13 de diciembre de 2022

Sordera y discapacidad auditiva: mi propia experiencia

Katya Minkina 


Empecé a quedarme sorda cuando me quedé embarazada, hace casi siete años. En ese momento tenía 38 años: según me crecía la panza, mi sordera iba aumentando hasta el punto de que, cuando llegué al quirófano y me quitaron los audífonos, no podía entender al equipo médico. Todas se presentaron a gritos, frente a mi, vocalizando para que pudiera leerles los labios. Si que oí el llanto de mi bebé, que se calmó en cuanto me lo acercaron y escuchó mi voz.

Me hice pruebas, me diagnosticaron otoesclerosis en la seguridad social costarricense, y me proporcionaron gratuitamente audífonos. Estuve 5 años con ellos, investigando sobre el tema de la hipoacusia. Aprendí que esta es una enfermedad que se transmite por vía paterna, en mi caso, mi bisabuela la tuvo y ni pudo operarse, ni usar audífonos. Quedó completamente aislada. Dos de sus nietas, la heredaron, sí se operaron y pudieron vivir años sin audífonos. 

Leí mucho sobre el tema, y averigué que la discapacidad auditiva no se cura, sino que más bien aumenta con el tiempo, excepto en esta enfermedad: puedes hacerte una epedectomía que consiste en que te quitan el estribo, y te ponen un muelle que se mueve cuando entran las ondas sonoras. 

En los foros que visité en Internet encontré de todo: gente que le había ido súper bien, gente que no le había mejorado apenas, gente que quedó sorda del todo.. pero me di cuenta de que en Internet la gente apenas cuenta sus historias con final feliz, es más común que nos movemos para compartir nuestras desgracias. 

Tuve muchos problemas con mis relaciones familiares, sociales y profesionales, y la de pareja.  La sordera no se ve y tu gente cree que no les importas y no les prestas atención. Te aísla irremediablemente. No entendía a mis alumnas en clase. E iba todo a peor.

En uno de mis viajes a España me encontré en mi habitación una carta que nos mandó Pedro Sánchez a los dos millones de españoles que emigramos para contarnos que España nos iba a devolver el derecho a la Sanidad Pública que Rajoy nos había quitado. Y ahí estaba mi tarjeta sanitaria dentro del sobre.

Entonces me dije a mí misma que era una señal, y me atreví a ir al otorrino, que me explicó todo super bien, y me habló de los beneficios y los riesgos: al parecer funciona en el 95 por ciento de los casos. Pero luego lees la hoja en la que te advierten de los riesgos, y te dan ganas de salir corriendo. El oído tiene miles de terminaciones nerviosas y podías quedarte sorda, o perder el gusto y el olfato, o cosas peores que mejor no cuento para no asustaros. Que no eran comunes para nada, pero te lo tenían que contar para que lo supieras.

Yo dudaba de si quedarme con mis audífonos, o atreverme a operarme. Y aquí os cuento brevemente sobre los pros y los contras: 

Lo bueno de llevar audífonos es que oyes. No tienes la audición de una persona oyente, pero puedes sostener conversaciones. Puedes oír la radio, ver la tele, ir al cine y al teatro, puedes asistir a una charla, a un taller, a una reunión de vecinos. Puedes charlar un rato en la farmacia o en la panadería, puedes entender a tu doctora, puedes trabajar...

Hay un tema de seguridad muy importante, además: ir por la calle sin audífonos te pone en peligro, porque no oyes a los coches, ni las motos, ni las bicis, ni los patinetes... Ni a alguien que pueda avisarte si se te va a caer un árbol encima, por ejemplo, o si hay fuego en el edificio en el que estés. 

Más argumentos a favor: el aislamiento que produce la sordera conlleva un deterioro cognitivo, porque como nos cuesta mucho interactuar, renunciamos a relacionarnos y a conversar, no nos integramos en las fiestas, no nos reímos de los chistes, no socializamos y nos metemos muy "adentro" de nosotras mismas. Yo recuerdo que hasta que me dieron los audífonos en la seguridad social costarricense, me dedicaba a recoger y a fregar platos en las reuniones para no tener que estar interactuando con la gente. Solo podía hablar con una o dos personas, pero no con un grupo grande. Te pierdes y no se puede seguir el hilo por mucho que te concentres en escuchar, y te da cosa dar la tabarra al que tienes al lado para que te cuente lo que ha dicho otro.

Además del deterioro cognitivo, también te puedes deprimir un montón, y si sufres una enfermedad mental, se te agrava por el aislamiento. Es muy difícil no encerrarte en tí misma.

Así que usar audífonos te ayuda a integrarte en lo social, y a ser funcional en lo laboral. Y te facilita la vida un montón, si además aprendes a leer los labios. 

Desventajas: al principio duelen físicamente, o sea, es súper molesto tener dos cosas en los oídos permanentemente. 

Luego te acostumbras.

Lo malo de usar audífonos es que te ayuda a oír en el momento, pero te resta audición con el tiempo, como le pasa a la gente que va con los auriculares puestos con la música a todo volumen durante años.

Además, te cansa mucho. Al final del día sientes que llevas un radiocasete en el cerebro y estás deseando darle al stop. Todos los sonidos son electrónicos, incluidas las voces humanas, y la tuya misma. Suenas a robot al principio, y no suena en estéreo, sino en mono. Bueno, ahora hay audífonos muy buenos que te ofrecen diferentes dimensiones, pero en general, el sonido te llega plano, sin matices, como si llegara en blanco y negro. 

Uno de mis mayores terrores era meterme en la ducha con ellos puestos, o lanzarme a nadar y sumergirme con ellos (voy a la piscina una vez por semana).

 Me pasó. 

Con los audífonos te sale más cera en los oídos, y a veces pica.Y cuando llueve y no te puedes resguardar, te los tienes que quitar para que no se mojen. En Costa Rica llueve durante ocho meses al año, así que no fue fácil vivir con ellos.

¿Qué más os puedo contar? Es insoportable entrar en un bar con música, porque los audífonos normales no te alejan el ruido de fondo para escuchar a la gente que tienes cerca: te llega todo a la vez, y mezclado. Cuando la gente grita mucho en una casa o en un restaurante, o en una manifestación, se te meten los gritos en el cerebro, y te duele. Yo me los quitaba en sitios donde había mucho ruido, pero también es verdad que daba miedo perderlos, porque sientes que dependes de ellos y te quedas como desnuda cuando te los quitas. A mí me torturaba gastar tantas pilas, además. 

Otra cosa terrible era quedarme dormida con ellos puestos, porque dolía mucho.

