Soy madre de un hijo varón de 8 años, y además soy formadora en institutos y colegios, en los que imparto charlas sobre el tema del amor romántico y la violencia machista desde hace doce años.
Como madre, como profesora e investigadora, y como ciudadana, me siento cada vez más alarmada por el aumento de la violencia escolar, el machismo y la misoginia, el consumo de porno y la violencia sexual. Estoy tratando de educar a mi hijo para que sea buena persona, para que no sea machista, para que aprenda a relacionarse con las mujeres desde el respeto, la igualdad, la ternura y el compañerismo. Estoy educando a mi hijo para que no odie a las niñas, para que no se sienta superior a ellas, para que no las maltrate, ni abuse, ni ejerza violencia contra ellas, ni en la infancia ni en la adolescencia, ni en la adultez.
Pero siento que estoy luchando contra el mundo entero, y que la mía es una tarea titánica, una especie de odisea.
En primer lugar, porque estoy intentando educar a mi hijo para que no sea un adicto a las pantallas. Y en segundo lugar, porque la gente no ha tomado conciencia de lo peligrosas que son para el cerebro y la personalidad de los menores.
A mi me gustaría que mi hijo tenga la capacidad de analizar la ideología machista y patriarcal insertos en todos nuestros relatos, en todos los formatos y canales: chistes, canciones, dibujos animados, series de televisión, videojuegos, películas, anuncios publicitarios, y vídeos en redes sociales. Sólo así podrá identificar los valores que le están vendiendo, y podrá trabajar en sí mismo para defenderse de la cultura del odio y la violencia que imprena toda nuestra cultura.
Los niños sufren cada vez más adicciones
Uno de los grandes problemas a los que nos enfrentamos es el aumento de las víctimas menores de edad que sufren adicción a las pantallas.
Los expertos y expertas se muestran preocupadas por los efectos que tiene la adicción a las pantallas, a nivel físico, emocional e intelectual.
Uno de cada cinco jóvenes está en riesgo de uso adictivo por las pantallas:
el estudio elaborado por DKV y la ONG Educar es Todo evidencia la relación entre un uso incorrecto de la tecnología y los trastornos emocionales de los adolescentes. Tras entrevistar a más de 1.400 niños de entre 10 y 17 años, 1.600 familias y una centena de docentes, la investigación reveló que el 45% de los adolescentes reconoce tener problemas para desconectarse de la tecnología y más de la mitad acude a los dispositivos electrónicos (móviles, tabletas, ordenadores, etc.) para estar mejor cuando se han sentido solos, tristes o enfadados. Además, más de uno de cada tres asegura que come o cena con un dispositivo tecnológico y la mitad que se lleva el móvil a la habitación al irse a dormir.
Los síntomas que sufren las niñas y los niños adictos son variados, pero el indicador más claro es la ansiedad y la angustia que sienten cuando les pides que apaguen el dispositivo (tablet, teléfono, videoconsola, ordenador, etc), y la agresividad con la que reaccionan cuando se lo quitan de las manos.
Los menores de edad que sufren adicción a las pantallas presentan los siguientes problemas:
- trastorno del sueño.
- abandono de sus pasiones y aficiones.
- irritabilidad y mal humor.
- bajada en el rendimiento escolar
- faltan más a clase
- tendencia al aislamiento y problemas para socializar
- tristeza y desolación cuando no tienen una pantalla en sus manos
- dificultad para manejar el síndrome de abstinencia
- reacciones violentas cuando les quitas las pantallas.
Además están los problemas de salud derivados del sedentarismo: obesidad, dolores de espalda, riesgo de sufrir diabetes, enfermedades cardiovasculares, depresión y ansiedad.
