6 de marzo, Madrid
28 de febrero de 2025
Coral Herrera en Madrid
15 de febrero de 2025
Todo se puede trabajar en esta vida
Todo se puede trabajar en esta vida. La culpa, la envidia, el miedo, las inseguridades, los celos, el odio, el afán de venganza, los complejos de inferioridad y de superioridad…
Todo se puede trabajar, también las enfermedades de transmisión social: el clasismo, el machismo, el edadismo, el racismo, la xenofobia, la misoginia, el capacitismo, la lesbofobia, y todas las fobias del mundo.
Solo hace falta aprender y entrenar en las artes de la autocrítica amorosa.
Con ella podrás identificar qué es lo que te hace sufrir y cómo haces sufrir a los demás, cómo abusan de ti y cómo abusas de los demás.
Conocerte mejor y ser honesta contigo misma te ayudará a identificar qué puedes trabajar en ti para ser mejor persona.
Nos relacionamos con los demás en una estructura de abuso y explotación, estos son los pilares del capitalismo y del patriarcado. Tomar conciencia de cómo funciona esta estructura no solo nos puede ayudar a defendernos de los demás, sino también a no aprovecharnos y no abusar de los demás.
Con la autocrítica amorosa podrás hacerte responsable del impacto que tienen tus palabras, tus decisiones y tu comportamiento en los demás.
En la medida en que puedas identificar tus defectos podrás saber qué es lo que tienes que mejorar en ti para que mejoren tus relaciones.
Porque para que todo vaya a mejor, lo primero es que mejores tú.
Los cambios que necesitamos empiezan por los cuidados: lo primero es aprender a cuidarme a mí misma, mientras aprendo a cuidar mis emociones, mis palabras, mi comportamiento para no hacer daño a los demás.
Mientras aprendes a cuidar de ti, aprendes también a cuidar a los demás.
Cuidar a tu gente querida es cuidarte a ti misma, y viceversa.
Desde que nacemos somos seres en permanente construcción, y todos y todas queremos mejorar y progresar. Para que nuestras vidas sean mejores hay que entrenar a diario.
Para que el mundo vaya a mejor, tenemos que empezar por nosotros y nosotras mismas.
A mí me resulta muy reconfortante pensar que todo puede mejorar. Vivimos en un mundo dominado por el pensamiento mágico: creemos que las cosas cambian por sí solas. Pero yo ya sé que no es magia, es trabajo.
En primer lugar es un trabajo de autoconocimiento, y después empezar a trabajar todo lo que necesito en mi interior: puedo trabajar la humildad, liberarme del ego, fortalecer mi autoestima....
Puedo trabajar para relacionarme con los demás desde los buenos tratos, puedo desarrollar en mí la valentía, la generosidad, la calma interior, la empatía y la solidaridad con los demás.
Conocerte a ti misma te permite también tomar conciencia sobre la forma en que usas tu poder, y el impacto que tiene tu poder en los demás.
Puedes preguntarte si con tu poder se beneficia la comunidad o si solo te beneficias tú. Y puedes trabajar en ti mismo/a para cambiar además todo lo que no te gusta de ti.
Una vez que tomas conciencia de lo que tienes que trabajar para ser una buena persona, se trata de empezar a entrenar. Todos los días, en la interacción con los demás, puedes practicar el autocontrol, el egoísmo, la envidia, la culpa, el miedo, la avaricia, la soberbia, los celos....
Puedes trabajar en tu mezquindad, en tu maldad, en emociones dañinas y destructivas, y en los rasgos de tu personalidad que no te gustan y no le gustan a los demás.
Para poder hacer autocrítica amorosa necesitas fortalecer tu honestidad y tu humildad, porque el trabajo personal para crecer y florecer requiere que te trates a ti misma con mucho amor y paciencia, con firmeza y a la vez con suavidad. No es fácil trabajar el autoengaño y ser realista, no es fácil ver las sombras de una misma y enfrentarse a ellas, no es fácil identificar las cosas que no nos gustan de nosotras. Pero es fundamental para hacer los cambios que necesitamos en nuestra vida.
Las mujeres sabemos que los cambios no vienen del cielo, que nosotras somos las que tenemos que ponerlos en marcha. Y sabemos también que necesitamos herramientas, recursos, y materiales. Por eso vamos a buscar libros, investigamos, hablamos del tema con gente, nos apuntamos a cursos y a talleres, leemos artículos, vamos a congresos, escuchamos podcasts...
Queremos ser mejores y queremos que nuestras relaciones con los demás sean mejores, porque queremos sufrir menos, y disfrutar más.
Tenemos derecho a vivir una Buena Vida. Desde este convencimiento buscamos la manera de llevar la utopía a la realidad, y la teoría a la práctica.
Para ello buscamos guías, referentes, maestras que nos orienten y nos ayuden en nuestros procesos de crecimiento y desarrollo personal. Ellas (profesoras, psicólogas, filósofas, sabias, terapeutas) nos ayudan a conocer las estrategias y las técnicas para ayudarnos a nosotras mismas, y a elaborar nuestras propias herramientas de trabajo.