Lo mejor del día era cuando llegaba la noche y los desconectabas, y todo quedaba en silencio. 

Yo amo el silencio. El silencio es paz. Ahora que oigo mejor, me parece que el mundo es demasiado ruidoso.

Cuando viajaba me aterraba no oír mi alarma en la mañana, y apenas dormía, pero me compré una pulsera que vibra y me ayuda siempre a despertarme. 

Ahora hay audífonos que puedes controlar desde tu teléfono, puedes subir y bajar el volumen, quitar el ruido de fondo, y puedes conectarlos por bluetooth a la tele o al ordenador. Pero son muy caros, los hay desde 4 mil euros.

Estos son los pros y los contras de usar audífonos para mí. Pero además hay un tema social y político: la seguridad social española no cubre estos aparatos, y los mejores son los más caros. Es injusto que en España las personas con discapacidad auditiva y sin dinero no puedan acceder a ellos, porque son artículos de primera necesidad, y sin ellos no podemos hacer vida "normal"

Es urgente que la Sanidad pública asegure a todas las personas el derecho a usar audífonos. Y lo mismo con las gafas y demás aparatos de ortopedia que permiten llevar una vida más "normal" a la gente con discapacidades o con dificultades.

Os sigo contando mi experiencia: después de hacerme pruebas, resultó que la enfermedad estaba bastante avanzada, así que mi doctora tuvo que reunirse con el equipo de otorrinos del Hospital Clínico de Madrid para convencerles de que yo todavía era joven y merecía la oportunidad de intentarlo. Lo consiguió, y entonces no lo dudé:  firmé el consentimiento muy agradecida y asustada.

Después de la operación del oído que peor tenía, vino a verme y me dijo muy seria que al entrar en mi oído pudo ver qué la esclerosis había avanzado mas de lo que ella pensaba, y que no sabía si funcionaría o no. Y sí, sí funcionó. 

Recuperé mucha audición, pero en uno de mis viajes se me puso un zumbido en el oído que no se me ha quitado y me acompaña noche y día. Después, cuando decidimos regresar a España, quise operarme del segundo. Aterrizamos el día 6 de marzo, hicimos la mudanza al Sur, tenía las pruebas preoperatorias el 17 en Madrid. Dos días antes me llamaron y me dijeron que el presidente iba a anunciar el confinamiento por la pandemia, y mis pruebas quedaban canceladas hasta nuevo aviso. La mascarilla me aisló completamente y lo pasé fatal durante dos años, sin entender a nadie porque no podía leer los labios. 

Me operé en Andalucía, en Enero de este año, y esta vez tuve más éxito, pues he pasado de sordera grave a moderada, y ya no uso audífonos. Hay días en que oigo mejor porque el zumbido es más leve, y otros en que es más fuerte y oigo menos. La enfermedad sigue avanzando, y los huesecillos del oído medio se van quedando rígidos, como calcificados, así que no sé cuánto tiempo podré vivir sin audífonos.

 Yo de momento estoy disfrutando cada día que pasa, y aunque no es fácil tener esta discapacidad, ya he aprendido a pedirle a la gente que me cuide, que me hable de frente, que no me grite, que vocalice. Ya digo en todos sitios lo que me pasa, antes me hacía daño a mí misma tratando de comportarme como si no la tuviera, hacia como que entendía, y no entendía, y bueno, ya me cuido más y trato de evitar el mal rato, simplemente explicando que tengo discapacidad auditiva. La gente enseguida le pone cariño a la comunicación. 

La discapacidad no solo es un tema de barreras físicas, sino sobre todo sociales y emocionales.

En mi caso, me alegro mucho de haberme operado, y de poder vivir un tiempo sin audífonos.

Y veo que a la mayor parte de la gente que conozco, les ha ido muy bien también. Ojalá encuentren buenos profesionales que les expliquen todo con paciencia y les operen con amor. Ojalá que podamos parar la destrucción de la Sanidad Pública: esta operación cuesta 6 mil euros, más la hospitalización, los medicamentos, y las revisiones. Yo no habría podido pagarlas si no existiera la Sanidad Pública. Gracias a ella me operé y puedo trabajar y comunicarme con más facilidad. Defendamos nuestro mayor tesoro, con uñas y dientes. 

Coral Herrera Gómez


Si quieres leer más sobre mi sordera: 

Mujer, sorda y cyborg: mi discapacidad auditiva y mi capacidad de adaptación


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10 de diciembre de 2022

¿Quién es Coral Herrera Gómez?





Soy una chica de barrio. 

Soy escritora, 

soy sorda, 

soy trabajadora autónoma,

soy madre y soy madrastra, 

soy profesora.

Soy emigrante, y bisnieta de campesinas y sirvientas que también emigraron para escapar del hambre y de la guerra: Antonia, Teresa, Genara y Canora.

Soy nieta de Felisa y Carmen, 

hija de Gloria, 

hermana de Virginia, 

y madre de Gael. 

Mis raíces son castellanas y andaluzas, 

mi compañero es salvadoreño, 

mi hijo costarricense, 

y ahora vivimos en Andalucía. 

Nací en Aluche, un barrio obrero de Madrid, hace 45 años.

 Mi madre trabajaba en la fábrica y mi padre era escritor y trabajador del hogar. Luego se hizo profesor de Yoga. 

Mi hermana y yo estudiamos en el Colegio Público Cuba.

Aprendí inglés en Portsmouth, Inglaterra trabajando de au pair con 18 años y sin cobrar. 

Estudié la carrera de Humanidades en el cinturón industrial de Madrid, en Getafe, mientras trabajaba de cajera en un supermercado. 

Viví en una comunidad durante seis años en Lavapiés, 

serví hamburguesas y perritos calientes, 

hice una tesis sobre el amor romántico en un pueblo de Ávila, 

viví en París medio año, 

emigré a Costa Rica y viví allí nueve años, 

Viajé por Latinoamérica dando conferencias y talleres. 

Y ahora vivo en un pueblo de la costa de Málaga.

Uno de los momentos más importantes de mi vida fue cuando salí del barrio, crucé el río Manzanares, descubrí los centros sociales y los espacios autogestionados, e hice amigos y amigas de todos los países del mundo. 

He sido una hippie disfrazada de punki,

 actriz de teatro, niñera, profesora, trabajé en la hostelería, en academias, en editoriales. 

Viajé de mochilera muchos años, 

nunca llegué a mileurista, 

estuve hasta los 40 sumida en la precariedad. 

