15 de junio de 2008

CITAS SOBRE LA MASCULINIDAD






“La virilidad es un mito terrorista. Una presión social que obliga a los hombres a dar prueba sin cesar de una virilidad de la que nunca pueden estar seguros: toda vida de hombre está colocada "bajo el signo de la puja permanente”. 

Georges Falconnet y Nadine Lefaucheur (1975).

“Generalmente los machos aprenden lo que no deben ser para ser masculinos antes que lo que pueden ser… Muchos niños definen de manera muy simple la masculinidad: lo que no es femenino”. 

Ruth Hartley (1959)


“Necesitamos urgentemente abandonar los modos destructivos de pensamiento y conducta inspirados en valores anticuados y superados históricamente y desarrollar un modelo diferente de hombre”. 
Miedzan, 1995


"No hay hombre tan cobarde a quien el amor no haga valiente y transforme en héroe."
Platón, filósofo griego.


“Ser hombre ha significado siempre no ser femenino, no ser homosexual, no ser dócil, dependiente o sumiso, no ser afeminado, no mantener relaciones sexuales o demasiado íntimas con otros hombres, y sobre todo, no ser impotente con las mujeres”. Elisabeth Badinter.


“Ser hombres es un lugar de sufrimiento inútil… un muñeco de feria… teatro de la angustia y de la desesperación”. Gunter Grass , escritor y filósofo alemán(1982).


“Ser un hombre es, de entrada, hallarse en una posición que implica poder”.
Pierre Bourdieu, sociólogo francés.



“En general, la masculinidad es más importante para los hombres que la feminidad para las mujeres”. 
Helen Hacker, (1957)


“Necesitamos aprender a amar y ser amados por el hombre maduro, y mejorar nuestras relaciones masculinas sin competitividad ni hostilidad. (…) Nuestro mundo inestable y peligroso necesita urgentemente hombres maduros y mujeres maduras para que la especie sobreviva”.
 Robert Moore y Douglas Gilette 



"Un hombre feliz es aquel que durante el día, por su trabajo, y a la noche, por su cansancio, no tiene tiempo de pensar en sus cosas".
Gary Cooper, actor EE.UU.


"Un hombre debía ser alguien indómito e indomable que no acepta ser dominado por nadie, ni siquiera por sus amigos, su mujer o sus padres, y que sólo debe hacer su propia voluntad, por irresponsable, arbitraria o irracional que resulte. (...) Cada varoncito aprende de su mamá a quererlo todo y ahora. Y ese delirio de omnipotencia no se da nunca por satisfecho."
Enrique Gil Calvo, sociólogo español.



“La virilidad no es estática ni atemporal, es histórica; no es la manifestación de una esencia interior, es construida socialmente; no sube a la conciencia desde nuestros componentes biológicos; es creada en la cultura. La virilidad significa cosas diferentes en diferentes épocas para diferentes personas". 
Michael Kimmel, sociólogo.


“Ser rudo, ruidoso, beligerante; maltratar a las mujeres y convertirlas en objeto de fetichismo; buscar sólo la amistad entre los hombres al mismo tiempo que se detesta a los homosexuales; ser grosero, denigrar las ocupaciones femeninas. La primera obligación para un hombre es la de no ser una mujer”
Robert Stoller, antropólogo.


“Las vidas de la mayoría de los hombres estadounidenses están limitadas y sus intereses son diariamente mutilados por la necesidad constante de probar a sus compañeros, y a sí mismos, que no son afeminados ni homosexuales”, 
Geoffrey Gorer, historiador.



“La competitividad y la obsesión por el éxito aumentan la fragilidad del macho. Los esfuerzos que se exigen a los hombres para que sean conformes al ideal masculino provocan angustia, dificultades afectivas, miedo al fracaso y comportamiento compensatorios potencialmente peligrosos o y destructores”. 
Badinter, Elisabeth.



“La identidad masculina se fundamenta en un mito fundacional: el de que un hombre debe hacer lo que le dé la real gana, haciendo de su capa un sayo y cumpliendo su santa voluntad. Pero da la casualidad que lo que a un hombre le da la gana es o no hacer nada, o no hacer nada bueno, y entregarse a todos los caprichos pasajeros que se le ocurran”. Enrique Gil Calvo, sociólogo.


"Los hombres construyen puentes y tienden vías férreas a través de desiertos, y, no obstante, sostienen con éxito, que coser un botón es tarea superior a ellos".
Heywood Brown.
Periodista EE.UU.





El varón normal aguanta al patrono, a las instituciones de la clase dominante, e incluso a veces a su resentida mujer, no es el tipo rebelde que presume ser. La familia es a menudo la única guerra del varón. (...) Cuando un varón no puede presumir de rico, ni de inteligente, ni de simpático, ni de guapo, presume de varón. Una función parecida a la de los clubes de fútbol prestigiosos: ser del Real Madrid le compensa a uno de no ser nada en particular”. 
Josep Vicent Maques, Universidad de Valencia


“El interés materialista de los hombres por continuar con la opresión de las mujeres se debe principalmente a que poseen un estándar de vida más elevado que las mujeres en cuanto a consumo de lujo, tiempo libre y servicios personales. Los servicios personales de las mujeres “exoneran a los hombres de realizar muchas tareas poco placenteras (como limpiar los retretes), tanto dentro como fuera de la familia”. 
Anna Jonasdottir, filósofa.


“La masculinidad obsesiva es siempre fuente de conflictos y de tensiones. Obliga a ponerse una máscara que simule una superpotencia y una independencia matadoras. Y cuando cae la máscara se descubre un bebé que tiembla”.
David Gilmore, antropólogo


“Convertir al niño de mamá en un “monstruo sin piedad” que sea conforme al modelo es algo difícil y cruel”. Elisabeth Badinter, teórica queer.



“Hay que mostrar que la forma actual de la masculinidad no es sino una forma histórica, modificable y no necesaria y hay que encontrar caminos para proceder a esa modificación. (…) Instalados en una posición social de dominio –en relación a las mujeres- a los hombres no les ha sido preciso analizar sus formas de comportamiento, sus problemas, sus reacciones, y tienden a pensar que su forma de proceder es natural, espontánea, derivada de su personalidad, comportamientos y actitudes percibidos como intocables” 
Marina Subirats


“Nos hemos acostumbrado a pensar que los hombres “auténticos” son los que trabajan en las industrias del hierro, el acero y el carbón en los astilleros, madereras o las explotaciones agrícolas anteriores a la mecanización. Casi en su totalidad, nuestros héroes marciales han sido, en las fantasías y en las realidades del combate mano o mano, hombres de puras agallas físicas, voluntad de sobrevivir y sana osadía. ¿Qué me dice de toda esta fuerza bruta cuando hay más gente empleada en la elaboración de currys indios que en las minas de carbón, cuando los robots informatizados y no hombres sudorosos montan coches y cuando la predilección masculina por la violencia, lejos de salvar el orgullo nacional, amenaza la supervivencia del mundo?. Apenas hay nada que pueda hacerse en la sociedad actual que no puedan hacer las mujeres”. 
Anthony Clare.


