8 de marzo de 2013

Logros y retos del feminismo en el siglo XXI



“El reto actual del feminismo es el la globalización” Celia Amorós.




Las luchas feministas de los años 70 provocaron una revolución y promovieron una serie de cambios institucionales, legales, políticos y económicos de enorme importancia para la sociedad occidental.  Los logros más importantes de la revolución feminista fueron el sufragio universal de voto, la legalización del aborto, y la ley del divorcio.

Gracias a esa lucha en la que muchas mujeres perdieron la vida, y otras muchas resultaron heridas, encarceladas, represaliadas y acosadas, hoy en día las mujeres occidentales:



- somos seres adultas y autónomas, no propiedad de un padre o un marido.
- podemos votar y participar en la política de los países democráticos,
- trabajar a cambio de un sueldo, y la obtener la  independencia económica,
- cosas que en el franquismo no se podía hacer: poder abrir cuentas bancarias propias, montar empresas, viajar con libertad,  y elegir con quien queremos compartir nuestra vida.
- Gracias a las relaciones libres e igualitarias que demandaban las mujeres, y a la píldora y el condón, pudimos disociar  sexualidad y reproducción, tener relaciones sin miedo al embarazo, las enfermedades o la muerte por parto, y elegir con quién estar. 
- La maternidad pasó a convertirse en algo voluntario y deseado, no en una imposición que obstaculizaba el derecho al placer.
- El acceso de la mujer a la enseñanza secundaria y a la superior, y a la formación profesional. Hemos dado un salto enorme en ese sentido, porque hemos logrado acceder a profesiones antiguamente prohibidas para nosotras y porque en los 80 las mujeres feministas lograron avances en los derechos de las trabajadoras: sueldos dignos, jornadas reducidas, baja maternal, baja paternal, horas de lactancia, etc.


La lucha gay se unió a la feminista para lograr la revolución sexual, que supuso una transformación de las relaciones sexuales, afectivas y sentimentales de gran importancia para las sociedades actuales. Los cambios que esta revolución logró (aumento de las tasas de divorcio, aumento de las tasas de los hogares monoparentales, descenso del número de hijos por mujer, aumento del número de trabajadoras, etc.) han provocado lo que derecha e Iglesia denominan “la crisis de la familia tradicional”, que sin embargo han diversificado y enriquecido las formas de quererse, de crear y mantener una familia.



La entrada masiva de las mujeres en la mano de obra remunerada a partir de la Revolución industrial de Occidente, y el incremento del número de mujeres empresarias en el mundo es, según Helen Fisher, uno de los fenómenos más extraordinarios de la larga trayectoria del homo sapiens, porque supone la reaparición de la mujer con poder económico después de muchos siglos de opresión por el solo hecho de nacer mujeres. La antropóloga afirma que las mujeres de todo el mundo están recuperando gradualmente el peso económico que poseyeron cientos de miles, o incluso millones de años atrás, y llega a afirmar que “Estamos en el umbral de lo que podría ser la Era de la mujer”.


El gran logro de la lucha feminista no ha sido sólo liberar a las mujeres; los hombres también se benefician y se han beneficiado de estos triunfos sociales. Por ejemplo, ya no tienen la pesada carga de ser el único proveedor de recursos para la familia, y  tienen la suerte de relacionarse con mujeres autónomas que ya no dependen económicamente de ellos. Gracias a la lucha feminista, pueden por fin responsabilizarse de su papel como padres y compañeros, asumir parte de las tareas domésticas, y pueden criar y educar a sus hijos. Los logros más importantes, entonces, se están llevando a cabo en el terreno de lo personal, es decir, en las relaciones entre las personas, en su vida cotidiana. En la conquista de la autonomía, la independencia, el cuidado mutuo, el compartir desde una posición de igualdad.





PRESENTE Y FUTURO DEL FEMINISMO




Sin embargo, queda mucho por lo que luchar aún. En todo el mundo las mujeres siguen haciendo doble jornada laboral obligatoria porque aún la gran mayoría de sus compañeros no se han responsabilizado de sus tareas domésticas, y porque el sistema capitalista no permite la conciliación de la vida personal y laboral, ni para nosotras ni para ellos. Las mujeres cumplimos una función doble: productiva (en el campo, en las fábricas, en las oficinas), reproductiva (creación y mantenimiento de la familia). 

