Este es el vídeo de mi presentación en Instagram ayer, os agradezco millones todos los mensajes de amor y todas las preguntas que me hicisteis, ¡espero que os guste la charlita, y que os sea muy útil! #DisfrutarDelAmor Si quieres adquirir el libro en ebook, visita megustaleer.com, si lo quieres en papel, ya puedes reservarlo en tu librería favorita, ¡sale en Julio!
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Cómo disfrutar del amor,
Herramientas para transformar el amor romántico
Índice
Introducción
1.El termómetro del amor
2.El termómetro del desamor
3.Herramientas para disfrutar del
enamoramiento
4.Herramientas para desmitificar las
parejas felices
5.Herramientas para desmitificar el mito
romántico, las princesas y los príncipes
azules
6.Herramientas para disfrutar más del
sexo
7.Herramientas para trabajar el
autoengaño
8.Herramientas para la autorregulación de
las emociones
9.Herramientas para trabajar el
autoboicot y el maltrato
10.Herramientas para trabajar el miedo y los
celos
11.Herramientas para trabajar el masoquismo
romántico y el victimismo
12.Herramientas para trabajar la autoestima
13.Herramientas para trabajar la dependencia
emocional
14.Herramientas para trabajar las luchas de
poder en la pareja
15.Herramientas para una ética amorosa
16.Herramientas para gestionar la rabia y el
dolor
17.Herramientas para separarte con amor
18.Herramientas para pasar el duelo
19.Herramientas para trabajar el compromiso
contigo misma
20.Herramientas para ser práctica y realista
21.Herramientas para hacer tus propias
gafas violetas
22.Herramientas para cuidar el amor
23.Herramientas para expandir y multiplicar
el amor
24.Herramientas para llevar la teoría a la
práctica
INTRODUCCIÓN
El amor romántico
es una de las experiencias más hermosas que vivimos los seres humanos, pero
también una de las más dolorosas. Millones de personas dedican toneladas de tiempo,
energía y recursos a buscar su media naranja creyendo que así podrán transformar
su vida, salvarse a sí mismos, solucionar sus problemas, y ser muy felices. El
sueño romántico nos hace sufrir mucho porque es muy difícil encontrar a nuestra
media naranja, y cuando la encontramos nos decepcionamos porque las relaciones
no son tan bonitas, tan perfectas y maravillosas como en los cuentos y las películas.
El mito romántico
es una ilusión colectiva, un espejismo compartido por casi todas las culturas
del planeta cargado de promesas falsas. Soñamos con el paraíso romántico pero
la realidad es que pasamos más tiempo sufriendo por amor que disfrutando del
amor. Creo que las mujeres sufrimos más por amor que los hombres, porque desde
pequeñitas se nos machaca con la idea de que el amor nos salvará.
Nos enseñan a
poner el amor y los cuidados en el centro de nuestras vidas. El amor hacia un
hombre nos pone a muchas de rodillas, y sucede que sin darnos cuenta asumimos
los roles tradicionales femeninos que nos sitúan en un plano de dependencia con
respecto al hombre. Y esto nos hace sufrir porque nos genera una enorme
contradicción: queremos ser libres y autónomas, queremos construir relaciones
igualitarias, sanas y bonitas, queremos disfrutar de la vida con o sin pareja,
queremos compatibilizar nuestras ideas feministas con nuestros sentimientos y
nuestras formas de relacionarnos.
Pero es bien
difícil. Cuando una empieza a trabajarse para poder disfrutar más de la relación
con una misma, del amor y de la vida, la principal dificultad que encontramos
es poder llevar la teoría a la práctica. No recibimos ningún tipo de educación
emocional y sentimental que nos permita aprender a querernos bien: las únicas
referencias que tenemos para crear nuestro mundo emocional son las relaciones
de pareja en los adultos de nuestro círculo familiar y social más cercano, y
las novelas, películas, series y canciones de nuestra cultura.
