A veces los límites entre una relación de amistad
y una relación sexual o sentimental no están muy claros, aquí tienes algunas de
las claves para saber si puedes estar siendo infiel o no a tu pareja.
Los seres humanos
nos queremos de maneras muy diversas y nuestros sentimientos son muy complejos,
por eso le ponemos etiquetas a nuestras emociones y a nuestras relaciones:
necesitamos delimitar claramente el tipo de interacción que tenemos con los
demás para saber cómo comportarnos según el grado de intimidad que se
considerada adecuada en cada tipo de relación: familiares, amistades, sentimentales,
gente conocida, vecinos, compañeras de trabajo, compañeros de estudios, socios
en un negocio, compañeros en un sindicato o un colectivo.
A veces nuestras
relaciones no encajan claramente en ningún tipo de categoría: hay gente que las
disfruta sin tener que definirlas, y hay gente que sufre mucho por la
ambigüedad con la que nos movemos cuando no logramos definir algo con precisión.
Muchas relaciones de pareja se inician con una amistad, y luego se convierten
en un romance: hay un tiempo en que los amantes se están conociendo antes de definir
el tipo de relación que tienen, y de mostrarse públicamente como una pareja.
¿Qué ocurre con
la gente que tiene pareja y empieza una nueva relación de amistad?, ¿o qué pasa cuando aparece un ex con el que fuimos muy felices, o un ligue del pasado, un amor de otra época, un conocido con el que tonteamos en su momento sin que la relación vaya a más?, ¿es compatible construir una nueva relación o alimentar una antigua con el pacto de fidelidad que has acordado con tu pareja?
En algunos países las mujeres casadas tienen totalmente prohibido tener una relación de amistad con un hombre, y solo puede relacionarse con los hombres de su familia. En otros la amistad de las mujeres con hombres no están mal vistas si vienen del pasado y están libres de erotismo, pero crean problemas si acaban de surgir y chocan con el pacto de fidelidad que se tiene con la pareja. En mujeres lesbianas y hombres gays que tienen pareja sucede lo mismo cuando comienzan relaciones de intimidad etiquetadas como amistad: si son relaciones muy intensas o si despiertan los celos de sus parejas se convierten en un problema para todos los implicados.
En algunos países las mujeres casadas tienen totalmente prohibido tener una relación de amistad con un hombre, y solo puede relacionarse con los hombres de su familia. En otros la amistad de las mujeres con hombres no están mal vistas si vienen del pasado y están libres de erotismo, pero crean problemas si acaban de surgir y chocan con el pacto de fidelidad que se tiene con la pareja. En mujeres lesbianas y hombres gays que tienen pareja sucede lo mismo cuando comienzan relaciones de intimidad etiquetadas como amistad: si son relaciones muy intensas o si despiertan los celos de sus parejas se convierten en un problema para todos los implicados.
Una de las
principales claves para saber si tu relación es una amistad o algo más,
es si el secreto. Si estás en una relación de la que no hablas nunca a tu
pareja ni a tus amigos, quizás es porque no es una amistad sino un romance. En todas las relaciones hay un grado de intimidad que no tenemos por qué compartir con los demás, pero si se te olvida comentarle a tu pareja con quién andas chateando y qué estás sintiendo, si no hablas de esa persona con tu pareja es porque no tienes claro qué tipo de relación estás sosteniendo, y si es o no compatible con tus pactos de fidelidad.
Un ejercicio que
nunca falla para saber si estás siendo infiel o no a tu pareja es probar a leer
las conversaciones que mantienes con tu amiga especial o tu amigo especial como
si fueras tu pareja. Desde su mirada puedes intentar ponerte en su lugar y ver
si ella o él podrían sentirse engañados o traicionados.
El asunto es si podrías
explicarle a tu pareja en qué consiste tu relación de amistad con otra mujer u
hombre mirándole a los ojos, sintiéndote tranquilo, con toda la honestidad del
mundo. Cuando no puedes hacerlo por miedo a que la otra persona se sienta
herida, se enfade o proteste, entonces es porque cuando el río suena, agua
lleva.
Imagina que te parte
un rayo y mueres fulminada, y después de tu entierro tu novia o tu novio se
sientan en el sofá a ver tus fotos y a leer todos tus correos, mensajes,
whatsapp, etc., ¿podría encontrar cosas que le dolerían?, ¿podría sentirse mal
con tu relación especial con esa otra persona?
Otra pregunta que
puedes hacerte: ¿podría hablar en el mismo tono con el que hablo con esa amiga
o amigo especial si está delante mi pareja?, ¿me sentiría igual de libre para ser yo
misma?, ¿la conversación sería igual de natural? Puedes probar a hablar por
teléfono con esa persona estando tu pareja en casa, y ver si te cortas, si te
reprimes un poco, o si eres la misma.
A veces nos
autoengañamos pensando que no hay nada malo en tener una conversación erótica o
un poco de romanticismo con otra persona. Nos engañamos tanto que ni percibimos
esa intensidad sexual, ni ese romanticismo disfrazado de amistad profunda, pero
solo con imaginar la cara de tu pareja leyendo esas conversaciones, puedes
trabajarte el autoengaño sin problemas.
También puedes
hacer un ejercicio de empatía: ¿cómo te sentirías tú si tu pareja tuviese una
amiga o un amigo especial en una relación parecida a la que tienes tú con el
tuyo?
Muchas de estas
amistades especiales son recientes y suelen comenzar con algún asunto práctico
en el que uno de los dos le pide al otro un tipo de información específica, o
se tratan temas profesionales, o se comparte con el otro algo como un disco que
os gusta a los dos, una película que os fascina a los dos, o un libro que uno
puede prestarle al otro porque ya no se encuentra en ningún lado. Así es como
se liga en la oficina, en la universidad, en el bar, y en las redes sociales:
buscamos algún lazo que nos una, algún nexo en común, y lo alimentamos para
poder volver a vernos. Se trata de tener algún motivo para poder hablar más y
conocernos mejor, para divertirnos un rato, y quién sabe si vivir un romance de
amor imposible.
Buscamos
intensidades porque nuestras vidas son monótonas y aburridas: necesitamos
emociones fuertes fuera de nuestro ir y venir al trabajo, hacer tareas
domésticas, seguir la rutina programada de siempre. Y el sexo y el amor son una
de las mejores formas para sentirnos vivos, para darle un poquito de emoción a
nuestro día a día, para tener una parcela personal que no compartes
absolutamente con nadie, para poder escapar de la realidad, para soñar con otro
tipo de vida. Sobre todo cuando los vivimos como amores clandestinos.
Algunas de esas
relaciones intensas que se convierten en un gran amor se mantienen durante años
en la clandestinidad, pero generalmente la mayoría muere porque son
descubiertos, o porque los amantes tarde o temprano se ven obligados a elegir
entre la pareja oficial y la nueva. Y muchos eligen seguir con su matrimonio
oficial o con su amor de toda la vida, porque aunque nos van las emociones
fuertes, en el fondo nos sentimos más seguros con lo que hay, que con lo que
está por llegar.
Estamos en una
cultura monógama y poca gente puede elegir tener varias parejas de una forma
libre, sana y consciente. La gran mayoría tiene que elegir, pero antes de
hacerlo muchas parejas clandestinas pasan un tiempo tratando de no ser
descubiertas, tratando de detener el tiempo, tratando de disfrutar a tope de un
pequeño chute de adrenalina y serotonina que les haga la vida menos gris y más
colorida.
¿Cómo saber si
nuestra amiga o amigo especial es en realidad una relación amorosa y sexual que
estás manteniendo en paralelo a tu relación oficial de pareja? Puedes probar a
preguntarte qué siente tu amigo o tu amiga especial por ti, y leer las señales
que emitimos cuando nos enamoramos de alguien: si responde con rapidez a tus
mensajes, si te lanza mensajes ambiguos, si se hace el misterioso o la
misteriosa contigo, si te lanza indirectas, si busca motivos para alargar las
conversaciones, si te pide ayuda con frecuencia, si notas que te necesita como
sostén emocional y desahoga sus penas contigo, si se acuerda todos los días de
ti por algún motivo, si comparte todo el tiempo enlaces de todo tipo para
mantener el hilo de la conexión el máximo tiempo posible.
¿Cómo saber si
somos nosotras las que estamos enamoradas de nuestra amiga o amigo especial? Cuando
estamos todo el tiempo pendientes del teléfono, cuando nos ponemos ansiosas si
no nos contestan, buscamos momentos a solas para enviarle un mensaje, nos
sentimos alegres cuando nos contestan, y cuando tenemos que disimular la
ansiedad o la alegría delante de la pareja para no levantar sospechas. No
dejamos nunca el teléfono al alcance de nuestra pareja, ponemos contraseñas,
borramos conversaciones o las guardamos en lo más recóndito del móvil, seguimos
buscando la excusa para seguir hablando… todas las noches deseamos a nuestro
amigo que tenga dulces sueños y buenas noches, o buscamos el mensaje de
despedida del amigo o la amiga para irnos a dormir tranquilos.
Para algunas
personas la conversaciones calientes
son algo normal, y la infidelidad sólo ocurre cuando hay sexo real. A otras les
duele más la infidelidad emocional y la romántica, es decir, que su pareja se
enamore de otra persona aunque no haga el amor con ella. Es importante contarle
a nuestra pareja qué entendemos por infidelidad, y saber qué que entiende tu
pareja por infidelidad, para elaborar los pactos necesarios para no hacerse
daño, para poder comunicar lo que está pasando a la otra persona con total
honestidad, y para poder cuidar a todas las personas con las que te estás
relacionando.