Investigaciones citadas por The Guardian indican que "el uso excesivo de redes sociales y el consumo compulsivo de contenido de baja calidad —desde noticias sensacionalistas hasta teorías conspirativas y entretenimiento vacuo— puede literalmente reducir la materia gris, acortar la capacidad de atención y debilitar la memoria: es lo que se conoce ahora como la "podedumbre cerebral"
Salud mental de la población infantil y juvenil
Si además le sumamos el grave deterioro de la salud mental y emocional en la población infantil y juvenil que se ha experimentado en todo el mundo después de la pandemia de COVID 19, podemos darnos cuenta de que el uso de Internet no mejora el panorama, sino que lo empeora.
Los expertos y expertas están alarmados por el aumento de las depresiones y de los suicidios. Más de 1 de cada 7 adolescentes de 10 a 19 años en todo el mundo tiene un problema de salud mental diagnosticado, según una investigación llevada a cabo por Gallup para el próximo
informe Changing Childhood de UNICEF, un promedio del 19% de los jóvenes de 15 a 24 años de 21 países declararon en el primer semestre de 2021 que a menudo se sienten deprimidos o tienen poco interés en realizar alguna actividad.
Los niños varones tienen mayor riesgo de tener conductas suicidas, porque 2 de cada 3 personas que se suicidan en el mundo son hombres. Según el estudio del
Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de la FAD 'La caja de la masculinidad', “el tipo de posicionamiento frente a la masculinidad tiene un claro impacto sobre la salud mental”. En España, en 2021, 4.003 personas murieron por suicidio: 2.982 hombres y 1.021 mujeres. Los datos indican que hay 12,8 suicidios por cada 100.000 hombres y 4,2 por cada 100.000 mujeres.
Una investigación del
Laboratorio de Innovación Audiovisual de RTVE muestra que TikTok no filtra los contenidos por edad. TikTok está en el punto de mira de la Comisión Europea por su diseño adictivo y sus publicaciones nocivas para el menor porque expone a los menores a contenidos sobre suicidio, autolesiones, armas, estafas y pornografía.
En este artículo nos detallan cómo impactan las pantallas en la salud mental y emocional de nuestros adolescentes.
La violencia escolar y el bullying aumentan en las aulas
La mitad de los adolescentes del mundo sufre violencia en la escuela,
según datos de UNICEF: "La mitad de los estudiantes de entre 13 y 15 años de todo el mundo –alrededor de 150 millones— declaran haber experimentado violencia entre pares en las escuelas y en sus inmediaciones"
- un 9,53% del alumnado señala haberse sentido acosado y un 9,2% haber sufrido ciberacoso.
- el 4,58% admite haber acosado alguna vez a un compañero y el 4,62% haber ciberacosado a una persona.
- entre las familias, el 7,7% afirma que cree que su hijo ha sido acosado.
Cuando han presenciado una situación de acoso, el 30,9% de los alumnos y alumnas indica habérselo comunicado a un profesor, el 20,17% a un familiar y el 14,8% a un compañero. El 9,83% señala haberse enfrentado al acosador y el 7,17% no supo qué hacer.
Acoso y suicidio: el 21% de víctimas y el 25% de acosadores
han intentado suicidarse en España. Cada vez son más las víctimas que se suicidan, pero el pacto de silencio que protege a los agresores no se rompe. Los equipos directivos de muchos centros escolares no quieren problemas, pese a que existen protocolos para proteger a las víctimas del bullying. Los padres y las madres de los agresores tampoco quieren asumir el problema, y a menudo lo minimizan: "son cosas de niños", "mi niño nunca haría eso", "ese niño provocó a mi hijo". El proceso para que se ponga en marcha la protección de las víctimas es muy lento, y la mayor parte de los casos acaban con una solución: obligar a las víctimas a cambiar de colegio, y dejar impunes a los agresores.
La lucha del profesorado para erradicar la violencia en las aulas no está reconocida, ni se facilita desde las instituciones educativas. Uno de los mayores problemas es la ratio: con 30 o 40 alumnos en clase es imposible hacer frente a todas las situaciones a las que se enfrentan a diario. También la sobrecarga de trabajo les impide ayudar a las víctimas, y falta formación en el profesorado, que necesita más herramientas y más tiempo para poder volcarse en estos casos.
