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20 de abril de 2023

Grupos de Cuidados contra el abuso y la violencia



Uno de los mecanismos más eficaces para protegerte de la violencia, del abuso, la explotación y el sufrimiento, es pertenecer a un grupo de cuidados en todas las etapas de tu vida. Desde la guardería, hasta la Universidad, lo mismo si trabajas en una oficina que en el campo o en la fábrica, tener un grupo de cuidados es una medida de autodefensa y de ayuda mutua que te puede proteger del acoso y del maltrato durante toda tu existencia. 

Si hubiera grupos de cuidados en los colegios, en los centros de estudio y de trabajo, en los clubes y en las compaticiones deportivas, en los espacios de ocio (conciertos, discotecas, fiestas populares, verbenas, eventos sociales), en las asociaciones y los colectivos, en los movimientos sociales, en los sindicatos y los partidos políticos, y en todas y cada una de las empresas grandes de cada país, podríamos hacer frente en común para parar a las personas que se dedican a hacer daño a los demás. 

Las personas que se dedican a hacer sufrir a otras no se atreven con los grupos. Solo se atreven con sus víctimas, cuanto más aisladas, mejor, porque cuanto más solas están, más vulnerables son. A las personas que maltratan y acosan les protege el silencio y el miedo de los demás: como nadie quiere ser su próxima víctima, nadie se enfrenta a ellos para pararles los pies.

El miedo hace que mucha gente mire para otro lado y no defienda a las victimas de una injusticia o un abuso porque es más fácil pensar que es una pelea, "yo no me meto en problemas, es un asunto entre ellos".  

Otra gente aplaude y les ríe las gracias a los violentos, e incluso se suman a las agresiones para congraciarse con la persona violenta, y no convertirse en el siguiente objetivo.

También es el miedo lo que hace que muchos se atreven incluso a culpar a la víctima de la violencia que está recibiendo, o a usar la estrategia del negacionismo: "era una broma, qué poco sentido del humor", "no es para tanto", "estás exagerando", "haberte defendido, ¿por qué no hiciste nada?"

Un ejemplo de cómo protegemos a los violadores: la prensa no le nombra ni nos enseña su cara, mientras que nos ofrecen el rostro de las víctimas y nos dan todos sus datos personales (dónde trabaja, dónde vive, si tiene o no pareja, si tiene o no hijos) 

Cuando una niña o un niño sufre violencia en el colegio, le animamos a que se defienda y ataque a sus agresores. Lo primero que aprenden al entrar en el colegio es que no hay nada peor en el mundo que ser un chivato, con el objetivo de que crean que nunca deben denunciar la violencia que sufren. 

Gracias a esta norma no escrita, muchos niños y niñas soportan el abuso, el acoso, y la violencia de los matones del grupo. Prefieren aguantar el dolor a sufrir el rechazo del grupo, por eso no se atreven a pedir ayuda a sus padres, a los profesores o a la dirección del centro

Cuando una mujer sufre violencia machista, se le dice que no se deje, que enfrente al agresor, que salga de ahí sola y que denuncie. Y cuando se atreven a denunciar, no solo tienen que afrontar las represalias, sino tratar de buscar un lugar seguro. Y a muchas las matan antes de que puedan ponerse a salvo. 

Los medios de comunicación señalan y exponen a las víctimas,  dan voz a los que dudan sobre sus testimonios, dan voz a los culpables cuando se defienden de las acusaciones, y denominan "presuntas" las agresiones , las violaciones y los femicidios hasta que los violentos son juzgados y encanrcelados. Además, nos los presentan como "casos aislados", aunque todos los días aparezca en la prensa uno nuevo. 

Es cruel pensar que las víctimas deben defenderse solas de tipos violentos: la realidad es que la gran mayoría no pueden contra sus abusadores, y no es justo dejarlas solas. No es justo porque acaban creyendo que se merecen la violencia que reciben, y creen que es un problema  personal, cuando en realidad es un problema colectivo. 

¿Cómo acabar con la violencia? 

Los humanos educados en los valores del patriarcado y el capitalismo somos gente violenta y egoísta, no sabemos pensar en el bien colectivo, no sabemos resolver nuestros conflictos sin violencia, no sabemos tratarnos bien ni sabemos relacionarnos desde el respeto, los buenos tratos y los cuidados. 

La violencia de nuestra cultura es estructural, y lo mismo que la sufrimos, la ejercemos también sobre los demás. Nuestro sistema económico es violento, porque se basa en la acumulacion y el acaparamiento de recursos y de poder por parte de unos pocos, a costa del sufrimiento de los demás. Abusamos unos de otros y nos aprovechamos de las personas que están por debajo de nosotras en la jerarquía, cuanto más necesitadas e indefensas están, más abusamos de ellas.   

El primer paso para acabar con la violencia es tomar conciencia de la que sufro, y la que ejerzo. Todos empleamos estrategias diferentes para conseguir lo que queremos, lo que necesitamos y lo que deseamos. El problema es que alguna de estas estrategias no son éticas: amenazar, chantajear, sobornar, extorsionar, humillar, abusar, acosar a alguien para que ceda o para que acabe de rodillas... son diferentes formas de ejercer el poder de forma tiránica, abusiva y violenta.

¿Cómo sabes que estás ejerciendo violencia contra alguien? Cuando le haces daño, o le perjudicas en beneficio propio, cuando te aprovechas de su vulnerabilidad o de su necesidad, cuando impones tu poder para someterle. 

¿Cómo saber si estoy sufriendo violencia? Los malos tratos, las burlas crueles, las bromas hirientes, los chismes, los bulos, los rumores, los insultos, los comentarios despreciativos, las falsas acusaciones, las palabras cargadas de odio, los ataques iracundos sobre alguien, son diferentes formas de herir a los demás, y la persona que los usa siempre lo hace en beneficio propio.

 Consiga o no su objetivo,  siempre aumentan su poder y su rango en la jerarquía, porque los demás aprenden a respetarle y a temerle, y con frecuencia le protegen y le encubren.

Así que la solución a la violencia no puede ser individual, sino colectiva. 

La única forma de que el miedo cambie de bando, es crear grupos de cuidados en todas partes.


Grupos de Cuidado de Mujeres

Las mujeres feministas llevamos muchos años organizadas. Tenemos grupos de cuidados en los que nos acompañamos cuando usamos un taxi (compartimos el número de matrícula y el recorrido en tiempo real, avisamos si el taxista hace cosas raras, avisamos cuando llegamos). 

También cuando tenemos una cita con un hombre (compartimos sus datos con las demás, y la ubicación, y avisamos cuando llegamos a casa), y cuando viajamos solas o en grupo. 

También nos cuidamos en los centros de estudio y de trabajo, en el transporte público, en las manifestaciones. En los conciertos y las fiestas vamos juntas al baño para defendernos mutuamente del acoso de los hombres, estamos atentas a la bebida propia y a la de las compañeras, nos vamos en grupo a casa si podemos. 

Los grupos de mamás también son esenciales para nosotras: las mujeres nos cuidamos unas a otras y nos ayudamos con la crianza y la educación de nuestras hijas e hijos, lo mismo en el campo que en la ciudad: solas no podemos con 2 jornadas laborales completas. Y como son tantos los padres que huyen del hogar, y como la gran mayoría de los hombres solo recibe cuidados sin darlos, no podemos contar con ellos para sacar adelante a nuestras crías. 

Quizás algún día los hombres se incorporen al sistema de cuidados, pero de momento, las mujeres para sobrevivir tenemos que pedir ayuda a grupos de mujeres, que a veces son familiares (madre, suegra, hermanas, tías), y otras veces son nuestras compañeras y amigas. 

La sororidad entre mujeres es fundamental, no hay nada más duro en el mundo que criar hijos sola. 

Estos grupos de cuidados sirven para acompañarnos también emocionalmente cuando estamos mal, para prestarnos ayuda, para contar lo que nos está pasando, para compartir información y conocimientos, y para no sentirnos tan solas en la lucha diaria contra el patriarcado.

