sientes. 

Los rumores, los chismes, las noticias falsas: hablar mal de alguien a sus espaldas sirve para generar antipatía a los demás, y para que la víctima se quede sola. Hay gente que lo hace para ocupar su puesto (les mueve la envidia) , o simplemente lo hace por diversión, pero el efecto de esta presión social es fortísima, porque todas y todos necesitamos sentirnos aceptados por nuestra comunidad. 

El desprecio: es una forma de maltrato porque es un arma muy poderosa para hacer daño a los demás: impacta directamente en su autoestima, les hunde psicológicamente, y sirve también para humillar públicamente a la otra persona. El desprecio se expresa a menudo como ironía, o como sarcasmo, y puede ir cargado de odio y rencor: se usa mucho en redes sociales para degradar a la otra persona y promover en el público sentimientos de rechazo hacia la persona que está sufriendo la humillación. 

El humor: es uno de los mecanismos más potentes para normalizar la violencia y para perpetuar los estereotipos. El humor es político, porque está impregnado de ideología, y por tanto de prejuicios y creencias falsas. El humor es una vía para naturalizar la discriminación y las fobias sociales: puedes verlo en los chistes sobre el pueblo gitano, los chistes sobre negros, latinos, árabes, o chinos, los chistes de gente que vive en algunos pueblos de España y que son catalogados como "tontos". 

También nos reímos de las personas con discapacidad o malformaciones, las personas gordas, las personas LGBT, y por supuesto, con la mitad de la población humana: las mujeres. 

El problema con el humor es que la gente se defiende de las acusaciones de machismo, racismo, gordogobia, capacitismo, plumofobia, etc, diciendo que es "solo humor", y que lo importante es que la gente se ría. 

Sin embargo, cuando el humor va de arriba hacia abajo, no tiene gracia: es muy fácil reírte de todo cuando gozas de muchos privilegios. 

El acoso: consiste en someter a alguien a un sufrimiento constante para obligar a esa persona a desaparecer, a renunciar, a irse. También se usa para someter a la gente, mediante la técnica de la repetición constante. En el acoso se utilizan todas las técnicas juntas: se mezcla el desprecio, con las bromas, los sarcasmos, las humillaciones, las burlas, los cotilleos, y todas las estrategias que lleven a la otra persona a obedecer las leyes de la normalidad


¿Qué ocurre cuando se juntan muchos policías de la normalidad?

Hay policías que actúan solos, pero cuando son líderes de un grupo, adquieren muchísimo más poder. para destrozar a alguien. Si en un aula todos los niños se meten y se burlan de la niña gorda, si no hay nadie que impida la violencia, si el profesor mira para otro lado, la presión será insoportable. El objetivo final del grupo obviamente no es que adelgace: es aniquilarla destrozando su autoestima, haciendo que se sienta diferente, y logrando que se sienta rechazada por la comunidad. Ya sabemos las consecuencias que tiene este tipo de violencia: muchas acaban sólo cuando la persona se suicida. 

No sólo sucede con los niños y las niñas: hace poco en España una mujer trabajadora se suicidó porque sus compañeros y compañeras de la fábrica se rieron de ella durante semanas, y compartieron un video sexual de ella hasta que ella no pudo soportarlo más. Ninguno de ellos está en la cárcel. Este tipo de violencia no se considera violencia, pero genera muchas víctimas cada año. 


Las víctimas de la normalidad

La gente que más sufre estos ataques son aquellos que se sienten libres para salirse de la norma, o simplemente, aquellos que no pueden adaptarse a ella. De alguna manera son molestos y se convierten en un peligro porque demuestran que se puede vivir de otras formas, que hay otras maneras de ser y de estar, y que la gente que intenta ser uno mismo o una misma, son muy valientes y rompen los esquemas a todo el mundo. Son una amenaza al orden patriarcal y capitalista, son:   

la gente que no tiene hogar, 

o la gente que vive de ermitaña en rincones despoblados, 

la gente que vive en comunidad, 

la gente que vive viajando, 

la gente que no come carne, 

la gente que vive sin dinero, 

las mujeres libres que son dueñas de sus vidas,

las mujeres masculinas y los hombres femeninos, 

las personas que no son heterosexuales ni monógamas, 

las personas no binarias y trans,

la gente que no se dedica en cuerpo y alma a fundar una familia feliz, 

la gente que no vive bajo el esquema producción-reproducción-consumo. 

Ser diferentes, pensar diferente, amar diferente... este es el crimen que cometen las víctimas que sufren los castigos correctivos. El primer paso es señalarlos como anormales, subnormales, raras, locas, desviadas, degeneradas o monstruosas, y después vienen los insultos, las risas, las humillaciones, hasta llegar a la violencia física. 

El miedo a sufrir una paliza, sufrir torturas o ser asesinada es la razón por la cual mucha gente tiene que disimular que son como los demás desean o esperan que sean. 