En nuestra cultura patriarcal, los menores aprenden a ejercer la violencia entre risas. Disfrazan la violencia de bromas, comentarios despectivos en tono humorístico, y burlas crueles. Esto de humillar públicamente a alguien para que se rían los demás lo hacemos también las personas adultas: aprenden de nosotros y nosotras.
Adicción al porno: los niños son expuestos desde los 8 años
Sí, desde los 8 años, a veces antes. El informe de Save The Children nos explica que casi 7 de cada 10 adolescentes consumen pornografía y acceden a contenidos sexuales desde edades muy tempranas (de los 8 a los 12 años), y empiezan a consumirla de forma regular a los 14.
Nunca los niños habían tenido acceso a tal cantidad de pornografía: les llega por todos los canales a todas horas, todos los días. En los videojuegos les aparecen anuncios de páginas porno a las que acceden con un solo clic: la mayoría de los niños reciben contenidos pornográficos sin buscarlos.
La experta en pornografía y adolescencia Marina Marroquí afirma: “Los niños no buscan el porno, el porno los encuentra a ellos”, indica. “Es prácticamente imposible escapar: está en el chat de la play, en Twitter, en grupos de WhatsApp, cuando descargan una aplicación... el porno que les llega es sádico y de extrema violencia”
Conforme aumenta el consumo de porno, aumenta la misoginia en los discursos y producciones audiovisuales difundidos en redes sociales, aumentan las víctimas de violencia sexual, violencia verbal y psicológica, violencia física, y también aumenta el nivel de crueldad ejercida por varones jóvenes contra niñas y adolescentes.
En estas últimas décadas está aumentando la cantidad de adolescentes que sufren adicción al porno.
La adicción a las pantallas y al porno se desarrollan a menudo de forma simultánea, lo que afecta a la salud mental y emocional de los chicos, pero también a sus relaciones sexuales y sentimentales con chicas.
Muchos de ellos afirman que no consiguen tener erecciones haciendo el amor: sólo se excitan si pueden ejercer prácticas sádicas con sus parejas (escupitajos, bofetones, azotes, insultos, penetraciones anales con dolor, ahorcamientos simulados, vejaciones, etc)
Muchos adictos al porno confiesan que
sienten asco de sí mismos, pero que no pueden dejar de consumir porno. La mayoría de los adictos cosifican a las mujeres y se relacionan con ellas como objetos de usar y tirar, y solo saben relacionarse con mujeres de pago: muchos de ellos tienen dificultades para relacionarse con mujeres que no se subordinan ni se someten a ellos.
Tienen miedo de tener contacto físico real, y ello también les impide construir relaciones sanas e igualitarias.
Las niñas están en peligro
Los agresores machistas son cada vez más jóvenes, así como las víctimas. La violencia sexual contra niñas y adolescentes se está disparando: la Fiscalía General del Estado (FGE) ha alertado de un "alarmante" incremento del 116% de las agresiones sexuales perpetradas por menores en España en el último lustro.
Los agresores son principalmente sus novios.
Los vídeos más buscados en las webs pornográficas son de violaciones grupales. En España han aumentado en un 64% las violaciones de grupos de chicos contra niñas y adolescentes, y el 10% de las agresiones son grabadas y difundidas en redes sociales
según el Informe de Save The Children,
El machismo les entra por los ojos
Los contenidos que consumen están basadas en la exaltación y glorificación de la violencia. Persecuciones, peleas, tiroteos, torturas, palizas, apuñalamientos, bombardeos: los dibujos infantiles, las películas y los videojuegos convierten la violencia en un espectáculo y es el tema central que atraviesa toda nuestra cultura. La violencia está normalizada en nuestra cultura, y funciona como un anestesiante social: la adicción a la violencia hace que los espectadores necesiten cada vez más nivel de crueldad y brutalidad, del mismo modo que les sucede a los hombres adictos al porno (para lograr excitarse necesitan contenidos cada vez más extremos)
Muchos cuidan la comida que consumen sus hijos para que sea sana y equilibrada, pero todavía no cuidan lo que consumen sus hijos a través del cerebro. Y son incapaces de relacionar las conductas violentas de sus hijos e hijas con los contenidos que consumen a través de las pantallas.