Nos hemos dado cuenta hace mucho de que solas no podemos, pero organizadas y unidas, sí. Sabemos que solas somos más vulnerables y manipulables, y por eso hemos aprendido a ayudarnos entre todas. 

Estas estrategias de apoyo mutuo y de protección nos han servido para romper el pacto de silencio que perpetúa las violencias. Con el #MeToo hemos salido en masa a contarlas y hemos llevado a juicio a muchos hombres poderosos que se creían impunes. Incluso ahora los hombres gays también empiezan a denunciar el acoso sexual y la violencia que sufren. A los acosadores ya no les protege el silencio, ahora por fin escuchamos y creemos a las víctimas.

Otros espacios en los que son necesarios los grupos de cuidado: 

Grupos de cuidados para niñas y niños: si en el patio del colegio un niño pudiese gritar a su grupo de cuidados cuando otro niño le agrede, y el grupo pudiese ir corriendo a rodear a la víctima, mientras uno de ellos sale corriendo a pedir ayuda a alguna persona adulta, el atacante se vería solo. 

Como en muchos colegios los niños y las niñas no reciben ayuda de las personas adultas, que tratan de quitarle importancia a la violencia argumentando que "son cosas de niños", también las mamás, papás y personas cuidadoras podrían hacer grupos de cuidado para ayudar al grupo de cuidados infantil, y para exigir a la dirección del colegio que proteja a las víctimas e implante un protocolo para acabar con la violencia escolar.

Grupos de cuidados para chicas adolescentes: para hacer frente a las manadas de violadores, es fundamental que las niñas y adolescentes se organicen en grupos de cuidados, tanto en el centro de estudios como en los espacios de ocio. Las violaciones grupales están aumentando de una forma bestial, así que es importante que los agresores sepan que las chicas no están solas, que se cuidan entre ellas, y que la sociedad entera las cree, y las cuida también. Estos grupos de apoyo tendrían que contar con la protección de la comunidad educativa y los de madres y padres, y de la sociedad entera, para que no se sientan solas en su lucha por el derecho a vivir una vida libre de violencia. 

Grupos de cuidado en los centros de estudio y de trabajo: si en una oficina una mujer se dedica a hablar mal de otra, y a burlarse de ella a sus espaldas, y a hacerle la vida imposible, y se encuentra con que nadie quiere escuchar sus chismes, y nadie le ríe las gracias, probablemente se sienta aislada y sin ganas de seguir haciendo daño. Si el grupo de cuidados de la oficina se sentase a hablar con ella y a pedirle que deje de hacer sufrir a la compañera, la mujer podría plantearse que igual no merece la pena hacerle la guerra si no cuenta con el silencio, la complicidad, o el apoyo de los demás.

Los grupos de cuidados también actuarían hacia arriba: si un jefe acosa sexualmente a una empleada, si un empresario obliga a un empleado a trabajar más horas, el grupo de cuidados podría proteger a quienes sufren el abuso, y denunciar colectivamente a quienes lo ejercen.

Y en las aulas lo mismo: las personas que sufren más violencia en los centros escolares y en las Universidades son las mujeres, sobre todo las mujeres con discapacidad, las mujeres lesbianas, las mujeres indígenas o pertenecientes a una etnia determinada, y las mujeres inmigrantes. Las instituciones educativas están fallando a la hora de protegerlas de los abusos de sus compañeros y sus profesores. Así que es importante que existan grupos de cuidados en todos estos espacios, en los que las mujeres puedan compartir información y apoyarse mutuamente en cuanto empiece el acoso o la violencia. 


Cuidados en nuestros grupos sociales y familiares 

En torno a una pareja: si tu amiga os presenta a su novio, y al tipo le parece gracioso humillar a tu amiga delante de su grupo, lo más probable es que el grupo no le ría las gracias, y le pare los pies. El grupo de cuidados se forma espontáneamente, y en cuanto actúan, el agresor se da cuenta de que no tiene apoyo, y de que lo más probable es que el grupo entero trate de convencer a su amiga para que le deje. 

Sin embargo, si el chico forma parte del grupo, la cosa cambia, porque la violencia que ejercemos entre risas no parece tan violenta. Y porque los hombres tienen poderosas redes de complicidad entre ellos, redes que sostenemos las mujeres. Si ella se enfada, es muy probable que apoyemos al chico diciendole a ella que qué poco sentido del humor tiene. Y solo las chicas del grupo se preguntarán si en privado la trata igual, o peor. Y alguna puede que se atreva a encararse con él, y a preguntarle a ella cómo es la relación, y si necesita ayuda para salir de ahí. 

El primer paso es romper el silencio y perder el miedo, y crear grupos de cuidados para proteger a las víctimas

Pienso en las mujeres que pasan años soportando palizas de su marido: si las comunidades de vecinos y vecinas se uniesen en grupo para hacer frente al vecino cada vez que llega borracho a casa, y justo antes de que empiecen los golpes se presentasen juntos ante su puerta, el tipo se lo pensaría dos veces antes de empezar, y la víctima no se sentiría sola ni avergonzada. Y si tuviera el apoyo total de la comunidad, aumentarían sus probabilidades de huir de su hogar.  

Las estadísticas nos muestran que las víctimas que logran escapar son aquellas que cuentan con apoyo y protección de su familia, de sus grupos de amigas o de la comunidad de vecinos y vecinas

En el hogar: los niños y las niñas son las más vulnerables a la violencia dentro de su entorno familiar, por eso es tan importante escucharles y creerles cuando se atreven a hablar. Dado que muchos adultos no quieren romper la "armonía familiar" y le piden a las víctimas que guarden silencio y que compartan mesa con sus agresores, es fundamental que las personas adultas que sí tienen conciencia sobre el problema de los malos tratos y el abuso sexual infantil, protejan a las criaturas de los "secretos de familia" y los saquen a la luz. 

Hasta ahora se consideraba que los menores eran "propiedad" del hombre de la casa y que éste podía hacer con ellos lo que quisiera. Ahora sabemos que los niños y las niñas tienen derechos humanos, no son propiedad de nadie, y la violencia que soportan por parte de los hombres de su entorno familiar (pares, abuelos, padrastros, tíos, amigos de la familia) es inhumana. 

Todas las familias deberían contar con un grupo de cuidados en el que las víctimas puedan confiar. 


Grupos de cuidados en nuestros espacios de activismo y lucha 

En todos los espacios sociales hay luchas de poder y guerras internas para derrocar a los líderes y para sustituirles, hay peleas de egos, grupos y reuniones secretas, conspiraciones y batallas sangrientas. Estas guerras son más violentas en grupos verticales con jerarquías, en las que sus miembros batallan por cargos importantes y cuotas de poder. En los grupos horizontales estas batallas se dan en menor medida porque se funciona de manera asamblearia, y en red, de manera que la gente está más centrada en el objetivo que tienen en común, y es más fácil trabajar en equipo. 

Tanto en unos como en otros, los grupos de cuidados velarían por el bienestar, la inclusión y los derechos humanos de todos y todas, se encargarían de ayudar a resolver los conflictos personales, de ayudar a las más vulnerables, y de proteger a las víctimas de las personas que se dediquen a ejercer violencia física, sexual, emocional y psicológica contra alguien del grupo. 


Grupos de cuidados en las redes sociales  

Las redes sociales están llenas de gente que disfruta asistiendo a las peleas, cancelaciones, y  linchamientos públicos, y/o participando en ellos. La guerra en redes es permanente, no cesa jamás, y son muy pocas las personas que logran debatir en los hilos sin sufrir y sin hacer sufrir a los demás: no sabemos practicar la comunicación no violenta, no sabemos discutir sin hacernos daño, no sabemos expresar nuestras opiniones sin machacar al "adversario". 

Y este es precisamente el problema: actuamos como si las redes estuviesen llenas de enemigos, incluso dentro del bando o grupo al que pertenecemos. 

No conversamos para el placer, ni para aprender, ni para construir conocimiento colectivo: participamos en los debates para brillar y para lucirnos, para imponer nuestras ideas, para humillar a los contrincantes, para alimentar nuestros egos, para mostrar lo ingeniosos que somos en el combate verbal. 

