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8 de febrero de 2010

cultura patriarcal, lenguaje patriarcal



Si nuestra cultura es patriarcal, es normal que nuestra lengua sea sexista. Lo que no es normal es que tenga que seguir siéndolo por los siglos de los siglos mientras las leyes, las costumbres y las mentalidades cambian.

Las lenguas son gigantescas construcciones culturales creadas por los seres humanos, y como todo lo que está vivo, varían con el tiempo, evolucionan a la par que están siendo usadas. Las lenguas son formas diferentes de expresar la realidad; son herramientas para la comunicación entre los seres humanos. En diez mil años de existencia, la humanidad ha mejorado sus herramientas hasta llegar a la alta tecnología espacial, de modo que si el lenguaje verbal es una herramienta, es obvio que también puede evolucionar al mismo paso que la sociedad que la usa.

Las comunidades y los pueblos crean su lengua a partir de sus vivencias individuales y de grupo, sus creencias religiosas, sus tradiciones, sus cosmovisiones, las condiciones climáticas en las que viven... cada idioma aporta al mundo su manera de ser y de sentir, sus modelos de comportamiento, sus formas de percibir la realidad. En lenguaje esquimal existen innumerables formas para describir la nieve o los matices del color blanco. Para lo que nosotros tenemos tres o cuatro palabras, el pueblo esquimal usa una treintena. Y esto sucede porque sus formas de vida están ligados a la nieve y el hielo; por eso sus necesidades, sus modos de subsistencia, su saber acumulado, se reflejan en su lenguaje.

Siendo un producto social y cultural, el lenguaje está atravesado de ideología. Lo mismo que el arte, la política, la economía o la democracia, que son abstracciones humanas atravesadas por una forma determinada de ver y entender el mundo. Las ideologías son el conjunto de ideas e intereses que unen a determinados individuos.

Así pues, se entiende perfectamente que en una sociedad donde la feminidad es sinónimo de oscuridad, debilidad, maldad, cobardía, estupidez, y mil cosas negativas más, su lenguaje sea sexista. Lo que no se entiende es por qué los académicos y l@s purist@s se llevan las manos a la cabeza, escandalizados por los cambios que el lenguaje está experimentando en los últimos años. A los de la R.A.E. les parece muy moderno incluir vocablos de uso popular, pero defienden con uñas y dientes la "economía" del lenguaje, el uso del masculino como género neutro, y la estructura que permite que el mundo sea pensado en masculino. Lo que ellos consideran correcto es un castellano que no conoce la palabra ninfómana en masculino, pero tiene mil formas para nombrar a las mujeres que hacen con su cuerpo y su placer lo que desean: zorra, puta, guarrilla, putón verbenero, mujer de vida alegre, mujer de la calle, fresca, etc. Un idioma que nombra los objetos domésticos en femenino (la bayeta, la fregona, la sartén, la cacerola, la mesa, la silla, e incluso la televisión), pero en cuanto salen al mundo público, se masculinizan (la Intranet se convirtió en la Internet y después en el Internet, aunque todavía lo sigo viendo con ambas formas). En nuestro lenguaje, no había palabras para definir a una mujer jueza, arquitecta, abogada, o antropóloga, pero afortunadamente las mujeres ya no dicen: "soy ingeniero", como antes. Es tan curioso como el hecho de que hace años el significado de Presidenta era "la mujer del presidente", porque antes no existían presidentas de ningún tipo.

Me sorprende el rechazo rígido que reniega del lenguaje no sexista, porque, como digo, las lenguas son sistemas vivos que pertenecen a las personas que las hablan; y resulta que las mujeres hablamos, nos comunicamos, educamos, transmitimos, a los demás, en privado y en público. Se pongan como se pongan los académicos, una nueva forma de ver y de estar en el mundo requiere, sin duda, cambios en su forma de expresarlo. Mucha gente, sobre todo periodistas, se rieron de Bibiana Aído cuando utilizó el término "miembras", pero a mí me parece bien que se innove, que se pruebe, que se incorporen nuevas formas antipatriarcales de nombrar la realidad. Más que forzar el lenguaje, se trata de extraer de él nuevas palabras que permitan visibilizar lo femenino.


De hecho, es un proceso inevitable, e imparable. Habrá más o menos resistencias, pero al final, si existe una igualdad legal y económica, no se podrá evitar que los cuentos que nos contamos cambien, que las expresiones se transformen, que se explore y se innove para lograr una igualdad integral, en todos los niveles. Con decir que todos somos iguales ante la ley no basta. Hay que eliminar progresivamente la discriminación en el lenguaje y la cultura. Y no pasa nada.

A medida que he ido adquiriendo conciencia de cómo las leyes se volvían igualitarias pero la cultura (lenguaje, refranes, chistes, creencias, etc.) siguen siendo patriarcales, entiendo que la única forma de lograr la igualdad real es que aprendamos a nombrar el mundo en femenino, y alternemos de manera natural con el otro modo de nombrar el mundo, en masculino.