Los hombres no lo están haciendo. Las mujeres nos juntamos para aprender, para compartir conocimiento, para compartir nuestras experiencias personales, y a la vez que aprendemos hacemos terapia colectiva.
Unas van buscando sanar sus heridas, otras quieren liberarse de las cadenas, unas quieren aprender a amar sin sufrir, otras quieren aprender a poner límites y aprender a ser leales consigo mismas. Unas buscan desengancharse de amores tóxicos y otras quieren huir de relaciones violentas, pero lo que nos une a todas es que queremos dejar de sufrir, y queremos vivir mejor, y estar mejor.
Queremos comprender el mundo en el que vivimos, queremos transformar nuestra realidad, queremos obtener respuestas a las preguntas.
Por eso estudiamos juntas, debatimos, compartimos, nos hacemos preguntas en voz alta, disfrutamos de retiros de fines de semana, salimos juntas a la calle a luchar...
Estoy segura que a los hombres les vendría muy bien también ponerse a investigar, a aprender, a trabajar en su interior y a trabajar con otros hombres. Estoy convencida de que el mundo cambiaría si todos desearan con urgencia aprender a ser mejores personas, aprender a cuidarse a sí mismos y aprender a cuidar sus relaciones.
Y es que si lo piensas, es una noticia estupenda lo de que todo se puede trabajar en esta vida: ninguno de nosotros/as está condenado a ser como somos para siempre.
Podemos ir a mejor: todo se puede trabajar en esta vida.
Coral Herrera Gómez
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14 de febrero de 2025
Ingredientes para el Enamoramiento y la Pasión
La gran mayoría de la gente que comienza una relación, lo hace bajo los efectos del enamoramiento. El enamoramiento es un estado de enajenación mental transitoria, una explosión química que desata unas sustancias muy placenteras que nos enloquecen y nos desesperan. El amor es una locura que nos permite escapar de la realidad del día a día, de la monotonía, de las rutinas, y a veces nos pone del revés la vida entera.
Lo que prende la llama del amor es la atracción y la admiración mutua: cuando nos invade el sentimiento de fascinación, surge la chispa que enciende la pasión. Nos quita el sueño, nos quita el hambre, nos enloquece y nos trastoca el cuerpo, la mente y la vida entera.
La pasión entre seres humanos ha existido desde el principio de los tiempos. Somos de las pocas especies que pueden hacer el amor cara a cara, mirándose a los ojos. Esta capacidad es un regalo de la naturaleza que nos permite intimar, conectar de un modo profundo y mágico, y fundirnos el uno en el otro. Somos la única especie en la que nuestras relaciones no están determinadas por las épocas de celo: estamos todos siempre disponibles para el encuentro sexual y emocional. Los humanos somos seres muy amorosos y muy pasionales, y además nuestros genes, como los del resto de los animales, van buscando otros genes para reproducirse.
Cuando hay compatibilidad, hay atracción, y cuando es mutua e intensa, se convierte en pasión. Cuando intercambiamos silenciosamente feromonas, el deseo se dispara y nos empuja desesperadamente al encuentro con el otro.
El deseo nos empuja a aparearnos, y no sólo lo hacemos por la necesidad biológica de la reproducción, sino también porque nos encanta compartir placeres, tanto con la gente del sexo contrario, como con las personas de nuestro mismo sexo. Nos gusta jugar y gozar, vivir aventuras, y amarnos hasta morir, con o sin romanticismo.
Con romanticismo, la pasión es más intensa y más extrema. Cuando el enamoramiento es a todos los niveles (sexual, sentimental, afectivo), entonces sentimos una borrachera descomunal. La pasión mutua es el epicentro del terremoto que sacude nuestras vidas a lo bestia y nos saca de la realidad asfixiante del día a día. Nos hace sentir intensamente vivos, nos abre nuevos horizontes, y nos permite despegar los pies del suelo. Nos permite soñar y volar lejos de la rutina del día a día. Pero también nos obsesiona, nos hace sufrir mucho, y nos crea síndrome de abstinencia cuando se acaba.
En los inicios de la pasión nos sumergimos en un estado de ebriedad muy intenso, porque la pasión es deliciosa y adictiva. El amor es una de las drogas más maravillosas que ha creado la Humanidad. El cerebro segrega oxitocina, dopamina, serotonina, adrenalina, y todas esas drogas naturales que nos vuelven locos y locas de amor. Como necesita una producción continua de la droga, nos obliga a pensar en la amada o el amado de una forma obsesiva, para que nuestrop impulso sea buscamos aparearnos con la misma persona una y otra vez.
A través del sexo buscamos la fusión con el otro. Queremos salirnos de nosotros mismos/as, elevarnos por encima de todo, y sentir el amor de una forma total y absoluta,. Cuanto más deseamos la comunión y la fusión con el otro, más grandioso es el sexo, y más intensa la pasión.