Exhibimos nuestro poder, lo ejercemos sin piedad para llevar razón, para recibir megustas y para recibir aplausos, para ganar seguidores, para sentirnos especiales, únicos, importantes. Opinamos de todo aunque no leamos ni nos formemos para poder opinar, y atacamos sin piedad a quienes no piensan como nosotros: así es imposible aprender y disfrutar de las redes sociales. 

Cada vez hay más gente que sale de ellas para evitar sufrir, porque están cargadas de odio, y como siempre las que más abandonamos las redes sociales somos nosotras, las mujeres, que somos las que más ciberviolencia sufrimos. 

Los grupos de cuidados en redes sociales sirven para crear espacios más pequeños, espacios seguros y libres de violencia, en los que las mujeres nos apoyamos, nos damos consejos, intercambiamos información y conocimientos, establecemos alianzas y estrategias comunes, y nos protegemos unas a otras. 

En estos grupos de cuidados no tenemos miedo a ser atacadas, y podemos expresarnos con libertad y confianza, son un refugio frente a la hostilidad de los espacios abiertos. 

A medida que aumenta la violencia contra las mujeres feministas, más nos damos cuenta de lo importante que es apoyarnos unas a otras, y organizarnos para hacer frente a la misoginia y el machismo, vengan de donde vengan. 


Aprender a crear grupos de cuidados 

Si le perdiéramos el miedo a las personas violentas y nos uniéramos para hacerle frente a los abusos, los malos tratos y las injusticias, entonces no se sentirían tan poderosas. 

El miedo lo tendrían ellas, porque generalmente son muy cobardes, y paran cuando no cuentan con el apoyo (o la indiferencia, que también ayuda mucho) de los demás.

Pienso que si todas las comunidades humanas tuvieran grupos de cuidados, todos nos lo pensaríamos mucho a la hora de iniciar un ataque o una guerra contra otra persona. Lo mismo en el espacio público que en nuestro entorno más cercano: si cuando intentamos hacer sufrir a alguien, los demás se indignan contra la injusticia y se enfrentan a nosotros, probablemente desistiríamos. Porque nada nos da más miedo que el rechazo del grupo.

Mi propuesta es empezar por las escuelas: nuestros niños y niñas necesitan herramientas para tomar conciencia de las violencias que sufren y que ejercen, para aprender a cuidarse entre todos, para aprender a usar su poder sin abusar ni hacer daño a nadie. 

Además de tener una asignatura específica (Ética del Amor y Filosofía de los Cuidados), en la parte práctica aprenderían a crear grupos de cuidados, como una estrategia de defensa cotidiana contra los malos tratos, el sufrimiento y la violencia. En grupo es más fácil aprender a protegerse, a cuidarse, a apoyarse, a defenderse sus derechos, y a hacer frente común contra los abusos y las injusticias.

En grupo podemos aprender a cuidarnos a nosotros y a nosotras mismas, a cuidar nuestras relaciones, y a cuidar a la gente que sufre discriminación y violencia. 

En grupo perderemos el miedo y podremos enfrentarnos con valentía a todos aquellos que cometen injusticias, abusos y malos tratos a los demás.

Cuantos más grupos de cuidados, más solos se sentirán; es la mejor receta contra la impunidad. 

Los grupos de cuidados podrían hacer frente a emergencias, es decir, esos momentos en los que los agresores no paran de acosar a sus víctimas y les amenazan con hacerles daño. Generalmente cumplen sus amenazas, así que hay que preparar dispositivos de seguridad en torno a las víctimas, y uno de los elementos clave es que todos podamos turnarnos para acompañar a las víctimas y no dejarlas solas jamás. 

También los grupos de cuidados sirven para resistir ante la violencia de un sistema económico tan cruel y violento como el que vivimos. Mucha gente participa en grupos de cuidados y apoyo mutuo para hacer frente al drama de la pobreza, el desempleo, los desahucios, y la exclusión social. En la pandemia estos grupos de cuidado proliferaron por todos los barrios: repartieron comida, ropa y medicinas, organizaron los cuidados a personas mayores y dependientes, informaron y ayudaron a la gente a pedir las ayudas del Estado. Estos grupos de cuidado también ofrecen apoyo emocional y acompañamiento para la gente que está pasando malos momentos personales (crisis emocionales, enfermedades mentales) o simplemente etapas difíciles (la muerte de un ser querido, una separación de pareja, un problema familiar, etc). 


Lo mismo frente al matón que frente a las élites del poder 

La gente con poder nos quiere aislados y enfrentados entre todos, para poder manipular y abusar mejor de nosotros. Por eso es tan importante que nos juntemos y nos organicemos, lo mismo frente al matón del grupo, que frente a las élites del poder. 

Unidos, unidas, somos más fuertes y más grandes, empecemos en pequeños grupos de cuidado, con la gente más cercana, y aprendamos a protegernos y a apoyarnos entre todos. 

No se te olvide, formar parte de un grupo de cuidados es una medida fundamental del Autocuidado.

Y vosotras, ¿tenéis vuestro propio grupo de cuidados?, ¿os gustaría crear uno?, ¿tenéis gente querida alrededor con la que contar?


#GruposDeCuidados

#Violencia #malostratos #abuso

#ViolenciaPsicológica #violenciaemocional 

#ViolenciaEscolar 

#unmundosinviolencia 

#unavidamejor 

#cuidados 


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7 de abril de 2023

Ser leal a tí misma: una medida de Autocuidado fundamental

Ilustración de Cristina Troufa


Una de las claves para construir una relación bonita contigo es ser leal contigo misma, y poder confiar en tí misma. Saber que puedes contar contigo, que te vas a cuidar, y que no te vas a fallar.

La lealtad hacia ti es una de las claves del autocuidado: nunca puedes poner las necesidades de los demás por encima de las tuyas. Ni tampoco traicionarte a ti misma, ni traicionar tus ideas, tus valores, tus principios, por complacer o agradar a alguien más.

La lealtad es una prueba de tu grado de compromiso, de tu entrega hacia una causa, de tu amor y tu respeto por algo o por alguien.

¿Por qué es tan importante la lealtad?

Porque todo el mundo te la pide. Los publicistas te piden lealtad a un producto, o a una marca. Los grupos religiosos, a una divinidad y a sus mandamientos, pero también a los líderes espirituales. Los partidos políticos te exigen lealtad al grupo que posea el poder en ese momento. Los grupos deportivos, a los colores de la camiseta. Por eso se castiga tan duramente a los fieles que cambian de equipo, de partido o de dios.

El problema es que la mayor parte de los grupos humanos son jerárquicos, y en ellos los que mandan son los líderes (generalmente son hombres). Y esto supone que en algún momento vas a tener que elegir entre la lealtad a los objetivos de esos señores, o la lealtad a tí misma, a tus principios.

Traicionarte a tí misma es una de las cosas mas dolorosas que existen, sobre todo si lo haces para complacer a alguien y te dañas a ti misma, o dañas a otras personas.

Para ser leal contigo, tendrás que desobedecer a cualquier persona que te pida una entrega absoluta, un apoyo incondicional, una fidelidad y una obediencia ciega.

El apoyo no puede ser jamás incondicional: tienen que darse las condiciones, y si no las hay, podemos retirar nuestra lealtad. Lo mismo a tu pareja, que a un hombre o a un grupo: ningún vínculo puede ser incondicional.

Solo el que tienes contigo misma.

La lealtad hacia ti es una prueba de tu compromiso con tu bienestar y tu salud mental y emocional. Ser leal a ti implica no dejarte manipular, y autorregular tus emociones para que la devoción por alguien o la convicción por una causa no te pongan de rodillas.

Esto es importante para las mujeres porque muchas de nosotras somos capaces de traicionarnos y de no respetar los pactos de autocuidado, ya que nos han entrenado para ser sumisas y complacientes, y nos han hecho creer que hemos venido al mundo a cumplir, a servir a los demás, a dar nuestra vida por los demás sin pedir nada a cambio.