Necesitamos herramientas
que nos ayuden a querernos y a tratarnos bien, a resolver nuestros conflictos
sin violencia, a identificar y expresar nuestras emociones para que no nos
invadan y no hagan daño a nadie. En el sistema actual educativo y de crianza, lo
único que nos enseñan es a reprimirlas, de manera diferente si somos mujeres u
hombres: nos queda muy claro desde pequeñas que las niñas no se enfadan y los
niños no lloran. Nuestra educación emocional está basada en la negación y la
represión de nuestras emociones, por eso cuando vivimos historias emocionales
muy fuertes, enfermamos: nuestra salud mental se va deteriorando en la medida
en que sufrimos. Y es entonces cuando pedimos ayuda a los profesionales: cuando
ya estamos destrozadas, por fuera y por dentro. Y en realidad estos
profesionales deberían poder ayudarnos desde el principio a comprender las
relaciones humanas, y a trabajar para que sean menos conflictivas y dolorosas.
Hasta hace muy
poco, dentro del feminismo se había asumido que el amor romántico era una
trampa para las mujeres, y que para ser libres debíamos renunciar a enamorarnos
de un hombre. Cuando devoraba libros de feminismo para la tesis, yo pensaba, no
puede ser, debe de haber alguna forma para poder reapropiarnos del amor,
resignificarlo, transformarlo, reinventarlo. Debe de haber alguna manera para
liberar al amor del machismo: y la hay.
El amor está en
permanente construcción, así que podemos quedarnos con lo mejor de nuestra
cultura amorosa, y ponernos creativas para imaginar otras formas de amar y de
quererse. Como lo romántico es político, el trabajo no sólo es personal, sino
también colectivo, y yo siento que cada vez hay más gente con ganas de
transformar el amor para poder disfrutarlo.
Creo que cada vez
somos más trabajando en una revolución amorosa que incluye no sólo el amor
romántico, sino también los cuidados y las redes de afecto que nos sostienen y
nos acompañan en el camino de la vida. El objetivo común de esta revolución
sentimental es poder amarnos bien, poder querernos más y mejor, liberar al amor
de toda su carga machista y de su estructura patriarcal, y aprender a construir
relaciones bonitas, sanas, e igualitarias.
Muchas mujeres
nos estamos juntando para imaginar otras formas de querernos al margen del
modelo romántico patriarcal, y de crear nuestras propias utopías amorosas que
nos sirvan como modelo frente a la hegemonía romántica del sadomasoquismo y la
sublimación del sufrimiento. Estamos trabajando para poder relacionarnos y
organizarnos de otra manera, para que nuestras relaciones estén libres de
violencia y explotación, para poder amarnos sin sufrir y sin hacer sufrir a los
demás. Estamos haciendo una revolución sentimental y amorosa que es a la vez personal
y política.
Escribo este libro
convencida de que podemos sufrir menos, y disfrutar más del amor. A lo largo de
mi trabajo de investigación en torno al amor romántico, he podido comprobar que
no hay una fórmula mágica para ser feliz en una relación de pareja, pero si que
podemos construir nuestras propias herramientas para intentar tener una buena
calidad de vida, para sufrir lo menos posible, y para transformar el amor de
manera que nos alcance a todos y a todas.
Hace tres años fundé
el Laboratorio del Amor, un grupo de investigación formado por mujeres de
diferentes edades y países que nos dedicamos a estudiar el amor romántico, y a
trabajar para encontrar el modo de querernos sin sufrir, ni hacer sufrir a los
demás.
Somos un poco
como las campesinas del amor: vamos sembrando semillas, y ya estamos recogiendo
los frutos del trabajo que estamos haciendo juntas. Nuestro objetivo común es disfrutar
más del sexo, del amor y de la vida, y nuestros lemas son: lo romántico es
político, y otras formas de quererse son posibles. Analizamos el romanticismo
patriarcal para identificar y desmontar los mitos con los que nos seducen, y
para entender cómo hemos interiorizado todos los mandatos de género a través
del amor. Trabajamos en el autoconocimiento desde la autocrítica amorosa:
queremos conocernos mejor, trabajar nuestros patriarcados, y aprender a
querernos bien a nosotras mismas, y a los demás.