Tengo que decir que también aquí hay una cuestión personal. No puedo evitar indignarme cuando formo parte de un grupo de diez mujeres y alguien nos dice: "Lo estáis haciendo muy bien todos. Venid por aquí chicos". Me quedo como alucinada, pensando, ¿pero esta mujer/hombre no se da cuenta de que somos todas mujeres excepto uno?. Cuando ejerzo de profesora cuido mucho el lenguaje, y noto que a mis alumnos varones no les afecta que alterne en el uso de los plurales masculinos y femeninos.

Me parece una falta de respeto que la gente hable en masculino todo el tiempo, y cuando son las mujeres las que hablan de ellas mismas o de las demás como si fuésemos hombres, más, porque es cuando tomo conciencia del papel central que tenemos las mujeres en la perpetuación del patriarcado, criando hijos e hijas que ven la feminidad como lo otro, como lo diferente. Hijas que se piensan a sí mismas como una minoría social, que alguna vez sueñan con ser niños para que se les escuche como a ellos, que estudian en el colegio las grandes gestas de los grandes hombres, como decía Beauvoir.

¿No les parece curioso que los presentadores y las presentadoras de televisión se dirijan a los telespectadores, cuando está demostrado que la televisión es vista mayoritariamente por mujeres?. No son los hombres de ciudad, sino las mujeres, en el ámbito rural y de mediana y mayor edad; son ellas las que más horas pasan frente al televisor. Y si no, comprueben por qué la mayor parte de los anuncios se dirigen a nosotras, a nuestro tránsito intestinal, a nuestras arrugas, a nuestro olor, nuestra incontinencia, nuestras tareas domésticas...

A medida que me voy haciendo consciente de la importancia de la visibilidad femenina, me sorprendo con cosas en las que no había reparado antes. Si voy a un congreso de editores, por ejemplo, todo el mundo habla de lectores, de escritores, de editores y de ilustradores como si no hubiera escritoras, autoras, editoras, e ilustradoras. Excepto la Ministra, que es la única que cuida el lenguaje entre tanto hombre anciano y poderoso, y que utiliza un lenguaje que no excluye a nadie.

Si voy a un congreso de contenidos digitales, todo el mundo habla de usuarios; la única vez que hablaron de usuarias fue a propósito de una página dedicada a las mujeres. Si monto en el metro, la voz en off se dirije a los señores pasajeros, y da rabia ver que en el vagón la mayoría son mujeres trabajadoras que vienen del curro.

Otro ejemplo es cuando en 1969 se dijo: "El hombre ha llegado a la Luna". Como seguramente Marte lo pisará una mujer astronauta, me pregunto cómo serán los titulares:
"El hombre pisa Marte por primera vez. Mary Smith aterriza en el planeta rojo".
"La mujer ha llegado a la luna. Y el hombre también", o
"La humanidad pisa en Marte".
Se admiten apuestas, ¿qué pensáis vosotras?.

En el facebook no se nos reconoce como administradoras, y tampoco puedes agregar a amigas, solo ponerlas en el apartado "amigos". Actualmente hay un grupo que se llama "Soy una mujer. No me uno a los grupos que no me nombran" , en el que publican enlaces muy interesantes y abogan por el uso de la arroba. Es tan sencillo como buscarle un sonido a esa vocal posmoderna, y entonces todo fluirá por sí solo, con tranquilidad. La @ es lo más neutro que se me ocurre; el debate está abierto, y calentito.



Leo muchos artículos en contra del lenguaje no sexista, pero a título personal, no sé si se entiende esta sensación de que una no existe, o al menos, que no importa mucho, a no ser que me estén vendiendo algo o me hablen de cosas que la gente considera "femeninas". A veces me siento que no soy pasajera, ni usuaria, ni ciudadana, ni siquiera profesora, porque las empresas siguen poniendo anuncios de trabajo para profesores, educadores y redactores, como si las mujeres tuviésemos que optar a un puesto de trabajo que en realidad es para ellos. Ese hacer como si la humanidad fuese masculina, como si a las ciudadanas no las importase que se hable de los ciudadanos para hablar de la ciudadanía, me parece una falta de respeto y de educación.

La costumbre de hablar en masculino plural es, simplemente, un vestigio histórico de hace treinta o cuarenta años, cuando no había mujeres en el parlamento, ni en las reales academias, ni en las universidades, ni en los ministerios, ni en los Consejos directivos de las grandes empresas. Sé que entonces era normal hablar en masculino en las reuniones, conferencias, congresos, ruedas de prensa, convenciones, etc. porque no había mujeres. Y las que había, estaban limpiando o sirviendo copas y canapés.

Y ahora, haberlas haylas, aunque siguen siendo muy pocas. Por eso se debería hacer un esfuerzo por visibilizarnos, por hacernos sentir partícipes de las cosas. Por eso me parece bien que cuando un político o una política hable por televisión, salude a todos y todas. Por eso me parece bien que los profesores no hagan con sus alumnos como si todos fueran niños, especialmente cuando tienes veinte alumnas y dos alumnos.