"Todos llevamos a espaldas las alforjas llenas de experiencias masculinas que nos llevan a esperar de las mujeres una relación desigual y ventajosa. Por más que muchos hayamos experimentado importantes cambios en estos años recientes, en nuestras relaciones con las mujeres que amamos, todavía confiamos conseguir por consenso una posición privilegiada y dominante". 
Donald Bell.



"En el campo de las relaciones íntimas que nos vinculan con las personas cara a cara, las dos requisitorias más graves que están abiertas contra el varón posmoderno son: el sumario del padre ausente y la presunta inexpresividad emocional. En ambos casos, el familiar y afectivo, se nos acusa de una evasión en toda regla, que nos permite incumplir o defraudar todo tipo de compromisos personales. (...) No son sino las muestras más visibles y notorias de algo más profundo, que es una cierta retirada masculina de su antigua capacidad de comprometerse personalmente. En efecto, parecen darse una serie de indicios que dibujan una hipotética propensión de los varones hacia el absentismo, la evasión y el retraimiento, como si los hombres buscásemos escondernos, marginarnos o huir de la realidad. A este fenómeno se le puede llamar síndrome de evitación, de ausencia o de abstención masculina". 

Enrique Gil Calvo.

"La hombría se definía tradicionalmente en términos de fuerza y competencia, ya fuera en el trabajo, en las relaciones sexuales o en el deporte. (...) A muchos hombres en la actualidad les resulta evidente que la vida no se resume en una competición deportiva que hay que ganar sea como sea, que las mujeres no son rivales a quienes es preciso superar. Llorar es lícito, y es importante encontrar el punto de equilibrio con nuestros semejantes femeninos –sean amantes, esposas, compañeras de trabajo o amigas". Donald Bell.





“Lo más hermoso del hombre viril es algo femenino; lo más hermoso de la mujer femenina es algo masculino”. Susan Sontag, filósofa.


“Si bien es difícil ser mujer… es imposible ser hombre”. Ferdinando Camon






Otros posts: 



SER VARÓN


¿Están los hombres en crisis?

La mitificación del macho violento




7 de junio de 2008

EL PODER FEMENINO EN LA EDAD MEDIA

Rivera Garreta, María Milagros: “La diferencia sexual en la Historia”, Universidad de Valencia, 2005.
"En la historia de Europa y de Occidente, en especial desde el Humanismo y el Renacimiento, se nota mucho una tendencia a cancelar los hombres tanto la dependencia como la asimetría originarias. Para cancelar la dependencia de la relación materna, inventaron la subjetividad llamada moderna, basada en la autonomía y en el individualismo. Para borrar la asimetría, inventaron el principio de igualdad de los sexos, desfigurando lo evidente. Por ello, la diferencia sexual está ausente de la mayor parte de la historiografía occidental moderna y contemporánea. Y sin embargo la diferencia sexual es una fuente extraordinariamente rica de sentido para las mujeres y para los hombres. (...)

El hecho de nacer mujer u hombre es susceptible de historia, porque los cuerpos femeninos y los cuerpos masculinos, aunque compartan muchas facultades, son distintos y generan, por tanto, historias distintas: y porque el sentido de ser mujer u hombre cambia con la realidad que cambia: no se es niña de la misma manera hoy que ayer, no se es hombre de la misma manera en el siglo XII y en el siglo XX; y se es ambas cosas de manera distinta en las diversas comunidades de hablantes y parcialmente, en las distintas clases social. (...) La diferencia sexual, no es pues, un dato fijo “biológico” se solía decir antiguamente, sino un dato interpretable, siempre en movimiento (...) Es un dato que impregna la relación de cada ser humano con la realidad, sexuándola. (...) Y sin embargo, este hecho fundamental y fundador del cuerpo humano se ha quedado fuera de la cultura universitaria y de la política con poder del Occidente. (...) Los libros de historia, de filosofía, o de política pasan de lo que se puede llamar el régimen del dos, que es el que explica y expresa la vida corriente, al régimen del uno, que es propio del pensamiento abstracto de la cultura universitaria occidental. Lo que el pensamiento abstracto abstrae en primer lugar esta diferencia sexual doble. (...) En la enseñanza reglada, se van perdiendo los recursos que señalan la diferencia sexual, hasta tal punto de que se podría decir que la lengua materna y el lenguaje universitario son dos lenguas distintas. (...)

El proceso de transformación de la criatura humana sexuada en sujeto neutro pretendidamente universal es un proceso propio, en Occidente, de la Edad Moderna y la Edad contemporánea. En la Europa medieval hubo una sensibilidad bastante grande hacia la diferencia humana primera. La cosmogonía feudal se formó en torno a dos principios creadores, cada uno de los cuales era percibido y entendido como de alcance cósmico: estos dos principios creadores eran el principio creador masculino y el principio creador femenino. Es la doctrina o enseñanza que en los siglos XII y XIII fue puesta en palabras con la expresión los dos infinitos: uno era Dios (principio creador masculino) y otro era la materia (principio creador femenino).

La teoría más antigua de las relaciones ente los sexos documentada en la Europa feudal es la que la filósofa del siglo XX , Prudence Allen ha llamado “teoría de la complementariedad de los sexos”. Decía esta teoría que las mujeres y los hombres somos sustancialmente diferentes y somos iguales. Decía que somos diferentes en sustancia, e iguales en valor, siendo por tanto la mujer un entero y el hombre un entero. “Complementariedad” es una palabra que hoy molesta un poco, porque ha sido convertida por hombres con poder en vehículo de misoginia, pero quería decir que las mujeres y los hombres complementamos el ser humano, o sea, pertenecientes a la misma especie. Un ejemplo histórico de la vigencia de esta teoría fue la doctrina de los “dos infinitos”. (...) La teoría de la complementariedad de los sexos fue defendida por dos grandes autoras, políticas y maestras del siglo XII: Hildegarda de Bingen (1098-1179) y Herralda de Honenbourg (abadesa desde 1176).


