La amistad es una de las cosas más maravillosas que ha inventado la Humanidad. Esta forma de quererse, cuando hay amor del bueno, cuando nos relacionamos en libertad, es uno de los mayores tesoros que tenemos en la vida. Con los amigos y las amigas podemos establecer relaciones sanas, equilibradas, horizontales, igualitarias y desinteresadas, y en ese sentido, generalmente nos hace sufrir menos que el amor romántico.
En el Laboratorio del Amor hemos recopilado unos cuantos rasgos de la amistad que podrían enseñarnos a construir relaciones sentimentales, eróticas o afectivas más bonitas, basadas más en el compañerismo que en las necesidades de nuestro Ego:
- Sin Mitificaciones: A las amigas no las idealizamos porque las conocemos bien. No queremos cambiarlas, ni ellas a nosotras tampoco, sino que crecemos a su lado en base a las experiencias que compartimos. A las amigas y los amigos los queremos tal y como son, con sus virtudes y defectos. El amor que sentimos hacia ellas y ellos nos hace ser comprensivos con sus rarezas, manías, despistes, mezquindades, tonterías, y torpezas. E incluso nos reímos con ellos de las nuestras.
- Sin limitaciones para crecer: La amistad nos permite aprender mucho de nosotras mismas y de la Humanidad. Nos permite crecer porque no nos limita: crecer junto a alguien y contribuir a su bienestar nos hace sentir buenas personas, nos hace sentir que somos útiles y que podemos ayudar a los demás. Queriendo a la gente nos sentimos mejores personas porque aprendemos con las amigas, empatizamos con sus problemas, nos ponemos en su lugar, tratamos de aliviar su dolor, compartimos sus triunfos y éxitos.
- Sin exclusividad ni posesividad. A todas nos encanta que nuestras amigas tengan otras amigas, que su vida esté rodeada de afectos. Por lo tanto, cuando nuestra amiga empieza una relación de amistad con otra persona, no enfurecemos ni nos sentimos celosas: nos alegramos de que haya más gente que la quiera y la enriquezca.
- Con intimidad, libertad, comunicación, confianza: Con las amigas y los amigos tenemos un altisimo grado de confianza e intimidad que nos permite expresar las emociones con libertad, sin miedo a lo que la otra persona pueda pensar de nosotras. Con las amigas nos abrimos el corazón y las carnes enteras, porque con ellas podemos desahogarnos, analizar situaciones, relativizar, y acabar agotadas de la risa.