Y sin embargo, aunque mucha gente se ve obligada a disimular, otra sencillamente, no puede. Las personas gordas son gordas, las mujeres lesbianas son lesbianas, y la gente poliamorosa es poliamorosa, y es inútil presionarles para que cambien: los que tenemos que cambiar somos los demás. 

Y el cambio supone, en primer lugar, desalojar a los jueces y policías de la normalidad que nos habitan. 


¿Dónde nos presionan?

Uno de los espacios en los que más se ejercen estos métodos de disciplinamiento es en las reuniones familiares, pero sucede también en las fábricas, en las oficinas, en los colegios: los niños se ríen de los niños que no quieren pelear, se burlan de las niñas con gafas, con muletas, con aparato de dientes, con audífonos, o con cualquier discapacidad. 

En las aulas se burlan de los niños enfermos, de las niñas que no son blancas, de los niños que no hablan bien el idioma, de los niños neurodivergentes, de las niñas que no son "normales" o no se comportan como los demás. 

A esta violencia le llamaban antes "son cosas de niños", y ahora le llaman bullying, pero es violencia, porque hace muchísimo daño a quien la sufre. 


Violencia es hacer sufrir a los demás  

Todos los comentarios llenos de odio racista, machista, clasista, homófobo, transfobo, etc, hacen daño, no sólo a la persona que lo recibe, sino a todo el colectivo al que pertenece. Y son el primer escalón de la violencia que sufren las mujeres, y muchos colectivos de la población (LGBTQ, personas con discapacidades, personas sin hogar, etc) 

Se ve muy claramente, por ejemplo, en  los chistes, que reflejan los prejuicios que existen contra las personas con enfermedades mentales, las personas gordas, tartamudas, cojas, pero también contra los grupos étnicos (pueblo gitano, pueblo indígena, o la población migrante).

Esos prejuicios llevan a la gente al odio y a la violencia. El odio contra las mujeres mata a 135 de nosotras cada día: son asesinadas para que las demás tomemos nota de lo que ocurre cuando no obedeces los mandatos de género y no te sometes a un hombre. 

Siendo mujer, sufres más violencia si además eres adulta mayor, si eres una mujer lesbiana, racializada, pobre, con discapacidades... Las víctimas de la explotación doméstica, sexual y reproductiva son las que habitan en la parte más baja de la pirámide social: cuanto más abajo en la jerarquía, más exclusión y más violencia. 



¿Cómo desalojar de mi interior a la policía de la norma

-Si no se te ocurre ningún comentario bonito al saludar a alguien, mejor no digas nada. 

-No des tu opinión sobre el cuerpo o el aspecto de una persona si no te lo piden. Ni en su cara, ni a sus espaldas. 

-No juzgues a nadie: cada cual vive la vida a su manera, y todos somos libres para hacer elecciones, tomar decisiones, seguir igual o hacer cambios. Si no perjudicamos a nadie, y no coartamos la libertad ni los derechos de nadie, entonces cada cual puede hacer lo que quiera con su profesión, su vestimenta, su vida sexual, sus relaciones, o su modo de vida. 

-Evita hacer preguntas que esconden obligaciones sociales y de género: ¿cuando te echas novio?, ¿cuando vas a tener hijos?, ¿cuándo vas a hipotecarte?, porque piensa que no todo el mundo vive con la meta de fundar una familia feliz, y porque en el fondo, lo que estás preguntando es: ¿cuándo vas a empezar a ser normal y a hacer lo que hace todo el mundo?

-Acepta a la gente tal y como es: apenas existen personas que no sean raras. En realidad, no existen las personas "normales": todos somos diferentes, cada uno de nosotros tiene sus locuras, sus traumas, sus manías, sus dones, sus habilidades, sus carencias, sus virtudes y sus defectos. Todos, todas somos raras, porque no hay manera de adaptarse de un modo total y absoluto a los modelos de vida que nos proponen.  

-La gente tiene derecho a elegir si quiere o no casarse, si quiere o no tener hijos, si quiere vivir de una forma o de otra. No hay ninguna necesidad de obligarles a ser de otra forma; la diversidad es uno de nuestros tesoros más preciados. 

- Hay que saber reconocer la violencia que sufrimos, y la que ejercemos. Nos hace falta autocrítica para entender cómo nuestras palabras, nuestro comportamiento, nuestras acciones, nuestro deseo, nuestras creencias, tienen un impacto en las demás personas. 


¿Cómo resistir ante los ataques de la policía de la norma para poder ser yo misma?

Lo primero de todo es asegurarte que tú misma estás entrenando para dejar de juzgar a los demás, para dejar de etiquetarlos, y para dejar de presionarlos. 

Lo segundo, aceptarte a ti misma tal y como eres y fortalecer tu autoestima, construir una relación bonita contigo misma, y tratarte y quererte bien.

Y por último, echarte aceite para que todo te resbale y los comentarios te entren por un oído y te salgan por el otro. La indiferencia es la mejor manera de combatir la tiranía del "qué dirán". 

