15 de mayo de 2023

No es tu culpa, es tu responsabilidad



La primera vez que me dijeron: España es un país racista, y los españoles sois racistas y xenófobos, reaccioné igual que los hombres cuando les señalas el patriarcado: "No todos los españoles somos racistas"

E hice lo mismo que hacen los hombres cuando se sienten señalados: lo primero, explicarle a la otra persona que en todos los países hay racismo y xenofobia. Luego explicaba que mi familia es una familia de inmigrantes, que mi abuela fue una refugiada de la Guerra Civil, que tuve tíos abuelos que emigraron a América Latina, que mi compañero y mi hijo son centroamericanos, y que yo misma he sido inmigrante durante 9 años. Y cómo voy a ser racista yo si tengo amigos marroquíes y latinos, a este y al otro lado del charco.

Además, me defendía siempre contando la vez aquella que estuve encerrada durante 6 meses en una parroquia del barrio de Vallekas, en Madrid, para luchar contra la Ley de Extranjería con colectivos de inmigrantes marroquíes y latinos, para demostrar que yo no soy racista y que en España hay mucha gente que lucha por los derechos humanos de las personas migrantes. 

Sin embargo, si me paro a pensarlo bien, la estructura del Estado Español es completamente racista y xenófoba. Cuando voy a comprar fresas pienso en las jornaleras marroquíes que viven en condiciones de esclavitud trabajando bajo los plásticos, en unas condiciones inhumanas, achicharradas de calor, sometidas a la violencia sexual de sus patronos, cobrando salarios indecentes, durmiendo en chabolas sin agua potable y sin luz. 

Pienso en el horror reflejado en los rostros de observadores internacionales cuando visitan los invernaderos del Sur de España. 

Pienso en los altos muros y en las cuchillas afiladas que se clavan los niños tratando de cruzar la frontera, y pienso en las personas ahogadas en el Mediterráneo tratando de llegar a España. 

Pienso en cómo nos aprovechamos los españoles de las mujeres pobres y sin papeles que están cuidando nuestras casas, y a nuestros mayores, a nuestros niños y niñas, a nuestros maridos. 

Pienso en las miles de mujeres y niñas pobres sometidas a la esclavitud sexual en todas las carreteras del país. 

Pienso en cómo nos aprovechamos de la guerra en Ucrania para llenar nuestros campos de concentración de esclavas sexuales y para quitarles a las mujeres sus bebés a cambio de unas monedas. 

Así que entiendo que cuando alguien me dice que España es un país racista y xenófobo, me está hablando de una realidad objetiva. No me está atacando a mí, me está señalando la realidad.

¿Que puedo hacer cuando me señalan la estructura de la realidad? Puedo negarla y defenderme, o puedo:

- trabajar en mí misma todas las enfermedades de transmisión social que sufro (machismo, clasismo, xenofobia, capacitismo, edadismo, homofobia, etc) y liberarme de los mitos, los estereotipos, las creencias, y los prejuicios que me habitan.

- pensar en cómo podría hacer yo, como española, para aportar en la lucha contra el racismo y la xenofobia en mi país.

Lo mismo podrían hacer los hombres con la violencia machista: en lugar de defenderse y explicar que "no todos los hombres", podrían mirarse por dentro a ver qué les pasa y que sienten con respecto al feminismo, y ponerse a pensar en cómo aportar a la lucha contra la violencia. Para que la sociedad cambie, uno tiene que empezar por sí mismo. 

Las encuestas nos dicen que los chavales se sienten culpabilizados y cada vez más a la defensiva frente al discurso feminista. ¿Por qué prefieren negar la realidad que cambiarla?

Porque es más fácil victimizarse y defenderse, que hacer autocrítica amorosa, y ponerse manos a la obra para trabajar en sí mismos, y cambiar esa realidad. 

Es normal que muchos hombres reaccionen en contra del discurso feminista, porque sienten que pierden privilegios. Lo que no es normal es que afirmen que "los hombres nos matan más a nosotros que a vosotras", y no se pongan inmediatamente a luchar contra la violencia.

Si tan preocupados están por la violencia que sufren y que ejercen, podrían hacer lo mismo que nosotras, ir a la raíz del problema y hacerse preguntas: ¿por qué el 95% de la población reclusa mundial es masculina?, ¿cómo paramos los homicidios y los femicidios?, ¿cómo erradicamos las agresiones y las violaciones?, ¿cómo protegemos a las personas y los animales más vulnerables de tanta violencia?, ¿cómo hacemos para acabar con la desigualdad, la explotación, la violencia y el sufrimiento de la Humanidad?, ¿cuáles son mis privilegios como hombre, y como puedo hacer para no abusar ni hacer daño a las mujeres con las que me relaciono?

La responsabilidad es un concepto mucho más poderoso y transformador que la culpa. La culpa pertenece al pasado, es algo que ya está hecho y no se puede cambiar. La responsabilidad en cambio es algo que pertenece al presente, se proyecta hacia el futuro, y la ejerces en gerundio: "yo asumo que los hombres tienen un problema con la violencia, porque lo veo a diario en las noticias. Yo soy hombre, estoy tomando conciencia de mis privilegios, me estoy trabajando muchas cosas dentro de mí, y con mi ejemplo puedo ayudar a otros hombres"

Cambiar la culpa por la responsabilidad, 

y el victimismo por la autocrítica amorosa,

es la clave del cambio que necesitamos para ser mejores personas y para construir un mundo mejor.


Coral Herrera Gómez


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