Me encanta que me rompan los esquemas, 

me cuesta mucho decir que no y poner límites a los demás,

 soy egoísta e hipocondríaca, pero me lo trabajo mucho. 

Aprendí a leer la ideología de cualquier relato y en cualquier formato en la Universidad, y eso me cambió la vida.

He malgastado mucho tiempo buscando trabajo. 

Me dijeron que no en muchísimas entrevistas. 

Durante la crisis del 2008 escondí de mi currículum el título de Doctora en Humanidades y Comunicación, hasta que tuve que marcharme al extranjero, al mismo tiempo que otros dos millones de españoles. 

Tuve una infancia muy feliz, pero luego en la adolescencia me tocó sufrir mucho por amor. 

Ahora me ahorro todo el sufrimiento que puedo, y he aprendido a cuidarme y a quererme mejor. 

Soy una apasionada de la astronomía y la divulgación científica. 

Escribo en mi diario desde los 12 años,

paso muchas horas en los trenes y los aviones, 

mi medicina es caminar, 

me apasionan las conversaciones largas, 

creo en la Justicia Social. 

Me di cuenta en Santiago que la meta no era Santiago, sino el Camino, 

tuve cuatro amantes famosos, 

cuidé a mis abuelos durante un año hasta su muerte, 

me convertí en madrastra de Pablo y Daniela, dos treintañeros hermosos, 

y llegué a cuidar a la vez a cuatro perras callejeras: Haika, Cuca, Danka y Leti.

Cuando me quedé embarazada, pasé de pesar 44 kilos a pesar 77 . Perdí dos muelas y me quedé sorda: la periodontitis dental y la otoesclerosis se me dispararon con el embarazo. 

Ser sorda y usar audífonos es una pesadilla, sobre todo si no puedes leer los labios porque todo el mundo usa mascarilla. 

La pandemia me aisló mucho, pero tuve suerte: me han operado de los dos oídos y aunque no he recuperado toda la audición, podré estar un tiempo sin aparatos. No sabemos cuántos años, depende de la intensidad del zumbido que me acompaña día y noche, y depende del ritmo al que avance la enfermedad. 

Disfruté de la lactancia casi cinco años seguidos, y en el último año nos teníamos que esconder para que no se metieran con nosotras.

Envejecí mucho con un bebé, dos jornadas laborales y muy pocas horas de sueño. 

El problema no son los bebés, es el capitalismo y el patriarcado, que no nos deja cuidar a nuestras propias crías.

Me encanta andar en bici, hacer yoga y nadar. 

No puedo ver la televisión porque me cabreo mucho. 

Me encanta estar en silencio y disfruto mucho de la soledad. 

También me encanta reunir a mi gente querida y cocinar para ellas. 

Soy antifascista, antirracista, ecofeminista, y admiro el trabajo de las anarquistas que fundaron Mujeres Libres en España.

Mi utopía personal es el amor compañero: creo que un cambio en nuestras formas de relacionarnos también cambiará nuestras formas de organizarnos social, política y económicamente hablando. Creo que otro mundo es posible, y que la clave del cambio está en poner en el centro los cuidados. 

Estuve cuatro años intentando olvidar a un ex e investigando sobre el amor romántico para entender por qué. Una vez que hallé las respuestas, me puse a trabajar en las herramientas para llevar la teoría a la práctica, y fundé el Laboratorio del Amor, una comunidad de mujeres en la que nos acompañamos unas a otras en el proceso de investigación y de liberación. 

Mi plato favorito son las lentejas y las judías pintas con arroz, soy adicta a los crepes de chocolate. 

Me encanta ordenar, clasificar fotos, hacer álbums y registrar la memoria de mi familia y de mi gente querida. 

Una de las ideas que más me ha impactado en la vida es la de que lo personal es político, y se me abrió un mundo cuando comprendí que lo que creemos que son problemas individuales, en realidad son colectivos. 

Empecé a estudiar en una escuela de interpretación en Madrid y creo que habría disfrutado mucho trabajando de actriz, pero como tuve que elegir, elegí mi otra pasión, la investigación y la docencia. 

Me fascina el tema del ego y del poder. Estoy convencida de que podemos abolir la pobreza, la explotación, el sufrimiento y la violencia. Trabajo a diario en mí, y en la Revolución Amorosa, a solas, con mi pareja, y con mis compañeras del Laboratorio. 

Tengo muy poco tiempo y eso me hace sufrir mucho. 

Quisiera tener más tiempo para cuidar a mi gente, para disfrutar de la vida, para aprender sin parar, para escribir como una posesa. 

Uno de mis sueños es poder volver a investigar y tener tiempo para escribir. 

Otro de mis sueños es que todos y todas tengamos derecho a vivir una Buena Vida. 

Me pasé todo el tiempo de mi infancia y adolescencia devorando libros. Tardé mucho en convertirme en adulta y dejar atrás la eterna juventud. 

Tiendo a ensimismarme así que me esfuerzo mucho por tener los pies en la tierra. Antes era muy despistada, ahora soy muy práctica y me va mucho mejor.

Me encanta conocer gente nueva que se abre en canal, y escuchar sus historias de vida. 

Me encanta patear las ciudades y los pueblos, de día y de noche.

He sido una gran animadora sociocultural, muy fiestera, muy payasa, la alegría de la huerta en todas las celebraciones. Añoro esos tiempos de cante, baile, risas y juegos con mis amigas. 

Me ha encantado siempre hacer performances, contar historias, cantar con mis amigas, bailar al aire libre, y subirme a los escenarios. Ahora soy más tímida porque me conoce cada vez más gente, y ya no me resulta fácil la relación entre mi persona y mi personaje. 

Escribo un diario desde los 12 años de edad. Fui hortelana durante dos años en mi pueblo, y me comía mis lechugas y mis tomates con un orgullo tremendo. 

Cuando se me ocurre una idea para escribir, me pongo febril y obsesiva. Vienen a mí cientos de ideas cada día, pero solo puedo escribir cuando no estoy de gira, o cuando todos duermen. 

Mi primera manifestación fue con 6 años contra la OTAN, me llevaron mis padres. Mi primera manifestación sin mis padres fue contra la guerra de Irak, con 16 años. 

Soy pacifista y antimilitarista, con mis gafas violetas y los filtros de la maternidad y la discapacidad, veo violencia en todas partes.

Soy feminista radical, anticapitalista y ecologista, defensora de los derechos de la Infancia, de las mujeres, de las personas con discapacidad, de las que sufren exclusión social y de las personas dependientes, de los animales y del planeta.

