8 de octubre de 2014

Otros finales felices son posibles: rupturas amorosas, separaciones cariñosas

Escultura "Amor", de Alexander Milov, artista ucraniano.


¿Es verdad que de amor al odio hay un paso?, ¿es posible separarse sin hacer la guerra?, ¿puede un divorcio ser amoroso?, ¿hay alguna manera de acabar una relación con el mismo cariño  con el que se empieza un romance?, ¿cómo aprender el arte de decir adiós a los seres queridos?, ¡cómo cuidar a nuestra pareja en el proceso de separación?....


Somos gente guerrera: basta con encender la televisión o abrir un periódico para comprobarlo. El mundo está en guerra, los países resuelven sus conflictos con violencia, unos grupos humanos explotan y masacran a otros, unos pocos hombres poderosos dominan al resto. En nuestra vida cotidiana también hacemos la guerra a diario: en casa, en el trabajo, en la familia.... las luchas de poder son constantes en un mundo de jerarquías y desigualdad.

Nos cuesta relacionarnos con amor, pese a que vivimos en un sociedad muy romántica: nos encantan los boleros y las baladas, las películas con finales felices, las bodas y los corazoncitos… Sin embargo, no sabemos querernos bien, y tampoco sabemos separarnos bien, porque no sabemos gestionar las emociones ni tenemos las herramientas que nos permitan acabar una relación con el mismo amor con el que la empezamos . 


Incluso aunque un romance haya sido hermoso, cuando llega el momento de la ruptura los amantes se convierten la mayor parte de las veces en auténticos monstruos. De la noche a la mañana nos convertimos en seres despiadados sin escrúpulos capaces de utilizar las más viles estrategias para vengarnos, y para hacer daño a la persona que ya no nos ama. Cuando el despecho invade nuestros corazones, dejamos de ser románticos y sensibles, y nos convertimos en seres malvados y despiadados capaces de cometer las mayores atrocidades. 

Un ejemplo de las guerras románticas es la comedia de “La guerra de los Rose”, aquella película en la que la pareja formada por Katheleen Turner y Michael Douglas lucha a muerte cuando llega la hora de separarse. Aun se quieren, y aún sienten una fuerte atracción sexual el uno por el otro, pero no saben quererse bien, y por eso se separan con odio. 


El triple mensaje que nos lanza Hollywood en esta película (y en la mayor parte de las películas de desamor) es siempre el mismo: del amor al odio hay un paso, quien bien te quiere te hará llorar, y los que más se desean, son los que más se pelean. 


Este triple mensaje es muy recurrente en nuestra cultura amorosa, y sirve para justificar la violencia contra la persona amada. En Occidente lo "normal" es que cuando una relación termina, una de las personas sea la "culpable" y la otra, la "víctima". La víctima puede dar rienda suelta a su afán de venganza con total libertad: si te rompen el corazón, parece justificado que devuelvas el daño que te han hecho con creces. 


El mensaje que nos lanzan es que es normal que pierdas la cabeza y que utilices la violencia en todas sus formas cuando ya no te aman. A la violencia pasional le ponen la etiqueta de "locuras de amor", por eso hay gente que cree que es "normal" asesinar a una mujer que ya no quiere seguir a tu lado, y por eso los periodistas machistas siguen utilizando la expresión "crimen pasional" para justificar los feminicidios: "él la mató porque ella le abandonó", "él la mató porque tenía celos: ella le engañó con otro", "él la asesinó porque estaba triste y desesperado, y tenía miedo de perderla". 


La gran paradoja del romanticismo radica en que hay personas que aparentan ser muy sensibles, dulces, generosas, y tiernas cuando todo va bien, y después se convierten en verdaderos monstruos llenos de crueldad y odio. En nombre del “amor” justificamos los actos más viles (acusaciones falsas, chantajes, amenazas, insultos, y putadas variadas) con la excusa de que tenemos todo el derecho del mundo a ser mezquinos y crueles con la persona que ya no nos ama.


Y es que el desamor se vive como la gran traición, y a los o las traidoras hay que castigarlas bajo el lema de que en el amor vale todo. Por eso hay gente que es capaz de cualquier cosa con tal de herir a su pareja o ex pareja. Uno de los castigos más habituales es amenazar a la pareja con impedirle ver a sus hijos e hijas: “si no quieres estar conmigo, no vas a verlos", "si te separas de mi, te separo de ellos y dejarán de quererte”. 