Nosotras nos esforzamos siempre por ser tenidas en cuenta, por facilitar las cosas, por resolver problemas, por cuidar a los demás. Unidas sí podemos, pero solas, nos cuesta más enfrentarnos a los poderosos, cuestionar al líder, dar nuestra opinión. Cuesta que se escuche nuestra voz, que se de crédito a nuestros conocimientos y experiencia, y además el precio que pagamos por desobedecer a los hombres con poder es mucho mayor.

Por eso es tan difícil escapar del matrimonio o salir de una secta. Todo el mundo espera que aguantemos y que estemos agradecidas por la protección que nos brinda el Señor (Dios, Marido, Padre, Líder, Cura, Pastor), y los propios compañeros y compañeras nos castigan si osamos contradecir el discurso del líder, o alzar la voz contra una injusticia.

Los seres humanos tenemos un miedo terrible a ser rechazados o expulsados de un grupo, porque antiguamente, cuando éramos nómadas y no teníamos leyes ni cárceles, este era el castigo reservado para las personas que no cumplían las normas o que dañaban a la comunidad. Y ser desterrado significaba la muerte, porque solos no podemos sobrevivir.

Todos y todas necesitamos sentirnos aceptadas, reconocidas, integradas en nuestros círculos de amistad, de familia, trabajo y vecindario. Y nos duele mucho cuando somos "diferentes" o "raras", y nos discriminan, nos invisibilizan o nos excluyen. Por eso tenemos tendencia a someternos a las normas de un grupo o a las normas que impone el líder de un grupo, pero a veces el precio que hay que pagar para ser considerado uno más, es demasiado alto.

Por ejemplo, si tú eres pacifista y no soportas la violencia, pero tu grupo ha decidido que tiene un enemigo, y que hay que luchar contra ese enemigo. Primero se exponen las razones para odiar a ese enemigo, se canaliza la frustración y el malestar contra ellos, y después te plantean que no hay alternativa: o estás con ellos, o contra ellos. No hay medias tintas, tú eliges en qué bando estás. Al enemigo se le presenta como un peligro del que hay que defenderse, y después, cuando ya están activados el odio y el miedo, se justifica el uso de la violencia contra el enemigo.

Son técnicas muy antiguas que utilizan los poderosos para acumular poder, y que les funcionan muy bien, ya que cuando te obligan a tomar partido, te obligan también a participar en los ataques contra el enemigo, a aplaudir los discursos que exaltan a tu grupo y menosprecian al otro, y por supuesto se espera de ti que mueras matando.

Aunque no te guste manejar las armas, aunque no quieras perder la vida, siempre la causa es superior a ti, y a cualquiera de los integrantes del grupo.

Tu lider y el líder enemigo jamás se manchan las manos de sangre.

Y tu obligacion es aparentar que sientes el mismo odio que los demás, porque el miedo a ser señalado como miembro del bando contrario es tan grande, que te lleva, sin darte cuenta, a dejar a un lado tus principios, y a sacrificarte en nombre de (el Amor, la Patria, la Bandera, el Proyecto, el Movimiento, etc)

A lo largo de la Historia hemos conocido a muchas mujeres y hombres desobedientes que jamás se vendieron, que se atrevieron a contradecir al líder, que se atrevieron a señalar la desnudez del rey, que se atrevieron a pensar por sí mismas, a defender sus ideales, a denunciar las injusticias, y a enfrentarse a la tiranía.

Para la mayor parte de ellos y ellas, el castigo fue el ostracismo o la muerte. Pienso en Hypatia, en Jesucristo, en Juana la Loca, en Olympe de Gouges, en Mandela, y en todos los y las insobornables y rebeldes de la Historia que decidieron ser leales a sus ideas y a sus principios, y que fueron encarcelados, torturados, y asesinados por ello.

A un nivel más cotidiano, ser leal a tí misma te hace libre. Si eres una persona autónoma, tienes que saber que no vas a encajar nunca en grupos jerarquicos ni en el tradicional sistema patriarcal de la dominación y la sumisión. Primero porque no te vas a dejar explotar ni a permitir que te utilicen para sus fines, no te vas a dejar manipular, y no vas a poder obedecer normas injustas, ni directrices impuestas desde arriba.

Lo mismo con una pareja que con un grupo humano: si no puedes disentir, si no puedes expresar tus dudas, si no puedes hacer críticas constructivas, si no puedes decir que no, si te da miedo que la otra persona se enfade, si temes a las represalias, entonces lo mejor es buscar personas, grupos y comunidades en las que puedas participar y sentirte libre.

Vamos a poner un ejemplo. Tú eres católica y tu grupo religioso ha decidido que van a ir a la puerta de las clínicas a señalar a las mujeres que quieren abortar, y a acosarlas para que se sientan mal. Tú en realidad lo que querrías es acudir a la puerta de las iglesias para señalar a los curas violadores de niños y niñas, y te parece más importante defender los derechos de la infancia que acosar a mujeres.

Pero en tu grupo no quieren ni oir hablar de los obispos y los curas violadores, no les importan sus víctimas, y para ellos lo más importante es atacar a mujeres que ejercen su derecho a decidir si quieren o no ser madres.

Así que tienes dos opciones: ir con tu grupo y sentirte mal acosando a mujeres, o no ir, y asumir las consecuencias de no hacer lo que hacen todos y todas. Por ejemplo: que te aparten del grupo, que te oculten información, que te hagan el vacío, que te expulsen, o mejor, que te animen a que te vayas tú voluntariamente.

Puede pasarte lo mismo si eres una mujer feminista, y la lideresa de tu grupo propone señalar y atacar públicamente a otra mujer feminista porque no piensa como ella, o porque le tiene envidia, o porque la ha convertido en su enemiga. Os invita a participar en el linchamiento publico, pero tú piensas que quizás sería mejor poner el foco en ese profesor que violó a no sé cuantas niñas y prostituyó a no se cuantas mujeres. La lideresa prefiere un linchamiento contra esa mujer que le cae tan mal, pero a tí ni te cae mal, ni te parece bien que se linchen a mujeres en las redes sociales.

¿Qué ocurre si todas se unen menos tú?, que el próximo objetivo de la lideresa probablemente seas tú, por díscola, desleal y desobediente.

En las comunidades y en las redes con estructura horizontal, las personas más populares suelen encargarse de los cuidados y de la coordinación del trabajo en equipo. En las verticales, en cambio, los líderes y lideresas imponen sus ideas y sus normas, y ejercen su poder de manera tiránica, siempre de arriba hacia abajo. Son los que exigen lealtad y obediencia a los demás, y los que no aceptan sugerencias, críticas, y posicionamientos contrarios al suyo. Se benefician de su poder, su capacidad para influenciar y para manipular al grupo a su antojo. Se rodean de personas muy leales, y se deshacen de los disidentes y de los rivales. Son personas que quieren limitar la libertad de todos los miembros del grupo, controlar las entradas y las salidas de la gente, y son líderes que te piden esfuerzo, entrega y sacrificio, obediencia ciega, información, y dinero.

Esta es la razón por la cual resulta muy dificil ser autónoma y mantenerte fiel a ti misma: los líderes conducen a sus seguidores como un rebaño. Ellos hablan, los demás escuchan. Ellos proponen, los demás le siguen. Ellos imponen su visión de mundo y sus normas, y tú no puedes participar en la creación de las mismas. Te limitas a aceptarlas, a asumirlas, y a respetarlas. Y a hacer que otros las respeten.

Muy diferente es cuando perteneces a comunidades humanas sin líderes, cuando encuentras grupos que se organizan asambleariamente, y en los que todo el mundo tiene voz y voto. Resulta mucho más fácil comprometerse con la causa cuando sabes que puedes cuestionarlo todo, cuando sabes que tu opinión cuenta, y cuando te sientes libre para decir lo que quieres, lo que opinas y lo que sientes, sin miedo a las represalias.

Cuando tú te comprometes (con una pareja, con un grupo humano, con un proyecto o con una causa), no estás firmando un cheque en blanco. Te comprometes porque crees en el proyecto o en la causa, pero eso no significa que tengas que obedecer a nadie, ni que tengas que pensar y actuar como los demás.