Me parece delicioso poder cambiar de género cuando me apetezca, hablando con mi gente. Me hace sentir que el lenguaje es flexible, que se puede utilizar como una quiera, y que mis amigos varones no se sienten en absoluto ofendidos.

Hoy las cosas están cambiando, las mujeres estamos experimentando un empoderamiento, y el mundo ya no es de los señores en exclusiva, aunque es lógico que protesten por lo que ellos creen correcto y adecuado. Sin embargo, nosotras sabemos que el concepto de lo que es normal, natural, correcto y adecuado varía con las épocas históricas, las zonas geográficas, las edades y las culturas. Para mí no es normal que me encierren por expresar mis ideas, pero hace cuarenta años era lo más normal del mundo.

Así que ahora que la masculinidad ya no es todopoderosa, quizás lo lógico sea que el lenguaje cambie, que la comunicación humana no esté mediada por lo masculino, que cuidemos nuestras formas de dirigirnos a las personas, que poco a poco construyamos una sociedad y un lenguaje más igualitario y justo.
Digo yo, vamos.


Del muro de Ciudad de Mujeres he escogido las palabras de Isa Antón Fresnos:

El uso de un lenguaje que representa a las mujeres y a los hombres y que nombra sus experiencias es un lenguaje sensato, porque:
NO OCULTA
NO SUBORDINA
NO INFRAVALORA
NO EXCLUYE
NO QUITA LA PALABRA A NADIE

Coral Herrera Gómez



Otros artículos de la autora: 


El feminismo como asignatura






info interesante:

Ciudad de Mujeres

El lenguaje sexista en la Universidad

Cuida tu lenguaje, lo dice todo

Profesiones de la A a la Z, en masculino y femenino



29 de diciembre de 2009

LA INSATISFACCIÓN PERMANENTE






















La era del consumismo desaforado, la era de la soledad, la era de la (in)comunicación, la posmodernidad está inundada de pacientes con el síndrome de la Insatisfacción Permanente. 

Para la especie humana el inconformismo y la búsqueda de desafíos nos ha servido como  motor para innovar, para desarrollar nuestra tecnología y nuestra ciencia, para explorar otros mundos, para lograr superar límites, como por ejemplo la medicina. Esta insatisfacción es un estímulo permanente para el ser humano, gracias a nuestra curiosidad e imaginación,y es lo que nos permite evolucionar, transformar o mejorar nuestro mundo.

Pero en su lado negativo, la Insatisfacción Permanente nos mantiene angustiados, siempre anhelantes de metas que una vez cumplidas, no nos sirven. Con el paso de los siglos el ritmo de vida ha multiplicado por mil su velocidad y todos lo queremos todo, y ya. Y como es imposible, vivimos permanentemente frustrados pensando en lo que no somos, en lo que no tenemos, en lugares lejanos donde querríamos vivir, en la gente con la que querríamos estar. Este escapismo nos hace imaginarnos en otras situaciones que siempre idealizamos como mejores (si estamos solteras deseamos estar casadas, si somos jefas desearíamos tener menos responsabilidades, si somos pobres desearíamos ser ricas, si viajamos deseamos la estabilidad, si la tenemos nos aburrimos... 


La gente que se ve presa por el IP nunca disfruta el momento; siempre está pensando en lo que va a hacer dentro de diez minutos o de dos horas, y está siempre colocada en un intervalo de tiempo finito, esclavizada por el reloj, el ansia de control, la planificación de sus horas y sus actividades. Por eso la Instisfacción Permanente es una  fuente constante de frustraciones; vivimos en un mundo lleno de gente insatisfecha y de mensajes publicitarios que nos incitan a ser, a tener, a aparentar, que nos presionan hacia el éxito, la ascensión en la escala social. Lo llaman progreso pero no nos satisface nunca. 

El consumismo es una constante en nuestras vidas que nos distrae, pero nunca nos sacia. La Insatisfacción Permanente consiste no sólo en querer siempre más, sino sobre todo en nunca disfrutar de lo que uno tiene. Lo más normal es encontrarse con gente cuyo sueño es irse a vivir a otra ciudad, dejar a su pareja para encontrar otra mejor, cambiar o mejorar en el trabajo, etc. como si el cambio externo favoreciese el cambio interno. 

Tenemos, además, una tendencia terrible a ahogarnos en un vaso de agua por mil preocupaciones nimias, que nos afectan mucho y sólo tienen que ver con nuestro nivel de frustración. A muchos adultos les sucede como a los bebés: que no soportan el no, que no entienden que los demás no les den la razón, que no aguantan rechazos ni negativas, que creían que el matrimonio era indisoluble y eterno, los padres inmortales, los amigos incondicionales, y el futuro lleno de riqueza y armonía. Es gente que se endeuda hasta las cejas para adecuar su sueño de realidad con la realidad de la vida cotidiana, pero luego se aburre cuando lo tiene todo, y se frustra porque no tiene más (es lo que les pasa a los ricos cuando se encuentran con hiperricos, por ejemplo).