Otro método de castigo suele ser tratar de sacar a la otra persona todo el dinero y los recursos posibles: hay un montón de abogados y abogadas que animan a las mujeres, por ejemplo, a dejar en la ruina a sus ex maridos, a "sacarles hasta el último euro". 


Otra vía infalible para vengarse: aislar afectiva y socialmente al ex para que se quede solo o sola después de la separación, mediante el método de hacerse la víctima con el grupo familiar y de amigos. Siempre se espera que los demás se pongan de parte del bueno y castiguen al malo…

Nuestra cultura nos hace creer que el amor de verdad ha de ser eterno: por eso cuando acaba hacemos un drama total, y elegimos siempre el lugar de la víctima: no utilizamos la expresión "nos hemos separado", sino: "me ha abandonado", que sirve para tratar de despertar la solidaridad en la gente cercana. 

El trauma del divorcio es tal que hay personas que convierten su odio hacia el ex en el centro de sus existencias, y pasan años tratando de destrozarle la vida como si eso les hiciese sentir mejor. Sin embargo, hay culturas, como los Mosuo de China, que no viven las rupturas sentimentales de un modo tan traumático y violento, quizás porque entre ellos no establecen relaciones basadas en la propiedad privada. Las mujeres Mosuo viven en sus casas con sus hijos e hijas, y van de noche a la casa del amante a visitarlo, de manera que cuando uno de los dos miembros ya no desea seguir con la relación, la estructura vital de ambos no se desmorona: cada uno tiene su casa y sus bienes, y lo único que han de sufrir es el duelo de la separación, no el derrumbe de su vida entera.


Además, nos hacen creer que al amar a alguien nos convertimos en la propiedad privada de ese alguien, y viceversa: "Tu eres mía" signfica que no somos libres para quedarnos o para irnos cuando queramos. Parece que al firmar un contrato matrimonial ya no podemos juntarnos y separarnos con alegría, con cariño, y con generosidad. 


Sin embargo, solo se puede amar en libertad. El amor no se puede comprar, y no podemos obligar a nadie a permanecer a nuestro lado en contra de su voluntad, ni que nos obliguen a nosotras a continuar en una relación cuando ya no somos felices. Realmente, es monstruoso que alguien se quede a tu lado por miedo o por pena, o bajo amenazas. 


Nos cuesta mucho entender que los amores se acaban,  y que cuando las cosas no van bien, es mejor separarse. Dice el refrán que siempre es mejor estar sola que "mal acompañada", pero nos cuesta aplicarlo porque vivimos en un mundo muy individualista y uno de los peores terrores que nos atacan es el miedo a la soledad. El miedo a que nadie nos quiera. El miedo a no ser importantes para nadie, a que nuestros seres queridos hagan su vida sin necesitarnos en ella. 


Son muchos los miedos que nos invaden cuando decidimos acabar una relación, pero es porque no nos enseñan a separarnos, y porque asociamos el divorcio al fracaso. En las películas apenas tenemos referencias de gente que se separe con amor. En la vida real, tampoco es frecuente ver a parejas que se separan tratarse con cariño y con ternura. 


En lugar de sentirnos agradecidos por haber podido vivir una historia de amor hermosa con la otra persona, nos sentimos heridos porque la historia se acaba. Igual suena muy fuerte eso de decirle a alguien: “Margarita, gracias por los 3 años de felicidad que vivimos juntos, ojalá que seas feliz en tu nueva etapa”, o “Manolo, lo pasé de maravilla estos 4 meses de amor, gracias por disfrutar de este ratito de tu vida junto a mí”, pero sin duda nos iría mucho mejor si lograsemos asumir que las historias empiezan y se acaban, y que siempre es mejor dejarlas cuando aún no duelen, cuando todo está bien, cuando se pueden hablar las cosas con tranquilidad. 


Las rupturas amorosas nos harían mucho más cortos los duelos románticos, lo que haría más fácil curar las heridas del desamor y volver a empezar otra etapa en nuestras vidas, bien a solas, bien con otras personas. Pero para ello tendríamos que aprender a separarnos, a conectar con la otra persona con el mismo amor con el que empezamos la relación, a dialogar asertiva y sinceramente, a comunicarnos con transparencia pero tratando de no hacer daño a la otra persona. Podríamos vivir la ruptura como una oportunidad para reformular la relación, y convertirla en otra cosa, por ejemplo, amistad. 


