Otras
formas de quererse son posibles
Sálvame: la utopía romántica de la
transformación personal.
El amor romántico
es hoy una utopía emocional colectiva: en nuestro mundo posmoderno la gente
busca la fusión (con la media naranja y con el Cosmos), la salvación, la
transformación y la felicidad a través del amor de pareja. El romanticismo es
también una especie de religión individualista, con sus paraísos hechos a
medida y con sus múltiples infiernos, con sus rituales de unión y separación,
con sus propios símbolos, mitos, héroes y heroínas, y con sus mártires del
amor.
Como
cualquier utopía, el romanticismo posmoderno es un espacio mágico cargado de promesas
de cambio y transformación. El amor es un proceso revolucionario personal
porque trastoca nuestras vidas enteras, y construye puntos de inflexión en
nuestras biografías: nos revuelve las emociones, desbarata nuestros horarios y costumbres, nos lleva a tomar
decisiones importantes, nos sitúa en estados extraordinarios que alteran
nuestra cotidianidad, y nos eleva el espíritu hacia la inmensidad del Universo,
la eternidad, la pureza, la perfección y la felicidad.
En los
cuentos que nos cuentan, la magia del amor nos cambia la vida: las chicas
pobres se convierten en princesas, los adolescentes inmaduros se convierten en
hombres adultos y valientes, las ranas se transforman en príncipes azules, los
monstruos recuperan su Humanidad, las hadas te paralizan (te duermen, o te
congelan), las brujas preparan brebajes para enloquecer a sus víctimas, los
muertos resucitan, los pájaros hablan, los dragones vuelan, y el amor lo puede
todo.
El amor no
sólo puede cambiarnos la vida a mejor, sino que también contiene una promesa de
salvación. Las protagonistas de los cuentos se salvan de la explotación laboral
o del encierro en la torre a través del amor, pero también en la vida real el
amor nos salva: la periodista que por amor se transforma en Reina de España, o
la plebeya que se transforma en Princesa de Gales. Ninguna de las dos tendrá
que hacer frente, como sus compañeras de generación, a la precariedad
femenina, a los vaivenes del mercado
laboral, a las crisis económicas y el desempleo.
Letizia y
Kate fueron elegidas por un príncipe azul europeo, pero no son las únicas:
también las novias de los futbolistas multimillonarios se salvan de la angustia
económica cuando son elegidas por los héroes de la posmodernidad. Las mujeres
que logran emparejarse con líderes que acumulan recursos y poder se salvan
todas (siempre y cuando logren mantener la pareja), por eso no es de extrañar
que haya tantas mujeres en el mundo que en lugar de trabajar por su autonomía
económica prefieren esperar a ser elegidas por algún hombre que las mantenga de
por vida.