30 de noviembre de 2024
29 de noviembre de 2024
El miedo al amor y el odio contra las mujeres
Me han publicado un artículo científico en la Revista Nuevas Tendencias en Antropología y me siento muy feliz:
“El miedo al amor y el odio contra las mujeres: análisis de los origenes de la violencia machista”
Para poder erradicar la violencia de género es necesario ir a la raíz: en este artículo vamos a profundizar en los orígenes de la misoginia y a responder a estas dos preguntas: ¿cómo aprenden los hombres a relacionarse con las mujeres?, ¿cómo son educados desde pequeños para tener miedo al amor y para odiar a las mujeres?
Tomar conciencia sobre el origen del miedo y del odio puede ayudar a los varones a hacer autocrítica amorosa para liberarse de los patriarcados que les habitan, para tomar conciencia de sus privilegios, y para transformar sus relaciones basadas en el abuso y la violencia, en relaciones basadas en la igualdad, la libertad y el compañerismo.
En este artículo vamos a analizar las causas de la guerra mundial contra las mujeres profundizando en los mitos en torno a las mujeres desobedientes y malvadas, el impacto de los mandatos de género en la construcción de la identidad masculina, la forma en cómo afecta a los niños varones el trauma de la separación con la madre, la diferencia en los niveles de desarrollo y maduración con respecto a las niñas, y los complejos de inferioridad y superioridad en los varones educados en el patriarcado.
Ya puedes leer el artículo aquí
19 de noviembre de 2024
Día Internacional del Hombre: 19N
Hoy es el Día Internacional del Hombre 19N. Felicidades a todos los hombres que se trabajan sus patriarcados y desobedecen los mandatos de género, a todos aquellos que renuncian a sus privilegios de macho y que se esfuerzan por ser buenos compañeros, buenos papás y buenas personas.
Yo brindo por todos los hombres responsables, solidarios, y comprometidos con los derechos humanos y con la construcción de un mundo mejor para todas y todos.
Brindo por los que se quitan la corona, por los que entrenan en las artes de la autocrítica amorosa cada día, por los que no miran para otro lado y no se quedan callados ante el machismo de otros hombres.
Brindo por los que están aprendiendo a cuidarse y a cuidar, y a tratar como compañeras a las mujeres, por los que abrazan la igualdad y la libertad, brindo por todos aquellos que alzan la voz contra la violencia machista.
Brindo por todos los que trabajan para que todas las personas podamos vivir una Buena Vida, libre de abuso, explotación y violencia.
Brindo por todos los hombres a los que amo: mi papá, mi hijo, mi compañero, mis sobrinos, mis tíos, mis primos, mis ex, mis amigos y mis compañeros de lucha.
Ojalá seáis cada vez más hombres los que toméis conciencia y os posicionéis contra la violencia y el sistema patriarcal
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14 de noviembre de 2024
¿Cuando empezaron los hombres a odiar a las mujeres?
Los primeros homo sapiens no mataban a las mujeres, porque no existía el patriarcado ni la propiedad privada. Las primeras sociedades humanas eran tribales:, vivian en grupos pequeños, eran nómadas y se alimentaban de los vegetales que recolectaban y los animales que cazaban. Los seres humanos vivían muy pocos años, y eran una especie muy frágil y vulnerable: dependían de la solidaridad y el apoyo mutuo. Trabajan en equipo, todos los miembros del grupo eran importantes, y cada cual aportaba según sus capacidades y habilidades. Cuidaban a sus crías porque eran esenciales para la supervivencia de la gran familia que formaban: si las niñas y los niños morían, no había nuevas generaciones y el clan desaparecía. Las mujeres y los hombres adultos también eran importantes porque eran los que más energía tenían para cazar y recolectar, y para defender al grupo de los animales. Las personas mayores también eran indispensables porque tenían acumulado el conocimiento de todas las generaciones precedentes: sabían curar enfermedades, atender partos, enterrar a los que se iban. Sabían cómo hacer fuego, dónde encontrar agua, verduras y vegetales, insectos y plantas medicinales. Conocían las técnicas de caza, sabían trabajar la arcilla, la piedra y la madera para tallar instrumentos y herramientas, y eran los que transmitían las canciones y los relatos de generación en generación.