Sólo valoramos las cosas importantes de la vida (la salud, una vivienda digna, una red de afectos, 
la nevera llena, la mantita cuando hace frío, el agua en el grifo) cuando nos quedamos sin ellas (cuando nos cortan la luz, cuando enfermamos, cuando tenemos sed, o hambre, cuando nos deja la pareja) 

Nos parece natural no tener que ir a cazar o a recolectar algo para comer, y nos parece natural abrir la nevera y tenerla llena; es muy común en las sociedades urbanas que mientras se come se está pensando en la cena. También hay gente que mientras hace el amor ya está pensando en el cigarrito de después, porque estamos siempre en el futuro, deseando, proyectando, imaginando, anhelando, luchando, invirtiendo, en lugar de disfrutar el instante en el que estamos. 

Y no hay nada más gozoso que sentirse viva en determinado momento. Viva, sana, de pie, nada más. Una de las cosas esenciales para mí es la autonomía de una misma, la capacidad de moverte, de pensar, de ganarte la vida, de tener gente querida alrededor, de poder disfrutar de tu tiempo libre.






















Yo lucho mucho contra mi IP. Todos los días hago un repaso de las cosas buenas que tengo en la vida, y siempre trato de alejar de mí la tendencia que tenemos los occidentales a la melancolía, la desazón, la angustia existencial, el miedo al vacío, el miedo a la soledad… 


Me siento inmensamente afortunada en muchos aspectos, sobre todo por la cantidad de amigos y amigas que tengo. 

Me tortura el paso del tiempo, pero trato de disfrutar al máximo las diferentes etapas de mi vida porque sé que terminan para dar paso a otras nuevas. Me cuesta mucho asumir las pérdidas y me desespero cuando pierdo seres queridos, cuando me alejo de seres queridos, cuando destruyen los símbolos de mi infancia, cuando cambia el rostro del amado, cuando pierdo la inocencia, cuando pierdo ingenuidad… 

Por eso es necesario el carpe diem, porque uno no para de adquirir cosas y de perderlas, y porque el tiempo pasa muy deprisa. Si te descuidas te pasas la vida lamentándote por lo que no tienes, por lo que nunca tendrás, por la infancia, la adolescencia, la juventud perdida.. y se te pasa el tiempo y no has disfrutado ninguna etapa, y has estado siempre mirando hacia atrás, y el futuro ya ha llegado y no te ha dado tiempo a vivir.

Creo que es importante aceptar. No en el sentido de resignarse, sino de asumir con cierta calma interna que las cosas no son como querríamos que fuesen. Podemos cambiar muchas cosas de nuestra vida, eso está claro, porque somos sujetos activos en nuestras trayectorias vitales, somos los protagonistas de nuestra propia biografía, y del momento histórico en el que nos encontramos. 

Pero no podemos resucitar seres queridos, ni podemos resucitar amores extinguidos, ni podemos hacer que nos toque la lotería, ni podemos ser felices siempre, y a veces nunca. Pero sí podemos luchar por los derechos que no tenemos, si podemos luchar por la mejora de nuestra sociedad, sí podemos cambiar las desigualdades y las injusticias, sí podemos conseguir cosas si nos unimos para lograrlo. Si podemos dejar una huella que perdure por generaciones, si podemos encontrar satisfacción en los logros que obtenemos cuando nos juntamos para cambiar las cosas. 

Y podemos también atrapar el momento, congelar el paso del tiempo, desconectar los móviles y los relojes, y disfrutarlo intensamente como si cada segundo fuera un siglo. Solo hay que pararse un momento, respirar hondo, tomar conciencia, y hacer de esa fiesta un instante inolvidable para ti, y para los demás. 

 Que la vida es un ratito. 

Coral Herrera Gómez



Otros artículos de la autora: 


Yonkis del Amor





29 de agosto de 2009

Ciberamores: El Amor en Internet



Hoy quería escribir acerca de cómo las nuevas tecnologías están modificando nuestras formas de relacionarnos. Contra la tesis que afirma que Internet es un medio que contribuye a aumentar la soledad de los individuos posmodernos, yo pienso que es una poderosísima herramienta de comunicación horizontal. Pese a los esfuerzos de la televisión, Internet es el único medio que integra al consumidor al dispositivo comunicacional. Es el primer medio que proporciona herramientas para expresarse y para el desarrollo de la creatividad sin trabas, y además permite la comunicación de las personas entre sí, cosa que no es posible en otros medios masivos. 

Es cierto que existe una brecha lingüística (determinada por el uso internacional y masivo del inglés) y una brecha tecnológica entre los seres humanos que pueden acceder a la red y los que no, pero su uso cada vez es más masivo incluso en países subdesarrollados, y supone una vuelta a la creación de la cultura e intercambio de información entre la gente sin mediaciones. Es cierto también que los imperios tecnológicos como Microsoft y fenómenos masivos como los de Google, Yahoo, Facebook o Myspace están copando abusivamente el mercado cibernético. 

