30 de mayo de 2024

Feminismo en casa: cómo hacer la Revolución Amorosa en familia




La Revolución empieza en casa. Si estás hasta el moño de que tu familia te trate como a una sirvienta, en este post te cuento cómo llevar el feminismo a tu hogar, y cómo poner en práctica la Ética del Amor y la Filosofía de los Cuidados. 

Llevar la utopía a la práctica no es una tarea fácil, sobre todo cuando tus hijas e hijos se han acostumbrado, igual que tu marido, a recibir cuidados sin darlos, y a vivir como reyes s tu costa. 

No es fácil porque los miembros de tu familia no quieren que nada cambie: viven de lujo así, aunque tengan que soportar a veces tus estallidos de rabia y frustración. Les compensa recibir broncas y soportar tu malhumor, y estar todo el día en pie de guerra.

Pero tu Salud está en juego: el agotamiento y el rencor contra los que abusan de nosotras nos acaba enfermando a nosotras. Nos medican para que aguantemos, pero estamos hartas de aguantar. 

¿Por donde empezar? Mi propuesta es que convoques a tu familia a una asamblea, y que sea una reunión libre de pantallas y dispositivos. 


Aquí los pasos para celebrar la primera Asamblea Familiar:

1) Toma de conciencia: Lo primero es expresar como te sientes sin que nadie te interrumpa. Evita los reproches para que no empiecen a defenderse: es más efectivo tratar de generar empatía contando cómo te sientes, y explicando qué necesitas para sentirte mejor. 

Es importante explicar al final que no eres la única, que somos millones de mujeres en todo el mundo en la misma situación. Tu pareja, tus hijos e hijas y demás miembros de la familia tienen que darse cuenta de la injusticia social que supone la explotación doméstica que sufren las mujeres en todo el mundo. El mejor indicador para que entiendan lo que sucede es el del tiempo libre: en todo el mundo los hombres tienen el doble de  tiempo libre que las mujeres, y las mujeres sufren doble jornada laboral.

Se estima que las mujeres que son madres solo tienen una hora libre de tiempo al día, y además la mayoría no tiene derecho a permisos por enfermedad, días de descanso y vacaciones, ni salario. Tienen que comprender que el agotamiento no solo causa mal humor, también tiene un fuerte impacto en tu salud mental, emocional y física. 

Después de analizar el contexto mundial, toca aterrizar y plantearse en grupo: ¿cuánto tiempo libre tenemos cada miembro de la familia, y cómo podríamos hacer para que todos disfrutáramos del mismo número de horas para descansar y disfrutar de la vida? 

Y aquí es cuando es necesario debatir sobre cómo podemos abolir la monarquía patriarcal para sustituirla por una democracia asamblearia. 

Lo más importante es que tus seres queridos se planteen conjuntamente las estrategias para liberar a mamá de su papel de criada, y lograr que tenga todos sus derechos garantizados.

Al final de este primer paso todos y todas deben tener claro que cuando los cuidados no son mutuos, es explotación emocional y doméstica. 

Y que hay que abandonar las estructuras de abuso con las que nos relacionamos, porque los valores del capitalismo y el patriarcado están basados en los privilegios masculinos, el individualismo, la dominación, la acumulación, las jerarquías de poder y las guerras.

La revolución amorosa pretende sustituir estos valores por los del feminismo, el ecologismo, el pacifismo y los derechos humanos fundamentales: apoyo mutuo, cooperación, empatía, solidaridad, igualdad, libertad, paz, trabajo en equipo y compañerismo.


2) Soluciones

Aquí nos ponemos en plan práctico  y lanzamos la pregunta: ¿cómo cuidamos la familia entre todas, y cómo podemos mejorar nuestro hogar?

Es posible que los miembros de tu familia te propongan explotar a una mujer más pobre que te sustituya a ti y cobre poco dinero, pero esta no es una solución feminista. Lo que queremos es erradicar la explotación, no que tú te liberes explotando a otra mujer, y que los demás miembros de tu familia sigan viviendo como si fueran hijos de faraones.

La solución entonces es repartir las tareas de un modo equitativo e igualitario, de manera que cada miembro de la familia, según su edad y capacidades, aporte y colabore. 

En un hogar feliz, se practica la comunicación no violenta, todos dan y reciben cuidados, todos tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones y nos prestamos apoyo mutuo. 


3) Cambios: este es el momento para plantearse: 

¿Qué cambios tenemos que hacer cada uno para transformar esta familia?, ¿qué necesitamos para vivir mejor?

Lo primero es que todos los miembros de la familia aprendan a cuidarse a sí mismos, empezando por el  marido, que tiene que hacer autocrítica amorosa y dar ejemplo. Los discursos sobre la igualdad no sirven de nada si los hombres adultos de la casa no dan ejemplo. Ellos son los que tienen que empezar a tratar a sus parejas como compañeras, y renunciar a sus privilegios masculinos.

El siguiente paso es que todos aprender a cuidar a su gente querida y los espacios que habitan, y para esto hay que entrenar a diario, y tomar plena conciencia de que todos y todas somos responsables del bienestar familiar y del funcionamiento del hogar. 

Los niños que se crian en un hogar feminista no necesitarán una criada cuando logren conquistar su autonomía y las niñas no querrán ser las criadas de nadie cuando sean adultas. Si te ven a ti defendiendo tu derecho a recibir cuidados, y tu derecho a tener tiempo libre para descasar y divertirte, ellas también lo harán. Si no abusan de ti, es más probable que tampoco abusen de los demás cuando se independicen y se hagan adultos.

Nosotras también tenemos que hacer cambios mientras llevamos el feminismo a nuestro hogar. Por ejemplo, tenemos que tomar conciencia de que el poder que sentimos llevando el control de todo y siendo imprescindibles para todos, en realidad nos esclaviza. Es una trampa del patriarcado. Por eso hay que aprender a soltar: nosotras no nacimos para ser policías, ni carceleras. Este papel de capitana del hogar nos convierte en sirvientas. 

No es fácil cambiar, pero se puede: se vive mucho mejor en estructuras horizontales e igualitarias basadas en el trabajo en equipo, y esta es en realidad la única manera de criar personas autónomas, solidarias , responsables y comprometidas. 

Y es también la única manera de cuidar tu salud y de procurarte a ti misma una Buena Vida. 


4) Eaboración del Pacto de Cuidados Mutuos y firma de el Contrato Amoroso:  ha llegado el momento de juntarse y ponerse a escribir. 

No se os olvide que para cualquier ser humano es más fácil cumplir con las normas en cuya creación ha participado, que cumplir con las normas impuestas por otros.

En esta fase del proyecto revolucionario se establecen las normas de convivencia, y se reparten las tareas equitativamente. 

Poned todo el tiempo el foco en cómo vamos a cuidar el ambiente y la atmósfera familiar, cómo vamos a expresar nuestras emociones y cómo vamos a resolver los problemas sin hacernos daño. 

También hay que establecer la periodicidad de las asambleas familiares, y la forma de evaluar si los pactos se están cumpliendo y si el proyecto está funcionando. En estos espacios es importante que todos y todas podamos contar cómo nos estamos sintiendo, y qué necesitamos para estar mejor, y cómo podríamos mejorar el proyecto. 

Se trata de poner en el centro el Bien Común y el Buen Vivir, y aplicar la ética del amor y la filosofía de los cuidados a vuestra vida cotidiana. Se aprende tomando conciencia, practicando la autocrítica amorosa, y entrenando día a día.


5) Celebración: hay que celebrarlo con una buena fiesta, repartiendo las tareas para organizar el evento entre todos y todas, y poniendo en marcha el Pacto de Cuidados. Buena comida, música y baile: empieza una nueva etapa en vuestras vidas.