Eran también los que sabían leer las estrellas y conocían los rituales para celebrar eventos importantes, como los nacimientos y las muertes o los cambios de estación. Los y las ancianas eran los que tenían la memoria histórica y los que sabían cómo comunicarse con las diosas. Y es que las deidades de la prehistoria eran femeninas, porque las primeras culturas humanas adoraban la abundancia, la fertilidad y la capacidad para gestar nuevas vidas.
En nuestros primeros tiempos no existían las parejas tal y como las conocemos hoy en día. No sabemos mucho de sus relaciones sexuales y afectivas porque no conocían la escritura, solo tenemos huesos, dientes, vasijas, objetos, ropa y algunas herramientas. Pero si sabemos que vivian juntos, que caminaban sin dejar a nadie atrás, que cuidaban a las personas con enfermedades o discapacidades, o accidentadas, y que dependían unos de otros para sobrevivir.
Sabemos que todos aportaban su granito de arena: unos cazaban, otros confeccionaban ropa, otros hacían cestos y para almacenar comida, otros limpiaban las cuevas, otros atendían a las personas enfermas, otros se encargaban de la dimensión espiritual de la comunidad, otros se encargaban de la defensa del grupo frente a los depredadores y a las catástrofes naturales.
Cada cual según su edad y sus conocimientos, todos y todas eran importantes. Las estructuras eran comunitarias: algunos se organizaban en horizontal, y en otros había lideresas y líderes que se encargaban de coordinar el trabajo, de mediar en los conflictos, hacer cumplir las normas de cada grupo, y de las relaciones con otras comunidades humanas. Estos liderazgos solían ser grupales, por ejemplo las personas de más edad de los grupos. Aún hoy muchas comunidades tienen su Consejo de Ancianos y Ancianas.
El patriarcado comenzó cuando dejamos de ser nómadas, inventamos la agricultura y empezamos a domesticar a los animales para poder comerlos. Fue en ese momento cuando inventamos la propiedad privada: esta tierra es mía, esta tierra es tuya. Cada cual trabaja su tierra y se queda con la producción. Con el excedente de los alimentos animales y vegetales, comenzó la acumulación y el acaparamiento. Surgieron los primeros “ricos”, que no solo tenían más riqueza que el resto , sino también más poder. Los que se quedaron sin tierra tuvieron que empezar a trabajar para ellos.
No existían aún las monedas, así que los terratenientes les daban una pequeña parte de lo que producían ellos mismos, y se quedaban con la mayor parte de la cosecha, para intercambiarla por otras cosas con otros productores.
Los terratenientes empezaron a transmitir su patrimonio a los hijos e hijas, y se dieron cuenta de que la única manera de que sus riquezas fuesen a parar a los hijos biológicos era encerrando a las mujeres en el hogar, y haciendo que trabajaran para ellos como si fueran empleadas, pero sin tener que pagarles.
Fue hace 8 mil años cuando los hombres empezaron a explotar la tierra para obtener de ella el máximo rendimiento, y cuando empezaron a explotar a animales y a otros humanos para el trabajo en el campo. Las mujeres empezaron a ser confinadas en las casas y empezaron a sufrir explotación laboral, doméstica, sexual, y reproductiva. Tenían que parir a los herederos de sus esposos, encargarse de la comida, la limpieza, la crianza, y el cuidado de la familia al completo. Además, tenían que trabajar también en el campo y con las ovejas, cabras, vacas, caballos, burros, gallinas, gansos, cerdos, etc Solo los ricos y sus esposas podían liberarse del trabajo en el campo.
Las mujeres y el ganado pasaron a ser objetos, bienes, propiedades de los hombres. Entre ellos se intercambiaban a las mujeres: los padres, vendían a sus hijas a cambio de otros bienes u otros animales, y a través de los casamientos las familias empezaron a unir tierras y patrimonio. Comenzó la herencia, y con ella la desigualdad y la explotación.
Lo explica muy bien Gerda Lerder en su obra, y también podéis leer a Joseph Campbell que nos explica cómo se dio el cambio cultural.
Los hombres empezaron a masculinizar a las deidades: las comunidades humanas dejaron de adorar a la fertilidad, para empezar a adorar la capacidad de dar muerte. Se sustituyó la adoración por la vida a la adoración de la fuerza y la violencia.
Para someter a las mujeres primero tuvieron que aprender a verlas como seres inferiores, a odiarlas y a tratarlas como enemigas. Desde entonces hasta ahora, ese odio no ha desaparecido, y ha mutilado emocionalmente a millones de hombres que sufrieron la contradicción de odiar al grupo humano al que pertenecían sus madres.