A pesar de ello, la Red es un sitio que permite a miles de personas comunicarse, escribir y exponer sus creaciones artísticas, y tener acceso a un número ilimitado de productos culturales, blogs, páginas web, periódicos, revistas, fanzines, folletos digitales, portales de información, etc.



. Como aspectos positivos del amor en Internet, me gustaría subrayar el hecho de que muchas personas han vivido y están viviendo historias de amor tan reales o más que en la realidad de la vida cotidiana (Berger y Luckmann). Cada vez son más numerosos los matrimonios de gente que se conoció por Internet, los romances a distancia, los adulterios cibernéticos, los reencuentros con antiguos novios y amantes. Internet es la gran alternativa para la gente que huye de los lugares tradicionales de ligoteo, como bares y discotecas, o para los que lo utilizan indistintamente, complementando los ligues reales con los ligues cibernéticos.

Muchas personas tienen, por distintas razones, problemas para ligar: timidez, complejos, inseguridad, horarios de trabajo difíciles, prohibición de salir de casa (para las mujeres musulmanas o los presos cumpliendo condena en su domicilio), aspecto físico no adecuado para los cánones de belleza hegemónicos (obesidad mórbida, malformaciones, enfermedades), personas que viven en entornos aislados, (como es el caso del mundo rural), o simplemente personas casadas que echan canitas al aire cibernéticas. Además, para los habitantes de las grandes ciudades, donde el tiempo es el gran problema, Internet es cada vez más un medio para conocer gente, ligar o echarse unos polvos sin compromiso. En este sentido, por la web se ahorra tiempo porque tenemos un catálogo de hombres y mujeres dispuestos a conocer a alguien y establecer relaciones sin tener que salir a la calle a buscarlas.

Internet es un mundo en el que las barreras físicas, arquitectónicas o ambientales se eliminan; la desconexión puede producirse de inmediato (no tenemos que excusarnos para irnos), y la conexión se da en unas condiciones de total libertad: las personas hablan entre sí si les apetece, si se gustan, si quieren intercambiar información…. Hablar por Internet es más fácil que en el cara a cara (especialmente para los más tímidos), y a menudo facilita la primera cita porque los amantes virtuales ya han podido escribirse, oírse y verse en la pantalla. Los nervios ante la cita "a ciegas" son los mismos, pero al menos ya tendremos bromas con las que romper el hielo.   



La gran utopía amorosa de Internet ha sido, para muchos, la idea de que en el amor la belleza interior es lo que cuenta. Anque no seas excesivamente guapa o guapo, pueden enamorarse de ti por lo que uno realmente es por dentro, sin tener en cuenta el factor físico. Es una utopía porque con el desarrollo de los perfiles, podemos ver videos y fotos de la persona sin conocerla de nada, de modo que el aspecto físico o la fotogenia siguen siendo fundamentales. 

Después de todo, en la Web ocurre lo mismo que en la vida diaria: buscamos gente perfecta del mismo modo que buscarmos el producto que nos satisfaga. Lo queremos todo y ya; la gente se encuentra a un golpe de ratón, a un click. Esto es un fenomeno que va en aumento, porque ya no es cosa de frikis, sino que cada vez más la gente lo usa con naturalidad, para tener encuentros sexuales esporádicos, o para encontrar al amor de su vida (aunque sea una y otra vez).

  Gracias, sin duda, a Internet, el amor es hoy en día más globalizado e intercultural, pues une a parejas de todo el mundo. Con Internet no existen las distancias físicas o temporales, de modo que dos enamorados pueden verse diariamente, aunque uno esté en Moscú y otro en un pueblecito de la costa portuguesa. 

Internet sin duda tiene muchas ventajas, porque permite a la gente trascender su pueblo, su entorno, su localidad, y conocer gente de todas partes sin moverse de casa. Estas mismas relaciones a distancia también mueven a la gente; hay personas que se recorren medio globo por ir a conocer a su amado.Yo conozco parejas maravillosas que nacieron en los chats y que hoy en día comparten felizmente su vida; en realidad, Internet es un modo más de conocerse, tan válido como las agencias de contactos, los viajes organizados, las fiestas privadas y públicas, etc.




Además, Internet permite a las organizaciones y los movimientos sociales ampliar sus redes de apoyo e información; cada vez hay más clubes de frikis, asociaciones vecinales, culturales o políticas, ONG’s, Plataformas, medios de contrainformación, organizaciones de todo tipo que unen a gente por su ideología política, su orientación sexual, su estilo de música preferido, su deporte favorito, su preocupación por el medio ambiente, o sus aficiones personales. Y esto es positivo porque revitaliza los movimientos sociales, visibiliza nuevas formas de organizarse, permite el intercambio de información, ... dando una oportunidad de aportar cosas y relacionarse a la gente con problemas de movilidad o con escasas habilidades sociales. También disminuye la soledad del raro del pueblo o las dificultades de relación de los ex-presos; Internet, en este sentido, es un medio enormemente democrático e integrador, porque las personas con discapacidades o los ancianos pueden moverse con soltura por la World Web Wide.