¿Qué valores ofrecen los contenidos que consumen nuestros hijos e hijas? La ideología del patriarcado y del capitalismo, cuyos valores y principios están basados en el individualismo, el egoísmo, el supremacismo blanco, las estructuras de dominación y sumisión, el utilitarismo, la acumulación y el acaparamiento, las luchas de poder, las jerarquías humanas, la explotación y la violencia.
Los niños y niñas aprenden a ser hombres y mujeres bajo los mandatos sociales y de género, y los estrereotipos que les dictan cómo deben comportarse, vestirse, pensar y sentir según sean hombres o mujeres. Lo aprenden de una forma inconsciente, y después lo interiorizan: aprenden a relacionarse consigo mismos y con el otro sexo desde la misoginia, que es el odio contra las mujeres.
¿Cómo interiorizan las niñas este odio? A través de la tiranía de la belleza: muy pronto aprenden a odiar su propio cuerpo y a invertir toneladas de tiempo y dinero en estar guapas para ser elegidas por los machos alfa. Se someten a tratamientos perjudiciales para la salud, se meten al quirófano, y sufren trastornos alimentarios: el uso de filtros en redes sociales está provocando que muchas de ellas no se reconozcan cuando se miran al espejo.
Además, el neoliberalismo les ha hecho creer que su cuerpo es un producto, una mercancía, un objeto con el que ganar dinero. Les están engañando a todas con la idea de que poner el cuerpo al servicio del patriarcado y del capitalismo es muy empoderante, que hipersexualizarse es algo muy transgresor, y que convertirse en sirvienta sexual de un hombre o de varios es un acto muy feminista. No les dicen que los que de verdad ganan dinero con el negocio de los cuerpos femeninos son los hombres: las mujeres solo tenemos un cuerpo, los hombres tienen cientos y miles de cuerpos para comerciar con ellos. Son los dueños de las plataformas de la industria pornográfica, de los pisos y los burdeles, y de las redes de chicas nuevas que mueven por toda Europa y EEUU.
Cada vez más machismo en las relaciones de pareja
Paralelamente, las relaciones de pareja entre chicos y chicas están impregnadas de machismo y misoginia. Según los estudios sobre el tema, la forma en que los adolescentes se relacionan está basada en mecanismos de dominación y sumisión, vigilancia y control.
Los adolescentes siguen romantizando la violencia machista y siguen creyendo que los celos son una prueba de amor, que tu novio te de una bofetada es algo "normal", y que para amar hay que sufrir, sacrificarse, renunciar y asilarse socialmente para no hacer daño a la pareja y para demostrar que realmente quieres a la otra persona.
Esto es fuente permanente de conflictos, tanto en la vida real como en la virtual, y son muchas las parejas de adolescentes inmersas en relaciones de maltrato mutuo que confunden con amor romántico. Son relaciones basadas en la vigilancia, el control, la sumisión en la que ambos miembros se limitan la libertad y atentan contra los derechos humanos "en nombre del amor". En la mayoría de estas parejas sus miembros están expuestos a unas elevadas dosis de sufrimiento y sentimientos como el odio o el afán de venganza, pero para muchas niñas y chicas adolescentes intentar salir de este tipo de relaciones puede convertirse en un auténtico infierno.