Ir contracorriente no es fácil, pero seguir la corriente nos condena a vivir sometidas y atrapadas sin poder ser nosotras mismas. Y por eso la libertad de ser quien eres no tiene precio. 

Algo que nos puede ayudar mucho es aprender las artes de la asertividad para poder ponerle límite a los demás, para exigir que nos respeten, y para que tomen conciencia de la violencia que hay detrás de sus preguntas, bromas, directas, e indirectas. 

Si la asertividad no funciona, entonces lo mejor es alejarte de la gente que te quiere obligar a cambiar, a ser "normal", y a hacer lo que hace todo el mundo, y seguir cuidando mucho a la gente que te quiere tal y como eres. 

No podemos vivir las vidas que los demás querrían para nosotras, porque son nuestras vidas. 

Y cada vida, es una sola: únicamente podemos disfrutarla nosotras mismas, y en libertad. 

Coral Herrera Gómez


8 de marzo de 2021

8M porque nos sobran los motivos

 



8M porque tener un bebé del sexo femenino sigue siendo una gran desgracia para millones de familias 


8M porque matan a 135 mujeres cada día, 87 mil cada año, hombres que dicen amarlas 


8M porque nos alquilan, nos venden y nos compran, y se forran usando nuestros cuerpos


8M porque ninguna niña nace para puta


8M porque trabajamos toneladas de horas gratis cada año para que los hombres vivan como reyes


8M porque aunque algunas tengamos derecho al divorcio, no tenemos autonomía económica para divorciarnos


8M porque cultivamos el 50 % de los alimentos y solo tenemos el 2% de las tierras


8M porque cobramos un 25% menos que los hombres y tenemos doble jornada laboral


8M porque nos medican para poder resistir la precariedad y la sobrecarga de trabajo


8M porque la pobreza, el analfabetismo y la desnutrición tienen rostro de mujer


8M porque nos cortan el clítoris: más de 200 millones de mujeres en el planeta sufren mutilación genital 


8M porque los hombres hacen negocio con nuestros cuerpos y nuestros bebés 


8M porque sufrimos acoso y agresiones sexuales en las calles, en el trabajo o centro de estudios, en el transporte público y en nuestros hogares 


8M porque nos siguen despidiendo por quedarnos embarazadas


8M porque no nos dejan criar a nuestros propios hijos e hijas 


8M porque millones de mujeres sufren explotación doméstica, laboral, emocional, sexual y reproductiva


8M porque millones de mujeres sufren violencia machista en sus hogares


8M porque los hombres venden a sus hijas para casarlas 


8M porque las niñas son violadas y sufren embarazos forzados en todo el mundo


8M porque millones de mujeres viven confinadas en sus domicilios de por vida bajo dominio masculino 


8M porque no salimos en los libros de Historia ni en los libros de texto 


8M porque luchamos por los derechos humanos de todas las mujeres del mundo


8M porque queremos caminar sin miedo por las calles


8M porque juntas somos más fuertes, y porque unidas somos imparables


#NosSobranLosMotivos #8M #8M2021


Coral Herrera Gómez 

6 de marzo de 2021

Amor del bueno



Cuando tu amor no le corta las alas a tu compañero o compañera, es amor del bueno


Cuando es mutuo y recíproco, es amor del bueno


Cuando hay apoyo mutuo y compañerismo, es amor del bueno


Cuando sientes que el amor saca lo mejor de ti, es amor del bueno


Cuando estás aquí  y ahora, cuando escuchas con amor y atención plena, cuando te preocupas por tu gente, cuando estás presente, es amor del bueno.


Cuando sientes que puedes ser tú misma, que tu pareja también puede serlo, cuando sentís que podéis crecer y evolucionar juntos, es amor del bueno


Cuando las dos personas tienen las mismas ganas y le ponen la misma energía, es amor del bueno


Cuando los cuidados son el centro de tu relación: cuando te cuidas, cuidas y te sientes cuidada/o, es amor del bueno


Cuando eres leal a ti misma, cuando asumes la responsabilidad afectiva y compromiso contigo misma, y con tus relaciones, es amor del bueno


Cuando ambas podéis negociar en Igualdad de condiciones, cuando ambas tenéis los mismos derechos, y no hay privilegios, es amor del bueno


Cuando respetais los pactos y los acuerdos, es amor del bueno


Cuando te relacionas desde la honestidad y la confianza, es amor del bueno


Cuando eres cómplice de tu pareja, cuando le tratas de igual a igual y no le ocultas información, es amor del bueno


Cuando tu amor no te aísla y no aísla a tu pareja de sus seres queridos, es amor del bueno


Cuando no sufres ni lloras, cuando no sientes angustia ni dolor, cuando puedes disfrutar del amor, es amor del bueno


Cuando aprendes a usar tu poder no solo en beneficio propio, sino para que los demás a tu alrededor tengan una vida mejor, es amor del bueno





Cuando cuidas tus emociones y no las usas contra tu pareja, ni contra tus seres queridos, es amor del bueno


Cuando tu miedo y tus inseguridades no afectan a la otra persona porque te las trabajas y las cuidas, es amor del bueno


Cuando te relacionas desde la empatía, la ternura, el respeto y la solidaridad, es amor del bueno


Cuando eres capaz de expresar tu enfado sin hacer daño a tu pareja, es amor del bueno.



