26 de septiembre de 2017
Mejor sola que mal acompañada
Solas no estamos nunca, tenemos un montón de gente que nos quiere. No tener pareja(s) no es un fracaso: el fracaso es estar con alguien que no te quiere bien, que no te trata bien, que te hace sufrir. El fracaso es estar en una relación que no funciona y que no te hace sentir bien. Siempre se está mejor soltera y rodeada del amor de tu gente querida, que en una relación de pareja que no te hace feliz.
Coral Herrera Gómez
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Coral Herrera Gómez
18 de septiembre de 2017
En el centro, los cuidados.
Poner en el centro los cuidados. No concibo tener un bebé para que lo cuiden otras mujeres y pagarles menos de lo que me pagan a mí, cuando debería ser al revés: las cuidadoras deberían ganar mucho más que yo porque cuidar es uno de los trabajos más hermosos y duros del mundo. Estoy disfrutando mucho de la crianza, aunque está siendo bien dura porque estoy muy lejos de mi familia y mi tribu, y estoy criando a solas con mi compañero, lo que hace que sea más difícil compatibilizar mi trabajo con la maternidad.
Me he pasado muchos años trabajando muy duro para consolidar mi trayectoria profesional, y ahora que me llueven las ofertas de trabajo para viajar por el mundo dando conferencias y talleres, pues no puedo decir que sí a todas, especialmente las que requieren de muchas horas de viaje en avión, tren, bus, etc. Esto me genera emociones contrapuestas, porque por un lado me apasiona mi trabajo, y por otro tengo claro que lo primero ahora para mí es mi compromiso con la maternidad y la crianza, esto es el centro de mi ética y mi praxis feminista.Lo asumí así cuando hace años tuve que aplazar la elaboración de mi tesis doctoral para cuidar a mis abuelos y acompañarlos en el último año de su vida, hasta la muerte. Fue una experiencia muy dura, pero crecí muchísimo como persona y ellos se sintieron muy acompañados, y yo sentí que les había devuelto todo el amor y los cuidados que me dieron ellos a mí todos los veranos y navidades de mi infancia. Me pareció lo justo: ellos me cuidaron, ahora me toca a mí cuidarlos.
Ahora estoy en un momento de mi vida parecido, porque la maternidad me exige muchas energías y mucho tiempo. A Gael le doy teta a demanda y no puedo separarme muchas horas de él, así que cuando me invitan de universidades u organizaciones feministas a dar conferencias y talleres sólo tengo tres opciones: o me lo llevo, o voy y vengo como un rayo veloz, o no puedo ir. Sé que es una etapa en la vida y que en la medida en que Gael vaya adquiriendo autonomía, yo recuperaré la mía, poco a poco.
Pero de momento, pues tendré que decir que no a invitaciones maravillosas como las que me hacen últimamente, aunque me encanta viajar, compartir mis conocimientos, aprender cosas nuevas, generar espacios de empoderamiento feminista, repensar colectivamente las emociones y las relaciones amorosas... Me siento privilegiada por ambas cosas: por el trabajo que tengo, y por poder cuidar de mi bebé, aunque ambas no sean fácilmente compatibles.
Y como no son compatibles, para sentirme honesta y coherente con mi teoría, mis escritos, mis conferencias, pongo en el centro de mi vida los cuidados, que para mí constituyen el epicentro de la transformación radical de este mundo que habitamos.
Me he pasado muchos años trabajando muy duro para consolidar mi trayectoria profesional, y ahora que me llueven las ofertas de trabajo para viajar por el mundo dando conferencias y talleres, pues no puedo decir que sí a todas, especialmente las que requieren de muchas horas de viaje en avión, tren, bus, etc. Esto me genera emociones contrapuestas, porque por un lado me apasiona mi trabajo, y por otro tengo claro que lo primero ahora para mí es mi compromiso con la maternidad y la crianza, esto es el centro de mi ética y mi praxis feminista.Lo asumí así cuando hace años tuve que aplazar la elaboración de mi tesis doctoral para cuidar a mis abuelos y acompañarlos en el último año de su vida, hasta la muerte. Fue una experiencia muy dura, pero crecí muchísimo como persona y ellos se sintieron muy acompañados, y yo sentí que les había devuelto todo el amor y los cuidados que me dieron ellos a mí todos los veranos y navidades de mi infancia. Me pareció lo justo: ellos me cuidaron, ahora me toca a mí cuidarlos.
