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9 de junio de 2014

Los retos de las mujeres en América Latina




Este artículo fue publicado en Esglobal el 9 de Junio de 2014.  

El día que Dilma Rousseff ganó las elecciones en Brasil, las portadas de los periódicos eligieron la foto de la nueva presidenta arropada por el señor Lula, quien le da un beso en la frente mientras rodea su cabeza con un gesto de ternura. También Cristina Fernández de Kirchner tuvo a su lado en las portadas a un hombre el día que pasó de ser Primera Dama a ser presidenta de Argentina: su marido le ayudó a sostener y alzar el cetro presidencial. Su gesto paternal sirvió para legitimar de forma simbólica la victoria electoral de su esposa.  
América Latina ha dado pasos de gigante en estos últimos años hacia la igualdad: las presidencias de Rousseff y Fernández, junto con las de Michelle Bachelet en Chile y la de Laura Chinchilla en Costa Rica, han supuesto un hito histórico y tienen un enorme valor simbólico. Sin embargo, la cuestión es si sus liderazgos están contribuyendo al empoderamiento colectivo y a la paridad democrática.
Las presidencias femeninas apenas han transformado las estructuras de poder patriarcal de las democracias de sus países, que siguen basadas en el modelo presidencial: una figura de máxima jerarquía rodeada de un núcleo pequeño de gente que toma decisiones.  Las estadísticas nos demuestran que las mujeres de América Latina y el Caribe han aumentado su tasa de participación política en algunas áreas, principalmente en los parlamentos: en Argentina el número de mujeres parlamentarias ha aumentado del 6% al 37,4% en diez años, según datos de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en 2014. En Costa Rica aumentó del 10% al 38%, en Chile del 7,5% al 14,2% y en Brasil del 5 al 8%, país en el que también aumentó  el porcentaje de mujeres en los gabinetes ministeriales, pasando del 10,7% al 22,6%. 
En paralelo, se percibe un ligero aumento de la participación de las mujeres en el ámbito de la política local: el porcentaje promedio de concejalas de América Latina y el Caribe aumentó desde el 13.7% en 1998, al 25.2% en 2012. Muchos países, sin embargo, se encuentran lejos de las cuotas de paridad: en Argentina, el número de alcaldesas aumentó del 6 al 10%; en Chile, del 9 al 12%; en Bolivia, del 3 al 7%, según datos de CEPAL de este año. 
Algunos países latinoamericanos han puesto en marcha una serie de medidas para incentivar la participación política de las mujeres, como por ejemplo garantizar el acceso de miles de ellas a la obtención de papeles y documentos legales o la aprobación de una ley para eliminar la violencia y la discriminación hacia mujeres que participan en actividades políticas. En Bolivia estas medidas han supuesto un notable incremento de la participación de las mujeres en sindicatos, partidos políticos, organizaciones vecinales, corporaciones municipales y movimientos sociales.
Aunque las presidentas acaparen los focos de atención, las organizaciones de mujeres están jugando un papel fundamental en el camino hacia el desarrollo de toda América Latina y el Caribe. Asuntos como el derecho al agua de las poblaciones, el derecho a la tierra del campesinado, la soberanía alimentaria, los derechos de los pueblos indígenas, la defensa del medioambiente, los derechos de la población LGBTQ, la lucha contra el turismo sexual o la trata de mujeres y niñas son algunas de sus demandas.
Bajo mi punto de vista, ellas son las verdaderas protagonistas de los cambios en todo el continente. Con su trabajo están contribuyendo al empoderamiento colectivo, porque con sus luchas están aportando en  la mejora y transformación de sus comunidades, de sus países y de la región. Muchas organizaciones están trabajando desde otros modelos de liderazgo femenino que no están basados en figuras autoritarias que representan al resto. Cada vez son más las mujeres latinoamericanas trabajando en redes horizontales, locales, nacionales e internacionales y están experimentando diversas metodologías de trabajo e equipo que involucran a toda la comunidad. Este modelo participativo convierte a todos sus miembros en beneficiarios y, a la vez, en actores principales de sus proyectos. 

20 de mayo de 2014

Autocrítica amorosa: por un feminismo libre de patriarcados






A algunos feminismos les sobra un poquito de patriarcado, y les hace falta más diversidad. Hoy es un buen día, como otro cualquiera, para hacer autocrítica y hablar de las estructuras patriarcales con las que construimos un colectivo feminista, un departamento de género en una universidad,  una sección de un partido político, una asociación de mujeres, un instituto de estudios de género, una ONG de mujeres, un grupo de investigación feminista, etc.

