Igual no es amor romántico, sino sólo aburrimiento.
Igual no es que estemos enamoradas del amor, sino que necesitamos emociones fuertes.
Igual no nos enamoramos de los hombres, sino de cómo disfrutan ellos de la vida
¿Por qué nos aburrimos?
Porque tenemos todas nuestras necesidades básicas cubiertas. Si tuviéramos que pasar el día buscando comida, agua potable, techo, ropa de abrigo, entonces no tendríamos tiempo para aburrirnos, ni nos invadiría el vacío existencial.
Nos aburrimos porque nuestro día a día consiste en producir, reproducirnos y consumir: es un ciclo de rutinas en las que nos cuesta encontrarle sentido a la vida.
Nos aburrimos porque nuestras vidas son monótonas y sin apenas cambios, por eso nos gusta tanto ver a través de las pantallas la vida loca que llevan los famosos y famosas: fiestas, cenas, bailes, viajes, romances, bodas, bautizos, divorcios, herencias, guerra entre familias...
Nos encantan las novelas y películas en las que los personajes se enfrentan todo el tiempo a la muerte, arriesgan sus vidas, se aman apasionadamente, viven al límite y se transforman en el viaje.
Estamos hambrientas de emociones y de cambios: nos sentimos como robots y soñamos con una vida intensa, porque estamos anestesiados, hibernando en el sofá, viviendo todo a través de una pantalla, especialmente durante este año de pandemia: nuestras relaciones familiares, sociales, sexuales y sentimentales se han reducido al mínimo. También nuestros horizontes: estar entre cuatro paredes nos lleva a desear que ocurra algo mágico que nos cambie la vida por completo.
Mujeres que se aburren
El aburrimiento es político: el patriarcado nos quiere a todas aburridas, entretenidas con la belleza, y obsesionadas con el amor romántico.
Cuanto más aburridas estamos, más vacías están nuestras vidas, y más dependientes somos.
Para entender por qué nos aburrimos tanto las mujeres, echad un vistazo a los juguetes con los que juegan las niñas. Todo es rosa: nos han quitado el resto de los colores del arco iris, nuestro mundo es pequeño y monocolor, y gira en torno al dinero y la belleza, el amor romántico y la maternidad.
Las niñas desde los seis años ya tienen claro que los genios son ellos,
y en un par de años más se dan cuenta de que su gran pasión ha de ser el amor de uno de ellos.
Las mujeres nos enamoramos de los hombres que están enamorados de la vida y saben disfrutarla.
Es posible que incluso no nos enamoremos realmente de ellos, sino de su libertad, su energía, su capacidad para saborear la vida, para divertirse, para aprender, para conocer gente nueva, para sacar adelante sus proyectos y perseguir sus sueños.
Igual no necesitamos a un hombre para salir del aburrimiento: igual lo que necesitamos es buscar el placer en otras cosas que no sean la pareja y la familia feliz.
Las pasiones de los Hombres
Los hombres cultivan sus pasiones y encuentran placer en muchísimas áreas de la vida: la música, el arte, el deporte, el conocimiento y la ciencia, la tecnología, la espiritualidad y la religión, la magia, la cultura, la política y la economía…
Los grandes genios de la Historia de la Humanidad son hombres obsesionados con aquello que les fascinaba, hombres que se olvidaban del mundo componiendo música, pintando cuadros o esculpiendo, escribiendo novelas, buscando fósiles, escalando montañas, buceando en las profundidades marinas, volando en artefactos, investigando temas apasionantes, defendiendo los derechos humanos y animales, montando sindicatos o partidos políticos, explorando los límites de la naturaleza, descubriendo estrellas y planetas nuevos…
Mientras, nosotras apenas tenemos referentes de mujeres apasionadas. Las únicas mujeres que vemos en las películas y las novelas son mujeres que viven obsesionadas por un hombre y que se amargan la vida si el hombre las trata mal o no las hace caso. Siempre están solas y aburridas, no tienen vínculos afectivos con otras mujeres, y si se relacionan con otras es para hacerlas sufrir.
Mujeres que sufren por amor
No nos dejan disfrutar de la vida, porque nos dicen que hemos nacido para sufrir, para entregarnos, para sacrificarnos, para aguantar, y para renunciar a todo por el amor de un hombre.
A la mayoría de las niñas se les educa para que dediquen su tiempo y energía a estar guapas con el objetivo final de que algún hombre las elija como esposa.
Las niñas que no se adaptan a su papel, se dan cuenta enseguida que sus pasiones no son “cosas de chicas”: el patriarcado nos hace creer que las mujeres “normales” disfrutan yendo de compras, leyendo revistas de moda, y pasando la tarde en el salón de belleza. ´
Este es el modelo femenino que nos ofrecen: mujeres egocéntricas y narcisistas que están todo el día mirándose el ombligo y cuidando de su belleza, su único tesoro. Su único objetivo es ser amada.
Así es como están las princesas Disney que idolatramos en la infancia. Viven solas y esperando, encerradas y aburridas, suspirando y peinando mil veces sus dorados cabellos, hasta que llega el momento más importante de sus vidas: cuando aparece el príncipe para rescatarlas.
¿Cómo nos educan para el aburrimiento y el sufrimiento?
En primer lugar, nos enseñan que el placer es cosa de hombres: en nosotras es pecado.
En segundo lugar, nos hacen creer que hay que sacrificarse para ser feliz, y hay que renunciar a una misma para entrar en el paraíso romántico.
En tercer lugar, nos enseñan que la felicidad es individual, pero en realidad es colectiva: no podemos ser felices si los demás a nuestro alrededor sufren, y si no tenemos todos los mismos derechos.