Ahora estoy en un momento de mi vida parecido, porque la maternidad me exige muchas energías y mucho tiempo. A Gael le doy teta a demanda y no puedo separarme muchas horas de él, así que cuando me invitan de universidades u organizaciones feministas a dar conferencias y talleres sólo tengo tres opciones: o me lo llevo, o voy y vengo como un rayo veloz, o no puedo ir. Sé que es una etapa en la vida y que en la medida en que Gael vaya adquiriendo autonomía, yo recuperaré la mía, poco a poco.
Pero de momento, pues tendré que decir que no a invitaciones maravillosas como las que me hacen últimamente, aunque me encanta viajar, compartir mis conocimientos, aprender cosas nuevas, generar espacios de empoderamiento feminista, repensar colectivamente las emociones y las relaciones amorosas... Me siento privilegiada por ambas cosas: por el trabajo que tengo, y por poder cuidar de mi bebé, aunque ambas no sean fácilmente compatibles.
Y como no son compatibles, para sentirme honesta y coherente con mi teoría, mis escritos, mis conferencias, pongo en el centro de mi vida los cuidados, que para mí constituyen el epicentro de la transformación radical de este mundo que habitamos.
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Coral Herrera Gómez
17 de septiembre de 2017
La violencia machista es un problema colectivo
La violencia machista no es un problema individual, sino colectivo. No es un asunto de cada pareja, es un asunto político porque en todo el planeta millones de mujeres viven bajo un régimen de terror en sus hogares, y sus hijos e hijas también. Algunas viven así toda la vida, otras logran salir si tienen apoyo de su gente,y otras son asesinadas. De hecho, el terror machista mata a muchas más personas que el yihadista, aunque los atentados en la calle si despiertan la indignación y la conmoción popular, y los atentados en casa no le importan a nadie. Los gobiernos destinan mucho dinero y atención a los yihadistas y muy poco al machismo que nos mata, nos viola y nos agrede a diario. Esta es la razón por la cual la violencia es un grave problema social: o acabamos con el machismo, o el machismo acaba con nosotras. #MachismoMata #StopViolencia #LoPersonalEsPolítico #NiUnaMenos #VivasNosQueremos
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Coral Herrera Gómez
¿Las mujeres son las buenas y los hombres son los malos?
Claro que hay mujeres malas. Hay mujeres violentas, crueles, mentirosas, manipuladoras, y opresoras. Hay mujeres fascistas, clasistas, racistas, misóginas, de todo hay. Los feminismos no niegan esta realidad, no pretenden situar a todas las mujeres como las «buenas» y a los hombres como los «malos». Las mujeres interiorizamos el patriarcado porque vivimos en él y si, lo transmitimos a nuestros hijos e hijas. Algunas mujeres trabajamos muy duro para despatriarcalizarnos, otras son cómplices del patriarcado toda su vida. Si, los grupos de oprimidos suelen ser opresores también, reciben violencia de gente con más poder, y reproducen la violencia con gente con menos poder. También hay oprimidas que aman a sus opresores y odian a sus compañeras.
Las mujeres nos rebelamos y nos adaptamos al patriarcado, pero la gran diferencia con los hombres es que no nos organizamos en grupos para secuestrar hombres y convertirlos en esclavos sexuales, no mutilamos a los niños varones para impedirles el acceso al placer, no hacemos violaciones en grupo ni las grabamos para divertirnos. No acosamos a los hombres por la calle, en el metro o en el bus, no les encerramos en las casas, no les obligamos a trabajar gratis para nosotros, no matamos a los hombres para vengarnos de otras mujeres, no les encarcelamos si no desean ser padres, no ponemos a los hombres a cuatro patas en la publicidad de productos dirigidos a las mujeres, no les empalamos ni les torturamos.
