mis pies desnudos caminando
por el suelo de bambú
mis ojos tropiezan con el altarcito budista
que me conecta con la sacralidad de la vida
la mosquitera que me proteje
en la casa-árbol con techos de paja
escaleras de troncos
columnas de madera
hogar sin muros
sin ventanas
sin cemento
sin cristales
el río que pasa por debajo
el sonido de la lluvia tropical en la noche
los gritos de los monos recibiendo alborozados la nueva mañana
el canto de las aves de colores
el sonido del mar a lo lejos
la humedad caliente que se pega al cuerpo
el caminito de selva hacia la playa caribeña
las mujeres afrodescendientes en el mercado
sus atronadoras risas y su ropa de colores
los niños blancos, las niñas mulatas
pieles de miles de mezclas de colores
correteando descalzos
jugando en inglés y tico
el verde que se come el asfalto
el azul intenso del mar caribe
el polvo del camino
las velas en la noche que celebran la feminidad
que espantan los feminicidios
que lanzan llamas de esperanza feminista
las risas de las mujeres noruegas
los vestidos blancos de las niñas norteamericanas
la alegría vital y la fuerza de las mujeres caribeñas
las ruedas de energía en Gaia
la salvia blanca inundando de humo la magia
el café rico que no excita
el gallo pinto con leche de coco
los bebés enlazados a los cuerpos de sus mamás
la piña deslizándose por mi piel, dulcificando me
las rastas y las banderas jamaicanas
el tempo caribeño
el oleaje vivo del mar de aguas calientes
Crónicas ticas en San José
Gasolineras fusionadas con farmacias
carteles enormes invitando a comer
los cables de la luz haciendo techos urbanos
y sosteniendo semáforos
los camiones, los taxis rojos, los jeeps lujosos
los autobuses de mil colores
los volcanes que rodean la ciudad
el nuevo estadio chino-nacional,
las casitas de colores,
hermosas de imaginar sin rejas
los queques, las empanadas, los casados, los gatos de fresa,
la mermelada de guayaba,
el olor a café rico,
el guaro con boleros,
el vino chileno,
las vendedoras de artesanía
los músicos de la calle
los turistas
el sur, el este, el oeste y el norte
las cuadras
las iglesias
los conciertos, exposiciones, charlas y el bullicio universitario
el salto de las zanjas para una lluvia que no conozco aún
la espera inminente del temblor de tierra en semana santa
la solidaridad de hombres y mujeres
que sin conocerme de nada
me abren las puertas de sus casas
me alimentan de sus vivencias
me cocinan energías
me ofrecen su techo
y me cuentan cómo es el mundo acá
ando perdida con los códigos
ellas y ellos son un faro de luz que me enseña el camino
que me conectan a redes
que me abren paso en medio de una selva de nuevas experiencias
y me enseñan que se puede confiar
que hay más luz que oscuridad
que unas puertas se cierran y otras se abren
que la vida merece la pena vivirla solo por la gente que habita en ella
la experiencia más fuerte acá:
la gratitud inmensa que me invade y
no sé como expresar
la vivencia del cuerpo, que ya no es un aliado incondicional,
sino un material que sufre cambios,
que está conectado a mis miedos, a mis alegrías, a la humedad,
a la altura, a los cambios de temperatura, a los estados de ánimo,
a la comida que ingiero, a los pensamientos que digiero,
a los deseos que nacen.
el dulce acento del tico y la tica,
la lucha por sobrevivir de los y las nicas,
los restaurantes chimos y libaneses,
las pupusas salvadoreñas,
la música latina de las cantinas,
las miles de millones de nuevas palabras que aprendo cada día
en forma de plantas, árboles, frutas y animales nuevos
muchos modos de expresar emociones y situaciones,
cantidad de palabras que me llegan y que aprendo
como si
de un nuevo idioma se tratase
la palabra que más me conmueve: solidaridad
la que más me divierte: idiey,
la que más uso: mae,
la expresión más sensual: qué rico,
el verbo más acogedor: chinear,
son miles y acuden a mi a diario,
como los nuevos olores,
como los nuevos sabores
como los cambios de clima,
como las locuras de américa latina
mientras caen las estructuras, aprendo.
esto está más vivo que mi viejo continente
aquí me siento habitante de un planeta
sacudido por terremotos, volcanes, tormentas tropicales,
huracanes, inundaciones, oleajes
aquí ya no se ve todo desde lejos a través de imágenes
aquí estoy allá,
donde pasan las cosas
donde se vive el presente
donde se lucha por sobrevivir
donde no hay tiempo para naufragar en
mares de tristeza porque aquí hay océanos
de necesidad, de lucha, de esperanza,
de construcción perpetua
me siento humana y vulnerable,
pequeñita,
ignorante,
luchadora,
insignificante,
valiente,
torpe,
aprendedora,
exiliada,
necesitada,
dadora,
más cerca de la vida
más cerca de la muerte
más cerca del accidente
del presente
del ahora...
Fotos:
https://picasaweb.google.com/Koriakino/COSTARICA#slideshow/5597182617672225282
Para Paula y Daniel, Tatiana, Susana, Rigo, Eval, Iveth, Julia, Pamela, Jorge, Alex, Daniel, Maritza, José Ramón y María, Leda, Shirley.... con todo mi amor!