Esta teoría fue, a un tiempo, efecto y causa de mucha libertad en la vida de las mujeres: son los siglos de expansión de movimientos políticos y sociales más de mujeres que de hombres como las beguinas y las beatas; son, también los siglos de la herejía amalriciana, de la cultura trovadoresca, de Leonor de Aquitania (1122-1204), reina de Castilla, fundadora de las Huelgas de Burgos. Es el tiempo de eclosión de la gran mística beguina, de la herejía guillermita, del Movimiento del Libre Espíritu… Fue asimismo la época en que Europa recuperó la llamada tradición hermética, que consideraba el amor entre los sexos como un misterio, que es reflejo de la eternidad de la creación, entendiendo que la sexualidad es sagrada. En la Europa feudal, bastantes mujeres se dedicaron a explorar el sentido de su ser en su mundo y a experimentar en la práctica formas de vida fieles a sus exploraciones y al sentido femenino de la libertad. Pertenecieron a todas las clases sociales y formaron movimientos a veces muy grandes y duraderos en el tiempo. A veces fueron perseguidas por jerarcas laicos y eclesiásticos, o quemadas en la plaza pública porque fueron tan fieles a sí mismas que provocaban en sus jueces un error de epistemología, o fueron desautorizadas por hombres inteligentes que temieron o no entendieron su libertad. Ellas, sin embargo, persistieron en sus prácticas y en sus relaciones, componiendo textos y otras creaciones cuya memoria ha resistido a la violencia y al paso del tiempo. Distingue las formas libres de vida femenina de estos siglos la fe en el amor. Tanto las trovadoras y las cátaras como las beguinas/beatas y místicas nutrieron las relaciones en las que se reconocieron las mujeres y los hombres que se denominaron fidelis Amoris, fieles al Amor. (...) Una parte del pensamiento de la Europa feudal entendió que el amor es un intelecto; uno de los dos intelectos con los que nace cada criatura humana; el intellectus rationis (de la razón) y el intellectus amoris. (...) Las beguinas y beatas tuvieron la genialidad de encontrar las mediaciones válidas para combinar el amor y la razón sin contraponerlos ni jerarquizarlos sino de manera que la Razón “fuera iluminada por Amor”. (...) Entendieron el amor como algo divino; entienden el amor como trascendencia, tanto las mujeres que fueron castas como las que no lo fueron. En realidad, ni las trovadoras ni las cátaras separaron la sexualidad del amor. Es esto lo que desbordó los límites de la tolerancia de la jerarquía eclesiástica.
Las trovadoras fueron poetisas del amor cortés. Vivieron en Provenza y Cataluña en los siglos XII y XIII. Escribieron en su lengua materna, que la lengua provenzal y la lengua de Oc. Pertenecieron a la nobleza y fueron el centro de un núcleo político y literario; fueron Beatriz de Día, María de Ventadorn, Azalais de Altier, Alais, Iselda, Carenza… (...) Sus poesías tratan siempre el asunto delicado de la relación amorosa. De la relación amorosa viva, con su pasión, su felicidad, sus conflictos y sus problemas concretos. Ellas domaron la lengua materna hasta llevarla a expresar exquisitamente tanto el placer del amor como el dolor de corazón que tren consigo los sentimientos contradictorios que el amor conlleva, tanto el amor entre mujeres como el amor entre hombres y mujeres. (...) La cultura trovadoresca fue perseguida a través de la cruzada contra los y las albigenses. Por la misma época, la doctrina de los dos infinitos fue declarada herejía y condenada.

Las cátaras: el modo de vida cátaro o albigense fue un movimiento espiritual que se dio en lo que hoy es Cataluña, en el Languedoc, en e Norte de Italia, en Bulgaria, en Bosnia… Fue una verdadera religión, practicada entre la nobleza, el proletariado de las ciudades, el artesanado y la burguesía urbana. Participaron muchas mujeres, sobre todo trabajadoras del textil. (...) En los textos que conservamos se les acusa de promiscuidad sexual, de compartir las parejas, de que las mujeres eran muy libres y defendían abiertamente la orientación de su deseo. Casi un 32% de las personas interrogadas por la Inquisición eran mujeres; el 45% de los perfectos son perfectas. Ellas participaron libremente en todos los niveles: bendijeron el pan, entonaron las palabras del ceremonial de la confesión, administraron el consolamentum a los moribundos… también predicaron, y participaron en los concilios de su iglesia y en los debates públicos que enfrentaron a cátaros y católicos… Estas dos civilizaciones, la cátara y la trovadoresca, fueron destruidas por una cruzada. Se trató de una guerra ente dos civilizaciones, la nórdica y la mediterránea; y ganó la violencia frente a la lengua materna y el amor.

Las beguinas fueron mujeres que se especializaron en su espiritualidad: en el Espíritu Libre (libre de la jerarquía eclesiástica y por tanto, de toda regla religiosa). Consistía su espiritualidad en la contemplación y cultivo del Dios/Amor en mí. (...) No se casaron. Eludieron con esta decisión el contrato sexual y la heterosexualidad obligatoria, sin ser mujeres públicas ni privadas y sin hacer voto de castidad. (...) Quisieron ser espirituales pero no religiosas, quisieron vivir entre mujeres pero no ser monjas ni canonesas, quisieron rezar y trabajar pero no en un monasterio, quisieron ser fieles a sí mismas, pero sin votos, quisieron experimentar en su corporeidad pero sin ser canonizadas ni demonizadas. Para hacer viable en su mundo este deseo personal, inventaron la forma de vida beguina, una forma de vida que supo situarse más allá de la ley, no en contra de ella. Nunca pidieron al papado que confirmara su manera de vivir ni ser rebelaron, tampoco, contra Iglesia. Las beguinas pertenecieron sobre todo a la clase media y popular de las ciudades, aunque las hubo aristócratas y campesinas. Vivieron de sus rentas, si las tenían, y sobre todo de su trabajo en la industria y artesanía textil, en hospitales de pobres, en el copiado de manuscritos, en la enseñanza de niñas, en la asistencia a moribundas y moribundos, o de las rentas proporcionadas por las más ricas. Trabajaron para vivir con el propósito de tener tiempo –el más grande de los dones- que dedicar a su espiritualidad. A veces se hicieron pordioseras, pasando por la experiencia fuerte de vivir de la caridad de la gente. Inspiraron, tal vez de este modo, el gran movimiento de pobreza voluntaria expresado como pobreza evangélica que se dio en la Europa del siglo XIII como una forma de resistencia contra los avances de la economía del mercado preburgués y del dinero como significante. Vivieron solas, en relaciones duales o en pequeños grupos de mujeres, a las que con frecuencia legaron sus bienes al morir. Formaron un movimiento internacional que mantuvo muy vivos los contactos entre sí, mediante el viaje y las cartas. Pues las beguinas viajaron mucho, y de sus viajes quedan numerosos testimonios. Algunas se financiaban el viaje mediante la limosna; viajaban solas o en pareja o en grupos pequeños y se alojaban en monasterios. (...) Escribieron en su lengua materna cuando a nadie se le había ocurrido hablar de Dios en una lengua que no fuera el latín; una lengua que llevaba siglos siendo una lengua muerta. Llevar la lengua materna a expresar la experiencia de lo divino fue una manera de reconocerle autoridad a la madre y al orden simbólico que ella enseña, y dejar de reconocer la autoridad de la Iglesia católica y a su jerarquía, presidida por Dios Padre. (...)
Margarita Porter. fue muy famosa en su época. Escribió en lengua francesa uno de los libros más bellos de la mística de todos los tiempos: El espejo de las almas simples. Su experiencia mística fue un largo proceso de autoconocimiento que le llevaría por un camino difícil a lo que ella llama el País de la Libertad. (...) Fue detenida en París en 1308 y condenada y quemada por un tribunal al que ella no se dignó nunca a responder. Su obra, que fue traducida en los siglos XIV y XV al latín, al italiano, al inglés y a un dialecto alemán circuló como anónima después de su muerte. (...)
Poner en relación íntima lo femenino, la trascendencia y la lengua materna fue una gran invención política (...) porque se plantó cara al absolutismo, a su tendencia al Uno. (...) La Iglesia persiguió a estas mujeres desde principios del siglo XIV, se las condenó como sospechosas de herejía pero no acabaron con ellas; a finales del siglo XV se intentó incorporarlas a la Orden de San Jerónimo, pero no lo lograron. En el XVIII, las condenó y prohibió la Revolución Francesa. Su forma de vida ha persistido hasta la actualidad.