Podemos ser muy malas, pero nosotras no tenemos el poder económico, ni el legislativo, ni el judicial, ni el político, ni el mediático para someter a la mitad de la población, ni queremos hacerlo. En ningún país del mundo hay igualdad plena entre hombres y mujeres, en todos se viola, se mata y se tortura a mujeres. Esto es un problema social, un asunto político: los hombres tienen que poner a trabajarse las masculinidades, y tenemos que despatriarcalizarlo todo de arriba a abajo para acabar con tanta desigualdad y violencia.
Las feministas no vemos una guerra de sexos en los que ambos bandos juegan en condiciones de igualdad: vemos una guerra contra las mujeres, y estamos luchando contra ella. Porque son muchos siglos de injusticias, explotación, esclavitud, humillaciones, abusos, asesinatos, torturas, cosificacion, e invisibilización, y ya no podemos más.
Si tú no ves esta guerra, ponte las gafas violetas que vas a alucinar y vas a gritar: ¿Pero qué mundo es este?, ¿Cómo es posible tanta violencia, opresión y sufrimiento?, ¿Qué puedo hacer yo para luchar contra la desigualdad y la violencia machista?
Coral Herrera Gómez
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Coral Herrera Gómez
16 de septiembre de 2017
¿Sólo princesas o brujas?
El otro día vi una niña disfrazada de doctora y me sorprendió tanto... Me puse a pensar que las niñas siempre quieren ser princesas porque no tienen otros referentes. Las protagonistas de las películas infantiles son todas princesas que esperan a su príncipe azul. No son científicas, ni deportistas, ni artistas, ni profesoras, ni políticas, ni astronautas, ni inventoras, ni intelectuales ni defensoras de los derechos humanos: son todas princesas que no trabajan. Ninguna sueña con cambiar el mundo, sólo desean que llegue el milagro que las salve a ellas y les solucione sus problemas. Ninguna quiere acabar con el hambre, la desigualdad, las guerras, la violencia contra las mujeres y los animales, la esclavitud infantil, las mutilaciones genitales o el destrozo de la naturaleza. Su sueño es casarse con un hombre rico.
Así crecen las niñas de nuestro tiempo, sin más referentes que las princesas tontas que se creen especiales y se sienten superiores a las campesinas, siempre solas y desamparadas, siempre esperando a que alguien las ame.
Si no son princesas, son brujas malvadas: la pobreza de modelos de referencia es producto del machismo que nos divide entender dos grupos opuestos: las buenas y las malas.
Es el momento de contarles otros cuentos, de hablarles de mujeres de carne y hueso que han hecho grandes cosas en la Historia de la Humanidad, ya es hora de ofrecerles otros referentes de feminidad y otras heroínas. Seguro que así los niños varones también dejan de sentirse el centro del Universo y dejan de tratar mal a las niñas que suspiran por ellos.
Así crecen las niñas de nuestro tiempo, sin más referentes que las princesas tontas que se creen especiales y se sienten superiores a las campesinas, siempre solas y desamparadas, siempre esperando a que alguien las ame.
Si no son princesas, son brujas malvadas: la pobreza de modelos de referencia es producto del machismo que nos divide entender dos grupos opuestos: las buenas y las malas.
Es el momento de contarles otros cuentos, de hablarles de mujeres de carne y hueso que han hecho grandes cosas en la Historia de la Humanidad, ya es hora de ofrecerles otros referentes de feminidad y otras heroínas. Seguro que así los niños varones también dejan de sentirse el centro del Universo y dejan de tratar mal a las niñas que suspiran por ellos.
