: si queremos que nuestras relaciones sean mejores, también nosotros y nosotras tenemos que ser mejores personas.
Ninguno somos perfectos: todas y todos tenemos cosas que trabajarnos. En primer lugar, el ego, pero tambén los patriarcados que nos habitan, los miedos, la envidia, la avaricia, el afán de dominar, el uso del poder...
Cuando podemos identificar todo aquello que nos hace daño y hace daño a los demás, es más fácil ponerse a trabajar en ello. Y cuando no somos capaces de verlo, nuestros seres queridos pueden ayudarnos a tomar conciencia.
Sin este trabajo de crecimiento y desarrollo personal no es posible relacionarse amcon los demás: todos tenemos defectos, y todos podemos trabajar en ellos.
¿Qué más hace falta para cuidar una relación?
Mucha lealtad y compromiso, pero también mucha capacidad para comunicarnos y para negociar los términos de la relación, del mismo modo que hacemos en nuestras comunidades y grupos sociales (asociaciones, sindicatos, colectivos, equipos, organizaciones, partidos políticos, etc)
En ellas celebramos asambleas o reuniones periódicas para evaluar cómo está funcionando el grupo, y para planificar las siguientes semanas o meses. Cuando un proyecto está vivo, ya sea político, social, económico, cultural, deportivo, empresarial, etc precisa de sistemas de autoevaluación en los que poder identificar las debilidades y los desafíos a los que se enfrenta de cara al presente y al futuro.
¿Cómo empezamos?
Las parejas son un proyecto personal que emprendemos con otro ser humano. Algunas nacen de la pasión, otras de la amistad, pero no es una cuestión de magia, sino más bien de trabajo: para que se mantengan y crezcan es necesario sentarse a hablar y preguntarnos a nosotros mismos/as:
- ¿Qué tal estamos?, ¿qué necesitamos como pareja para estar mejor?,
- ¿qué necesito trabajar yo?,
- ¿qué podrías trabajar tú?,
- ¿qué necesitas para que estemos mejor?,
- ¿qué necesito yo?
Al inicio de las relaciones, las parejas iniciamos un proceso de negociación sobre qué tipo de relación vamos a tener, y cómo vamos a cuidarla.
Las asambleas del amor nos pueden ayudar a:
- conectar en profundidad con tu pareja
- evaluar si hay condiciones para quererse bien
- evaluar si ambos estamos cumpliendo con los pactos,
- plantear problemas y proponer soluciones
- resolver conflictos en un estado emocional de calma,
- hacer sugerencias para estar todavía mejor de lo que estamos
- identificar cuando tu relación está en crisis y precisa de más cuidados
- evaluar si no estamos mejor separados que juntos, e identificar cuándo está terminando nuestra relación.
Pueden celebrarse una vez a la semana, una vez al mes, una vez cada dos meses..o surgir de forma espontánea, lo importante es que podamos crear espacios de atención plena y comunicación amorosa para poder expresarnos libremente, y para dialogar desde la tranquilidad, mirandonos a los ojos, escuchandonos con atención plena.
Muchas parejas tratan de resolver sus conflictos cuando estallan, en un estado emocional que no facilita nada el diálogo, por eso es mejor hablar las cosas cuando estamos tranquilos.
La mayor parte de los proyectos de pareja fracasan cuando no hay comunicación, cuando no se habla de los problemas, cuando se dan por supuestas algunas cuestiones importantes, cuando la intensidad de las emociones no nos permite sentarnos a dialogar.
En todas las terapias de pareja la comunicación es el eje central del trabajo, pero además hay que organizarse para que ambos podamos disfrutar del sexo y del amor en igualdad de condiciones.
Algunos consejos para celebrar las Asambleas del Amor:
-
El
amor no es una guerra: no conviertas a tu pareja en un enemigo o enemiga del que tienes que defenderte, no conviertas tu relación en una batalla en la que necesitas ganar como sea. Disfruta del amor como un
espacio de placer, cuidados y compañerismo, en el que tú puedas ser tú misma y en el que
ambos/as podáis disfrutar del sexo y del amor.
-
Identificar
y trabajar los patrones de relación del romanticismo patriarcal. Comportamientos que parecen “normales” o
“naturales” cuando estamos en pareja como la posesividad, los celos, el control
sobre la pareja, son esquemas de relación patriarcales basados en la dominación
y la sumisión, y son a menudo violentos. Sin embargo, no reconocemos como
violencia nuestra forma de imponernos sobre el otro, ni los insultos, los
chantajes, las amenazas, el victimismo, los castigos, el engaño y las mentiras.