LAS BRUJAS: “Mediación con la trascendencia” es una invención simbólica que ayuda a explicar algo de la realidad que comparece ante los ojos de una mujer cuando tiene en cuenta el sentido libre de su diferencia sexual. Una parte de esta realidad es la bruja y su mundo: una realidad difícil y enorme, apenas explicada a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre ella. La brujería fue y es una práctica más de mujeres que de hombres. Es y ha sido también una práctica cuyo método es en primer lugar la empatía. (...) Edith Stein definió la empatía como “experiencia de la conciencia ajena; experiencia vivida no-originaria que manifiesta una originaria”. Nombró la empatía como acto sensorial cualitativamente no-originario, propio de seres vivientes que situándose al lado del acto originario, hace posible la conciencia de sí y también la comunicación entre las criaturas humanas. La empatía orienta y encauza la receptividad, el dejarse dar, al lado del dar activo; permitiendo a cada mujer u hombre llegar a ser y seguir siendo “unidad de sentido” abierto a lo otro. (..)
La caza de brujas empezó, esporádicamente, a finales del siglo XIV. De 1390 es el primer testimonio documental conservado, la condena en Milán de dos mujeres, Sibila y Pierina, declaradas brujas y creyentes en una divinidad femenina que ellas llaman la “Señora del Juego” (Domina ludi) Esta caza empezó pues, cuando la diferencia sexual estaba siendo reprimida y condenada en Europa. La condenaron todas las iglesias cristianas, excepto la ortodoxa. Condenaron la empatía como método de conocimiento; suele ser nombrado por ellos como “tratos con el diablo”. () Las brujas son condenadas cuando su orden simbólico, que era el orden simbólico de la madre, es aplastado e ignorado por hombres con poder que tomaron literalmente las palabras alegóricas de ellas. En realidad, las madres tienden a usar al alegoría para decir lo fundamental del legado que te quieren dejar, ese legado esencial para la vida cuyo testamento no suele ser explícito sino consistir en una alegoría, o sea, en decir una cosa con otra cosa. Si la alegoría es tomada literalmente, no se entiende su mensaje, quedándose bloqueado e inservible el legado.

Los siglos medievales más propicios para la libertad femenina fueron el XII y el XIII; aunque a mediados del XIII se produjo la “revolución aristotélica”. Un sector conservador de la Europa de entonces arremetió con fuerza contra el prestigio de la teoría de la complementariedad de los sexos. Este sector conservador utilizó para ello el poder que tenía sobre una institución decisiva en la transmisión del conocimiento: la universidad. En 1255, la Universidad de París impuso la lectura obligatoria de las obras de Aristóteles, y a ella le copiaron otras. De Aristóteles se leyó, se comentó y se divulgó sistemáticamente desde entonces la teoría sobre las relaciones de los sexos que él había defendido cuando vivió en el siglo IV antes de la era cristiana; se llamaba la teoría de la polaridad de los sexos que entendía que los hombres y las mujeres somos sustancialmente diferentes, y que los hombres son superiores a las mujeres. Para dar fuerza social a esta teoría y para provocar cambios en lo simbólico, se escribieron en lengua latina y en las lenguas maternas de entonces multitud de textos literarios y científicos misóginos y misógamos, es decir, hostiles a las mujeres y al matrimonio.

Entre el siglo XIII y el XIV se observa un forcejeo entre esas dos maneras de ver el fundamento de la política, o sea, las relaciones de los sexos y entre los sexos. El forcejeo terminó con un retroceso importante de la presencia de la teoría de la complementariedad de los sexos y de la autoridad femenina. De ello se beneficiaron instituciones dotadas de mucho poder social: la Iglesia católica a través de las Universidades y del tribunal de la Inquisición".
Excepto "La Bruja" de Goya, los cuadros expuestos son obra de:
HILDEGARDA DE BINGEN (1098-1179) fue una abadesa, líder monástica, mística, profetisa, pintora, médica, cosmóloga, compositora y escritora alemana, y una de las personalidades intelectuales y místicas más importantes de su tiempo. Debido a sus excepcionales capacidades intelectuales, ingresó a los 8 años en la abadía benedictina. (...) Fundó monasterios y mantuvo correspondencia con monjes, papas, reyes y nobles geográficamente alejados, como Elionor de Aquitania o Tomás Beckett. Viajó gracias a las invitaciones que recibió, y además fue poeta y compositora de canciones a las que puso música. (...) Además fue famosa por sus curas y por su destreza médica. Escribió un libro de nueve volúmenes de historia natural, Physica o Libro de Medicina Simple

29 de mayo de 2008

MI PRIMERA PONENCIA


"Os invitamos a participar en un espacio de discusión que queremos inter y transdisciplinario y en el que deseamos aprender, compartir y disfrutar. El compromiso intelectual con los problemas de la comunicación, las representaciones sociales, las prácticas semióticas y la praxis política de nuestros días puede traducirse también en un compromiso entre personas que nos ocupamos en estos asuntos, para tratar de que nuestro pensamiento sea más activo y más colectivo.
En esta nueva edición del seminario queremos aproximarnos de forma conjunta, o al menos no disjunta, a la experiencia estética y al discurso y la praxis política, pues pensamos que esa no disyunción es una de las condiciones que hoy han de darse para poder pensar críticamente nuestro presente, es decir para tratar de hacerlo inteligible y de dotarnos de instrumentos intelectuales para resistirnos a él.
De todo esto, y de sus contrariedades, os invitamos a hablar".