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Coral Herrera Gómez
15 de septiembre de 2017
Sobre la guerra contra las mujeres #2
No hay una guerra de sexos en las que algunas veces ganan los hombres y otras veces, las mujeres. Es una guerra contra las mujeres, y tenemos muchos frentes abiertos: nuestro derecho a decidir, derecho a elegir libremente la maternidad, contra la violencia obstétrica, contra los malos tratos y los asesinatos de mujeres y sus hijas e hijos, la discriminación salarial, el acoso callejero, el techo de cristal, el romanticismo patriarcal que nos hace dependientes y sumisas, la lesbofobia y la bifobia, la transfobia, la trata de esclavas sexuales y reproductivas, la invisibilizacion y la revictimización mediática, el ciberacoso, contra las leyes que atentan contra nuestros derechos humanos, las violaciones y la cultura de la violación, los discursos de odio que lanzan desde los altares y los platós, la discriminación en las ciencias, la política, los deportes, las artes, la Medicina, etc Hemos celebrado grandes logros del feminismo, cambios que nos han mejorado la vida a muchas mujeres pero no a todas. Ganamos unas batallas y perdemos otras, damos pasos de gigante y retrocediendo, pero sin duda lo peor de todo esto es el negacionismo (esos que dicen que el patriarcado no existe), y la indiferencia. Cada asesinato de mujeres y niñas y niños se consideran casos aislados, aunque sucedan todos los días, aunque afecte a mujeres de todas las edades, clases sociales, etnias y religiones. La sospecha recae siempre sobre la víctima: ella es la culpable por emparejarse con un machista o con un loco, por no irse, por no denunciar, por denunciar... La guerra contra las mujeres la lideran los medios de comunicación y la publicidad, junto con los parlamentos, las instituciones, la educación, los gobiernos y los grupos de machistas organizados para atacar a las feministas. Pero nadie habla de ella porque las personas que mueren no son hombres, son mujeres, esos animales que si no obedecen al amo merecen ser castigadas con palizas o con la muerte.
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Coral Herrera Gómez
14 de septiembre de 2017
Acoso escolar: ¿Será mi hijo el agresor?
#AcosoEscolar Las mamás y papás andan muy preocupados por el tema del acoso escolar, todos quieren proteger a sus hijas e hijos, pero son muy pocos los que se preocupan de educarlos para que no sean acosadores. La gente piensa en sus crías como víctimas, pero dado que hay muchísimos niños que ejercen violencia sobre sus compañeras y compañeros, resulta que tu hijo puede ser uno de ellos. Deberíamos preguntarnos si estamos educando a nuestros hijos e hijas para que amen la diversidad, para que respeten a todas las que no son como ellos, para que aprendan a relacionarse amorosamente con los demás. Se les enseña a defenderse, pero no les damos herramientas para que gestionen sus emociones y para que no usen la violencia en la resolución de conflictos. Si queremos una sociedad libre de agresores en los colegios (y en el mundo adulto) tenemos que acabar con el machismo, el racismo, la xenofobia, la homolesbotransfobia y todas las formas de odio contra la gente diversa. Es fundamental que aprendan a ser uno más, a renunciar a las relaciones de dominación y sumisión, a convivir con niñxs con malformaciones, con discapacidades o con enfermedades. Los niños y las niñas necesitan referentes de adultos que se traten bien, necesitan ejemplos de empatía, ternura social y solidaridad, y si no lo ven en casa, ni en la calle, ni en los medios, es difícil que aprendan la cultura del Buen Trato. Los niños no nacen violentos; aprenden a odiar y a ser violentos. #StopBullying #NoMásViolencia #QuererseBien #TernuraSocial #BuenTrato #AmorDelBueno
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Coral Herrera Gómez
13 de septiembre de 2017
La indiferencia nos está matando
Se me encoge el alma pensando en este dato: a nadie le importa que asesinen a tantas mujeres en España. Es algo irrelevante para los medios y para la opinión pública, no le conmueve a casi nadie. Curioso que tampoco les afecta que el machismo también asesine a niños y niñas, a la gente le da igual. Supongo que es porque creen que los asesinos están locos, y que todos los asesinatos son casos aislados, incluso aunque haya uno todas las semanas. Nadie quiere asumir que vivimos en un mundo lleno de gente que odia, maltrata, explota, viola y asesina a las mujeres. Hay más muertas este año por terrorismo machista que por terrorismo yihadista.
Pero a nadie le importa: según el CIS, sólo a un 1,4 por ciento de la población española. Lo que quiere decir que las mujeres no importamos en absoluto, nuestras vidas no son valiosas, y si nos matan es por desobedientes: nosotras somos las culpables siempre de las agresiones que recibimos. En cambio los asesinados por terrorismo eran personas inocentes, por eso los medios se vuelcan en homenajearlos y en promover tantas muestras de solidaridad.