Cuando eres capaz de tratar bien a tu pareja en momentos difíciles, y  en cualquier circunstancia, es amor del bueno


Cuando no tenéis que renunciar a vuestras pasiones y afectos, cuando la relación no te exige sacrificios, es amor del bueno


Cuando te trabajas tus celos, tu baja autoestima, y tu necesidad de dominar a tu pareja, y tu pareja también se trabaja lo suyo, es amor del bueno


Cuando amas tu libertad y la de tu pareja, cuando ambos tenéis vuestros tiempos y espacios propios, es amor del bueno


Cuando tus traumas y tus carencias no hacen sufrir a los demás, cuando cada cual se responsabiliza y se compromete con su bienestar y felicidad, es amor del bueno


Cuando no hay dependencia, cuando no te sientes necesitada ni atrapada, cuando mantienes intactas tus alas para volar, es amor del bueno


Cuando la relación está basada en el placer y el disfrute, cuando te diviertes y te sientes de maravilla a su lado, es amor del bueno


Cuando los dos cuidais la relación para que siga viva y crezca, cuando dais lo mejor de vosotros/as mismas para que funcione, es amor del bueno 




Cuando se acaba la relación y sois capaces de trataros bien y cuidaros hasta el final, es amor del bueno


Coral Herrera Gómez

2 de marzo de 2021

Igual no es amor, es aburrimiento

 



Igual no es amor romántico, sino sólo aburrimiento. 


Igual no es que estemos enamoradas del amor, sino que necesitamos emociones fuertes. 


Igual no nos enamoramos de los hombres, sino de cómo disfrutan ellos de la vida




¿Por qué nos aburrimos? 


Porque tenemos todas nuestras necesidades básicas cubiertas. Si tuviéramos que pasar el día buscando comida, agua potable, techo, ropa de abrigo, entonces no tendríamos tiempo para aburrirnos, ni nos invadiría el vacío existencial.


Nos aburrimos porque nuestro día a día consiste en producir, reproducirnos y consumir: es un ciclo de rutinas en las que nos cuesta encontrarle sentido a la vida.


Nos aburrimos porque nuestras vidas son monótonas y sin apenas cambios, por eso nos gusta tanto ver a través de las pantallas la vida loca que llevan los famosos y famosas: fiestas, cenas, bailes, viajes, romances, bodas, bautizos, divorcios, herencias, guerra entre familias...


Nos encantan las novelas y películas en las que los personajes se enfrentan todo el tiempo a la muerte, arriesgan sus vidas, se aman apasionadamente, viven al límite y se transforman en el viaje.


Estamos hambrientas de emociones y de cambios: nos sentimos como robots y soñamos con una vida intensa, porque estamos anestesiados, hibernando en el sofá, viviendo todo a través de una pantalla, especialmente durante este año de pandemia: nuestras relaciones familiares, sociales, sexuales y sentimentales se han reducido al mínimo. También nuestros horizontes: estar entre cuatro paredes nos lleva a desear que ocurra algo mágico que nos cambie la vida por completo.



Mujeres que se aburren


El aburrimiento es político: el patriarcado nos quiere a todas aburridas, entretenidas con la belleza, y obsesionadas con el amor romántico.


Cuanto más aburridas estamos, más vacías están nuestras vidas, y más dependientes somos.


Cuanto más dependientes, más vulnerables somos a la adicción romántica, y por lo tanto, más sometidas estamos y más obedientes somos a los mandatos del patriarcado.


Para entender por qué nos aburrimos tanto las mujeres, echad un vistazo a los juguetes con los que juegan las niñas. Todo es rosa: nos han quitado el resto de los colores del arco iris, nuestro mundo es pequeño y monocolor, y gira en torno al dinero y la belleza, el amor romántico y la maternidad.


Las niñas desde los seis años ya tienen claro que los genios son ellos,


y en un par de años más se dan cuenta de que su gran pasión ha de ser el amor de uno de ellos.


Las mujeres nos enamoramos de los hombres que están enamorados de la vida y saben disfrutarla.


Es posible que incluso no nos enamoremos realmente de ellos, sino de su libertad, su energía, su capacidad para saborear la vida, para divertirse, para aprender, para conocer gente nueva, para sacar adelante sus proyectos y perseguir sus sueños. 


Igual no necesitamos a un hombre para salir del aburrimiento: igual lo que necesitamos es buscar el placer en otras cosas que no sean la pareja y la familia feliz. 