Este es el cartel anunciando la ponencia que dí ayer en la Universidad Complutense, en la Facultad de Comunicación Audiovisual. Impresiona ver mi nombre en la nota circular del Seminario del Grupo de Investigación Sociosemiótica de la Comunicación Intercultural, porque es la primera vez que hago una ponencia.

Conozco a Gonzalo, Cristina, María José, Wences y Vanesa desde hace dos años, pero sus obras me han acompañado desde que empecé a estudiar comunicación y semiótica, y especialmente durante todo el doctorado. Asistir a estos encuentros me ha estimulado mucho porque son gente muy cañera, porque tienen un afán transdisciplinar de conocimiento, porque saben mogollón y han leído miles de libros (aunque siguen teniendo una lista larga de libros "indispensables" que aún no han leído). Gracias a esta puesta en común de ideas y conocimiento me he sentido menos sola, porque he podido aprender mucho, expresarme de vez en cuando, y comprobar como las conversaciones iban y venían y nos llevaban a autores, conceptos, épocas e ideologías dispares.

Es una delicia escuchar a gente así porque es una forma de ver el cerebro, de notar cómo trabaja, el modo en que enlazamos las ideas y los pensamientos, el modo en el que nos expresamos, el modo en que los otros traducen e interpretan los mensajes que transmitimos. Me encanta la discusión y la argumentación de las posiciones que se sostienen, y sobre todo me encanta cuando se derrumban esas posiciones y se admite también lo contrario, y se multiplican los matices y la complejidad del fenómeno del que estamos hablando.

Para mí es importante ver en vivo a l@s autor@s con los que convivo a diario porque me parece gente cuyo oficio posee muchas similitudes con la de los Magos: veo que la escritura es un proceso mágico, que pensar, leer, poner en común ideas, cuestionarlas, enseñar y transmitir al resto de las generaciones cúmulos de conocimiento, y provocar en la gente nuevas preguntas... es un oficio que trabaja con la mente y en la interacción de las mentes, ¡¡yo de mayo quiero ser como ell@s!!.

En fin, yo iba tan tranquila pero he de admitir que al final me puse nerviosa porque eran tantas las ideas que me venían a la vez que no sabía por donde seguir. Tampoco he tenido mucho tiempo de preparármelo porque ha sido muy precipitado, pero estoy feliz de haber recogido las sugerencias, preguntas y críticas constructivas que me hicieron, y todo el cariño que me transmitieron con mi etapa final de la tesis. Hablamos mucho de las tesis así que me sentí como pez en el agua, dandome cuenta de que en el fondo todos los que estamos en ello tenemos los mismos miedos, las mismas angustias, los mismos problemas, cada uno con sus historias, pero ahí sufriendo. Resulta, por ejemplo, que a mucha gente le pasa que no puede/quiere dejar de leer porque siempre piensa una que debería leer más, y que a mucha gente le pasa también que a veces la propia tesis parece algo descomunal e inabarcable, o la tercera parte de la Historia Interminable.

El caso es que me gustó ver que el tema, la estructura, el planteamiento de mi tesis les gustó, y eso me hizo respirar de alivio y me ha dado más fuerza para terminar. Seguimos después tomando cañas y venga a hablar de amor sin parar, la verdad es que nos echamos unas risas y me sentí muy arropada, y me animé mucho para seguir escribiendo. Me queda un tercio de la tesis y me siento feliz porque se acerca el final de una etapa que ha sido maravillosa y que siempre recordaré con muchísimo cariño. Pero que tengo ganas ya de que termine porque ¡¡no tengo un puto duro!!. Y por mil razones más...

17 de abril de 2008

Da que pensar... citas variadas




“Es extraño que muchos habitantes de las modernas democracias no sientan escrúpulos en vivir bajo una dictadura astral que puede planear todos sus pensamientos y sus acciones”. John D. Barrow, astrónomo.


“El cerebro es una masa de tres libras que se puede tener en la mano y que puede concebir un universo de diez mil millones de años luz de amplitud”. 
Marian Diamond, profesora de anatomía y neurología.


"El Universo podría no sólo ser más extraño que lo que imaginamos, sino más extraño de lo que podemos imaginar”, J.B.S. Haldane, biólogo.

“Ninguna descripción no poética de la realidad puede ser completa” John Myhill, matemático estadounidense.

“Para poder trazar un límite al pensamiento, deberíamos encontrar los dos lados del límite pensable… deberíamos poder pensar lo que no se puede pensar”. 
Ludwig Wittgenstein, filósofo alemán.

“Nuestro conocimiento es finito, pero nuestra ignorancia es infinita”. George Gore.

“La primera cosa a comprender acerca de los universos paralelos… es que no son paralelos. También es importante comprender que tampoco son, estrictamente hablando, universos, pero resulta más fácil si usted trata de entender esto un poco después, luego de que haya comprendido de que todo lo que usted habría comprendido hasta ese momento no es cierto” Douglas Adams, escritor.

“Descubrir consiste en ver lo que todo el mundo ha visto y pensar lo que nadie ha pensado”. 
Albert von Szent-Györgyi.

“No se puede luchar contra el futuro. El tiempo está de nuestro lado”. 
William Ewart Gladstone.


“Hay una teoría que afirma que si alguien descubre exactamente lo que es el Universo y por qué está aquí, desaparecerá instantáneamente y será reemplazado por algo más grotesco e inexplicable. Hay otra teoría que afirma que esto ya ha ocurrido”. Douglas Adams.




"Yo puedo vivir con duda e incertidumbre. Pienso que es mucho más interesante vivir sin saber que tener respuestas que pudieran ser falsas". Richard P. Feynman,


"Hoy debería estar bien claro que no se podrá explicar el universo en todos sus detalles mediante una sola fórmula o una sola teoría. Y, sin embargo, el cerebro humano tiene tal necesidad de unidad y de coherencia que toda teoría de cierta importancia corre el riesgo de ser utilizada abusivamente y deslizarse hacia el mito". François Jacob

“Hasta ahora no se conoce ningún ser vivo, empresa, ni máquina que haya vivido o funcionado eternamente. La segunda ley de la termodinámica condena a todo sistema a degenerar, decaer, pudrirse y morir. Las aceras se fracturan, las casas envejecen, las estrellas se apagan…” 
Eduardo Punset, divulgador científico.




“El hombre razonable se adapta al mundo: el irrazonable persiste en tratar de adaptar el mundo a sí mismo. Por lo tanto, todo el progreso depende del hombre irrazonable”. George Bernard Shaw, escritora. 