Si eres leal contigo misma, nunca van a poder manipularte ni hacerte daño. Y solo tendrás que obedecerte a tí misma, y regir tu comportamiento según tus valores y principios. Lo mismo en lo que respecta a una pareja que a un grupo: seguir a alguien ciegamente puede ponerte en peligro. Porque entonces dependes de la bondad o la maldad de ese líder, que puede manejar tus emociones para controlar tu comportamiento.

Si eres una mujer feminista, una medida fundamental para el autocuidado es irte de los grupos que atacan a mujeres. No importan los motivos por los que se cancelen y se ataquen a mujeres feministas: en esos colectivos ninguna de nosotras está segura, cualquiera de nosotras puede ser la siguiente víctima.

También hay que desobedecer a los hombres que pretenden someternos aprovechándose del amor. Estamos acostumbradas a complacer a todo el mundo, y en especial a nuestras parejas, aunque ello implique hacer cosas que no queremos hacer. Creemos que amar es servir, obedecer, sacrificarse, someterse, renunciar y traicionarte a tí misma para que el otro viva como un rey. Por eso nos cuesta tanto negociar en pareja, ponerle líneas rojas, y decir que no cuando pretende abusar de nosotras. Por eso anteponemos sus necesidades a las nuestras, por eso tragamos y aguantamos, porque nos han dicho que el amor todo lo soporta y todo lo puede.

La única manera de amar en libertad es ser leal a tí misma, comprometerte contigo misma, y cuidarte mucho para que nadie pueda manipularte, ni usarte en beneficio propio. Es solo ponerse a aprender y a entrenar día a día en el arte de la autodefensa emocional.


Coral Herrera Gómez


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1 de abril de 2023

Aceptar la realidad: para ser mejor persona, y para cuidar tu salud mental




Aceptar la realidad: para cuidar nuestra salud mental y emocional, y acabar con el abuso y la violencia, tenemos que trabajar mucho el arte de estar con los pies en la tierra.

Necesitamos herramientas para ser realistas, para asumir con elegancia y deportividad las derrotas, para aceptar nuestra realidad física y biológica, nuestro cuerpos y nuestro aspecto físico. 

Hay que acabar con el mito de que puedes conseguirlo todo en la vida si lo deseas mucho. 

El dinero nos permite falsear, simular, maquillar, decorar la realidad, pero no transformarla. 

Las personas que usan su dinero y su poder para que otras satisfagan sus deseos, son malas personas. ¿Por qué?

Porque nadie ha venido al mundo a servir a otros, y porque nuestros deseos y nuestros sentimientos no pueden perjudicar ni limitar los derechos de los demás. 

Tenemos que aprender a aceptar los límites de la realidad, y los que nos ponen los demás. Aprender a tolerar que nos digan "NO" y aprender a respetar las leyes que nos impiden hacer lo que nos da la gana.

No podemos usar nuestros privilegios para aprovecharnos de las personas más vulnerables. 

No es justo que vayamos por la vida creyendo que podemos hacer lo que queramos si tenemos dinero para pagarlo. 

En las personas ricas ésta actitud es obscena, y se nos antoja patológica. Pero lo cierto es que aceptar la realidad nos cuesta a todos y a todas, y que necesitamos toneladas de humildad para aceptar que lo que no puede ser, no puede ser. 

Necesitamos una educación que nos hable de los derechos humanos, y nos explique que no podemos usar a nadie para que la realidad se adapte a nuestros gustos, apetencias o necesidades. 

Tener dinero no nos hace superiores a los demás. Tener poder no significa que los demás tengan que obedecernos, sacrificarse, o servirnos. 

Hay que entrenar mucho para vivir despierta, lúcida, con los pies en el suelo, con tolerancia a la frustración, y con habilidades para asumir plenamente la realidad en cada etapa de nuestras vidas. 

Si no nos gusta la realidad, podemos pedir ayuda profesional para asumir todo aquello que no podemos aceptar.

Necesitamos aprender a aceptar los límites de la realidad, y los que nos ponen los demás.

Todos los días hay que entrenar en el arte de la humildad. 

No se puede tener todo en esta vida. 

El amor no se puede comprar. 

Los seres humanos no se pueden intercambiar, donar, regalar, prestar, alquilar, vender o comprar.

Tus deseos tienen un límite. Tu dinero no te da derecho a usar a los demás para hacer tus sueños realidad. 

No todas las estrategias que usamos para manipular la realidad son éticas, porque no está bien manipular a los demás si solo te beneficias tú. 

No está bien aprovecharte de tu poder y tus privilegios para conseguir todo lo que quieres y lo que necesitas. 

No está bien abusar de los demás sólo porque crees que son seres inferiores a tu servicio.

Sería estupendo si pudiéramos aprender todo esto en casa y en la escuela. 

Estamos hablando de nociones básicas de la ética amorosa, la salud mental, el bienestar y auto cuidado.

Estamos hablando de ser mejores personas y de construir un mundo mejor. 

Estamos hablando de igualdad, de derechos, de libertad, de justicia social.

La revolución empieza por uno mismo, por una misma: hay que ser muy valiente y muy humilde para renunciar a imponer tus deseos, y para aceptar la realidad. 

Coral Herrera Gómez


 #éticaamorosa 

#filosofíadeloscuidados 

#realidad #saludmental

#justiciasocial

#otraeducaciónesposible

#OtroMundoEsPosible


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4 de enero de 2023

Dejar de maternar hombres adultos, y empezar a maternarse a una misma

 



Ayer me preguntabais que qué significa dejar de maternar a un hombre adulto, y cómo se consigue. 

Lo primero es dejar claras dos cosas: una, que los cuidados en una relación deben ser mutuos. 

Dos, que lo que tú necesitas es un compañero, no un hijo mayor. 

¿Cómo se consigue? 

Lo primero, explicarle que para ser autónomo tiene que aprender a cuidarse a sí mismo, a cuidar sus relaciones, y a cuidar su hogar. 

Lo segundo, negociar para establecer pactos de convivencia y para repartiros las tareas de cuidados y la logística del día a día.

Los hombres pueden aprender a cocinar, a mantener recogido y limpio su hogar, a limpiar la ropa y colocarla, a hacer la lista de la compra, ir a la compra, y colocar y preparar los alimentos.

Los hombres pueden llevar las cuentas de la casa, ir al médico por su propia iniciativa, llevar las cuentas del hogar, cuidar las plantas y el huerto si tenéis.

Puede aprender a organizar las actividades en el tiempo de ocio, a planificar los viajes en pareja o en familia, puede aprender a consultar el clima y a hacer las maletas. 

Pueden ir a las reuniones del colegio, participar en las actividades en las que piden la colaboración de los padres y madres, estar pendientes de las revisiones médicas de las criaturas y de las mascotas, estar pendiente de los eventos sociales y familiares, y participar en la organización como un adulto funcional más ( cumpleaños, operaciones y enfermedades, bodas y divorcios, nacimientos y entierros, y demás momentos importantes)


Puede aprender a confeccionar los disfraces para fechas señaladas, llevar a las crías a los cumpleaños de sus amigos y amigas, puede socializar con los demás padres y madres por sí solo. 

Puede aprender a estar pendiente de la ropa de las criaturas, pasarle la ropa que ha quedado pequeña a otra gente, y organizar la que os pasan a vosotros.

Puede cambiar pañales, sonar mocos, limpiar vómitos, vigilar fiebres en la noche, puede dar biberones, puede hacer la matrícula del colegio y todo tipo de trámites administrativos, puede ayudar a sus hijos e hijas con los deberes. 

Puede aprender a hacer limpieza profunda en el hogar, ordenar el trastero, ir al banco a hacer gestiones, sacar entradas para ir al teatro o al cine, cambiar la ropa de verano a la de invierno. 

Puede vigilar y curar heridas, planificar menús semanales, puede sentarse a hablar con los adolescentes y sostener conversaciones íntimas con ellos sobre sexo, emociones y sentimientos, puede acompañar emocionalmente a amigos y familiares en momentos difíciles de sus vidas, puede acompañarles y cuidarles cuando enferman. Pueden pasar noches en hospitales con sus familiares y amigos si lo necesitan, pueden estar pendientes de la medicación. 