Las pasiones de los Hombres


Los hombres cultivan sus pasiones y encuentran placer en muchísimas áreas de la vida: la música, el arte, el deporte, el conocimiento y la ciencia, la tecnología, la espiritualidad y la religión, la magia, la cultura, la política y la economía… 


Los grandes genios de la Historia de la Humanidad son hombres obsesionados con aquello que les fascinaba, hombres que se olvidaban del mundo componiendo música, pintando cuadros o esculpiendo, escribiendo novelas, buscando fósiles, escalando montañas, buceando en las profundidades marinas, volando en artefactos, investigando temas apasionantes, defendiendo los derechos humanos y animales, montando sindicatos o partidos políticos, explorando los límites de la naturaleza, descubriendo estrellas y planetas nuevos…


Mientras, nosotras apenas tenemos referentes de mujeres apasionadas. Las únicas mujeres que vemos en las películas y las novelas son mujeres que viven obsesionadas por un hombre y que se amargan la vida si el hombre las trata mal o no las hace caso. Siempre están solas y aburridas, no tienen vínculos afectivos con otras mujeres, y si se relacionan con otras es para hacerlas sufrir. 




Mujeres que sufren por amor


No nos dejan disfrutar de la vida, porque nos dicen que hemos nacido para sufrir, para entregarnos, para sacrificarnos, para aguantar, y para renunciar a todo por el amor de un hombre.


A la mayoría de las niñas se les educa para que dediquen su tiempo y energía a estar guapas con el objetivo final de que algún hombre las elija como esposa.


Las niñas que no se adaptan a su papel, se dan cuenta enseguida que sus pasiones no son “cosas de chicas”: el patriarcado nos hace creer que las mujeres “normales” disfrutan yendo de compras, leyendo revistas de moda, y pasando la tarde en el salón de belleza. ´


Este es el modelo femenino que nos ofrecen: mujeres egocéntricas y narcisistas que están todo el día mirándose el ombligo y cuidando de su belleza, su único tesoro. Su único objetivo es ser amada.


Así es como están las princesas Disney que idolatramos en la infancia. Viven solas y esperando, encerradas y aburridas, suspirando y peinando mil veces sus dorados cabellos, hasta que llega el momento más importante de sus vidas: cuando aparece el príncipe para rescatarlas.




¿Cómo nos educan para el aburrimiento y el sufrimiento?


En primer lugar, nos enseñan que el placer es cosa de hombres: en nosotras es pecado.


En segundo lugar, nos hacen creer que hay que sacrificarse para ser feliz, y hay que renunciar a una misma para entrar en el paraíso romántico.


En tercer lugar, nos enseñan que la felicidad es individual, pero en realidad es colectiva: no podemos ser felices si los demás a nuestro alrededor sufren, y si no tenemos todos los mismos derechos.


¿Cómo nos matan las pasiones? Nos inoculan desde pequeñitas la Gran Pasión del Amor en vena, florece y se hace grande en nuestro interior, y se convierte en el centro de nuestras vidas, arrasando con todas las demás pasiones. 


Nos hacen adictas al amor romántico, por eso cuando nos preguntan, no sabemos qué nos da placer, no sabemos qué nos hace felices. A algunas mujeres les lleva años de terapia el averiguar qué es lo que necesitan realmente para vivir bien. 


Nos educan para que nos preocupemos y nos ocupemos únicamente de nuestro aspecto físico, prometiéndonos que a través de la belleza nos llegará el amor.


Así es como consiguen que las mujeres se centren en sí mismas, y en su gran pasión romántica, y no se preocupen por el resto del mundo.


Nos hacen creer:

- que nosotras hemos venido al mundo para estar bellas, para amar y cuidar a los demás

- que lo primero siempre es el amor,

- que lo normal es que renunciemos a nuestros afectos, nuestros proyectos y nuestras aficiones cuando nos emparejamos.

- que nada de lo que hacemos nosotras es importante.

- que tenemos que dedicar nuestro tiempo a cosas superficiales que no tienen ninguna importancia para la sociedad.  

- que las mujeres que se dedican a lo que de verdad les gusta, tienen que pagar un precio muy alto: se quedan solas.

- que las mujeres que han triunfado haciendo "cosas de hombres" son mujeres poco femeninas, mujeres solas, mujeres raras a las que ningún hombre desea como esposa. 

- que si te sales de la norma, te vas a quedar sola, no te va a querer nadie: es un amenaza constante.

- que los hombres no quieren mujeres volcadas en sus sueños, sino volcadas en ellos.

- que los hombres quieren mujeres que sean buenas esposas y buenas madres.


¿Qué modelos de feminidad nos ofrecen? Apenas conocemos a las mujeres activistas que luchan por los derechos humanos, ni tenemos referentes de mujeres que se preocupan por su comunidad y por su planeta.


Las mujeres que luchan por sobrevivir cada día en medio de la explotación, la pobreza y la violencia del patriarcado, y las mujeres que construyen un mundo mejor son invisibles.


¿A qué se dedican las mujeres famosas de nuestra cultura? Generalmente, a cantar, bailar, actuar y posar, a enamorarse, casarse, tener hijos y divorciarse. Ellas son un ejemplo a seguir para las niñas que las idolatran.