Admiro mucho a la gente que cree y trabaja por un mundo mejor. 

Nunca he militado en ningún sindicato, partido político, ni colectivo social, y me he unido a las luchas sociales sin renunciar a mi autonomía. 

No se me da muy bien la lealtad hacia un grupo de poder, ni he tenido nunca una fe ciega en dioses o humanos. Entonces siempre he ido por libre, colaborando con todo el mundo, sin casarme con nadie, queriendo a la gente sin perder mi libertad. Soy fiel a mis ideas, no a una sigla, ni a un logo, ni a una bandera.

Empecé en el movimiento estudiantil, en el instituto y la Universidad, y cuando salí, me encerré cuatro meses en una iglesia de Vallekas contra la Ley de Extranjería, sacamos 50 mil personas a la calle, y logramos un proceso de regularización bajo el lema "Ningún ser humano es ilegal"

Después me uni al movimiento de liberación de las mujeres. 

Soy radical y abolicionista, y aunque me solidarizo con la lucha de los hombres contra la explotación laboral, mi corazón está con todas las mujeres que luchan en contra de la explotación sexual y reproductiva, la explotación doméstica, la explotación laboral, y la explotación emocional que sufren millones de mujeres en todo el mundo.

También soy abolicionista de todo lo demás: la explotación y la tortura animal, los ejércitos, la monarquía, el clero, las jerarquías humanas. Creo en el poder popular, la autogestión, la sororidad y la solidaridad, y la ternura radical. Creo que otras formas de querernos son posibles. 

Nunca he sido religiosa, pero en la naturaleza me siento cerca de lo sagrado y del Cosmos. Me encanta subir montañas para ampliar horizontes, amo los atardeceres y los amaneceres, los paseos por la selva y la playa, los baños en el río, las noches estrelladas, las caminatas nocturnas con luna llena. 

Tengo una red maravillosa de gente que me quiere y me cuida, y que me ha apoyado mucho en los momentos más difíciles de mi vida, especialmente en la época de la crisis, cuando tenía un título de Humanidades, una tesis doctoral sobre el amor romántico, nada de ahorros, y no sabía qué hacer con mi vida.

 Siempre que lo he pasado mal, he tenido a mi alrededor mucho apoyo emocional, económico y logístico. Mi gente no solo me ha cuidado a mí, también a mis perras cuando tenía que viajar, y eso me hace sentir la mujer más afortunada del mundo.  

Soy una mamá imperfecta, y me siento culpable cuando viajo y paso muchos días fuera. Me siento muy comprometida con la tarea de criar a un varón sensible, con gafas violetas, que desobedezca las normas del patriarcado, que se sienta libre para ser quien es, y que sepa relacionarse en igualdad y en libertad con hombres y mujeres. 

Casi todos mis ex son grandes amigos míos. No tuve que perderlos cuando nuestra historia acabó: pudimos transformar nuestro amor, liberarlo del romanticismo, y convertirlo en amistad. 

Vivo en un pueblo con gente de todos los países, junto al mar. Por eso ya no me gusta el turismo. Amo a los perros y a los gatos, y ahora que no tengo, los echo de menos. 

Cosas que se me dan bien en la vida: deleitar a mi gente con mi cocido madrileño, escribir, comunicar, abrir horizontes y me dedico a la divulgación de las ciencias sociales.

Me envicié mucho con las redes sociales cuando nacieron, pero poco a poco he tenido que renunciar a ellas y usarlas solo para dar a conocer mi trabajo. He creado mi propia red social, un espacio libre de violencia verbal, que también es una escuela virtual: en el Laboratorio del Amor puedo ser yo misma, y es un lujo tener compañeras con las que practicar la ética amorosa y la Filosofía de los Cuidados. 

Según voy cumpliendo años y según voy trabajandome las cosas, me siento más segura de mí misma, me escucho con amor, y confío más en mí. 

Me encanta desmontar mitos y prejuicios, y abrir puertas a la esperanza con la idea de que otro mundo es posible, y otras formas de relacionarnos son posibles. 

No he visto nunca una serie de Netflix porque mi hijo nació en el mismo año que la plataforma. Ahora que ya tiene siete años, he vuelto a leer novelas, pero tengo que tener cuidado porque si me engancho no puedo parar de leer y le robo muchas horas al sueño. 

Estoy muy comprometida en la lucha por la Renta Básica Universal, y estoy conociendo poco a poco a mis compañeras y compañeros, gente que lleva décadas luchando por los derechos humanos y con las que estoy aprendiendo un montón. Me han acogido en sus redes con mucho cariño.

Me paso el día trabajando para Coral Herrera. Hago facturas, respondo mails y llamadas, negocio y firmo contratos, compro los billetes de avión o tren, o me alquilo un coche, organizo la logística de mis giras, imparto cursos presenciales y virtuales, llevo mis redes sociales yo sola, también llevo yo la contabilidad y publicidad de mi pequeña empresa, y hago y deshago muchas maletas. 

También cocino, lavo platos, ordeno el caos, y juego con mi hijo, pero es mi compañero el que lleva el peso de los cuidados del hogar y del crío. Sin él yo no podría viajar tanto como viajo.  

Me salieron canas con 18 años y me teñí el pelo de mil colores. Cuando dejé de teñirme, mi madre y sus primas me imitaron, y fue hermoso liberarnos juntas del tinte y lucir nuestras canas con orgullo. 

Desde que salí de España, mi corazón está siempre dividido entre un lado y el otro del Atlántico. Mi familia centroamericana es enorme y estamos repartidos en varios países: El Salvador, Costa Rica, Guatemala, Estados Unidos, Angola, Holanda, Bélgica y Escocia, y la última vez que logramos juntarnos todos fue hace cuatro años. Soy tía abuela de siete crías maravillosas, y me encanta presumir de ellas. 

He pasado una vida llena de intensidades, y ahora solo aspiro a estar tranquila, pero no me dejan. Necesito la soledad tanto como necesito a la gente.

Parezco muy segura de mí misma pero tengo que trabajar mucho para cuidar mi autoestima y controlar el ego.

He publicado 8 libros sobre el amor romántico, una guía para trabajar con adolescentes, y un cuento infantil. He publicado más de 1000  posts en mi blog, que ya ha alcanzado los 9 millones de visitas, a veces grabo videos para YouTube, y tengo un programa de podcast, "Disfrutar del Amor"

A veces deseo que me descubra un príncipe azul (la multinacional) que me permita dedicarme a escribir a tiempo completo, pero en realidad quienes me salvan desde hace años son mis lectoras, que son las que difunden mi trabajo y me van haciendo conocida.