Para crear el vínculo amoroso es fundamental que los amantes puedan desnudarse y compartir su intimidad. En nuestro día a día todos vamos con nuestra máscara y nuestra coraza puesta para relacionarnos con el mundo. Tenemos miedo a que nos juzguen, a que se rían de nosotros o a que nos hagan daño, por eso usamos una armadura e intentamos proyectar una imagen de éxito frente a los demás.
A lo largo de nuestra vida cumplimos diferentes papeles, y también a lo largo de nuestro día a día. Generalmente todos y todas simulamos que nos va muy bien, que somos muy felices, exitosos y poderosos. Pero a veces es demasiado cansado estar todo el tiempo fingiendo y llevando el peso de la armadura protectora.
Cuando encuentras a alguien con quien puedas atreverte a ser tú mismo/a, sientes que has llegado a casa. Que te sientas libre para ser quien eres y para mostrar tu fortaleza y tu vulnerabilidad es un acontecimiento extraordinario.
Sentirte aceptado/a tal y como eres, y sentirte deseada por alguien a quien le gustas mucho es una experiencia maravillosa.
Para que la pasión brote y florezca, se requiere mucha valentía por parte de los amantes. Cuando pierden el miedo y se desnudan por completo es cuando surge el amor. Porque cuando ya no hay miedo, es cuando podemos entregarnos al goce y al placer de un modo total y absoluto.
Desnudarnos frente al otro es un gran regalo que le hacemos al amado/a, porque le estamos demostrando confianza: “yo me abro ante tí porque me gustas y porque confío en ti, siento que eres especial y quiero crear un vínculo bonito contigo”.
Para intimidar con alguien, entonces hay que tener mucha valentía y ser muy generoso: “yo me muestro y me comparto porque me siento en un espacio seguro contigo, y porque quiero que también confíes en mí y te sientas libre para desnudarte conmigo”.
Cuando las dos personas confían plenamente y se liberan del miedo es cuando la hoguera de la pasión alcanza su máximo esplendor.
Enamorarse y ser correspondido o correspondida es una de las experiencias más bonitas y una de las aventuras más increíbles que podemos vivir los seres humanos. Cuando nos sentimos conectados con el otro, compartimos una alegría de vivir muy profunda y hermosa que nos hace estar agradecidos/as con el Cosmos por la existencia que nos ha regalado. De pronto la vida tiene sentido: “estoy aquí para disfrutar del sexo, del amor y de la vida, para eso he venido al mundo, para gozar, amar y ser feliz”
La reciprocidad es la cazuela en la que se cocinan todos los ingredientes de la pasión: cuando todo es mutuo, es cuando se puede disfrutar de verdad del sexo y del amor.
atracción
admiración
conexión
confianza
desnudez
deseo
valentía
fascinación
intimidad
ebriedad
goce
romanticismo
compartir
placer
locura
generosidad
comunión
disfrute
vulnerabilidad
fusión
libertad
alegría de vivir
reciprocidad
Coral Herrera Gómez
Libros para la Revolución Amorosa
Podcast para la Revolución Amorosa
Posts para la Revolución Amorosa
13 de febrero de 2025
Coral Herrera en Ibiza
Este sábado 15 de febrero voy a impartir dos talleres en Ibiza, uno para hombres y otro para mujeres, ¿quien se viene?
#Gira2025 #LaRevoluciónAmorosa
9 de febrero de 2025
Amar es Cuidar
El amor es como una plantita. Para que dé sus frutos tienes que arar la tierra, sembrar las semillas, regar la plantita y cuidarla mucho. Sobre todo en los días de tormenta, para que no la destroce el viento, la lluvia y el granizo, y para que no la alcancen los rayos. El amor hay que cultivarlo día a día, y para que brote, crezca, floreza y dé sus frutos, hay que dedicarle tiempo y energía.
Creemos que el amor viene desde fuera, nos arrasa con su locura, y nos cambia mágicamente la vida. Pero en realidad, el amor surge en nuestro interior, y está vivo: puede crecer, puede multiplicarse, puede evolucionar, puede pasar por diferentes etapas, puede dañarse, decrecer, y también puede acabarse.
Su duración depende de cómo cuidemos el amor, y de cómo cuida la otra persona la relación.
El amor es como una hoguera que hay que alimentar si queremos disfrutar del calor y del espectáculo de danza que nos ofrecen las llamas. Hay que mover la leña, nutrirla con ramitas, palos y troncos, soplar y acunar el fuego, y hay que protegerlo también de las tormentas. Y tenemos que hacerlo en equipo: la hoguera se extingue si solo la cuida una persona.
El amor es un trabajo de cuidados. Para que surja la llama del amor hay que trabajar primero en el proceso de cortejo, que lleva su tiempo y requiere de mucha energía. Nos exhibimos, desplegamos todas nuestras artes y nuestros encantos, cantamos, bailamos, contamos historias, hacemos reír al otro, le rompemos los esquemas, le mostramos nuestras habilidades y conocimientos para derretir su corazón y envolverlo en la pasión.