“El supremo triunfo de la razón consiste en arrojar dudas acerca de su propia validez”. Miguel de Unamuno







Otras citas: 


CITAS SOBRE LA MASCULINIDAD



27 de marzo de 2008

EFECTOS IDE LOS MEDIOS DE (IN)COMUNICACIÓN


Este artículo lo escribí para la Tesina:

Herrera Gómez, Coral: "TELEVISIÓN Y ESPECTÁCULO. CRÓNICAS MARCIANAS COMO NUEVO MODELO DE ENTRETENIMIENTO", Universidad Carlos III de Madrid, 2004.
Efectos intangibles de los medios de (in)comunicación.


“Las derrotas de las utopías históricas construidas en los últimos siglos han representado también la derrota de la Comunicación como instrumento de emancipación.” Manuel Vázquez Montalbán



La perspectiva que hemos decidido adoptar aquí con respecto a la cultura es desde una concepción amplia y transdisciplinar que incluye no sólo los aspectos relacionados con la historia, las tradiciones, las costumbres, las manifestaciones artísticas y el imaginario colectivo, sino que también engloba la economía, la organización política y social, y la construcción social de la realidad. Y atendiendo especialmente a su dimensión económica, es pertinente analizar, como vimos en el primer apartado, quién crea y difunde masivamente esa cultura, y cómo incide en la realidad de la sociedad. Como afirma Grossberg (1983), “admitir que el conjunto de la cultura refleja la realidad y la reproduce confiriéndole un sentido, no nos exime de examinar los intereses particulares que se manifiestan en tal o cual reflejo”.
Utilizaremos en este sentido el concepto gramsciano de hegemonía, que señala “el rol preponderante de las clases dominantes en la producción de significaciones generalizadas y muestra la manera en que se construye un asentimiento “espontáneo” a la organización de las relaciones sociales”. Según Bernal (2002), cuando el trabajo en torno los procesos de convergencia e integración simbólica (… ) dependen de un grupo social más o menos sólidamente aliado, tenemos un estado relativo de hegemonía, que implica el reconocimiento, sea activo o pasivo, de la autoridad y legitimidad cultural de la propuesta simbólica que elabora un cierto grupo social para los demás.


Desde que Umberto Eco (1968) hacía notar la paradoja de esta cultura de masas actual que no se crea y expande en todas las direcciones, sino que es monodireccional y parte de arriba hacia abajo, se hace pertinente, pues, analizar qué comunican las industrias culturales y tecnológicas, cómo lo hacen, de qué modo afecta a la población en vida cotidiana, y hasta qué punto se sirven los poderes políticos y económicos de ellas para condicionar, influenciar y perpetuar el orden económico (capitalismo) y político (democracias) vigente.


Mucchielli (2002) define la influencia como un asunto de creación de 
significados: “Influir es hacer surgir por medio de manipulaciones contextuales ad hoc, un sentido que se impone a los interlocutores y los lleva a obrar en conformidad con él. La influencia es el fenómeno fundacional de la comunicación: la comunicación es influencia. Es la construcción en común, por parte de los actores, de una situación de referencia en la que los objetos cognitivos de la misma, a través de su puesta en relación, permiten desembocar en una acción conclusiva que se impone (...) existe una completa homogeneidad entre los fenómenos de propaganda, venta, persuasión, publicidad y seducción”.


Según Roiz (2002), persuadir significa “intentar modificar la conducta de las personas sin parecer forzarlas ni coaccionarlas (...), pero cualquier forma de persuasión tiene algo de coacción (...), presión que se fundamenta en la comunicación imperativa mediante el empleo de argumentos, verdaderos o falsos, por medio de técnicas de carácter lingüístico, semántico, psicológico y psicoanalítico para conseguir que determinados colectivos (como grupos profesionales, amas de casa., consumidores, ciudadanos públicos o audiencias) adopten ciertas creencias, actitudes, o conductas acordes con las instituciones, fines u objetivos de quienes emplean la persuasión”.

Desde una perspectiva sociosemiótica de la comunicación de masas, toda la sociedad en sus diferentes ámbitos gira alrededor de las redes o conjuntos de significados que, con intención persuasora, han codificado los emisores, generalmente institucionales. Según Mauro Wolf, “los medios (sin excluir otros agentes de socialización) proveen marcos cognitivos, contextos de percepción de la realidad social; su rol es significativo en el modelado de los saberes. La cultura mediática constituye un importante universo simbólico, que orienta los valores, las actitudes y los puntos de referencia sociales”. Es por ello por lo que, según González Requena (1999), existe un fuerte predominio en el discurso televisivo de las funciones expresiva, conativa, referencial y fática (la de contenido informativo más pobre; su código es el más simple).


Y tanto en los spots publicitarios como en los programas, se utilizan técnicas semánticas para otorgar sentidos, y se repiten incesantemente elementos del lenguaje y la elaboración de frases clave, como eslóganes o lemas. El rumor o los tópicos y clichés (a nivel general) o las valoraciones (positivas o negativas) sobre cualquier aspecto, por parte de grupos u organizaciones –sobre todo cuando existe persistencia y permanencia en los procesos –crean, en fin, significados que circulan por el espacio social. La vocación de los códigos, nos dice Roiz (2002), es traducir la realidad y controlar de la forma más eficaz posible su ámbito de aplicación (...) nos ofrecen sentimientos de protección e incluso de esperanza, que son falsos porque se nos imponen como mecanismos de control comunicativo y porque siempre estamos expuestos debido a la propia condición humana, a la inseguridad, y sobre todo, a la incertidumbre.



El hombre, codificando y descodificando los signos y los símbolos del entorno, no se siente sólo; adquiere conciencia de lo colectivo como algo necesario, es decir, social”. Como los códigos son sistemas, las reglas de combinación de elementos de un repertorio se combinan a su vez con otros códigos, formando significados del mundo, lo que algunos semiólogos denominan “sistemas ideológicos” (Eco, 1981)”. El ser humano procesa y trasforma sus experiencias por medio de símbolos que le servirán como modelos de juicio y actuación. Y en este proceso, el ser humano se institucionaliza e internaliza las normas y el funcionamiento de la sociedad a la que pertenece.

Es por ello que el Estado de la Paleotelevisión aspiraba a poseer un férreo control sobre sus contenidos mediáticos; porque la televisión es un mecanismo de control social básico. Angel Benito (1982) destaca que este control social por parte de los medios es un arma de doble filo porque son utilizados como resistencia al cambio y para impedir la renovación de las estructuras. Según Ross , la formas de control social son básicamente de dos tipos: coactivas (aquellas prácticas sociales e instituciones denominadas propiamente “de control” por cuanto se apoyan en la fuerza directa: el sistema jurídico, legal, y policial; las fuerzas armadas, de propaganda y contrapropaganda), y persuasivas (las prácticas de comunicación e información, tanto a nivel interpersonal como institucional y de difusión pública).