Parece fácil así planteado, ¿verdad?

Pero, ¿qué hacer si los miembros de tu familia no quieren cambiar, o dicen que van a cambiar pero te toca a ti estar detrás de ellos para que cumplan sus acuerdos? 

Mi consejo es que apliques las estrategias de lucha de la clase obrera, incluida la huelga general. Y si nada sirve, amenazas con que te vas. Y si no te creen, vete unos días a casa de tu amiga. Y al final haces lo que hacen muchas mujeres, cada vez más: demanda de divorcio al canto.

Piensa que en esta batalla no estás sola: todos los días todas las mujeres protestan y luchan en sus hogares contra el abuso, la explotación y la violencia. En todo el mundo. En todas las casas. Lo mismo las que son feministas que las que no lo son: la lucha por los buenos tratos, la justicia y los derechos humanos de las mujeres tiene siglos de Historia y es universal. 

Apoyaté en otras mujeres, y busca más familias revolucionarias, verás que las transformaciones son contagiosas, y que es posible llevar la utopía a la práctica. Tú y todas las mujeres del mundo tenemos derecho a vivir una Buena Vida. 

Coral Herrera Gómez 


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Si tú también estás haciendo la Revolución Amorosa y quieres sentirte acompañada, 

 ¡vente con nosotras al Laboratorio del Amor! 

25 de mayo de 2024

Eventos de Coral Herrera en Junio



En Junio voy a estar en Madrid, Málaga, Sabadell y Ciudad de México,

 aquí tienes todas las convocatorias:


MADRID


día 2, domingo
Hora: 12 a 14 horas
Firma de ejemplares en la 
Feria del Libro de Madrid, 
Caseta 105 Editorial Catarata



SABADELL 





día 4, martes

“AMOR DEL BUENO: CÓMO LIBERAR AL AMOR ROMÁNTICO 
DE LA VIOLENCIA Y EL MACHISMO”

Organizado por: Escola de Gènere
Hora: de 18.30 a 20h
Dónde: Casal Pere Quart
Ubicación: Rambla, 69




MÁLAGA 
día 7, viernes





Día: viernes 7
Hora: 10 a 13 horas
Dónde: Cine Albéniz
Orgniza: Área de Igualdad del Ayuntamiento de Málaga







CIUDAD DE MÉXICO 
dia 14 y 15




Donde: Estudio Agosto
Ubicación: Av. Río Mixcoac 39-5.
Credito constructor
Benito Juárez, CDMX



Y en agosto, ¡voy a Colombia! 

días 22-28 
Bogotá y Villavicencio


Pronto todos los detalles
Organizado por: Puenteras Mujeres




16 de mayo de 2024

10 de mayo de 2024

Cómo trabajar las Masculinidades en el ámbito de la pareja






CÓMO TRABAJAR LAS MASCULINIDADES EN EL ÁMBITO DE LA PAREJA: LOS PRIVILEGIOS DE LOS HOMBRES Y LOS DERECHOS HUMANOS DE LAS MUJERES

Coral Herrera Gómez

Capítulo 6 del libro:  Hombres en el siglo XXI. Análisis críticos de las masculinidades”, TIRANT LO BLANCH MASCULINIDADES, 2024


En las parejas que desean construir una relación igualitaria, basada en el respeto, el disfrute y los cuidados mutuos, uno de los principales problemas que surgen durante el proceso de negociación es el tema de los privilegios de los hombres y los derechos de las mujeres. Todas y cada una de las cuestiones a negociar en el seno de las parejas para la firma del contrato amoroso están atravesadas por la desigualdad estructural del sistema patriarcal. 

En este capítulo vamos a hablar del trabajo que pueden llevar a cabo los hombres para construir relaciones libres de sufrimiento, violencia y explotación, y lo haremos desde la Ética Amorosa y la Filosofía de los Cuidados, instrumentos que además de permitirnos analizar la realidad con una perspectiva feminista nos permiten también fabricar las herramientas que necesitamos para relacionarnos en igualdad y en libertad. 

 El primer paso es tomar conciencia: vamos a analizar los privilegios masculinos desde la perspectiva de los derechos humanos fundamentales de las mujeres. El segundo paso es plantear algunas de las preguntas que pueden constituir el punto de partida para que los hombres puedan trabajar en ello, individualmente y en pareja.


Tipo de relación y grado de compromiso

Cuando una pareja se plantea definir qué tipo de relación quieren tener, es fundamental tener en cuenta el contexto en el que lo hacemos: la sociedad en la que vivimos impone la monogamia a las mujeres, mientras que a los hombres les permite vivir una doble vida como hombre soltero, y como hombre casado. Desde siempre los hombres han podido gozar de una vida sexual y sentimental diversa y variada, gratuitamente o pagando, mientras las mujeres se quedaban encerradas en el hogar, privadas de todo tipo de relación sexual con otros hombres y otras mujeres. 

¿Cuál es el castigo reservado a las mujeres que se saltan esta ley del patriarcado? Muchas mujeres son asesinadas por su marido no solo por ser infieles, sino también por las sospechas de sus parejas. Lo mismo en países desarrollados que en vías de desarrollo: nos siguen matando por adulterio, y en algunos países, la impunidad de los femicidas es del 90%, como en México, según cifras de ONU Mujeres del Informe 25N de 2018.  

Otros castigos reservados para las mujeres que no obedecen las normas de la monogamia: palizas y violaciones por parte de su marido, expulsión del hogar o abandono por parte del marido, rechazo por parte del núcleo familiar, violencia psicológica y emocional por parte de la comunidad, ostracismo y aislamiento social. 

¿Cuál es el castigo que reciben los hombres por ser infieles? Tres días en el sofá, luego llega el perdón, y regresan al lecho conyugal. En el caso de ellos, lo denominamos “aventuras” o “echar unas canitas al aire”, en el de ellas, en cambio, es un atentado contra la moral, un pecado mortal, un delito imperdonable. 

La doble vida de los hombres está sustentada bajo el pacto de silencio que les protege a ellos (Celia Amorós, 2004) y les oculta la información a ellas, de manera que muchas mujeres viven en una realidad paralela que nada tiene que ver con la realidad que conocemos como objetiva o real. Y esto es violencia porque vivir en una realidad paralela no permite a las mujeres decidir si quieren estar en una relación abierta o cerrada, o si prefieren no compartir vida junto a un compañero que no respeta los pactos de exclusividad y fidelidad. 

Vivir en una vida de engaños y mentiras es muy doloroso y atenta contra nuestra dignidad y nuestra imagen. Aún los cuernos que sufrimos desatan las risas, comentarios y burlas de los demás, que nos señalan públicamente como fracasadas y como culpables del engaño de nuestros maridos. La infidelidad masculina es siempre culpa de las mujeres: por intentar robarle los maridos a las otras, o por no complacer y cuidar a los nuestros. El rol de criadas y de policías nos pone de rodillas: el deber de las mujeres es satisfacer sus necesidades y deseos, y a la vez vigilar y controlar a los esposos para evitar sus romances extraconyugales.

 Para los hombres que desean revisar sus privilegios, la cuestión principal a trabajar en este área es la honestidad. La única manera de no mentir y no engañar, es ser sincero y respetar los pactos, o reformularlos. Sea cual sea el modelo de relación que queramos, el pacto principal debe ser la honestidad y la confianza mutua, y para ello los hombres tienen que comprometerse a no ocultar información a sus compañeras, y a ser responsables para comunicar a sus parejas lo que está ocurriendo cuando se quiere romper el pacto de monogamia, o cuando se ha roto.  Solo con información podemos tener el poder para renegociar los pactos, o bien para dejar la relación. 

Esta cuestión sobre el tipo de pareja que queremos tener es muy importante, porque muchas mujeres ni siquiera se hacen esta pregunta: somos educadas para aceptar el tipo de relación que quieren nuestros compañeros masculinos, porque las necesidades de ellos son siempre más importantes que las nuestras. Y cuando somos capaces de expresar lo que nosotras necesitamos, deseamos y queremos, entonces la negociación es mucho más complicada porque puede ocurrir que no coincidamos en el tipo de relación que queremos construir. 

Si cada cual desea un modelo de relación diferente, entonces no podemos seguir adelante. Hasta ahora las mujeres aceptaban el modelo que sus parejas les imponían, porque fuimos educadas para ser dependientes y sumisas, pero cada vez hay más mujeres que quieren construir relaciones igualitarias basadas en el respeto, los buenos tratos, la igualdad, la libertad, la comunicación, la empatía y la solidaridad. Los hombres ya no pueden imponer su modelo, ahora tienen que negociarlo. Y ese modelo de monogamia impuesta para nosotras, y de poliagamia elegida para ellos, ya no nos vale. 

Desde la perspectiva de la ética amorosa, los hombres podrían preguntarse: ¿es justo pedirle a mi compañera una relación monogámica en la que yo puedo saltarme las normas cuando quiera, y ella no porque el coste de saltárselas es demasiado alto?, ¿o podríamos buscar una fórmula para pactar exclusividad renunciando a mi privilegio de hacer lo que yo quiera a base de mentiras y engaños?, ¿estoy realmente dispuesto a renunciar al privilegio de la doble vida?, si la respuesta es no, ¿podría plantearle a mi pareja una relación abierta?

El trabajo más importante en este punto es la honestidad y el compañerismo, dos de las asignaturas pendientes más difíciles para los hombres educados en el patriarcado, que deben tomar conciencia de que la monogamia impuesta a las mujeres mediante engaños y mentiras, es un acto de violencia contra nosotras porque atenta contra nuestra libertad para elegir el tipo de pareja que queremos tener.  


Placer y disfrute sexual

Un estudio publicado por UNFPA en 2021 afirma que solo el 52% de las mujeres casadas o en unión tienen autonomía corporal y son dueñas de su cuerpo, su sexualidad y su salud. Es decir, solo la mitad de mujeres en el mundo toman libremente sus propias decisiones sobre relaciones sexuales, uso de anticonceptivos y atención médica. Solo la mitad de las mujeres pueden tomar sus propias decisiones a la hora de decidir sobre la atención de su salud, y decir “no” a su pareja si no desea tener relaciones sexuales.

El privilegio masculino nos sitúa a las mujeres como sirvientas de los hombres: nuestro rol nos obliga a ser complacientes y a anteponer los deseos de nuestra pareja por encima de los nuestros. Los hombres siguen disfrutando de sus relaciones sexuales cuando les apetece y con quien les apetece, incluso aunque sus parejas no quieran tener sexo. 

Creen que tienen derecho a ello porque son hombres, y porque aportan dinero a la economía familiar. Este privilegio lo gozan no solo con sus propias esposas, sino también con mujeres pobres a las que pagan a cambio de sexo. Y cuando no pueden obtenerlo con dinero, lo obtienen a la fuerza de sus parejas: la mayor parte de las agresiones sexuales y violaciones las sufrimos en casa. 

Así que el trabajo principal de los hombres es aceptar que no son dueños de sus compañeras, y que ellas tienen derecho a decidir si quieren o no tener sexo. Ahora que las mujeres estamos reivindicando nuestro derecho al placer y al disfrute, los hombres pueden trabajar su egoísmo, y empezar a preocuparse por el placer y las apetencias de sus compañeras. 

En este punto es necesario tener en cuenta otro dato: la mayor parte de los hombres ha aprendido a excitarse viendo en sus pantallas a mujeres sometidas y humilladas, cosificadas, traficadas, y obligadas a abrir sus orificios corporales para que los hombres se froten y eyaculen en ellos. Un 63% de los niños de 8 años ven porno habitualmente o lo han visto alguna vez, según el informe de 2020 de Save The Children. 

La mayoría de las mujeres del porno y la prostitución son mujeres sin libertad de elección, sometidas por la pobreza y la necesidad económica. Y el porno es cada vez más cruel, más machista y más violento: ¿cómo podrían los hombres desaprender a excitarse con el sufrimiento de las mujeres?, ¿es posible disfrutar del sexo sin vejar, sin humillar, sin escupir, sin orinar, sin defecar, sin abofetear y sin desgarrar vaginal y analmente a las mujeres?

Gracias a la falta de educación sexual y al porno, la mayor parte de los hombres emparejados son pésimos amantes, como lo demuestran las estadísticas que se publican cada año sobre el porcentaje de mujeres que fingen sus orgasmos: alrededor de un 70% de las mujeres. La mayoría de ellas lo hacen para  no herir el ego de sus compañeros masculinos, o para que ellos lleguen al orgasmo y terminen cuanto antes. 

La doble moral nos ha hecho creer que las mujeres que disfrutamos del sexo somos enfermas, degeneradas, desviadas, o malvadas: en el imaginario colectivo la relación de las mujeres con el sexo es utilitaria. A nosotras no nos debe gustar el sexo, solo debe ser un medio para conseguir dinero, amor, hijos, o el trono del matrimonio. Porque disfrutar es pecado para nosotras, pero hacerles disfrutar a ellos es un deber. Es obvio que tanto hombres como mujeres necesitamos educación sexual y emocional, pero además, es urgente acabar con el machismo que castiga a las mujeres que viven libremente su sexualidad. 

Así que la cuestión para trabajar este tema desde las masculinidades, es que los hombres sean capaces de eliminar sus prejuicios contra las mujeres que disfrutan, que puedan hablar de sexo con sus compañeras, que aprendan a escuchar con atención amorosa, y a experimentar e investigar con la pareja los caminos del placer femenino

Una de las claves para la transformación masculina es que sean capaces de desarrollar la empatía para preocuparse por el placer de sus compañeras tanto como se preocupan por el suyo. 


Otra de las claves del trabajo es crear las condiciones para que las mujeres podamos gozar sin peligro. ¿Cuáles son los principales peligros que corremos las mujeres? Los embarazos no deseados, las enfermedades de transmisión sexual, y la violencia sexual. 

Los hombres tienen que tomar conciencia de que todas nosotras tenemos derecho a tener relaciones deseadas y seguras en las que nuestra salud mental, emocional y física, y nuestra propia vida se vean amenazadas. Para ello se tienen que replantear dos cuestiones: una es el uso de anticonceptivos y barreras para protegerse y proteger a sus compañeras. La otra es la aceptación del no, una de las cuestiones más problemáticas de la masculinidad que vamos a analizar en los siguientes puntos. 


Salud sexual, relaciones seguras y libres de violencia

Todas las mujeres tenemos derecho a tener relaciones sexuales y sentimentales seguras, libres de coacción y de violencia, y a no morir por enfermedades de transmisión sexual, embarazos no deseados, partos o abortos legales o clandestinos.

Sin embargo, cada año mueren cerca de medio millón de mujeres como resultado de complicaciones derivadas del embarazo o el parto, según un estudio de 2017 de la Organización Mundial de la Salud: se practican más de veinticinco millones de abortos inseguros en el mundo y en ellos mueren 40 mil niñas y mujeres cada año. 

Los hombres educados en el patriarcado siguen sin responsabilizarse de su propia salud sexual y de la de sus compañeras, y esta es la razón por la cual las mujeres deben asumir solas todo lo que tiene que ver con la salud sexual y la planificación familiar, como si fuese un problema exclusivamente suyo.. 

Todas nosotras tenemos derecho a tener relaciones basadas en el deseo sexual, no en nuestra necesidad económica o en nuestro rol como objetos sexuales al servicio de los hombres. La doble moral del patriarcado nos ha hecho creer que el apetito sexual de los hombres es irrefrenable, que no pueden controlarse a sí mismos, que son incapaces de actuar con ética cuando sienten deseo sexual por una mujer. Por eso se disculpa a los hombres y se culpa a las mujeres de provocarles. 

En el imaginario colectivo somos nosotras las que les obligamos a tener relaciones fuera del matrimonio, o a violarnos, porque vamos vestidas de una forma provocativa, o porque salimos de noche, o porque caminamos solas por la calle.  

Y sin embargo, la gran mayoría de las agresiones sexuales no las sufrimos a manos de desconocidos, ni en la calle. Según el Informe del 25 de Noviembre de la ONU en 2018, nos violan en casa, y nos violan nuestros novios, maridos, padres, hermanos, abuelos, tíos, primos, y amigos de la familia. 

¿Y por qué nos violan los hombres que más dicen querernos? La antropóloga argentina Rita Segato (2017) nos lo explica de una forma clara en sus obras: los hombres no violan por apetito sexual, sino por la necesidad de sentir que tienen el poder. No es un acto sexual, sino de dominación. No les mueve el placer, solo la necesidad de sentirse importantes.  

Además, muchos hombres poseen una escasa tolerancia al rechazo y no soportan que les digan que no cuando desean tener relaciones sexuales. Les han educado para que crean que nosotras somos objetos, y que nuestros cuerpos están a su disposición, gratis o pagando. Si se casan con una mujer, son dueños de su vida, y creen que tienen derecho a penetrarlas aunque ellas no lo deseen.

En España un 13,7 % de las mujeres españolas han sufrido violencia sexual en la pareja, casi 3 millones de mujeres. El 6,6% de las mujeres que han tenido pareja manifiestan que al menos alguna de sus parejas, a lo largo de su vida, la ha obligado a mantener relaciones sexuales cuando ella no quería. Un 6,3% de las mujeres que han mantenido relaciones sexuales sin desearlo, lo han hecho por miedo a lo que su pareja les podía hacer si se negaban. Un 3,5% de las mujeres encuestadas afirman que les resultó humillante o degradante tener relaciones sexuales contra su voluntad, sobre todo cuando su pareja le impedía salir, “sujetándola o haciéndole daño”

También las cifras sobre prostitución nos demuestran que los hombres siguen abusando de su poder para tener sexo con quien deseen y cuando deseen: alrededor de un tercio de los hombres (el 32,1%) reconoció haber pagado dinero por mantener relaciones sexuales al Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en 2008. El 10,2% señaló que solo había pagado una vez en su vida y otro 21,9% reconoció que habían sido más veces.

Estos datos nos demuestran que los hombres tienen que plantearse estas cuestiones desde la ética amorosa: ¿es justo que yo pueda tener relaciones con mujeres pobres que si pudieran no tendrían jamás sexo conmigo?, ¿es justo que mis compañeras sexuales queden embarazadas porque a mí me molesta usar preservativo?, ¿es justo que mis compañeras sexuales enfermen y su vida corra peligro porque yo tengo todas las relaciones que quiero sin usar protección?, ¿cómo puedo cuidar mi salud sexual y la de las mujeres con las que me relaciono? 

Otros temas para trabajar : la frustración al no, la necesidad de dominar, el placer del poder, y el respeto a la libertad de la pareja. Para dejar de ejercer violencia sobre sus compañeras sexuales y sentimentales es preciso desarrollar la autocrítica amorosa, aprender a cuidarse a sí mismos, escuchar a sus compañeras, y a aceptar un no cuando sus compañeras no desean tener relaciones sexuales. 


El cuidado del hogar, los familiares y los hijos e hijas


Todas las mujeres tenemos derecho a tener relaciones igualitarias en las que los cuidados sean mutuos, y a tener tiempo libre para descansar y para disfrutar de la vida. 

Sin embargo, en España las mujeres trabajamos gratis durante 43 días al año

Dedicamos una media de 6 horas (5 horas y 59 minutos) al trabajo doméstico. Los hombres emplean en este grupo de actividades menos de la mitad del tiempo, 2 horas y 20 minutos, según el Instituto de las Mujeres de España del año 2020. 

En todo el mundo la gran mayoría de las mujeres tenemos una doble jornada laboral: una fuera de casa, remunerada generalmente con sueldos precarios, y otra en casa, sin remuneración, sin cotizar a la seguridad social, sin permiso de baja por enfermedad, sin días de descanso, sin vacaciones, y sin derecho a la jubilación. Es un trabajo que tenemos para toda la vida, algunas desde que somos niñas, y no tiene prestigio social, ni se valora, ni se paga: damos los cuidados gratis. 

Cuidamos la organización, administración y limpieza del hogar, parimos, criamos y educamos a los hijos y las hijas, cuidamos de las personas dependientes de la familia (adultos mayores, familiares con discapacidades, familiares accidentados o enfermos), de las mascotas y de las plantas, ejercemos de limpiadoras, enfermeras, cocineras, educadoras, asistentas, psicólogas, secretarias, y  asumismos toda la carga mental, la mayoría solas, sin ayuda ni colaboración, y el resultado es que ellos tienen mucho más tiempo libre que nosotras, y que nosotras estamos agotadas. 

Si los cuidados no son mutuos, son explotación doméstica, y todo tipo de explotación es violencia, porque alguien se beneficia del robo de nuestra energía y nuestro tiempo. A las mujeres nos obligan a vivir una vida de servicio, sacrificios, renuncias, y nos medican para que podamos aguantar el ritmo de vida sin protestar. 

El tema de los cuidados es una cuestión de justicia social: sin tiempo libre y sin energía, las mujeres no podemos descansar, ni disfrutar de nuestras pasiones, ni de nuestra gente querida. 

Los hombres no pueden seguir abusando de las mujeres ni pueden seguir llamando “amor” al trabajo gratuito, como afirmaba la antropóloga feminista Silvia Federici en su teoría sobre el patriarcado del salario (2018), según el cual a las mujeres nos toca el papel de las obreras, mientras los hombres actúan como la patronal. 

La sobrecarga de trabajo de las mujeres es el principal motivo para divorciarse hoy en día, según la Asociación Española de Abogados de Familia en febrero de 2022. Y es que no es posible disfrutar del amor de pareja en un contexto de abuso y explotación doméstica. 

¿Cómo se trabaja desde las masculinidades? Tomando conciencia del problema, y buscando un cambio en las relaciones de poder, para “desgenerizar” las tareas de cuidado, en palabras de Alicia Puleo (2011). En su día a día, los hombres pueden asumir su corresponsabilidad como persona adulta en las tareas de cuidados, negociando para repartir el trabajo, y organizando la logística con la compañera para igualar la carga de trabajo y de tiempo libre. 


La libertad de las mujeres y el derecho a vivir una Buena Vida

Las mujeres perdemos el derecho a la libertad cuando nos emparejamos. Primero, por una cuestión de tiempo y de dinero: además de no tener horas libres al día, tampoco tenemos autonomía económica que nos permita decidir libremente con quién queremos estar, y cuándo queremos terminar una relación sentimental. 

Pero también porque la monarquía masculina se sustenta sobre la obediencia femenina. 

Muchas niñas y mujeres en el mundo viven confinadas en sus hogares y solo tienen permiso del marido para ir al mercado, al médico y a la iglesia, pero nunca solas, siempre acompañadas por familiares. Son muchas las mujeres que no tienen libertad de movimientos, ni tienen libertad sobre sus cuerpos, su sexualidad, sus maternidades. Son muchas las que ni pueden elegir pareja, ni pueden divorciarse de ella, porque incluso aún siendo legal el divorcio, no poseen autonomía económica.

Muchas mujeres pierden su derecho a estudiar, a trabajar, a viajar, a tener sus propios proyectos personales y profesionales cuando se emparejan o se casan. En todo el mundo, son millones las mujeres que no pueden expresar sus opiniones, sus sentimientos, sus ideas y sus conocimientos en el espacio público, no pueden tomar decisiones, ni manejar su propio dinero, ni tener su propia red social y afectiva. Muchas mujeres tienen la comunicación limitada, vigilada y controlada por sus padres, novios y maridos. Cuando empiezan su primera relación con un hombre, pierden completamente el derecho a la intimidad y a la privacidad porque son obligadas a compartir sus contraseñas de correo y perfiles en redes sociales.

En España: el porcentaje de mujeres residentes de 16 y más años que manifiestan haber sufrido en algún momento de su vida los distintos actos de violencia psicológica de control por parte de alguna pareja o expareja, es del 31%, es decir, más de 6 millones y medio de mujeres.Las mujeres también sufrimos violencia emocional: al menos un 21,9% de las mujeres residentes en España, según la Macroencuesta de 2019 soportan o han tenido que soportar insultos, gritos, burlas crueles, amenazas, castigos, humillaciones, comentarios despreciativos y malos tratos.   

¿Cómo podrían los hombres trabajar sus masculinidades para dejar de limitar o prohibir el derecho a la libertad de sus compañeras? Desmontando, en primer lugar, la idea de que una mujer a la que amas es propiedad suya. Y trabajando, en segundo lugar, la necesidad de dominar, someter y tener el control sobre su compañera. 

Desde niños los hombres aprenden a valorar y a defender su libertad, pero no la de los demás, y por eso es tan necesaria una educación feminista que les ayude a comprender por qué las mujeres nacemos libres y cuales son los derechos fundamentales de los seres libres. También es necesaria la educación emocional, para que aprendan a resolver los conflictos sin violencia, y para que aprendan a cuidar sus emociones de manera que no hagan daño a nadie. 


Tema económico: gastos e ingresos

Según la Macroencuesta de 2019, un 10,8% de las mujeres residentes en España de 16 y más años ha sufrido violencia económica por parte de alguna pareja o ex pareja en algún momento de su vida: 6,9% ‘se negaba a darle dinero para los gastos del hogar cuando la pareja tenía dinero para otras cosas’, 7,2% ‘le impedía tomar decisiones relacionadas con la economía familiar y/o realizar las compras de forma independiente, 4,9% ‘no le dejaba trabajar o estudiar fuera del hogar’.

En todo el mundo, los hombres tienen en propiedad las tierras, los medios de producción y de comunicación, los bancos, las empresas, las iglesias. Nosotras las mujeres, trabajamos para ellos, por eso los grandes puestos de responsabilidad los siguen teniendo ellos, y por eso nosotras ocupamos los puestos peor valorados y peor remunerados. Nuestros salarios son más bajos, trabajamos gratis muchas horas, sufrimos más la precariedad laboral, el desempleo, y la falta de derechos laborales. Nos despiden cuando nos embarazamos, no nos contratan si tenemos bebés o críos pequeños, no ascendemos en las empresas ni en las instituciones, no obtenemos financiación para nuestros proyectos de investigación, el mundo de los expertos en cualquier cosa, es un mundo de hombres. 

A la hora de negociar en pareja cómo repartirse los gastos y los ingresos en pareja, entonces, los hombres tienen que tener en cuenta la brecha salarial de su país (en España es del 18%) La gestión de la economía de la pareja debe hacerse de manera proporcional a los ingresos de las mujeres, pero también teniendo en cuenta cómo nos afecta a las mujeres todos los factores anteriormente citados. 

¿Cómo pueden trabajar los hombres este tema? 

Lo más importante es que los hombres reconozcan lo que hacemos como trabajo, que asuman que el trabajo gratuito que hacemos es explotación, y la explotación es violencia. También deben renunciar al privilegio de la explotación doméstica, y trabajar la empatía, la solidaridad y el compañerismo para afrontar los gastos compartidos como un equipo

Cuando hay dependencia económica en la pareja, es preciso plantearse conjuntamente el tema de una posible separación y preguntarse: ¿tenemos los dos la misma libertad y las mismas condiciones para terminar la relación?, ¿cómo podríamos hacer para que ambos seamos libres para quedarnos o para irnos? 



Los cuidados en la pareja 

Las mujeres tenemos derecho a vivir relaciones libres de violencia, y a que no se nos someta a ningún tipo de tortura ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes. Sin embargo, alrededor de 81,000 mujeres y niñas fueron asesinadas en el 2020, y la mitad, unas 47,000 de ellas, (es decir, el 58%), a manos de sus parejas o familiares. 

Es una cifra que se repite cada año, según ONU Mujeres, que estima que 736 millones de mujeres -alrededor de una de cada tres- ha experimentado alguna vez en su vida violencia física o sexual por parte de una pareja íntima, o violencia sexual perpetrada por alguien que no era su pareja (el 30% de las mujeres de 15 años o más) Esto equivale a una mujer o niña asesinada cada 11 minutos por maridos y hombres de su entorno. 

¿Qué deberían trabajar los hombres para que las mujeres podamos tener nuestros derechos garantizados? En primer lugar, renunciar al privilegio de recibir cuidados sin darlos, en segundo lugar, aceptar que las mujeres son libres y que ellos no son dueños de su cuerpo ni de sus vidas. Y en tercer lugar, aceptar, como afirma Miguel Lázaro (2022) que la masculinidad patriarcal es la principal amenaza que afrontan las mujeres para su vida y su seguridad, para su desarrollo personal, y para alcanzar la igualdad individual y colectiva. 


Conclusión

A nivel colectivo, de todos los factores de cambio, según Pierre Bourdieu, los más importantes “son los que están vinculados a la transformación decisiva de la función de la institución escolar en la reproducción de la diferencia entre los sexos (...) y la transformación de las estructuras familiares”. 

Los hombres tienen que tomar conciencia de cómo funciona el patriarcado, cómo lo han interiorizado, y cómo pueden liberarse de todas las creencias, los valores y principios que les someten al rol de hombre, y a los mandatos de género. 

Es un proceso de autoconocimiento y autocrítica amorosa que les permitirá identificar sus privilegios, y  todo aquello que necesitan cambiar para aprender a relacionarse con las mujeres en condiciones de igualdad y libertad. 

En el centro de este trabajo están los cuidados: podemos educar a las nuevas generaciones de hombres para que aprendan a cuidarse a sí mismos y a cuidar sus relaciones desde la Ética Amorosa. 

Lo más urgente, es el reparto de los cuidados del hogar, la crianza, las mascotas y los familiares dependientes. Después, es necesario aprender a elaborar los pactos para que podamos construir relaciones sanas en las que ambos miembros de la pareja puedan disfrutar por igual. 

Otras formas de ser hombres son posibles: el trabajo con uno mismo contribuye al contagio social, porque los hombres que tienen alrededor se ven afectados e influenciados por los cambios que hace el resto. 

Otras formas de relacionarnos, de querernos y de organizarnos son posibles: la clave está en entrenar día a día en el desarrollo de la empatía, la honestidad, la solidaridad, el compañerismo, la igualdad y la equidad, la sensibilidad. 

Y tomar conciencia de que todos estos cambios personales y colectivos no sólo sirven para ser mejores personas, para liberarse a sí mismos y para liberar al amor del patriarcado y el machismo, sino que también contribuyen al cambio colectivo, y a la construcción de un mundo mejor. 


Coral Herrera Gómez



Este capítulo forma parte del libro colectivo :Hombres en el siglo XXI. Análisis críticos de las masculinidades”

Editado por Anastasia Téllez Infantes, Javier Eloy Martínez Guirao, Joan Sanfélix Albelda (Eds.),

TIRANT LO BLANCH MASCULINIDADES, 2024

A la venta en papel y en ebook









Otras publicaciones de Coral Herrera: 


Masculinidad, amor romántico y relaciones de pareja

Capítulo 6 del libro: 

Hombres, Masculinidad (es) e Igualdad , coordinado por Bakea Alonso e Isabel Tajahuerce, de la Editorial Aranzadi.


España, junio 2022

Formato: papel y ebook










Coral Herrera Gómez, editorial Catarata, Madrid, 2019









Más artículos de Coral Herrera sobre Masculinidades



9 de mayo de 2024

El Laboratorio del Amor cumple 9 años



Estamos celebrando el 9 Aniversario del Laboratorio del Amor con una super oferta: 

ahora puedes suscribirte por 10 euros al mes, 

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Aquí tienes toda la información y los botones de inscripción, puedes apuntarte desde cualquier país hasta el 5 de junio: 


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5 de mayo de 2024

Mamás que luchan por sus derechos

 



Hoy mi hijo me felicita por el día de la madre y le pregunto: 

- ¿Qué crees que podría hacer yo para ser mejor mamá , Gael?

- Pues creo que dejar de trabajar tanto, mamá.

Y que dejes de viajar tanto, también. 

Se me encoge el corazón. Le explico que no puedo, pero que me encantaría pasar más tiempo en casa si pudiera. 

Le he explicado un poco cómo funciona el mundo, y no lo comprende. Claro, es bien difícil entender que las mamás tengamos que hacer como si no tuviéramos hijos, y que tengamos dos jornadas laborales, una remunerada y otra sin remunerar. 

Es difícil explicarle por qué las madres no tenemos derecho a criar a nuestros propios hijos e hijas, al menos durante los tres primeros años de vida. 

No comprende por qué a las pocas semanas de nacer los bebés tienen que quedarse con personas desconocidas que no tienen ningún vínculo emocional con ellos, mientras las madres se sacan la leche en un cuarto pequeño con un aparato infernal para que otra mujer les alimente con biberones. 

Una mujer, además, que no puede cuidar a sus propias crías y se ve obligada a cuidar a los de las demás. 

Le parece injusto que los niños y las niñas no pueden disfrutar de sus mamás y papás, y que estemos siempre agotadas, muertas de sueño y estresadas mientras nos sentimos culpables porque no llegamos a darlo todo en casa y en el trabajo fuera de casa. 

Es demencial pensar que vivimos en una sociedad anti madres que se dedica a medicarnos para que aguantemos, y que nos engaña con el mito de la conciliación. Cuando miras las cifras de tiempo libre y ves que los hombres tienen el doble que las mujeres, te parece completamente injusto, y absurdo, cuando lo normal es que todos y todas tuvieramos tiempo para cuidar, criar, trabajar, descansar, divertirnos y disfrutar.

Ni mi hijo ni nadie puede entender cómo es que las madres que quieren cuidar a sus propios niños y niñas tengan que sumirse en la pobreza o la precariedad, o depender económicamente de sus parejas o familiares, ni que se las penalice cuando quieran incorporarse al mundo laboral. Lo lógico y lo normal es que nos apoyaran para poder criar y educar en las mejores condiciones. 

Mi hijo no entiende como es que nuestro sistema de producción no es compatible con la vida y los cuidados. Y no daba crédito cuando le explicado que las personas más pobres del mundo son en su mayoría mamás con uno o varios hijos que no tienen padre, o cuyo padre ha decidido abandonarles. Porque para ellas están los trabajos más duros y con los peores salarios, y por mucho que se esfuercen no van a poder salir de la pobreza.

Y le he contado que hay muchas mujeres que no pueden ser mamás porque los alimentos y la vivienda están muy caras, y con tantas horas de trabajo es imposible para muchas tener bebés. Y le he contado que a partir de los 40 ya se nos empiezan a acabar los óvulos y ya no podemos ser mamás.

Pero no le he contado que hay mamás que tienen que vender a sus crías para alimentar al resto de sus hijos, ni le he hablado de las mamás palestinas que se abrazan a los cadaveres de sus bebés desgarradas por la pena. 

Nos hemos quedado los dos en silencio, y como se ha quedado muy serio, le he contado que las madres hemos despertado y que nos estamos organizando para luchar por nuestros derechos y por los derechos de niñas y niños, y que no vamos a parar de batallar para que la sociedad tome conciencia y deje de explotarnos, y de separarnos de nuestros bebés. 

Le he dicho que estamos intentando que la gente abra los ojos y que cambien nuestras leyes para que ser mamá no sea tan duro y tan difícil, y que vamos a conseguir más tiempo para criar, porque estamos haciendo una revolución amorosa en la que hemos puesto en el centro los cuidados mutuos y compartidos. 

- Es que las mamás también necesitáis que os cuiden y os den amor. - y abriendo mucho los ojos ha dicho:¡Es la revolución de las mamás!

Me derretí por dentro. 

Un abrazo para todas las madres que luchan para sobrevivir día a día, un abrazo inmenso desde España ❤️


#DíaDeLaMadre #Mamásqueluchanporsusderechos

#LaRevolucióndelasMamás

28 de abril de 2024

Cómo liberarte del rencor hacia tu ex




Hay parejas que aunque se divorcien, no se separan jamás. Algunas lo logran cuando los hijos e hijas se hacen mayores y ya no hay nada que discutir. Otros en cambio pasan odiándose y jodiendose mutuamente toda la vida. 

Hay parejas que no viven en guerra constante, pero sienten un rencor tremendo por la otra persona, con una intensidad que no se va con el paso de los años. Por eso los ex ocupan un lugar central en su vida, y jamás se liberan de ellos. 

Hay parejas que pasan toda la relación guerreando, y siguen guerreando muchos años después. Hay otras que se quisieron mucho pero acabaron fatal: sea cual sea tu caso, hoy vengo a hablarte de la tremenda liberación que se siente cuando tu ex deja de tener importancia en tu vida y te das cuenta de que no le necesitas para nada. 

Porque hay una cosa que es evidente: si tu ex sigue teniendo mucho espacio en tu vida, y ocupa mucho tiempo en tu mente y en tu corazón, es más difícil disfrutar de tu nueva vida, y también es más difícil que entre alguien nuevo en tu corazón.

Es una cuestión de saber dónde poner tu energía y tu tiempo: tú eliges si malgastarlos en machacar a tu ex o en defenderte de tu ex, o si prefieres poner el foco en ti y en las ganas que tienes de disfrutar de tu soltería. 

Hay gente que se amarga la existencia cada vez que al ex o a la ex le pasa algo bueno, y preferirían que a su ex le fuese fatal, lo que no es muy práctico si tenéis hijos e hijas en común. Cuanto mejor le vaya a tu ex, mejor les irá a tus criaturas y al revés: si tu ex sufre y tiene problemas, eso va a afectar a tus criaturas inevitablemente. Así que no le des más vueltas: es mejor que a tu ex le vaya bien. 

Es normal que si a ti no te va tan bien como a tu ex, sientas a veces mucha rabia. Pero esa rabia a ti no te viene bien. Ni el odio, ni el rencor, ni la envidia, ni la ira que sientes te hacen bien. Y no son útiles, no sirven de nada, no te ayudan en nada.

El rencor es una emoción que te lleva muy fácilmente a la obsesión, y en la medida en que malgastas tu tiempo y tu energía en sufrir y hacer sufrir a tu ex, menos tienes para ti, para tus proyectos profesionales o personales, y para tu gente querida. 

El rencor también te lleva al victimismo, es decir, a una posición en la que tú no asumes ninguna responsabilidad de los conflictos que tienes con tu pareja o ex pareja, y le culpabilizas de todo lo que sucede. Y te atrapa ahí, en un círculo del que es muy difícil salir.

La guerra no solo te afecta a ti y a tu ex; si pides a los demás les piden empatía y apoyo, y que se posicionen de tu lado, no te vas a sentir mejor. Es una forma de desmoralizar y hundir a tu ex, porque no hay nada que duela más que quedarse solo/a, pero no te ayuda a sentirte mejor.

Y además no es justo pedirle a los demás que elijan entre tú y tu ex.

Con el rencor no solo sufres tú, también intentas que el otro sufra lo mismo que tú, y así sufren todos vuestros seres queridos, que lo que quieren es veros bien a los dos. 

El rencor también te lleva al afán de venganza, que es una emoción muy humana, sobre todo si no ha habido justicia ni reparación del daño que nos han causado, pero es muy destructiva y arrasa con todo. 

Incluso con tu propia salud mental.

Si el odio que sientes persiste a lo largo del tiempo, se vuelve maligno, te devora por dentro. Hay gente que siente tantísimo rencor que es incapaz de distraerse con otras cosas, y enfoca toda su vida en destruir a su pareja porque cree que eso le va ayudar a sentirse mejor. Y no. 

No te sientes mejor haciéndole la vida imposible a tu ex. Ni a tu ex ni a nadie. Siempre vas a necesitar más. 

Hacer daño a tu ex puede llegar a convertirse en un placer sádico e insaciable.

Y es muy peligroso para el ego.

Porque aquí el ego juega un papel fundamental. El ego siempre quiere ser el protagonista. Siempre está batallando con otros egos, nunca tiene suficiente, siempre quiere llevar la razón y ganar todas las batallas. Y cuando pierde, lo lleva muy mal.

Al ego se le puede controlar con muchas dosis de humildad. Es la única manera de aceptar las derrotas con deportividad.

Pero la humildad hay que entrenarla. Y no todo el mundo se la quiere o se la puede trabajar. Y cuando estamos dolidos y dolidas, es más difícil todavía.

¿Y si tenemos claro que no queremos volver nunca con nuestro/a ex, pero seguimos sintiendo un rencor obsesivo? 

Creo que te puede ayudar el tomar conciencia de que lo que peor lleva el ego es la indiferencia, el no poder soportar que tu pareja se olvide de ti y empiece una nueva vida como si tú no existieras. 

Y es que uno de los principales motivos que tenemos para estar en guerra con los y las ex es porque queremos permanecer en su vida, en su corazón y en su mente, ocupando un espacio descomunal. 

En el fondo del alma, no queremos irnos de su vida y preferimos estar “a las malas”, que no estar. 

Preferimos que no odien a que nos olviden. 

Mucha gente no sabe que es mejor separarse bien que separarse mal. No sabe que las relaciones amorosas no tienen por qué acabarse, sino solo transformarse en otra cosa, y por eso le cuesta imaginar una relación bonita ( o al menos cordial) con su ex. 

Algunas parejas no saben que no hace falta vivir en permanente estado de guerra, y que de hecho puedes estar en la vida de tu ex para siempre si lo deseas y si te lo trabajas (si ambos os lo trabajáis)

A mucha gente le cuesta reconocer que no ha sabido aceptar ni asumir la ruptura, que no quiere que la otra persona haga su vida, y que probablemente por eso el rencor en vez de ir a menos ha ido a más. 

Cuando vives preso/a del rencor, es imposible hacer vida normal. Tu vida entera se ve afectada. Todos a tu alrededor también. 


¿Qué pasa cuando no puedes controlar tu odio y tu rencor?

El extremo más brutal lo tenemos en los hombres que asesinan a sus parejas como castigo por haberles abandonado. También muchas mujeres son asesinadas cuando rehacen su vida y vuelven a emparejarse. 

El odio que sienten esos femicidas está cargado de victimismo y sobre todo lo que más les mueve es la necesidad de vengarse. “Sin mí tú no vas a ser feliz”, piensan ellos cuando planean su castigo: “te voy a dar donde más duele”, dicen cuando planean dejar viva a su ex y matar a sus hijos. 


¿Qué ocurre cuando tu ex ha sido una persona violenta, te ha maltratado, te ha machacado emocional y psicológicamente? 

El rencor es normal y ayuda a desvincularse románticamente del ex. El despecho y la ira pueden ser muy útiles para alejarse definitivamente.  Cuando una persona te ha hecho mucho daño y te ha hundido la vida, no tienes por qué perdonarle, y no hay reparación posible. 

Solo cabe apelar a la justicia para que te proteja de tu maltratador y pague en años de cárcel la violencia que ha ejercido sobre ti.

Pero una vez que actúa la justicia, lo más importante para una víctima de violencia machista es desalojar al ex para siempre de su vida, de su cabeza y de su corazón. 

Liberarse es fundamental para que su ex no tenga ya más poder sobre ellas, y desaparezcan para siempre de sus vidas.

No es fácil porque hay hombres que no controlan su odio y pasan toda su vida obsesionados e invadidos de rencor, y necesitan vengarse. Por eso hay tantas mujeres que pasan tanto miedo cuando ellos salen de la cárcel. Porque algunos sienten que ya no tienen nada más que perder, y estos son los más peligrosos.


A estos extremos nos lleva el odio y el rencor. Lo destruyen todo y nos destruyen a nosotros mismos. Por eso es tan importante liberarnos. Porque para poder vivir bien es fundamental sentirnos libres de emociones destructivas, dejar atrás el pasado y mirar hacia delante.

Ojalá este post ayude a toda la gente que vive encerrada en la jaula del rencor y no logra romper con su ex. Ojalá le sirva a mucha gente para hacer autocrítica, para pedir un alto el fuego, para llegar a acuerdos, y para fumar la pipa de La Paz con su ex. 

O al menos, si no se puede fumar esa pipa, que sirva para que cada cual pueda liberarse del odio, y pueda vivir en paz, y con tranquilidad,  que ya demasiadas guerras libramos en nuestro día a día. 

Tú decides dónde quieres poner tu tiempo, tu corazón y tu energía.


Coral Herrera Gómez 


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27 de abril de 2024

Espacios comunes para soñar juntas



Una de las cosas que más me gustan en el mundo es estar en espacios donde no hay que pagar y no hay que consumir nada. No hablo solo del campo, también hay islas en medio de los pueblos y las ciudades a las que puede acudir todo el mundo, tenga o no tenga dinero. 

Algunos de esos espacios son municipales: por ejemplo las Bibliotecas, donde puedes pasar toda la tarde leyendo gratis, y puedes además llevarte libros prestados a casa, o los Centros de Cultura, donde puedes ir a ver obras de teatro, danza, conciertos, exposiciones, y donde además hay círculos de lectura y puedes disfrutar de formación gratuita (charlas, conferencias, talleres)

En muchos pueblos también tienen una Casa de las Mujeres, una Casa de la Juventud, un Centro de Mayores, o una Casa del Pueblo. En muchas de estas casas hay salas que se ceden a las asociaciones vecinales y a los colectivos para que realicen sus reuniones y hagan actividades. 

También hay espacios gratuitos para huertos urbanos gestionados por la ciudadanía, o espacios para hacer deporte, pero al margen de los ayuntamientos, también hay espacios comunitarios construidos por la gente, o recuperados del abandono. 

Son espacios populares auto gestionados: la gente trabaja en ellos para construirlos o rehabilitarlos, después debaten sobre qué van a hacer, y se organizan para repartirse las tareas. 

Son espacios mágicos porque nadie manda y nadie obedece, la gente decide conjuntamente las normas de convivencia y las formas de uso, y es una propiedad colectiva que debe ser cuidada por todos y todas. 

Las normas no vienen impuestas, también se deciden colectivamente usando el método asambleario: todo el mundo tiene voz y voto, todos y todas aportan lo que pueden al desarrollo del proyecto, que puede ser social, político, cultural, o todo a la vez. 

Estos espacios gratis son islas de resistencia frente a un mundo que nos quiere consumiendo y gastando todo el rato, o que nos condena a quedarnos en casa si no tenemos dinero. 

Están en todos los barrios y todos los pueblos. Para construirlos solo hay que saber pensar en el Bien Común, y trabajar en equipo con mucha alegría, comunicación, generosidad, energía positiva, y ganas de aportar. 

Para mantenerlos hace falta que todo el mundo los cuide con amor: no es solo el tema de la limpieza y el mantenimiento, sino sobre todo cuidar la convivencia y las relaciones humanas. 

Porque para que funcione y perdure un espacio sin dueño, sin jefes, sin líderes, sin directores, es fundamental que todo el mundo sepa relacionarse de una forma horizontal con los demás, y no pretenda imponer sus deseos o sus opiniones al resto. 

En estos espacios nadie manda y nadie obedece. Y nadie se apropia de los recursos ni se beneficia de los demás.

Por eso son un peligro para el poder político y económico: ellos nos quieren encerrados en iglesias y centros comerciales. Muchos ayuntamientos ceden terrenos a la Iglesia católica pero jamás a la ciudadanía, y recalifican suelo rural como suelo edificable, para que se forren las constructoras. Lo llaman “progreso “, pero en realidad su objetivo es acabar con lo comunitario y desarmar los espacios autónomos y auto gestionados que no pueden controlar ni manipular a su antojo.

Por eso es tan importante cuidar y multiplicar estos espacios comunitarios, porque son los lugares donde la gente se organiza para mejorar sus pueblos y sus barrios, para protestar contra las injusticias y abusos del poder, para frenar la violencia de los gobernantes contra la población, para reivindicar causas sociales y para defender nuestros derechos humanos fundamentales, por eso molestan tanto a los poderosos. 

También les molesta que nos divirtamos y celebremos, y hagamos jornadas festivas donde nos juntamos gente de todas las edades para cantar, bailar, jugar y charlar. Ellos prefieren que estemos encerrados en casa viendo la tele de dos en dos, o pasando la tarde haciendo compras, que en la calle disfrutando con nuestros vecinos y vecinas. 

En estos espacios la gente también se junta para prestar ayuda a quienes más lo necesitan. Algunos tienen bancos de alimentos y de ropa usada, comedores populares, o espacios gratuitos de asesoría jurídica en temas laborales o migratorios, apoyo psicológico y emocional, y apoyo logístico o financiero para la población más vulnerable. Se hacen cajas de resistencia, donde la gente aporta lo que puede, no solo para apoyar determinadas causas, sino también para construir, reformar o mantener las casas comunitarias.

Además, en estas casas también hay bancos de tiempo en los que la gente aporta una o varias horas a la semana y recibe el mismo tiempo que da. Por ejemplo, tu puedes cortarle el pelo a la gente si eres peluquera, y recibir clases de inglés a cambio del tiempo que has puesto tú. O ayudarle a la gente con tus conocimientos de fontanería, mientras otros te enseñan a recoger setas en el campo. 

En algunas de estas comunidades se crean redes de crianza colectiva en las cuales madres y padres pueden organizarse para apoyarse entre todas. 

Y redes de comunicación alternativas: radios comunitarias, periódicos locales, plataformas digitales gratuitas… 

Y mercadillos de trueque en las que la gente dona lo que ya no usa, y puede darle nueva vida a las cosas de los demás.

Y tiendas gratis en las que puedes llevar tus cosas y comprarte otras sin usar el dinero para nada.

Y ludotecas y espacios infantiles al aire libre en los que niñas y niños puedan intercambiar y compartir juguetes y libros, moverse libremente, aprender cosas nuevas, y relacionarse en igualdad entre ellos y con las personas adultas.


¿Qué más puedes encontrar en estas islas? 

Huertos comunitarios, refugio para animales heridos o abandonados, laboratorios sociales, y espacios culturales para fomentar la creatividad y el arte.

Y no sólo eso, en todos se comparten conocimientos y se aprende colectivamente. En muchos se imparten clases de alfabetización para personas adultas mayores que no saben leer, clases de español (gallego, catalán, euskera, etc) para la gente que acaba de llegar, clases de refuerzo para niñas y niños que necesitan apoyo escolar…

La gente se junta para aprender informática, baile, canto, pintura, artesanías, escritura, artes marciales, malabares, circo, yoga y meditación. En muchos se enseña a reparar y reciclar bicicletas y patines, electrodomésticos y aparatos. 

También se organizan vídeo fórums para ver documentales y películas que no están en los circuitos comerciales, se imparten conferencias sobre temas científicos, temas medioambientales, sociales y políticos, y derechos humanos. 

Son espacios de conocimiento alternativo en los que puedes aprender sobre feminismo, ecologismo, pacifismo, antimilitarismo, antirracismo, diversidad. 

Y puedes además pasar de la teoría a la práctica, y crear tu propio movimiento social. 


La gente que construye y cuida estos espacios trabaja para que sean espacios libres de discriminación y violencia, y de enfermedades de transmisión social (edadismo, machismo, clasismo, racismo, capacitismo, homofobia, etc) 

Por eso se configuran desde la multiculturalidad y se trabaja a fondo para hacer un trabajo de sensibilización, formación y toma de conciencia, hacia dentro y hacia fuera del espacio.

¿Que tienen en común todas las personas que participan en estos espacios? Que todas creen que otro mundo es posible, y otras formas de organizarse y relacionarse son posibles. 

Estos espacios son la demostración de que no necesitamos consumir para divertirnos, que no necesitamos las jerarquías para relacionarnos, que no necesitamos líderes ni lideresas, que las normas se respetan más si tú contribuyes a su creación, y que se trabaja mejor desde la cooperación, la solidaridad y el apoyo mutuo. 

No es fácil mantener estos espacios porque siempre hay gente que pretende ejercer su poder de forma autoritaria, pero si no se adaptan a las estructuras horizontales, tienen que acabar marchándose porque la mayoría de la gente lo que quiere es funcionar de forma asamblearia, y disfrutar en paz, sin guerras internas ni luchas de poder. 

Son comunidades humanas que pretenden ser seguros para la infancia y para las mujeres, que están trabajando mucho para que sean lugares libres de machismo, de abuso, de acoso sexual y violencia sexual. 

No solo se trata de organizarse de otra forma, también de relacionarse desde los valores del respeto, la igualdad, la cooperación, el apoyo mutuo, la inclusión, la empatía, los buenos tratos y la solidaridad.

Son islas paradisíacas en medio de un mundo en el que todos quieren mandar, y acumular poder y dinero. Por eso es tan importante defenderlas y expandirlas por todas partes. Ahora mismo son los únicos lugares en los que se llevar la utopía a la práctica y donde se puede soñar un mundo mejor. 

Coral Herrera Gómez 


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