Todos y todas tenemos una buena persona en nuestro interior: solo hay que dejarla brillar en momentos de intenso dolor. Cuando sufrimos por el final de un amor, es posible conectar con tu lado más generoso y abierto, y decir adiós dejando a un lado el rencor, los miedos, los reproches y los egoísmos: sólo hay que ser generoso/a, y aprender a amar no sólo la libertad propia, sino también la libertad de las personas a las que amamos. 


Son muchas y muy variadas las formas de hacer la guerra cuando nos separamos: violencia psicológica, violencia física, violencia sexual... que afecta no sólo a los protagonistas de estas guerras, sino a toda su gente querida: hijos e hijas, padres y madres, familiares y amistades. 


En la cultura amorosa occidental mezclamos lo sentimental con lo económico, ya la dependencia emocional se le suma la dependencia económica. En las sociedades donde hay mayor igualdad entre hombres y mujeres, es más fácil construir relaciones igualitarias, libres y sanas. En nuestra sociedad, sin embargo, las mujeres somos más pobres y nuestras condiciones laborales son muy precarias, y eso nos hace más dependientes de los dueños de las tierras y los medios de producción. 

Las separaciones cariñosas no son una utopía: hay muchas parejas que si logran separarse con mucha comunicación y cuidándose mucho mtuamente. No son los casos más comunes, pero haberlos haylos. 


Fromm decía que el amor es un arte: el desamor también lo es. Si entrenamos para aprender a decir adiós con amor, podríamos disfrutar más del presente, preocuparnos menos por el futuro, y dejar el pasado atrás sin sufrimientos. Sería más fácil asumir que la gente no nos pertenece, que la vida es un camino por el que transitamos, a ratos a solas, a ratos acompañadas por gente linda. 


Y que esa gente linda va y viene, como nosotros y nosotras. Los compañeros del colegio, de la universidad, de los trabajos por los que pasamos llegan y se van; los abuelos y abuelas se van, los padres y las madres, los hijos y las hijas también se van. Los amores aparecen, se quedan un tiempo, y se van también... y nosotras mismas también llegamos a la vida de la gente y nos vamos de ella. Bien porque migramos, bien porque viajamos, bien porque evolucionamos o nos morimos: ninguno de nosotros es eterno, y las relaciones tampoco lo son. 


La base del buen amor es la libertad para quedarnos o para irnos, para elegir nuestros caminos, para compartir ratitos de la existencia, y para decir adiós con generosidad y agradecimiento... practiquemos y ensayemos este arte para sufrir menos, y disfrutar más del amor. 


Otras formas de separarse son posibles: es más fácil si nos cuidamos a nosotras mismas y a la gente con la que compartimos trocitos de nuestras vida. Cuidarse mutuamente, con mucho amor del bueno...

Coral Herrera Gómez 


Más artículos de Coral sobre rupturas: 








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12 de septiembre de 2014

Si se puede disfrutar del amor


Podemos construir relaciones igualitarias y hermosas, desmontar colectivamente el romanticismo patriarcal, ensanchar el concepto de amor, llenarlo de colores y diversidad, de ternura y solidaridad, y repartirlo a manos llenas. Podemos inventarnos y contarnos otros cuentos, repensar nuestra cultura amorosa, construir entre todas una nueva ética amorosa, explorar otros caminos, derribar las estructuras obsoletas, visibilizar otras formas de querernos más allá de las etiquetas, los estereotipos, los roles y los mandatos de género. Se puede, si: podemos sufrir menos, y disfrutar más del amor...


El amor romántico es una construcción social y cultural, una utopía individualista posmoderna, y a la vez un espejismo colectivo. Por eso, lo mismo que se construye, se puede deconstruir, e idear otras formas de querer que no nos hagan sufrir tanto como ahora. 
Aunque en los cuentos que nos cuentan nos dicen que cuando Cupido nos lanza su flecha no podemos hacer nada más que sucumbir y aceptar el hechizo, yo creo que la Humanidad no está condenada a sufrir por amor por los siglos de los siglos. El amor romántico puede trabajarse, expandirse, repartirse, compartirse, cuestionarse, y volverse a construir... nuestras estructuras sentimentales son demasiado rígidas y opresivas, productos de siglos de patriarcado y de doble moral. 
Nuestras emociones son patriarcales, pero pueden despatriarcalizarse. Las emociones se aprenden, y se desaprenden. Las emociones nacen, crecen y se reproducen, y en el proceso nosotras no somos un recipiente en el cual se gestan sentimientos incontrolables. Somos dueñas de nuestras emociones, somos responsables de lo que sentimos, y podemos trabajar individual y colectivamente para comprender cómo sentimos, para aprender a gestionarlas, para inventar nuevas formas de quererse más placenteras. 
Las emociones no son algo mágico que surge de la nada y nos inundan para destruirnos. No son una fuerza oscura que nos lleva a comportarnos como si fuéramos monstruos poseídos por el mismísimo diablo. Las emociones pueden congelarse para ser observadas, pueden calmarse calmarse con técnicas de relajación y meditación, pueden pensarse y desinflarse. Podemos desconectar de nuestras emociones más obsesivas, podemos también acercarnos a ellas para identificar la negatividad de nuestros sentimientos, podemos medir la intensidad de nuestras emociones para conocerlas mejor.
Tenemos que responsabilizarnos de nuestras emociones y dejar de echarle la culpa de todo "al amor".  Sí podemos trabajar para conocernos mejor, para tratar bien a los demás (aunque no nos amen o nos dejen de amar), y para controlar nuestra mezquindad o nuestra crueldad. Cuando nos portamos mal con los demás, solemos justificarnos con la idea de que no hemos podido evitarlo, porque el amor nos enloquece o nos enajena, y se convierte en la excusa perfecta para legitimar nuestros sentimientos negativos, nuestros chantajes emocionales, ataques a la privacidad e intimidad de la otra persona, insultos, humillaciones, gritos o amenazas. También sirve para justificar los asesinatos de mujeres: "sentí un ataque de celos","quería abandonarme y no pude contenerme", "la mató porque se fue con otro".

11 de septiembre de 2014

Sin tiempo para el amor romántico



Al sistema productivo le da igual que estés borracha de amor, cachonda, angustiada o 
de duelo. El capitalismo nos enjaula, quiere que dediquemos nuestro tiempo a trabajar 
o a consumir: el amor es improductivo. Los feminismos reclaman la conciliación de la
 vida laboral y el trabajo reproductivo pero, más aún, necesitamos un modelo 
compatible con el placer y los afectos.
Ilustración: Señora Milton para Minerva Magazine
Ilustración: Señora Milton para Minerva Magazine

Si el día medio de trabajo, incluyendo
la preparación y la transportación, es de diez
horas, y si las necesidades biológicas de dormir y alimentarse
requieren otras diez horas, el tiempo libre será de cuatro
horas en cada veinticuatro durante la mayor parte de la
vida del individuo. Este tiempo libre estará potencialmente
disponible para el placer.
Herbert Marcuse, Eros y Civilización.


¿Cuántas horas le dedicas al amor? A imaginarlo, soñarlo o consumirlo en forma de película o novela, a recrearlo, a vivirlo. ¿Cuánto tiempo hace que no pasas horas haciendo el amor con tu pareja de hace años, como al principio?, ¿cuánto tiempo tienes para conocer gente nueva y encontrar a alguien que te gusta mucho?, ¿cuánto tiempo dispones para tener un romance de esos que te descolocan la vida y te destrozan los horarios?
Tenemos poco. Hay poco tiempo para el amor. Para conocerse, para enamorarse, para profundizar, para decepcionarse, para dejarse, para recuperarse, para volverse a enamorar. 
Vivimos en una sociedad muy amorosa: por la radio suenan canciones de amor desgarrado, en el cine todas las películas tienen alguna historia de amor de fondo o en primer plano, las estrellas salen del armario en el telediario y nos presentan a sus parejas, en las revistas circulan chismes y cotilleos sobre famosas que se enamoran o se separan, las redes sociales están llenas de gente buscando al amor de su vida, en Facebook nos enteramos de las bodas de nuestra gente, en la televisión triunfan los dramas sentimentales, en la publicidad nos regalan paraísos románticos para vendernos casas, coches, muebles o desodorantes.
Sin embargo, hay poco tiempo para el amor. Marcuse lo vio claro: son muy pocos minutos los que dedicamos al placer. La mayor parte del día acudimos a trabajar a cambio de un salario, y el resto del tiempo que nos queda es para dormir, y resolver las cuestiones básicas de higiene y nutrición (y otras miles obligaciones de la vida urbana posmoderna). Hacemos el amor al final del día, antes de dormir, cuando tenemos el cansancio acumulado encima, y hay que darse prisa para terminar pronto y poder dormir si acaso 7 u 8 horas.
Podríamos disfrutar más si pudiésemos dedicar días enteros a charlar, a jugar, a hacer el amor, a comer rico, a escuchar buena música en la intimidad con nuestras parejas. Pero los horarios que tenemos no dan para relajarse y para el disfrute pleno del amor. Nuestras agendas están siempre repletas de cosas que hacer después de trabajar 8 horas y de perder al menos otras dos en volver a tu casa o desplazarte a cualquier otro lugar: ir al gimnasio, ir a clases de yoga, pasear al perro, acudir a la asamblea de tu colectivo, reunirte con amigas del colegio, llevar al gato al veterinario, vaciar la pila de platos y sartenes sucias, ir al dentista, contestar emails, hacer la compra semanal, regar las plantas, llevar a arreglar unos pantalones, ir al psicólogo, hacer lavadoras en casa, recoger y limpiar el hogar, hacer cenas o comidas para el día siguiente, skypear con tu hermana que emigró al extranjero, devolver llamadas o guasaps, depilarte las piernas y el bigote, supervisar las tareas del colegio de tus hijas o hijos, acudir a la asamblea de vecinos, pasar por Correos, visitar a los del banco, llevar a la niña a informática y después a inglés, llevar a arreglar las gafas del niño a la óptica, llevar el ordenador al técnico para que lo arregle, hacer cuentas y revisar facturas, estudiar...