Tanto Ross como Durkheim y Comte, creen que el problema principal de la sociedad es el del orden social, es decir, el de las formas y mecanismos para preservarlo o reconducirlo, evitando el conflicto permanente individuo-grupo-cultura. Dentro de los contenidos de influencia, afirma Roiz (2002), los emisores suelen imponer sus criterios sobre el mundo y la sociedad e incitan o provocan reacciones a su favor: “una de las formas de dominación más importantes en la sociedad de la información y el conocimiento es la que emana de la propiedad y el control directo de las empresas de comunicación, consideradas como transmisoras de información, entretenimiento, publicidad y propaganda, así como canalizadoras de la opinión pública. Esta dominación económica y empresarial, en última instancia, es política, y desde luego también ideológica”.

Un ejemplo claro de este poder mediático es el Informe de Fundesco de 1994, en el que se contempla, entre otras cosas, que “el 84.2% de los directores de prensa señala haber recibido indicaciones tácitas o expresas de los anunciantes. El 50 % de las respuestas matiza esa vinculación como razón para la inversión publicitaria, y el 75% refiere como expresión negociadora del anunciante la amenaza de retirar la inversión” . En este sentido, Lolo Rico (1994) opina que “la programación televisiva no es más que un pretexto para intercalar la publicidad y está hecha, en consecuencia, a gusto y medida de los publicitarios (...) dichos programas no pueden presentar contenidos que contradigan o se opongan a la falsa realidad que presenta y propone la publicidad” .

Como también entiende Eco, uno de los mayores problemas de esta cultura de masas se encuentra en que los operadores culturales actuales no pertenecen al sector de la cultura, sino al sector financiero y económico; y obviamente sus fines son lucrativos, no culturales.

La nuestra no es, pues, una cultura en la que sus receptores son también emisores o donde exista un intercambio, una verdadera comunicación. La realidad es más bien que una minoría ofrece información, entretenimiento y que construye espacios simbólicos en un proceso de comunicación unidireccional. Habermas (1999) distingue claramente dos formas de comunicación: la acción comunicativa (que supone el intercambio y la interacción de informaciones) y la discursiva (a través de la cual se busca dotar de validez al sistema de valores a través de su justificación). El primer caso, obviamente, ilustra la base de la comunicación humana entre dos o más individuos que intercambian información y conocimientos, y el segundo caso ilustra el modo en que un grupo o varios grupos comunican algo a una gran mayoría.
González Requena (1999) va más allá incluso al afirmar que “hablar de medio de comunicación de masas se descubre, de una manera cada vez más evidente, como la coartada ideológica de un tipo de fenómeno espectacular en el que la comunicación es tendencialmente abolida. El consumo televisivo no es comunicativo, sino escópico; gira todo él en torno a un determinado deseo visual. En este consumo espectacular hay una ausencia de descodificación, no hay comunicación sino simulacro de comunicación”.



Mc Luhan (1967) entiende que este proceso de comunicación monodireccional se produce “desde el Norte al Sur y al Este creando efectos de dependencia económica y cultural, porque la información es mercancía e ideología a la vez”. El etnocentrismo occidental, además, margina no sólo información acerca de los países del Tercer Mundo, sino también sus productos culturales y artísticos, y ello conlleva un empobrecimiento de la psique humana, que está perdiendo su capacidad de abstracción y como consecuencia de ello su capacidad para comprender las cosas y afrontarlas racionalmente. Es decir, nuestra capacidad cognitiva se empobrece (Gubern, 2000), y se reduce a lo que nos ofrecen las televisiones: los mismos temas, los mismos personajes, los mismos escenarios, repetidos hasta la saturación.


En este contexto se establece lo que algunos autores, como Noam Chomsky (1992), denominan darwinismo cultural: “No sería demasiado extraño que la imagen del mundo que ellos nos presentan no fuera sino un reflejo de los puntos de vista o de los intereses propios de los vendedores, los compradores y el producto en cuestión (...) las grandes empresas que se anuncian en televisión raramente patrocinan programas que aborden serias críticas a las actividades empresariales, tales como el problema de la degradación medioambiental, las actividades del complejo militar industrial o el apoyo de estas empresas a las tiranías del Tercer Mundo y los beneficios que obtienen del mismo”.

Esta frontera cada vez más invisible entre publicidad y programación elimina o desplaza, por tanto, la función cultural de la televisión publicitaria, y por supuesto coloca a la masa bajo la etiqueta de consumidores, alejando así a la sociedad que consume televisión de la posibilidad de participar activamente en la creación de los símbolos, mitos, creencias e imaginario social. Y coloca a sus miembros en la filosofía que aboga por comprar todo lo que necesita, a consecuencia de la especialización progresiva del trabajo del mundo occidental. De este modo en la actualidad se instaura la cultura del derroche frente a la cultura del reciclaje, la cultura del idiota que sólo sabe de lo suyo y lo demás ha de adquirirlo, y siempre bajo la máxima de la novedad tecnológica o los imperativos de la moda, con productos al alcance de cualquiera que sin embargo no poseen una esperanza de vida duradera. Esto convierte a los miembros de la sociedad en seres cada vez más dependientes, menos creativos, menos participativos, y más aislados. Nunca se presentarán en los medios propuestas autogestionarias al margen del mercado y los estados, ni tampoco la posibilidad de funcionar conjuntamente con el resto de los miembros de la sociedad en proyectos que mejoren su calidad de vida.

Para hablar de la ideología subyacente a los centros de poder mediáticos, utilizaremos el concepto propuesto por Berger y Lukman (1997) según el cual la ideología corresponde a una definición particular de la realidad anexionada a un interés de poder concreto. Es decir, cuando una persona o grupo de personas quieren transmitir su cosmovisión o su modo de entender y construir la realidad a otro grupo de personas e intentan imponerlo, o, como lo expresa Roiz: “La televisión, y en buena medida, la radio y la prensa, se han convertido, a medida que han ido eliminando su inicial vocación informativa y cultural, en máquinas de trasladar las ideas de los poderosos a los ciudadanos, concebidos claramente como públicos, audiencias, incluso como masas”.

David Morley , en este sentido, recalca que todo mensaje conlleva elementos directivos respecto de la clausura del sentido, y aunque es cierto que un mensaje no es un objeto dotado de una “significación real” y exclusiva, los mecanismos significantes que pone en juego promueven ciertas significaciones y suprimen otras, y así es como se imponen las significaciones preferenciales. Además, opina que “el poder de reinterpretación de los telespectadores está lejos de ser equivalente al poder discursivo inherente de las organizaciones mediáticas centralizadas. Son éstas las que definen lo que el espectador deberá interpretar. Poner unas y otras en un pie de igualdad resulta sencillamente absurdo”. Habermas (1999) entiende que es la función de las ideologías es "bloquear el diálogo, y eliminar responsabilidades por ambas partes”.