Sí, empleamos mucha energía en seducir y enamorar, y nos esforzamos en ofrecer nuestra mejor versión. Damos lo mejor que tenemos y exprimimos nuestra imaginación para sorprender y agradar a la otra persona.
Cuando estamos en el proceso de cortejo nos comportamos de una forma muy generosa y muy amorosa. Cocinamos para nuestro amor, le hacemos invitaciones y tenemos detalles lindos, y le hacemos demostraciones de lo mucho que nos importa.
Cuando nos enamoramos, sabemos que nuestro amado o amada está evaluando si somos buena gente, si somos aptos o aptas para ser una buena pareja, si hay compatibilidad y condiciones para disfrutar del sexo y del amor. Nosotras también analizamos y evaluamos si el otro o la otra es buena persona, y si se puede confiar en ella.
Cuando el cortejo funciona a las mil maravillas y hay reciprocidad, empezamos la relación con mucha energía y mucha alegría: los inicios son siempre maravillosos, y los amantes se vuelcan con pasión en la construcción de la relación.
Cuanto más cuidamos al otro, más dura la primavera. Suenan los violines, salen las flores, cantan los pajaritos… empezar una relación es una de las experiencias más bonitas de la vida cuando nos sentimos correspondidas.
Después de la fase de alucinación psicotrópica que nos posee durante el enamoramiento, empieza el amor. Cuando la pasión sexual empieza a disminuir en intensidad, después de unas semanas o meses, es cuando aterrizamos en la realidad y empezamos a conversar en profundidad, y a conocernos de verdad.
Es una etapa muy bonita, que requiere también de muchos cuidados, y mucha capacidad para comunicarse. Porque es cuando vamos a sentar las bases de la relación que queremos.
Generalmente las parejas al empezar hablan mucho sobre qué es el amor, y cómo entiende cada cual la pareja, y cómo han sido las relaciones con otras personas en el pasado.
Después empezamos a charlar sobre cómo nos estamos sintiendo ahora que estamos en pleno romance, qué somos tú y yo, qué tipo de relación queremos, cómo vamos a cuidar nuestra salud sexual para gozar juntos, cuándo nos vamos a ver, qué espacios vamos a compartir, cómo vamos a cuidar la relación para que podamos disfrutarla por igual, qué necesitamos cada uno…
En estas negociaciones se habla del amor, del disfrute y del placer, pero también hay que tener conversaciones incómodas, porque vamos buscando claridad, y porque las mujeres nos jugamos mucho en las relaciones.
Uno de nuestros deberes es cuidarnos a nosotras mismas cuando nos enamoramos, y uno de los mayores actos de Autocuidado es establecer las líneas rojas y las cuestiones que son innegociables.
Por ejemplo, los derechos humanos fundamentales. Es el momento en el que tenemos que defender nuestro derecho a la intimidad, a la libertad de movimientos, a tener nuestros amigos y amigas propias, a tener nuestras pasiones y aficiones…
Es fácil cuando ambos miembros respetan a su pareja y confían en ella, pero no tanto cuando uno o los dos miembros de la pareja sienten deseos o necesidad de reprimir la libertad y los derechos de la otra persona.
Puede ser por miedo, por egoísmo o por machismo y patriarcado: hay parejas que elaboran todo un sistema de normas y prohibiciones porque creen que su pareja pasa a ser un objeto de su propiedad y porque creen que amar es renunciar a todo.
Las mujeres heterosexuales caemos a menudo en el engaño de creer que esas normas y prohibiciones son para las dos personas, y que la relación en la que estamos es una relación monógama.
Afortunadamente cada vez más mujeres toman conciencia sobre la estafa del mito romántico y lo importante que es cuidarse y amar con los pies en la tierra. Para poder amar en igualdad y en Libertad, hay que sentarse a negociar el Contrato Amoroso con la pareja.
En estas negociaciones defendemos nuestra libertad y nuestros derechos, y exigimos a nuestras parejas una relación de amor compañero, libre de abusos, explotación y sufrimiento.
La magia del amor surge precisamente cuando nos volcamos en la elaboración de los pactos de cuidados. Quererse bien es un trabajo. Se parece a la construcción de una casa: para que dure tiene que tener buenos cimientos. Si no está bien anclada al suelo, puede salir volando con el primer huracán.
Hay parejas que prefieren “dejarse llevar” por el romanticismo, pero lo cierto es que hablar en profundidad con tu pareja y construir la relación de un modo consciente y activo te evita muchos malentendidos y muchas broncas.
Hoy en día el motivo que lleva a la mayor parte de las mujeres a divorciarse es la explotación doméstica que sufren en sus relaciones. Las mujeres al emparejarnos perdemos muchas horas de tiempo libre y mucha energía, así que ya sabemos lo importante que es trabajar en la construcción de una relación si no queremos que los hombres nos traten como si fuéramos sus sirvientas.
