Mostrando entradas con la etiqueta Masculinidades. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Masculinidades. Mostrar todas las entradas

14 de septiembre de 2022

Masculinidad, amor romántico y relaciones de pareja




Masculinidad, amor romántico y relaciones de pareja 

Coral Herrera Gómez, doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual. 


Este capítulo forma parte del libro: Hombres, Masculinidad (es) e Igualdad , coordinado por Bakea Alonso e Isabel Tajahuerce, de la Editorial Aranzadi.

En él colaboran también Beatriz Ranea Triviño, Octavio Salazar , Jordi Cascales, Krizia Nardini, Miguel Lázaro, Beatriz Gimeno, Virginia Carrera Garrosa, Edurne Nieves Aranguren Vigo, Anastasia Téllez, y Magdalena Suarez.

En este capítulo vamos a tratar de responder a la pregunta: ¿es posible construir relaciones sanas e igualitarias, basadas en la libertad, el respeto, el apoyo mutuo, la solidaridad, el disfrute y los cuidados?, ¿es posible que los seres humanos podamos llegar algún día a acabar con el sufrimiento romántico y la violencia machista?, ¿cómo transformar el amor y aprender a querernos bien?. ¿qué cambios necesitamos para poder disfrutar del sexo y del amor en pareja?, ¿qué cambios necesitan hacer los hombres para poder construir relaciones igualitarias, libres de abuso y explotación?


Educación para el amor y los cuidados 

La primera cuestión para abordar el tema es entender por qué nos resulta tan difícil querernos, y cuales son las diferencias de la educación sentimental que recibimos hombres y mujeres, y la relación que tenemos con el amor romántico. 

Los hombres reciben una educación emocional diferente a la de las mujeres. La única emoción que pueden permitirse mostrar es la ira y la rabia. Todo lo demás está prohibido para ellos , excepto en el campo de juego cuando meten un gol. Fuera de él, cuando los hombres se atreven a expresar otras emociones, reciben las burlas y los comentarios humillantes de todos los hombres a su alrededor: un hombre debe ser duro, ocultar y reprimir sus emociones, y rechazar todo aquello que tenga que ver con las mujeres. 

El amor es cosa de mujeres. La ternura, el cariño, la sensibilidad, los cuidados, las muestras de afecto son cosas de mujeres. Todo lo que sostiene a esta sociedad: los cuidados, el amor, la solidaridad, las muestras de afecto y de cariño, tiene muy poco valor porque se consideran cuestiones femeninas. Todo lo que tiene que ver con nosotras carece de importancia y de valor: lo que de verdad importa en nuestra sociedad es la capacidad de acumular poder y riquezas,para destruir, dominar y someter, para aniquilar y para utilizar a los demás en beneficio propio. 

Son los valores del capitalismo unidos a los del patriarcado: a las niñas les hacemos creer que han venido al mundo a cuidar a los demás, y que las necesidades de los hombres son prioritarias, y  superiores a las necesidades propias. Desde pequeñitas, las niñas somos engañadas con la idea de que hemos venido al mundo a complacer, a amar y a servir a los hombres. 

Desde su más tierna infancia, el patriarcado educa a los varones para que valoren y defiendan su libertad, y a nosotras nos educan para que pongamos el amor romántico en el centro de nuestras vidas. A ellos les hacen creer que siempre habrá una mujer cuidándolos: primero mamá, luego la esposa. Y a nosotras, nos hacen creer que nacimos para cuidar a nuestros padres, hermanos, maridos e hijos. El papel de ellos es recibir cuidados, el nuestro, darlos. 

Pese a que hemos avanzado mucho en estas últimas décadas, las niñas siguen recibiendo mensajes contradictorios. Por una lado les pedimos que estudien y trabajen, y tengan su propio proyecto de vida, pero por otro seguimos contándoles los mismos cuentos de siempre para que sean adictas a las historias románticas y para que desarrollen una fe ciega en el paraíso del amor. El mito  romántico sigue teniendo un impacto descomunal en la construcción de la identidad femenina, y todas las niñas que no se someten a los mandatos de género son castigadas socialmente. 

¿Cómo castigamos a las desobedientes? Con comentarios cargados de reproches, y preguntas cargadas de mandatos: ¿cuando te echas novio?, ahora que tienes novio, ¿cuando te casas?, ahora que te has casado, ¿cuando tienes hijos?, ahora que tienes un hijo, ¿para cuando la parejita?. La presión social para que las niñas se casen y formen una familia feliz sigue siendo tan fuerte como hace un siglo. También las críticas hacia las que no obedecen los mandatos de género son brutales: Una mujer cuya meta vital no sea el matrimonio ni la maternidad es señalada como rara, considerada una oveja negra, y una proyecto de persona fracasada, incluso en las familias más modernas y abiertas. 

Esta presión social que reciben las mujeres que no se amoldan al estereotipo y al rol tradicional del heteropatriarcado demuestra que aún nos queda muchísimo por hacer. La sociedad no soporta a las mujeres libres, a las desobedientes, ni a las que se desvían de la norma. Todas ellas reciben muestras de rechazo por parte de su comunidad, y presiones variadas hasta que salen de su etapa fértil. 

En cambio a los hombres no se les presiona. A los hombres se les seduce con la idea de que si se casan, podrán llevar una doble vida (con los privilegios del hombre casado y del hombre soltero a la vez), y podrán vivir como reyes, con una cuidadora fiel y entregada que asumirá sus responsabilidades y obligaciones en el hogar y en la crianza. 

Desde muy pequeños les enseñamos a clasificar a las mujeres en dos categorías: las buenas y las malas. Las buenas son las mujeres que cumplen con el estereotipo y el mito de la princesa. Una mujer que pone en el centro de su vida el amor romántico, y que dedica todo su tiempo, energía y recursos en esperar a ser elegida por el príncipe azul. Una vez que lo logre, encontrará las puertas del paraíso: un enorme palacio en el que tendrá que vivir sola esperando a que su amado regrese de vivir sus aventuras. 

Como Penélope esperó a Ulises durante 30 años. 

Las princesas son mujeres sumisas, discretas, dulces, alegres, bondadosas, empáticas, generosas y altruistas. Son mujeres que no existen: no tienen pasado sexual ni amoroso, nunca piensan en sí mismas, y siempre están dispuestas a sacrificarse por los demás: su marido, sus padres, sus hijos, y demás hombres de la familia. 

Las princesas no se quejan, no tienen deseos propios, no tienen proyectos de vida más allá de cuidar a su amado y su prole hasta el fin de sus días. Las princesas son elegantes, cuidan su imagen física, se mantienen en forma, tienen la piel clara y el cabello rubio, son mujeres especiales que destacan por encima de las demás. 

Las mujeres buenas son las adecuadas para asentar la cabeza y formar una familia, las malas en cambio son las mujeres de usar y tirar. Las mujeres libres que tienen deseo sexual y disfrutan del sexo sin miedo y sin culpa, son señaladas por el patriarcado como mujeres malvadas, interesadas, manipuladoras, perversas, degeneradas, locas, desobedientes, salvajes e irracionales. 

Así funcionan las etiquetas del patriarcado, que les dice a los hombres que las buenas son respetables, y las malas no merecen respeto. Unas pertenecen a un hombre, y las otras a todos porque no tienen dueño. 

Los hombres creen que hay muy pocas “mujeres buenas”, y por eso se lo piensan muy bien antes de vincularse y comprometerse emocionalmente . Desconfían de las mujeres porque en el imaginario colectivo del patriarcado, persiste el miedo y el odio a las mujeres indomables que no se dejan domesticar ni someter. 

A los niños no les educamos para que se relacionen con las mujeres como compañeras. Nosotras somos siempre “las otras”, y de alguna manera, cuanto más desconfían de nosotras, más difícil les resulta tratarnos como a iguales: en la “guerra del amor”, somos las “enemigas” de las que deben defenderse. 