También es positiva la visibilidad que adquieren grupos de sexualidad heterodoxa. Estos grupos poseen ideologías alternativas en torno a las relaciones sexuales y afectivas, e Internet es un lugar donde poder encontrar gente que comparte estas prácticas sexuales no hegemónicas con mucha discreción. A través de la Red, homosexuales que no han salido del armario, individuos que quieren practicar intercambio de parejas (swingers), tríos, cuartetos y orgías, sadomasoquistas, etc. pueden entrar en contacto; a menudo se hacen quedadas masivas a festivales de fin de semana que reúnen a cientos o miles de personas afines a determinadas prácticas. En los medios de comunicación masivos estos grupos no existen o son presentados como gente excéntrica; por ello Internet es el medio a través del cual adquieren visibilidad y pueden organizarse. 




El aspecto negativo es, por supuesto, la mediación. Internet es un espacio a la vez liberador (para las personas que eligen voluntariamente otras prácticas sexuales alejadas de la monogamia y la heterosexualidad) y opresivo (para las prácticas comerciales que explotan a personas que son víctimas de la explotación sexual o el abuso, como es el caso de la pederastia y la esclavitud infantil). Nos parece importante distinguir este punto porque las únicas noticias que salen de Internet están relacionadas con la pederastia y el tráfico de esclavos sexuales, pero nunca presentan el lado positivo de Internet: su capacidad para conectar a las personas y la posibilidad de interacción y comunicación que ofrece, por ejemplo, a las parejas que tienen que vivir separadas por océanos por motivos de trabajo. En este sentido, Internet rompe las barreras del tiempo y del espacio y nos acerca al sueño humano de la teletransportación. Estoy segura de que en unas décadas podremos enviar hologramas, imágenes nuestras tridimensionales con movimiento, a la otra punta de la Tierra en tiempo real.


Las relaciones amorosas de Internet se ven influenciadas en gran medida por páginas como meetic, planazo, badoo, match, etc. que ofrecen la posibilidad de conocer gente e iniciar amistades o romances. Estas páginas facilitan un espacio a cada persona para colgar su perfil y tener fotos, videos, correo y sistema para chatear. Esto implica que la forma de conocerse está predeterminada por los parámetros que ofrece la página para registrarse y relacionarse. Algunas son de pago y otras gratuitas, pero en todas parece que vamos a comprar on line el mejor producto. El producto que se adecue a nuestras necesidades. 


Si somos españoles de clase media con profesión liberal buscamos un perfil similar al nuestro creyendo que así será más fácil ser compatible con la otra persona. Los miembros de estas páginas de citas varían en sus apetencias: unos buscan gente con la que pasar ratos agradables, y otros buscan a su princesa ideal, el problema es que el amor es caprichoso, variable, impredecible. Es fácil decir: “me voy a enamorar de esta mujer que es parecida a mí y tiene mis mismos intereses”, pero no es fácil que suceda. A menudo las personas nos enamoramos de gente diferente a nosotros (diferente profesión, clase socioeconómica, religión, raza, etnia, idioma o cultura), o buscamos que tengan lo que nosotros no tenemos; por eso buscar al príncipe azul en Internet a menudo genera más frustración que buscarlo en la Realidad.

En la interacción cara a cara conocemos gente y se activan muchos mecanismos (el olor que emitimos, los gestos que percibimos, la forma de caminar o de estar sentado, la sinceridad de la mirada, etc.) que en Internet no se dan. Por eso el amor en estas páginas de Internet no es fácil, y a menudo se parece a una búsqueda consumista de un producto ideal. 


Sin embargo, nuestro veredicto es positivo: Internet mejora las relaciones humanas porque permite comunicarse con gente lejana al instante, porque permite hacerlo a través de distintos medios: escribir un mail, chatear, postear en un blog, enviar videos y fotos, grabar una canción o una declaración de intenciones… y porque normalmente las relaciones atraviesan la pantalla y la gente queda para conocerse cara a cara e intercambiar feromonas olfativas. A veces se dan flechazos brutales, otras veces el encuentro no va más allá de una amigable charla, y en otras acaba siendo una cita divertida en la que intercambiar placeres sin compromisos posteriores.

Otras voces más críticas se escandalizan porque se considera que Internet promueve la infidelidad. Cada vez son más los hombres que están chateando por el celular mientras sus compañeras cocinan, y cada vez más mujeres que tienen al marido viendo la televisión y chatean con su amante desde el portátil. Intercambian comentarios, y cada uno está en otra parte del mundo intercambiando mensajes picantes, tiernos, banales o profundos. El deseo de volar hacia otros brazos creo que es el mismo de siempre; es la tecnología la que ha avanzado. Antes se hacía más clandestinamente, ahora puedes ser descubierto si tu pareja entra en tu correo, en tu celular o tus perfiles en las redes sociales. Así que no podemos echar la culpa a Internet; son millones las parejas aburridas de sí mismas que sondean en el ciberespacio en busca de un poco de emociones fuertes. 


Las voces más críticas consideran aberrante que la gente pase delante de la pantalla un tiempo precioso que podría emplearse en estar con gente en la realidad. Los últimos estudios recalcan lo importante que es para nosotros poder hablar con alguien cara a cara, dar y recibir abrazos y besos, sentir calor humano, bromear y reírnos… y sobre todo, poder quitarnos las máscaras y las pantallas y tener gente con la que poder compartir nuestras intimidades sin necesidad de defendernos o medir nuestras palabras. 


Así, el uso de Internet como pantalla para no enfrentarse al mundo sí que puede llegar a ser patológico, sobre todo porque esa pantalla nos permite mostrarnos como queremos que nos vean, no como somos. Eso se ve en la vida real (casi siempre mostramos nuestro mejor lado) y en Facebook, donde todo el mundo va de buen rollito y siempre se cuentan buenas noticias y grandes hazañas, o pequeños problemas cotidianos. Pero nunca contamos miserias personales que ensucien nuestro perfil (he traicionado a mi amiga, me he aprovechado de mi primo, he mentido a mi compañero de trabajo, he sido infiel a mi marido, he robado en una biblioteca, he leído el correo de mi esposa, he hablado mal de mi vecino a los otros vecinos...).








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Amores horribles en Facebook






28 de junio de 2009

El placer del sufrimiento





Llevo mucho tiempo pensando en el placer del sufrimiento. A primera vista pueden parecer dos términos contrapuestos, pero piensen en la cantidad de gente que disfruta pasándolo mal. Una característica esencial de la cultura occidental cristiana es el gusto por la sangre, el dolor, el sacrificio, el martirio. .. toda la simbología cristiana está plagada de espinas, lágrimas, cruces, llagas, sangre... y los nazarenos en semana santa, que se fustigan con deleite ante la admiración y el respeto del público en las procesiones. 

De esta cultura cristiana, además, viene nuestro gran sentimiento de culpa 
(por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa).










A los humanos, no sé por qué, nos gusta sufrir y hacer sufrir. No he visto ningún animal que acorrale a otro animal mientras los suyos jalean para que lo mate después de marearle con tanta vuelta. Los animales no torturan, no disfrutan viendo a otros matar o maltratar. 

Nosotros somos, en ese sentido, una especie sanguinaria y malévola.






En otro nivel están los sadomasoquistas, que sienten el dolor como placer asociado al erotismo. El sadomasquismo es una cuestión de grados, obviamente. Unos lo llevan en silencio, como las almorranas, y otros se meten en club de sados y masos: no se imaginan la cantidad de gente que se coloca en el papel de amo o esclavo, gente a la que le encanta jugar a dominar o someterse, humillar o sentirse humillados, azotar o ser azotados. A mí me parece un juego muy divertido, siempre pienso que es más sano practicar el sadomasoquismo en la cama que fuera de ella (veasé parejas que se maltratan mutuamente en público y en privado).




Conozco mucha gente a la que le gusta sentirse triste porque así parece una persona sensible, desgraciada, y especial.  Son muchos y muchas los que creen que el mundo está contra ellos, y en general a todos nos gusta quejarnos, porque es gratis y nos desahoga mucho. 

En las reuniones sociales no es frecuente que la gente entone discursos sobre lo feliz que es con lo poco que tiene. A todo el mundo le falta algo: el amor de su vida, un familiar fallecido, una casa más grande, un trabajo mejor... sufrimos de insatisfacción permanente y nos cuesta detenernos a pensar en todo lo que tenemos, en la riqueza de nuestras relaciones afectivas, en las herramientas que hemos adquirido con el paso de los años, en el techo que nos cobija de la intemperie a las noches, en la ducha de agua caliente que nos anima por la mañana, en la comida que tenemos en la nevera, en la sonrisa que nos saluda en las mañanas... Damos el interruptor de la luz pensando que lo natural es que se encienda la bombilla, sin detenernos a pensar en lo afortunados que somos por poder disfrutar algo de lo que nuestros bisabuelos no podían disfrutar, sencillamente porque no existía la luz eléctrica en las casas.




La tristeza se puso de moda en el siglo XIX, y en el XX empezamos a exaltar a todos los suicidas que dejan cadáveres bonitos, gente excesivamente sensible incapaz de adaptarse al mundo cruel que graban unos discos estupendos y luego mueren, como es el caso de Jimi Hendrix o Janis Joplin.  

La autodestrucción y la insatisfacción es algo que heredamos del Romanticismo y que nos hace perder mucho tiempo de vida porque nos hace infelices, nos aísla, nos roba las energías. Cuando tenemos techo y comida asegurada, los humanos tenemos la manía de lanzarnos a ahondar en la angustia existencial, el miedo al vacío, la falta de sentido del mundo posmoderno, el miedo a la muerte, el porqué de la vida...