Conversar y llegar a acuerdos es muy útil para ponerle límites al machismo y para dejar claro que tu autonomía, tus derechos y libertad no son negociables, y que las tareas de cuidados deben ser compartidas.
Hablar nos permite saber si somos compatibles, si estamos en el mismo momento, si ambos tenemos ideas parecidas sobre el amor y la pareja, si hay condiciones para quererse bien.
Amar es cuidar. No siempre los cuidados se dan y se reciben con amor, es cierto. Pero cuando amas a alguien con toda tu alma, cuidas la relación, te cuidas a ti misma, y cuidas a la otra persona.
La propuesta de la Revolución Amorosa es poner los cuidados en el centro de las relaciones.
Y esto significa que cuando las cosas no van bien, o cuando estamos pasando por momentos difíciles, podemos contar con la otra persona. Es el apoyo mutuo y la solidaridad lo que une a las parejas: las que disfrutan de verdad del amor son las que forman equipo.
Poner en el centro los cuidados significa que nuestra relación va a estar basada en los buenos tratos, la ternura y el compañerismo, también cuando haya conflictos, y mientras duren las crisis de pareja.
¿Y cómo cuidarse cuando hay problemas? Podemos cuidar nuestras palabras para evitar hacer daño a la otra persona, podemos cuidar nuestras emociones para que la ira o la rabia no hagan sufrir a la otra persona.
Podemos hacer autocrítica amorosa en pareja evitando los malos tratos, y la violencia verbal, psicológica y emocional. Podemos hablar mucho para reparar el daño y para encontrar soluciones.
Poner en el centro los cuidados significa trabajar para ser mejor persona y para que la relación mejore también. Significa tomar conciencia de cómo nos relacionamos, aprender cada día, saber reconocer los errores, analizar qué se puede mejorar, hacer cambios… para que una relación dure hay que alimentarla y cuidarla, desde el principio hasta el final.
Porque también al final hay que cuidarse mucho: el amor no es una guerra. Hay que separarse con cariño y tratando de no hacernos daño, de hacer las cosas bien, de repartir de un modo justo las pertenencias en común.
Hay que cuidar también a los demás a nuestro alrededor, porque cuando nos separamos no solo sufre la pareja, también los hijos e hijas, padres y madres, amigos y amigas lo pasan fatal. Así que hay que intentar que la separación sea lo más amorosa posible, y cuidarse mutuamente hasta el final.
A veces también hay que cuidarse más allá del final si se comparten hijos e hijas.
Son más bonitos los finales felices que los finales dramáticos.
Y los duelos son más llevaderos.
No es fácil pelearse con amor, y no es fácil separarse con amor. Pero lo cierto es que se sufre menos cuando las dos personas nos relacionamos desde la Ética del Amor y la Filosofía de los Cuidados.
Conclusión
Amar es un trabajo de cuidados y aprendizaje constante. Estar en una relación es estar siempre aprendiendo a ser mejor persona, a dar y recibir amor, a cuidar de ti misma y a cuidar a la otra.
Los cuidados deben ser siempre mutuos y compartidos: solo así se puede construir una relación de amor del bueno.
Coral Herrera Gómez
6 de febrero de 2025
Encuentro virtual con Coral Herrera el 9 de febrero
El domingo 9 de febrero tenemos un encuentro virtual a las 19 horas de España en mi página de Patreon.
Vamos a hacer juntas nuestro propio plan de liberación, y podrás lanzar a Coral todas las preguntas que quieras.
Puedes unirte pagando puntualmente 5 euros,
haciendote suscriptora de Patreon (3 euros al mes)
o convirtiéndote en mecenas (6 euros al mes)
¿Te vienes con nosotras?
22 de enero de 2025
Libre del rencor y del deseo de venganza
A lo largo de estos años he conocido a muchas mujeres y hombres atrapados en el rencor contra su pareja y su ex pareja. Y lo que veo es que cuando el rencor es muy grande, las parejas viven en un infierno constante. Pero cuando se separan y el rencor sigue, el infierno que viven es aún peor.
Yo les explico que si además de rencor sientes afán de venganza y tu vida gira alrededor de la necesidad de hacerle daño a tu ex pareja, el sufrimiento no solo no disminuye, sino que se hace más grande y afecta a todo tu entorno. Lo sufre tu familia, que te ve sufrir. Lo sufren tus hijos e hijas, tus amigos y amigas, y toda tu gente alrededor.
Vivir en constante estado de guerra contra tu ex te hace esclavo/a del odio, el rencor y el deseo de venganza, porque nunca se sacia, por mucho daño que le hagas a la otra persona. El odio es una emoción muy poderosa y nos destruye a nosotros también, no solo a la persona a la que odiamos
Cuando estás atrapado en el dolor resulta casi imposible rehacer tu vida, porque tus energías no están puestas en el presente y en el disfrute, sino en la guerra. Es muy difícil que una nueva pareja aparezca, y más difícil aún que soporte el grado de obsesión que tienes con tu ex.