El patriarcado nos muestra a las mujeres como seres caprichosos con estados de ánimo cambiantes.   Son muchos los personajes de ficción que declaran no entender en absoluto a las mujeres, o que hablan en sus tramas de lo raras que somos y lo difícil que resulta relacionarse con nosotras. Somos incomprensibles porque no nos escuchan.

El miedo al poder de las mujeres es lo que ha construido el sistema defensivo de la masculinidad hegemónica patriarcal. Ya lo decía Eduardo Galeano: “El machismo es el miedo de los hombres a las mujeres sin miedo”. Sobre este miedo a las mujeres libres se ha edificado todo el imaginario colectivo en torno a la feminidad: nos han hecho creer que las mujeres que obedecen los mandatos del patriarcado van al cielo, y todas las demás, vamos al infierno. 

¿Por qué tanto miedo a la libertad y al poder de las mujeres? Porque a los hombres les educamos para que luchen por ascender en la jerarquía social, y para que se dominen unos a otros. Es un sistema muy competitivo en el cual ninguno de ellos debe dejarse dominar por las mujeres, pero sí por los demás hombres: cada uno de ellos tienen a otros por encima y por debajo, y van alternando sus posiciones de poder según con quién se relacionan. Por eso se someten al superior en el ejército, en la empresa, en los cuerpos de seguridad del Estado, en las instituciones, en sus sindicatos, partidos políticos y asociaciones, pero todos tienen el premio de consolación: sea cual sea su grado de superioridad, en su casa mandan ellos. 



Impacto de los privilegios masculinos en las relaciones sentimentales 

Ni en las sociedades más democráticas los hombres han dejado de ejercer de reyes de sus hogares: la mayor parte de ellos tienen una o varias sirvientas a su disposición. Hasta el hombre más pobre del planeta tiene una para él solo, gratis, las 24 horas del día, los 365 días de la semana. Su única obligación consiste en traer un salario a casa. Salario que a veces se gastan nada más salir de la fábrica o del campo de trabajo en fiestas, juegos, burdeles, apuestas y juergas varias. 

En los países más avanzados, los hombres están renunciando a algunos de sus privilegios y están “ayudando” en las tareas domésticas, de crianza y de cuidados. Sin embargo, las cifras sobre el uso del tiempo libre nos permiten entender que ellos siguen gozando del doble de tiempo libre que las mujeres. 

Según el Informe sobre el desarrollo mundial 2012 del Banco Mundial, en nuestro planeta las mujeres emplean 5,10 horas a los cuidados del hogar y las personas de su familia, y los hombres una media de 2 horas al día. En los países menos avanzados, las mujeres dedican, según el Informe de Oxfam, unas 14 horas al día a las labores de cuidados esenciales, y en total todo el tiempo que dedicamos las mujeres a trabajar gratis tiene un valor de 11 billones de dólares. 

¿Qué implican estas cifras? Que los hombres, en casi todos los países del mundo, tienen más tiempo para cuidarse, hacer ejercicio físico, dedicarse a sus pasiones, disfrutar de su gente querida, tener amantes y amigas, prepararse unas oposiciones, consolidar o adquirir nuevos idiomas, hacer masters o doctorados, o invertir en su carrera profesional.  

Y mientras, las mujeres, vivimos con una doble jornada laboral que daña nuestra salud mental, emocional y física: la sobrecarga de trabajo dentro y fuera de casa nos mantiene agotadas, pero también presas. Nos prometieron que el trabajo remunerado nos haría libres, pero la realidad es que como los hombres nunca se incorporaron masivamente al trabajo de cuidados, nosotras nos vimos atrapadas en dos trabajos, y condenadas a la precariedad. En España se estima que el 52 por ciento de las mujeres al frente de una familia monoparental se encuentran excluidas del mercado laboral o trabajan en condiciones de precariedad, ya que el cuidado de los hijos y la falta de medidas de conciliación les impide optar a empleos con mayores jornadas e ingresos, según datos del Informe “Más solas que nunca” de la ONG “Save the children” en 2020. 

¿Es posible, en estas condiciones, que las relaciones heterosexuales puedan llegar a ser igualitarias?  Obviamente, no. 

Para asegurar la autonomía económica de las mujeres, habría que transformar el sistema entero para garantizar el derecho a tener ingresos de todas las mujeres. No es posible construir una relación sana desde la dependencia.

Pero además, los cambios políticos tendrían que hacerse también en todos y cada uno de los hogares.  

En principio el problema parece fácil de resolver: se trataría de que los hombres renunciasen privilegio de tener una asistenta personal que hiciese de criada, y se implicasen en las tareas de cuidados (de sí mismos, de sus familiares, de su hogar, y del planeta).



La monogamia femenina y la honestidad masculina 

Sin embargo, resulta más complicado que los hombres renuncien al privilegio que les permite tener una doble vida: una como respetable padre de familia, y otra como juvenil soltero de oro. Uno de los mitos fundamentales del amor romántico es la monogamia, un sistema de exclusividad sexual pensado sólo para nosotras. La doble moral disculpa a los hombres y culpa a las mujeres de las infidelidades masculinas: nosotras somos las que no vigilamos a nuestros maridos, o las que tentamos a los hombres para robarles los maridos a las otras. Según la doble moral del patriarcado, ellos son simplemente animales con un apetito sexual inconmensurable que les convierte en víctimas de nuestros caprichos. 

La doble moral condena a las mujeres adúlteras al ostracismo o a la muerte: incluso en los países en los que ya no es legal asesinar a tu esposa infiel, muchas mujeres siguen muriendo a manos de sus esposos sólo por el hecho de ser sospechosa de adulterio. Sin embargo, el castigo para las “canitas al aire” de los hombres, sigue siendo leve: duermen tres días en el sofá de su casa y después son perdonados y pueden regresar al lecho conyugal. 

Los hombres siempre han gozado de una vida sexual y amorosa diversa, gratis o de pago. A la vista están los aparcamientos de los burdeles que hay en todos los pueblos, carreteras y barrios de ciudades de España, repletos de vehículos de hombres casados que rompen con las normas de la monogamia mientras sus mujeres esperan haciendo la cena en casa. 

La construcción de la masculinidad hegemónica se basa fundamentalmente en la deshonestidad: los hombres no podrían vivir sus dobles vidas si fuesen sinceros con sus compañeras, y con el resto de su entorno familiar y afectivo. Ser honesto y disfrutar de sus privilegios es completamente imposible: los hombres se ven forzados a firmar un contrato monogámico para asegurarse de que sus esposas van a ser leales y fieles al compromiso. Pero esto no implica que ellos tengan que serlo también. 

Porque en nuestro imaginario colectivo, los hombres de verdad son hombres con capacidad para dominar su entorno (o el mundo), para conquistar mujeres, y para sembrar el mundo de hijos. Estas son las tres leyes principales de la masculinidad patriarcal, junto con la ley de la libertad: casados o solteros, los hombres nacen y mueren libres. 

¿Cómo lograr que los hombres desobedezcan estas leyes, y desmonten estas estructuras de relación con las mujeres? Es complicado, porque los cambios generalmente se producen como consecuencia de una necesidad, ¿y qué necesidad tienen los hombres de cambiar, si les va bien tal y como estamos?

Los hombres tienen a su disposición millones de mujeres hermosas dispuestas a amar, y a darlo todo con tal de tener pareja. En todos los países del mundo, las mujeres han sido educadas para ser adictas al amor, para buscar a su príncipe azul, para entregarse por completo y sufrir por amor. Muchas mujeres sufren una baja autoestima y una gran dependencia emocional, y muchas creen que son mitades incompletas que necesitan a un hombre en sus vidas para ser felices. 

Son muchos años consumiendo canciones románticas, novelas, cuentos, películas, series, cómics, revistas, y productos que perpetúan el mito del amor romántico, los estereotipos y roles de género, y muchos años de terapia los que se precisan para recuperarse de la estafa romántica. 