En el Laboratorio
tenemos una caja de herramientas que alimentamos con los aprendizajes que hemos
ido acumulando desde que nos enamoramos por primera vez hasta los que vamos adquiriendo
en el presente. También nutrimos nuestra caja de herramientas con buenos
consejos. Consejos de esos que les damos a nuestras amigas más queridas para
que busquen la felicidad, para que se cuiden más, para que salgan de relaciones
en las que no son felices, para que dejen de perder el tiempo con chicos que no
saben disfrutar del amor…. Estos consejos están basados en el cariño que
sentimos por ellas, y en el sentido común, que tenemos todas desde que tenemos
uso de razón. Se trata simplemente de aplicárselos una misma, de escucharse con
amor, y de ponerse manos a la obra para ayudarnos a nosotras mismas.
También
alimentamos la caja con trucos, estrategias, fórmulas que nos han funcionado
para trabajarnos los duelos, los celos, el miedo, la culpa, el sufrimiento, la
dependencia emocional, el Ego, la autoestima, la asertividad, el
empoderamiento, el autocuido, la violencia machista que hemos sufrido, y la
forma en que hemos ido trabajando todo esto para poder disfrutar del amor. Entre
todas generamos recursos y herramientas para poder hacer autocrítica amorosa,
individual y colectiva, y para poner en práctica nuestra propia utopía amorosa.
En este libro
comparto algunas de las herramientas con las que trabajamos en el Laboratorio
del Amor. Siento que desde que publiqué mi tesis doctoral hasta la actualidad, cada
vez hay más gente buscando la manera de dejar de sufrir por amor, y de
liberarse de los patriarcados que nos habitan. No lo tenemos fácil porque no
tenemos apenas referencias de gente que disfrute del amor. La mayor parte de
nuestras heroínas y héroes son grandes sufridores, y las historias de amor que
nos ofrecen están basadas en el sadomasoquismo que heredamos de la cultura
cristiana.
Así que tenemos
que hacer una revolución cultural para imaginar otras heroínas, otros héroes,
otras tramas, y otros finales felices. Hay que inventar nuevos modelos
amorosos, y redescubrir la diversidad que queda oculta tras el modelo hegemónico
de la pareja heterosexual que funda una familia feliz. Es un trabajo enorme que
tenemos que hacer juntos y juntas para poder experimentar el amor en una
dimensión mucho más amplia, sin limitarlo a la pareja romántica.
Necesitamos
explorar nuevas formas de querernos, nuevas maneras de relacionarnos y de
disfrutar dela vida: en pareja, en
grupos, y a solas. Necesitamos poner en común todas nuestras energías, nuestro
amor, nuestra imaginación, nuestra creatividad y nuestros conocimientos para
hacer la revolución amorosa, de los afectos y los cuidados.
Queremos aprender
a querernos más y mejor, y la pregunta que más me hacen en mis conferencias,
talleres y cursos en Internet es: ¿cómo? Así que en este libro he querido
compartir mi metodología de trabajo, que es muy sencilla. Parte de la idea de
que la mayor parte de nuestros problemas, no son problemas personales, sino
colectivos. Por lo tanto, las soluciones tenemos que encontrarlas
colectivamente.
Dado que el amor
nos hace sufrir tanto, es necesario entonces trabajar en ello para
transformarlo, y para liberarlo del machismo y el patriarcado. Desde siempre
las mujeres hemos hablado mucho sobre el amor, el patriarcado, la división
sexual del trabajo y de la vida, las emociones, el deseo y el erotismo, las
relaciones entre hombres y mujeres, pero hasta hace poco no se consideraba un
tema político. Hoy, gracias al feminismo hemos podido entender que sufrir por
amor no es cuestión de mala suerte sino un tema social y polític: lo que nos
pasa a una, nos pasa a todas.
El amor romántico
es una gigantesca construcción social y cultural que va cambiando según las
etapas históricas y las zonas geográficas. Aprendemos a amar en un sistema de
organización capitalista y patriarcal, heredamos las creencias y los tabúes,
asumimos las normas y las prohibiciones, reproducimos las costumbres, y cuando
tenemos interiorizado todo el romanticismo patriarcal, lo reproducimos y lo transmitimos
a las siguientes generaciones.
El primer paso para
empezar a trabajar es analizar cómo aprendemos a amar, poniendo el foco en la
diferencia entre hombres y mujeres. Somos educados de manera diferente, tenemos
expectativas diferentes sobre el amor de pareja, y por eso nos cuesta tanto
querernos bien. Además, vivimos en un sistema que se aprovecha de la mitad de
la población humana: nuestras relaciones son de explotación. Entender por qué
las mujeres nos sometemos voluntariamente a estas relaciones de dominación y
sumisión nos está sirviendo para conocer mejor nuestra cultura amorosa y para
desmontar todos los mitos con los que nos seducen para que pongamos el amor en
el centro de nuestras vidas.
El segundo paso consiste
en hacer ejercicios y generar herramientas que nos sirvan para liberar al amor
del machismo, y liberarnos de los patriarcados que nos habitan. Para poder
llevar la teoría a la práctica, es muy importante tomar conciencia de cómo
interiorizamos el romanticismo patriarcal. Una vez que identificas todo aquello
que te hace daño, que no te ayuda, que no te gusta, es más fácil diseñar una
estrategia para trabajar todo lo que deseas cambiar.
El tercer paso consiste
en poner en práctica la estrategia: es muy importante tener confianza en una
misma, y entender que ninguna mujer está condenada a sufrir por amor, que todo
puede trabajarse, que se puede disfrutar de las relaciones y también de la
soltería, que podemos vivir el amor de otra forma, que podemos evitar las
relaciones dolorosas, y podemos salir de las relaciones de violencia.
Para ello hay que
trabajar mucho la autoestima personal, y el empoderamiento colectivo. En el Laboratorio
del Amor nos ha acompañado siempre el grito de guerra de que sí se puede: el
amor es una energía que mueve el mundo, y no hay por qué reducirlo a la pareja.
Cuanto más amor tengamos en nuestras vidas, más felices seremos, y cuanto más
diversos sean nuestros amores, y más grandes nuestros afectos, más fácil y
bonita será la vida para todas y cada una de nosotras. La pareja no puede ser
la única fuente de amor: es una relación
más en la red de afectos que vamos construyendo desde la infancia hasta la
muerte.
Las herramientas en
las que trabajamos son sobre todo estrategias que diseñamos a partir de las preguntas
que vamos generando en nuestros procesos de investigación, y que nos ayudan a
mirarnos desde otra perspectiva, a vernos desde fuera, a darnos buenos
consejos, y a cuidarnos a nosotras mismas, y entre nosotras. Estas estrategias
a veces funcionan y a veces no, por eso hay que ir probando, eligiendo y
descartando. Es un proceso de investigación apasionante, y en la medida en que
lo ponemos en común con más mujeres, vamos nutriéndonos de buenos consejos, de
experiencias y aprendizajes propios y de las demás. Los relatos de las
compañeras nos ayudan a comprender lo que nos pasa, y a construir nuestro
propio relato vital.
Una de las claves
de nuestro trabajo es poner en el centro el disfrute, ahorrarnos sufrimientos,
evitar problemas, gestionar nuestras emociones, ser prácticas para poder hacer
frente a la realidad. La idea es no derrochar el tiempo y las energías en
buscar a la persona ideal, o en empeñarse en sacar adelante una relación que no
funciona ni funcionará. Si estamos juntos es para disfrutar, y si no estamos
disfrutando, seguro que estamos mejor separados.
Con este afán por
disfrutar, resulta más fácil cuidarse, tomar buenas decisiones, y liberarse de
la necesidad de ser amadas. Hay que ahorrarse cuantas más lágrimas, mejor.
Sufrir nos pone muy feas y nos envejece. Es justo lo contrario a lo que sucede
cuando nos enamoramos y estamos felices: se nos ve radiantes, nos brilla el
pelo, la mirada, la piel, y todo el mundo nota nuestras noches de amor.
Cuando sufrimos,
en cambio, se nos marcan las ojeras, las bolsas, las arrugas, se nos borra la
sonrisa, se nos opaca la mirada y se nos seca la piel. Estamos más cansadas
siempre, porque sufrir nos roba las energías y la alegría de vivir.
Sufrir no es
gratis: además de envejecer, nos deteriora por dentro y por fuera. Nuestra
salud mental y emocional se daña, nuestra salud física también, nos convertimos
en yonkis del amor, nos aislamos de los demás y tenemos tal necesidad de ser
amadas que somos capaces de ponernos de rodillas para mendigar o exigir amor.
Como ya estamos
hartas de sufrir, hay que buscar la manera de reivindicar nuestro derecho al
placer, al bienestar y a la felicidad. Lo que queremos es poner en práctica
todos nuestros aprendizajes y socializarlos para que los utilice todo el mundo
en su trabajo personal. El Laboratorio es un espacio de construcción colectiva
de conocimiento en la que cada cual aporta con sus preguntas, sus lecturas, sus
aprendizajes, las experiencias personales de su pasado y su presente. Así es
como estamos construyendo toda una metodología de trabajo que nos permite
aterrizar nuestros sueños en la realidad, sin dejar de cuidarnos mucho a
nosotras mismas.
Cada cual
construye su propia utopía amorosa, pero existe una base sin la cual no es
posible disfrutar del amor: para que una relación sea bonita y sana, tiene que
ser libre, igualitaria, basada en el respeto mutuo, el buen trato, el apoyo, la
complicidad y el compañerismo. Con estos ingredientes básicos, cada cual puede construir
su propio modelo amoroso, y diseñar sus estrategias para darle forma y llevarlo
a la realidad.
Todo el trabajo
lo hacemos desde el autoconocimiento y la autocrítica amorosa, con la que
identificamos todo aquello que no nos gusta, o que podríamos mejorar, o aquello
que podríamos evitar para estar mejor. Y luego nos ponemos a pensar en cómo
eliminar esos patrones, cómo salir de los círculos de dolor en los que nos
relacionamos, cómo acabar con las luchas de poder en las parejas, cómo
trabajarnos los celos, la culpa, los miedos, el masoquismo, el victimismo, el
Ego, la autoestima, y el poder.
En este libro
comparto el trabajo que he hecho a lo largo de mi vida, y parte del que hemos
venido haciendo en estos años en el Laboratorio del Amor y en la Escuela del Amor.
Encontrarás herramientas para construir tus propias gafas violetas, para saber
si te están queriendo bien, para dejar la guerra contra ti misma, para aprender
a cuidarte y a quererte bien.
También encontrarás
claves para trabajar el duelo, para disfrutar más del sexo, para usar tu poder
sin hacer daño a los demás, para ser más realista, para evitar el victimismo,
para no someterme ni dominar al otro, para resolver tus problemas con
comunicación, empatía y asertividad.
Es mucho trabajo
el que tenemos por delante, pero hay que divertirse para poder disfrutar del
proceso. Porque no tiene fin; es un trabajo para toda la vida. Es un desafío
apasionante: se trata, nada más y nada menos, de separar el amor y el sufrimiento,
para unir el amor al placer y al disfrute. Se trata de aprender a relacionarnos
y organizarnos de otra forma, de encontrar la manera de acabar con los odios,
de vencer a la soledad, de unirnos para construir un mundo mejor en el que el
amor nos alcance a todos y a todas.
Esta revolución de
los cuidados, de los afectos y del amor, tiene que ser placentera: si lo que
queremos es dejar de sufrir, hay que disfrutar de todo este trabajo, y mi
consejo siempre es que es más divertido trabajar rodeada de mujeres y hombres
valientes que están en lo mismo que nosotras. Porque la alegría de vivir y las
ganas de disfrutar son contagiosas: cuantas más seamos, más rápido avanzaremos
en la transformación que necesitamos.