Sin embargo, nos siguen discriminando porque todas las actividades esenciales para la supervivencia de los hogares como acarrear agua, recoger leña, cultivar los huertos y vender en el mercado, la limpieza y la higiene, el cuidados de los niños y las personas enfermas o los ancianos,  son escasísimamente valoradas, a no ser que sea un hombre el que se ponga el delantal o agarre aguja e hilo. Todas las actividades consideradas “femeninas”  quedan excluidas del computo económico que valora la producción de riqueza de un país.



El Informe sobre Desarrollo Humano de 1995 señala que el producto de las actividades no mercantiles y el trabajo no remunerado supone un total de 16 trillones de dólares, un 70% del producto mundial (23 trillones de dólares sólo en Estados Unidos);  es, pues, indignante, la invisibilización de todo este aporte económico, de tiempo y energía  de las mujeres a la sociedad.

Además, la gran lucha del feminismo actual es contra la violencia de género y los feminicidios. Las mujeres seguimos muriendo diariamente a manos de la violencia machista, las niñas siguen siendo mutiladas genitalmente, millones de jóvenes son secuestradas y esclavizadas sexualmente en las redes de tratas, seguimos siendo mayoría de refugiadas e inmigrantes, víctimas de las violaciones y el maltrato, y además somos en todo le planeta más pobres, y existen muchas más mujeres analfabetas que hombres.



En Europa nuestros salarios siguen siendo más bajos que los de los hombres, nos despiden por estar embarazadas, nuestra precariedad laboral es peor que la de los hombres, porque sufrimos en mayor medida el paro. A medida que avanza la crisis económica y la derecha en países como España, Francia, Alemania, nuestras condiciones de vida van empeorando, y todos los logros sociales y políticos van eliminándose. Un ejemplo de ello es la ley del aborto del Ministro Gallardón en España, que retrocede en el túnel del tiempo hasta el franquismo, durante el cual las mujeres ricas se iban a abortar a Londres y las pobres morían desangradas o víctimas de infecciones severas.


Lo más importante, creo, es que la lucha de las mujeres se ha revelado como esencial en las revoluciones árabes; salir a la calle en los países más represivos es un acto de valentía extrema, porque la represión es el doble de cruel para ellas. 










La  marea violeta que recorre las plazas de Tahir, Sol, Damasco, Túnez, Marruecos, y muchas ciudades europeas, latinoamericanas, estadounidenses, saldrá de nuevo hoy, 8 de Marzo, para exigir igualdad, libertad y derechos fundamentales, para acordarse de las mujeres asesinadas, de las víctimas de la violencia de género, para protestar por el recorte del gasto social, y la discriminación de las mujeres en todos los ámbitos sociales, políticos y económicos. 



Este recorte de derechos y libertades en Occidente está eliminando los logros de la lucha obrera y de la lucha feminista, por eso más que nunca es necesario la lucha global, como dice Celia Amorós, y tenemos que hacerla tod@s junt@s.. Ha de ser necesariamente global porque en ella cabemos mujeres blancas, negras, gitanas, asiáticas, eslavas, mestizas, rumanas, andinas, mesoamericanas, indias. Cabemos niñas, adolescentes, adultas y ancianas; cabemos las ateas, las cristianas, las musulmanas, las budistas, las evangelistas, las agnósticas, las mujeres bisexuales, lesbianas, heterosexuales, las ricas, las de clase media y las pobres, las gordas, las flacas, las mujeres discapacitadas, las analfabetas y las intelectuales, las de campo y las de ciudad. 








Coincido con Amorós en que  solamente se puede afrontar tramando pactos entre mujeres cada vez más amplios y más sólidos. Las mujeres han tejido siempre redes de solidaridad y ayuda mutua entre ellas. A veces en pequeños grupos, como las familias o la vecindad, y a veces las uniones se articulan políticamente, por eso cientos de miles de mujeres salen a la calle a pedir más igualdad, derechos y libertades, junto con otros grupos como el ecologismo, el pacifismo, el sindicalismo, la inmigración.



Johnson-Sirleaf, Leymah Gbowee y Tawakkul Karman, premios Nobel de la Paz 2011.













Ahora, creo, es esencial potenciar el trabajo en red,  porque podamos ayudarnos las unas a las otras, intercambiar información, convocar protestas internacionales, visibilizar en mayor medida nuestro trabajo, abrirnos a trabajar con los hombres feministas, con los y las kuir, con todos los movimientos sociales que luchan por un mundo mejor. La red es el futuro porque nos conecta a tod@s incluso en los países más represivos. Porque la desigualdad es un fenómeno global en casi todas las culturas del planeta, la lucha y su eliminación tienen que ser globales también.  


Coral Herrera Gómez





 



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