Esta herida primaria del macho obligado a separarse de su madre para convertirse en un macho adulto y autónomo sigue abierta hoy en día. No hemos logrado resolver el tema de la autonomía, ni tampoco el trauma de los hombres que para vivir como reyes, se ven obligados a renunciar al amor, y son educados en el odio contra sus propias madres, hermanas, primas, vecinas y compañeras sexuales y sentimentales.
Los hombres empezaron a matarnos cuando las mujeres empezamos a desobedecer, cuando empezamos a hacer frente a las normas injustas, cuando nos resistimos a los mandatos del género, cuando nos impusieron las leyes del patriarcado y empezó la resistencia.
Los hombres empezaron a matarnos cuando las mujeres quisimos romper las relaciones con ellos, e intentamos escapar del abuso y la explotación. Éramos sus propiedades privadas y para los grandes machos era impensable que ejerciéramos nuestros derechos y nuestra libertad, porque éramos parte de su patrimonio, del mismo modo que los animales y las tierras.
Los machos no se contentaron con explotarnos a nosotras y a los demás seres vivos, sino que también empezaron a explotarse entre ellos. Los ricos se aprovecharon de los pobres, y cuando empezaron las guerras por el acaparamiento de territorios, empezaron a tener presos y a hacerlos esclavos.
En el patriarcado todos sufrimos y ejercemos abuso, explotación y violencia sobre los demás. Excepto los que están arriba del todo, que viven como dioses porque tienen todo el poder. Y creen que por su posición dentro de la jerarquía, pueden usar y abusar de los demás.
¿Cual es la compensación que les ofreció el patriarcado a los hombres trabajadores? La posibilidad de hacer lo mismo que los ricos en sus propios hogares. Desde entonces, los hombres viven como reyes en sus casas, aunque fuera de ellas tengan que servir a otros hombres.
Pueden estar muy sometidos en el campo o en la fábrica, pero luego llegan a casa y pueden comportarse como su patrón. Tienen a una mujer, hijas e hijos a su servicio. Y se creen dueños de sus vidas.
Las leyes del patriarcado permitían a los hombres patriarcales golpear, violar y matar a sus compañeras desobedientes. Y por eso hoy en día lo siguen haciendo aunque no sea legal. Están convencidos de que es su derecho. No solo odian a sus compañeras rebeldes, nos odian a todas.
El patriarcado, entonces, no es un orden natural, no es eterno, y se puede derribar, como cualquier otro sistema político, económico y social. Si tenemos en cuenta que la especie homo tiene 2,5 millones de años de antigüedad y el Homo Sapiens tiene 200 mil años, es fácil darse cuenta de que 8 mil años no son nada.
La lucha contra el patriarcado es tan antigua como el patriarcado. Las mujeres llevamos ocho mil años haciendo pedagogía, resistiendo y luchando contra el machismo y la misoginia. Y sabemos que el patriarcado no solo tiene una fecha de inicio, también tiene una fecha final.
Las mujeres feministas creemos y queremos un mundo mejor para todos y todas, y no pararemos hasta derribar el patriarcado. Nos queremos vivas.
Coral Herrera Gómez
12 de noviembre de 2024
Podcast de Coral Herrera Gómez
Todos los miércoles y los domingos publico nuevos episodios de mi Podcast, si quieres seguirlo puedes elegir entre Ivoox y Patreon.
En Patreon además de escuchar los podcast, puedes también leer mi Diario Personal, y mi nuevo ebook, que también publico por capítulos cada semana:
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11 de noviembre de 2024
Eventos de Coral Herrera en noviembre
noviembre
9 de noviembre de 2024
Los peligros de ser un personaje público
Mi gente alucina cuando vamos a algún sitio y se acerca gente a saludarme, o a pedirme fotos y autógrafos. Pero los que más alucinan son mi hijo y sus amigos, que me preguntan fascinados cómo es ser famosa, cómo lo he conseguido, y cuánto dinero gano. Yo les explico que en realidad no soy famosa, que me conoce solo un círculo reducido de mujeres feministas, hombres igualitarios y gente que lee, que estudia, que está interesada por el tema de las emociones, las relaciones y los derechos humanos.