Y es que nos han hecho creer que la violencia pasional es amor, y que cuanto
más pasión hay, más sufrimiento se genera en la pareja, y por lo tanto, más
amor hay. Sin embargo, ya sabemos que no hay por qué sufrir y pasarlo mal: el
amor es una de las experiencias más hermosas de la vida y hay que disfrutarlo.
-
Disidencia:
hay que desobedecer todos los mandatos de género que convierten a las mujeres
en sirvientas de los hombres. Hay que acabar con el trabajo gratis de las
mujeres, y repartir los cuidados, la crianza y las tareas domésticas entre
ambos miembros de la pareja. Actualmente ellos siguen gozando de tres horas más
al día de tiempo libre mientras nosotras hacemos doble y triple jornada. No
nacimos para ser sirvientas, ni para criadas: para podernos relacionar en
igualdad es fundamental relacionarnos en horizontal, romper con los roles y las
tradiciones, y repartir las tareas en igualdad de condiciones.
-
Autocrítica amorosa: es esencial para evolucionar y crecer como persona. Uno de los principales trabajos que tenemos que hacer es intentar ser mejores personas, y para ello es fundamental liberarse del machismo y del patriarcado que todos y todas llevamos dentro.
-
Trabaja
tu Ego: el Ego siempre quiere dominar, imponer sus normas, saciar su deseo,
recibir aplausos y reconocimiento de los demás, despertar su admiración y
envidia, manipular su realidad y a la gente con la que se relaciona. El Ego
necesita ganar, le gusta que le obedezcan, le gusta que los demás se sometan,
necesita sentir siempre que tiene el poder y el control. Hay que trabajarlo
mucho para que no estropee nuestras relaciones: cuanto más egoístas y
egocéntricos somos, peor funcionamos en pareja.
- Aprende
a escuchar con amor: para hablar hay que practicar la escucha amorosa y activa, y ponerle plena atención a la otra persona. Intenta no interrumpir, deja a un lado las pantallas, mira a tu pareja a los ojos, y facilita el espacio de diálogo para que tu pareja pueda expresarse libremente y sin miedo a tus reacciones.
- Aprende a comunicarte con asertividad: expresa tus sentimientos, tus opiniones, tus apetencias, tus deseos y tus necesidades de una forma clara y sincera, sin miedo y sin hacer daño a nadie, explica qué quieres o qué necesitas sin adoptar un estilo agresivo ni victimista, y sin ambigüedades. Después viene el momento de negociar y hacer pactos, esta tarea os saldrá mejor si pensáis en el Bien común (es decir, no en lo que te conviene solo a ti, sino en lo que le conviene a la pareja)
- Aprende a ceder si estás acostumbrado a imponer tu voluntad. Aprende a ser humilde y generoso: no tienes porqué ganar todas las batallas. No es importante ser siempre el ganador. Se aprende mucho cuando no se consigue todo lo que uno quiere: aprovecha para aprender a elaborar pactos que os beneficien a ambos, o que, al menos, no os perjudiquen a ninguno.
- Aprende a decir que no y a poner límites si eres la persona que siempre cede. Te sentirás mucho mejor si
eres capaz de decir asertivamente porqué no quieres hacer algo, o porqué no
estás de acuerdo en algo, o porque hay cosas que te hacen sentir mal. Es necesario para que tu pareja no abuse y no se aproveche de ti: bajo la lógica del capitalismo, nuestras relaciones están basadas en el abuso y la explotación, así que es fundamental entrenar en las artes de la autodefensa emocional.
-
Líneas rojas: la
mayor parte de las cosas son negociables, pero hay unas pocas que son
innegociables. Cada cual tiene sus líneas rojas, es importante tenerlas claras
y respetarlas, las propias y las de la otra persona. Si las líneas rojas chocan
frontalmente, es mejor no seguir con la relación: ninguno de los dos tenéis por
qué ceder en cosas que consideráis imprescindibles en vuestras vidas.
-
Cuando
aparezca el conflicto, evitar el drama y la violencia: aún estando enfadados o
dolidos, podemos tratarnos bien, hablarnos con respeto, alejarnos con cuidado,
o sentarnos a hablar si ya nos sentimos preparados para tener una conversación
profunda. Sin insultos, sin reproches, sin comentarios humillantes o
despreciativos, sin gritos, sin malos tratos.
-
Usa
tu sentido del humor y tu creatividad cuando estéis en una lucha de poder. Es
todo mucho más fácil cuando nos podemos reír ambos de la situación, y de
nosotros mismos. Entre risas es más fácil ponerse a buscar soluciones que nos
ayuden a salir del conflicto sin que ninguno de los dos se sienta perdedor. Con humor es
más fácil relativizar y restarle importancia al conflicto, y nos dispone mejor
a ambos para negociar lo mejor para los dos.
Coral Herrera
Gómez
Artículos relacionados: