18 de enero de 2017

Sobre la crianza en pareja

Sobre la crianza en pareja: por lo que estoy viviendo hasta ahora, ese rollo de que un bebé necesita mucho más a su madre que a su padre es un mito. Estoy criando a mi hijo a medias con su papi y la única diferencia entre los dos es que yo tengo leche en las tetas y él no, y que yo soy mamá primeriza y él tiene mucha experiencia porque ha criado a otros dos seres maravillosos. Así que creo que la crianza no es cosa de mujeres, y por eso estoy a favor de los permisos iguales e intransferibles para ambos. Se necesita mucho tiempo y energía para criar bebés, por eso me parece injusto que toda la carga recaiga sobre nosotras, y también es injusto que ellos no puedan disfrutar de la paternidad ni puedan cumplir con sus obligaciones. Tremendo que si lo hacen sean penalizados en sus trabajos. 

En caso de separación de la pareja, estoy a favor de la custodia compartida excepto para padres que nunca ejercieron y que no sienten ningún interés en la crianza, y por supuesto, jamás para hombres violentos que maltratan a su pareja. ¿Cómo lo ven ustedes?

Sobre los políticos que no amaban a la gente

Los políticos de derechas odian a las masas, al pueblo, a la muchedumbre o a la chusma, con la que jamás se mezclan (excepto en período electoral porque necesitan nuestros votos). 

Cuando llegan al poder, se dedican a legislar y gobernar en contra nuestra. Regalan nuestros recursos a sus cuñados y a sus amigos (lo llaman privatizar), pagan las deudas de los bancos con nuestro dinero, desahucian a las familias más pobres con hipotecas abusivas y sin empleo, bajan los salarios y abaratan los despidos, rescatan autopistas privadas y otros negocios de sus amiguetes, recortan las pensiones de la gente jubilada, deterioran la sanidad y la educación pública, y financian la privada con nuestros impuestos. En campaña nos prometen que bajarán, y después nos los suben para poder robarnos más y mejor. 

El dinero que ponemos entre todos se lo gastan en comprar jueces y medios de comunicación, y en vivir como reyes: cenan en marisquerías carisismas, compran cocaína para todos, van de putas, viajan en yate y lo que les sobra se lo llevan a Suiza. Amnistían a las grandes empresas que no pagan impuestos y castigan duramente a la gente que menos tiene, por eso los que roban cien euros tienen más años de cárcel que los que roban cien millones de euros. Mientras nos cierran la boca con sus leyes mordaza, nos echan encima a la policía si salimos a la calle a protestar, si nos detienen nos torturan (y les importa poco que la Onu les eche la bronca), y si nos presentamos a las elecciones se dedican a mentir y a difamar para meter miedo a los demás. 

Nos dicen que los enemigos son los inmigrantes, que nos quieren robar los pocos puestos de trabajo que hay, y a la vez nos animan a emigrar al extranjero en busca de "nuevas oportunidades". Nos dejan sin becas para estudiar, now suben la luz y nos dejan sin calefacción en invierno, matan a los y las enfermas de Hepatitis C, nos dejan en listas de espera cuando tenemos que operarnos. 

Nos maltratan, nos roban, nos mienten, nos utilizan, nos explotan y se ríen descaradamente de nosotros, y luego nos piden el voto. Y a todo este desprecio y a esta violencia la llaman democracia.

Coral Herrera Gómez 

6 de enero de 2017

Sobre la invasión y colonización de España por parte de Isabel y compañía

¿Han leído ustedes algo sobre cómo vivieron los habitantes de las iberias el reinado de Isabel y su gente? ¿Por qué nadie nos cuenta sobre la "colonización" de España? 

Antes del genocidio en América, la corte isabelina invadió multitud de pueblos y comunidades en España (aunque aún no existía España) a cuyas gentes explotó, encarceló, asesinó, o expulsó de su casa y de su tierra, como ocurrió en el Al Andalus. Fueron millones de personas las que fueron sometidas al fascismo isabelino, que invadió e impuso su religión y su idioma a muchisimas personas.

Por eso creo que es importante distinguir entre los conquistadores y los millones de españoles que sufrieron la violencia y la explotación de la corte isabelina para sufragar los gastos de su proyecto imperialista. En definitiva, que estaría bien que en las escuelas y universidades se enseñe que no fue un pueblo el que masacró a otro pueblo, sino que fueron unos pocos los que jodieron a todos. Yo tomé conciencia cuando leí a Itziar Ziga explicando el proceso colonizador de Isabel en el País Vasco (ella lo hace desde una perspectiva de género, además) y pude relacionarlo con la expulsión de españoles del Al Andalus y darme cuenta de que los enemigos no fueron los habitantes de Iberia, que eran campesinos y campesinas que tuvieron que vivir en la miseria durante siglos. 

Todos fueron víctimas de la insaciable y fanática Isabel y compañía: no se engañen porque "los españoles" jamás se beneficiaron del genocidio en América. Son siempre las cúpulas del poder las que se benefician explotando, robando, matando, violando y aniquilando a la gente humilde. Lo mismo hace quinientos años que hoy. Por eso me cabrea tanto que haya gente que hable de los españoles como "los malos" y haya tantas personas que crean que somos todos imperialistas, colonizadores y fascistas. Supongo que nos hace falta hablar de cómo se construye este odio hacia los pueblos, cuando en realidad debería ser contra los gobiernos de esos pueblos.

Sobre el hacer "como si" no pasara nada: el miedo a resolver el conflicto

Una de las cosas que más echo de menos de la cultura española es poder hablar cuando hay problemas. Yo en España sabía perfectamente cuando alguien estaba enfadado, dolido o molesto conmigo. Son muchas las maneras que tenemos de expresar el enojo o el dolor: ponemos malas caras, lanzamos indirectas muy directas, bromas de doble sentido, utilizamos la ironía, e incluso le decimos abiertamente al otro o la otra cómo nos sentimos y por qué. Echo de menos las peleas y las discusiones, con llantos incluidos, que permiten sincerarse, hacer autocrítica, deshacer malentendidos, pedir perdón, y arreglarlo todo con un fuerte abrazo. 

Echo mucho de menos que me digan las cosas a la cara: acá la mayoría de la gente hace "como si no" pasara nada y es bien difícil saber si has hecho daño a alguien. Es casi imposible resolver los conflictos personales porque no se hablan. Todo el mundo finge que no pasa nada, y tapa el conflicto con una gran sonrisa, y yo siento que en el fondo es muy violento tener que participar en el simulacro de que todo está bien cuando no todo está bien. 

A mí los silencios me duelen, y me duele enterarme de las cosas por otra gente, y me duele mucho no poder decirle a la gente que quiero lo que pienso y lo que siento. La estructura social no me deja sentirme yo, de alguna forma me siento obligada a callarme la boca porque todos huyen o se hacen los distraídos. Creo que no me acostumbraré jamás aunque viva acá veinte años más.

4 de enero de 2017

Fuerza feminista para el parto






En esta foto faltaban 3 minutos para que entrase en quirófano. Mi tremenda labor de parto había terminado, no podía parir, no había dilatado. Había hablado con la Pachamama, me había conectado con todas mis ancestras, en especial con mis abuelas, y estaba unida a todas las mujeres que en ese momento estaban de parto en el planeta. Bailé desnuda, canté, hablé con el bebé, aullé y resistí el dolor de las contracciones. No pedí epidural, solo respiraciones y masajes de Jorge. Y todo para que al final me tocase cesárea. Me sentía fracasada. Y pequeñita. Muy pequeñita. Ya no era dueña de mi cuerpo, ahora mi vida y la de mi bebé dependían de un equipo de gente a la que no conocía. Me moría de miedo. Me temblaban las piernas. Me dio un frío tremendo. Me sentí el ser más frágil del mundo. Sentí que podía morirme si algo salía mal. Nunca he estado tan cerca de la muerte y de la vida. Sentía un vértigo tremendo. Me pidieron que me quitara el audífono y entonces el terror de no oír nada, excepto el zumbido de mis oídos. Y pensé, bueno, al menos lo has intentado con toda tu alma. Venga campeona que tú puedes, poder feminista, claro que sí, empoderaté que sigue siendo tu parto, vamos que todo va a salir bien. 

Le dije al bebé: "mi amor te vamos a sacar. Como no puedes salir, te vamos a sacar. Prepárate, ya pronto nos abrazamos". Y le pedí a mi compañero que me hiciera esta foto porque sabía que no me olvidaría jamás de este momento, traté de sonreír para parecer más fuerte, y para que cuando mi hijo un día vea la foto, pueda sentir esa mezcla entre ilusión, miedo, alegría, pena, valentía y fuerza feminista. 





En esta otra foto, poco os puedo contar. Estaba drogada por la anestesia y borracha de vida. No me lo creía. Gael ya en el mundo, yo partida en dos, sin mi bebé adentro, y sin poder separarme del cachorro que me pedía teta y me miraba encantado. La maternidad está siendo hermosa y brutal. Tan brutal que sigo estando alucinada y dolorida, sigo sintiéndome vulnerable, grande, pequeñita, llena de energía, sensible, fuerte, torpe, valiente, miedosa, generosa, agotada, y aún estoy en fase de recuperación física y emocional. 

Estoy muy agradecida con la vida, porque deseaba mucho vivir esto, y con mi compañero, por este inmenso regalo, por enseñarme a cuidar al bebé, y por la manera en que me acompañas en la crianza de Gael. Contigo es bien fácil disfrutar del amor, de la maternidad y de la vida.


3 de enero de 2017

Sobre los héroes y las heroínas de la fiesta

No entiendo por qué a la gente le parece super transgresor irse de fiesta, ni por qué hablan de sus borracheras como actos heroicos que merecen ser admirados por los demás. Beber y drogarse forman parte de nuestro modo de divertirnos, pero no son actos de rebeldía contra el sistema porque es algo que hacen millones de personas todos los fines de semana y sólo sirve para enriquecer a los narcotraficantes, y a los dueños de los bares y de las industrias alcohólicas. 

Si de verdad quieren ser héroes y rebeldes, háganse defensoras de los derechos humanos. Las que ponen su vida y su cuerpo para luchar contra las hidroeléctricas, las megamineras, las industrias del petróleo y los gobiernos son gente valiente y comprometida que se merecen toda nuestra admiración y apoyo. Porque ellas sí se juegan la vida para acabar con el capitalismo y el patriarcado: son las heroínas del siglo XXI. Las matan, las torturan y las encarcelan por defender los derechos de la naturaleza, de los animales, y de todos nosotros. 

Acuérdate cada vez que te pongas a presumir y a competir en las narraciones sobre tus noches locas: tus borracheras no van a cambiar el mundo, y tus resacas no van a ayudar a nadie. Solo sirven para que te olvides un rato de la mierda del mundo en el que vivimos. Cuando acaba la fiesta, la realidad sigue igual, o peor.

30 de diciembre de 2016

Quiero colaborar





Escribir es mi gran pasión: lo hago desde que soy pequeña. Internet me permitió dar a conocer mi trabajo, abrí este blog en el año 2008 y desde entonces publico todos los meses al menos dos artículos. Dentro de poco alcanzaré la maravillosa cifra de 3 millones de visitas, y me hace muy feliz cuando veo que me leen en muchos países del mundo, especialmente los hispanohablantes, pero también mucha gente emigrante en otros países. 

Mi blog no tiene publicidad y casi todo lo que escribo, excepto dos libros que he publicado, es gratis y está disponible para todo el mundo bajo una licencia Creative Commons (todo el mundo puede compartir los posts de este blog citando la fuente y enlazando a este sitio). 

Escribo sobre feminismos, masculinidades, queer y el amor romántico, que es el tema principal de mi tesis doctoral. Creo que ningún amor es ilegal, que lo romántico es político, y que otras formas de quererse son posibles. 

Además de los artículos, puedes adquirir gratuitamente tres libros míos que he subido a la red para leer on line o para descargar en pdf. Me los he autopublicado en mi pequeña editorial autogestionada, Haika Ediciones

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Muchas gracias por leerme, por seguirme, por difundir mi trabajo, y por tu aportación al proyecto


Coral Herrera Gómez











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¡Muchas gracias a todo el mundo!

A otra cosa, mariposa: consejos feministas para romper con tu pareja





Duchas de agua fría, hacer deporte, mantenerse ocupada, estar acompañada de las mejores amigas, hacerse un viaje, escribir un diario, reforzar tu autoestima, pedir ayuda profesional, hacer meditación y yoga, dar largos paseos… son muchos los consejos que nos damos unas a otras para desintoxicarnos cuando estamos muy enganchadas de alguien que no nos ama. 

Desenamorarse es muy duro porque es un proceso muy parecido al de dejar una adicción (tabaco, alcohol, drogas, juegos y apuestas, etc): es luchar contra nuestro deseo de estar cerca de nuestra droga. Nuestro cuerpo tiene que borrar el deseo de nuestra piel y sudar mucho para eliminar toda la toxicidad del amor. Y es que en esos momentos tan difíciles, nuestra mente tiene que ponerse limites, auto-censurarse, contenerse, darse buenos consejos para no ir corriendo a pedir clemencia de rodillas.

Para desvincularte emocionalmente de alguien, es fundamental tener una cosa muy clara: el amor ni se mendiga, ni se exige. Si no hay amor, entonces mejor dejar la relación, hacer un ritual de despedida como quien entierra a un ser querido, y hacer un proceso de aceptación de la Realidad. 

Es importante también poder desconectarse: la amistad puede llegar al cabo de muchos meses o años, pero para poder ser amigos primero hay que llegar a la desconexión total, y mantenerse así un tiempo hasta que logramos sacarnos a la otra persona de la cabeza, y empezamos a rehacer nuestras vidas.

La idea es aguantar sin llamar, sin guasapear, sin chatear, sin mensajear sabiendo que el otro o la otra van a estar bien. Nosotras también vamos a estar bien, y no hay que buscar excusas para  romper la desconexión. Si necesitamos un hombro para llorar, ahí tenemos a las amigas y los amigos: los ex y las ex no son las personas más indicadas para consolarte.

Estos son los consejos que le doy a mis amigas y que me doy a mi misma en una ruptura: hay que separarse con amor, cuidarse mucho (a ti y a la otra persona), quererse mucho a una misma, ser sensata, ser realista, mirar hacia delante siempre, mantener la dignidad, intentar no ser egoísta, y evitar las luchas de poder y las guerras. 

Sin embargo, lo que a mí me ha funcionado de verdad es aplicarle el feminismo al proceso de ruptura. Es fácil, sólo hay que hacerse un par de preguntas: ¿cómo nos quiere el patriarcado?, y ¿le voy a dar el gusto?. El patriarcado nos quiere tristes, deprimidas, débiles, frágiles, vulnerables, hechas polvo, sin energías, esperanzadas, emparanoiadas, entretenidas con fantasías, aferradas al pasado, solas, rivalizando entre nosotras, pendientes y dependientes de un hombre.

Al patriarcado le encanta que las mujeres concentremos nuestras energías y nuestro tiempo en llorar, en lamentarnos, en auto-engañarnos, en buscar amor. Porque así somos más sumisas: cuanto más necesitamos al hombre al que amamos, menos libres somos para juntarnos y separarnos. Cuanto más solas nos sentimos, más ganas tenemos de entregarnos y darnos por completo. Cuanto más enamoradas estamos, más entretenidas estamos, y más a lo nuestro estamos.

Las mujeres cuando estamos alegres, unidas, empoderadas, con energía, enfocadas en lo que queremos, somos peligrosas: se nos puede ocurrir cualquier barbaridad, como por ejemplo luchar por nuestros derechos y libertades en todo el mundo.

Así que si el patriarcado nos quiere ver sufriendo y destrozadas porque el hombre al que amamos no nos ama, la mayor rebeldía contra el patriarcado consiste en estar bien.

Aplicar el feminismo al desamor supone que en lugar de perder el tiempo esperando a que el otro nos quiera, lo que hacemos es ponernos activas, y trabajar por nuestro bienestar y nuestra felicidad, la propia y la de las demás. Es fundamental tener siempre a tu tribu de gente querida, tengas o no tengas pareja, para que tu vida siga siendo la misma siempre y no te sientas sola. La clave está, pues, en diversificar afectos, y en tener una buena red de mujeres cerca que te acompañen. 

Juntarnos para celebrar, para acompañarnos, para aprender juntas, para crear redes de afecto es lo verdaderamente revolucionario. Tirar hacia delante, no hundirse, no quedarse esperando a que suceda el milagro cuando un hombre nos rechaza o deja de amarnos, es una forma de resistencia al patriarcado que podemos practicar todas desde nuestras trincheras. 


Hacer redes de afecto y solidaridad frente a la soledad, querernos bien a nosotras mismas, aceptar que el otro no nos ama y que no se acaba el mundo es un acto de resistencia feminista. Cuando la persona a la que amamos no nos corresponde, cuando nos rechaza, cuando no nos trata bien, cuando nos está haciendo daño, cuando juega con nuestros sentimientos, o cuando rompe la relación, lo mejor siempre es aceptar, pasar el duelo, y tirar hacia delante, porque el tiempo todo lo cura, porque no hay mal que cien años dure ni cuerpo que lo resista, y porque no hay otro camino que ir hacia delante.  

Si no nos quieren, entonces es mejor soltar, echar a volar, y a otra cosa, mariposa. 

Coral Herrera Gómez



Otros artículos de la autora: 








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27 de diciembre de 2016

Sobre los niños que juegan a matar

"Noches "de paz y de amor" en las que a los niños varones les regalamos pistolas, metralletas, buques de guerra, cazabombarderos, tanques, y videojuegos en los que el objetivo es matar al enemigo. 

Mientras cenamos, en la tele echan pelis en las que los héroes resuelven sus problemas torturando y asesinando a otros seres humanos. Le pedimos a diosito que pare las guerras, pero en las reuniones navideñas nos reímos viendo a los niños jugando a matarse. 

Y luego nos extrañamos de vivir en un mundo tan violento, y nos espanta el acoso en las escuelas de los niños matones sobre los más débiles, y nos parece horroroso que los hombres se asesinen entre ellos y nos asesinen a nosotras". #VamosYa#StopViolenciaPatriarcal

Las niñas que querían ser adultas: embarazo adolescente y amor romántico


Collage: Señora Milton


Según el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), cada año dan a luz 16 millones de adolescentes, entre los 15 y 19 años de edad, en todo el mundo. El 95% de éstos, ocurre en países en desarrollo. 
Cerca de 2,5 millones de adolescentes se someten cada año a abortos clandestinos, algunos acaban derivando en problemas graves de salud e incluso la muerte.
Cada año se producen en el mundo 7,3 millones de partos de niñas y adolescentes de hasta 18 años, de los cuales dos millones corresponden a niñas menores de 15 años. 
Cada día 20.000 menores de 18 años dan a luz y cerca de 200 mueren como consecuencia de un embarazo o un parto.
El riesgo de muerte materna es cuatro veces más elevado en las adolescentes menores de 16 años que en las mujeres veinteañeras. Las muertes de madres y bebés en el parto y el primer mes de vida son entre un 50% y un 100% más frecuentes en madres adolescentes que en madres de más edad; cuanto más joven es la madre, mayor es el riesgo para las madres y para los bebés.



No puedo olvidar la conversación que tuve hace un par de años en un viaje a Nicaragua con una niña de quince años que estaba en la playa deambulando. Le pregunté que qué quería ser de mayor y me dijo que quería ser esposa y mamá, porque no le gusta estudiar y se aburre mucho en la escuela. Le pregunté que dónde estaban sus amigas y me dijo que no tenía, porque las amigas te roban el novio y es mejor buscar novio sola. Que sí, que ella estaba buscando novio en las playas porque están llenas de gringos. Que su prima conoció a uno que se enamoró de ella y se la llevó a Estados Unidos. Ella ya tiene cuatro hijos y una casa grande y un carro lujoso. Él ya no es tan guapo, está gordo y le pega a veces, pero ella es feliz por poder vivir allá. Cuando viene a Nicaragua trae muchas cosas lindas. Ella quiere ser como su prima, salir de su pueblo, salir de la pobreza, encontrar a un gringo que se la lleve para allá. “En este pueblo no hay futuro. Yo quiero empezar otra vida, quiero que me ame un hombre rico, sólo quiero ser feliz”


Seguir leyendo el artículo en Pikara Magazine: 

http://www.pikaramagazine.com/2016/12/embarazo-adolescente-y-amor-romantico/

Coral Herrera Gómez Blog

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