Nos gusta estar depres, melancólicos, tristes, decepcionados, derrotados... es como una actitud permanente ante la vida. Unos porque aman la poesía del victimismo, otros porque así se sienten protagonistas absolutos de un drama folletinesco. Unos lo utilizan para provocarse crisis, otros para crear: narradores y artistas cantan al dolor, la confusión, la sensación de pérdida, el miedo a la soledad. Los cantantes siempre cantan canciones de desamor. Prueba de ello es que apenas hay canciones de amor de verdad, de alegría y entusiasmo. Todas los reclamos son muy parecidos: "¿por qué te vas?, no me dejes, no te vayas de mi lado, no me abandones, ¿porqué me has dejado?, no entiendo lo que pasó, ingrata, ingrato, tengo el corazón partío, sin ti no soy nada", etc.

Nuestras sociedades gustan de catarsis emocionales colectivas, por eso el éxito del fútbol. La gente en televisión siempre sale llorando, exclamando, presos de euforia, arrebatados de emoción, o invadidos por la ira. A muchos les gusta ver cómo se reencuentran las personas después de años de dolor, y las audiencias se decantan por programas en los que se humilla y degrada a los concursantes "por su bien", "para que aprendan", como en Operación Triunfo.





Lo más sorprendente es cómo la gente se presta a estas cosas. Me cuesta entender por qué los concursantes lloran de felicidad cuando son aceptados en OT, o cómo pueden desear ser juzgados y humillados en público de ese modo, y como bajan la cabeza en señal de sumisión y culpabilidad ante el jurado. Operación Triunfo y muchos realities-concurso como Gran Hermano llevan un rollo super sadomasoquista; sus métodos pedagógicos están basados en disciplinas militares basadas en la resistencia al dolor o en la capacidad para someterse a los maestros. El aprendizaje de baile, canto o interpretación no deberían darse en un clima hostil y competitivo; de tanta presión es difícil que surja arte. Es cierto que el dolor puede ser muy creativo; pero no un dolor gratuito, artificial, que no viene a cuento.



Nuestras relaciones amorosas también están determinadas por este gusto por el sufrimiento. A menudo deseamos a personas que no nos desean solo porque no las tenemos, porque no se dejan dominar. Es cuando la gente valora más al amado o la amada: cuando no están, cuando no son objetivos alcanzables  (ejemplo: personas casadas, personas que viven lejos, personas que se mueren, o personas que nos abandonan). Despreciamos a los que nos aman y anhelemos los favores de los que no nos estiman. Son desafíos contra uno mismo que acarrean mucho dolor y que suponen un despilfarro emocional y psíquico. Toda esa energía entregada a la causa amorosa nos beneficiaría mucho más, creo yo, si la invirtiésemos en cuestiones más prácticas, más reales. 

Luego están los que se quieren y no saben vivir sin pelearse, sobre todo por lo gratas y emocionantes que resultan las reconciliaciones. Gente que cree que para poder hacer el amor salvajemente primero hay que tener una bronca descomunal y después dejarse llevar por las dulzuras de las reconciliaciones... es todo buscar intensidad, al precio que sea, para poder alimentar la pasión. 




A la gente le gusta tatuarse en zonas delicadas, o agujerearse el cuerpo, llevar zapatos de tacón aunque duelan, corsés, fajas, sujetadores, cinturones... algunas personas gustan de pasar por quirófanos, abrasarse la piel, injertarse cosas raras, o machacarse con el hambre para poder adelgazar. 


Están también los que salen a la calle con ganas de que les peguen una paliza. Es ese tipo de gente que siempre está montándola en un bar, molestando a alguien o provocando para que se les preste atención. A veces es mejor pasar un rato discutiendo y llevarse dos hostias a casa, que volver sin haber interaccionado con nadie. A esta gente que le gusta meterse en líos y demostrar su bravura sabiendo que le van machacar no la entiendo. Pero somos así. 

Nos gusta el drama, nos gusta sufrir, nos gustan las películas que nos hacen llorar, nos gusta que nos compadezcan, nos gusta sentir emociones fuertes aunque duelan.... y perdemos de vista que la vida es muy corta, que solo tenemos una para vivirla, que si no disfrutamos ahora, ¿cuándo?. El sufrimiento es una parte inevitable de la vida, pero no debemos aferrarnos a él como estructura vital sobre la que construir nuestro día a día. 

Hay que tratar de buscar soluciones cuando tenemos problemas. y mejor si son soluciones colectivas que individuales... porque sólo pre-ocupándonos y ocupándonos de lo que nos pasa a todos podremos hallar soluciones conjuntas, podremos encontrar modos de expandir la alegría de vivir y formas de compartir para poder sentir que no estamos solos/as con nuestras desgracias. 



Coral Herrera Gómez


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