Ya hemos tomado conciencia de lo importante que es dejar de envenenar a niños y niñas con alimentos ultraprocesados y el azúcar, el siguiente paso es tomar conciencia de la violencia que consumen nuestros niños y niñas a diario a través de las pantallas.
Ningún hombre nace violento: se aprende a serlo a través de la cultura y la socialización.
Cuanto más expuestos están los niños a la violencia, antes aprenden a sufrirla y a ejercerla. Y no solo la violencia física: también aprenden a asumir el maltrato verbal, emocional y psicológico como algo natural, y después, normalizan el uso de esta violencia para divertirse.
Los niños varones no solo aprenden a admirar a hombres violentos con estos contenidos: también son adoctrinados en los valores más peligrosos del patriarcado: machismo, clasismo, homofobia, racismo, supremacismo, etc.
Cuando consumen películas "de acción", están consumiendo ideología de derechas, patriarcal y capitalista, basada en la ley del más fuerte, en la competitividad y el acaparamiento, el egoísmo y el narcisismo, la acumulación de poder, las relaciones basadas en el interés, la dominación y la violencia.
Se nota muchísimo la diferencia entre niños que sufren exposición a la violencia y los que no consumen este tipo de contenidos. Los primeros parecen más mayores, pierden su inocencia, su sensibilidad y su empatía antes que los demás, y pronto aprenden a divertirse con el sufrimiento de los demás.
Cuanta más violencia consumen, más normalizan la resolución de conflictos mediante la fuerza física o el maltrato emocional, más claras tienen las jerarquías, y más prejuicios interiorizan. Son los primeros en apartarse de las niñas y todo lo que tiene que ver con el género femenino: el color rosa, los cuidados y la ternura, la sensibilidad y el amor. Por extensión, también se apartan de los niños que no obedecen los mandatos de género, y no aspiran a ser machos poderosos y violentos.
Yo lo veo a diario en el parque infantil. Muchas mamás hablan de galletas super eco-biosanas y tortitas de algas con kale y tofu, pero se quedan muy sorprendidas cuando ven a sus hijos pegar a otros, o cuando discriminan a un niño o niña con obesidad, con alguna discapacidad, o de otra nacionalidad. Les sorprende porque todos y todas creemos que nuestras criaturas son seres sensibles y bondadosos, pero en realidad les estamos sometiendo a una mitificación y glorificación del macho violento a diario que no les hace bien.
Según los estudios sobre infancia y violencia, a los 6 años las niñas ya se sienten inferiores a los niños, los niños ya se sienten superiores a las niñas y a los niños afeminados, y los blancos se sienten superiores a los negros. A los 8 años muchos ya ven porno. Suena muy fuerte, pero a la edad en que están tomando su primera comunión ya se divierten viendo violaciones grupales a niñas y a mujeres, especialmente los que se relacionan con niños más mayores. Y lo más fuerte, es que ese día sus padres y familiares les regalan tablets y móviles, pensando que aunque muchos niños vean porno, el suyo jamás haría algo así.
La violencia además les anestesia y les provoca adicción: para poder emocionarse y vibrar, necesitan cada vez más sangre, más brutalidad, más sufrimiento. Por eso las escenas de sexo "normal" no les excitan y buscan vídeos cada vez más violentos en los que las mujeres son humilladas y torturadas de la forma más bestia. A esa edad se convierten en adolescentes incapaces de empatizar con las víctimas de la pornografía, lo que les llevará directos a otro acto de consumo cada vez más normalizado entre varones en su tiempo de ocio: violar mujeres pobres y baratas, entre todos o uno a uno.
El primer paso para llegar a esto es acostumbrar a los niños a ver peleas, y a admirar a los machos violentos: los héroes de la masculinidad infantil son en su mayoría guerreros y asesinos.
Después los héroes pasan a ser los narcos y mafiosos rodeados de mujeres bellas y sumisas. Y con estos modelos de masculinidad es como aprenden a ser duros e insensibles, y a tratar a las mujeres como objetos.
Para muchos padres y madres este proceso para insensibilizarse es necesario porque como los demás niños son violentos, ellos tienen que aprender a defenderse, a imponerse, a dominar y a ser líderes (y ellas a estar guapas para que ellos las elijan)
Esta ideología patriarcal está en los cuentos clásicos, en los dibujos animados, en los videojuegos, en todas las producciones culturales que usan los estereotipos y los mitos para naturalizar y normalizar la desigualdad, el abuso de poder y la violencia.
Por eso es tan importante que la gente sepa que hay otros relatos, y que hay cada vez más producciones en las que se enseñan otros valores totalmente contrarios a los del patriarcado: empatía, compañerismo, solidaridad, cooperación, buenos tratos, igualdad, diversidad, cuidados, y cultura de la no violencia.
Se trata de tomar conciencia colectivamente: la violencia no es "normal" ni natural, y nuestros hijos e hijas tienen derecho a vivir una vida libre de exposición a la violencia.
Cuantos más seamos, más fácil será cuidar los contenidos que ven nuestros hijos- Y cuando los productores de cultura asuman que el rechazo hacia la violencia es cada vez mayor, más fácil será que los creadores se atrevan a destronar al macho violento y a sustituirlo por otros héroes con habilidades, conocimientos, inteligencia y sensibilidad para lograr objetivos, resolver problemas y buscar soluciones.
Yo sé que los que soñamos con un mundo sin violencia lo tenemos muy difícil: llevo ya un par de semanas desmontando a mi hijo de 5 años estos valores que está aprendiendo (no en la escuela ni en casa, sino en su vida social, en la que los niños y niñas expuestas a la violencia son mayoría)
Además, trato de mostrarle a sus papás y mamás lo importante que es cuidar los contenidos que consumen sus hijos, y a que tomen conciencia de cómo los relatos construyen la personalidad de nuestros críos, y cómo influyen en su forma de ser y de relacionarse.
Yo quiero ponerle todo mi amor, mis conocimientos y habilidades a esta tarea de sensibilización y concienciación porque quiero que todo el mundo sepa que vivir libre de la exposición a la violencia es un derecho que tienen todos los niños y niñas,
y porque quiero, para mí y para mi hijo, para sus amigos y amigas, y para las siguientes generaciones,
un mundo libre de patriarcado, de sufrimiento, explotación y violencia.
Coral Herrera Gómez
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