Sí, nuestras obligaciones diarias son extenuantes, y al final del día nos derrumbamos en el sofá para leer, ver tele o navegar por las redes y olvidarnos un poco de nuestras preocupaciones. En esos momentos quizás solo nos quede una hora útil  de vida antes de caer en los brazos de Morfeo, y el cansancio no da para ponerse a dar brincos en la cama con nuestro compañero o compañera. Según la mayor parte de las estadísticas, los días en que la gente se dedica a gozar del sexo son los fines de semana, que como todas sabemos, son demasiado cortos para hacer todo lo que una quiere hacer: vivir la vida.
La tiranía del tiempo que se nos va se diluye cuando nos enamoramos salvajemente. Nos liberamos cuando el subidón del enamoramiento trastoca nuestra percepción y relación con el tiempo, como pasa con las drogas. Dejamos de mirar el reloj, las intensas noches de amor se hacen cortas, los instantes sublimes congelan el tiempo y nos hacen eternas.

Sí, el amor nos hace diosas del tiempo: bajo el influjo de la pasión somos capaces de saborear cada segundo de amor, atrapar el presente con nuestras manos, vivir el ahora con una intensidad brutal. El tiempo ya no va inexorable segundo a segundo hacia el futuro, a un ritmo monótono e implacable. Los segundos parecen horas, las horas minutos: el tiempo se ralentiza (cuando estamos esperando una llamada o que llegue el día de la próxima cita) o se acelera (cuando estamos sumergidos en los ratos de amor loco), y la vida es más emocionante porque nuestra percepción de la realidad se trastoca.
También nuestro organismo se trastoca y adquirimos superpoderes. La química del amor es tan fuerte que somos capaces de pasar noches enteras sin dormir junto a la persona amada, y cada día acudir al trabajo y cumplir tus obligaciones como si nada hubiera pasado: sólo te delata una sonrisa permanente en la cara, las ojeras malvas, la piel tersa y el cabello brillante. A la noche te espera otra desvelada, tú te sientes con fuerzas para todo: nos llenamos de energía cósmica para vivir el presente intensamente.
Cuando  pasa la borrachera del amor y volvemos a nuestra vida real, perdemos los superpoderes para dedicar horas a hacer el amor y ya el cuerpo responde mal si le sigues quitando horas de sueño. Con el paso de los meses y los años, las parejas se vuelcan más hacia lo social que hacia lo íntimo, y es difícil para muchas volver a construir esos espacios íntimos llenos de magia para detener el tiempo. Así pues, hay gente que se queja de que follamos con prisa, follamos sin ganas, follamos cansadas, follamos poco, o no follamos nada.
Si ya es difícil reservar tiempos y espacios para compartir con la pareja, imagínense las personas que tienen amantes, o las que tienen varias parejas: es casi imposible encontrar huecos en el día para dedicarse al amor sin mirar el reloj. Las parejas de adúlteros apenas pueden disfrutar de una hora o dos (no hay tiempo para más), pero la gente poliamorosa también lo tiene difícil, por la falta de tiempo para tener varias parejas simultáneas: el fin de semana tiene solo 2 noches, 3 días que pasan volando.
Vivimos en un sistema productivo que nos encadena durante 40 horas semanales a un trabajo que nos da un salario generalmente precario (son muchas las personas que hacen 50 o 60 horas semanales robando horas de sueño o de su vida a cambio de nada o de muy poco).
A las empresas no solo les damos mucho tiempo de nuestras vidas, sino también nuestras energías físicas, mentales y emocionales. ¿Cuantos de vosotras habéis tenido que arrastraros dolorosamente fuera de la cama para ir al trabajo sintiendo que os dejáis un poco de vida en el lecho del amor?, ¿cuánta gente ha faltado alguna vez al trabajo por estar enamorada o enamorado?, ¿cuántas veces has deseado estar entre las sábanas jugando, mientras miras por la ventana y cuentas las horas que te quedan para salir de tu lugar de trabajo?, ¿cuántas veces has perdido la concentración en tu trabajo por culpa de un amor que te está esperando en su casa mientras te hace la cena, y no logras acabar tu tarea?
