Los seres humanos tenemos dos millones y medio de años de antigüedad. Durante mucho tiempo estuvimos conviviendo y copulando con varias especies de hominidos, hasta que hace tan sólo 50 mil años se extinguieron los demás homos, y los sapiens nos quedamos solos en el planeta. Hoy llevamos en nuestro ADN herencias de aquellas especies.
Nos hemos reproducido a lo bestia, hemos esclavizado muchos animales, y hemos viajado por todos los continentes, comerciando y guerreando sin parar entre nosotros. También nos hemos rebelado durante miles de años contra los tiranos, hemos salido del planeta y hemos llegado hasta la Luna. Hemos acumulado millones de megabytes de información y conocimiento, tenemos gente viviendo ahí afuera en la Estación Espacial Internacional y ya estamos diseñando nuestra primera ciudad en la Luna, para replicar el proyecto después en Marte.
Vivimos dominados por un grupo de humanos muy poderosos, y pese a que ahora que estamos todos y todas conectadas, estamos permitiendo que nos tiranicen, y estamos colaborando en la destrucción de nuestro hogar. Es una guerra contra la vida en la que todos somos cómplices, en mayor o menor medida. Estamos arrasando con todas las especies y vamos a morir matando. Este suicidio colectivo está haciendo sufrir mucho a los demás seres vivos. Millones nos rebelamos y protestamos, y soñamos con un mundo mejor, pero la mayor parte de la gente permanece indiferente, distraída o tratando de sobrevivir.
Podríamos pararnos a pensar en la maravilla de la existencia de vida en el planeta, un fenómeno excepcional en el Universo. Y en la importancia de cuidar este pequeño planeta situado en un rincón de una pequeña galaxia. Pero ni siquiera pensamos en las próximas generaciones y en el mundo que les estamos dejando.
Ésta es la breve y trágica historia de los homo sapiens, una especie inteligente que no supo cuidarse a sí misma, y no supo cuidar de su hogar.