Mujeres que sueñan


Cuando nos preguntan qué deseamos, qué es lo que nos da placer, muchas veces no sabemos si son deseos nuestros o los hemos aprendido.


Cuando vemos a mujeres que no han hecho del amor romántico el centro de sus vidas, es cuando nos damos cuenta que igual nuestros sueños no son nuestros: los han fabricado para que creamos que la felicidad está en el amor de un hombre y el amor maternal. 


En esos sueños que no son nuestros invertimos toneladas de tiempo, de energía y recursos, y en torno a ellos configuramos nuestras vidas.


Nuestros sueños nos esclavizan porque en ellos lo más importante es un hombre. Sin ellos, no podemos ser felices. Nuestras emociones dependen de un solo hombre, y cambian según el comportamiento de un hombre.


No solo nuestras emociones, también nuestra autoestima y nuestros proyectos de vida dependen de las relaciones con los hombres. 


¿Qué ocurre cuando nos quedamos sin pareja, o cuando no encontramos pareja? Que nuestra vida pierde sentido y nos aterra el vacío, no sabemos para qué estamos vivas, no sabemos qué hacer con nuestra existencia. Nos sentimos incompletas, porque nos han repetido mil veces que somos una mitad, y sin la otra mitad, no somos nada, no somos nadie.





Mujeres en rebeldía


El feminismo reivindica el derecho de todas las mujeres al placer, al disfrute, y a vivir una buena vida.


Por eso queremos educar a las niñas para que sean autónomas, para que no se conviertan en adictas al amor romántico, para que aprendan a disfrutar igual que los niños, para que se sientan igual de libres que ellos, para que puedan unirse entre ellas,


y para que busquen el sentido de la vida en sus sueños, sus pasiones y su red de afectos, y no en una sola persona. 


Las mujeres feministas estamos trabajando por dentro para conocernos mejor, para para conectarnos con nosotras mismas, para encontrarnos con nuestras propias pasiones, y para buscar espacios y tiempos para nuestro propio placer.


Y sabemos que es importante porque el patriarcado nos quiere sufridoras, amargadas, y frustradas.


Sabemos también que la vida es algo más que trabajar, cuidar y consumir: también tenemos derecho a divertirnos, a sumergirnos en otros mundos, a compartir nuestras pasiones con otras mujeres, y a celebrar que estamos vivas.


Por eso estamos trabajando para desmitificar la pareja y la familia feliz, para sacar a los hombres del centro de nuestras vidas, y ponernos nosotras mismas en ese centro. 


Tenemos mucho amor dentro y no tenemos por qué desperdiciarlo con una sola persona: tenemos una capacidad enorme para querer a mucha gente a la vez,


para disfrutar de la vida, y para que las demás disfruten también. 


Así que si nos quieren aburridas o enamoradas,


nos van a encontrar apasionadas, alegres y en rebeldía,


¡que la vida son dos días! 


Coral Herrera Gómez



En inglés: Maybe it’s not romantic love, but just boredom.



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Las pasiones de las mujeres 


Utopías amorosas para todas



Coral Herrera en marzo 2021

 GIRA 2021


27 de marzo, taller presencial en Madrid, Fundación Entredós. 

16 de marzo, Tamaulipas, México. 


9 de marzo, Campillos, Málaga.




12 de marzo, charla en Librería El Traspatio, Morelia, México. 



2 y 4 de Marzo: Taller en Sagunto, Valencia, España.





11 de marzo, Ayuntamiento de Móstoles, Madrid. Conferencia



                                            10 y 17 de marzo: Taller en Valladolid




Más eventos de la Gira 2021 de Coral Herrera 

28 de febrero de 2021

Leyendo juntas a Coral Herrera: Puenteras de Colombia




Durante el mes de Febrero, la organización Puenteras de Colombia convocó a cientos de mujeres de varios países para leer juntas el libro "Dueña de mi amor". Fueron seis sesiones de trabajo colectivo virtual, y yo acudí a la última sesión, en la que pude conocer a las lectoras y a todas las mujeres que participaron en las sesiones, y contestar a todas las preguntas que me hicieron. Fue un encuentro muy emocionante, saber que buscáis herramientas para cambiar vuestra vida y que mis libros, mi blog y mis podcasts os ayudan me llenan de energía para seguir,

¡ muchas gracias a Puenteras y gracias a todas las participantes!

Aquí tenéis algunos fragmentos de los audios que se grabaron: 


Sesión 1




Sesión 2






 


Sesión 3





Sesión 4








Sesión 5








Sesión 6




















Aquí puedes ver la sesión final, en la que nos reímos y lloramos conectadas desde muchos países diferentes, ¡millones de gracias a Marcela y a Puenteras por estas lecturas colectivas!

Coral Herrera Gómez

26 de febrero de 2021

El auto-cuidado es un asunto personal y político



El auto-cuidado no sólo es un asunto personal, también es un tema político. No sirve solo para preservar tu salud mental y emocional, para aprender a defenderte de los abusos, la explotación y la violencia de los demás, y para alejar de tu vida a la gente que te maltrata. También es una herramienta muy poderosa para aprender a cuidar a la gente que te quiere y te cuida.  

El auto-cuidado es una buena herramienta para aprender a relacionarte contigo misma desde la filosofía de los cuidados, y para aprender a usar tu poder de manera que no hagas daño a nadie.  Ambas cosas van siempre de la mano: los cuidados y el auto-cuidado, porque ninguno de nosotros podemos vivir bien si la gente a nuestro alrededor no vive igual de bien. 

La felicidad es política, es decir, es un asunto colectivo: no puedes ser feliz si tu gente no es feliz. Yo me cuido para estar bien, y cuanto mejor estoy, mejor puedo cuidar de los demás, y más puedo contribuir al Bien Común. 

La idea de pensar en los demás en un mundo tan individualista y narcisista, es totalmente revolucionaria. 

¿Por qué los cuidados son revolucionarios? 

Porque si pudiéramos organizar nuestra economía en torno a ellos, el mundo cambiaría de una forma radical, de arriba a abajo. 

En primer lugar, la gente que cuida tendría ingresos dignos, no como ahora: la gran mayoría de las mujeres que cuidan están condenadas a la pobreza y a la dependencia económica de otro familiar, generalmente un hombre.  

En segundo lugar, si el auto-cuidado es una responsabilidad nuestra, los cuidados son una responsabilidad social, compartida por todos y todas: si recibimos cuidados en nuestra infancia, adolescencia, vejez, y durante algunos períodos por accidentes o enfermedades (son toneladas de horas las que nuestra gente querida nos cuida), entonces todos y todas deberíamos ser capaces de devolver esos cuidados y contribuir cuando tenemos energía y salud. Ahora mismo la etapa adulta la dedicamos exclusivamente a producir y a consumir, y no nos dejan tiempo para cuidar a los demás. 

Cuidar y ser cuidada sería un derecho colectivo: los Estados tendrían que trabajar para que nadie quedase excluido de los cuidados, para eliminar el sufrimiento de la población, y velar por el bienestar de toda la ciudadanía. 


¿Y qué necesitamos para poder cuidar?

Tiempo, energía e ingresos. 

Pero también toneladas de empatía, generosidad, altruismo, y amor del bueno.


Yo imagino un mundo de cuidados en el que...

-ningún bebé sería separado de su madre al nacer, 

- todas podríamos criar a nuestras propias hijas e hijos, en lugar de tener que separarnos de ellos a las pocas semanas de nacer

- las madres recibiríamos cuidados de toda la tribu durante el puerperio, en lugar de estar solas con un bebé que necesita mucha energía y plena dedicación.

- todos y todas tendríamos tiempo para compartir en familia los cuidados de los adultos mayores o de los miembros con discapacidades o dependencia.

- las empresas no despedirían a las mujeres embarazadas.

- todas y todos podríamos pudiésemos cuidar a nuestras crías y a nuestros mayores cuando enferman.

- pudiésemos recuperarnos de una muerte dolorosa en lugar de tener que ir a trabajar el día después de enterrar a tu compañero, a tu madre, a tu hermana.

-las mujeres más empobrecidas no tendrían que dejar de cuidar a sus hijos para cuidar a los hijos de las clases medias y ricas.

- nos brindaran herramientas de auto-cuidado y cuidado a los demás desde la escuela, para parar las relaciones de odio, discriminación y violencia y sustituirlas por relaciones basadas en el respeto, en la empatía, el apoyo mutuo, la responsabilidad afectiva, y la ternura radical.  


Este es el mundo que yo deseo y por el que trabajo cada día: 

un mundo basado en la cooperación y la solidaridad, en el que todos tuviésemos tiempo e ingresos para cuidarnos y cuidar, un mundo construido en base a redes de afecto y cuidados, orientados hacia el Buen Vivir.

Por eso el auto-cuidado y los cuidados son políticos: porque son colectivos, porque son amorosos, porque son subversivos. Van de ti hacia los demás, y de los demás hacia ti, pero llegan mucho más lejos: 

me cuido, cuido a los demás, recibo cuidados de los demás, cuido mi comunidad y mi entorno, recibo cuidados de ellos, cuido a los animales, a la naturaleza, y al planeta. 

Coral Herrera Gómez


En inglés: 

Self-Care is a Political Issue


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23 de febrero de 2021

Si hizo sufrir a otras mujeres, a ti también te tratará mal

Monika Luniak


Con las demás se portó muy mal, pero contigo se transformará. 

Ha sido infiel a todas sus parejas, pero contigo será fiel. 

Ha mentido a todas sus parejas, pero a tí seguro que no te mentirá. 

Cuando estaba con sus parejas desaparecía durante días, pero contigo no lo hará. 