¿Cómo nos matan las pasiones? Nos inoculan desde pequeñitas la Gran Pasión del Amor en vena, florece y se hace grande en nuestro interior, y se convierte en el centro de nuestras vidas, arrasando con todas las demás pasiones.
Nos hacen adictas al amor romántico, por eso cuando nos preguntan, no sabemos qué nos da placer, no sabemos qué nos hace felices. A algunas mujeres les lleva años de terapia el averiguar qué es lo que necesitan realmente para vivir bien.
Nos educan para que nos preocupemos y nos ocupemos únicamente de nuestro aspecto físico, prometiéndonos que a través de la belleza nos llegará el amor.
Así es como consiguen que las mujeres se centren en sí mismas, y en su gran pasión romántica, y no se preocupen por el resto del mundo.
Nos hacen creer:
- que nosotras hemos venido al mundo para estar bellas, para amar y cuidar a los demás
- que lo primero siempre es el amor,
- que lo normal es que renunciemos a nuestros afectos, nuestros proyectos y nuestras aficiones cuando nos emparejamos.
- que nada de lo que hacemos nosotras es importante.
- que tenemos que dedicar nuestro tiempo a cosas superficiales que no tienen ninguna importancia para la sociedad.
- que las mujeres que se dedican a lo que de verdad les gusta, tienen que pagar un precio muy alto: se quedan solas.
- que las mujeres que han triunfado haciendo "cosas de hombres" son mujeres poco femeninas, mujeres solas, mujeres raras a las que ningún hombre desea como esposa.
- que si te sales de la norma, te vas a quedar sola, no te va a querer nadie: es un amenaza constante.- que los hombres no quieren mujeres volcadas en sus sueños, sino volcadas en ellos.
- que los hombres quieren mujeres que sean buenas esposas y buenas madres.
¿Qué modelos de feminidad nos ofrecen? Apenas conocemos a las mujeres activistas que luchan por los derechos humanos, ni tenemos referentes de mujeres que se preocupan por su comunidad y por su planeta.
Las mujeres que luchan por sobrevivir cada día en medio de la explotación, la pobreza y la violencia del patriarcado, y las mujeres que construyen un mundo mejor son invisibles.
¿A qué se dedican las mujeres famosas de nuestra cultura? Generalmente, a cantar, bailar, actuar y posar, a enamorarse, casarse, tener hijos y divorciarse. Ellas son un ejemplo a seguir para las niñas que las idolatran.
Mujeres que sueñan
Cuando nos preguntan qué deseamos, qué es lo que nos da placer, muchas veces no sabemos si son deseos nuestros o los hemos aprendido.
Cuando vemos a mujeres que no han hecho del amor romántico el centro de sus vidas, es cuando nos damos cuenta que igual nuestros sueños no son nuestros: los han fabricado para que creamos que la felicidad está en el amor de un hombre y el amor maternal.
En esos sueños que no son nuestros invertimos toneladas de tiempo, de energía y recursos, y en torno a ellos configuramos nuestras vidas.
Nuestros sueños nos esclavizan porque en ellos lo más importante es un hombre. Sin ellos, no podemos ser felices. Nuestras emociones dependen de un solo hombre, y cambian según el comportamiento de un hombre.
No solo nuestras emociones, también nuestra autoestima y nuestros proyectos de vida dependen de las relaciones con los hombres.
¿Qué ocurre cuando nos quedamos sin pareja, o cuando no encontramos pareja? Que nuestra vida pierde sentido y nos aterra el vacío, no sabemos para qué estamos vivas, no sabemos qué hacer con nuestra existencia. Nos sentimos incompletas, porque nos han repetido mil veces que somos una mitad, y sin la otra mitad, no somos nada, no somos nadie.
Mujeres en rebeldía
El feminismo reivindica el derecho de todas las mujeres al placer, al disfrute, y a vivir una buena vida.
Por eso queremos educar a las niñas para que sean autónomas, para que no se conviertan en adictas al amor romántico, para que aprendan a disfrutar igual que los niños, para que se sientan igual de libres que ellos, para que puedan unirse entre ellas,
y para que busquen el sentido de la vida en sus sueños, sus pasiones y su red de afectos, y no en una sola persona.
Las mujeres feministas estamos trabajando por dentro para conocernos mejor, para para conectarnos con nosotras mismas, para encontrarnos con nuestras propias pasiones, y para buscar espacios y tiempos para nuestro propio placer.
Y sabemos que es importante porque el patriarcado nos quiere sufridoras, amargadas, y frustradas.
Sabemos también que la vida es algo más que trabajar, cuidar y consumir: también tenemos derecho a divertirnos, a sumergirnos en otros mundos, a compartir nuestras pasiones con otras mujeres, y a celebrar que estamos vivas.
Por eso estamos trabajando para desmitificar la pareja y la familia feliz, para sacar a los hombres del centro de nuestras vidas, y ponernos nosotras mismas en ese centro.
Tenemos mucho amor dentro y no tenemos por qué desperdiciarlo con una sola persona: tenemos una capacidad enorme para querer a mucha gente a la vez,
para disfrutar de la vida, y para que las demás disfruten también.
Así que si nos quieren aburridas o enamoradas,
nos van a encontrar apasionadas, alegres y en rebeldía,
¡que la vida son dos días!
Coral Herrera Gómez
En inglés: Maybe it’s not romantic love, but just boredom.
Artículos relacionados
¿Seguro que ya no queremos ser princesas?
La feminista que encontró a su príncipe azul