Porque a los verones adolescentes les cuesta cada vez más aceptar un "no". En los contextos de ocio y fiesta es muy evidente que los chicos confunden el proceso de cortejo con el acoso: no aceptan rechazos de chicas. Creen que se están haciendo las difíciles y que la clave para poder follar con ellas es insistir hasta el agotamiento. No aceptan un "no", y la prueba más evidente es el
aumento de delitos por sumisión química: las chicas no pueden perder de vista su bebida por miedo a que les echen algo en la bebida para violarlas. Este tipo de delito
ha aumentado un 75% en España en el último año.
El machismo y la escasa tolerancia a la frustración lleva a los jóvenes a no aceptar que su pareja quiera romper la relación, y reaccionan con violencia cuando ellas quieren huir. Muchas chicas permanecen en relaciones de dominación y sumisión por miedo, pero también porque creen que sufrir, renunciar, sacrificarse, someterse y servir a los hombres es una prueba de amor.
Los mitos románticos siguen muy presentes en los relatos dirigidos a menores, y cada vez hay más influencers jóvenes invitando a las chicas a convertirse en perfectas esposas y sirvientas domésticas, por un lado, o a convertirse en sirvientas sexuales de uno o varios "sugar daddy" que las mantengan.
Las chicas sufren cada vez más violencia:
- En España, la cifra de menores con novios o exnovios que las maltratan o denigran ha crecido un 87% desde 2018,
según la Fundación ANAR. El 70% no denuncia ni tiene intención de hacerlo.
Los chicos cada vez más de derechas, las chicas cada vez más de izquierdas: ellos son machistas, ellas feministas.
Trabajo en proyectos de intervención, sensibilización y formación con menores desde el 2012. En estos últimos años tanto yo como mis compañeras formadoras hemos percibido que cada vez es más difícil hablar sobre igualdad, derechos humanos, y relaciones sanas. El ambiente en las aulas es cada vez más hostil, porque los chavales dicen que se sienten culpabilizados, y discriminados: sienten que los avances feministas les están quitando "derechos", aunque en realidad lo que están perdiendo son privilegios.
En todos los centros hay grupos de chicos que intentan boicotear las charlas y llevar el debate a la guerra entre sexos: "las mujeres también matan", "también hay mujeres maltratadoras", "la mayoría de las denuncias son falsas", y cada vez está más extendida la idea de que la violencia de género no existe, que es un invento del feminismo. Muchos de ellos son apoyados por sus profesores, que sostienen los mismos discursos que lanza la ultraderecha en España.
Además, los influencers, youtubers y streamers misóginos y anti feministas son sus principales referentes: se trata de jóvenes conservadores y reaccionarios que no sólo elaboran discursos anti feministas, sino que también se dedican a disfundir bulos, arremeter contra las personas inmigrantes, y a ensalzar la dictadura de Franco. Al final de sus vídeos te venden un curso para que puedas hacerte millonario sin trabajar, y puedas vivir a cuerpo de rey, como ellos hacen: se forran vendiendo humo y se empadronan en Andorra para no tributar en España.
La influencia de estos referentes es enorme: sus discursos victimistas enganchan mucho más que los referentes de hombres igualitarios que se responsabilizan y hacen autocrítica para ser menos machistas y para ser mejores personas. Los miembros de la machosfera no sólo se dedican a ofrecer datos falsos a la población juvenil, sino también a acosar en redes a las principales figuras del feminismo, alentando a sus seguidores a sumarse a las campañas de cancelación que a menudo van acompañadas de amenazas de muerte. Estos machos viven obsesionados con el culto al cuerpo, los ccoches caros, y la acumulación de dinero, poder y mujeres.
Los estudios e informes sobre la juventud nos están ofreciendo cifras que ponen los pelos de punta y explican lo que está ocurriendo. El estudio 3428 'Percepciones sobre la igualdad entre hombres y mujeres y estereotipos de género' del CSIC (enero 2024) nos arroja estos datos:
-Aumenta el negacionismo: un 49,2% de encuestados cree que las desigualdades entre hombres y mujeres son pequeñas o inexistentes. También niegan la brecha salarial entre hombres y mujeres: un 3,6% de los hombres cree que las mujeres tienen mejores salarios que los hombres, y un 42,1% cree que mujeres y hombres cobran lo mismo.