Porque cuando un ex está demasiado presente en una casa, para bien o para mal, la otra persona se siente desplazada. Si no has logrado cerrar una historia, todo el mundo puede ver tu herida abierta. Por mucho que disimules, tu nueva pareja sabe que esa herida está ahí, y se siente en una posición secundaria, por mucho que le digas que le amas.
¿Cómo saber si te está devorando el rencor? Cuando en lugar de disminuir con el paso de las semanas o los meses, aumenta. Cuando sientes que nunca has tenido suficiente y te prometes a ti mismo o a ti misma no dejar jamás de hacer sufrir a tu enemigo/a, cuando te juras que no vas a parar hasta el día en que te mueras.
Cuando el rencor te pudre por dentro, tú estás plenamente convencido/a de que como has sufrido mucho (porque tu pareja se desenamoró y te dejó, porque te puso los cuernos, porque te mintió...), tienes derecho a hacerle sufrir, y lo justificas como un acto de reparación. Pero no es cierto: no te repara portarte mal con la otra persona, porque no hay ningún momento en que te digas a ti mismo/a: "Ya está la deuda saldada, paro ya"
Siempre necesitas más. Nunca tienes suficiente. Quieres que todo el mundo se ponga de tu parte para que la otra persona se quede sola. Piensas que tienes derecho a ser mala persona. No tienes remordimientos de ningún tipo. Todo tu afán se centra en machacar. Ni perdonas ni olvidas. Tú tienes una misión, como los héroes de las pelis de acción, y no te importan los medios para conseguir tus fines.
No quieres volver con la otra persona, pero cuando te preguntan qué quieres, no sabes qué responder. Si te preguntan hasta cuando vas a seguir así, sumida/o en la rabia y la destrucción, tampoco sabes responder.
Tus victorias te saben a poco. No te alivia para nada ver sufrir a la otra persona. De hecho te importa muy poco, porque crees que tu dolor es siempre más grande, así que si lo está pasando mal, tú no te conmueves lo más mínimo.
Lo que sí te conmueve y te repatea las entrañas es que tu pareja sea feliz y le vaya bien. Eso te pone todavía más agresivo/a, y refuerza tu objetivo de hacerle la vida imposible. Es tan intenso tu rencor, que nunca te paras a pensar en cómo afecta a tus hijos e hijas, porque te sitúas en el papel de víctima y crees que eso justifica tu comportamiento.
Curiosamente, las víctimas de violencia machista no les sucede esto. Las mujeres, por ejemplo, que han sufrido malos tratos y agresiones sexuales, físicas, psicólogicas, emocionales y económicas de sus parejas, no desean guerrear contra su ex, lo que quieren es liberarse del odio y el rencor de su ex contra ellas. No entran en batalla para intentar joderles la vida: lo que quieren es huir y ser libres, y no volver a saber nada de esa persona. Porque ellas saben que ante la violencia de sus agresores y femicidas, nunca van a ganar. No es una lucha de poder entre dos personas: lo que desean las víctimas es no ser asesinadas, recuperar la libertad y poder vivir en paz. Muchas necesitan años y años de terapia psicológica para poder superar el trauma.
Los hombres agresores, sin embargo, ni piden ayuda ni van a terapia. Viven atrapados en el odio y el rencor: todos los días matan a 140 mujeres en el planeta, una cada diez minutos. No soportan que su pareja quiera terminar la relación, y mucho menos si es porque se ha emparejado de nuevo: o bien las asesinan, o asesinana a sus hijos e hijas, o bien se pasan la vida intentando hacerles daño, a ellas, a sus criaturas y a sus mascotas.
Estos hombres sienten que ya no tienen nada que perder. Están tan dañados por el rencor que se ven incapaces de rehacer su vida, de enamorarse de nuevo, de dejar el pasado atrás. Viven aferrados a ese pasado y no tienen ningún tipo de horizonte de futuro: muchos se suicidan, pero la gran mayoría matan antes a la ex compañera para que se vaya con ellos. Este es el nivel de obsesión y maldad al que llegan los hombres machistas cuando se sienten dolidos o traicionados, y cuando les invade el afán de venganza.
Las mujeres no asesinamos a nuestros ex cuando deseamos vengarnos y nos sentimos invadidas por el rencor. Lo que intentamos es hacerles daño emocionalmente, a ellos y sobre todo a las mujeres con las que ellos se relacionan. Sí, hay mujeres muy destructivas, hay mujeres que son malas personas. Pero lo más común en nosotras es que la agresividad estalle más contra nosotras mismas y contra otras mujeres, que contra los hombres. Esta destructividad aparece en forma de adicciones, depresiones, trastornos mentales, intentos de suicidio, o tomando decisiones terribles para complicarse la vida al máximo.