Si en los regímenes totalitarios que precedieron a los sistemas democráticos actuales se imponían las ideologías por la fuerza, es decir, existía una autoridad de la que emanaban todos los mensajes informativos, que controlaba todos los eventos, fiestas y manifestaciones culturales y artísticas, que vigilaba y castigaba opiniones, discursos e ideologías contrarias a la suya, hoy en día, las armas de los gobiernos actuales son intangibles y se difunden por cable, antenas, satélites, llegando al público en forma de mensajes que se dirigen no ya a la razón, sino hacia las emociones, y que promueven los valores propios del capitalismo y las democracias existentes. Como lo expresa Fromm (1947), “es como si a uno le tirotearan enemigos que no alcanza a ver. No hay nada ni nadie a quien atacar”. La autoridad que reina es anónima, por tanto, aunque la realidad es que el poder hoy lo detentan las empresas, los medios de comunicación y los políticos, y siendo, según Hartley (2000), “las audiencias televisivas las mayores comunidades colectivas que nuestra especie ha logrado alcanzar jamás”, es lógico que sean el lugar que los empresarios y los políticos más desean.

Porque, en última instancia, la influencia es un asunto de creación de significados y de sentidos sobre el mundo y el funcionamiento de las cosas; y el modo en como percibimos el mundo es fácilmente manipulable por la televisión, que suele ofrecernos un mundo amable, lleno de sonrisas, de posibilidades, de fantasías, cuya otra cara de la moneda (guerras, desigualdades e injusticias) pertenecen al destino fatal (“tiene que haber de todo en este mundo”). Y es en este sentido cuando la invasión del entretenimiento cobra mayor relevancia; se trata de amortiguar los duros golpes que nos proporcionan los telediarios y sumir al telespectador en una actividad escapista (ver la televisión, consumir) que le permita desentenderse de las desgracias ajenas y de las propias.

Con respecto al grado de manipulación de los medios y la capacidad de los telespectadores para desarrollar mecanismos de “defensa” y de juicio crítico, numerosos autores como Gubern (2000) afirman que nuestra capacidad para conocer, abstraer y reflexionar acerca de la información y de los contenidos mediáticos ficcionales o hiperreales se ha visto reducida y fragmentada especialmente debido a dos causas:
- El empobrecimiento de la experiencia directa, pues además de la soledad y el aislamiento del ciudadano actual a causa del individualismo, que conlleva un empobrecimiento de sus relaciones sociales y de su vida afectiva, éste dedica la mayor parte de su tiempo libre a consumir imágenes “fabricadas” que le permite asistir a eventos sociales como la misa dominical, el teatro, el fútbol, el cine, la música y el baile, entre otras cosas, sin moverse de casa.
- La reducción de otros puntos de vista y el empobrecimiento de las cosmovisiones. Según la teoría de la agenda setting, formulada por Mc Combos y Shaw en la década de los 90, los medios nos indican los asuntos sobre los que hay que pensar, es decir, imponen los temas de los que hay que hablar; inciden en los que ellos consideran más importantes, y al mismo tiempo se nos aporta una opinión ya mediada de los mismos.


Como ejemplo cabe destacar el tema actual del terrorismo, que es presentado como el problema del siglo XX y XXI, que a menudo sirve para ocultar o marginar otros muchos, como los derivados de la injusticia y las desigualdades propias del sistema capitalista y democrático: desigualdades, hambrunas, la pobreza, las guerras, las catástrofes medioambientales, etc. que desde luego afectan a la vida cotidiana de las personas en mayor grado que el terrorismo. Esta primacía del terrorismo en los medios y en las agendas políticas constituye la excusa perfecta de los gobiernos occidentales para aumentar el control social, recortar libertades en nombre de la seguridad, y aumentar el gasto en defensa, con el consiguiente beneficio de la industria armamentística. Asimismo, la teoría de la espiral del silencio, de Elisabeth Noelle Neumann, habla de la capacidad del medio televisivo de dar relevancia a unos temas y despreciar otros. La opinión pública se desplaza hacia aquel grupo que es considerado más fuerte, por estar más presente en el medio, mientras que los que opinan de forma diferente son considerados débiles.


1) Berger, Peter y Luckmann, Thomas: “La construcción social de la realidad”, Amorrortu ediciones, Buenos Aires, 1997.
2) Bernal Rodríguez, Manuel. (coord.): “Cultura Popular y Medios de Comunicación”. Comunicación Social, Sevilla, 2002.
3) Casasús, Josep María: “Ideología y análisis de medios de comunicación”, Ed. CIMS. Libros de Comunicación Global, 1998.
4) Chomsky, Noam: “Ilusiones necesarias”, Libertarias-Prodhufi., 1992
5) Dayan, D. (comp) : “En busca del público”, Gedisa, Barcelona, 1997
6) Eco, Umberto: “Apocalípticos e integrados”, Ed. Lumen, 1968.
7) Fromm, Erich: “El miedo a la libertad”. Ed.Paidós, 1947.
8) González Requena, Jesús: “El discurso televisivo: espectáculo de la posmodernidad”, Cátedra, Madrid, 1999.
9) Gubern, Román, “El eros electrónico”, Taurus, Madrid, 2000.
10) Habermas, Jurgen: “Problemas de legitimación del capitalismo tardío”, Cátedra, Madrid, 1999.
11) Hartley, John: “Los usos de la televisión”, Paidós Comunicación, 2000.
12) Imbert, Gérard: “El zoo visual. De la televisión espectacular a la televisión especular”, Gedisa, Barcelona, 2003Marshall, Mc Luhan: “La galaxia Gutenberg”, Planeta D-Agostini, 1985.
13) Martin-Barbero, J. y Rey, Germán: “Ejercicios del ver. Hegemonía audiovisual y ficción televisiva”, Gedisa, Barcelona, 1999.
14) Marshall Mc Luhan, “ El medio es el masaje”, Paidós Studio, 1967.
15) Mucchielli, Alex: “El arte de influir. Análisis de las técnicas de manipulación”, Cátedra, 2002.
16) Reig, Ramón: “Medios de comunicación y poder en España. Prensa, radio, televisión y mundo editorial”. Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 1998.
17) Rico, Lolo: “Televisión fábrica de mentiras. La manipulación de nuestros hijos”. Editorial Espasa Calpe, 1994.
18) Roiz, Miguel: “La sociedad persuasora. Control cultural y comunicación de masas”, Paidós, Barcelona, 2002
19) Sartori, Giovanni: “Homo Videns. La sociedad teledirigida”. Colección Taurus, Editorial Santillana, Madrid, 1997.



Coral Herrera Gómez Blog

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Únete al Laboratorio del Amor

Únete al Laboratorio del Amor
Para saber más pincha en la imagen