Una de las cosas más difíciles para los niños y las niñas es cuando acaba su reinado. A cada uno le toca a una edad diferente, pero es un proceso difícil especialmente para aquellos que han vivido como reyes y reinas mucho tiempo, y no han podido experimentar el proceso natural de la autonomía porque sus progenitores les han dado todo hecho y les han concedido todos sus deseos.
Algunos niños y niñas van conquistando su autonomía con alegría: aprender a andar, a comer solos, a vestirse solos, a ordenar sus juguetes, su ropa, su habitación… en cada hogar este proceso es diferente, porque depende de cómo acompañen sus padres y madres. Los niños y niñas con más autonomía logran antes conquistar su libertad y aceptar con ella la responsabilidad que conlleva. Hay críos que gozan del momento en que se acaba lo de ir en brazos y en la silla de ruedas y tienen que caminar como todo el mundo, otros se niegan en redondo a caminar.
Hay niños y niñas que viven en hogares con problemas y se ven obligados a cuidar a sus hermanos pequeños o a sus padres y madres: el paraíso de la infancia dura muy poco tiempo. Los que viven en cambio en hogares donde son tratados como reyes y reinas hasta una edad más avanzada lo pasan peor, especialmente cuando sus deseos son cada vez más caros y la familia no puede afrontarlos. Hay madres y padres que intentan alargar su dependencia lo máximo posible, porque así pueden disfrutar más tiempo del poder que tienen sobre ellos.
Darse cuenta de que pertenecen a la clase trabajadora es uno de los choques más fuertes que experimentan si en la infancia nadie les dijo que no y nadie les puso límites. Reaccionan con furia cuando sus progenitores les dicen que no pueden comprarle un teléfono de mil euros, o el último modelo de vídeo consola. No saben lo que cuesta ganar mil euros, no tienen ni idea de lo que vale el dinero.
Tampoco saben cocinar, ni lavar ropa, ni limpiar la casa porque nunca han tenido que hacerlo. Por eso muchos estudiantes universitarios cuando tienen que vivir fuera de su pueblo o su ciudad se llevan de casa la ropa limpia y doblada, y la comida en tappers. A muchos les cuesta incluso sacarse el carnet de conducir porque han tenido criada y chofer durante muchos años, otros en cambio están deseando cruzar esa frontera que les va a dar toda la autonomía y la movilidad que necesitan.
Cuanto más dependen de sus padres y madres, más inseguros son, y más baja es su autoestima. Si no han vivido la experiencia de manejar su propio dinero, de aprender las tareas básicas para la vida, de asumir responsabilidades para poder ser más libres, les tocará hacerlo de golpe en algún momento.
Y cuando les quitas la corona de golpe, y se quedan sin chofer y sin criada, se derrumban. Si se han pasado toda su vida recibiendo cientos de regalos que llegaban a sus manos como por arte de magia, les da mucha rabia comprobar que en realidad el dinero es limitado y no pueden obtener todo lo que desean.
Peor aún es la experiencia de haber creído en el mito posmoderno de que ellos pueden ser quienes quieran ser, y que pueden triunfar en la vida con solo soñarlo muy fuerte. Porque a la gran mayoría les va a tocar ayudar con las vacas o con la huerta, o colaborar en el negocio familiar. Muchos chicos y chicas tendrán que trabajar en la fábrica de su pueblo, o limpiando las calles, o manejando la caja en un supermercado desde que son mayores de edad (algunos incluso antes) Si se han pasado la vida creyendo que van a ser cantantes de éxito o futbolistas milllnarios, el choque con la realidad es brutal.
Se ve mucho en las escuelas de interpretación, donde la mayoría tienen que trabajar como camareros o camareras en bares y restaurantes creyendo que será un trabajo temporal y que en algún momento su talento será descubierto por algún productor o productora que les hará famosos.
Por eso es tan importante que los niños y las niñas tengan muy claro en qué clase social han nacido, y madres y padres pongamos límites a sus deseos y propiciemos su autonomía para que cada vez dependan menos de nosotros.
Creo que fomentar su libertad no es una tarea fácil, por eso hay tanta gente que nunca logra salir del nido. Los padres y madres debemos hacer cómo los pájaros, que pasan las primeras semanas llevando a sus crías agua y comida y después tienen que enseñarles a usar sus alas, a hacer sus primeros vuelos, a detectar peligros, y a encontrar alimento y agua hasta que ya pueden hacerlo por sí mismos. Porque los pájaros saben que si sus bebés no aprenden a cuidarse a sí mismos de forma progresiva hasta la autonomía total, morirán.
A muchos humanos se nos ha olvidado lo importante que es fomentar y acompañar ese momento en que se atreven a salir del nido y vuelan por primera vez.
Muchos sufrieron la pérdida de su reinado de forma traumática y quisieran ahorrárselo a sus hijos e hijas. Otros quieren seguir ejerciendo su poder porque no tienen vida propia, se sienten súper importantes y necesarios, y se niegan a soltar. Y otros por miedo: creen que sus criaturas no tienen herramientas para desenvolverse en una realidad hostil y violenta. Y a menudo no las tienen. Y padres y madres tampoco las tienen.
Dejar atrás la infancia feliz y saltar del nido para volar no es fácil, pero todo depende de si entrenamos cuando somos pequeños y pequeñas, y de cómo nos acompañan padres y madres en el camino. También depende de si nos han enseñado a amar la libertad (y la responsabilidad que conlleva), o si preferimos ser presos de la dependencia toda la vida.
La muerte de los padres y las madres resulta catastrófica si antes no has logrado salir de casa y enfrentarte a la vida con valentía. Hay padres y madres que creen que son inmortales. Hay gente joven que busca prolongar su reinado buscando un esposo que ejerza de padre o una esposa que ejerza de madre. Saltan de un nido a otro sin haber volado y sin haber visto mundo.
Lo primero creo es tomar conciencia de que cuando amas a alguien tienes que intentar que no dependa de ti y no te necesite para nada. Lo segundo es aprender a cuidar de ti mismo/a, de tus relaciones, de tu hogar y del pueblo o el barrio en el que habitas. Porque es un momento decisivo y no todo el mundo logra convertirse en adulto o adulta funcional.
Ojalá tuviésemos más herramientas para maternar y paternal, y ayudarnos los unos a los otros en la conquista de la autonomía. Sería maravilloso que todos y todas pudiésemos llegar bien preparados al momento en el que nos toca enfrentarnos a la realidad e insertarnos en la sociedad como personas adultas.