Ahora soy más timida. Es un poco duro perder el anonimato, pero me encanta que me saluden por la calle.

Se me dan fatal las relaciones públicas y las relaciones de poder. Nunca he sabido usar mis contactos para encontrar trabajo. No pude entrar en la Academia,  y por eso monté mi propia escuela, pero ahora soy profesora en masters y posgrados de dos de las universidades más importantes de España, y me llaman de muchas universidades para dar conferencias y cursos.

No pertenezco a ningún colectivo, asociación, partido, organismo, sindicato, y cuando me preguntan, ¿y tú de quién eres?, se sorprenden cuando respondo que vengo sola. 

La parte buena es que me siento muy libre, y me siento orgullosa de ser autónoma. No me siento sola gracias a mis compañeras del Laboratorio. Me siento muy feliz de ser parte de una red de mujeres tan maravillosa. 

Me siento en construcción permanente. Estoy aprendiendo a cuidarme, a cuidar mis palabras, a cuidar mis emociones, a usar mi poder, a cuidar mis relaciones, a cuidar el mundo en el que vivo. Y aunque me lo trabajo mucho y le pongo mucho amor, muchas veces meto la pata.

Estos son trocitos de mi historia que os cuento a toda la gente que ha empezado a seguirme, para que sepáis de dónde vengo, y a qué me dedico.

Gracias por todo el amor que me dais,

Coral Herrera Gómez



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28 de noviembre de 2022

¿Para qué vuelven los ex?



Los ex no te buscan porque quieran volver a tener una relación contigo, la mayoría lo hacen solo para demostrarse a sí mismos que siguen teniendo mucho poder sobre tí. 

Suelen reaparecer cuando estás terminando tu duelo, cuando te ven sonreír de nuevo, y cuando sospechan ya estás recuperada y estás a punto de abrir las alas para echar a volar. 

No es amor lo que les mueve, es egoísmo y egocentrismo puro: no soportan que les olvides y les dejes atrás, y se resisten a quedarse en el pasado. 

No quieren estar contigo como pareja, quieren tener una presencia constante en tu vida, y ocupar gran parte de tu corazón, para que nadie más pueda entrar, y para que todos tus pensamientos y energía se centren en él. 

Los ex que te han hecho sufrir y luego vuelven se mueven en varios niveles. Unos solo saludan y preguntan cómo estás, para que creas que se preocupan mucho por tí y que te echan de menos. 

Otros te envían una canción que compartisteis para removerte emocionalmente por dentro y para que te acuerdes de ellos. 

Algunos simulan haberse dado cuenta "de todo lo que han perdido por no saber valorarte", otros intentan convencerte de que han cambiado y se han trabajado todo lo que se tenían que trabajar para no cometer los mismos errores. 

En cualquier caso, tu ex te busca porque quiere sentirse poderoso, no porque te quiera. Son muchos los ex que actúan así: cuando ven que estás haciendo tu vida de nuevo, cuando sienten que ya no son importantes para tí, entonces vuelven a contactarte, no importa si están emparejados o casados con otra mujer.

A veces solo necesitan comprobar que sigues bajo su poder, y que sigues soñando con ellos, y vuelven a desaparecer. 

Algunos quieren estar en tu presente por las buenas (intentan enamorarte de nuevo), otros por las malas (intentan hacerte daño como sea), lo importante para ellos es remover tus emociones, romper tu calma y tu paz interior, e impedir que sigas tu vida como si ellos no existiesen.

Para evitar incendios, recordemos que las brasas de una hoguera han de ser enterradas con arena o regadas con agua, para que se apaguen definitivamente y ningún ex pueda soplarlas y reavivar la llama. 

El mejor cortafuegos es el contacto cero: si tu ex no lo acepta, tendrás que bloquearle e impedirle que se acerque a tí. Se llama auto cuidado. 

Los ex tienen que quedarse en el pasado, y asumir con humildad que ya no son importantes en tu presente, que tú estás en el camino hacia la liberación, y que ya no tienen poder sobre tí. 


Coral Herrera Gómez 










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25 de noviembre de 2022

No más violencia contra las mujeres #25N



Nos engañan

Nos mienten

Nos desaparecen 

Nos acosan

Nos violan

Nos mutilan

Nos humillan

Nos obligan a casarnos

Nos obligan a gestar y a parir 

Nos obligan a maternar

Nos obligan a trabajar gratis a diario

Nos separan de nuestros bebés

Nos invisibilizan

Nos censuran

Nos borran

Nos ningunean

Nos cancelan

Nos maltratan 

Nos usan y nos tiran 

Nos alquilan

Nos venden

Nos compran

Nos regalan

Nos esterilizan 

Nos medican

Nos torturan 

Nos empalan 

Nos cortan en trozos

Nos encarcelan

Nos ejecutan a pedradas

Nos esclavizan

Violan y matan a nuestras criaturas

Hacen negocios con nuestros cuerpos y abusan de nosotras para satisfacer sus deseos.


Mañana 25 de noviembre es el día para protestar contra todas las formas de violencia machista: 


🟪 Explotación laboral

🟪 Explotación doméstica

🟪 Explotación emocional

🟪 Explotación sexual

🟪 Explotación reproductiva

🟪 Violencia física

🟪 Violencia sexual

🟪 Violencia psicológica y emocional

🟪 Violencia económica

🟪 Violencia vicaria

🟪 Violencia institucional

🟪 Ciberviolencia y ataques en redes sociales 

🟪 Acoso sexual en el trabajo y en las calles

🟪 Abuso sexual infantil en el hogar

🟪 Privación de libertad 


Palizas, 

Violaciones 

y Femicidios.


Todos los días la violencia machista mata a 135 mujeres y niñas del planeta. 


11 cada día en México. 


5 cada hora en todo el mundo.


Son 80 mil mujeres víctimas de femicidios cada año, según la ONU.


#25N #Niunamenos2022 #VivasNosQueremos

23 de noviembre de 2022

¿Quién cuida a las cuidadoras?



Cuando ya lo tenía todo listo para empezar con mi tesis doctoral en el pueblo, mi abuelo enfermó y me pasé un año cuidando de él y de mi abuela, hasta que se murieron. De esta época de mi vida aprendí muchas cosas, una de ellas, que las cuidadoras necesitamos cuidados. Mi hermana y mi madre se volcaron para que yo pudiera tener fines de semana libres, me llamaban a diario, y me daban apoyo emocional. Acudían al rescate en los momentos más duros, y también me apoyaron en el duelo, cuando todo terminó.