Casi todas las niñas, gracias a los dibujos animados y los juguetes de la infancia, sueñan con ser salvadas y mantenidas por un príncipe azul, y se ven a sí mismas como futuras princesas. Cuando se dan cuenta de que en realidad son sirvientas a disposición de un hombre, entonces el mito cae por sí solo. Algunas se rebelan, y otras se hunden: la decepción y la frustración requieren de mucho trabajo personal, y en ocasiones, de apoyo terapéutico. 

Cuando las mujeres podamos liberarnos del mito y aprendamos a cuidarnos, entonces quizás los hombres se vean obligados a cambiar su forma de relacionarse. Si logramos trabajar nuestra autonomía emocional y económica, y elevar nuestros niveles de autoestima, entonces no estaremos dispuestas a vivir el engaño de la monogamia, ni a cuidar de por vida a un rey. 

El feminismo lleva muchos años luchando por la liberación de las mujeres, pero nuestra cultura patriarcal sigue educando a nuestros niños y niñas para que aprendan a ser hombres y mujeres tradicionales, y para que aprendan a relacionarse entre ellos con las mismas estructuras que sus abuelos y abuelas. 

Es necesaria entonces una revolución amorosa, tanto educativa como cultural, que nos permita transformar nuestra forma de organizarnos y de relacionarnos. 



La revolución amorosa, paso a paso

La base del patriarcado es el trabajo gratis de las mujeres, y su explotación emocional, sexual, laboral, reproductiva y doméstica. 

Sin el amor y los cuidados de las mujeres, nuestro sistema no podría funcionar. Así que uno de los primeros pasos para acabar con el patriarcado consistiría en cambiar nuestro modelo productivo para poner en el centro los cuidados, de manera que fueran una responsabilidad social compartida por todos los miembros de la sociedad. 

Podríamos empezar con las instituciones educativas para que pusieran los cuidados en el centro: uno de los pilares de la educación sería enseñar a los niños y a las niñas a cuidarse a sí mismas, a cuidar a los demás, a cuidar sus hogares y los espacios en los que estudian, trabajan y se divierten, a cuidar la naturaleza,  los demás seres vivos y el planeta. 

¿Cómo educar a los hombres para que aprendan a relacionarse desde la igualdad y puedan construir relaciones libres de explotación y violencia? Proporcionándoles herramientas para aprender las artes de la comunicación no violenta, para gestionar sus emociones, para desarrollar la empatía y la ternura, para resolver conflictos sin violencia, para controlar su ego y subir su autoestima, para aprender a tratarnos bien incluso cuando dejamos de querernos. 

Es decir, el cambio educativo supondría abandonar la filosofía competitiva del “sálvese quién pueda” y de “el pez grande se come al chico”, para abrazar la filosofía de los cuidados, basada en la igualdad, el apoyo mutuo, la empatía y la solidaridad. 

Además, tendríamos que tener también las herramientas para aprender a usar nuestro poder de manera que no haga daño a nadie, es decir, usar nuestro poder no sólo para el beneficio propio, sino orientado al Bien Común. 

Hombres y mujeres podríamos adquirir las habilidades necesarias para entrenar en el arte de la autocrítica amorosa, que nos permitirían entender qué es el patriarcado, cómo lo sufrimos y cómo lo ejercemos, y nos permitiría también trabajar juntos para liberarnos de la estructura opresiva y de las jerarquías que utilizamos para explotarnos los unos a los otros. 

El cambio educativo tendría que venir de la mano con el cambio cultural. Ahora mismo los héroes de nuestra cultura son hombres malvados que acaparan los recursos, y que explotan y hacen sufrir a miles de personas para poder acumular dinero y riquezas sin parar. La mayor parte de los héroes masculinos son asesinos, lo mismo los héroes para adultos que para niños. Son robots sin sentimientos y sin escrúpulos que aniquilan a sus enemigos y coleccionan mujeres como si fueran trofeos. So, en su mayoría, tipos traumados por algo que les pasó en su infancia, pero también egocéntricos, narcisistas, mentirosos, ambiciosos, mutilados emocionales que les hacen creer a los niños que para ser feliz hay que tener el poder. Son el ejemplo a seguir para todos los niños, y les muestran que el más violento es el que más poder acapara. Son héroes que jamás piensan en construir, sólo destruyen, jamás piensan en el Bien Común, sólo en el suyo propio.  

Los héroes son narcos, mafiosos, empresarios poderosos, militares, guerreros, policías, detectives. Nunca se elige como héroes a hombres que estén luchando por salvar el planeta de la contaminación y la destrucción, ni a hombres que se entregan en cuerpo y alma a luchar por los derechos de los seres vivos, los bosques, los animales o los derechos humanos. Los héroes son siempre mala gente: muy atractivos físicamente, pero sin ética ni principios. 

El cambio en las masculinidades está en manos de los productores de cultura y entretenimiento, que siguen obsesionados con reproducir los estereotipos y los mitos patriarcales a través de las princesas y los matones.

 ¿Cómo hacer para que empiecen a ofrecernos otros modelos de masculinidades no violentas y no dominantes, otros modelos de feminidad, otras tramas narrativas y otros finales felices? 

La única manera de hacerlo es a través de la educación. El cambio educativo no sólo transformaría nuestra cultura, también nuestras emociones, sentimientos y formas de relacionarnos. Si la base fundamental del amor de pareja fueran los cuidados mutuos, podríamos acabar con la explotación, el sufrimiento y la violencia romántica. 

Para liberar el amor del machismo y de toda su carga patriarcal, deberíamos poder desmontar la idea de que el amor y los cuidados son cosa de mujeres. Para que los niños y los adultos varones se atrevan a desobedecer el patriarcado,  tienen que entender el mundo en que vivimos: en las escuelas, institutos y universidades nos hablan mucho de capitalismo, pero apenas nos explican qué es el patriarcado. 

El sistema educativo debería poder explicar por qué ha pasado tantos años ocultando y silenciando a las mujeres, y por qué fueron expulsadas de todos los libros de texto. También debería ofrecer herramientas para entender por qué los medios de comunicación y las industrias culturales siguen cosificando o invisibilizando a las mujeres, y por qué siguen insistiendo en inocularnos los valores del patriarcado a través de los mitos. 

Es preciso explicar también los intereses económicos de todos los actores implicados en la perpetuación del patriarcado, y la manera en que nos aprovechamos todos y todas del trabajo esclavo o gratuito de las mujeres en el mundo. 

Una vez que tomemos conciencia, entonces podremos hacer el trabajo individual que necesitamos para llevar a cabo el cambio social. Como lo personal es político, hay que empezar desde uno mismo/a, y creo que una de las claves para contribuir a estos cambios es que podamos reconocer al policía patriarcal que habita dentro de cada una de nosotras y nosotros. El patriarcado interior no sólo nos oprime y nos somete, también lo utilizamos para oprimir y someter a los demás. 

Cuando podamos identificar esos valores patriarcales con los que nos han educado, entonces podremos empezar a liberarnos por dentro, y a despatriarcalizarlo todo: la masculinidad, el sexo, el amor, las relaciones que construimos, y nuestra forma de organizarnos. 

Despatriarcalizar la Ciencia, la Religión, la Comunicación, el Arte, la Justicia, las leyes, la economía, es tan importante como despatriarcalizar nuestras emociones y nuestras relaciones: todo lo que es personal es político, y viceversa.  

Si para cambiar el mundo necesitamos empezar el proceso de transformación en nosotros y nosotras mismas, entonces es fundamental que proporcionemos a los varones las herramientas que necesitan para tomar conciencia y para hacer autocrítica amorosa. 

Quizás en ese momento, los hombres puedan empezar a cuestionar la forma en que se relacionan con las mujeres de su vida, y puedan por fin empezar a renunciar a sus privilegios para poder tratar bien a sus madres, hermanas, vecinas, amigas, amantes, compañeras de trabajo y de estudios, y compañeras de vida. 

Es desde la empatía como los varones pueden tomar la decisión de quitarse la corona para relacionarse en igualdad, y para aprender a amar a las mujeres de su vida desde el respeto, la ternura y el compañerismo. 

La clave para el cambio está en transversalizar los valores del feminismo en la educación, el arte, la cultura, la comunicación, y en poner el centro los cuidados. Si enseñamos a las nuevas generaciones a cuidarse a sí mismos, los chicos no necesitarán una criada que les cuide. Si les enseñamos a relacionarse con las mujeres desde los cuidados mutuos, será más fácil para ellos relacionarse desde el buen trato y el respeto. Si les enseñamos a cuidar su hogar y su planeta, es posible que estemos a tiempo de salvarnos de la autodestrucción. 

Es fundamental, en este punto, entender que necesitamos nuevos héroes, hombres o seres fantásticos que sean capaces de utilizar sus habilidades emocionales y su inteligencia para resolver sus problemas, cumplir con sus misiones, o conseguir lo que quieren, lo que necesitan y desean. Así que debemos pedirle a los productores culturales que apuesten por otros relatos, otros modelos a seguir, otros finales felices. 

Sin los hombres, este cambio podría durar siglos. Necesitamos, pues, mucha coeducación y mucha sensibilización para poder involucrar a todos los varones en esta transformación de nuestra sociedad: los cambios personales son políticos, y lo romántico también es político. 

Para poder querernos bien, tenemos que desmontar la idea de que el amor es una guerra, y todos los mitos románticos que nos hacen creer que amar es sufrir, sacrificarse, renunciar, someterse y entregarse a un hombre. Es una labor ingente la que nos queda por hacer: desmitificar el amor romántico y transformar las masculinidades será una de las tareas principales de la revolución amorosa. 


Coral Herrera Gómez 



Puedes adquirir el libro y el ebook aquí. 

Mis libros para la Revolución Amorosa.


Artículos relacionados:

Prólogo del libro: Hombres que ya no hacen sufrir por amor






20 de julio de 2022

No necesitas sentirte superior a nadie



No eres superior a los demás. Ni tus conocimientos, ni tu carisma, ni tu capacidad de liderazgo te hace superior al resto.

No eres superior a los demás por tener un cuerpo perfecto y una belleza deslumbrante, 

ni por tus atributos físicos y tus encantos,

ni por tu habilidad para seducir y enamorar a muchas mujeres y hombres.


No eres superior a los demás por tener un título universitario, 

o un título nobiliario,  

ni por tus habilidades artísticas o deportivas, 

ni por tu sensibilidad y generosidad, 

ni por ser una persona especial o diferente a las demás.


No eres superior a los demás por meter muchos goles,

ni por tener muchos likes en redes,

ni por ser muy inteligente, o muy culto/a, 

ni por salir en la tele, ni por recibir muchos aplausos o tener muchos seguidores.


No eres superior por haber leído muchos libros, 

ni por saber mucho de un tema,

ni por tener mucho talento,

ni por recibir un premio o muchos premios, 

ni por la profesión que elegiste,

ni por tu alto cargo o tu puesto en la empresa o en la institución.


No eres superior a los demás por tener dinero y tiempo para viajar a lugares exóticos, 

no eres superior a nadie por tener una vida muy emocionante y divertida, 

ni por tener muchos amigos y amigas, 

ni por tener ese apellido, 

ni por pertenecer a una iglesia y a una religión, 

ni a ese club de fútbol tan importante.


No eres superior por haber sufrido mucho en la vida, 

ni por los sacrificios que has hecho,

ni por haberte esforzado mucho en la vida,

ni por haberte casado con fulanita o fulanito.


No eres superior por tener muchas mujeres o muchos hijos, o muchas propiedades,

ni por haber nacido en el país en el que naciste,

ni por haber nacido en la familia que naciste, 

ni por ganar medallas deportivas,

ni por haber tenido suerte, 

ni por tener buenos contactos,

ni por estar triunfando en tus negocios.


No eres superior a nadie por lucir calzado y ropa cara, 

ni por tener un reloj de tecnología punta, 

ni por conducir un coche de lujo,

ni por tener una mansión con criadas a tus órdenes.


No eres superior a los demás, siempre hay alguien más arriba que tú.

No eres superior a nadie, y no necesitas serlo. 

No necesitas mirar a los demás desde arriba. No lo necesitas para nada.

No necesitas presumir todo el tiempo de lo bien que estás, ni de cómo has triunfado en la vida.

No es necesario malgastar tanta energía en competir con la gente para brillar y para demostrar que eres el mejor o la mejor.

No necesitas compararte todo el rato, ni causar impresión, ni despertar la envidia de gente que vive lejos y no conoces de nada. 


No necesitas sentirte superior a nadie para ser feliz. 


Necesitas, únicamente, sentirte uno más, una más en el grupo, sentirte aceptada por tu comunidad, y sentirte amada y cuidada por tus seres queridos. Nada más.

Coral Herrera Gómez 

8 de junio de 2022

La infancia tiene derecho a vivir libre de la exposición a la violencia



Ya hemos tomado conciencia de lo importante que es dejar de envenenar a niños y niñas con alimentos ultraprocesados y el azúcar, el siguiente paso es tomar conciencia de la violencia que consumen nuestros niños y niñas a diario a través de las pantallas. 

Ningún hombre nace violento: se aprende a serlo a través de la cultura y la socialización. 

Cuanto más expuestos están los niños a la violencia, antes aprenden a sufrirla y a ejercerla. Y no solo la violencia física: también aprenden a asumir el maltrato verbal, emocional y psicológico como algo natural, y después, normalizan el uso de esta violencia para divertirse. 

Los niños varones no solo aprenden a admirar a hombres violentos con estos contenidos: también son  adoctrinados en los valores más peligrosos del patriarcado: machismo, clasismo, homofobia, racismo, supremacismo, etc. 

Cuando consumen películas "de acción", están consumiendo ideología de derechas, patriarcal y capitalista, basada en la ley del más fuerte, en la competitividad y el acaparamiento, el egoísmo y el narcisismo, la acumulación de poder, las relaciones basadas en el interés, la dominación y la violencia. 

Se nota muchísimo la diferencia entre niños que sufren exposición a la violencia y los que no consumen este tipo de contenidos. Los primeros parecen más mayores, pierden su inocencia, su sensibilidad y su empatía antes que los demás, y pronto aprenden a divertirse con el sufrimiento de los demás. 

Cuanta más violencia consumen, más normalizan la resolución de conflictos mediante la fuerza física o el maltrato emocional, más claras tienen las jerarquías, y más prejuicios interiorizan. Son los primeros en apartarse de las niñas y todo lo que tiene que ver con el género femenino: el color rosa, los cuidados y la ternura, la sensibilidad y el amor. Por extensión, también se apartan de los niños que no obedecen los mandatos de género, y no aspiran a ser machos poderosos y violentos.

Yo lo veo a diario en el parque infantil. Muchas mamás hablan de galletas super eco-biosanas y tortitas de algas con kale y tofu, pero se quedan muy sorprendidas cuando ven a sus hijos pegar a otros, o cuando discriminan a un niño o niña con obesidad, con alguna discapacidad, o de otra nacionalidad. Les sorprende porque todos y todas creemos que nuestras criaturas son seres sensibles y bondadosos, pero en realidad les estamos sometiendo a una mitificación y glorificación del macho violento a diario que no les hace bien. 

Según los estudios sobre infancia y violencia, a los 6 años las niñas ya se sienten inferiores a los niños, los niños ya se sienten superiores a las niñas y a los niños afeminados, y los blancos se sienten superiores a los negros. A los 8 años muchos ya ven porno. Suena muy fuerte, pero a la edad en que están tomando su primera comunión ya se divierten viendo violaciones grupales a niñas y a mujeres, especialmente los que se relacionan con niños más mayores. Y lo más fuerte, es que ese día sus padres y familiares les regalan tablets y móviles, pensando que aunque muchos niños vean porno, el suyo jamás haría algo así.

La violencia además les anestesia y les provoca adicción: para poder emocionarse y vibrar, necesitan cada vez más sangre, más brutalidad, más sufrimiento. Por eso las escenas de sexo "normal" no les excitan y buscan vídeos cada vez más violentos en los que las mujeres son humilladas y torturadas de la forma más bestia. A esa edad se convierten en adolescentes incapaces de empatizar con las víctimas de la pornografía, lo que les llevará directos a  otro acto de consumo cada vez más normalizado entre varones en su tiempo de ocio: violar mujeres pobres y baratas, entre todos o uno a uno. 

El primer paso para llegar a esto es acostumbrar a los niños a ver peleas, y a admirar a los machos violentos: los héroes de la masculinidad infantil son en su mayoría guerreros y asesinos. 

Después los héroes pasan a ser los narcos y mafiosos rodeados de mujeres bellas y sumisas. Y con estos modelos de masculinidad es como aprenden a ser duros e insensibles, y a tratar a las mujeres como objetos. 

Para muchos padres y madres este proceso para insensibilizarse es necesario porque como los demás niños son violentos, ellos tienen que aprender a defenderse, a imponerse, a dominar y a ser líderes (y ellas a estar guapas para que ellos las elijan)

Esta ideología patriarcal está en los cuentos clásicos, en los dibujos animados, en los videojuegos, en todas las producciones culturales que usan los estereotipos y los mitos para naturalizar y normalizar la desigualdad, el abuso de poder y la violencia. 

Por eso es tan importante que la gente sepa que hay otros relatos, y que hay cada vez más producciones en las que se enseñan otros valores totalmente contrarios a los del patriarcado: empatía, compañerismo, solidaridad, cooperación, buenos tratos, igualdad, diversidad, cuidados, y cultura de la no violencia. 

Se trata de tomar conciencia colectivamente: la violencia no es "normal" ni natural, y nuestros hijos e hijas tienen derecho a vivir una vida libre de exposición a la violencia

Cuantos más seamos, más fácil será cuidar los contenidos que ven nuestros hijos- Y cuando los productores de cultura asuman que el rechazo hacia la violencia es cada vez mayor, más fácil será que los creadores se atrevan a destronar al macho violento y a sustituirlo por otros héroes con habilidades, conocimientos, inteligencia y sensibilidad para lograr objetivos, resolver problemas y buscar soluciones. 

Yo sé que los que soñamos con un mundo sin violencia lo tenemos muy difícil: llevo ya un par de semanas desmontando a mi hijo de 5 años estos valores que está aprendiendo (no en la escuela ni en casa, sino en su vida social, en la que los niños y niñas expuestas a la violencia son mayoría) 

Además, trato de mostrarle a sus papás y mamás lo importante que es cuidar los contenidos que consumen sus hijos, y a que tomen conciencia de cómo los relatos construyen la personalidad de nuestros críos, y cómo influyen en su forma de ser y de relacionarse. 

Yo quiero ponerle todo mi amor, mis conocimientos y habilidades a esta tarea de sensibilización y concienciación porque quiero que todo el mundo sepa que vivir libre de la exposición a la violencia es un derecho que tienen todos los niños y niñas, 

y porque quiero, para mí y para mi hijo, para sus amigos y amigas, y para las siguientes generaciones, 

un mundo libre de patriarcado, de sufrimiento, explotación y violencia.

Coral Herrera Gómez 


Artículos relacionados: 

El machismo se aprende

Cuidemos a nuestras niñas y niños

Infancias felices para cambiar el mundo

Criando a un niño sin violencia

¿Es buena persona el héroe de tu hijo?

El machismo se transmite por vía paterna

Educación para Quererse Bien

Nos salvaron los unicornios

Todo lo que podría haber hecho Will Smith, y no hizo

Cómo me trabajo el arte de la no violencia




3 de junio de 2022

Hombres, masculinidades e igualdad




Estoy muy contenta de anunciaros que ya está en librerías y en ebook el libro sobre Masculinidades de varias autoras/es en el que he participado, publicado por la Universidad Complutense de Madrid 

 y coordinado por Bakea Alonso e Isabel Tajahuerce, 

en el que colaboran también Beatriz Ranea Triviño , Beatriz Gimeno , Octavio Salazar , Jordi Cascales, Krizia Nardini, Miguel Lázaro, Virginia Carrera Garrosa, Edurne Nieves Aranguren Vigo, Anastasia Téllez,  y Magdalena Suarez.

Podéis adquirirlo en ebook y en papel en todostuslibros.com

30 de marzo de 2022

Conferencia Hombres y amor romántico: Coral Herrera en la UMH

 


El día 7 de Abril esuve en la Universidad Miguel Hernández, Alicante, en el ciclo de seminarios organizados por el Observatorio de Masculinidades, hablando de mi libro y de los Hombres que ya no hacen sufrir por amor. 





Si quieres estar al tanto de todas las conferencias y talleres que imparto en este año, entra en este enlace. 



28 de marzo de 2022

Autonomía, redes y resistencia: retos para el futuro de los Hombres Igualitarios

 



Retos para el futuro de las asociaciones de hombres igualitarios y de su papel en la agenda feminista. Coral Herrera Gómez en la Revista AHIGE Especial 20 Aniversario.


Los hombres igualitarios empezaron leyendo a las grandes autoras de referencia del feminismo y cuando llegaron a las calles, se encontraron entre ellos en espacios y asambleas feministas, empezaron a asistir a talleres y actividades mixtas.

AHIGE es una de las asociaciones de hombres que se atrevió a dar el siguiente paso: empezar a reunirse en espacios propios, empezar a organizarse, a conseguir financiación propia para sus actividades, y a convocar sus propias concentraciones, protestas, y manifestaciones. 

En la segunda década del siglo XXI, los hombres ya están articulando su propia agenda de trabajo y de lucha, apoyando la agenda feminista, y haciéndose cargo de la parte que les toca como hombres.  

Es el futuro del movimiento de hombres y los estudios de masculinidad: fortalecer la autonomía a la vez que se tejen nuevas alianzas con otros colectivos españoles, europeos y de otros países, y redes para avanzar en los objetivos comunes con el feminismo y los demás movimientos.  

Queda mucho trabajo por hacer, pero creo que hay cada vez más hombres comprometidos con la igualdad, y que son cada vez más las mujeres que apoyamos sus luchas. Estos son algunos de los retos que tienen por delante: 


1) El discurso negacionista, misógino y machista de la extrema derecha 

El gran reto que tenemos por delante como sociedad es cuestionar los discursos misóginos de la derecha, que pretenden deslegitimar la lucha feminista y los avances para la igualdad.

La extrema derecha y la derecha, están más fuertes que nunca, gracias al apoyo con el que cuentan dentro del poder judicial y del poder mediático. Su discurso es emocional: pretenden presentar a los hombres como las víctimas del feminismo utilizando el mito de las denuncias falsas. Apelando al miedo y al odio, promueven abiertamente el machismo, el negacionismo y el antifeminismo, 

Su discurso cala en la gente más joven porque les hace creer que son víctimas de un movimiento social que pretende quitarles su estatus, su poder, su posición en la jerarquía social, y que el feminismo es sólo un grupo de mujeres que odian al género masculino y luchan por destruirles. Como consecuencia ha aumentado el número de hombres jóvenes que niegan la violencia machista.


2) La brecha feminista entre hombres y mujeres

En las calles hay cientos de colectivos feministas trabajando en diferentes áreas,… tratando de despatriarcar el mundo, mientras la mayor parte de los hombres asisten como espectadores a la revolución feminista. 

Nosotras estamos formándonos, haciendo discurso, hacemos talleres y cursos, celebramos asambleas y encuentros, hacemos terapia individual y colectiva para trabajarnos los patriarcados, y ya hablamos un lenguaje diferente al de nuestros compañeros. 

Nosotras hablamos de nuestros sentimientos y traumas. Antes lo hacíamos en la intimidad, ahora desde el #MeToo, lo hacemos en redes sociales. Hemos roto el pacto de silencio entre hombres: ahora somos capaces de hablar de lo personal y de lo político, y ponemos el cuerpo, la cara, el nombre y los apellidos. 

Los hombres, mayoritariamente, reaccionan defensivamente: no quieren sentirse culpables, porque no quieren asumirse como responsables. No se sienten incluidos en la lucha feminista, porque no pueden liderarla. Se sienten culpabilizados y muchos, tienen una serie de resistencias que les impide lanzarse a las calles a protestar contra los femicidios y las violaciones sexuales en grupo. 

Ante el aumento de la violencia contra las mujeres, se señala como culpables a las víctimas: eligió un mal compañero, iba vestida provocativa, son unas exageradas,… 

Las cifras no desatan la indignación entre los hombres. La mayoría no se sienten parte de un sistema basado en la masculinidad patriarcal, ni se ven como privilegiados: muchos creen que a medida que las mujeres ganan en derechos, ellos pierden los suyos. 

Las asociaciones de hombres por la igualdad van creciendo y fortaleciéndose en España, pero lo cierto es que la brecha entre hombres y mujeres se va agrandando cada vez más. 

Los hombres aún siguen anclados en el discurso: muchos apoyan el feminismo como teoría, pero aún no tienen herramientas para hacer autocrítica amorosa y plantearse cómo usan sus privilegios, cómo usan su poder, cómo ejercen el patriarcado, cómo lo transmiten a las nuevas generaciones. Estas herramientas no han llegado a la población de una forma masiva. Hacemos talleres y formaciones, congresos sobre masculinidades alternativas, nuevas o disidentes, pero no hemos llegado aún a la calle. 

Y esto es un tema obviamente de comunicación y de pedagogía: el reto es precisamente tratar de ofrecer alternativas a la postura defensiva, tomando responsabilidad y llevando la crítica al modelo patriarcal a sus entornos masculinos y a las calles.

 

3) Referentes de nuevas masculinidades

En nuestra cultura actual apenas hay referencias de masculinidades desobedientes que no se arrodillen frente al patriarcado y no se sometan a la tiranía del género.  Los héroes patriarcales, por contrario,  tienen millones de seguidores que asumen sus planteamientos desde la admiración y la idolatría. 

Sin embargo, la población más joven está buscando su identidad porque ya no le sirven los modelos tradicionales, las calles están llenas de hombres que desafían el orden patriarcal, pero apenas encuentran nuevos modelos de identidad. Tienen que crearlos prácticamente de la nada. 

Todos conocemos gente que no cumple con los mandatos de la masculinidad y la feminidad, y que no sigue los mandatos sociales de cómo relacionarse en estructuras monógamas y heterosexuales, pero lo cierto es que no estamos llegando a ellos.

Todos sabemos, además,  cuáles son los castigos que la sociedad  aplica, a estos hombres, para que se repriman a sí mismos, y a los demás, y se conviertan en “hombres de verdad”.

AHIGE señala en su Filosofía la importancia de crear referentes masculinos desde las disidencias, y creo que aquí está en gran parte la clave del gran reto que tienen los hombres igualitarios y anti-patriarcales, cómo dar a conocer el trabajo que están haciendo, las redes y alianzas de los colectivos y asociaciones de hombres que creen y luchan por la igualdad, para atraer cada vez a más jóvenes, a más hombres que sean imagen y referencia de alternativa y cambio a un modelo social justo, equitativo e igualitario.


4) Lo personal es político: dar la cara, poner el cuerpo 

Creo que una de las claves principales es que los chicos puedan escuchar a hombres que están trabajando sus patriarcados. Hombres que no solo les hablen de lo político, sino que sean capaces también de hablar desde lo personal. Les toca poner el cuerpo, dar la cara, abrir su corazón y compartir sus procesos. Les toca contar las veces que sufrieron e hicieron sufrir, las formas en que se aprovecharon de sus privilegios, la manera en que les aplasta el patriarcado, la forma en que ellos aplastan a los demás y compartan con ellos sus experiencias de liberación, de cómo  han podido deconstruirse a sí mismos y cambiar su forma de relacionarse con los demás desde los principios y valores del feminismo;

La gente joven conecta cuando les hablas desde ti mismo, con tu verdad, con tus fallos y tus aciertos, con tus zonas luminosas y tus zonas oscuras. Así entienden que se trata de un proceso, para ser mejores personas, y para contribuir a la construcción de un mundo libre de sufrimiento, explotación y violencia. 

Los cambios sociales van acompañados de cambios culturales Es obvio que no sólo es preciso, entonces, hacer una revolución educativa, sino también una revolución cultural que baje al macho alfa del pedestal en el que está. Necesitamos otras tramas y otros finales felices para mostrar la diversidad de nuestra realidad. Y necesitamos, sobre todo, referentes reales de hombres diversos y comprometidos con la construcción de un mundo mejor para todas y todos. 

¿Cómo implicar a productores, guionistas, dibujantes, creadores, editores, etc, en esta revolución cultural? 

Hay que pensar nuevos modos de comunicar y de conectar con las audiencias, para que sueñen con otro tipo de personajes, de tramas, de finales, que nos ofrezcan otros valores y otros principios que no sean los del patriarcado más rancio. 

Son las nuevas generaciones las que pueden crear nuevos relatos, nuevas canciones, nuevas historias, libres de mitos y estereotipos de género.

 

5) Sumar fuerzas: más hombres igualitarios 

¿Cómo dar a conocer este movimiento social, y cómo concienciar a la población masculina de la importancia de trabajar las masculinidades para poder acabar con la violencia machista?, ¿cómo ilusionar a la gente joven y expandir el movimiento para transformar el mundo para hacerlo un lugar más habitable, más humano, más igualitario, más pacífico, más amoroso y más justo?, ¿Cómo hacer que los hombres entiendan que la violencia machista es un problema de hombres, como decía Saramago?, ¿cómo hacer para que los hombres se ilusionen con la posibilidad de trabajarse y de liberarse a sí mismos de los mandatos del patriarcado?, ¿cómo enseñar a los más jóvenes el arte de la autocrítica amorosa para que puedan entender los mecanismos del poder y el funcionamiento de la estructura patriarcal?, ¿cómo convencerles de que con la igualdad ganamos todos y todas, y podamos sustituir la explotación por la cooperación?, ¿Cómo contagiar la ilusión?

No es nada fácil, porque el discurso hegemónico lo ocupa todo: 

Creo que una de las claves es que los hombres se sientan protagonistas de su propio proceso de transformación. Como decía Kelley Temple, los hombres, necesitan tomar el espacio que tienen en la sociedad y hacerlo feminista. Es decir, tener su propia agenda feminista, y tener autonomía como movimiento social. 

Crear las alianzas y el apoyo mutuo entre el movimiento de hombres igualitarios y el de mujeres feministas: para poner en el centro de nuestra agenda los cuidados compartidos. Pero aun tiempo, mantener espacios no mixtos, que podamos trabajar juntos, y por separado. 

Fortalecer y expandir las alianzas con otros movimientos sociales y otros colectivos como el ecologista, el antiespecista, el anticapitalista, el LGBTQ, etc

El papel del Estado para: promover los estudios e investigaciones sobre masculinidad en los entornos académicos, y financiar las iniciativas sociales en los vecindarios y las calles, e incluir el trabajo con varones para la prevención de la violencia machista en sus agendas y en sus políticas públicas. 

Fomento de la formación transversal el feminismo y las masculinidades alternativas, en todas las etapas y los contenidos de la educación formal, (dotando de las herramientas necesarias para, que el alumnado, se conozca mejor a sí mismos/as, para aprender las claves del autocuidado. Desarrollando la autocrítica amorosa y el pensamiento crítico, aprendiendo a resolver sus conflictos y a desarrollar la empatía, la solidaridad, la honestidad, y tomar conciencia de la importancia de la justicia social, la igualdad y la no violencia, superando el modelo patriarcal de relación) 

Crear espacios de seguridad para todos aquellos niños que no siguen la norma patriarcal, evitando el bullying que sufren los que se atreven a romper con los estereotipos. 


6) Comunidades de resistencia y apoyo mutuo entre hombres

Para hacer la revolución, es preciso crear un tejido social que sea el caldo de cultivo para la formación de pequeñas y grandes comunidades de hombres que se trabajan sus patriarcados. 

Necesitamos encontrar espacios de seguridad, crear espacios y comunidades de resistencia y apoyo mutuo que trabajen por la construcción de unas nuevas masculinidades, porque lo cierto es que los hombres igualitarios siguen siendo hombres raros. Por eso es fundamental promover la creación de grupos de hombres donde los disidentes se sientan pertenecientes y no tan solos.

En estas comunidades los hombres podrán relacionarse en una estructura horizontal basada en la cooperación, el compañerismo, los cuidados mutuos, y las redes entre comunidades permitirán ir creando ese tejido social en el que cada vez más hombres se sientan incluidos. Cuanto más participativo sea el proceso para construir una agenda de lucha propia, más hombres se sentirán implicados en el trabajo personal y colectivo, y más comunidades se crearán en torno a este movimiento social.

En la medida en que nos vamos uniendo, vamos adquiriendo más fuerza para organizarnos y construir nuestras alternativas sociales. 

Por eso es fundamental el trabajo de comunicación dentro del movimiento: 

Estar en redes sociales, y aumentar la producción audiovisual 

Necesitamos alianzas con los medios de comunicación para que el mensaje llegue masivamente a la población.

Mostrar historias de hombres que se atreven a compartir sus procesos personales de transformación, Hombres que enseñen las claves del autocuidado y los cuidados hacia los demás, cómo se vence el miedo a las burlas y a la tiranía del qué dirán.


Coral Herrera Gómez


Puedes leer la revista entera y descargarla en este enlace.

Puedes leer más artículos de Coral Herrera sobre Masculinidades en este enlace.


22 de marzo de 2022

Nos salvaron los unicornios



Hoy nos han salvado los unicornios. Gael quería elegir su pasta de dientes, y en la estantería solo había de princesas y de asesinos. Le he dicho que fuéramos a otra tienda donde hubiese pasta de otros colores, con otros dibujos, y ha protestado, así que he rebuscado y un poco más allá he visto una de unicornios. A Gael le encantan los unicornios, menos mal. 

He salido de la tienda pensando que lo tenemos todo en contra. Ellos quieren niños violentos y obsesionados con el éxito, el poder y el dinero. Quieren niñas narcisistas obsesionadas con la belleza, el amor romántico y el dinero. 

Nosotras estamos intentando criar niñas y niños que sean buenas personas y que contribuyan a la construcción de un mundo mejor, pero es una tarea titánica. Ellos son los dueños de la industria del juguete y de los medios de comunicación, los dueños de las empresas de publicidad, las industrias culturales, la industria del porno y los medios de comunicación. Tienen un ejército de publicistas, guionistas, diseñadores y creadores de contenido que perpetúan los estereotipos de género, los mitos, los roles y los mandatos del patriarcado en todas sus producciones: canciones, videoclips, películas, dibujos animados, cómics, programas de televisión, anuncios publicitarios. 

También inundan de azul y rosa las mochilas, las tazas, los estuches, las camisetas, los edredones, la pasta de dientes: es casi imposible encontrar otros colores, y otros dibujos que no sean guerreros o princesas.

Todos los días les bombardean por todos los canales posibles, y les seducen con modelos de masculinidad y feminidad patriarcal, hombres forzudos y sin sentimientos, y mujeres criadas para servir a los hombres.

La tarea que estamos acometiendo las mamás y los papás es titánica. Nuestra cultura es una oda constante al macho violento y a la mujer complaciente, todos los contenidos están impregnados de los valores más peligrosos: el individualismo, el consumismo, el egoísmo y el egocentrismo, el afán de dominación, el acaparamiento de riqueza. Hasta los chistes están impregnados de racismo, clasismo, misoginia: intentar educar a los niños y a las niñas para que piensen en el Bien Común y en los valores de la cooperación y la solidaridad, la ética amorosa y la filosofía de los cuidados es una auténtica odisea. 

La sociedad rechaza a la gente que se atreve a ser diferente, y excluye con crueldad a todos los que no obedecen las normas y no se ajustan a los estereotipos de género. La infancia y la adolescencia necesitan sentirse parte de la sociedad, así que a la gran mayoría le resulta imposible escapar, y se acaban adaptando. Y los que no se adaptan, a veces tienen que pagar un precio muy alto.

Aunque intentemos mantener a nuestras criaturas lejos de la violencia de las pantallas y lejos de los centros comerciales, aunque intentemos que nuestras hijas no crean que la salvación está en ser deseada y amada por un hombre, aunque intentemos que nuestros hijos no aprendan a odiar a las niñas y al color rosa, es muy complicado. 

Si sus amigos desde los 8 años ven violaciones de niñas y mujeres en el porno, explicarles que masturbarse viendo a mujeres humilladas que sufren es violencia no sirve de mucho. Porque para ellos es lo "normal": vean si no cuáles son los vídeos más buscados en las plataformas de pornografía. 

Educar niños y niñas que sepan cuidarse y cuidar a los demás, y cuidar el planeta en el que viven es un desafío constante. El profesorado, los padres y las madres estamos solas frente a un puñado de señores que quieren perpetuar un sistema basado en las jerarquías y la violencia, y tienen todos los medios, porque ellos controlan la cultura, la educación, la información y el entretenimiento. 

Aun así, siento que mi pareja y yo no estamos solos, que hay mucha más gente tratando de dar herramientas a sus hijos e hijas para que sean libres, para que desarrollen el pensamiento crítico, para que sepan cómo, por qué y para qué les mandan esos mensajes a través de los relatos, para que puedan analizar la realidad y contribuyan a transformarla. 

Sé que no es fácil educarlos para que sean buenas personas, pero por mi parte haré todo lo posible para que Gael pueda serlo. Le estoy poniendo todo el amor y la energía del mundo, y aunque a veces me parezca una tarea descomunal, sacaré fuerzas de donde pueda, y seguiré buscando la manera de que no tenga que elegir entre machos violentos y cabreados, y princesitas obedientes. 

Desde hoy sé que en los rincones, escondidos, están los unicornios de colores.

Coral Herrera Gómez 

1 de marzo de 2022

Cómo ser un buen ex compañero

By https://elhombreenlapintura.tumblr.com/

Separarse de tu pareja no es fácil, pero es mucho mejor si le pones amor y durante el proceso aprendes a cuidarte a ti mismo, a tu ex pareja, a tus nuevas parejas, y si tienes críos, también a ellos y a ellas. 

Separarse a veces es una oportunidad para empezar una nueva vida y para ser mejor todavía que en la anterior etapa. Puedes aprovechar para construir la mejor versión de ti mismo. 

Si has sido un buen compañero, puedes seguir siendo igual de bueno durante el proceso de separación, y después. Si no has estado a la altura, piensa que en la separación puedes aprender mucho y llegar a sentirte mejor contigo mismo. 

Aquí unos tips para convertirte en un buen ex compañero: 

-Recuerda que los cuidados deben ser siempre mutuos: antes, durante y después de la relación.

- Llora lo que tengas que llorar: desahógate con buenos amigos y amigas, expresa tus emociones en libertad, pero no permitas que hagan daño a nadie, ni siquiera a ti mismo.

- Acepta que la relación terminó, e intenta desearle a tu pareja que le vaya muy bien en la vida. Pónselo fácil y póntelo fácil: cuanto mejor sea vuestra separación, mejor será vuestra relación.

- Atrevete a imaginar cómo sería una buena relación con tu ex compañera, y ponte creativo para pensar cómo vais a cuidarla, y cómo vais a haceros la vida más fácil y más bonita el uno al otro, y a vuestras hijas e hijos, si tenéis. 

-Piensa que aunque ya no tengáis una relación sexual y sentimental, seguiréis siendo ex toda la vida. 

-Piensa que si tenéis hijas e hijos en común, seguiréis teniendo una relación durante muchos años, y ten presente todo el tiempo que los niños vivien mejor en un entorno de paz y amor que en medio de una guerra.  

- Ponte lo más elegante posible: para dar la talla y estar a la altura, tienes que cuidar tus emociones para que no te arrasen a ti, y no hagan daño a tu ex compañera, a tus crías, o a tu entorno familiar y afectivo.

- Recuerda en todo momento que tu pareja tiene los mismos derechos que tú: derecho a rehacer su vida, a moverse con libertad, a hacer elecciones y tomar decisiones sin tí, y que lo que vale para ti, vale para ella también. 

-Igual que muchos hombres van al gimnasio a entrenar sus músculos, tú puedes entrenar tu cerebro y tu corazón para aprender a comunicarte sin violencia y para aprender las artes de la asertividad.

-La honestidad es fundamental en todas las relaciones que tengas con mujeres: ocultar, mentir y engañar a tu pareja es machismo, recuerda que no es posible tener una relación buena si no eres sincero y si no aprendes a relacionarte desde la honestidad. 

-También es fundamental la humildad y la generosidad, que se contagian cuando te relacionas con tu ex, y con los demás. 

- Las relaciones con tu ex requieren de mucha comunicación, empatía, generosidad, lealtad, solidaridad, compañerismo y amor del bueno: cuanto más entrenes, más fácil será construir una relación bonita basada en el respeto y los buenos tratos. 

-Cuando podáis hacerlo, sentaros a firmar un contrato amoroso que os permita negociar la manera en que vais a cuidaros durante y después de la separación. Se trata de negociar, elaborar unos acuerdos y de comprometeros a respetarlos. 

- Pregúntate y pregúntale a tu ex compañera: ¿qué es lo que necesitas para estar bien? Podéis hacer una lista de lo que necesita cada uno, y compartirla para alcanzar los acuerdos que necesitáis para cuidaros en la separación. 

- Escucha a tu ex pareja con atención amorosa: así será más fácil para ti empatizar con tu ex pareja y entender cómo se siente, y por qué, y qué necesita para estar bien. 

- Como todo tiene que ser mutuo, tú también tienes que abrirte y expresar cómo te sientes, sin culpabilizar a la otra persona y sin victimizarte. Se trata de contar la experiencia desde tí mismo, evitando el intercambio de reproches y las posiciones defensivas y de ataque. 

-En cada conversación, recordad que las cosas importantes hay que hablarlas cara a cara, que juntarse es un encuentro, no un combate, que habláis para tratar  principalmente del presente y del futuro, y que es mejor que los dos salgáis contentos y tranquilos después de hablar. 

-Cuando tu pareja sienta mucho dolor, o lo sientas tú, cuando sientas que no te encuentras bien o que estás muy revuelto emocionalmente hablando, aplaza la conversación y elige un momento en el que ambos estéis bien para sentaros a charlar. 

- Controla tu ego y tu orgullo, admite tus errores, haz autocrítica amorosa, asume las consecuencias de tus actos, pide perdón cuando tengas que pedirlo, sé coherente, y hazte responsable de lo que sientes, de lo que haces y lo que dices.

 -Revisa tu machismo, una y otra vez: todos fuimos educados en el patriarcado y a veces nos resulta muy difícil identificar cuándo nos estamos aprovechando de nuestra posición de poder. Si analizas tu forma de relacionarte con las mujeres de tu vida, será más fácil que identifiques y renuncies a tus privilegios para no abusar de ellas. 

- Después de firmar el contrato amoroso de cuidados, hay que evaluar de vez en cuando si los estamos cumpliendo, y buscar soluciones si no funciona. A veces hay que probar varias estrsategias hasta que veamos cuales nos funcionan a ambos. 

- Es posible resolver nuestros conflictos sin sufrir y sin hacer sufrir a los demás: vais a encontraros en el camino muchos problemas, pero si te lo trabajas a fondo, puedes no solo llevarte bien con tu ex, sino además mejorar todas tus relaciones. 

- Si tienes nueva pareja, cuidalá a ella también. Ahórrate sufrimiento y ahórraselo a tu ex , y a tus parejas. Se trata de ser simplemente ser honesto, generoso y asumir la responsabilidad afectiva que tienes en todas tus relaciones. 

- Cuida también a tu gente y a la gente que os quiere a ambos, y que han formado parte de vuestras vidas durante el tiempo que estuvisteis juntos. No les pidas que se posicionen a tu lado: ninguno quiere veros metidos en una guerra, todos necesitan veros bien a ambos. 

- Si no lo has hecho antes, puedes hacerlo ahora: asume tu responsabilidad como padre, y no delegues la crianza en tu madre, tu hermana o tu nueva pareja. Cuando están contigo, tú eres su principal cuidador: tendrás que buscar el tiempo y la energía que necesitas para ser un buen papá. 

- Aprovecha tu nueva vida para dedicarle tiempo de calidad a tus hijos e hijas, para alimentar un vínculo profundo, para disfrutar de tu paternidad y para darles a tus crías una infancia feliz. Eres su mayor ejemplo, y necesitan verte bien, aprender de ti y tener el mejor modelo de masculinidad del mundo.

- Hay que ser práctico: cuanto mejor nos llevemos con nuestra ex pareja, más fácil será organizarse y coordinarse, (y si los tenemos, también la vida de nuestros hijos e hijas será mucho más fácil)

-Cuando te liberas de los patriarcados que te habitan tu vida cambia de arriba a abajo: si aprendes a relacionarte contigo mismo y con los demás desde los principios fundamentales de la ética amorosa y la filosofía de los cuidados, tu vida mejora, y la vida de los demás, también. Y además contribuyes a la transformación de nuestra sociedad y a la Revolución Amorosa.

-Júntate a otros hombres que estén trabajandose lo mismo que tú, en buenas compañías resulta más fácil. Con ellos podrás leer, debatir, intercambiar materiales, romper tus esquemas y tus prejuicios, abrir tus horizontes, y aprender a relacionarte con las mujeres y con el mundo sin machismo. Si no encuentras grupos de hombres igualitarios, crea el tuyo propio junto a tus vecinos. 

-Pide ayuda si lo necesitas, un profesional con formación en feminismo y masculinidades puede ayudarte a fabricar las herramientas para para trabajarte por dentro los patriarcados, para aprender a comunicarte y gestionar tus emociones, y para hacer autocrítica amorosa.

Coral Herrera Gómez 


Artículos relacionados: 





Libros




2 de febrero de 2022

Libros para la Revolución Amorosa

 



Editorial Catarata, 2021, Madrid. 





Revolution Amoureuse, Coral Herrera Gómez

Editorial Binge Audio Editions, 

Traducción de Sophie Hofnung,

París, France, 2021.

Puedes adquirirlo en Fnac y en más de 160 librerías de Francia.




Libros de la Catarata, Madrid, 2020. 

Formato: papel y ebook








Coral Herrera Gómez, Editorial Libros de la Catarata, Madrid, 2018.











Coral Herrera Gómez, editorial Catarata, Madrid, 2019











Coral Herrera Gómez, Editorial Fundamentos, Madrid, 2011. 
Formato: papel






Coral Herrera Gómez Blog

Formulario de contacto

Nombre

Correo electrónico *

Mensaje *

Únete al Laboratorio del Amor

Únete al Laboratorio del Amor
Para saber más pincha en la imagen