Me dedico a desmontarles el mito de la fama, y a explicarles lo que no se ve en redes sociales, lo duro que es perder el anonimato, y los peligros a los que te enfrentas cuando tienes un grado tan alto de exposición pública.
Y les cuento las aventuras que me ha tocado vivir en mis viajes, y lo mal que se pasa con el odio y la violencia que recibimos en redes sociales.
Lo comparto también con vosotras aquí, en mi Diario de Patreon
8 de noviembre de 2024
¿Cómo proteger a las niñas de la adicción romántica y de la violencia machista?
El mito del amor romántico tiene un impacto enorme en las niñas y las adolescentes, que son las más vulnerables porque son más fáciles de manipular. Mientras los niños varones se hacen adictos al porno, ellas se hacen adictas al amor romántico, y esto les afecta a todos los niveles: a su salud mental y emocional, a la relación que tienen con su cuerpo y con su salud física, a las relaciones que tienen con otras chicas, a su rendimiento académico, y a la forma en que diseñan su proyecto de vida.
Desde pequeñitas nuestra cultura patriarcal fomenta en ellas el narcisismo: los relatos que consumen les ofrecen modelos femeninos a seguir de chicas obsesionadas con la tiranía de la belleza: la moda, los cosméticos, los quirófanos, los tratamientos, las cremas, las dietas y las sesiones para machacarse en el gimnasio…
Es una estrategia perfecta para que las niñas aprendan a ser mujeres patriarcales y consumistas, y para que obedezcan los mandatos de género, además de una fuente de negocios inagotable. La publicidad les bombardea a diario para que gasten dinero en estar guapas, corregir sus imperfecciones, odiar su cuerpo, y empezar una guerra contra sí mismas. Lo hacen mediante amenazas: “nadie te va a querer si estás gorda”, “eres fea y por eso nadie te elige como novia”, “te vas a quedar sola si no disciplinas tu cuerpo”
En la adolescencia la necesidad de sentirse aceptada por el grupo es fortísima, pero además también las enseñan a aspirar a ser las mejores en todo, a complacer a todo el mundo, a vivir para agradar y encantar a los hombres. Su autoestima depende de si son o no atractivas para ellos: no se valoran si ellos no las valoran. Desde pequeñas las enseñan que las demás mujeres son una amenaza, y que tienen que competir entre ellas para ver quién es la más guapa, la más sexy y la más popular.
La vía para alcanzar status dentro de la jerarquía social es ser elegida por el macho o por los machos alfa del barrio o del instituto. Por si solas no lo logran: es a través de la validación y el deseo de los hombres que adquieren su rango. Para seducirle y enamorarle, tienen que competir con las demás, y parecer más mayores de lo que son.
El objetivo de encontrar al príncipe azul es casi la única meta de las niñas que sufren adicción romántica. Y como muchas están presas de su ego, buscan desesperadamente validarse a través de los machos más patriarcales y poderosos. Quieren un hombre que se desviva por ellas y se ponga de rodillas, pero las que acaban arrodilladas son ellas
Las niñas que caen en la trampa romántica luchan por estar a la moda y por parecer “modernas” y “transgresoras” como los machos alfa, que parecen muy rebeldes pero en realidad también viven sometidos a los mandatos de género del patriarcado.
Las novelas románticas actuales son iguales que las del siglo XIX: les meten toneladas de sadomasoquismo en vena para que crean que amar es sufrir, y que cuanto más sufran, y más se sacrifiquen “por amor”, más grande será el premio. Su deseo sexual no importa: todo en el sexo debe girar en torno al placer del macho. Aprenden muy pronto a someterse en la cama, y también fuera de ella: se sienten esclavas del amor y sirvientas de su macho, creyendo que atravesando el valle de Lágrimas llegarán pronto al Paraíso romántico.
Las adolescentes pronto se dan cuenta de que el patriarcado solo les ofrece dos posibilidades: o convertirse en la Diosa Venus (una mujer sexy que se acuesta con quien quiere), o la Diosa Hera (la esposa perfecta)
No tienen mucho margen: o eligen ser mujeres buenas (discretas, sacrificadas, sumisas al macho patriarcal) o mujeres malas (putas, zorras, guarras, etc que están disponibles para todos los hombres porque nunca serán elegidas como novias)
Para ellas es muy difícil escapar, porque los machos lo tienen muy claro: las buenas pueden alcanzar el trono del matrimonio (y comprometerse a no tener relaciones con otros hombres), y las malas son para follar, objetos de usar y tirar.