Hoy conozco a muchas mujeres que están cuidando solas a sus madres y padres, mientras cuidan a sus hijos e hijas, y están todas al borde de una depresión. Todas mujeres, todas agotadas y con un profundo sentimiento de soledad. Están cargando con todo el peso de los cuidados, tanto a nivel emocional como a nivel logístico, y sienten la ausencia de sus hermanos y hermanas, sobrinos y sobrinas, como una profunda injusticia. 


Es cierto que nuestra sociedad no nos deja tiempo ni espacio para cuidar, que estamos todos agotados y estresados, pero hay muchas cosas que podemos hacer para cuidar a las cuidadoras, como preguntarles de vez en cuando: ¿cómo estás?, ¿qué necesitas?, ¿cómo podemos ayudarte?


Podemos sostenerlas económica y emocionalmente, y podemos turnarnos para sustituirlas y que así puedan tener dos días de descanso a la semana, y vacaciones para que puedan desconectar y alejarse. Podemos cuidarlas cuando enferman, cuando se derrumban emocionalmente, cuando vienen los días de hospitalización o muchas noches seguidas sin dormir, y cuando se presentan nuevas dificultades según va agravándose la salud de la persona que está recibiendo los cuidados. Y por supuesto, cuando todo termina, siguen los cuidados, porque es entonces cuando soltamos toda la tensión, el agotamiento, el miedo, la tristeza y todas las emociones contenidas. 


Para que cuidar no suponga un desgaste tan brutal a nivel físico y emocional, lo único que funciona ahora mismo es la empatía y la solidaridad de todos los miembros de la familia, lo mismo las de sangre que las de la amistad. 


Repartir los cuidados y cuidar a las cuidadoras principales es un asunto político de primer orden: no es justo que la única solución que nos ofrece el sistema sea explotar a una mujer pobre y sin papeles para que se encargue de una tarea tan dura, tan mal pagada, y tan poco valorada como los cuidados. 


Cuidar es una responsabilidad de todos y de todas nosotras: a nuestros mayores, a nuestros niños, niñas, y bebés, a nuestras mascotas y nuestras plantas y huertos. También a los seres queridos que sufren accidentes, o tiene discapacidades y enfermedades mentales o fisicas que les hacen dependientes durante un tiempo. 


Todos y todas nosotras estamos en algún momento de nuestras vidas en una posición o en otra: necesitamos recibir cuidados en muchas épocas de nuestras vidas, es de justicia que también cuidemos a los demás cuando nos necesitan. 


Si hemos sobrevivido como especie, es gracias al compañerismo y la solidaridad, a nuestra capacidad para cuidarnos, para trabajar en equipo, y para crear redes de apoyo mutuo.


¡Necesitamos una Revolución Amorosa y de Cuidados ya! 


Podemos empezar hoy mismo, en nuestra propia familia y redes de seres queridos, repartiendo tareas, y dedicando nuestra energía y nuestro tiempo a dar y a recibir cuidados. 


Esta revolución no es posible sin los hombres, que tienen que renunciar al privilegio de recibir cuidados sin darlos, arremangarse hasta los codos, y empezar a asumir la parte que les toca. Es un asunto de sentido común y justicia social.

También las compañeras que se dedican profesionalmente a los cuidados merecen nuestros cuidados y nuestro apoyo, para que todas tengan salarios dignos y todos sus derechos garantizados.


#amordelbueno #cuidados #unmundomejor #cuidadoras #JusticiaSocial


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22 de noviembre de 2022

¿Qué pasa si no se enamora de mí?



Si no se enamora de tí al principio, en las primeras semanas de relación, ya no se va a enamorar. A veces sucede que nos enamoramos antes de empezar, otras veces durante el romance, pero si no se da la magia en los inicios, es difícil que surja después. ¿Por qué? 

Porque el enamoramiento surge de la admiración y también de la idealización de la otra persona. A nosotras nos resulta muy fácil admirar a los hombres, a ellos no les resulta tan fácil. Pocos reyes se enamoran de plebeyas, casi ninguno de sus criadas. 

Cuando nos emparejamos y nos vamos conociendo más a fondo, la idealización va disminuyendo a medida que conocemos los defectos de la otra persona. Si la endiosamos demasiado, lo normal es que nos decepcionemos en la misma medida. Las parejas que sobreviven al final del enamoramiento son las que quieren al otro tal y como es.


Nosotras las mujeres sabemos perfectamente cuándo una persona se derrite de amor por nosotras, y cuándo es solo atracción sexual. No hace falta que nos lo diga nadie, lo sabemos. Y también sabemos que cuando solo hay química sexual, las relaciones duran lo que duran. 

El problema es que el patriarcado nos seduce para que nos engañemos a nosotras mismas y nos aferramos a la esperanza. 

Por eso nos quedamos con hombres que nos dicen cosas como: "no me voy a enamorar", "no te hagas ilusiones", "no quiero tener pareja", "no quiero nada serio", "no siento nada por tí y no significas nada para mí". Algunos son capaces de estar años y años diciendo lo mismo.


Si nos dejamos llevar por el sentido común, lo normal es que salgamos corriendo. Todas sabemos que es imposible disfrutar del sexo y del amor con alguien que pone un muro enorme entre él y tú. No es miedo, es simplemente que no siente las mismas ganas que nosotras. Si no hay arrebato, locura y pasión en los inicios, no la va a haber después.


Entonces, ¿por qué nos quedamos a esperar a ver si sucede el milagro? 

Primero porque creemos que es un reto: "¿Cómo que no te vas a enamorar?", piensa tu ego, furioso, "¡¡yo, que soy tan maravillosa y tengo tanto amor para darte!! Ya verás como vas a acabar rendido de amor ante mí "

Segundo, porque nos han contado muchísimos cuentos en los que él tiene miedo de amar, ella pasa muchas pruebas para demostrarle que es una mujer en la que se puede confiar, y exhibe su capacidad de sacrificio y su amor. Al final "él se da cuenta" de lo maravillosa que es ella y de lo mucho que la ama (es el premio por esperar tanto)

En la vida real, no hay recompensa por sufrir por amor.

A nosotras nos da mucha pena el hombre que no se enamora. Y nos creemos que podremos ayudarle a confiar y a dejar de defenderse de las mujeres y del amor. 

Pero no podemos. 

El sistema defensivo masculino es buenísimo y todo el mundo lo fortalece constantemente mediante los chistes, los dichos populares, los refranes y los consejos, que vienen a decir más o menos que las mujeres somos interesadas, malas, retorcidas, manipuladoras, aprovechadas, caprichosas, perversas, irracionales, y que enamorarse de cualquiera de nosotras es un peligro. 