Todos los hombres pueden cuidarse a sí mismos y pedir ayuda a su gente o a profesionales cuando no se sienten bien. 

Si en tu pareja tú eres la que se encarga de todo mientras él juega a la play o se entretiene con su teléfono, si no tienes tiempo libre y él sí, si te sientes su criada porque él no sabe hacer nada, es porque te está tratando como si fueras una mamá devota y entregada a sus cuidados.

Muchas mujeres lo hacemos porque creemos que ellos no saben hacerlo bien, pero también porque nos creemos que así nos van a valorar más y nos van a necesitar. 

Cuidado con el ego: nos gusta sentirnos importantes e imprescindibles, y creemos que van a estar tan agradecidos que no nos van a dejar nunca. 
Pero nos dejan.

Maternar a un hombre como si fuera un adolescente genera una relación de dependencia mutua. 

Que no se nos olvide que todas somos sustituibles: hay millones de mujeres deseando cuidar a hombres que no se cuidan y no las cuidan. Nos han educado para dar "sin pedir nada a cambio", y para creer que nacimos para servir. 

¿En que consiste el cambio radical que propongo? 

Se trata simplemente de que te cuides a ti misma y te preocupes por tu tiempo de descanso y diversión. Se trata de que tu pareja se comprometa a trabajar en equipo y asumir sus responsabilidades como un adulto funcional, que se trabaje a fondo su machismo y todo lo que se tenga que trabajar para aprender a quererte, a tratarte y a comportarse como un compañero.

Si cuentas con su colaboración para hacer el cambio radical que necesitáis, estupendo. Si se lo trabaja para ser autónomo y para comportarse como un adulto, y para ser un compañero, estupendo. Si aprende a comunicarse para expresar sus emociones y sus necesidades, genial. Si aprende a negociar para llegar a acuerdos y para repartirse las tareas, genial también.

Si no, tendrás que tomar las decisiones que sean necesarias para cuidarte a tí misma y para dejar de relacionarte con él como si fuera un ser dependiente. 

Recuerda que tú no puedes cambiar a tu pareja, que solo puede cambiarse él a sí mismo, y que cualquier cambio lo tiene que hacer por iniciativa propia. Siempre hemos intentado educar y orientar a los hombres, pero ninguno evoluciona si no lo necesita.

Recuerda que un compañero no es un hijo, y que los cuidados en una relación entre personas adultas deben ser siempre mutuos. Y que si no son mutuos, es explotación emocional y doméstica. 

Recuerda que tienes derecho a tener tiempo libre y a descansar, y a vivir en igualdad de condiciones con los hombres con los que te relacionas.

Los amores que sean siempre compañeros.

Coral Herrera Gómez

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26 de septiembre de 2022

¿Qué es la explotación emocional?



Él le pide a ella que sacrifique su carrera porque sabe que está muy enamorada. 

Él le pide a ella que se mude de país o de ciudad para estar con él, todo el mundo lo verá como un acto de amor.

Él le pide a ella que se encargue de cuidar los hijos de ambos, porque sabe que ella ha sido entrenada para entregar su vida entera al hombre que ama.

Él sabe que gracias al amor romántico ella será su sirvienta y se encargará sola de todo el trabajo del hogar, porque lleva toda su niñez y adolescencia soñando con cuidar a un hombre.

Él sabe que puede mentirle y engañarle cuanto quiera porque ella sufre dependencia emocional y baja autoestima, y soportará lo que haga falta con tal de estar en su vida.

Él sabe que puede dejarla y volver con ella cuantas veces quiera, y ella estará siempre dispuesta a perdonarle. Él sabe que ella cree que sin él no es nada, no es nadie.

Él sabe que puede gastarse el dinero de ambos en el bar, en el casino, en las casas de apuestas, en el burdel, en webs de porno, en sus amantes y amigas, dónde le de la gana, porque ella vive por y para él.

Él le pone los cuernos porque sabe que ella aguantará, y al final se resignará, como todas. 

Él sabe que ella renunciará al sexo y al amor con otras personas para que él pueda sentirse importante. Sabe que por ser hombre tiene el privilegio de ser el único que puede tener una vida sexual variada y diversa.

Él sabe que cuando ya no tenga la potencia sexual y empiece a envejecer, las demás mujeres desaparecerán y ella seguirá cuidandole y demostrando cada día su amor.

Él sabe que no morirá solo porque ella es leal y seguirá con él hasta el final. 

Él sabe que puede manipular sus emociones para controlarla y someterla porque ella es adicta al amor romántico desde muy pequeña.

Él sabe que ha sido educada para entregarse al amor, para darse por completo, para servir, sufrir, aguantar y soportar. 

Él se aprovecha de su miedo al abandono, él sabe que ella tiene miedo a la soledad, sabe que busca en él todo el amor que nunca tuvo en la infancia, sabe que está hambrienta de amor, protección y muestras de cariño.

Él sabe que ella no se quiere a sí misma y busca a su papá en los hombres, sabe que necesita la aprobación masculina para sentirse valiosa, sabe que su autoestima depende del deseo sexual o el amor que inspire en los hombres.

Él sabe que ella no soporta estar sola, que no tiene autonomía, que no sabe cuidarse a sí misma, que no se siente una mujer adulta y responsable y que necesita un Salvador. 

Él sabe que se arrastrará detrás de él lo que haga falta, que perderá su dignidad cuando sea necesario, que podrá tratarla mal para domesticarla, y que cuanto más sufra, más poder tendrá sobre ella. 

Él sabe que ella cree que su sufrimiento tendrá recompensa, y que la han hecho creer que cuanto peor lo pase, antes llegará al paraíso romántico. 

Sabe que se auto engañará todo lo que pueda, y que los demás le dirán que aguante, que el amor todo lo puede.

Sabe que ella no le va a dejar, sabe que bastará con unas palabras bonitas y unas flores para tenerla tranquila y para vivir como un rey.

Y sabe que puede tener no solo una, sino varias mujeres necesitadas de amor.

Y se aprovecha, y abusa, y disfruta de su poder. 

Se llama explotación emocional, y es uno de los cinco pilares sobre los que se configura el patriarcado: explotación doméstica, explotación laboral, explotación sexual, y explotación reproductiva. 

La explotación emocional consiste en abusar de una o varias mujeres que te aman, y en aprovecharte de su necesidad de amor, para obtener sexo y cuidados, pero también para obtener dinero, recursos, y toneladas de trabajo gratis.

Este privilegio de los hombres para disponer a su antojo de mujeres enamoradas es abuso, y es violencia machista y patriarcal.

La explotación de las mujeres es la base de nuestro sistema económico, y mientras sigamos educando a nuestras niñas para que sean yonkis del amor, siervas del Señor y vivan de rodillas frente a él, ellos podrán vivir como Dios.

Por eso es tan importante luchar por la autonomía económica y emocional de las mujeres, ofrecer a las niñas referentes de mujeres libres, y eliminar al príncipe azul de los cuentos que les contamos. 

El antídoto más efectivo contra la explotación emocional y sentimental es que todos los hombres tomen conciencia de que la explotación emocional es tan violenta como el resto de las explotaciones.

También es fundamental que todas nosotras tengamos claro que no vinimos al mundo a sufrir, 

que el amor debe ser recíproco, y si no es recíproco, es explotación emocional 

y los cuidados deben ser siempre mutuos, y si no son mutuos, son explotación doméstica. 

Coral Herrera Gómez 


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13 de agosto de 2022

Si estás empezando una relación, esto te interesa




Si estás ilusionada y con ganas de disfrutar de tu nuevo amor, ten claro que lo primero es el auto cuidado, y dejar las cosas claras desde el principio.


El mejor método para construir una relación sana e igualitaria, para evitar peleas, para evitar el abuso y la explotación, y para que ambos podáis disfrutar del amor, es aprender a comunicarse, y a negociar para alcanzar unos acuerdos que os permitan quereros bien.

Si al empezar la relación os sentráis a escuchar a la otra persona y elaboráis una serie de pactos para cuidar la pareja, y para cuidaros mutuamente, os evitaréis muchos malentendidos y mucho sufrimiento. 