Sin embargo, a diferencia de los hombres, las mujeres tenemos más facilidad para pedir ayuda profesional cuando nos damos cuenta de que nos estamos destruyendo a nosotras mismas. Los hombres se suicidan más, y matan a sus compañeras porque no saben cómo manejar sus emociones. Las mujeres nos deprimimos y pedimos ayuda. Muchas logran salir, aunque no es nada fácil porque el sufrimiento crea adicción.
El romanticismo patriarcal nos ha hecho creer que el amor debe ser para siempre y que si tu amado o amada deja de quererte, te está traicionando, es "el malo" de la película, y se merece pasarlo mal. Nos cuesta mucho asumir que las personas nos dejan de amar, que el amor no es eterno, y que todos y todas tenemos derecho a dejar las relaciones en las que no somos felices.
Nuestro ego herido puede llegar a ser muy violento: no soportamos el rechazo, lo sentimos como una derrota. Y por eso nuestra autoestima se desploma y se activa nuestro deseo de venganza.
¿Qué necesitamos para aceptar que ya no nos quieren más? Mucha humildad para la aceptación.
Y tomar conciencia de que el odio y el rencor son adictivos y te esclavizan.
Pero además, necesitamos herramientas para separarnos con amor. No sabemos cómo decirle a la pareja con honestidad y cariño "ya no quiero seguir contigo". No sabemos cómo iniciar el proceso poniendo en el centro los cuidados. No sabemos tampoco manejar el dolor ni el rencor. No nos enseñan en el colegio a cuidar nuestras emociones para que no hagan daño a los demás.
Porque esta es la clave para liberarte del rencor: manejar las emociones desde una perspectiva ética. Es plantearse a ti mismo/a: "¿cómo hago para que mi miedo, mis celos, mi envidia, mi rencor no me arrasen a mí y no hagan sufrir a los demás?"
Todos tenemos un mecanismo interno de regulación que nos permite controlarnos a nosotros/as mismas. Algunos lo tienen más desarrollado que otros, pero es algo en lo que se puede entrenar a diario. Cuando no nos funciona, entramos en una espiral obsesiva y destructiva.
Esta capacidad para autorregularnos es lo que nos permite sobrevivir a los golpes de la vida. Con ella podemos calmar nuestras emociones, expresarlas, llorarlas y después de un tiempo de duelo, tirar hacia delante y empezar con ilusión una nueva etapa en nuestras vidas.
¿Por qué muchos no pueden empezar una nueva etapa? El ego es obsesivo e insaciable. Puedes explicarle que jamás ganaremos la guerra, que todo el mundo saldrá herido, que las heridas no cicatrizarán nunca, que nos invadirá la amargura, pero le da igual. Cree que será feliz destruyendose y destruyendo al ex.
Entonces, ¿cómo liberarnos? Creo que nos puede ayudar mucho el imaginarnos en el futuro libres del rencor, haciendo nuestras vidas, y en paz con nosotros mismos/as.
En esto consiste la liberación: quitarse las cadenas, poder vivir en calma, estar tranquilo/a, y sentirse libre del pasado. Para lograrlo hay que cerrar la historia dentro de una misma/o, olvidarse del ex, mirar al futuro con alegría y animarnos a nosotras mismas a echar a volar.
Hay que trabajar mucho el ego y la humildad para que puedas aceptar que no se puede volver atrás y que no tienes por qué ser el centro de la vida de tu ex. Hay que trabajar mucho por dentro para entender por qué nos está costando tanto afrontar la nueva etapa de nuestras vidas, porque quizás no es tu ex lo que te impide dar el salto, sino tu miedo a los cambios.
El rencor es una cárcel en la que nos encerramos, y desde ahí no podemos aprender cosas nuevas, ni experimentar nuevas vivencias, ni construir nuevas relaciones. Tampoco podemos olvidar. Y el olvido es necesario para poder avanzar: no importa si perdonas o no perdonas. Lo importante es que la otra persona y lo que sientes por ella no tenga poder sobre tí.
Para terminar, te propongo un ejercicio de visualización: el rencor es como un agujero negro por el que se nos va toda la energía, y por eso cuando logramos salir de ahí es cuando empezamos a amar tanto la vida. Solo con las alas desplegadas podemos apreciar todo el amor que tenemos dentro, y alrededor de nosotras.
Cierra los ojos e imagina que te levantas, te quitas la mochila del rencor, y abres la puerta de la jaula. Respiras hondo, miras al horizonte, bates tus alas, y te lanzas al vacío:
que disfrutes mucho del vuelo.
Coral Herrera Gómez
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19 de enero de 2025
Tenemos un problema: los niños son cada vez más violentos
Soy madre de un hijo varón de 8 años, y además soy formadora en institutos y colegios, en los que imparto charlas sobre el tema del amor romántico y la violencia machista desde hace doce años.