- El feminismo “ha llegado demasiado lejos”: un 44,1% de hombres aseguran estar muy o bastante de acuerdo con la afirmación “Se ha llegado tan lejos en la promoción de la igualdad de las mujeres que ahora se está discriminando a los hombres”. También un 32,4% de mujeres responde afirmativamente a la idea de que hay hombres discriminados.
Otra investigación que demuestra que el antifeminismo y el negacionismo de la violencia machista ha crecido entre los chicos adolescentes en España es el realizado por Fad Juventud con jóvenes de entre 14 y 17 años.
“Mitos como los de las denuncias falsas, la mujer 'casta y respetable' o la mujer 'santa' y el hombre 'conquistador' "empapan la percepción adolescente sobre esta problemática y consiguen que el imaginario sobre violencia de género esté lleno de confusión y negacionismo, a la vez que dificulta la construcción de relaciones sanas en esta etapa de la vida" Nerea Boneta-Sádaba (2024)
Los jóvenes varones son más de derechas que nunca, las mujeres son más de izquierdas: así lo recoge el estudio del CSIC. El aumento ha sido de casi un punto en solo cuatro años. Además, los hombres jóvenes se han convertido en el grupo de población más derechizado de toda la sociedad, algo que no había ocurrido nunca hasta ahora.
Los niños, niñas y adolescentes también sufren malos tratos en su hogar
Los niños no solo ejercen violencia, también la sufren por parte de los adultos.
Los tipos de violencia que sufren son: malos tratos físicos, emocionales y psicológicos, abuso sexual infantil, abandono parental, violencia vicaria y maltrato institucional.
- Cada cuatro minutos, en algún lugar del mundo, un niño o una niña muere a causa de un acto de violencia.
-Alrededor de 90 millones de niños y niñas vivos hoy en día han sufrido episodios de violencia sexual. 650 millones de niñas y mujeres (1 de cada 5) vivas en la actualidad fueron víctimas de violencia sexual en su infancia, de las cuales más de 370 millones (1 de cada 8) sufrieron violaciones o agresiones sexuales.
- En entornos frágiles, las niñas se enfrentan a un riesgo incluso mayor, ya que la prevalencia de violaciones y agresiones sexuales en la infancia es ligeramente superior a 1 de cada 4.
- Casi 50 millones de mujeres adolescentes de 15 a 19 años (1 de cada 6) han sido víctimas de violencia física o sexual por parte de sus esposos o compañeros sentimentales en el último año.
- Entre 410 y 530 millones de niños varones y hombres (aproximadamente 1 de cada 7) sufrieron episodios de violencia sexual en la infancia, incluidos entre 240 y 310 millones (aproximadamente 1 de cada 11) que fueron violados o agredidos sexualmente.
- 1.600 millones de niños y niñas (2 de cada 3) sufren castigos violentos en su hogar de manera habitual; más de dos terceras partes son objeto tanto de castigos físicos como de agresiones psicológicas.
- Cada año, la violencia se cobra la vida de un promedio de 130.000 niños, niñas y adolescentes menores de 20 años.
- Los niños varones corren un mayor riesgo de morir a causa de la violencia: 3 de cada 4 niños, niñas y adolescentes muertos a causa de la violencia eran varones.
- El riesgo de morir por un acto de violencia aumenta drásticamente al final de la adolescencia: 7 de cada 10 niños y niñas muertos a causa de la violencia tenían entre 15 y 19 años, la mayoría varones.
- Cerca de 550 millones de niños o niñas (aproximadamente 1 de cada 4) viven en un hogar donde la madre ha sido víctima de actos de violencia causados por su compañero sentimental. Muchos de ellos están expuestos a la violencia vicaria, que es la que ejerce el asesino sobre sus propios hijos para dañar a la madre.