Se trata de hablar sobre los temas más importantes: cómo vais a cuidar vuestra salud sexual, cómo vais a manejar los gastos, la frecuencia de vuestras citas, la forma de comunicaros cuando no estéis juntos, lo que os gusta y no os gusta del sexo, lo que cada uno espera de la relación... sabiendo todo esto desde los inicios, os será más fácil establecer unos pactos que os ayudarán a quereros bien, y probablemente podréis disfrutar mucho más del amor.

Pero primero, el Pacto contigo misma

Antes de sentarte a negociar con tu pareja, tendrás que sentarte primero contigo misma y hacerte varias preguntas, la más importante: ¿qué quiero yo, qué necesito yo para estar bien?

Así podrás luego comunicar a tu pareja qué quieres, qué no quieres, podrás poner tus límites, y podrás negociar siendo leal a ti misma. 

Esto es importante porque las mujeres tendemos a decir que sí a todo, a dejarnos llevar por el amor, a ser complacientes, a soportar situaciones que no nos hacen bien, a aguantar y a sufrir en nombre del amor. Nos preocupamos más del bienestar de los hombres que del nuestro, y por eso somos más proclives a ceder en todo. 

Si nos dejamos llevar por la estructura del romanticismo patriarcal, un día de pronto nos vemos de sirvientas de nuestros maridos en casa, rodeadas de niños, con una carga de trabajo descomunal y con un rencor y una rabia tremendas al ver que nuestra pareja vive mucho mejor que nosotras.

Nos dijeron que ibamos a ser princesas y acabamos como sirvientas: cuando nos damos cuenta de la injusticia es tarde: él tiene tiempo para descansar y disfrutar de la vida, mientras nosotras estamos con doble y triple jornada laboral, sin derecho al descanso, y sirviendo a un tipo que vive como un rey.  

Da igual que seamos muy feministas, que hayamos leído mucho, que tengamos claro que no vinimos a este mundo a sufrir ni a ser criadas de los hombres: es muy fácil caer en la estafa romántica.
Así que para cuidarnos a nosotras mismas, tenemos que dejar las cosas muy claras desde el principio: hay que sentarse a negociar con la pareja varias cuestiones, y hay que tener conversaciones incómodas.

A algunas personas les parece que hablar de cosas importantes es es poco romántico, pero lo cierto es que nosotras no podemos darnos el lujo de que la cosa fluya por sí sola. 

Para empezar con buen pie, hay que dejar claro qué es lo que queremos y lo que no queremos, y para que la pareja se consolide y evolucione, la negociación tiene que ser un proceso constante. Una vez que tenéis los acuerdos más importantes, tenéis que seguir hablando mucho para contaros cómo os estáis sintiendo, para evaluar cómo están funcionando los acuerdos, y para cambiarlos si hace falta.  Es un ensayo permanente, hasta que demos con la fórmula con la que ambos nos sintamos bien. 


¿Qué cuestiones son las más importantes para negociar? 

    Tipo de relación y compromiso

¿Queremos una relación abierta, cerrada, poliamorosa, una relación a distancia, queremos una relación informal, ocasional, queremos un vínculo profundo o mejor empezamos con tranqulidad a conocernos? Si el tipo de pareja que queremos no es el mismo que el de nuestra pareja, lo mejor es no empezar la relación, porque nosotras no vamos a hacer cambiar de opinión al otro, ni es justo que queramos obligar al otro a empezar la relación como nosotras queremos. Nosotras no tenemos por qué ceder ante sus necesidades y deseos: si no hay afinidad ni compatibilidad a la hora de entender el amor y la relación de pareja, es mejor que cada cual tire por su lado. 

Por ejemplo, tú quieres un vínculo profundo con tu pareja, y tu pareja no quiere pareja, quiere estar solo y  tener amantes. La trampa es cuando crees que puedes estar con él, enamorarlo y llevarlo a donde a ti te interesa: generalmente los hombres que no quieren enamorarse, no se enamoran, y los que no quieren comprometerse,. juegan contigo un tiempo, pero no se comprometen. Es decir, lo de que tu amor todo lo puede es un mito. 

Para disfrutar del amor, tenemos que tener las mismas o similares apetencias, encontrarnos en un momento en que necesitemos lo mismo, tener una idea parecida sobre qué es el amor y cómo queremos construir el vínculo amoroso. 

  
     Placer y deseo

La mayoría de los hombres no preguntan por miedo, y muchos porque creen que viendo porno aprenden todo sobre la sexualidad femenina. Pero lo cierto es que la mayoría no sabe proporcionar placer a las mujeres, no saben ni donde está el clítoris, y les importa muy poco el placer de sus compañeras.

Algunos te exigen que cuentes los orgasmos has tenido, y luego le informes de la cantidad, pero solo están pensando en su ego de macho y en su nivel de hombría, no en tu placer. Por eso tan pocos preguntan cómo pueden hacerte llegar al orgasmo, y por eso hay tantas mujeres que fingen en la cama. 

Así que para que no sea él el único que disfruta, tiene que saber qué es lo que te gusta, qué es lo que no te gusta, qué te apetece probar, qué es lo que no te apetece. Y tiene que saber que todo en el sexo tiene que ser mutuo: el sexo oral y el sexo anal tienen que ser recíprocos, siempre. 

Si tu amante está como loco por abrirte el culo y él no está dispuesto a ser penetrado, entonces tienes que dejarle ir. Si tu novio te exige que le hagas sexo oral y no está dispuesto a darte placer a ti, tienes que buscar amantes que no sean tan machistas y tan egoístas. 


    Salud sexual

Si un hombre no quiere usar ningún método anticonceptivo, está ejerciendo violencia sobre ti. Si un hombre te contagia con enfermedades de transmisión sexual, está ejerciendo violencia sobre ti. Demuestra que no le importa nada tu salud ni tu vida, y ten por seguro que en caso de embarazo te va a dejar completamente sola: la mayoría de los hombres ni quieren ser padres, ni quieren usar condón. 

Muchas mujeres creen que si les permiten a los hombres no usar condón, ellos las eligirán más veces y las amarán más que a las demás. Es una idea completamente falsa: el mundo está lleno de chicas capaces de poner en riesgo su salud y su vida, con tal de retener al macho. 

Cuando el macho sí está dispuesto a cuidar su salud y a cuidar la tuya, el problema más grande que encontramos es que casi todos los métodos para evitar enfermedades y embarazos están hechos para nosotras, y que muchos de esos métodos son hormonales y a algunas mujeres les hace mucho daño. 

Cierto es que muchas mujeres, aunque lo pasen fatal, usan métodos hormonales para que sus parejas disfruten, porque vivimos en una cultura en la que lo más importante es la satisfacción de las necesidades del macho (sexo, comida, cuidados). Pero como sabes que tu vida no puede girar alrededor de estas necesidades, entonces tienes que pensar en ti, en tu salud, y en tu placer. 
Si tu pareja no se preocupa por tu salud y te pide que tengáis relaciones sin protección, es porque no te ama, y no te cuida. Y tienes que dejarle inmediatamente. 


    Nuestras pasiones y nuestras redes de afecto

El tiempo que le dedicamos a nuestra gente querida es innegociable. Es decir, tu pareja no puede pedirte que le dediques todo el tiempo a él y te olvides de tus amigas y de tu familia.
 
Si lo hace, tienes que salir corriendo de esa relación. Tú tienes derecho a tener tus propios espacios con la gente de tu familia, con tus amigas y amigos, con tus compañeros y compañeras de trabajo, y también tienes derecho a tener tu espacio y tu tiempo para ti, y nadie puede impedirtelo. 
Al principio de la relación es normal que queramos pasar todo el tiempo con nuestro amado/a, pero jamás debemos permitir que nadie nos aleje de nuestra gente querida. 

Lo que sí podemos es negociar cómo vamos a hacer para compatibilizar nuestra relación con nuestra vida de siempre. Una pareja con una relación sana comparte mucho tiempo junta las redes sociales de ambos, pero también le dedican tiempo en exclusiva a sus amigas y amigos más queridos. 

Y aunque es cierto que vivimos con muy poco tiempo, es posible equilibrar los tiempos que dedicamos a la pareja, los tiempos que dedicamos a nuestra red afectiva, y los tiempos que queremos dedicarnos a nosotras mismas y a nuestras pasiones. 

Una de las claves para que tu relación dure es que te sientas libres para irte y para quedarte, que no tengas que renunciar a lo que te hace feliz, que puedas dedicarte a tus aficiones sin ningún tipo de traba: no hay nada peor que renunciar a aquello que te gusta para que la otra persona haga lo mismo.  

Si a ti te gusta salir a caminar a la naturaleza, jugar al ajedrez, leer libros, ir al teatro, bailar y cantar con tus amigas, surfear, practicar artes marciales, visitar museos, viajar, escribir, ir al cine, montar en bicicleta, hacer manualidades, trabajar la arcilla, pintar al óleo, observar aves, navegar en kayak, montar en bicicleta, o aprender cosas nuevas, recuerda que nunca debes renunciar a nada por tener pareja, ni puedes obligar a tu pareja a renunciar a sus pasiones por ti. 

Lo que sí podéis negociar son los tiempos que vais a dedicar a disfrutar cada semana, o cada mes, o las actividades que vais a compartir y las que no…. pero nunca renunciar a tu vida, ni configurarla en torno a la vida de tu pareja.  


    Dinero

Esta es una de las conversaciones más incómodas, pero es necesario tenerla. Las mujeres y los hombres no tenemos los mismos ingresos, ni las mismas condiciones laborales, ni la misma estabilidad en el trabajo. Ellos cuentan con una serie de derechos que nosotras no tenemos, y esto debe contemplarse en las negociaciones sobre el reparto de los gastos, lo  que quiere decir que a la hora de manejar el dinero, tenemos que evaluar si se dan las condiciones para dividirlos de forma igualitaria, o si será mejor hacerlo de forma proporcional. 

No permitas que un hombre te pague todo, ni que tenga poder económico sobre ti, porque la dependencia económica nos hace presas a las mujeres. Recuerda que ellos no dan dinero a cambio de nada, y que te puede salir muy caro que tu economía dependa de la suya. 

Recuerda también que no debes prestar dinero a los hombres que no conoces, por muy enamorada que estés, porque una de las peores violencias que sufrimos las mujeres es precisamente la violencia económica, y tiene que ver con nuestros ahorros o con la firma de créditos para ellos que van a nuestro nombre. Mucho cuidado, que no se puede mezclar el amor y el dinero. 


    Cuidados

Las relaciones en las que no hay cuidados mutuos y recíprocos, son explotación. A los hombres les han enseñado a recibir cuidados, pero no a cuidar, de manera que es muy probable que tu chico crea que tiene derecho a tener su secretaria, su enfermera, su cocinera, su limpiadora y su asistente personal gratis, todos los días del año. 

Si tu pareja no está dispuesta a asumir sus responsabilidades como adulto, tienes que dejar la relación. Si tu pareja ejerce explotación doméstica sobre ti, cuando estés harta de ser su criada, lo tendrás muy difícil para escapar. Mira a las mujeres a tu alrededor: la gran mayoría dedican todo o gran parte de su tiempo a cuidar a sus maridos y a sus hijos, a sus suegros y demás familiares, y apenas reciben cuidados de los demás. 

Ni siquiera tenemos tiempo para cuidarnos a nosotras mismas.  

Si tu chico no sabe cuidarse de sí mismo, ni sabe cuidar su hogar, jamás te vayas a vivir con él. La única forma de no vivir como una sirvienta es no compartir techo bajo ninguna circunstancia. 

Si tu chico no pretende abusar de ti y está dispuesto a tratarte como a una compañera, entonces podéis sentaros a pensar en cómo repartiros las tareas de cuidados, por un lado el cuidado del hogar, y por otro lado, el cuidado de los seres queridos (bebés, mascotas, y familia). Se trata de distribuir las tareas y de equilibrar los tiempos para que ambos tengáis igualdad de condiciones, ni más ni menos. 
Mucho cuidado con los que se comprometen y no hacen nada de lo que dicen, o los que empiezan con buen pie y poco a poco van dejando de hacer lo que tienen que hacer. 
Los viajes en pareja son una manera práctica de conocer al amado y de saber si están buscando una compañera o una criada. 


    Cuestiones innegociables

La libertad de movimientos no se puede negociar. Jamás debes pedirle permiso a un hombre para entrar o salir, para ir o venir, para ver a tu gente querida, para hacer cosas que te gustan, para vestir de una forma u otra. Una relación en la que necesitas pedir permiso al macho es un infierno, y si no le obedeces, probablemente tendrás que aguantar sus castigos. El amor solo puede disfrutarse en condiciones de libertad e igualdad.  

Tu privacidad y tu derecho a la intimidad: es innegociable porque es un derecho humano al que no tienes que renunciar. No tienes por qué darle las contraseñas de tu correo y tus redes sociales a tu pareja, tienes derecho a tener conversaciones con tus amigas sin que las escuche o las lea tu pareja, tienes derecho a compartir con tu pareja las cosas que tú quieras, y no debes permitir nunca que viole tu intimidad. Ni por las buenas, ni por las malas. 

La maternidad y la paternidad: si uno de los dos no quiere tener hijos e hijas, no puede obligar al otro a renunciar a su maternidad/paternidad. Y al revés: si tu sueño es fundar una familia feliz, no puedes obligar a la otra persona a tener bebés. Si ambos miembros de la pareja queréis tener hijos, entonces si podéis negociar cómo os vais a implicar en la crianza, cómo os vais a repartir el trabajo, cuantos queréis tener, y qué tiempo y recursos tenéis para una tarea tan colosal. 


¿Qué ocurre si mi pareja no quiere hablar o no cumple los acuerdos?


Que no tienes por qué aceptar sus condiciones. Si él no quiere escucharte, es porque quiere dominarte, y su plan es que vayas asumiendo poco a poco sus imposiciones, sin tener que decirlo en voz alta. Por ejemplo, esos hombres que cuando se van a vivir con una mujer no te dicen claramente que quieres que te encargues de todo, pero como no mueven un dedo ni se hacen la cama, tú tendrás que asumir que te toca cargar con todo, sin necesidad de que él diga: “quiero que seas mi sirvienta”

Si tu pareja está dispuesto a firmar el contrato amoroso pero no cumple los pactos, no hace falta pelear, ni sufrir, ni pasarlo mal: lo mejor es dejar la relación. Podéis sentaros a hablar de por qué no se respetan los acuerdos, e intentarlo de nuevo, pero lo mejor es siempre separarse. Si se los salta constantemente, es una prueba muy clara de que ni te respeta, ni te quiere realmente. 

Si él pacta pero no cumple ningún acuerdo, también es una demostración de que no te ama y no le importas. Da igual lo que te diga con las palabras, lo que importa siempre son los actos, los hechos, lo que hace, no lo que dice. 

Si tu pareja no quiere hablar, y no quiere negociar sobre ningún tema y te pide que le obedezcas en todo, entonces tienes que salir corriendo. El no quiere una compañera, quiere una sierva. 

Cuídate mucho

Hay muy pocos hombres dispuestos a relacionarse en igualdad, y con capacidad para tratar a las mujeres como compañeras, así que antes de comprometerte en la relación, tienes que conocerle bien y ver cómo se comporta cuando está enfadado, y cómo te trata cuando hay un problema o un conflicto. Si en la primera pelea te trata mal, te insulta, te humilla, y te menosprecia, entonces, no es tu relación.

Si quieres más consejos y quieres encontrar las herramientas que necesitas para: 

negociar contigo misma y con tu pareja, 

para aprender a usar tu poder, 

para comunicarte con asertividad, 

para defender tus derechos y tu libertad, 

para evitar malentendidos, 

para dejar de pelear, 

para construir una relación bonita, 

y para terminarla con amor y sin dramas, 


puedes unirte al Laboratorio del Amor, mi escuela virtual de mujeres,


y conseguir el libro de El Contrato Amoroso: Herramienta para mujeres que negocian en la pareja




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