Aunque nos creamos muy especiales y poderosas, nosotras no podemos curar la misoginia ni hacer que "se den cuenta" de que somos buenas personas y no vamos a hacerles daño. 

La única forma de que un hombre se entregue al amor es que se enamore locamente, y no hay nada que podamos hacer para lograr esa reacción química brutal que se desata entre dos seres humanos que se atraen y se idealizan mutuamente.

Lo que sí podemos hacer es estar despiertas, ser realistas, olvidarnos de los milagros románticos y dejar una relación cuando los sentimientos no son mutuos. 

Las mujeres no podemos permitirnos el lujo de enamorarnos locamente de alguien que no nos ama. Se sufre demasiado, y se nos hunde la autoestima: estar en relaciones sin reciprocidad es una tortura psicológica y emocional, y una forma de autodestrucción lenta, pero súper violenta contra nosotras mismas. 

Por eso es tan importante que las mujeres aprendamos a cuidarnos, a ser honestas con nosotras mismas, y a ser humildes para aceptar la realidad: si un hombre no se enamora, no se enamora, y no se va a enamorar después.

Da igual lo guapa que te pongas, lo sumisa y complaciente que seas, no importa si le obedeces en todo y le cuidas mucho: hay millones de mujeres como tú, dispuestas a darlo todo y a conformarse con unas migajas de amor. 


Esta es una de las principales reglas del auto cuidado: si no se enamora de tí, controla tu ego, y no te auto engañes. Tus amigas pueden decírtelo las veces que hagan falta, hasta que seas capaz de decirlo en voz alta: "no se ha enamorado de mí, no se va a enamorar, y yo no nací para esperar milagros"

Recuerda que solo se puede disfrutar del amor en las relaciones donde todo es mutuo y recíproco ☀️


Coral Herrera Gómez 


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                 El Laboratorio del Amor 

18 de noviembre de 2022

La rebeldía, el mejor antídoto contra el sufrimiento



La mejor vacuna contra la tristeza, la apatía, la desesperanza, la desolación, el vacío existencial, el aburrimiento y el miedo, es el despertar de la conciencia social, y la rebeldía. La mayor parte de los adolescentes no ven futuro, y algunos creen que la única forma de dejar de sufrir es quitarse la vida. 

En mi trabajo con adolescentes les explico que el sufrimiento es colectivo, que la mayor parte de nuestros problemas personales son colectivos, y que por tanto las soluciones no pueden ser individuales, sino colectivas. 

Algunos se quedan alucinados cuando les digo que otras formas de relacionarse, de quererse y de organizarse son posibles, que otro mundo es posible, y que para poder mejorar y transformar nuestras vidas, hay que cambiar el mundo en el que vivimos. 

Les cuento que solas no podemos, pero que juntas sí, y les hablo de los movimientos sociales que luchan contra el sufrimiento, la explotación y la violencia. Les digo que frente al individualismo y la ley del "sálvese quien pueda", tenemos la Comunidad y el Bien Común, y que hay millones de personas en el planeta luchando por un mundo mejor. 

Les explico que una persona jamás puede ser feliz si está rodeada de gente que sufre. La felicidad no está dentro de ellos, sino en las relaciones que tienen con los demás. Por eso no solo hay que aprender a cuidarse uno/a misma, sino también aprender a cuidar a los demás, y a cuidar el planeta en el que vivimos.

Les cuento que cambiando nuestra forma de relacionarnos no solo mejoraremos nuestra salud mental y emocional, y nuestra calidad de vida, sino que además podemos cambiar el sistema político y económico en el que vivimos. 

Y que, desde siempre, todos los avances sociales se han conseguido protestando en las calles, abriendo los ojos a la gente, sensibilizando y haciendo pedagogía. 

Muchos creen que la pobreza y la violencia son inevitables, que la vida es así, y que no se puede hacer nada excepto rezar o esperar a que alguien nos salve.

Entonces les hablo de los héroes y heroínas del siglo XXI, porque en la tele no los van a ver. Les cuento la historia de aquella madre que después de hundirse y encerrarse a llorar por la desaparición de su hija, se juntó a otras madres que también buscaban a sus hijas, para pedir justicia y acabar con las redes de trata y los femicidios. Les hablo de aquella mujer que después de pensar en el suicidio cuando su ex novio publicó sus videos íntimos, salió a luchar y hoy ha conseguido que la ciberviolencia contra las mujeres sea delito en su país. Les hablo de ese hombre que salva vidas a diario en el Mediterráneo con su barco, y de toda la gente anónima que no se resigna, no se conforma, y se organiza con otra gente para mejorar las vidas de todos nosotros y nosotras. 

Les cuento que los únicos antídotos contra el odio y las enfermedades de transmisión social (machismo, clasismo, racismo, etc) son la empatía y la solidaridad, que es la ternura de los pueblos. 

Claro que hay esperanza, solo tenemos que buscarnos, encontrarnos, y organizarnos: si aprendemos a comunicarnos y a debatir sin hacernos daño, podremos ponernos de acuerdo en los objetivos comunes. 

Les hablo de la gente de su edad que en lugar de encerrarse en su habitación a consumir apocalipsis, está en las calles luchando por el bienestar y los derechos de todos. La mejor medicina contra la desesperanza es juntarse con gente que sueña. 

Me preguntan que cómo pueden unirse a esos movimientos, les explico que en todos los barrios y pueblos hay gente joven luchando, y que si no hay grupos cerca de sus casas, pueden crearlos y juntarse con más gente. 

La rebeldía es contagiosa, es súper eficaz para cuidar nuestra salud mental y emocional, y para conseguir que todas y todos podamos vivir una Buena Vida.

Coral Herrera Gómez 

#OtroMundoEsPosible 

#OtrasFormasDeQuererseSonPosibles 

#unmundomejor 


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27 de octubre de 2022

La última vez: echar el cierre para siempre



Disfrutar la última vez, y echar el cierre para siempre.


Yo recuerdo como un tesoro la última cita con mis ex. Conversas largas, abrazos apretados, viajecito por los recuerdos comunes, risas y llanto, cuerpos desnudos y entrelazados gozando por última vez... 


Es hermosa e intensa la última vez, cuando os habéis querido mucho y os habéis querido bien.


No todas mis historias se acabaron con un encuentro hermoso, pero sí que hice cierre en todas. Si no pude hacerlo con mi pareja, lo hice sola, pero siempre celebro la despedida y cierro la puerta al marcharme.