Sus parejas han sufrido mucho a su lado, pero tú vas a ser muy feliz con él.


¿Por qué a ti no?

Porque tú eres única y especial. Las demás son malas, están locas, no valen nada, y tú eres muy superior a ellas: de ti sí se va a enamorar locamente. 

Sí, eres una mujer pero no eres como las demás mujeres: eres una diosa y aunque él haya sido muy violento y haya hecho sufrir mucho a sus parejas, tú no vas a sufrir porque eres maravillosa: tú te mereces que te amen y te cuiden. 


¿Por qué las demás no merecieron buenos tratos? 

Es que él no había encontrado el amor verdadero, por eso no las trató bien. 

A tí en cambio si te querrá porque tu amor es puro y auténtico, 

y le vas a querer tanto y tan bien que siempre estará contento. 

No necesitará a otras mujeres, porque tú eres mucha mujer. 


¿Por qué alguien que se ha portado mal con las mujeres ahora se va a convertir en un tipo maravilloso? 

Porque como tú eres especial, tu amor le cambiará y le convertirá en un hombre amoroso, cariñoso, sincero, honesto, comprometido, trabajador, generoso, tierno y sensible. 

El amor todo lo puede: si consigues enamorarle, le tendrás bajo tu poder y podrás convertirle en una buena persona. 

Tu amor le salvará del machismo, tu amor le hará darse cuenta de lo maravillosa que eres, tu amor le transformará en un hombre bueno.


Así te habla el patriarcado, compañera, con mensajes que van directos a tu ego. 

No caigas en la trampa: tú no eres mejor que las demás. 

No existen los milagros románticos: tu amor no le cambiará 

No es cierto que tú seas superior a las demás mujeres, 

no es cierto que las demás merezcan sufrir, 

no es cierto que tú puedas cambiar a alguien (solo puedes cambiarte a ti misma, y con mucho trabajo),   

Si él es un hombre infiel, mentiroso y maltratador lo seguirá siendo, y a ti te va a machacar igual que a las demás. 

Primero te tendrá en una luna de miel, luego te bajará a los infiernos, te destrozará la autoestima, te mentirá y te estafará como a todas las demás. Y te costará mucho dinero y mucho tiempo recomponer tu corazón y superar el trauma: ahórratelo. 


¿Por qué no puede cambiar un hombre a través del amor? 

Porque para que ese macho misógino cambie, tendría que querer cambiar, y no lo necesita: tiene a su  disposición a millones de mujeres dispuestas a sufrir por amor, a aguantar, a arrastrarse detrás de él. Si tú no te arrodillas, lo hará otra: el mundo está lleno de mujeres adictas al amor. 


¿Te engañan, o te auto-engañas?

A veces los hombres nos engañan, pero cuando tenemos información, es un deber evitar el autoengaño y utilizarla para cuidarnos a nosotras mismas, y para cuidarnos entre nosotras.

Saber que un hombre ha hecho sufrir a otras mujeres y creer que a nosotras no nos va a hacer daño es la gran trampa del amor romántico que nos pone a todas en peligro. No podemos permitirnos el lujo de engañarnos, ni dejar que nos engañen. 

Saber que ese hombre ha hecho sufrir a otras mujeres nos convierte en responsables máximas de nuestro cuidado y nuestro bienestar: lanzarse a una relación sabiendo que esa persona ha mentido, ha roto los pactos y ha maltratado a otras mujeres es un acto de auto-destrucción suicida. 


¿Por qué quiero estar con él aún sabiendo lo que sé? 

Porque no estás comprometida contigo misma, ni te estás haciendo responsable de tu salud mental y emocional. 

Nos comportamos como adictas, porque es más cómodo pensar que así es el amor, que es inevitable, y que no podemos hacer nada para dejar nuestra droga preferida. 

Nos convertimos en su cómplice si además nos dedicamos a defenderle en público, porque en realidad lo que queremos es defender la elección que hemos hecho, para no reconocer que nos hemos equivocado. Así funciona el ego. 

Y así estamos demostrando que las mujeres que han sufrido por su culpa nos importan bien poco, con lo cual no sólo nos traicionamos a nosotras mismas, sino también a las demás.


Cuídate y cuida a las demás: deja esa relación, y que circule la información

Es una cuestión de justicia social: los hombres que disfrutan haciendo sufrir a las mujeres deberían quedarse solos, completamente solos, sin nadie que les ame y les cuide. 

Cuidarnos a nosotras mismas es un acto político: en un mundo que nos quiere de rodillas, hay que ponerse en pie. El patriarcado necesita que vivamos en guerra contra nosotras mismas, atrapadas en relaciones horribles, y nos quiere amargadas y sufriendo. 

Por eso la mayor rebeldía es tener una buena vida, 

y para poder vivir bien tenemos que ahorrarnos toneladas de sufrimiento romántico, 

a nosotras mismas y a las demás. 

¡Que el amor no es para sufrir, es para disfrutar!

Coral Herrera Gómez 


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