Como madre, como profesora e investigadora, y como ciudadana, me siento cada vez más alarmada por el aumento de la violencia escolar, el machismo y la misoginia, el consumo de porno y la violencia sexual. Estoy tratando de educar a mi hijo para que sea buena persona, para que no sea machista, para que aprenda a relacionarse con las mujeres desde el respeto, la igualdad, la ternura y el compañerismo. Estoy educando a mi hijo para que no odie a las niñas, para que no se sienta superior a ellas, para que no las maltrate, ni abuse, ni ejerza violencia contra ellas, ni en la infancia ni en la adolescencia, ni en la adultez.
Pero siento que estoy luchando contra el mundo entero, y que la mía es una tarea titánica, una especie de odisea.
En primer lugar, porque estoy intentando educar a mi hijo para que no sea un adicto a las pantallas. Y en segundo lugar, porque la gente no ha tomado conciencia de lo peligrosas que son para el cerebro y la personalidad de los menores.
A mi me gustaría que mi hijo tenga la capacidad de analizar la ideología machista y patriarcal insertos en todos nuestros relatos, en todos los formatos y canales: chistes, canciones, dibujos animados, series de televisión, videojuegos, películas, anuncios publicitarios, y vídeos en redes sociales. Sólo así podrá identificar los valores que le están vendiendo, y podrá trabajar en sí mismo para defenderse de la cultura del odio y la violencia que imprena toda nuestra cultura.
Los niños sufren cada vez más adicciones
Las niñas están en peligro
Los agresores machistas son cada vez más jóvenes, así como las víctimas. La violencia sexual contra niñas y adolescentes se está disparando: la Fiscalía General del Estado (FGE) ha alertado de un "alarmante" incremento del 116% de las agresiones sexuales perpetradas por menores en España en el último lustro.
Trabajo en proyectos de intervención, sensibilización y formación con menores desde el 2012. En estos últimos años tanto yo como mis compañeras formadoras hemos percibido que cada vez es más difícil hablar sobre igualdad, derechos humanos, y relaciones sanas. El ambiente en las aulas es cada vez más hostil, porque los chavales dicen que se sienten culpabilizados, y discriminados: sienten que los avances feministas les están quitando "derechos", aunque en realidad lo que están perdiendo son privilegios.
En todos los centros hay grupos de chicos que intentan boicotear las charlas y llevar el debate a la guerra entre sexos: "las mujeres también matan", "también hay mujeres maltratadoras", "la mayoría de las denuncias son falsas", y cada vez está más extendida la idea de que la violencia de género no existe, que es un invento del feminismo. Muchos de ellos son apoyados por sus profesores, que sostienen los mismos discursos que lanza la ultraderecha en España.
Además, los influencers, youtubers y streamers misóginos y anti feministas son sus principales referentes: se trata de jóvenes conservadores y reaccionarios que no sólo elaboran discursos anti feministas, sino que también se dedican a disfundir bulos, arremeter contra las personas inmigrantes, y a ensalzar la dictadura de Franco. Al final de sus vídeos te venden un curso para que puedas hacerte millonario sin trabajar, y puedas vivir a cuerpo de rey, como ellos hacen: se forran vendiendo humo y se empadronan en Andorra para no tributar en España.
La influencia de estos referentes es enorme: sus discursos victimistas enganchan mucho más que los referentes de hombres igualitarios que se responsabilizan y hacen autocrítica para ser menos machistas y para ser mejores personas. Los miembros de la machosfera no sólo se dedican a ofrecer datos falsos a la población juvenil, sino también a acosar en redes a las principales figuras del feminismo, alentando a sus seguidores a sumarse a las campañas de cancelación que a menudo van acompañadas de amenazas de muerte. Estos machos viven obsesionados con el culto al cuerpo, los ccoches caros, y la acumulación de dinero, poder y mujeres.
Los estudios e informes sobre la juventud nos están ofreciendo cifras que ponen los pelos de punta y explican lo que está ocurriendo. El estudio 3428 'Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género' del CSIC (enero 2024) nos arroja estos datos:
-Aumenta el negacionismo: un 49,2% de encuestados cree que las desigualdades entre hombres y mujeres son pequeñas o inexistentes. También niegan la brecha salarial entre hombres y mujeres: un 3,6% de los hombres cree que las mujeres tienen mejores salarios que los hombres, y un 42,1% cree que mujeres y hombres cobran lo mismo.
- El feminismo “ha llegado demasiado lejos”: un 44,1% de hombres aseguran estar muy o bastante de acuerdo con la afirmación “Se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres”. También un 32,4% de mujeres responde afirmativamente a la idea de que hay hombres discriminados.
Otra investigación que demuestra que el antifeminismo y el negacionismo de la violencia machista ha crecido entre los chicos adolescentes en España es el realizado por Fad Juventud con jóvenes de entre 14 y 17 años.
“Mitos como los de las denuncias falsas, la mujer 'casta y respetable' o la mujer 'santa' y el hombre 'conquistador' "empapan la percepción adolescente sobre esta problemática y consiguen que el imaginario sobre violencia de género esté lleno de confusión y negacionismo, a la vez que dificulta la construcción de relaciones sanas en esta etapa de la vida" Nerea Boneta-Sádaba (2024)