Desde muy joven hice un pacto fundamental conmigo misma: nunca volver a besarme ni a acostarme con un ex. Para que no volviese el pasado a manchar el presente, para que todas mis historias fueran sucesivas, una detrás de otra, para que cada amor tenga su tiempo, y no se mezclen ni se confundan.


Este pacto me ha ayudado mucho a tener ordenado el rincón de mi corazón en el que viven mis ex. Ahí están todos quietecitos, saben que los quiero mucho, y que tienen que estar ahí tranquilitos.


A alguno le costó un poco asumirlo: me dejaron, pero intentaron volver luego. Comprendí que lo hacen solo porque cuando ven que has terminado el duelo y empiezas a recuperar la alegría de vivir, quieren seguir teniendo poder sobre tí, quieren demostrarte que siguen siendo importantes en tu vida. No pretenden continuar la relación, sino solo comprobar si tú todavía sigues enamorada.


Así que yo he sido siempre muy fiel a este pacto conmigo: 

hacer un cierre bonito (si se puede y se dan las condiciones), pactar contacto cero, 

empezar el duelo para liberarme, y dejar que el tiempo me ayude a transformar el amor que sentí en amistad. 

O en algo parecido.


Para que el pasado se quede atrás y podamos caminar ligeras hacia el futuro, hay que poder cerrar las relaciones de pareja bien, y asegurarse que quedan cerradas del todo. Sobre todo si estais sufriendo mucho, no hay nada más doloroso que aferrarse a la esperanza de la reconciliación.


Hacer el cierre es un ritual que te ayuda a despedirte por fuera y por dentro, a salir de la última etapa sin cargas del pasado, y a empezar una nueva con ilusión.


Para olvidar a un ex no hace falta destruir el amor que sientes, solo tienes que liberar de romanticismo el vínculo con tu ex, y así solo queda el cariño.


Si tu ex no se porta bien contigo o no ha sabido cuidarte, entonces el cierre lo tienes que hacer sola. Si tu ex no quiere terminar, te despides por dentro, y empiezas con el contacto cero para protegerte y ahorrarte todo el sufrimiento posible. 


En las historias de amor del bueno, lo mejor es terminarlas con un cierre bonito, que os deje un buen recuerdo, que os alivie la tristeza y os ayude a estar bien. Porque así el duelo es más corto, y llega antes el olvido.

Coral Herrera Gómez 

#cerrarhistorias #despedidas  #laúltimavez

Si quieres hacer tu duelo en buenas compañías, hoy abrimos el grupo Mujeres que se separan en el Laboratorio del Amor, un curso virtual de un mes. 




Si quieres apuntarte, aquí tienes toda la información.

Gómez 


Libros para la Revolución Amorosa 

El Laboratorio del Amor 



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26 de octubre de 2022

Mujeres que se separan, nuevo curso en el Laboratorio del Amor


Este curso es ideal si te estás planteando separarte,

si acabas de hacerlo,

o si llevas tiempo queriendo romper el vínculo pero no lo logras.

A veces solas no podemos, los duelos duelen  menos cuando los pasamos en buenas compañías: la energía de las mujeres nos da fuerza para salir hacia delante. Sentirnos acompañadas es una de las mejores medicinas para los procesos de ruptura del vínculo sentimental.

En este grupo de mujeres de todos los países compartiremos nuestras experiencias personales, nuestros conocimientos, nuestras dudas, nuestros aprendizajes, nuestros buenos y malos momentos,

y además entrenaremos un poco cada día para aprender a cuidarnos, a trabajar nuestra dependencia emocional, nuestros miedos,  nuestra culpa, nuestro dolor, nuestra autoestima, nuestra relación con nosotras mismas

fabricaremos herramientas juntas para dejar atrás el pasado, para ahorrarnos toneladas de sufrimiento, para liberarnos  y empezar una nueva vida.

 

Información

Duración:  1 mes.

Fecha y horarios: Puedes apuntarte al curso cualquier día del mes. No hay horarios: puedes entrar a cualquier hora, trabajar a tu ritmo y dedicarle el tiempo que quieras a cada módulo.

Precio: 100 euros.

Incluye: 

  • 1 Masterclass en vídeo
  • 1  encuentro virtual en directo con Coral
  • 1 mes en la Comunidad de Mujeres
  • Cada semana tendrás:
  1. 1 vídeo
  2. Lecturas
  3. Ejercicios
  4. Herramientas
  5. Foros

Y además:

  • Descarga gratis de todos los contenidos.
  • Acceso libre a la Biblioteca del Amor, donde encontrarás muchos recursos y materiales.
  • Obtendrás un Diploma con el que podrás acreditar haber estudiado en el Laboratorio del Amor con Coral Herrera Gómez

Puedes inscribirte ya mismo aquí, si te apuntas antes del 3 de noviembre, 

¡tienes un 10% de descuento!

25 de octubre de 2022

Eventos de Coral Herrera en Noviembre

Después de visitar la Universidad Miguel Hernández en Elche, y la Universitat de Barcelona, ahora toca la Universidad Complutense de Madrid. 

Además voy a estar en A Coruña, Guadalajara, Valladolid, Isla de Palma y Lanzarote, Tenerife y Gran Canaria, Calpe, Castellón, y Astorga. 

Aquí podéis ver todos los enventos:





noviembre

del 7 al 11: Gran Canaria y Tenerife: Talleres de Masculinidades No Violentas


día 11: Isla de La Palma (Canarias)
Donde: Centro Cultural de Argual
Duración: 5 horas
Horario: de 16 a 21 horas 




día 16:  Alovera, Guadalajara, charla para adolescentes en el IES organizada por el Ayuntamiento



día 17: Valladolid, organizada por el Ayuntamiento




día 18, Valladolid
Mesa Redonda en la Universidad de Valladolid





día 25: Calpe, Alicante

Formato: Presencial 
Dónde: Casa de la Cultura
Hora: 19 horas 
Organiza: Ayuntamiento de Calpe







día 26: Albocasser, Castellón, Valencia
Conferencia Presencial




día 28: Parets del Vallès, Barcelona

Conferencia virtual a las 10:00 am para profesionales 






 días 29 y 30: Isla de Lanzarote, Canarias
Curso Mascarilla-19 en el municipio de Tías sobre Masculinidades. 





diciembre

día 17, Astorga, León



 27 de octubre

Curso Masculinidades en la Universidad Complutense de Madrid







28 de octubre: A Coruña, Simposio Red Renta Básica










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