Espero que
disfrutéis mucho de estas herramientas, que os sean útiles para vuestro trabajo,
y que logre contagiaros las tremendas ganas de reinventar y gozar del amor con
las que escribo este libro.
Si estás pensando en separarte o divorciarte, hazlo bien. Es un proceso muy doloroso, pero podemos ahorrarnos toneladas de sufrimiento si somos generosos, si nos cuidamos mutuamente, si cuidamos las palabras en las negociaciones, si le deseamos a la otra persona que le vaya bien, y si nos cuidamos a nosotros mismos y nosotras mismas.
Os presento con mucha ilusión mi nuevo libro, "Cómo disfrutar del amor", de Ediciones B. Es una caja de herramientas feministas para trabajarse el tema del amor, a solas, en pareja, y con vuestras amigas y colectivas.
Es útil para trabajar en terapia, para diseñar talleres, y para todas aquellas mujeres que quieren dejar de sufrir, y empezar a disfrutar del amor, y de la vida.
Podréis adquirirlo en la web de Penguin Random House, megustaleer.com, y ya podéis reservar vuestros ejemplares en papel para que os lleguen a casa en Julio, en:
Ahora, cada vez que una mujer se inscribe en la Comunidad de Mujeres del Laboratorio, está becando a otra mujer sin recursos económicos durante dos meses. Aquí puedes unirte a nosotras, y estar todo el tiempo que necesites: un mes cuesta 30 euros, dos meses 50 euros, un año 100 euros.
Si quieres, también puedes suscribirte por 10 euros al mes.
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Yo trabajé de cajera de supermercado, y me duele que se metan con la ministra española Irene Montero por haber trabajado de cajera.
Créanme que de todas las experiencias precarias que he tenido en el ámbito laboral, ésta me enseñó mucho más sobre el capitalismo y el patriarcado que aquellos libros que me explicaban el capitalismo sin explicarme el patriarcado.
Recuerdo el desprecio con el que me trataban los clientes clasistas, recuerdo a mi jefa pidiéndome que me maquillara más, me pusiera tacones más altos, y me subiera el bajo de la falda para entretener a los señores de familia mientras pagaban.
Recuerdo los días que no nos dejaban sentarnos y los calambres que nos daban en las piernas por la inmovilidad y los tacones.
Recuerdo el dolor de vejiga cuando tardaban media hora en dejarme ir al baño, y los problemas de salud que causaba en las compañeras más veteranas no poder ir a evacuar cuando lo necesitaban.
Recuerdo el frío que pasaba cuando me tocaba en las cajas del pasillo de congelados, y los resfriados continuos que sufríamos por el aire acondicionado.
Recuerdo la tortura de aquel CD que ponían en bucle con 8 villancicos en Navidad durante ocho horas seguidas y la carta que hicimos para pedir un poco de variedad musical.
Recuerdo mi cara en el espejo del escáner pasando productos como un robot, y recuerdo cómo el cansancio iba borrando la sonrisa de mi rostro hasta hacerla desaparecer por completo.
Recuerdo las horas no pagadas que eché haciendo caja de diez a once de la noche.
Recuerdo las presiones que sufrimos cuando se iba acercando el día de la huelga convocada en protesta porque querían abrir 24 horas, recuerdo la carta de despido a todas las que hicimos huelga ese día, lo recuerdo cada vez que voy a mi barrio y veo el super abierto todo el día y toda la noche, y veo las caras de mis antiguas compañeras.
Lo recuerdo todo, y no me olvido.
¡Que vivan las cajeras y las dependientas de las tiendas, y qué vivan las mujeres de la clase obrera!
El derecho a disfrutar gratis: yo pensaba que una de las luchas del futuro sería defender nuestro derecho a disfrutar del tiempo sin gastar dinero, pero ya llegó el futuro.