Con algunas de mis compañeras llevo años hablando sobre este tema y no me he atrevido hasta ahora a lanzar las preguntas en los foros sociales, pero me parece fundamental que empecemos por preguntarnos por qué algunos feminismos están tan enfrentados o divididos, por qué las mujeres nos hacen fotos cuando salimos a manifestarnos como si fuéramos bichos raros, por qué nuestras reivindicaciones no tienen el impacto que desearíamos en la opinión pública, o por qué no logramos sensibilizar a la mayoría de la población sobre el tema de la violencia de género. Urge un debate profundo para reflexionar colectivamente en torno a los estereotipos negativos del feminismo, analizar el modo en cómo estamos comunicando y visibilizando nuestro trabajo, debatir acerca de nuestras debilidades y nuestras fortalezas, y re-plantearnos el modo en el que podríamos contagiar a más gente para que se unan a la lucha feminista por los derechos humanos de las mujeres.

Un primer paso podría ser trabajar en la despatriarcalización de nuestras estructuras, y analizar la forma que tenemos de relacionarnos y organizarnos. Existen muchas organizaciones que practican el feminismo patriarcal: me refiero a esos colectivos que funcionan de manera similar a otros colectivos sociales o políticos construidos sobre bases patriarcales. Bases que preferimos no ver porque creemos que nos hemos liberado de todas las opresiones, y que al ser feministas no reproducimos la misma estructura que el resto de los movimientos sociales.

El patriarcado dentro de nuestros movimientos feministas se expresa fundamentalmente a partir de las jerarquías que establecemos entre nosotras, y a partir del pensamiento binario que nos obliga a definirnos en oposición a las otras. Estas dicotomías nos dividen en pequeños grupos separados por diferencias ideológicas o intereses particulares­: feminismo islámico, feminismo católico, feminismo decolonial, feminismo campesino, ecofeminismo, feminismo anarquista, feminismo lesbiano, feminismo queer, etc.  

Al definirnos con etiquetas identitarias, nos diferenciamos unas de otras en base al pensamiento binario que nos hace creer que somos una cosa y no somos otra: feministas/no feministas, mujeres cisexuales/mujeres transexuales, lesbianas/heteros, académicas/activistas, blancas/negras, ricas/pobres, etc. En medio se quedan todas aquellas que no encajan en estas etiquetas, y son categorizadas con otros términos que las discriminan todavía más (transgénero, bisexuales, mestizas, indias claras, precarias, travestis, trabajadoras sexuales, etc.).

Otra característica del feminismo patriarcal es que se construye sobre la dicotomía entre “nosotras” y “las otras”, de modo que cerramos las puertas a otros colectivos y personas que no son “nosotras”, o que no son como “nosotras”. Pese a que dentro de los feminismos tenemos unos objetivos básicos comunes (derechos humanos de las mujeres y las niñas), se nos olvidan cuando nos aferramos a estas etiquetas para diferenciarnos unas de otras. Y si bien es cierto que los recursos en nuestra área son limitados, deberíamos poder compartirlos  para hacerlos más grandes. Además, las diferencias son enriquecedoras y deberíamos aprovecharlas para construir feminismos inclusivos, no para crear oposiciones irreconciliables entre nosotras.

Yo estoy convencida de que para lograr la igualdad y para que todas podamos disfrutar de nuestros derechos básicos fundamentales, es necesario despatriarcalizar el feminismo, abrirlo a todo el mundo, y aplicarle un enfoque basado en los valores de la inclusión y la diversidad. El feminismo, creo, no es solo cosa de mujeres, y por eso tenemos que liberarlo de las etiquetas de género, nacionalidad, etnia, edad, clase socioeconómica, orientación sexual, religión, edad, etc. que nos diferencian y nos discriminan.
Estas son algunas propuestas que he elaborado para el análisis del patriarcado en los feminismos desde una perspectiva autocrítica.

29 de enero de 2014

¿Qué necesitan las Madres en su Día?







Este artículo fue publicado originalmente en la Red de Centros de Documentación de los Derechos de las Mujeres en Centroamérica:


http://cdmujeres.net/que-necesitan-las-madres-en-su-dia#forum45

En estos días en los que la publicidad nos bombardea a través de todo tipo de ondas, soportes y formatos con la Celebración del Día de la Madre en Costa Rica, me acuerdo mucho de la impresión que me causó, la primera vez que fui de vacaciones a la playa, ver a todas las madres y abuelas ticas pegadas a las ollas burbujeantes de arroz y frijoles durante todo el día.

En la orilla del mar sólo había hombres, niños, y adolescentes jugando, divirtiéndose, paseando, haciendo deporte, leyendo, charlando, tomando el sol, y a nadie parecía importarle el ocio y el descanso de las madres costarricenses. Nada más llegar a la playa empiezan a trabajar: construyen una especie de casita al aire libre (con sus mesas, sillas, la plancha de cocinar, pequeñas refrigeradoras, toldos para crear sombra y protegerse de la lluvia, hamacas, recipientes… sólo falta la televisión) y ahí se pasan todo el día, pelando papas, removiendo frijoles, lavando ropa, dando el pecho a sus bebés, y atendiendo al resto de la familia. Lo mismo que en la ciudad, pero viendo el mar.




Cuando llegó el Día de la Madre me sorprendió, sin embargo, cómo se ensalza la maternidad en Costa Rica para aumentar los beneficios de las empresas e incentivar el consumo. En todos los países, los comercios nos lanzan el mensaje de que si realmente quieres a la persona que te dio la vida, y aprecias su labor sacrificada y abnegada, lo lógico es comprarle algo como muestra de tu amor. Mamá se sentirá muy apreciada cuando abra los regalos: una sartén, un perfume, una crema, unas flores, un microondas, un celular último modelo, un libro, una plancha… pero ese día cocinará y lavará, como siempre, los platos de todos nosotros.

Todo el mundo sabe que lo que más necesita una madre es tiempo para ella misma, pero a ningún publicista se le ocurre animarnos a que cocinemos y limpiemos ese día «tan» importante para liberar a “Mami” de “sus” tareas. Y en el transcurso de la comida familiar, a nadie se le ocurrirá tampoco proponer que nos repartamos el trabajo siempre que haya reunión para que La Madre tenga la mañana libre.

Además de tiempo, las Madres necesitan cosas tan básicas como remuneración a cambio del trabajo que realizan, como todo el mundo, y vacaciones pagadas, como cualquier trabajador. Sin embargo, la cultura patriarcal invisibiliza estas necesidades y nos impone otras, como si los regalos caros pudiesen compensar la carencia de nuestros derechos básicos.

30 de octubre de 2013

Mi participación en el Glosario Feminista en Lengua de Signos



Estoy muy orgullosa de presentarles el primer Glosario Feminista en Lengua de Signos que ha coordinado Iztiar Abad publicado por Revista piKara, en castellano y en euskera. Yo participo en dos definiciones: Identidad de Género e Identidad Sexual.

http://glosario.pikaramagazine.com/glosario.php?lg=es&let=i&ter=identidad-de-genero


http://glosario.pikaramagazine.com/glosario.php?lg=es&let=i&ter=identidad-sexual

Muy contenta de poder haber aportado mi granito de arena a este proyecto para llegar a las personas con discapacidad auditiva y de estar entre las colaboradoras con Alicia Puleo , Asma Lanrabet, Beatriz Gimeno , Beatriz Ugarte Maiztegi, Chus González García, Clara Murguialday, Coral Herrera Gom , Edurne Bengoetxea Sorozabal, Elena Simón Rodríguez, Gracia Trujillo, Ianire Estébanez , Itu Medeak , Josetxu Riviere Aranda, Karmele I. Ruiz Antolín, Maitena Monroy Romero, Margarita López Carrillo, June Fernández, Mari Luz Esteban, Marina de la Hermosa, Matilde Fontecha Miranda, Mentxu Abril, Mikel Otxoterena Fernández, Miriam Ocio Sáenz de Buruaga, Norma Vázquez, Raquel (Lucas) Platero, Rocío Lledó, Teresa Maldonado Barahona, Teresa Torns, Zuriñe Mbaztan y Yaratullah Monturiol.













1 de octubre de 2013

Bodas diversas y amores queer






Este libro habla de mis bodas en Madrid, Tánger y San José, y otras bodas diversas. En estas páginas encontrarán reflexiones en torno a los ritos nupciales y las utopías románticas posmodernas, anécdotas personales, historias de vida, cuentos sobre bodas románticas y divertidas, y unas cuantas preguntas. Es una propuesta a medio camino entre el cuento y el ensayo para aportar a la visibilización de la diversidad de nuestra realidad amorosa, para contribuir a la creación de nuevos relatos sobre amores románticos, y a la lucha por el matrimonio igualitario y los derechos humanos de la población LGBTQ.









"Bodas Diversas y Amores Queer" es el nuevo libro de Coral Herrera sobre las bodas románticas y los amores diversos. 

Es un libro a medio camino entre el ensayo y el relato en el que se mezclan reflexiones teóricas, anécdotas personales, historias de vida y unos cuantos análisis de ritos nupciales románticos alternativos. La autora, Doctora en Humanidades y Comunicación Audiovisual por la UC3M, nos cuenta sus bodas en Madrid, Tánger y San José, desde un enfoque antropológico y queer. 

Este es el tercer libro de Herrera Gómez, en el que sigue la línea de sus trabajos anteriores basada en el análisis de la utopía romántica posmoderna, la idea de que lo romántico es político, y que otras formas de amor son posibles. La autora madrileña y residente en Costa Rica ofrece su visión sobre la dimensión política, económica y social del amor, sobre las consecuencias del individualismo y el miedo a la soledad, sobre los amores clandestinos y amores legítimos, sobre la necesidad y la libertad para amar. 

Es un alegato a favor de la diversidad del amor y de la cantidad de formas que hay de unirse y celebrar la vida junto a los seres queridos. Esta auto publicación de 126 páginas es una mezcla de anécdotas, análisis y deconstrucciones, muchas preguntas y unas cuantas propuestas para encontrar el modo de querernos más y mejor. La escritora queer Coral Herrera aporta con su obra a la visibilización de la diversidad de nuestra realidad amorosa y a la lucha por el matrimonio igualitario y los derechos de la población LGBTQ.




29 de septiembre de 2013

No a los machos alfa, sí a los nuevos hombres




Amo a los nuevos hombres. Me encantó el artículo de Rubén Sánchez de hace unas semanas  hablando sobre ellos y no me pude resistir a contarles sobre mi fascinación. Yo supe de su existencia haciendo mi tesis doctoral: primero los descubrí en los libros, después los encontré en blogs y webs, en foros y redes sociales, y los sigo hoy cual fan enamorada.

No sé si esta nueva pasión es en realidad una extensión de mi complejo de Edipo, porque mi padre es un nuevo hombre. Mi madre se iba a la fábrica y mi padre, como era escritor, nos cuidaba a mi hermana y a mí. Él es un hombre de esos que cocina y lava platos, que cambia pañales y baña a los nietos, que va a la compra y hace lavadoras. Disfrutó mucho de la crianza de sus hijas, y nos educó para que fuésemos mujeres independientes y trabajadoras. De ahí mi amor hacia este padre tan hermoso a la par que feminista. Los demás padres me parecieron siempre muy patriarcales comparados con el mío.

Creo que por este complejo de Edipo el día que conocí a mi compañero me puso tan cachonda darme cuenta de que era un hombre nuevo también. Y al conocerle mejor me enamoré perdidamente. Mi chico es de esos hombres que no tienen problemas con su masculinidad, así que no tiene que estar todo el tiempo demostrando lo macho que es. Para mí es un lujo compartir la vida con este tipo de hombres porque se puede hablar estupendamente, no tienen complejos de inferioridad que les empujen a machacarte para que no brilles, no se creen que eres de su propiedad, no te celan mientras cortejan a otras, no te mienten sin necesidad, no dependen de ti porque están contigo, y lo están hasta que dejen de estarlo. Es decir, no se sienten “condenados” a estar contigo, son libres para quedarse a tu lado.

Los nuevos hombres tienen muchas otras ventajas, porque son más autónomos, se trabajan las emociones, se comunican mejor. No necesitan criadas y por eso no “ayudan” en casa, sino que asumen su responsabilidad total sobre las tareas domésticas y disfrutan de su paternidad. Para mí son tan atractivos porque no sufren tanto como los hombres tradicionales, son más creativos en la construcción de su identidad, y viven su masculinidad con más libertad y alegría. Supongo que es porque no se sienten tan presionados para mostrar su virilidad continuamente, como les sucede a los varones patriarcales.


Yo se lo recomiendo mucho a mis amigas y amigos, que se busquen hombres nuevos y se alejen de los machos alfa o de los romántico-atormentados, pero creen que los mitifico y que son tan pocos que ni existen. El día que me llamaron para participar en el Congreso de Masculinidades en Barcelona el año pasado me sentí muy afortunada por poder ir a conocerlos en persona. Llamé a mis amigos y amigas solteras para contarles que iba a conocer a cientos de nuevos hombres, pero pensaron que iba a un congreso lleno de frikis queer. Así que fui sola al paraíso....





Artículo original publicado en Eros de El País: 


No a los machos alfa, sí a gozar junto a los 'nuevos hombres'

http://blogs.elpais.com/eros/2013/09/los-nuevos-hombres-nos-gustan-a-las-nuevas-mujeres.html



Traducido al francés por Gregory Jacquet en L´homme Simple: 




20 de septiembre de 2013

Bodas Diversas y Amores Queer en las redes sociales




Estoy feliz porque mi nuevo libro está ya en Amazon esperando el momento de ver la luz. Podréis encontrarlo en múltiples formatos (papel, kindle, ipad, iphone, epub...) desde el 3 de Octubre aquí, en mi página de Amazon.

Si bien es mi tercera publicación, este libro es el primero en el que mezclo teoría y experiencias personales, y el primero que auto publico. Ha sido una apuesta personal para unir mi experiencia en las redes sociales con mis habilidades para escribir, y mi trayectoria académica de investigación. 

He tenido que estudiar mucho para comprender la lógica de la auto edición y la publicación digital, y he disfrutado una barbaridad porque he podido seguir todo el proceso paso a paso. Y es bonito sentir que puedes trabajar en tu libro hasta el mismisimo final, aunque no lo he hecho sola, afortunadamente. He tenido mucha gente apoyándome en el camino, en especial mi compañero que me ha ayudado en todas las áreas posibles en este último mes de vértigo.

Siento vértigo como cuando salía al escenario en teatro, solo que esta vez sin director o directora que me marque las pautas a seguir. Me atreví a hacerlo sola y lo mejor de todo es que siento que no es un proceso definitivo: puedo volver a publicar nuevas ediciones de mi obra para mejorarla cuantas veces quiera. Maravillas de la tecnología...

Ha sido un proceso duro y largo, pero muy enriquecedor, porque he aprendido de todo (edición, maquetación, asuntos administrativos, aplicaciones variadas, programas de todo tipo, herramientas digitales, marketing on line...).  He aprendido a valorar mucho también el trabajo de las editoriales, y me he acordado especialmente de los compañeros de Fundamentos y Txalaparta porque ahora sé lo que cuesta publicar un libro, y lo importante que es el trabajo en equipo para sacar cualquier proyecto cultural a la luz. 

Mi equipo han sido amigas y amigos que han leído el borrador y me han hecho aportaciones de todo tipo. Quiero agradecer en especial a Sandra Bosch Olías, que trabajó on line conmigo desde Asunción, y a Oswaldo Perez García desde Galicia, que me azuzó la conciencia y me señaló párrafos mejorables o incomprensibles, y me hizo reír mucho con sus feroces críticas. A Eva Ruiz desde Madrid por su lectura y crítica, y su apoyo constante desde hace años, y a Rocío Alcalá desde París por todos sus consejos.

En este proceso ha habido de todo: momentos maravillosos de escritura en los que he volado, momentos infernales de auto corrección, problemas técnicos, soluciones mágicas, y algún que otro llanto producto del cansancio o del miedo. Me he sentido muy acompañada por mis amigos y amigas de las redes sociales. En facebook hice un grupo para ir compartiendo las pruebas de portada, la introducción, el prólogo, y para ir contando cositas. A día de hoy ya somos 458 miembros:







Este proyecto es una apuesta personal por unir mis habilidades para la comunicación escrita y digital. Trabajo desde hace muchos años creando contenidos gratuitos y tejiendo redes en Internet, y he estado ensayando en el ámbito editorial digital con la Colección Digital de Ebooks El Rincón de Haika, que cuenta ya con siete libros digitales para descargar gratuitamente. 

Bodas Diversas y Amores Queer es mi primera apuesta empresarial en el ámbito editorial. El miércoles 2 de Octubre podré presentarles a mi criatura. Mientras, aquí les dejo una muestra de lo que hablamos en este mes en redes sociales. 

!Gracias por seguirme y leerme, y gracias por compartirme!








































29 de julio de 2013

Las soledades posmodernas y las redes de amor





La soledad es una invención moderna.

En el siglo XXI nos juntamos de dos en dos, mejor si es heterosexualmente. Nos unimos en dúos para convivir y para crear familias (o no), en estructuras de dependencia mutua. Dependencia sentimental y económica, dependencia social y afectiva. Cuando estamos sin pareja decimos que estamos solos, pero la soledad es una invención moderna que afecta a los habitantes de las ciudades, lugares donde todos somos personas anónimas y donde nos comportamos como si no tuviéramos nada que ver unos con otros.

Antes la gente vivía en grandes estructuras familiares, en casas amplias donde convivían varias generaciones y parientes sin la misma sangre. La soledad nació en el seno del Romanticismo trágico del XIX, cuando se impuso el individualismo y la gente se encerró en sus nidos de amor para dúos diferentes pero complementarios. Las  calles y las plazas se vaciaron y cada uno miró para lo suyo. 

El budismo con su filosofía del desapego no entiende, sin embargo, la soledad como una tragedia: nacemos solos y morimos solos, y los demás nos acompañan en determinadas etapas del camino. En Occidente, sin embargo, la soledad es la gran enfermedad de los posmodernos. Fromm hablaba de la Era de la soledad, de la época en la que necesitamos emociones intensas, necesitamos comunicarnos y compartir, y sin embargo lo hacemos solos desde casa, apretando el dedo sobre las teclas de una realidad virtual.

El derrumbe de las redes de solidaridad en la posmodernidad nos han dejado a todos más solos y solas, especialmente los que no tienen a alguien cerca para compartir su soledad. En lugar de crear nuevas redes, Coca Cola nos dice que en pareja se vive mejor. Por eso buscamos a nuestra “media naranja”, alguien que llene nuestra soledad, que nos acompañe siempre, que no nos abandone.

Un marido con plata




En la peluquería es el lugar donde más aprendo sobre el patriarcado. A mí me encanta hablar con mujeres sobre los mil temas que nos preocupan a las mujeres, pero en la peluquería a la que voy no se habla de economía internacional, política global o local, temas de corrupción o desempleo, la precariedad económica, o la suciedad de los ríos de la ciudad en la que vivo. En la peluquería de mi barrio se habla de consejos de belleza, trucos domésticos, temas de salud y nutrición, de sexo y amor. Las mujeres que van  a mi peluquería hablan mucho de los maridos y las hijas y los hijos, y el entorno familiar. El suyo y el de otras mujeres: gustan hablar de la vida de las famosas, de sus romances y divorcios, de sus casas.

A mí me cuesta participar porque soy sorda y me cuesta seguir las conversaciones. Me siento rara, como si fuese una antropóloga infiltrada, y me dedico a escuchar y a analizar el patriarcado mientras lo sufro en mis carnes con la depilación, y hace años, con el tinte en el cabello. Ahora sólo voy a cortarme el pelo, y he de reconocer que más de una vez allí se me han ocurrido varios artículos para mi blog, porque como mis redes sociales son feministas, alucino mucho cuando estoy en el mundo real. Así que aprovecho para nutrirme de material y para mis posts.

De todas las cosas espantosas que oigo, lo que más me impacta es el tema bodas. Lo que peor llevo es escuchar como las mujeres desean en voz alta "un marido con plata".  

Las chicas jóvenes de mi peluquería hablan de sus pretendientes y de sus novios o maridos. Y aunque todas ellas parecen muy modernas, en realidad hablan de ellos como si lo más importante de su personalidad fuese su nómina, su cuenta bancaria. Les gusta hablar de la generosidad de sus novios, y de la ostentación de los recursos que él pone a su alcance. Así, hablan de sus novios desde el afán por mostrar su poder adquisitivo y de la posibilidad de que se comprometan seriamente con ellas. Se sienten muy orgullosas si viene su novio a buscarlas en el pedazo de auto último modelo, porque eso demuestra que ellas tienen también éxito si logran que un hombre así venga a recogerlas a la peluquería. Y se las cae el mundo encima si descubren que todo es puro bloff (no tiene plata o ya está casado)

Es extraño que al mismo tiempo que se ilusionan y se decepcionan, todas ellas creen en el amor. y en la posibilidad de encontrar un marido con plata del que poder enamorarse. Bajo esta lógica, lo ideal es un marido con dinero que además sea guapo para que te atraiga sexualmente, y que sea inteligente y divertido para que no te aburra, y que sea fiel, y que sea tierno y sensible pero a la vez viril y fuerte, y que sea sincero, comprometido, estable, incondicional...





Sabemos que este modelo de masculinidad idealizado no existe y nos gusta reirnos en torno a este tema. Como dice mi peluquera: "Los príncipes azules si existen, pero se aman entre ellos". Y todas reímos.


 Sin embargo, la realidad es que a muchas les genera una gran frustración no encontrar a su media naranja. Por eso hablamos tanto de los problemas que nos causa este mito del príncipe azul en la peluquería. 

"El asunto es que si no puedes encontrar a un tipo estupendo con plata, por lo menos que tenga plata, porque ya que le vas a aguantar toda la vida, pues por lo menos pasarla bien, ¿no?", dice una chica mientras le hacen las uñas, y todas sonríen y asienten. 

Esta idea del marido con plata no conoce de edad ni de clase social: la he escuchado también en mujeres feministas y me parece en extremo peligrosa, aunque todas riamos porque suena muy lógico. En un planeta en el que las mujeres apenas somos propietarias de las cosas, cobramos menor salario por igual esfuerzo, nos echan de un trabajo si nos embarazamos, sufrimos el paro en mayor medida en los tiempos de crisis, no solemos alcanzar los puestos de mando en empresas multinacionales ni en universidades,etc es normal que las mujeres necesiten un proveedor de recursos que acabe con su pobreza o aminore su vulnerabilidad. Es normal que deseemos a los hombres con recursos porque para nosotras es más difícil acceder a ellos, dada la discriminación que sufrimos. 

Pero esa dependencia económica nos colocó hace siglos en una situación de subordinación que nos hace a todos profundamente infelices. A ellos porque se sienten utilizados, a nosotras porque limitamos nuestra libertad al escoger por necesidad.

Nuestras relaciones amorosas son conflictivas precisamente por este juego de dependencias, y porque nos han dicho que si un hombre nos ama nos tendrá como a una reina. Chineadas, consentidas, mimadas. Nos han dicho que eso es el amor de verdad

Y sin embargo la realidad es otra. Ser dependientes limita nuestra libertad, y no hay nada más terrible que convivir con gente a la que no amamos, pero a la que necesitamos. Las relaciones de poder hace que unos dominen y otros se sometan, y desde mi punto de vista este tipo de relaciones no tienen nada que ver con el amor. 


Hoy en día, si  unos necesitan una criada doméstica y otras necesitan un proveedor de recursos es porque seguimos inmersos en un sistema desigual en el que cada uno usa sus armas y construye sus estrategias en torno al grupo que le ha tocado (hombre/mujer, rico/pobre). Es por esto que nuestras relaciones a menudo no son desinteresadas, ni sanas, ni igualitarias, ni equilibradas. Y se basan en terribles luchas de poder que nos hacen sufrir mucho.


Debido a esta necesidad económica de las mujeres, algunas afinan sus estrategias para asegurarse la supervivencia desde su rol más patriarcal, con sus armas de mujer, tratando de aprovecharse de personas a las que no aman realmente. Muchas de ellas caen en el victimismo, el chantajismo o declaran la guerra total para extraer todos los recursos posibles de su ex pareja. 


Creo que esto sucede porque nos han dicho que ellos son los responsables de nuestra supervivencia. Se nos educa para que seamos autónomas e independientes, no nos cuentan cuentos en los que las mujeres toman las riendas de su vida y se buscan un trabajo para sobrevivir. La Bella Durmiente espero cien años a que llegara su amado. 

Desde niñas nos cuentan que los príncipes azules te salvan de la pobreza y de las tareas domésticas, como le pasó a Cenicienta y a Blancanieves. Te llevan a un palacio con criados y criadas, y te dan su tarjetero para que compres todo lo que necesitas para ser feliz. La única condición para obtener la ansiada "visa oro" es que seas dulce y bella, como las princesas Disney. 

Sin embargo, a nuestras hijas yo creo que tenemos que dotarlas de autonomía y contarles qué hay después de la boda....  

Son muchas las mujeres que invierten toneladas de tiempo y energía en conseguir un marido que las mantenga de por vida, y muchas las que se frustran porque no se resignan o no se conforman con su realidad (son pocos los hombres que acumulan mucho dinero y son pocos los príncipes herederos). 

La discriminación laboral que sufrimos las mujeres es la causante de las cifras que nos muestran que solemos casarnos con hombres mayores que nosotras. En nuestra sociedad los hombres más ricos del planeta se casan con chicas veinte o treinta años más jóvenes que ellos, y a nadie le parece extraño. 

Sin embargo, esta imagen tan negativa de las mujeres como seres interesados y malévolos nos hace mucho daño. El estereotipo de las mujeres ambiciosas, insaciables, víboras, hienas, vampiresas y chupasangres despiadadas se repite hasta la saciedad en nuestros chistes y relatos.  A pesar de que los hombres maldicen a este tipo de mujeres en sus tangos, boleros y soleás, desde pequeñitas se nos educa para que deseemos un marido con plata. He ahí la contradicción y la doble moral de nuestra cultura. 

En las revistas "femeninas" aprendemos que hay que cuidarse, estar bellas, delgadas y guapas para encontrar a nuestro hombre con plata. En la tele tenemos como ejemplo a seguir a las mujeres de los futbolistas del Real Madrid o del Barça que conquistan a los dioses del Olimpo y se convierten en diosas. 

También están las jovencitas estadounidenses que van a la universidad para encontrar un marido entre sus compañeros del campus: dejan su carrera en cuanto se casan. Automáticamente. Como Kate cuando se casó con Guillermo. 

Unas van a escuelas donde te enseñan a ser una buena esposa, otras mujeres se someten a severas dietas, diversas cirugías, sesiones maratonianas de gimnasio, sesiones de shopping para lucir bellas. 

Lo más grave es que esta transmisión se da de madre a hija, de abuelas a nietas, de tías a sobrinas. Tradicionalmente, ellas nos enseñan la importancia que tiene en tu vida el que un hombre te elija como esposa, nos hablan de amor y de maternidad, pero invisibilizan la cuestión económica que nos lleva a la dependencia emocional que arrastramos las mujeres por generaciones.

Creo que es importante entonces que hablemos de ello, que analicemos esta necesidad que no nos deja relacionarnos con libertad entre nosotras y con los hombres, que pongamos sobre la mesa el coste que tiene ser un proveedor de recursos y el que tiene ser una esposa mantenida. 

 Juntos tenemos que tratar de entender por qué el amor romántico perjudica seriamente la igualdad, tal y como está concebido en nuestra cultura. Y buscar vías para evitar las dependencias mutuas en las relaciones románticas.

Para que las mujeres aprendamos a confiar en nuestra capacidad para resolver, en nuestras habilidades para sobrevivir, para que podamos relacionarnos en un nivel de igualdad, tenemos que aprender a valorarnos, dejarnos de príncipes azules y ayudarnos entre nosotras. 

Para que las mujeres disfruten de la vida con sus compañeros en lugar de frustrarse anhelando "maridos con plata", creo que es esencial acabar con la desigualdad laboral y económica entre hombres y mujeres. Y también con la imagen mitificada de las chicas que se convierten en princesas, que se libran del desempleo y viven en un palacio, como Letizia o Kate. 

Sólo trazando estrategias conjuntas y economías solidarias y justas podremos cambiar nuestras relaciones afectivas y construir otros modelos de feminidad. 

Y si, sólo así podremos hablar de otras cosas en la peluquería. 


Coral Herrera Gómez




15 de junio de 2013

La violencia de género y el amor romántico










Conferencia Coral Herrera Gómez
Noviembre 2014
Gran Canaria, España




El amor romántico es la herramienta más potente para controlar y someter a las mujeres, especialmente en los países en donde son ciudadanas de pleno derecho y donde no son, legalmente, propiedad de nadie. Son muchos los que saben que combinar el cariño con el maltrato hacia una mujer sirve para destrozar su autoestima y provocar su dependencia, por lo tanto utilizan el binomio maltrato-buen trato para enamorarlas perdidamente y así poder domarlas.


31 de mayo de 2013

Prólogo del libro Bodas Diversas y Amores Queer



Hoy tengo el gusto de presentarles mi nuevo libro sobre mis bodas en Madrid, Tánger y San José, y otras bodas diversas. En estas páginas encontrarán reflexiones en torno a los ritos nupciales y las utopías románticas posmodernas, anécdotas personales, historias de vida, cuentos sobre bodas románticas y divertidas, y unas cuantas preguntas. Es una propuesta a medio camino entre el cuento y el ensayo para aportar a la visibilización de la diversidad de nuestra realidad amorosa, para contribuir a la creación de nuevos relatos sobre amores románticos, y a la lucha por el matrimonio igualitario y los derechos humanos de la población LGBTQ.








Me casé por amor. Y escribo este libro porque me encantan las bodas.

Aquí les cuento sobre las bodas que he creado, las bodas que he protagonizado y algunas bodas que he vivido de gente muy querida. Me apetecía dejar la teoría y sumergirme en la realidad, fuente inagotable de narrativas de todo tipo, a menudo más complejas, coloridas y diversas que las de ficción. Mientras les entretengo con historias de amor, haremos un análisis crítico de de los ritos nupciales de nuestra cultura y también obtendremos herramientas para poder analizar nuestras propias bodas en clave de humor, y con enfoque de género.

Este es mi primer libro escrito desde una perspectiva queer, con afán crítico y con mucho humor. Con mucho amor, también.

Lo escribí con el afán de contribuir a la despatriarcalización del amor romántico y a la construcción de relaciones más sanas, igualitarias y libres; y para tratar de entender por qué nos casamos y nos divorciamos tanto, por qué el matrimonio se considera el día más importante en la vida de una mujer, por qué todos los relatos acaban en boda, por qué solo unos pocos pueden casarse, y por qué dedicamos tanto tiempo y energía a encontrar a nuestra media naranja.

Pienso que es fundamental que aprendamos a querernos más allá de las etiquetas que nos separan, que logremos crear redes de afecto y de ayuda mutua más allá de la pareja, que luchemos unidos por el derecho a amar de todo ser humano (sea cual sea su identidad de género o su orientación sexual), que aprendamos a tejer redes de solidaridad para poder trabajar unidos por el bien común.

Además, creo que es fundamental contribuir a este trabajo de desmitificación y de nuevas construcciones desde la cultura: es necesario contarnos otros cuentos, visibilizar otras historias amorosas, dar espacio a héroes y heroínas de carne y hueso, crear tramas narrativas más diversas y coloridas.

Y por eso he escrito este libro. Bodas diversas y amores queer está confeccionado con diversas historias de vida, incluida un trocito de la mía propia. En él encontraréis anécdotas y relatos de celebraciones de amores diversos, muchas preguntas, alguna idea para vuestra propia boda y reivindicaciones variadas.

Es el libro más personal que he escrito porque habitualmente me escondo detrás de la teoría y de autoras y autores de prestigio para poder opinar sobre un tema que hasta ahora no ha tenido mucho espacio en el mundo académico.

Nos casamos y nos divorciamos todos los días, y yo no puedo seguir hablando del tema como si no fuese una humana que se enamora perdidamente. Caigo bajo los influjos de los mitos románticos como cualquier otra, y es importante para mí hablar y escribir de ello porque lo romántico es político y porque estoy trabajando desde hace años –como mucha otra gente– en resolver la contradicción entre el enfoque feminista queer y las emociones patriarcales que me habitan.

Ésta es la primera obra en la que mezclo teoría y praxis, intelecto y sentimientos, cultura y política, porque no los vivo ya como realidades opuestas, según la lógica del pensamiento binario patriarcal. Escribo desde donde soy, desde mis propias experiencias, desde mi contexto de mujer blanca treintañera emigrante juvenil, sin pretensiones de objetividad o neutralidad.

Manejo el lenguaje académico y el de la calle por igual, y quizás lo noten ustedes mientras leen: ambas jergas se complementan, no son contradictorias, flotan en el magma de jergas que me habitan sin jerarquías (el pachuquismo tico, el madrileñismo barriobajero, la finura académica, la jerga periodística y bloguera, la jerga del mundo del cine y el teatro…).

Quería también contarles que las doctoras feministas que critican el romanticismo patriarcal también se enamoran, disfrutan del amor, sufren lo indecible, se ilusionan y se decepcionan, e incluso se casan. Como todo el mundo.



Coral Herrera Gómez

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