Para seducirlas, el patriarcado las hace creer que es posible actuar como una Afrodita para enamorar al macho, y luego convertirse en Hera, para poder ser la novia oficial de Zeus, el marido de Hera, el dios de todos los dioses.
Pero es una trampa: si los machos logran acostarse contigo a la primera, nunca te eligirán como esposa, siempre serás la amante. Y al revés: si intentas comportarte como una mujer buena, tendrás que renunciar a tener relaciones con chicos hasta que llegue tu príncipe azul, que te quieren virgen e inmaculada.
Los machos patriarcales no quieren tener novias, pero el patriarcado les seduce con la idea de que si tienen novia pueden también tener las amantes que quieran, y que es más emocionante hacerlo clandestinamente.
Los machos patriarcales dominan el escenario, mientras que los demás les aplauden y les admiran. Son muy pocos los chavales que desobedecen los mandatos de género y son capaces de relacionarse con las mujeres como compañeras. Los estudios nos muestran que los chicos cada vez son más conservadores, machistas, racistas, homofóbicos y de derechas.
Para las adolescentes es muy difícil encontrar chicos que no sufran misoginia con los que poder vivir una relación basada en la igualdad, la libertad, los derechos humanos, el disfrute y el placer, la ternura y los buenos tratos.
Muchas de ellas se pasan años soñando con el día de su boda, invirtiendo mucha energía, mucho tiempo y mucho dinero en este sueño. Viven en guerra contra sí mismas, desarrollan una fuerte dependencia emocional, desarrollan depresiones y trastornos alimentarios, se hunden psicológicamente si no son elegidas por los más guapos de la comunidad.
Nadie les cuenta lo que pasa después de la boda, cuando acaba la luna de miel. No saben que cuando entren en palacio no van a ser las reinas, sino las sirvientas. Y cuando se den cuenta ya será muy tarde, y la mayoría aprenderá a resignarse. Porque nuestra cultura sigue romantizando la violencia y haciéndoles creer que “quien bien te quiere te hará llorar”, o que “los que más se pelean, son los que más se desean”
El mayor peligro que corren nuestras adolescentes con el amor romántico es sufrir violencia emocional y psicológica, violencia sexual, malos tratos y agresiones. Las estadísticas nos muestran que cada vez hay más niñas y adolescentes con protección policial por el riesgo que corren de ser agredidas o asesinadas por sus novios y ex novios. Esta violencia machista va es proporcional al aumento de la misoginia en nuestra cultura, y cada vez es más difícil protegerlas, porque el mito del amor romántico sigue siendo uno de los métodos de control y sometimiento más eficaces del patriarcado.
En mi libro 100 preguntas sobre el amor, les explico todo esto a las chicas, y desmonto todos los mitos del romanticismo patriarcal para que no caigan en la trampa, para que se liberen de la adicción y de la dependencia emocional, y para que aprendan a defender su libertad y sus derechos humanos fundamentales. Espero que te sea útil y te ayude mucho a trabajar el tema de las emociones y de las relaciones con tus hijas, sobrinas, alumnas, y vecinas.
Coral Herrera Gómez
Aquí en librerías de América Latina
5 de noviembre de 2024
Cuidar a tus amigas también es Autocuidado
Cuidar a tus amigas también es Autocuidado.
Cuidar a tus vecinas,
A tus abuelas
A tus tías
A tus hermanas
A tus primas
A tus compañeras de estudio y de trabajo,
Es también cuidarte a ti misma.
Cuidar a tu gente querida
A tu colectiva
A tus redes de afecto y apoyo mutuo
Es una forma de resistencia frente a un sistema que nos quiere solas, aisladas, enfrentadas, y en guerra entre nosotras mismas.
Autocuidado es también cuidar a la gente que te quiere, te apoya y te cuida.
A tu colectiva
A tus redes de afecto y apoyo mutuo
Es también cuidarte a ti misma
Es una forma de resistencia frente a un sistema que nos quiere solas, aisladas, enfrentadas, y en guerra entre nosotras, y contra nosotras mismas.
Autocuidado es también cuidar a la gente que te quiere, te apoya y te cuida.
Coral Herrera Gómez
30 de octubre de 2024
Coral Herrera en Badajoz. Congreso Nacional Comunicación
Badajoz, días 14 y 15