Vivimos en un mundo muy cruel, porque no hay nada peor que la indiferencia y el que haya tanta gente que no quiera ver la bestialidad de las cifras de la violencia machista. Los medios lo invisibilizan con mucha torpeza, pero desde los feminismos seguiremos luchando para denunciar el terror, la violencia, la desigualdad, y la guerra contra mujeres que asola el planeta en pleno siglo XXI.
Aquí los datos que recogen la indiferencia de la ciudadanía española:
http://www.elmundo.es/espana/2017/08/05/5984d79d22601d9a7b8b458a.html
Pero a nadie le importa: según el CIS, sólo a un 1,4 por ciento de la población española. Lo que quiere decir que las mujeres no importamos en absoluto, nuestras vidas no son valiosas, y si nos matan es por desobedientes: nosotras somos las culpables siempre de las agresiones que recibimos. En cambio los asesinados por terrorismo eran personas inocentes, por eso los medios se vuelcan en homenajearlos y en promover tantas muestras de solidaridad.
Vivimos en un mundo muy cruel, porque no hay nada peor que la indiferencia y el que haya tanta gente que no quiera ver la bestialidad de las cifras de la violencia machista. Los medios lo invisibilizan con mucha torpeza, pero desde los feminismos seguiremos luchando para denunciar el terror, la violencia, la desigualdad, y la guerra contra mujeres que asola el planeta en pleno siglo XXI.
Aquí los datos que recogen la indiferencia de la ciudadanía española:
http://www.elmundo.es/espana/2017/08/05/5984d79d22601d9a7b8b458a.html
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Coral Herrera Gómez
12 de septiembre de 2017
Organizarnos y protegernos entre nosotras
Ya que el Estado no nos protege ni nos garantiza espacios libres de violencia y acoso, tenemos que organizarnos nosotras para brindar apoyo a todas las mujeres que sufren a diario a los machos violentos en todos los sitios y a todas horas, pero especialmente en espacios de ocio y de fiesta. Porque todas tenemos derecho a divertirnos libres de babosos y acosadores. Frente al machismo, sororidad y auto-organización feminista. #StopAcoso #StopViolaciones #FiestasSinMachistas #MachismoMata #NoALaViolenciaContraLasMujeres #AutodefensaFeminista
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Coral Herrera Gómez
10 de septiembre de 2017
La rebeldía es innata
La rebeldía es innata en los seres humanos. Desde que nació mi bebé, me ha sorprendido mucho lo bien que se expresa cuando no está a gusto, cuando tiene hambre o sueño, cuando quiere hacer algo (como tirarle de las orejas a las perras o meter sus deditos en cualquier enchufe que esté a mano) y no se lo permitimos. Me encanta que tenga tantas habilidades para comunicarse y expresar sus emociones, su disconformidad, su enojo. Veo a otros bebés y me doy cuenta de que en realidad protestar y rebelarse contra las injusticias es lo más natural del mundo. ¿En qué momento perdemos esa capacidad? Desde que nacemos, los adultos nos obligan a resignarnos y a obedecer, y así es como se forman nuevos adultos conformistas que no movemos un dedo cuando nos bajan los salarios, cuando nos quitan nuestros derechos, cuando nos roban los dineros que ponemos entre todos para el mantenimiento del Estado. Aprendemos cuál es nuestro lugar en la jerarquía social, a quién hay que mandar y a quién hay que obedecer. Aprendemos a explotar a los demás y a que nos exploten, memorizamos la realidad sin herramientas para desarrollar el pensamiento crítico. Aprendemos a quedarnos callados cuando necesitamos gritar. Por eso hay tan pocos desobedientes, porque desde nuestra más tierna infancia la familia y la institución educativa nos disciplinan para que interioricemos sin cuestionar las normas que nos imponen. Nos anestesian con pantallas y con pastillas para anular nuestra capacidad innata para la crítica y la rebeldía. Hay que despertar, recuperar la rebeldía, urge la desobediencia colectiva, porque este mundo está enfermo y otros mundos son posibles #BebésRebeldes #TeEstáManipulando #Malacrianza #PorqueLoDigoYoYPunto #Desobediencia #Rebeldía #Protesta #Disciplina #Educación #PensamientoCrítico
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Coral Herrera Gómez
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