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Empiezan mis vacaciones: llego a la playa, extiendo mi toalla en la arena, me pongo la crema solar, abro mi libro para disimular, y cuando estoy sacando del estuche las gafas violetas, mi chico me dice que intente relajarme un poco, y que deje de analizar la realidad por unos días, que me va a venir bien descansar. Dejo las violetas en su funda y me pongo las de sol, pero no hay manera, no lo puedo evitar.
Llega una familia formada por un señor llamado Manolo, su esposa Carmen, dos hijas treintañeras, cinco nietas y un nieto. Nada más llegar, Manolo mira el horizonte, toma aire, tensa sus músculos, y se dispone a realizar uno de los trabajos más duros y más valorados en época estival: hace un pequeño agujero en la arena para colocar la bandera, en este caso, una sombrilla de color verde, y la clava con la misma valentía y la solemnidad con la que el astronauta clavó la bandera en la luna en 1969.
Desplega el artefacto protector, es decir, la sombrilla, y abre él solo, sin ningún tipo de ayuda, una de las sillas. Se quita él solo su camiseta, se descalza, se sienta en la silla, y se enciende un cigarro, mirando al horizonte patriarcal con cara de orgullo y satisfacción por la hazaña realizada.
Carmen le pasa el cenicero playero, saca de la nevera una cerveza fresquita para darsela a Manolo. Para que no tenga que mover un dedo, ella misma la abre y se la pasa. Él ni la mira, ni le da las gracias, anda siguiendo con la vista a dos mujeres que caminan por la orilla haciendo topless, mientras se relame el sudor del bigote pensando en lo que les haría si se dejasen.
Carmen tiene ganas de estamparle una silla a su marido en la cabeza, pero se pone a trabajar.
Abre las demás sillas y la mesa,
coloca las neveras,
abre la bolsa con los juguetes del playa.
Su hija mayor empieza a dar crema solar a cada niña mientas su hija menor cambia los pañales del bebé.
Entre las tres hinchan manguitos y flotadores, y después se ponen crema en sus propios cuerpos.
La hija menor se pone al bebé en la teta, y la mayor, llena de esperanza, saca un libro. Pero no tiene éxito: las niñas se están peleando por el delfín de plástico y se acaba metiendo con ellas en el agua.
Mientras, Carmen acuna a la bebé, y le canta canciones. Manolo se rasca la panza.
Carmen aprovecha que el bebé se ha quedado dormido para llamar a su hermana: lleva todo el día buscando un hueco para preguntarle por su brazo escayolado, y por los resultados del análisis de su hijo. Cuando termina de charlar, se remoja un poco en la orilla y empieza con los preparativos para la comida.
Al ver el menú me di cuenta del trabajo que habían estado haciendo las mujeres bien temprano:
fueron a la compra
y cocinaron tortilla de patatas,
ensalada campera,
boquerones en vinagre,
filetes empanados,
y bizcocho casero de postre.
Cerveza para las adultas, agua y zumos para las niñas.
Después de comer, Manolo enciende otro cigarro y las mujeres lo recogen todo. Carmen se lleva la basura al contenedor, Manolo echa para atrás su tumbona y se pone a dormir la siesta, mientras sus hijas recogen y limpian.
Carmen juega con sus nietas, y su hija mayor contesta unos mensajes en el teléfono mientras la otra hija habla con su amiga Pili, que parece que se quiere separar del marido. Ella le anima: "si, Pili, sí, te tienes que separar de ese desgraciado, hazlo ya, de verdad que no te imaginas lo bien que se vive sin marido", mientras su hermana asiente con la cabeza.
Manolo se despierta de su siesta playera y se va a bañar. Cuando vuelve, le pide a Carmen una bolsa de patatas y una cerveza. Carmen le sirve y luego se pone a dar crema a las niñas, que están discutiendo entre ellas porque unas quieren jugar a la oca y otras al parchís.
Carmen se levanta y le dice a su hija que se va a dar un paseo sola por la orilla Manolo la mira con cara de fastidio, pero sabe que si necesita algo sus hijas correrán a complacerle. Para eso es el rey de su hogar, el puto amo de su casa, el pilar fundamental de su familia.
Carmen vuelve al cabo de un rato del paseo, para decepción mía. Yo estaba soñando con que Carmen se fuese para siempre, y Manolo se quedase solo. Pero claro, al ver a las hijas ya supe a quienes les tocaría hacer el papel de sirvienta, de enfermera, de cocinera, de limpiadora, de secretaria, de psicóloga y de cuidadora. Así que Carmen vuelve después de un paseo de apenas 20 minutos.
Manolo ni la saluda, se va a bañar de nuevo, y después se toma su tercera cerveza y fuma su quinto cigarro, disfrutando de la fiesta de los cuerpos en la playa, y mirando a las jovencitas con cara de viejo verde.
Cuando la sombra de los edificios les alcanza, Carmen empieza a levantar el campamento.
Lo primero, la bolsa de la basura, donde va metiendo las latas de cerveza, las bolsas de patatas, las servilletas usadas, el pañal del bebé,
después le quita la arena a los juguetes de las niñas y los guarda en la bolsa,
recoge los bañadores humedos y dobla las toallas tendidas en la sombrilla y las sillas,
mete las cremas y las toallas en la bolsa,
vacía de agua la nevera,
ordena las bolsas de la comida y empaca los restos,
y luego ayuda a sus hijas que están desinflando los flotadores y los manguitos.
Manolo se espera sentado en su silla a que las sirvientas terminen de hacerlo todo.
Cuando Carmen le dice: "Vamos ya, Manolo",
él se levanta,
saca la parte de arriba de la sombrilla,
la cierra,
y saca el palo principal del agujero.
Manolo mira a su alrededor como esperando aplausos y resopla, es demasiado esfuerzo, su panza demasiado grande, la gesta demasiado heroica. Se seca el sudor de la frente y se pone la camisa.
Carmen cierra la silla de Manolo y le pasa la nevera. Manolo la agarra con determinación y valentía, y camina hasta las duchas con la familia.
Mientras las mujeres se dedican a quitarse la arena y quitársela a los niños y a los juguetes de los niños bajo la ducha de la playa, él revisa su móvil, ajeno a la dinámica familiar.
Cuando le toca a él, Carmen le invita a acercarse al grifo y se agacha para quitarle la arena de los pies y las piernas. A Manolo no le da ninguna vergüenza, pero a las hijas sí, porque miran para otro lado.
Cuando ya le han lavado los pies, se encamina hacia su coche tan feliz. Mientras las mujeres meten los bártulos en el maletero, él sostiene la tapa, y yo me pregunto qué sería de esa familia sin un hombre tan imprescindible y necesario.
Manolo entra en el coche, dispuesto a llevar a su familia al apartamento, sabiendo que sin él, no irían a ninguna parte (aunque Carmen y sus hijas tienen carnet de conducir y conducen mucho mejor que él)
Lo que viene después no lo veo, pero me lo imagino:
Manolo llega al apartamento,
pone el televisor,
y enciende el ventilador.
Le pide una birra a Carmen,
enciende un cigarro,
y le grita a las nietas que no molesten que está viendo el fútbol.
Carmen y sus hijas siguen trabajando:
tienden las toallas y los bañadores mojados,
duchan a las niñas,
cambian los pañales al bebé,
ponen una lavadora,
doblan la ropa de la lavadora anterior,
limpian los tappers de la playa,
median en una pelea de las niñas,
Empiezan a hacer la cena,
ponen la mesa,
la sirven,
recogen todo después de cenar,
tienden la lavadora,
y cuando han terminado y las hijas se van a dormir a las nietas, Carmen empieza a preparar la comida del día siguiente:
un gazpacho,
una ensalada con aceitunas, huevo, atún, tomate, lechuga, cebolla, espárragos, pimientos y maíz,
unos calamares rebozados,
y un arroz tres delicias para acompañar.
Carmen se sienta por primera vez en todo el día, son las doce y media de la noche y abre su abanico. Está agotada y hace mucho calor aún a esta hora. Mira su teléfono un ratito, hasta que Manolo con un gesto le invita a ir a la cama.
Carmen aún no ha terminado de trabajar, ahora le toca cumplir en la cama con Manolo. Se levanta y suspira, resignada. No le apetece, no le ha apetecido nunca, pero es lo que hay.
La Playa del Patriarcado está llena de Carmenes y de Manolos. Las cármenes no tienen días libres,
ni vacaciones,
ni baja por enfermedad,
ni días de descanso,
ni siquiera un salario,
jamás cobrarán pensión.
Como ellas, hay millones de mujeres trabajando gratis y sirviendo a sus maridos. Resoplo pensando en la estafa romántica, y me revuelvo pensando en lo felices que serían todas las cármenes sin los manolos.
Yo siempre que veo a los manolos fantaseo con la idea de que se queden todos solos. No es justo que reciban tantos cuidados y que ellos no cuiden a nadie en toda su vida.
Sé que Manolo, cuando ya no pueda poner la sombrilla por sí solo, cuando ya no pueda conducir el coche para llevar a su familia a la playa, se va a deprimir y va a cargar su frustración contra Carmen, que será la que, con mucha paciencia, le de sus medicinas, le de de comer, le duche, le lleve al médico, le tenga la ropa limpia y le haga absolutamente todo.
Me pregunto si las nietas de Carmen serán también las sirvientas de sus maridos. Me pregunto si el nieto heredará la corona y los privilegios de su abuelo, o si querrá trabajar en equipo junto a sus compañeras, compartiendo las tareas por igual.
Ya se ha puesto el sol y la playa se va vaciando poco a poco de manolos. Mañana será otro día en la Playa del Patriarcado....
Coral Herrera Gómez
Mis vacaciones en la Playa del Patriarcado
Día 1: Los manolos y las cármenes en La Playa Del Patriarcado
Día 2: Las tetas liberadas, en la Playa del Patriarcado
Día 3: La tormenta en el Mediterráneo, en la Playa del Patriarcado.
Día 4: Las familias felices, en la Playa del Patriarcado
Día 5: Una cita romántica, en la Playa del Patriarcado
Día 6: El Juanfran y sus amigos en la Playa del Patriarcado
Día 7: Las Mujeres que ya no sufren por amor, en la Playa del Patriarcado
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Coral Herrera en Redes Sociales
Si tu nueva pareja te confiesa que está casado o emparejado, díselo a su pareja oficial.
Si has visto al marido de tu tía salir del burdel, díselo a tú tía.
Si ves al novio de tu mejor amiga en una app para ligar, díselo a tú mejor amiga.
Si ves a tu cuñado saliendo del hotel con su amante, díselo a tu hermana.
Si el marido de tu compañera del trabajo intenta ligar contigo, díselo a tu compañera.
La información tiene que circular entre nosotras porque la información es poder, y porque el amor romántico es una estafa.
Millones de mujeres viven encerradas en una falsa monogamia, y millones de hombres hacen lo que les da la gana protegidos por el pacto de silencio entre ellos.
Nosotras no podemos colaborar más con el patriarcado: el silencio protege a los hombres mentirosos para que puedan tener a su disposición todas las mujeres que quieran.
No es justo que todo el mundo pueda ver tus cuernos menos tú: nos tenemos que mostrar unas a otras las cornamentas que adornan nuestras cabezas, para no vivir en una realidad paralela como hemos hecho hasta ahora.
Con información cada cual puede decidir si quiere llevar su cornamenta o liberarse de ella. Hay que estar abiertas a recibir información y ser agradecidas con las mujeres que nos la brindan, y protegerlas frente a nuestra pareja.
Hay que atreverse aún sabiendo que muchas mujeres se enfadan con la persona mensajera y no con su pareja, es una cuestión de justicia social.
Cuando tenemos información podemos evitar que se rían de nosotras y nos traten mal, y podemos tomar decisiones. Solo acabaremos con los privilegios masculinos y con su violencia cuando nos quitemos la venda y dejemos de ser cómplices de la doble vida que llevan tantos hombres.
Sé que hay mujeres que prefieren vivir en la estafa romántica, pero no se nos olvide que poder vivir en la realidad es un derecho que tenemos todas, y que hay muchas mujeres atrapadas en jaulas que, en secreto, sueñan con poder volar algún día.
La información abre puertas y ventanas, el silencio nos hace cómplices de las violencias masculinas.
Que circule la información, compañeras, con generosidad y alegría, ¡si entre nosotras no hay secretos, el patriarcado se hunde!
#sororidad #LaInformacionEsPoder #conlospiesenlatierra #laestafaromántica #ElSilencioNosHaceCómplices #YaNoNosEngañanMás
Una de las medicinas más potentes que conozco para aliviar la soledad, el aburrimiento, el vacío existencial, la angustia vital, o el sufrimiento romántico, es unirte a la gente que lucha por un mundo mejor.
Es pura terapia social: cuando aportas tu granito de arena en los grupos de gente que pone su energía, su amor y su tiempo a las causas sociales y políticas, te sientes útil y empiezas a sentir la magia del apoyo mutuo y el compañerismo.
Cuidando a los demás y recibiendo cuidados, te cuidas mejor, y empieza a salir lo mejor de ti: toda tu capacidad para la empatía, la generosidad, la solidaridad, y el amor del bueno. Luchar por tus derechos y los de los demás, y ayudar a la gente que más lo necesita, te ensancha los horizontes mentales, y te aumentan los niveles de fe en la Humanidad y la alegría de vivir.
Además te permite convertir la palabra en acción: el discurso se transforma en realidad.
Hay tanto por hacer: hace falta mucha gente para echar una mano en las asociaciones vecinales que reparten alimentos, que se organizan para ayudar y acompañar a las personas mayores, que se reúnen para parar desahucios, que intentan acabar con las casas de juegos y apuestas y ofrecen alternativas de ocio a la gente joven.
Hace falta mucha gente para crear redes de crianza, para ayudar a alfabetizar e integrar a la población migrante, para apoyar a las tareas escolares a niñas y a niños en riesgo de exclusión social.
Hacen falta familias de acogida para menores sin familia, redes para personas que sufren soledad y enfermedades mentales, víctimas de violencia machista.
Necesitamos gente que crea en el Bien Común para devolverle la vida a los pueblos y a los barrios organizando actividades deportivas, artísticas y culturales, y teniendo redes.
También hay gente que me esita apoyo para cuidar los bosques y limpiar los ríos, para defender el derecho al agua y el aire limpio, para proteger a los animales salvajes, para impedir el cierre de centros de salud y centros de día, y para luchar por los servicios sociales que alivian el sufrimiento de tantas miles de personas.
Hacen falta muchas manos en las protectoras de animales, hay mucho trabajo en los colectivos ecologistas y animalistas, feministas y LGBT, y antirracistas.
Puedes también aportar en agrupaciones sindicales y políticas y aprender mucho de la gente que está luchando para que todas y todos podamos vivir mejor.
Este tejido social nos protege de los políticos que gobiernan contra nosotros, y empuja a las administraciones a buscar soluciones para los principales problemas en los barrios, los pueblos y las ciudades. Sentirte parte de este tejido social y político te permite trascender tu yo, dejar de mirarte el ombligo, olvidarte un poco de tus problemas, y mirar el mundo desde otras perspectivas.
Ayudar, y recibir ayuda, cuidar, y recibir cuidados, es sanador y terapéutico: cuando te comprometes con la justicia social, la libertad, la igualdad, los derechos de todas y todos, es cuando la vida parece tener por fin algo de sentido. Porque sobrevivimos como especie gracias a esta capacidad para cuidarnos y para practicar el apoyo mutuo: los seres humanos no podemos sobrevivir en soledad, somos seres muy vulnerables.
Cuando te juntas a gente con ideales que mantiene la esperanza y lucha contra las injusticias, contra las guerras, contra la pobreza y el sufrimiento, te contagias, floreces y aparece la mejor versión de ti misma.
Salir de tu burbuja y conocer otras realidades te ayuda a valorar lo que tienes y a ensanchar tu mundo, tu mente y tu corazón. Te das cuenta de que hay otras formas de vivir, de relacionarse y de organizarse, y de que no eres tan rara ni estás tan sola.
Da mucha alegría comprobar que hay más gente que sueña, como tú, con un mundo mejor, y que sí se puede cuando somos muchos y muchas.
Cuidando y recibiendo cuidados aprendes a cuidarte mejor a ti misma. La búsqueda del bienestar y la felicidad no puede ser individual, ha de ser colectiva, porque lo personal es político, y no podemos ser felices si los demás a nuestro alrededor sufren.
La mejor terapia del mundo es tejer y alimentar las redes de apoyo mutuo, y lo mejor es que no cuesta dinero: lo que aportas es tu energía, tu tiempo y tu amor.
#lafelicidadespolítica #cuidados #apoyomutuo #solidaridad #amordelbueno #terapiasocial #unmundomejoresposible
Coral Herrera Gomez
No es lo mismo ser la surfera que ser la novia del surfero.
No es lo mismo tener una gran pasión, que sentarte a ver cómo disfruta tu hombre en el mar, en la montaña, en la cancha, o en el escenario.
No es lo mismo ser protagonista que ser espectadora.
No es lo mismo compartir tu pasión con otras mujeres, que sentarte con las demás novias a ver cómo disfrutan ellos con sus pasiones artísticas o deportivas.
Es hora de dejar de contemplar, aplaudir y animar a los hombres y a sus héroes masculinos.
Ya es hora de ponerse en pie y gozar con nuestras propias pasiones, tengamos o no tengamos pareja.
Las mujeres nacemos para disfrutar, no para quedarnos sentadas a ver cómo los hombres disfrutan.
#mujeresquedisfrutan #mujeresenpie #nuestraspasiones
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Coral Herrera en Redes Sociales
Yo no voy al gimnasio, pero entreno todos los días. Una de las cosas que más me trabajo es el arte de la no violencia. Cuando me enfado, cuando me invade la ira o la rabia, me cuido en tres niveles:
-cuido la emoción para no hacerme daño ni hacer daño a nadie,
-cuido mis palabras y mi forma de expresarme,
-cuido el trato contra las personas que me enfadan o que me caen mal.
Soy consciente de que yo no puedo gustarle a todo el mundo, y que no todo el mundo opina como yo, pero sí puedo exigir que me traten bien y no me hagan daño.
Y al revés: no tengo derecho a tratar mal a nadie sólo porque yo sienta rechazo o emociones negativas hacia esa persona.
Mi entrenamiento consiste en:
- Tomar conciencia del dolor que siento o que puedo hacer sentir a los demás,
-Evitar darle un tono de desprecio a mis palabras, evitar los ataques personales, los insultos, las burlas, los sarcasmos, y las humillaciones.
- Uso los mejores argumentos que tengo para defender mi postura, y cuido el tono y el volumen de mi voz.
-Si la otra persona empieza a atacarme e insultarme, me retiro de la conversación. Jamás me pongo a su altura, jamás intento machacar a la otra persona, aunque pueda hacerlo, porque no soporto la violencia. Ni la mía, ni la de los demás.
-Jamás me subo al ring cuando me invitan a pelear. Esta postura no violenta le pone muy furiosa a la gente violenta: no hay nada más frustrante que intentar obligar a alguien a subirse al ring, y quedarse solo pegando puñetazos al aire.
-No malgasto mi tiempo en defenderme, porque no quiero entrar en el terreno al que quiere llevarme la otra persona.
- Tomo conciencia del daño que me hace a la autoestima y mantengo el ego a raya para que la emoción no me lleve al ring.
-Lo importante es que las palabras no me revuelvan por dentro, porque lo que busca la persona violenta es una reacción emocional fuerte.
- No me lo tomo a lo personal cuando me invitan a subirme al ring. Me digo a mí misma que el problema no soy yo, porque si yo no acepto, se aburren y buscan a otra persona.
-Solo converso con gente que tiene el nivel suficiente para hablar sin agredir y sin hacer daño, y con gente que conversa para aprender y para disfrutar.
-Utilizo el método de la autocrítica amorosa para identificar las violencias y los patriarcados que me habitan, y soy consciente de que la mayor parte de la gente no se identifica como violenta, ni identifica el maltrato psicológico y emocional como violencia.
-Mi postura política ante el mundo como mujer feminista y pacifista es el NO a la guerra.
No quiero sufrir ni ejercer violencia.
No me gusta pelear, no soporto que me ataquen, y jamás participo en ataques colectivos.
Me lo trabajo mucho porque quiero ser consecuente con la filosofía de los cuidados, del quererse bien, y de los buenos tratos que promuevo en mis libros y mi blog.
La verdad que no es fácil cuidar las palabras y no caer en provocaciones, pero en las redes sociales podemos entrenar a diario. Yo he sufrido dos o tres ataques muy fuertes en redes sociales y desde entonces me auto censuro mucho y cuido mucho mis palabras, y j
También es fundamental, para entrenar, hacerlo en buenas compañías: yo practico con mis compañeras del Laboratorio del Amor cada día. Así no me siento tan rara, ni tan sola buscando la manera de ser asertiva y de evitar la violencia.
Desde que trabajo el arte de la no violencia tengo más tiempo libre y más energía para mí, y para trabajar en las herramientas que necesitamos para tratarnos bien y para dejar de normalizar la violencia.
Mi sueño es que algún día podamos aprender el arte de la no violencia, el arte del quererse bien y el arte de los buenos tratos en la escuela, y ahí es donde pongo las energías.
Me ayuda mucho pensar que no estoy sola en esto, y cada vez somos más las que queremos trabajar en #elartedelanoviolencia #elartedequerersebien #elartedelosbuenostratos
Coral Herrera Gómez
Hoy cumplimos 6 años juntas en el Laboratorio del Amor,
y para celebrarlo, hemos activado 10 becas
y hemos lanzado una oferta para que podáis suscribiros
a la Comunidad de Mujeres por solo 15 euros al mes.
¡Hasta el 3 de julio!
Ningún hombre nace violento: les enseñamos a serlo.
La violencia masculina no es innata, no es natural, su origen no es biológico ni genético. Los niños aprenden el machismo y la violencia en casa, en la calle y en la escuela, y lo interiorizan a través de los chistes, los refranes, las canciones, los juguetes, los anuncios publicitarios, los cuentos, las noticias y los programas de televisión, las series infantiles, las películas, el porno, los videojuegos, los vídeos de YouTube y Tiktok, y las redes sociales.
Ni el machismo ni la violencia están en el ADN masculino. Los bebés nacen todos siendo buena gente, pero vivimos en una cultura patriarcal que mitifica y ensalza al macho violento, y que no nos ofrece apenas ejemplos de masculinidades no violentas, ni tampoco nos ofrece herramientas para resolver nuestros conflictos sin violencia.
Es urgente derribar la educación patriarcal que están recibiendo millones de niños y niñas en el mundo a base de estereotipos, mitos, creencias erróneas y mandatos de género. La violencia, lo mismo que se aprende, se desaprende también.
#LaViolenciaNoEsNatural
#ElMachismoSeAprende
3 consejos para trabajarte la autoestima desde el método de la autocrítica amorosa:
1) El trabajo de la autoestima, mejor en buenas compañías. Aprender a cuidarse a una misma es un trabajo personal, pero también es colectivo: somos muchas mujeres tratando de construir una relación bonita con nuestro propio yo, y si nos juntamos, es más fácil que podamos disfrutar del viaje. Podemos aprender mucho unas de otras, y compartir nuestros aprendizajes y saberes para que todas avancemos juntas.
Además, es importante que entendamos que la autoestima se construye en relación con la gente. Nos han hecho creer que la autoestima es un trabajo que hacemos en soledad, pero en realidad sólo podemos poner en práctica la teoría interaccionando con los demás.
Son tus relaciones con la gente las que te permiten analizar si tu trabajo avanza, si te estás tratando bien a ti misma, si te tratan bien, y si sabes tratarles bien. Porque trabajamos la autoestima no sólo para aprender a querernos bien y para cuidarnos a nosotras mismas, sino también para aprender a querer bien y para cuidar nuestras relaciones.
El objetivo es tener una buena relación contigo misma, y a la vez poder también construir relaciones igualitarias, sanas, equilibradas con los demás. La única forma de construir relaciones libres de sufrimiento y violencia es que todos y cada uno de nosotros y nosotras nos lo trabajemos a fondo para fabricar las herramientas que necesitamos.
En la medida en que aprendes a cuidarte más y mejor, también aprendes a cuidar las relaciones que te hacen feliz, y a alejarte de aquellas que te hacen sufrir. En la interacción social es donde podrás darte cuenta de muchas cosas: si florecen las semillas que has ido sembrando en tu trabajo personal, si tienes una relación bonita contigo misma, y si estás aprendiendo a cuidarte a ti misma.
2) No hay trabajo de autoestima sin trabajo de autocrítica amorosa: no es fácil asumir la responsabilidad que tenemos sobre nuestra salud mental, emocional y física, pero es la primera tarea cuando empiezas a trabajar tu autoestima.
No sólo tenemos que ser responsables de nuestro bienestar, sino que además tenemos que ser honestas con nosotras mismas para evitar el auto engaño, y comprometernos en serio con nuestro auto-cuidado.
Los cambios empiezan cuando aprendes a identificar los patriarcados que te habitan, qué te duele y te hace sufrir, qué cosas de ti hacen daño a los demás. Porque así puedes identificar qué necesitas trabajarte para vivir mejor, y para que la vida de los demás también sea más fácil y más bonita.
Una vez que identificas qué necesitas trabajar para ser mejor persona y para cuidarte a ti misma, puedes elegir las estrategias que vas a utilizar para tu trabajo, y elaborar tus pactos para cuidar la relación contigo misma.
3) La autoestima se trabaja a la vez que el ego: tu ego quiere sentirse única y especial, quiere aplausos y suspira por los "me gusta" en redes sociales, pero en realidad no los necesitas para nada.
La autoestima es la relación que construyes contigo misma, y para sentirte bien contigo misma, no necesitas el aplauso y la envidia de los demás, ni necesitas sentirte importante, necesaria, o imprescindible.
Tampoco necesitas compararte con otras mujeres, ni sentirte diferente a ellas, ni sentirte superior a ninguna de ellas.
No necesitas el reconocimiento ni el deseo masculino: sólo necesitas conocerte bien a ti misma, aceptarte a ti misma, y trabajarte todo aquello que crees que puedes mejorar.
Puedes levantar tu autoestima sin necesidad de compararte con otras mujeres, ni de querer ser la mejor, ni situarte como reina o diosa de tu mundo: en realidad, lo único que necesitas es sentirte aceptada por tu comunidad, y sentirte querida y cuidada por nuestra gente.
No necesitas sentir que vales más que las demás y que eso te hace más respetable, porque todas nosotras nos merecemos ser respetadas y bien tratadas por igual.
Si quieres aprender el método de la autocrítica amorosa y trabajarte la autoestima en buenas compañías, vente a la Comunidad de Mujeres del Laboratorio del Amor. Al entrar recibirás 4 packs para trabajar a tu ritmo, y encontrarás mucho material, foros, ejercicios y herramientas. Además, nos reunimos en directo cada mes para trabajar juntas desde todos los rincones del mundo, ¿te apuntas?
Aquí tienes toda la información y el botón de inscripción, ¡te esperamos!
Coral Herrera Gómez
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Ser "normal", o ser tú misma: la rebelión contra la tiranía de la normalidad
A mí me ha ayudado mucho pactar conmigo misma una fecha de liberación. Sirve para cuidarte, para poner límites a los demás, para ponértelos a ti misma. Es muy útil para empezar o terminar algo que pospones indefinidamente, para dejar de perder tu tiempo y de malgastar años de tu vida, y para atreverte a hacer cambios. Muy útil también para terminar relaciones que no funcionan, para evitar el autoengaño, para liberarte de una adicción, para que no te esclavice la esperanza en un cambio que no llega, para arrancar un proyecto, para cerrar una etapa de tu vida, para empezar otra nueva. También nos ayuda a resolver situaciones que se alargan y de las que no sabemos salir. Ponerte fecha o ponerle fecha a los demás te ayuda a pensar en las estrategias que necesitas para salir de ahí, y también te ayudan a imaginar tu liberación: ¿cómo va a ser todo después de ese día?
Para respetar este pacto tienes que confiar en tí misma y tener claro que no puede haber prórrogas: has de comprometerte en serio para respetar los acuerdos contigo.
Ponte una fecha de liberación en el calendario, verás como te ayuda a tomar decisiones, a empezar los cambios que necesitas, y a poner en marcha tu plan para vivir mejor y para disfrutar de una buena vida.
#tufechadeliberación
Revista Con la A. Número 75 |
El día 1 de Mayo, Día Internacional del Trabajo, propuse a las mujeres en mi muro un sencillo ejercicio que consistía en calcular las horas que han trabajado gratis para su marido y su patrón (o patrones). Encontré una herramienta muy útil para calcularlo, pero cuando me puse yo a hacer el ejercicio, me di cuenta de que no era tan sencillo como parecía.
En mi caso, calcular la cantidad de horas que he trabajado gratis para hombres en sus universidades, empresas, medios de comunicación, etc. desde el año 2010 se me antojó una tarea imposible. Porque no es sólo calcular lo que dejé de cobrar, sino también el dinero que me gasté en desplazamientos, alojamiento, comida, etc.
Trabajar gratis es muy caro, pero tardé mucho en darme cuenta.
El día en que decidí que sólo trabajaría de un modo altruista para causas sociales y políticas, para proyectos culturales y para colectivos sin ánimo de lucro, mi vida cambió por completo.
Pero me llevó 10 años llegar a este momento.
¿Y cómo llegué a este pacto solemne conmigo misma? Pues gracias al feminismo, gracias a mis compañeras feministas.
Con ellas empecé a entender que lo de trabajar gratis no era un problema mío, sino un problema colectivo, que además afecta muchísimo más a las mujeres que a los hombres. Entendí que la precariedad y el abuso que sufría no se debían a mi forma de ser, sino a un sistema basado en la explotación.
A las mujeres nos explotan en todos los ámbitos: laboral, doméstico, sexual, reproductivo, emocional. Y el sistema capitalista se sostiene sobre esta explotación: sin nuestro trabajo gratis, sin nuestra energía y nuestro tiempo, nada funcionaría, y los hombres no podrían hacerse ricos.
Con mis compañeras feministas entendí por qué lo personal es político: porque lo que nos pasa a una, nos pasa a todas.
Trabajar gratis es un acto insolidario que hace mucho daño a todas las compañeras que se dedican a lo mismo que tú
Nos hemos hecho muchas preguntas a lo largo de estos años que nos han ido ayudando a tomar conciencia de que trabajar gratis es un acto insolidario que hace mucho daño a todas las compañeras que se dedican a lo mismo que tú. Porque si tú escribes e impartes formación gratis, impides que contraten a otras mujeres, y por supuesto que te contraten a ti misma. Devalúas completamente tu trabajo y el de tus compañeras.
Es duro cuando te das cuenta, pero es super necesario hacerse preguntas y confrontar la realidad, aunque duela. Os comparto algunas de estas preguntas que nos ayudaron:
¿Cómo consiguen los hombres que trabajemos gratis para ellos? A casi todas nosotras nos dicen lo mismo: “así te das a conocer”, “así te engorda el currículum”, “trabajar para nosotros aumenta tu prestigio”.
Pero lo cierto es que con prestigio no se puede pagar el alquiler, el agua y la luz. No puedes comprar pan ni pagar el teléfono, ni ir al dentista, ni puedes comprar alimentos.
¿Por qué nadie le dice a un fontanero, a un dentista, a un electricista o a un ingeniero que trabajen gratis?
Porque todos valoramos su trabajo, sus habilidades técnicas, sus conocimientos y su experiencia.
¿Por qué los hombres cobran más por su trabajo que nosotras las mujeres? Porque ellos también valoran su trabajo.
Mi amiga María Martín Barranco, que es una mujer muy sabia, nos puso un ejercicio: empezar a fijarnos en cómo negocian los hombres, cómo defienden el valor de su tiempo, y lo bien que exhiben sus competencias para venderse a sí mismos.
Me quedé maravillada al darme cuenta de que cuanto más se valoran a sí mismos, más les valoran las empresas, las universidades y las instituciones. Es decir, que se crea un efecto espejo: si yo tengo claro que soy valiosa, los demás me valoran más.
¿Por qué a la gente le gusta gastarse mucho dinero en algunas cosas, y otras las quiere gratis?
Porque la gente valora las cosas caras y no da valor a las cosas baratas. Asocian lo caro a lo bueno. Vean este experimento: una empresa de calzado barato en Nueva York se inventa una marca nueva, saca los zapatos a la venta con precios desorbitantes, y hace una exitosa campaña publicitaria. Lograron que la gente hiciese filas enormes para pagar 400 dólares por zapatos que en realidad costaban 20 dólares.
Más preguntas dolorosas: ¿quién me mantiene mientras yo trabajo gratis? ¿quién paga mis facturas? ¿cómo afecta a esa persona que yo no tenga ingresos? ¿qué tipo de relación puedo tener con alguien desde la dependencia económica? ¿es justo que alguien tenga que sostenerme mientras yo trabajo gratis con la excusa de que así me voy haciendo conocida?
¿Qué pasa cuando eres conocida? Que te siguen ofreciendo trabajo gratis....
¿Quieres seguir leyendo? En este enlace de la Revista Con la A puedes acceder al post entero.
GIRA 2021
No logramos avanzar en la lucha contra el terrorismo machista porque la Educación sigue siendo patriarcal y machista, sigue sin haber apenas mujeres en los libros de texto, los niños y niñas no reciben educación emocional ni estudian la historia del movimiento de liberación de las mujeres, no les explican cómo nació, como funciona y cómo se perpetúa el patriarcado, no trabajan las masculinidades no violentas, y no saben qué es el feminismo.
Seguimos educando a las niñas en la adicción al amor romántico, y deberíamos explicarles cómo los mitos románticos nos llevan a todas a asumir los roles de género y a obedecer los mandatos del patriarcado.
Deberíamos contarles por qué y para qué los medios nos invitan a soñar con el paraíso romántico, por qué nos siguen haciendo creer que la felicidad está en el matrimonio y la familia feliz, por qué nos engañan con la idea de que si no estamos en pareja somos unas fracasadas.
Deberíamos enseñarles a desmitificar el romanticismo y a relacionarse desde los cuidados y el buen trato.
Deberíamos darles las herramientas que necesitan para aprender a usar su poder y a gestionar sus emociones para que no hagan daño a nadie.
Deberíamos explicarles que el amor no es una cárcel, que no tienen por qué trabajar gratis para los hombres, que amar no es sufrir ni sacrificarse.
Deberíamos contarles que el amor es una construcción y que podemos transformarlo y reiventarlo para acabar con la explotación, el sufrimiento y la violencia.
Deberíamos dejarles imaginar otras formas de querernos diferentes para que todas y todos podamos disfrutar del amor en igualdad y en libertad.
Hay que enseñarles a ver los valores ocultos en los mensajes que consumen a diario, y a entender por qué y para qué los dueños de los medios insisten tanto en normalizar y romantizar la violencia, y en perpetuar esta sociedad de reyes y sirvientas que creyeron que el amor las iba a convertir en princesas.
Necesitamos otras historias, otros héroes y heroínas, otros finales felices, y otras formas de quererse.
Necesitamos que sepan que lo personal es político, que lo romántico es político, y que cambiando nuestra forma de relacionarnos podemos cambiar nuestra forma de organizarnos: es única vía para transformar nuestra sociedad, nuestra economía y nuestra política.
Necesitamos, entonces una revolución educativa y cultural, y un sistema que garantice la libertad, los derechos humanos, y la autonomía emocional y económica de las mujeres.
Y esto lo sabemos desde hace décadas: ¿cuándo formará parte de los planes de estudio esta filosofía de los cuidados y del buen trato?
Las semillas de la revolución amorosa tienen que sembrarse en las aulas, para que el arte de quererse bien florezca en las nuevas generaciones.
#LoRománticoEsPolítico #QuererseBien #AmarEsCuidar #OtrasFormasDeQuererseSonPosibles
Estoy muy feliz de contaros que ayer alcanzamos las 100 becas en el Laboratorio del Amor. Durante este año, cien mujeres de países diferentes han obtenido herramientas para negociar con sus parejas, o para dejar relaciones en las que no eran felices, para salir de relaciones tóxicas y violentas, para vivir el duelo acompañadas, y para ampliar sus redes afectivas y amorosas.
Quiero daros las gracias a todas las madrinas por el apoyo, aún quedan 50 mujeres en lista de espera, pero este año seguro que conseguimos otras cien becas más, ¡vamos a por ello! Gracias de todo corazón