El viaje del amor, lo llama Gael. Porque en lugar de visitar sitios, nos hemos movido visitando amigas y amigos, conociendo a las amigas y amigos de mis amigos, y hemos disfrutado de nuestra gente querida en Ourense, A Guardia, Arousa y Lugo. Como no nos gusta hacer turismo, hacemos "viajes por amor", que nos cargan de energía para todo el año.
No sólo he disfrutado yo de mi gente querida: Gael también se ha ido enamorando de niñas, niños y personas adultas allá donde íbamos. Me recuerda tanto a mí cuando era pequeña. Yo vivía el amor como una forma de conocer y aprender de los demás, de asomarme a otras vidas, otros idiomas, otras formas de preparar la comida y de disfrutarla, otras formas de pensar y de relacionarse. El amor me abría los horizontes de la mente y me mostraba el mundo más allá de mi círculo familiar y escolar.
Ver a Gael amar con tanta curiosidad, con tanta libertad, me ha recordado a mi infancia. A esa forma de amar sin miedo, sin sufrimiento, disfrutando del aquí y del ahora, sabiendo que te tendrás que separar de la gente que te enamoras, pero a la vez disfrutando de los días como si fueran eternos y no se fuesen a acabar nunca.
El amor de la infancia, libre de romanticismos, es una delicia. Porque no hay necesidad de poseer, puedes disfrutar del momento y de la gente con intensidad, puedes sentir una conexión total con la gente que te fascina, y puedes compartir el amor con más personas.
Gael bebía con gozo de estos amores de verano, en los que no estabamos sujetos al reloj, no había horarios ni calendarios, y mientras paseábamos por ríos, playas, bosques, y pueblitos, mi hijo aprovechaba para compartir momentos de intimidad hermosos con todo el mundo.
Yo también he sido el amor de varias niñas y niños en este viaje, me bombardeaban a preguntas y hemos hablado de mil temas: los reyes y las reinas, la democracia y la dictadura, la acumulación y la pobreza, las religiones, la relación del ser humano con la naturaleza y demás seres vivos, la diversidad y las discapacidades, la enfermedad, la vida, el amor y la muerte. Les he contado como se escriben libros, cómo se venden, cómo funciona el mundo editorial, cómo se vive cuando te dedicas a la cultura, y también les he hablado del amor, de mi escuela virtual, de la formación que imparto en mis viajes, de cómo querernos mejor y disfrutar más de las relaciones.
La verdad que es hermoso viajar con crías y críos, y ver a tu hijo aprendiendo tantas cosas de tu gente querida, y volver a conectar con la niña que fuiste, y con ese amor impregnado de inocencia y felicidad del que disfruté tantos años.
¿Y vosotras, también habéis viajado por amor este verano?
Coral Herrera Gómez