El capitalismo nos enjaula, aunque no seamos productivas. Al capitalismo le da igual que estés borracha de amor, feliz, eufórica, exultante, cachonda, preocupada, angustiada, desesperada, triste, ansiosa, enojada. Al capitalismo no le importa que tu compañera esté hospitalizada y tú quieras estar cuidando y acompañándola. No le importa si vas a tener una conversación decisiva con tu pareja, si estas de duelo por una ruptura sentimental, si quieres acompañar a una amiga o amigo en momentos difíciles. No le importa, y tú tienes que ir a trabajar, aunque tu abuela se esté muriendo. No le importa si has dormido esa noche por la gripe de tu hija o si te has pasado la noche gozando lujuriosamente. Tú tienes que estar ahí, cumpliendo, aunque no seas productiva y no logres hacer nada ese día.
Si te lo montas por tu cuenta, es lo mismo. No puedes permitirte el lujo, generalmente, de tomarte unos días para tus asuntos emocionales, porque entonces no comes ese mes. La cadena de producción no puede parar por tus sentimientos, y al capitalismo le conviene que no seamos demasiado felices: nuestra insatisfacción permanente y nuestro dolor nos hacen más vulnerables. Así que la explotación de nuestras energías y tiempos es brutal, porque va más allá de la cuestión productiva. Vivimos en una sociedad represiva a la que le conviene constreñirnos el acceso al placer, al amor, al juego y al disfrute. Prefieren que disfrutemos consumiendo, o dediquemos nuestro tiempo a trabajar: el amor es improductivo. Poco rentable.

Hay poco tiempo para el amor, y a veces pocas energías. El enamoramiento pasional no es eterno: nuestro cerebro y corazón no pueden estar añales enamorados: es agotador estar generando ese nivel de endorfinas y anfetaminas todo el tiempo. Además, el romanticismo siempre acaba siendo aplastado por la tiranía de los horarios, de la rutina, de las obligaciones. Muchas parejas se desenamoran porque apenas pasan tiempo juntas: tiempo de calidad, tiempo sin límites, tiempo para el erotismo y el amor.
Además de no tener tiempo para vivir romances, tampoco lo tenemos para disfrutar de nuestros hijos e hijas, de nuestra gente querida, de nuestros animales domésticos: pasamos la mayor parte del día fuera de casa, produciendo para enriquecer a otras personas que en realidad no necesitan tenernos tantas horas allí.
Los feminismos reclaman la conciliación de la vida laboral y familiar: las 8 horas de trabajo diarias son incompatibles con el cuido de bebés, personas enfermas o ancianas. Y resulta que el 90% de las cuidadoras en el mundo son mujeres. Unas tienen que renunciar a la autonomía económica y al mercado laboral, y otras cargan con la doble jornada laboral.
Hay países en los que los trabajadores no tienen derecho a vacaciones pagadas (si acaso dos semanas al año, y sin cobrar), pero hay otros como Islandia o Suecia que están implantando nuevas medidas para aumentar la calidad de vida de sus habitantes. En el caso de Suecia, creen que no es el tiempo lo que determina el nivel de eficacia laboral, sino la motivación y el bienestar de los y las trabajadoras. Han decidido implantar una jornada laboral de 6 horas sin reducción de salario, lo que al parecer aumenta el nivel de satisfacción de los suecos y las suecas con respecto a su trabajo; además, mejora la productividad, aumenta el ahorro estatal y permite crear más empleo. Puedo imaginar lo felices que deben de estar las trabajadoras municipales al ganar una hora de vida para sus amigos y amigas, para su familia, para su comunidad, para sus aficiones, para sí mismas, para su tiempo de descanso o de ocio.
El tiempo es oro: nuestras vidas son muy cortas y necesitamos un sistema productivo más acorde a nuestras necesidades vitales, individuales y colectivas. El capitalismo romántico nos regala muchos finales felices mientras nos roba horas de vida: necesitamos recuperar nuestro tiempo, y necesitamos energía para disfrutar de la vida.
Necesitamos tiempo para amar, para disfrutar del placer en toda su plenitud. Tiempo para escuchar, para viajar, para conocer, para compartir, para construir comunidades con los demás. Tiempo para apoyar, para crear redes, para celebrar, para aprender, para crear. Tiempo para cultivar y nutrir lo único que parece darle un poco de sentido a la vida: los afectos.

Coral Herrera Gómez en Pikara Magazine





Uneté al Laboratorio del Amor 
por 100 euros al año o 9.95 euros al mes





Plataforma de formación on line de Coral Herrera: 
talleres intensivos y permanentes en 




4 de septiembre de 2014

Eso que llaman amor: entrevista en Canal de TV de la Universidad de Costa Rica





Materia Gris elaboró este reportaje sobre el amor romántico, me entrevistó la periodista Kathia Cardenas y este es el resultado: 30 minutos de reportaje. Espero que lo disfruten tanto como yo:











1 de septiembre de 2014

Entrevista a Coral Herrera en Comunidad Relatoras

¿Cómo llegó a tu vida el feminismo?, ¿por qué elegiste estudiar el amor romántico?, ¿cómo ves la relación del feminismo con el amor?, Ali Na Zar y Maria Artiaga me entrevistaron para el nuevo blog en Comunidad Relatoras:






http://campusrelatoras.com/





Más vídeos de Coral Herrera

30 de agosto de 2014

¿Pero quién demonios se apuntaría a un taller sobre el amor?




Y yo me preguntaba al comienzo de esta loca aventura, ¿pero quién demonios se va a apuntar a un taller sobre lo romántico es político?. 1 año después del inicio, ya somos 200 Señoras las que hemos estado trabajando en las 6 ediciones, (una de ellas fue presencial en la playa, en España), y sumamos 4.100  personas en el grupo de facebook

En este vídeo cuento cómo una idea loca con la Comunidad Relatoras se convirtió en todo un Laboratorio del Amor:




¿A QUIÉN VA DIRIGIDO?
Este taller está dirigido a Mujeres que:
  • Quieran trabajarse el tema del amor romántico para sufrir menos, y disfrutar más de sus relaciones sexuales, sentimentales, afectivas. 
  • Quieran conocerse mejor y comprender las claves culturales del amor romántico,
  • Tengan ganas de reinventarse, reconstruirse, mejorar, transformar, evolucionar, enriquecerse,  desaprender y aprender a relacionarse desde otras perspectivas.
  • Les guste leer, hacerse preguntas, hablar, pensar, escribir, y compartir.
  • Disfruten hablando del amor, compartiendo inquietudes, dudas, certezas y contradicciones, hablando con otras mujeres sobre nuestras vivencias y sentimientos,
  • Quieran aprender a gestionar sus emociones, 
  • Quieran enriquecer o transformar sus relaciones afectivas, 
  • Quieran adquirir herramientas para la coherencia entre discurso, emociones y comportamiento.
  • Deseen adquirir herramientas para poder construir relaciones basadas en el amor, el buen trato y la igualdad.

Filosofía del Taller: 

-Lo romántico es político.
-Otras formas de quererse son posibles.


Temas del Taller

1 ME CAGO EN EL AMOR
2 ADICTAS AL AMOR
3 ¿LA CULPA ES DEL AMOR… O DEL PATRIARCADO?
4. AUTOCRÍTICA AMOROSA
5. AUTOCRÍTICA CARIÑOSA.
6.SEXUALIDAD Y EROTISMO: MI PLACER
7 LA UTOPÍA POSMODERNA
8 QUÉ BONITO ES EL AMOR

Objetivos del Taller 
-aportar a la construcción colectiva del conocimiento sobre el tema del Amor y las emociones,
-compartir experiencias, vivencias y reflexiones con las compañeras,
-deshacernos de estructuras de relación obsoletas, inventarnos otras nuevas
-reflexionar colectivamente sobre cómo aprendemos a amar.
-compartir recursos y materiales: vídeos, libros, artículos, documentales, guías, blogs y webs....
-desmontar el romanticismo patriarcal y los mandatos de género: mitos, roles, estereotipos, metas, sueños, creencias, expectativas y decepciones... 
-hacer autocrítica amorosa: trabajo de autoconocimiento, introspección, recorrido por nuestra vida amorosa y sentimental. el objetivo es conocernos mejor, identificar los puntos claves a trabajar, y
- construir colectivamente herramientas para sufrir menos, y disfrutar más del amor.
- construir nuestra propia utopía amorosa, soñar otras historias de amor, liberar nuestras emociones del patriarcado, inventarnos otras formas de quererenos y de relacionarnos.




Metodología del Taller

Este taller está basado en 2 ejes: el trabajo individual y el trabajo colectivo. 
Ambos se pueden realizar en el horario que deseéis, pues podéis acceder al taller en cualquier momento del día o de la noche para participar en los foros. No hay horas fijas, de modo que cada alumna puede organizarse a su manera y trabajar a su ritmo.
el trabajo individual:
-Ejercicio de la semana: consiste en conectar con nuestras emociones y trabajar a diario con las preguntas que llevaremos en el bolso a todas partes y que podremos compartir con vecinos y vecinas, compañerxs de trabajo, familiares o pareja. Después escribiremos acerca de este trabajo personal de reflexión, y lo compartimos para hacer reflexión colectiva sobre el tema de la semana.
-Materiales para trabajar: cada semana tendréis lecturas y vídeos para inspiraros, y para profundizar en vuestro trabajo individual. Este apartado está pensado para las Señoras que quieran dedicar más horas semanales al trabajo individual, y para quien quiera comentar los materiales y abrir nuevos debates. Además podréis subir materiales vuestros par compartir con las compañeras: información, datos, imágenes, vídeos, etc. 
- En la Biblioteca del Amor, encontrareis libros y artículos en pdf, enlaces, entrevistas, documentales, vídeos, y recursos para descargar, comentar y debatir.

 el trabajo colectivo
-el Foro de la Semana es el espacio en el que pondremos en común con las compañeras las reflexiones, dudas, experiencias y el trabajo que hemos estado llevando a cabo durante la semana.
- en los dos chats que tendrán lugar a mitad y a final del Taller podremos hablar en directo sobre los temas que más os gusten. 
Tenemos también el Foro de las Señoras, un espacio para comunicarnos a diario, comentar novedades, y hablar con las compañeras de los temas que nos apetezcan. 



31 de julio de 2014

Fotos y Vídeos Gira Coral España 2014

Foto de Coral Herrera Gómez.
Autora: María Artiaga, fotógrafa sevillana.


Durante el mes de Julio estuve en España dando charlas e impartiendo talleres en Madrid, Barcelona, Sevilla, Cádiz y Ondarroa. Las actividades fueron organizadas por Campus Relatoras, Homes Igualitaris, 3peces3, y Berdintasuna Ondarroa, y en todos los sitios me sentí como en casa. Quiero agradecer a todas las personas que vinieron a charlar sobre lo romántico es político por ser tan participativas, todas las charlas estuvieron muy animadas y me sentí como pez en el agua hablando de romanticismos patriarcales, romanticismos posmodernos, capitalismo amoroso, amores diversos, feminismos y masculinidades, la construcción sociocultural del amor romántico... Creo que aprendí mucho y me sentí muy feliz al darme cuenta de que a la gente le da cada vez menos miedo de hablar en público sobre emociones, sentimientos, relaciones de poder, relaciones de amor, y nuevas formas de querernos y organizarnos. Es un tema del que todo el mundo quiere hablar porque siempre se ha considerado un tema individual para hablar en la intimidad, y ahora por fin estamos colectivizando el debate, sacandolo a las calles, y aportando desde todas las perspectivas. 

Estas son algunas de las fotos que me enviaron las personas que participaron, ¡muchas gracias a todas y a todos por el calorcito y la maravillosa acogida que me brindasteis!




                                                              En Librería Relatoras, Sevilla





               
                                                              En Librería Prolleg, Barcelona.

En Barcelona



En Ondarroa, País Vasco


Charla organizada por Berdintasuna Ondarroa.

Taller "Señoras que van a la playa", en Cádiz. Organizado por Campus Relatoras.






En Madrid presentando el libro con Carlos Taibo Arias, en 3peces3. 








Vídeo de la charla en Relatoras, Sevilla:







Otras conferencias de Coral aquí.



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