Hemos vivido durante dos meses en una distopía en la que sólo podíamos salir a la calle a trabajar o a consumir, y nos han prohibido hacer todo lo bueno de la vida (disfrutar de tu gente querida, charlar con el vecindario, pasear por la ciudad o disfrutar de la naturaleza) Lo hemos hecho por el bien común, porque somos responsables y solidarios, pero fijaos que a la hora de elaborar normas para el desconfinamiento, las únicas personas que seguimos teniendo restricciones somos las que queremos salir a pasear, hacer ejercicio o a disfrutar de la naturaleza.
En cambio, no hay horarios para la gente que quiera gastar su dinero en tiendas, bares, restaurantes y terrazas. No es casualidad que los sitios donde juegan los niños sigan cerrados mientras los adultos se aglomeran en los comercios: primero va la economía, y luego la salud mental y emocional de las personas, y su derecho a caminar por la calle y a estar al aire libre.
Nos quieren produciendo y consumiendo sin parar, y esto crea una exclusión social tremenda: quedan fuera todas las personas que se han quedado sin ingresos, o que no configuran su tiempo libre en torno al consumo. Habrá que batallar mucho para defender nuestro derecho al ocio gratis y a estar al aire libre sin dinero, para que nos dejen estar en la calle y no nos encierren en centros comerciales, y para enseñar a las nuevas generaciones a disfrutar sin consumir. Estar en la calle o en el campo gratis es un derecho al que no podemos renunciar.
Uno de los descubrimientos más importantes que he hecho en mi vida fue darme cuenta de que todas podemos elegir de quién enamorarnos, y tomar conciencia de cuándo ha llegado el momento de desenamorarnos.
Podemos sentirnos muy atraídas por alguien, pero antes de empezar a drogarnos con el amor podemos pararnos a pensar si queremos o no enamorarnos, si nos merece la pena, si nos conviene o no, y cuáles son las dosis que podemos tomar para disfrutarlo.
La gran trampa del amor romántico es que nos hace creer que cuando Cupido dispara sus flechas no podemos hacer nada, y que estamos condenadas a sufrir, e incluso a vivir una vida horrible junto a tipos que no nos aman y que no nos cuidan.
Pero cuando te das cuenta de que eres un ser libre, que tú eres dueña de tu vida, de tu cuerpo, de tu deseo, entonces lo que buscas es ahorrarte sufrimiento. Cuando te cuidas y te quieres bien, cuando tienes ganas de tener una buena vida, comprendes que no estás condenada, que puedes elegir con quien quieres estar y con quién no, que puedes utilizar el sentido común para tomar decisiones, y que por tanto no eres ninguna esclava del romanticismo patriarcal.
Tardé unos años en descubrirlo, pero fue una liberación total saber que yo soy responsable de mi felicidad, soy dueña del amor que nace en mí, y yo elijo con quien quiero vivirlo y compartirlo.
Una de las cosas que podemos hacer desde casa para cambiar el mundo es usar nuestras redes sociales para ayudar a la gente a hacerse preguntas, a pensar desde la crítica constructiva, a tomar conciencia, a activar su imaginación para imaginar un mundo mejor. Es unbuen momento para que todas y todos hagamos autocrítica y nos cuestionemos nuestro estilo de vida, y revisemos la manera en que repartimos los cuidados, la forma en que tratamos a la gente cercana y a la desconocida, la forma en que consumimos y viajamos, la forma en que nos organizamos. Hay que hacer muchos ejercicios de empatía para despertar a la gente y para ilusionar a todo el mundo con la posibilidad de transformar esta sociedad a base de solidaridad y apoyo mutuo. No es fácil hacer pedagogía, lo sé, pero pensad que al lanzar preguntas a la gente estáis sembrando semillas para despertar su sensibilidad, su creatividad y su conciencia crítica. A mí me ayuda pensar que alguna de estas semillas pueden florecer en los corazones de unas cuantas personas, aunque sean pocas. Creo que este trabajo de sensibilizar a la gente y ayudarles a tomar conciencia merece la pena y dará sus frutos, pienso que en algún momento volverá la primavera. #SembrandoSemillas#HaciendoRevolución#LlegaráLaPrimavera