En España los menores empezaron a ser consideradas víctimas de violencia machista en el año 2013. Desde entonces
los agresores han matado a 63 menores, y se estima que
360 se han quedado huérfanos por el femicidio de su madre. Hay
más de 11 mil niños y niñas cuyas madres tienen protección policial y están en riesgo a causa de las amenazas del padre. Muchos de ellos son condenados por el juez a visitar a sus padres o a convivir con ellos pese a las condenas por violencia de género, e incluso existen jueces que quitan la custodia de los niños a las madres protectoras, es lo que se conoce como el fenómeno del "arrancamiento",
el caso más conocido en España es el de Ángela González, cuyo ex marido mató a su hija (la ONU condenó a España por haber permitido al asesino estar con ella sin supervisión), y el caso de Juana Rivas, que ha sufrido unos niveles de violencia institucional gravísimos por parte de jueces y juezas que se han negado una y otra vez a proteger a los dos hijos.
Hay soluciones
Sí, los niños sufren y ejercen violencia, pero los gobiernos no están tomando medidas contundentes, y los medios de comunicación siguen perpetuando la cultura de la violencia.
Los profesionales de la docencia batallan a diario en las aulas contra este problema, y llevan años advirtiéndonos de los efectos del acoso escolar, y de la adicción a las pantallas y al porno con los niños y las niñas, pero por alguna razón, la mayoría de las madres y los padres siguen aún en la hinopia. Seguimos dandole moviles a los niños sin pensar en las consecuencias: es como si les dieramos una bomba y no les enseñaramos a manejarla para que no les explote en la cara.
Muchos se sienten culpables porque no tienen apenas tiempo para la crianza y la educación de sus crías, y lo dejan todo en manos de las pantallas. Saben lo perjudicial que resultan las pantallas, pero no saben cómo poner límite a unos niños y niñas sedientos de dopamina, y tampoco tienen herramientas para ayudarles a desmontar los mitos de los contenidos que consumen, y a tomar conciencia de la ideología que subyace a los relatos.
Los y las expertas recomiendan hablar mucho con nuestros hijos e hijas, pero lo cierto es que la gran mayoría no tienen herramientas para hablarles de la misoginia y la violencia, ni de la manipulación que sufren en redes sociales. En las aulas aún no se enseña a ejercer el pensamiento crítico ni a detectar los principales mecanismos de manipulación que usan los medios y las redes sociales:
apenas tenemos sistemas de defensa para protegernos y para proteger a nuestros hijos e hijas.
Necesitamos que la población tome conciencia, que los gobiernos tomen medidas, y que tanto medios de comunicación, como instituciones educativas e industrias culturales sean capaces de ofrecer las herramientas para que la población pueda identificar los mecanismos de manipulación y aprendan a cuestionar los mensajes con los que les bombardean a diario por tierra, mar y aire.
En las aulas necesitamos coeducación, y proyectos educastivos basados en
la Ética del Amor, la Filosofía de los Cuidados, y el feminismo, para que nuestros hijos aprendan a ser buenas personas y puedan liberarse del miedo y el odio contra las mujeres.
Sólo desde una perspectiva ética los creadores y productores de cultura podrán plantearse qué tipo de valores están transmitiendo en sus producciones, y a quién beneficia la ideología que utilizan para enganchar a la población a sus creaciones.
Pero lo primero de todo es que tomemos conciencia del grave problema que tenemos, y asumamos que en estos momentos, la adicción está dañando a la población infantil y juvenil, y los contenidos que nos están ofreciendo sirven para perpetuar la violencia, el machismo, el racismo, el capacitismo, la xenofobia, la homofobia, y demás enfermedades de transmisión social.
Y desde ahí, podremos empezar a exigir a los gobiernos que implementen políticas públicas que sirvan para ayudar a las familias a manejar la tecnología y a contrarrestar los discursos de la derecha y la extrema derecha.
Coral Herrera Gómez
Artículos relacionados: