17 de agosto de 2023

Las tetas de Amaral y las esclavas de España



Sobre el tema de las tetas de Amaral y la Revolución de las Mujeres, contaros que me parece muy buena ocasión para contarle al mundo que España está llena de mujeres esclavas. En mi país hay tres tipos de esclavas: las sexuales, las domésticas y las campesinas.

En pleno siglo XXI, miles de mujeres viven encerradas en campos de concentración donde solo entran y salen hombres a violarlas. Pero no solo tenemos víctimas de la esclavitud sexual, también están las esclavas domésticas, mujeres que trabajan en hogares de ricos, que son en su mayoría inmigrantes sin papeles y sin derechos que solo pueden salir un día a la semana (excepto si a los dueños no les viene bien). 

Y por último, las esclavas del campo, que trabajan en pañales bajo los plásticos porque no las dejan salir a orinar, viven en condiciones inhumanas y son violadas en los asentamientos donde viven. Sus dueños son como los de la Edad Media, y aunque un señor de la ONU denunció ante el mundo el horror de la esclavitud en los campos de cultivo de España, años después siguen igual o peor, porque ahora que están organizadas, sufren más represión y violencia.

El mercado de mujeres es un negocio de hombres que se forran explotando a las mujeres, usando su energía, su fuerza de trabajo, sus cuerpos, y los bebés que gestan para otros. 

Ellas y sus hijas son el sujeto de la lucha feminista, el epicentro de la Revolución, porque son las que más sufren la explotación y la violencia del capitalismo y el patriarcado. Y no son un colectivo: son cientos, miles de mujeres. Las víctimas de Trata para la esclavitud sexual no pueden organizarse porque viven presas, pero las trabajadoras del hogar y las del campo sí. 

No salen en los medios ni encabezan las manifestaciones feministas de las grandes ciudades, pero son ellas las que están haciendo la Revolución en toda España. Son ellas las que están poniendo el cuerpo por la conquista de la libertad y los derechos de todas. Son ellas las mujeres más transgresoras y subversivas, necesitan visibilidad y apoyo del feminismo español, y es su lucha la que debe ponerse en el centro de las políticas de izquierda. 


* Para quien quiera saber más sobre la esclavitud sexual, doméstica y laboral de mujeres en España: 

Lucha contra la esclavitud en el campo

Lucha contra la esclavitud doméstica 

Lucha contra la esclavitud sexual 

España, país esclavista


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15 de agosto de 2023

Niñas que odian ser niñas



Me devoré la serie de Los Cinco de Enid Blyton cuando era pequeña, y ahora se la estoy leyendo a Gael. Yo pasé muchas horas sumergida en sus historias, y las disfruté muchísimo, pero ahora, treinta años después, me ha chocado mucho encontrarme de nuevo con mi personaje favorito, un niña inteligente y valiente llamada Jorge. Su nombre era Georgina, pero ella quería ser tratada como un chico, así que le pide a los demás que la llamen George.

Ahora que leo con mis gafas violetas me quedo alucinada con la misoginia del personaje: cuando le preguntan por qué no quiere ser una niña ella responde con estereotipos. Jorge cree que las niñas son todas débiles, miedosas, lloronas, tontas y cobardes. Todas menos ella, que  lleva el pelo corto y viste como los chicos, y es lista, decidida, valiente, y fuerte. Es una persona segura de sí misma, es cabezona, y es noble como los chicos.

 Jorge admira mucho a sus primos, Julián y Dick, y muestra abiertamente su desprecio por la única niña de la historia, Ana, que es la hermana pequeña. 

Ana representa los estereotipos de la feminidad: cursi, charlatana, miedosa, débil y necesitada de protección. Es la que siempre mete la pata, cumpliendo así con el tradicional estereotipo de personaje femenino que con su torpeza dificulta la misión que lideran los hermanos y el "primo". Es la que, con su verborrea incontenible típica de las mujeres, le cuenta a los adultos "sin querer" los secretos del grupo, un truco narrativo muy utilizado por los hombres para poner más difícil la aventura de los varones. Sus hermanos y su prima la llaman tonta a menudo para regañarla, y hasta le dan puntapiés cuando se va de la lengua. Ella no devuelve los golpes, sino que llora y súplica para que la perdonen por su torpeza, y promete que no volverá a hablar en las comidas con adultos para no poner en peligro la misión. 

Jorge desprecia a Ana y con ella, a todo lo que tiene que ver con la feminidad patriarcal: los vestidos y zapatos de niñas, las muñecas y juguetes de niñas. Ana no se enfrenta a ella, se pone sumisa y se esfuerza por caerle bien. 

Jorge se pone furiosa si la tratan en femenino, grita iracunda porque no soporta que la metan en el grupo de las niñas, y está todo el tiempo demostrando a los demás, con sus habilidades físicas y deportivas, que no es como ellas.





 Yo de pequeña me sentía algo identificada con Jorge porque cuando veía a las mujeres cosificadas e hipersexualizadas en la televisión, tenía claro que no quería ser como ellas. La mayoría de los personajes femeninos de las historias eran mujeres superficiales, estúpidas y narcisistas, pero tuve la suerte de tener a mi alrededor a muchas mujeres a las que poder admirar. Y tuve la suerte de ser educada en el feminismo, que me enseñó que las mujeres podemos ser tan inteligentes y valientes como los hombres, y que podemos llevar pelo corto o pelo largo, falda o pantalón, y ser como queramos.


Antes las niñas solo tenían dos opciones: masculinizarse e imitar a los hombres para ser aceptadas, o convertirse en un objeto sexual para sentirse reconocidas por ellos. Hoy ya sabemos que no necesitamos renegar de nuestro sexo, ni ponernos de rodillas frente a ellos. No necesitamos su reconocimiento para sentirnos valiosas, ni rechazar a las demás mujeres para congraciarnos con ellos.


La serie de los Cinco fue escrita en los años 40 del siglo XX, pero todavía hoy los y las creadoras de cultura siguen utilizando los mismos estereotipos para construir sus personajes, y los mismos discursos sobre la feminidad y las mujeres. Los niños siguen utilizando la comparación para insultarse y humillarse (corres como una niña, lloras como una niña), y se siguen asociando las cualidades positivas a la masculinidad, y las negativas a la feminidad. 


Siguen existiendo muchísimas niñas y mujeres que han interiorizado la misoginia, que se odian a sí mismas y a las demás mujeres, que aspiran a ser como los varones, y a tener el mismo poder que ellos. Muchas tratan de diferenciarse de las demás mujeres, y por eso para ellas es todo un piropo que un hombre les diga: " tú no eres como las demás"


Esta es la razón por la cual necesitamos feminismo y coeducación en las aulas, para que las niñas sepan cómo se usan los estereotipos para perpetuar el machismo, cómo se transmite el odio contra las mujeres, y como lo interiorizamos todas en mayor o menor grado. 


A los y las creadoras culturales podemos pedirles que se animen a crear referentes de mujeres rebeldes que desobedecen a los mandatos del patriarcado, mujeres libres que se aceptan y se quieren a sí mismas tal y como son. Nosotras las feministas seguimos soñando y luchando para que llegue el día en el que todas las niñas y mujeres se sientan orgullosas de su sexo y puedan tener relaciones hermosas con las demás mujeres. 


#estereotipos #misoginia #feminidad #feminismo #niñas #mujeres #mujereslibres


Coral Herrera Gómez


7 de agosto de 2023

Mi puerperio y mi postparto, por Coral Herrera



Después de dar a luz, tardé varios días en aterrizar, por los calmantes que me pusieron tras la cesárea. Me dolían los pezones, me dolían los puntos del corte en la panza, estaba agotada física y emocionalmente. 

Me sentía asustada por la enorme responsabilidad de cuidar a un bebé que dependía de mí para sobrevivir, y a la vez me sentía muy feliz de que mi bebé estuviera sano. Sabía que era muy afortunada porque las primeras semanas me cuidaron tres personas adultas: mi compañero, mi mamá y mi papá. Ducharme era una odisea, caía rendida cuando el bebé dormía, daba teta a todas horas, cambiaba pañales, me pasaba horas mirando al bebé alucinada, y me entraban ganas de llorar por todo.

Mis hormonas estaban revolucionadas, tenía un hambre feroz, y mi cerebro estaba siempre alerta. En esos primeros días todo giraba en torno al bebé: me dedicaba a comprobar todo el tiempo que respiraba y estaba bien, a observar su orina y sus cacas, y a hablar de ellas con mi familia: que si salía dura o blanda, que si era muy oscura o muy clara, muy compacta o muy líquida. Todo giraba en torno a la comida, al sueño, y a los deshechos corporales, mientras luchaba interiormente contra el terror de la muerte súbita. 

Apenas podía caminar por los puntos, así que lo tenía siempre encima, para que se acostumbrara los brazos y al amor. Nos íbamos conociendo poco a poco, yo me iba enamorando poco a poco de él, y estaba aprendiendo a leerle para saber qué necesitaba (si tenía sueño, si tenía hambre, si tenía calor o frío, si quería amor o si le dolían los gases)

El proceso de conexión con la criatura no surge de manera mágica, mamá y bebé se van conociendo poco a poco a base de escucha y del piel con piel. Mi compañero y mis padres me enseñaron a cuidarle, aunque también tuve que luchar por imponer mis propios criterios en base a mis investigaciones y lecturas, y a mi instinto. Me aliviaba recibir mensajes y llamadas de mi gente de España, y recibir las visitas de nuestra familia y amigos para presentarles a Gael.

Cuando mis papás se fueron, me quedé sola. Los días eran muy largos, pero pasaban volando: la mayor parte del tiempo lo pasaba dando teta y pensando en todas las mujeres que estaban como yo, pasando su postparto sin ningún tipo de apoyo, teniendo que cocinar, lavar ropa y platos, limpiar la casa, lavar pañales. 

Y pensaba, ojalá todas las mujeres recién paridas y sus bebés pudieran recibir cuidados, apoyo emocional y logístico en el puerperio, porque esto de la maternidad es una brutalidad. No es sólo el agotamiento físico, sino un montón de emociones intensas que se te vienen encima sin que puedas hacer nada. Miedo, culpa, ternura, alegría infinita... Y muchas emociones contradictorias e intensas.

Te sientes muy frágil y a la vez sientes que tienes super poderes, tu cerebro cambia, tu cuerpo entero se vuelca en sacar adelante a esa criatura indefensa. Recuerdo lo increíble que fue la subida de la leche, y lo que me alucinaba mi cuerpo: me estaba duchando y oía el llanto de mi bebé, me empezaba a salir leche automáticamente, mi cuerpo quería ir corriendo a alimentar a la criatura. Da igual que te digas a ti misma: "está en brazos de su papá, tardo tres minutos y medio" Tu cerebro llena tus pechos y te dice: "corre, tu bebé te necesita" 

Hay un duelo dentro de ti, no es fácil despedirse de la persona que fuiste antes de tener al bebé, ni del ser humano que tenías dentro. Ya no forma parte de ti, no está en tí, se acabó la fusión.

A ratos lloraba y no entendía por qué, si en el fondo de mi alma estaba muy feliz por no haber muerto en el embarazo ni en el parto, y porque Gael había sobrevivido y estaba sano. Y me sentía muy afortunada de tener un compañero tan volcado, responsable y amoroso, que estaba disfrutando tanto de su paternidad.

Yo había leído mucho sobre la revolución hormonal y emocional del puerperio, pero sentirlo dentro de ti es bien diferente. Te sientes más animal que nunca, y tu condición de mamífera te hace sentir tan poderosa, y tan vulnerable a la vez. 

Yo tuve la suerte de tener un bebé sano que comía, cagaba y dormía muy bien, pero siempre pensaba en los bebés enfermos, en las mamás con bebés que no duermen más de una hora seguida, en los bebés con gases y cólicos, con estreñimiento o diarrea, con alergias, bebés con discapacidades, y lloraba pensando en el escaso o nulo apoyo que tenemos las madres, y el agotamiento universal de todas nosotras. 

En esos días de soledad y agotamiento pensaba en las mujeres que no pueden parar de trabajar para recuperarse del parto y construir un vínculo con su bebé. Mujeres obligadas a separarse de su bebé que van a trabajar aún con la herida abierta y los pezones agrietados. 

También pensaba en las madres que son separadas de sus crías y las venden a cambio de unas monedas para poder alimentar al resto de sus hijos e hijas 

Sentí toda la violencia del capitalismo y del patriarcado, y lo inhumano que es que nos pidan a las mujeres que sostengamos las tasas de natalidad. En lugar de apoyarnos, nos exigen que seamos super woman y nos castigan con la doble jornada de trabajo.  

Hasta hace muy poco, la comunidad entera se volcaba en el cuidado de las mamás y los bebés, que estaban rodeados del amor de las abuelas, las tías, las primas y las vecinas. Que ahora tengamos que estar solas en un piso llevando todo, es una bestialidad, y pude comprobarlo en mis propias carnes cuando mis padres regresaron a España. 

Tardé en recuperarme de la cesárea varios meses, tenía casi 40 años, pero para mí lo físico no fue tan duro como lo emocional. Engordé 30 kilos y todo el mundo me decía que tenía que adelgazar y ponerme en forma, pero para mí lo prioritario era mi salud mental. Es imposible hacer ejercicio cuando te ves sola con el bebé, sin poder ducharte y hambrienta, con un cerro de ropa sucia por lavar, un cerro de cacharros para fregar, y un cerro de mails por contestar. 

Tres jornadas laborales en una sola, y me decían que me pusiera a hacer ejercicio, cuando en realidad toda mi energía estaba concentrada en el bebé. Nuestro corazón y nuestro cerebro sí saben distinguir lo que es importante y lo que no: el proceso de conocer a tu bebé y de crear un vínculo sano y hermoso con él, y con tu nueva maternidad, requiere de mucho tiempo y energía, y es un proceso complejo en el que todas necesitamos mucha calma, mucha paz y muchos cuidados de la pareja y la comunidad. 

Recuperarte de tu duelo, acostumbrarte a tu nuevo cuerpo, y crear ese vínculo maternal sola y estresada por la sobrecarga de trabajo (el remunerado y el no remunerado) es una tarea titánica e imposible. Y muy dolorosa cuando el papá y toda tu gente siguen haciendo vida normal y la tuya se ha transformado por completo. 

Yo tardé un año en recuperarme del posparto, y eso que no tuve que pasar por el trauma de separarme de mi bebé ni dejarlo con personas desconocidas.

Si, un año. No tres semanas, ni dieciséis semanas, un año. Lo que más me costó fue recuperarme emocionalmente, y acostumbrarme a las luces y sombras de la maternidad. Dejé de sentirme rara cuando empecé a hablar con otras mujeres de sus maternidades a un nivel íntimo y profundo. Es cuando ves que nos pasa a todas cuando dejas de sentirte tan confusa, tan culpable, tan loca y tan mala madre.

Comprendes de verdad el capitalismo y el patriarcado cuando cae sobre ti todo el peso de la explotación y la violencia, cuando te atraviesa el cuerpo entero.  Todo el mundo espera de ti que seas productiva y feliz, que conserves la cordura, y que puedas con todo. Los medios además te muestran ejemplos de madres que recuperan su figura en tres semanas, madres que duermen por las noches como si no tuvieran bebés, madres que no limpian sus casas y no cambian pañales, madres que en pocos días vuelven a trabajar y a recuperar su vida porque se han liberado de las tareas domésticas y de cuidados, y pueden hacer su vida como si no hubiera pasado nada, exactamente igual que los hombres.

Ver a mujeres bellas luciendo un cuerpo perfecto es una estrategia para aumentar tu culpa, y tu sensación de que estás fracasando porque no puedes con todo. Te dicen, si quisieras podrías desentenderte de tu bebé y ponerte a hacer gimnasia, pero como no quieres, por eso estás gorda. 

La presión sobre las mujeres madres es brutal. Todo el mundo opina, te juzga, te da consejos, y pocos arriman el hombro, y tú mientras te sientes mal porque deberías ser la mujer más feliz del mundo, y no lo eres. 

La sensación de soledad es infinita: de lunes a viernes todo el mundo está ocupado, y tú paseas con el bebé por la calle deseando que te pare alguien para poder hablar. 

Cuando no puedes consolar a tu bebé ni que cese el llanto, cuando no sabes qué le pasa, cuando sientes ganas de salir corriendo, cuando necesitas poder llorar sin que te vea el bebé, es cuando te das cuenta de la trampa. La maternidad feliz es un mito; la gran mayoría de las mujeres no tenemos las condiciones para disfrutarla de verdad.

Todas participamos en la farsa. A las futuras mamás les dices que es muy cansado, pero no les dices la verdad, no les cuentas que es brutal. Y que si su pareja no se involucra, va a ser más brutal todavía.

Tu haces como las demás, te esfuerzas por parecer una mamá feliz en redes sociales, porque la gente no quiere saber de tu miedo, de tu cansancio, de tus dudas e inseguridades, de tu dolor de pezones, de tus cicatrices. Nadie quiere escuchar tus quejas ni oírte hablar del derecho que tienes a recibir cuidados y a cuidar a tu bebé en condiciones óptimas. 

La maternidad es un asunto político de primer orden, y por eso es tan importante mostrar la realidad que vivimos millones de mujeres en el mundo, la realidad de los partos y los pospartos, y lo difíciles que son las primeras semanas de vida de un bebé que nace sin horarios de sueño y con todos sus órganos inmaduros. 

Para los bebés también es un momento brutal. Se está terminando de formar fuera del útero, y tienen que aprender a respirar con sus pulmones, a mamar, a digerir la comida, a expulsar los gases y los deshechos, y a dormir. Son 24 horas de cuidados lo que necesitan cada día, su dependencia es total: por eso las mamás necesitamos cuidados, y que dejen de exigirnos que podamos con todo.

Las únicas que pueden con todo son las mujeres ricas y privilegiadas que se liberan de los cuidados y pueden pasarse el día en el gimnasio y en el salón de belleza, es decir, muy pocas mujeres en el mundo. La inmensa mayoría de las mujeres del planeta, vivimos en una realidad que necesita ser mostrada tal cual es. 

Es urgente desmitificar la maternidad, que podamos compartir nuestras historias reales, y que no dejemos de luchar unidas para que todas las mujeres podamos criar en condiciones, sin dobles ni triples jornadas laborales, y con el apoyo de nuestra red afectiva. 

La maternidad es política: todas necesitamos tiempo y dinero, por un lado, y cuidados de la pareja y de la comunidad para recuperarnos y para sacar adelante a nuestras criaturas en sus primeros años de vida. 

Los mitos solo se desmontan mostrando la realidad de un sistema que nos deja solas, aisladas y triplemente explotadas.

Yo seguiré soñando y luchando por un mundo en el que todas podamos elegir libremente de nuestras maternidades, todas podamos disfrutarlas.

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Coral Herrera Gómez


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2 de agosto de 2023

Héroes de carne y hueso: buscando referentes de masculinidades diferentes




Antes me preocupaba mucho pensar que mis hijos y mis sobrinos varones no tenían referentes masculinos de hombres ejemplares. En las pantallas solo ven a hombres poderosos y violentos haciendo todo tipo de maldades: acaparan riquezas, practican la corrupción y el tráfico de influencias, someten a mujeres, destrozan ciudades y pueblos, destruyen la naturaleza, roban, se forran con el negocio de las guerras y la prostitución, dirigen gobiernos y mafias, evaden impuestos... En el ámbito del deporte, la gran mayoría de sus dioses son multimillonarios rodeados de mujeres bellas. En los dibujos animados hay muy pocos héroes que usan su poder para hacer el Bien a la Humanidad, la mayoría solo tienen el don de aniquilar a sus enemigos, no de salvar vidas ni de mejorar la vida de la gente. 


¡No encuentro referentes de masculinidades no violentas para mi hijo!, decía yo angustiada. Hasta que me di cuenta de que yo tampoco tuve modelos de mujeres libres, inteligentes, solidarias, luchadoras en mi infancia. En las pantallas solo veía mujeres egocéntricas y narcisistas, interesadas y superficiales, obsesionadas con la belleza y el dinero, que se peleaban entre ellas por un hombre. Afortunadamente yo me crié rodeada de mujeres potentes que me inspiraron a ser quien soy hoy: mis abuelas, mis tías, las amigas de mi mamá, las vecinas, las profesoras...


Un día que estaba mi niño jugando con su abuelo y su tío Mikel pensé, ¡claro, aquí mismo están! ¡Son ellos! Mi papá, su papá, su hermano mayor, mi suegro, mi cuñado, sus tíos, mis amigos varones, mis ex parejas, mis vecinos, y los hijos de todos ellos. 

Sentí tanto alivio al darme cuenta de que Gael está rodeado de hombres que cuidan a sus parejas y a sus hijos e hijas, de hombres trabajadores, inteligentes, cultos, sensibles, que no usan ni abusan de sus privilegios de macho. 

Son hombres que leen, que cambian pañales, que cocinan, que limpian, que colaboran en las tareas comunitarias, que son honestos, que disfrutan de su paternidad, que están implicados y comprometidos con la crianza y los cuidados. Son hombres que aprenden constantemente, que transmiten a los críos sus conocimientos con ternura, que los están educando desde los valores de la igualdad, la cooperación, el apoyo mutuo, la libertad, el pensamiento crítico, los buenos tratos, la ética amorosa. 


Los hombres de mi vida sin duda tienen mucho que trabajar en sí mismos, pero precisamente por eso son un buen modelo de masculinidad para mi hijo, que es muy afortunado porque tiene en su día a día modelos de hombres en construcción en los que inspirarse y apoyarse para construir su propia identidad. 


Me alivió mucho pensar que las personas de carne y hueso con las que nos relacionamos tienen mucha más influencia e impacto que los de las pantallas. Así que hoy sé que la fórmula para que Gael sea un buen hombre y una buena persona es que viva alejado de las pantallas y pase mucho más tiempo con los hombres de mi familia y de mis tribus. Y quería compartirlo con vosotras y vosotros, que estáis criando varones, por si os ayuda.


Y quería también dar las gracias a los hombres de mi vida, por cuidar de mí y de mi hijo con tanto amor 💜


#otrasformasdeserhombresonposibles 

#crianza #niños

 #MasculinidadesNoViolentas 

#hombres #masculinidades


Coral Herrera Gómez


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31 de julio de 2023

Amor de Padre: otras formas de paternar son posibles


¿Cuánto tiempo estuvo enamorado del bebé o de la bebé?, ya sabéis, esos primeros días o semanas en las que el papá no puede separarse del bebé, no para de hacerle fotos, y lo tiene siempre cogido en brazos. 

¿Cuánto tiempo pasó junto a vosotras hasta que empezó a hacer vida normal y a vivir igual que antes de tener una criatura contigo?, 

¿cómo te sentiste cuando te diste cuenta de que tu pareja no era un compañero, y no iba a compartir contigo ni lo bueno ni lo malo de la crianza?, 

¿en qué momento comprendiste que te tocaba maternar a tu pareja y a tus hijos, y que a ti no te iba a cuidar nadie?,

 ¿cuántas mujeres a tu alrededor creyeron que la paternidad cambiaría a sus maridos y les transformaría en adultos funcionales, responsables, y maduros?

Basta con echar un vistazo a las cifras en todo el mundo de abandono parental, a las cifras de las diferencias entre hombres y mujeres que piden permisos para cuidar, y a las estadísticas sobre papás que ni siquiera pagan la pensión alimenticia de sus hijos e hijas, para darnos cuenta de que la paternidad transforma a muy pocos hombres, y que el enamoramiento hacia los bebés no sirve para que se involucren en los cuidados como por arte de magia.

Hay papás a los que el enamoramiento les dura toda la vida, y que pasan completamente volcados en la crianza y los cuidados durante toda la infancia y la adolescencia. 

Otros en cambio tardan apenas unos días o semanas en retomar sus rutinas de siempre, muchos siguen saliendo de fiesta, yendo al gimnasio, haciendo deporte, tomando algo después del trabajo, o ensayando con su grupo de música como si nada. 

Algunos dejan pasar la tarde en la barra de un bar con tal de no llegar a casa y encontrarse con el caos del hogar y con la esposa cansada y cabreada. 

Algunos se van porque sienten que les queda muy grande el papel de papá, porque se sienten atrapados en casa, porque se sienten demasiado jóvenes, y retoman su vida de antes sin preocuparse por el daño emocional que causa en las criaturas la figura del padre ausente, o del padre que va y viene, pero nunca está.

A las mujeres nos engañan con el mito de la familia feliz, y la promesa de que los hombres, al tener criaturas, se pueden convertir en amorosos compañeros, comprometidos con la tremenda tarea de educar y cuidar a uno o a varios seres humanos durante al menos veinte años de su vida.

Es cierto que hay hombres que cambian con la paternidad, pero esta transformación no es mágica: el amor hacia un bebé, por muy grande que sea, no los cambia de la noche a la mañana.

Lo único que transforma a los hombres es su responsabilidad y compromiso con los cuidados. 

Hay varones que al convertirse en papás abandonan la eterna adolescencia y aprenden a cuidarse y a cuidar a toda su familia (pareja, padres, abuelos, hijos), pero hay muchos otros que se convierten en el hijo mayor. 

Esta es la razón por la cual muchas parejas no sobreviven al primer año de vida de sus criaturas: las mujeres se acaban hartando de pedirle a sus chicos que dejen de abusar, y que se comporten como compañeros.

La sobrecarga de trabajo doméstico es hoy el principal motivo de divorcio en países como España. 

Muchas mujeres se han dado cuenta de que la única manera de dejar de trabajar gratis para su marido y para que empiece de verdad a cuidar a sus criaturas y a ser responsable con su paternidad, es separarse con custodia compartida. 

Algunos hombres lo logran, y asumen lo que les toca. Otros tiran de sustitutas (novias, madres y hermanas). Muchos de ellos (los que no han cambiado pañales ni han vigilado fiebres) optan por los dos fines de semana al mes reglamentarios, algunos no cumplen siquiera con el régimen de visitas que contempla la ley. 

Para las criaturas no hay nada más doloroso que tener cerca a un padre que no les cuida y no se cuida a sí mismo. Este sufrimiento es uno de los principales motivos por los cuales los adultos sufrimos tantas depresiones, enfermedades mentales y trastornos emocionales. 


Por eso el tema de la paternidad responsable y afectiva es tan urgente: necesitamos hombres adultos que puedan criar niños y niñas sanas, que compartan la crianza y los cuidados del hogar con nosotras, que asuman sus responsabilidades a todos los niveles (no solo el tema logístico y económico, sino también el tema emocional) 

Las mujeres estamos luchando en cada hogar contra el abuso y la explotación, todos los días de nuestra vida, y tenemos todo en contra: la sociedad sigue pensando que los hombres deben ser libres y tener tiempo para sí mismos, y las mujeres debemos estar a su servicio y al de toda la familia, con doble y triple jornada laboral si es necesario. 

Las personas más pobres del mundo son las mujeres con hijos y sin pareja, para que comprendáis la tremenda injusticia que supone que haya millones de mujeres criando solas y sin ningún tipo de ayuda.

La mayoría de la sociedad no ha tomado conciencia de que tener hijos para vivir como si no los tuvieras, es un privilegio masculino, y es violencia. Porque hace mucho daño, y destroza por dentro a seres inocentes, a veces para toda la vida. 


Pero falta poco para esta toma de conciencia, porque cada vez somos más mujeres abriendo los ojos y reclamando justicia, para nosotras y para nuestras crías. Y porque nos ayudamos entre nosotras. Y porque estamos criando niños que elegirán libre y responsablemente si quieren o no ser padres, y si deciden traer seres humanos a este mundo, serán buenos papás.

¿Comprendéis ya por qué es tan urgente que los hombres tomen conciencia y empiecen los cambios? 

La transformación que necesitamos está en el trabajo personal y colectivo que tienen que hacer los hombres con respecto al amor y a los cuidados: lo primero es renunciar a los privilegios, aprender a relacionarse en igualdad con las mujeres, y aprender a cuidarse y a cuidar a los demás. 

Lo segundo, entender que la forma de ejercer la paternidad de sus padres y abuelos era machismo puro, y que las mujeres ya no aguantamos como las abuelas o las madres.

Yo os invito a mirar hacia delante, todo está cambiando a un ritmo vertiginoso: ya no podéis seguir igual. 

No estáis condenados a repetir los mismos errores que vuestros antecesores: sois los habitantes del siglo XXI.

Otras formas de paternar son posibles 


Coral Herrera Gómez 

#paternidad #paternidades #paternidadresponsable 

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30 de julio de 2023

Rosalía: consejos para superar el desamor



Rosalía se está separando, ¿qué le diría yo si me pidiese consejo para tener un duelo corto?

Yo le contaría que a mí me ha ayudado mucho el feminismo en mis separaciones, porque gracias al movimiento de liberación de las mujeres, estoy plenamente convencida de que yo no he venido al mundo a sufrir, y que tengo derecho a vivir una Buena Vida, libre de violencia y sufrimiento.

En mis duelos, me he sentido muy conectada a las millones de mujeres que en esos momentos estaban sufriendo por el desamor, y me ha ayudado mucho la rebeldía que llevo dentro: no quiero pasarme la vida sufriendo por la falta de amor. Y gracias al feminismo, hoy sé que el final de una pareja jamás significa que nos quedamos solas: estamos rodeadas de gente que nos quiere y nos cuida.


 ¿Qué más me ha ayudado a recomponer mi corazón roto?


Puedes seguir leyendo el post en el diario Público


27 de julio de 2023

Entrevista a Coral Herrera en EFEminista



 "La receta para disfrutar del sexo y del amor, es que todas nosotras podamos amar en libertad y en igualdad, y todos vosotros podáis liberaros del miedo a las mujeres y del miedo a la ternura"


Qué entrevista tan maravillosa me ha hecho Cristina Bazán para Efeminista de la Agencia EFE. 

Podéis leerla aquí.


Más entrevistas de Coral Herrera 


26 de julio de 2023

Yo viajo por amor


El viaje del amor, lo llama Gael. Porque en lugar de visitar sitios, nos hemos movido visitando amigas y amigos, conociendo a las amigas y amigos de mis amigos, y hemos disfrutado de nuestra gente querida en Ourense, A Guardia, Arousa y Lugo. Como no nos gusta hacer turismo, hacemos "viajes por amor", que nos cargan de energía para todo el año.   

No sólo he disfrutado yo de mi gente querida: Gael también se ha ido enamorando de niñas, niños y personas adultas allá donde íbamos. Me recuerda tanto a mí cuando era pequeña. Yo vivía el amor como una forma de conocer y aprender de los demás, de asomarme a otras vidas, otros idiomas, otras formas de preparar la comida y de disfrutarla, otras formas de pensar y de relacionarse. El amor me abría los horizontes de la mente y me mostraba el mundo más allá de mi círculo familiar y escolar. 

Ver a Gael amar con tanta curiosidad, con tanta libertad, me ha recordado a mi infancia. A esa forma de amar sin miedo, sin sufrimiento, disfrutando del aquí y del ahora, sabiendo que te tendrás que separar de la gente que te enamoras, pero a la vez disfrutando de los días como si fueran eternos y no se fuesen a acabar nunca. 

El amor de la infancia, libre de romanticismos, es una delicia. Porque no hay necesidad de poseer, puedes disfrutar del momento y de la gente con intensidad, puedes sentir una conexión total con la gente que te fascina, y puedes compartir el amor con más personas. 

Gael bebía con gozo de estos amores de verano, en los que no estabamos sujetos al reloj, no había horarios ni calendarios, y mientras paseábamos por ríos, playas, bosques, y pueblitos, mi hijo aprovechaba para compartir momentos de intimidad hermosos con todo el mundo.

Yo también he sido el amor de varias niñas y niños en este viaje,  me bombardeaban a preguntas y  hemos hablado de mil temas: los reyes y las reinas, la democracia y la dictadura, la acumulación y la pobreza, las religiones, la relación del ser humano con la naturaleza y demás seres vivos, la diversidad y las discapacidades, la enfermedad, la vida, el amor y la muerte. Les he contado como se escriben libros, cómo se venden, cómo funciona el mundo editorial, cómo se vive cuando te dedicas a la cultura, y también les he hablado del amor, de mi escuela virtual, de la formación que imparto en mis viajes, de cómo querernos mejor y disfrutar más de las relaciones.

La verdad que es hermoso viajar con crías y críos, y ver a tu hijo aprendiendo tantas cosas de tu gente querida, y volver a conectar con la niña que fuiste, y con ese amor impregnado de inocencia y felicidad del que disfruté tantos años. 

¿Y vosotras, también habéis viajado por amor este verano?


Coral Herrera Gómez

25 de julio de 2023

¿Para qué sirven las mujeres?

 


¿Para qué sirven las mujeres?


- Para ofrecer servicios sexuales.

- Para el servicio reproductivo: gestar hijos e hijas, descendientes y herederos de los hombres.

- Para criar, educar y cuidar a las nuevas generaciones de trabajadores y sirvientas.

- Para cuidar el hogar y la familia:  limpieza, orden, alimentación, organización y administración de la logística doméstica.

- Para cuidar a los familiares dependientes: personas mayores y con discapacidades, personas que sufren accidentes o enfermedades.

- Para cuidar de los animales, plantas, árboles y huertos de la familia.

- Para cuidar las casas, los familiares y los animales de las clases privilegiadas.

- Para servir de vasijas y contenedores, para servir como mercancía en los negocios de los hombres, y para hacerles ricos usando nuestros cuerpos, y nuestros bebés.

- Para entretener, decorar y alegrar las reuniones y fiestas de los hombres. 

- Para alegrarles la vista, para darles placer y para que se sientan poderosos.

- Para aumentar el prestigio de los machos, que aumenta según el número de mujeres que logren seducir, enamorar y someter.

- Para trabajar gratis para el marido, y además trabajar cobrando para los demás un salario de miseria.

- Para apoyar a sus esposos en sus proyectos, para permanecer a su lado incondicionalmente, para facilitar su ascenso social, para cuidar sus redes sociales y afectivas, para entregarse por completo a la misión de hacerles felices.

- Para permitir la acumulación de recursos por parte de los hombres, y para sostener el capitalismo como forma de organización basada en el acaparamiento de riqueza y de poder de los hombres.


La raíz del patriarcado es la servidumbre de las mujeres, y del verbo "servir" derivan las palabras servicios, servidoras y sirvientas. 


Nos usan en los hogares, en los burdeles, en las iglesias, en los campos de cultivo, en las fábricas, en las clínicas reproductivas y en las granjas de bebés. Nos usan para sus negocios, todos en manos de hombres.

Por eso las mujeres llevamos siglos luchando contra el esclavismo y la explotación laboral, doméstica, emocional, sexual y reproductiva. Dentro y fuera del hogar.

Las mujeres, obligadas a satisfacer las necesidades y deseos de los hombres, estamos luchando para que nos dejen de tratar como a criadas, y para construir una sociedad igualitaria donde no haya jerarquías, ni relaciones de dominación y sumisión. Ni de hombres a mujeres, ni entre mujeres. 

¿Comprendéis entonces por qué el feminismo es el movimiento de liberación de las mujeres?

El objetivo principal de la lucha feminista es liberar a las niñas y a las mujeres pobres del mundo entero del abuso y la opresión que sufrimos de los maridos y de los patrones. 

Ninguna de nosotras vino al mundo a servir, ni a ofrecer servicios a hombres, y a mujeres ricas. Ni gratis, ni a cambio de unas monedas.


En esta lucha por la liberación, las mujeres nos jugamos mucho. A diario. 

Los hombres que no nos reconocen como seres libres nos usan, nos castigan, nos violan, nos alquilan, nos compran y nos venden.

Algunos nos matan cuando desobedecemos y cuando intentamos huir de la explotación y la violencia machista. 

Son 137 mujeres desobedientes asesinadas cada día en el planeta por sus parejas.

La sociedad mira para otro lado y la prensa nos culpabiliza de las violencias que sufrimos.

Nos callan cuando protestamos contra las injusticias y cuando exigimos igualdad. 


Las dos palabras clave para situarse en el tiempo presente y para comprender el mundo en el que vivimos son MUJER y SERVIR. 


Y la palabra clave para cambiar este mundo tan injusto y tan violento es LIBERACIÓN.


#NoVinimosAServir 

#NoSomosSirvientas

#servidoras 

#Servicios

#Servir

#servidumbre 

#StopExplotación

#feminismo #mujeresqueseliberan

#MujeresEnLucha 

#MovimientoDeLiberaciónDeLasMujeres

#LIBERACIÓN


Coral Herrera Gómez




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24 de julio de 2023

Entrevista a Coral Herrera Gómez: La Revolución de los Cuidados



La Revolución de los Cuidados: en esta entrevista de 20 minutos hablo de cómo cambiaría nuestro mundo si erradicasemos el trabajo gratis de las mujeres, y si los hombres se sumasen masivamente al sistema de cuidados. 

Si todos tuviéramos tiempo y dinero para dar y recibir cuidados, si tomáramos conciencia sobre la tremenda injusticia sobre la que se asienta nuestra civilización, podríamos acabar con la esclavitud doméstica y podríamos dejar de explotar a las mujeres más pobres del planeta. 

Gracias Acufade Asociación de Cuidadoras  de Tenerife, Canarias, por este espacio 💜


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