Los cuidados y la
honestidad son esenciales para poder querernos bien. Para saber si estás siendo
infiel puedes preguntarte si estás cuidando a tu pareja y si estás cuidando a
tu amiga especial. Puedes preguntarte qué sientes tú por ella, por él, si es
verdaderamente un amistad que quieres tener en tu vida, o si te gusta
muchísimo, si te estás enamorando y no quieres reconocerlo, o si solamente es
una forma de entretenerte y de ponerle un poco de magia a tu vida. Cuando lo
tienes claro, es cuando puedes presentarle a tu pareja a tu nueva amiga o amigo,
o cuando decides mantener tu amistad en secreto. Lo importante es no jugar con
los sentimientos de los demás: en algún momento hay que ser honesta con una
misma y con los demás, y siempre es mejor pronto que tarde. Es decir, las
relaciones especiales tarde o temprano tienen que salir a la luz, o quedarse en
la clandestinidad, asumiendo los problemas que ello conlleva: mentiras,
traiciones, engaños a ambas parejas, etc.
Revisando a fondo
nuestros Ego podremos entender por qué a los humanos nos gusta ser el foco de
atención de varias personas a la vez, por qué necesitamos sentirnos especiales
para más de una persona. Esta necesidad la tienen sobre todo los hombres porque
su virilidad se mide por el número de mujeres que es capaz de tener a sus pies,
y la honestidad nunca ha sido una característica de la personalidad del macho
patriarcal: los hombres han mentido mucho siempre para poder tener a la vez una
relación estable y varias pasajeras. Los hombres siempre han gozado de una vida
sexual y amorosa más diversa que la de las mujeres, a las que nos educan para
que seamos monógamas y aguantemos la promiscuidad masculina con resignación
cristiana.
El Ego, el
patriarcado, el miedo a la vejez, el rechazo al compromiso emocional, la
necesidad de sentirte un macho, la necesidad de cariño, la necesidad de
sentirte especial, el placer de tu poder, el placer de sentirte deseado por
varias mujeres o varios hombres, la necesidad de sentirte libre aunque te hayas
comprometido a contarle a tu pareja todo lo que te pase con otras personas, el
miedo a la soledad, el miedo a verte fuera del mercado del amor … son muchos
los motivos por los que a veces mantenemos relaciones especiales que no llegan
al contacto carnal, pero sí llegan a niveles de intensidad que pueden romper
nuestra pareja si somos descubiertos.
Puede que pienses
que tu relación virtual es sana y está llena de inocencia, pero si no puedes
mostrarla, si no puedes disfrutar de ella en público, entonces no es tan
inocente. Por ejemplo, si sacas a la luz tu relación y ocurre que tu amigo
especial está enamorado de ti, puede que tengas muchos problemas cuando tu
pareja se de cuenta de la intensidad de los sentimientos que tiene la otra
persona hacia ti o tú hacia ella.
Creo que es un
tema de intensidad, pero también de honestidad. Las parejas sanas tienen cada
cual sus tiempos y sus espacios, y sus afectos, y los dos pueden disfrutar de
sus redes sociales y afectivas, respetar los pactos y revisarlos constantemente,
y construir una relación de plena honestidad y confianza con su pareja. Así que
en estas condiciones, ninguno de los dos miembros de la pareja se ve en la
necesidad de ocultar una amistad, ni de renunciar a ella.
La frontera entre
la amistad y el romance se define por su carácter público. Si puedes incluir a
tu amigo especial en tu circulo de gente más cercano, si puedes llevarle a tu
casa y presentársela a tu familia, si puedes quedar cuando quieras y durante el
tiempo que te apetezca sin que ello dañe a tu pareja, si puedes incluso compartir
esa amistad con tu pareja, es porque eres capaz de ser completamente honesta
contigo misma y con tus seres queridos, de construir relaciones de confianza y
cuidados mutuos con tu pareja y toda tu gente. Y es así como realmente podemos
disfrutar de todas nuestras relaciones.
Tu amistad no es
una infidelidad cuando hay honestidad, cuando está basada en la ética de los
cuidados, cuando puedes sentirte orgulloso de ella y no te da vergüenza, cuando
puedes compartir el cariño que sientes hacia tu amiga o amigo con todo el
mundo. Así podemos construir nuestras redes afectivas sin sufrir ni hacer
sufrir: cuando nuestras parejas tienen la certeza de que vamos a ser sinceros y
honestos con ellas, y con todas las personas con las que nos relacionamos,
siempre bajo la idea de que hay que quererse y tratarse bien pase lo que pase
en nuestras relaciones de pareja y de amistad.
Coral Herrera