- Vive el presente y olvídate del futuro. Haz ejercicios mentales para situarte en el momento, para disfrutar de una cena con declaración de amor, de un beso eterno, de una noche de amor loca, de un paseo al atardecer, de una llamada de teléfono. Cada uno de los momentos de tu vida en los que estás es irrepetible, así que merece la pena ser disfrutados en toda su intensidad. Vivir el presente, además, alivia el miedo al futuro.
– Liberarse de los miedos es necesario para poder vivir el amor plenamente. Los miedos nos paralizan, nos quitan energías, nos ponen pesimistas, y nos vuelven mezquinos. No fabriques más fantasmas, no te prives de tu derecho a disfrutar del amor. Para poder ser generosas en nuestras relaciones, necesitamos abrirnos y compartirnos en un clima de confianza y generosidad mutua; para poder amar es preciso el encuentro sin máscaras, sin corazas ni escudos, sin obstáculos de ningún tipo: ni reales, ni imaginados.
- Amar a la gente tal y como es, sin mitificar, sin que nos mitifiquen. Sin idealizaciones se conoce a la gente con mayor profundidad, sin expectativas fantasiosas hay menos decepciones, y sin decepciones se vive mejor.
- Enamórate de tu libertad, y de la de los demás. Amar no significa renunciar a tu libertad ni a los afectos de tu gente querida; el sacrificio no es una prueba de amor, aunque nuestra cultura nos haga creer lo contrario.
-Dile “no” a la cultura del sufrimiento que asocia el amor con el dolor. Los dramas y las tragedias te quitan energía para disfrutar de la vida. Si duele, si te convierte en una mala persona, si te paraliza, si te hace sentir mal, no es amor, es otra cosa. No dejes que pasen años de tu vida en una relación que no te hace feliz: la vida es muy cortita y hay gente estupenda en el mundo a la que no vas a conocer si te encierras en tu pasión dolorosa.
-Relaciónate con amor con tu entorno: diversifica y amplía afecto, nutre tus relaciones de amistad y compañerismo, cultiva tus redes sociales, cuida a la gente que quieres, rodéate de cariño tengas o no tengas pareja. No pierdas tu tiempo en luchas de poder, no establezcas relaciones basadas en la necesidad o el interés propio: no le pidas a nadie que cubra tus carencias, no exijas a los demás que te cuiden si no tienes energía para cuidar tú también.
-Relaciónate con amor contigo misma: amamos desde el cuerpo, cuidemos el cuerpo. Tenemos que trabajar nuestra autoestima, aprender a cuidarnos y a dedicarnos tiempo, a darnos placer y hacer cosas que nos gustan, a querernos del mismo modo que queremos a los demás, a entregarnos a nosotras mismas como nos entregamos a los seres que amamos. Así podremos amar también nuestra libertad, nuestra autonomía, nuestra soledad, nuestros espacios, nuestros tiempos.
-Dialogo, empatía, asertividad: necesitamos valentía para decir lo que sentimos sin herir a la otra persona. Necesitamos herramientas para aprender a escuchar, para pensar lo que decimos o hacemos antes de hacerlo, para dialogar con la otra persona desde el cariño. Tenemos que aprender a transformar los sentimientos negativos como el rencor, el odio, la furia o la venganza, porque no nos sirven para resolver conflictos y generan mucho dolor.
-Busca tu tiempo para el amor. Apaga las pantallas, desenchufa los cables, construye tu escenario ideal de amor, y goza la tarde sin mirar los relojes, con buena comida, buena conversación, y muchas ganas de jugar, explorar y disfrutar. Sin prisas resulta delicioso probar cosas nuevas… abrir el corazón, abrir el cuerpo, abrir la mente para hacer especial cada segundo juntos.
-Elige un buen compañero/a (o varios/as): Como decía Marcela Lagarde, no podemos irnos con el primero que pase por la calle. Si te vas a enamorar, que se trate de una buena persona, de alguien que tenga unos principios y una ética parecida a la tuya. Para ello es preciso no autoengañarse y saber leer las señales que nos proporciona la interacción con la otra persona, y que nos dirán si se trata de una persona insegura, mentirosa, inmadura, inconstante, violenta o cruel. En este sentido, tú también debes mostrarte tal cual eres, con naturalidad, para que la otra persona pueda conocerte, y evaluar si podría ser feliz a tu lado.
-Construir el amor: Sin ponerte encima ni debajo, sin tomar el poder o sin cedérselo por completo a la otra persona. Sin tener que sacrificarte o pedir a los demás que se sacrifiquen por ti. Sin esperar que todo surja como por arte de magia: el amor se construye, y tenemos que ser generosas y generosos para poder abrirnos a la otra persona, compartir ciertas parcelas de la vida, para andar juntas en el camino.
-Ética Amorosa: Establecer pactos contigo misma y con tu pareja, ser coherente con tu discurso y tus emociones, responsabilizarte de tus palabras, emociones y actos, conducir tu comportamiento en base a tus principios y valores. Tanto si eres monógamo/a como si eres poliamoroso/a, es fundamental que cuides a la persona o personas con las que te estás relacionando, y trabajes para estar a la altura. Si la otra persona no nos ama, nos engaña, no se compromete del todo, se porta mal con nosotras, o juega con nuestros sentimientos… entonces lo mejor es cortar la relación para no perder tiempo y energías en alguien que no tiene el nivel necesario para tratarte bien, ser sincero/a, o cumplir pactos.
-Despatriarcalizar y desmitificar el amor para poder reinventar las estructuras que utilizamos para relacionarnos y que han quedado obsoletas. Despojar al amor del placer del sufrimiento, de los intereses y el egoísmo heredado de la cultura capitalista, de las jerarquías afectivas y las desigualdades, de las relaciones opacas y las batallas de género, y aprender a querernos tal y como somos.
-Rupturas amorosas, separaciones cariñosas: hay que aprender a separarse como empezamos, tratándose bien, siendo sinceras, siendo cariñosos. Hay que dejar las relaciones con amor, evitando que el dolor convierta nuestros sentimientos en odio, evitando que nuestro dolor provoque más dolor, tratando de asumir la realidad tal cual es, tratando de no salir destruidos del proceso de separación, tratando de quedarse con los buenos momentos que pasamos juntos.
-Que el amor valga la alegría: Detectar cuándo es el momento de separar tu vida de la persona amada, y no dejar que pasen meses o años esperando a que la otra persona cambie o a que la vida nos regale otras circunstancias. El amor es para disfrutar, así que si estás sufriendo, es mejor que te desapegues de la persona que te hace daño, o de las relaciones dolorosas. Si sientes que tu amor te da energías, te levanta con una sonrisa cada mañana, te despierta la creatividad, te hace sentir bien, entonces apuesta por ello. Hay que apostarle a las relaciones bonitas, a las emociones positivas, a las relaciones placenteras, a la gente generosa y alegre, a poner tus energías amorosas en ella, y olvidarte de lo que no pudo ser, de lo que no puede ser, de lo que podría haber sido, pero no fue; hay que apostarle a sufrir menos, y disfrutar más del amor y de la vida.
-Reinventarnos el amor, reinventarnos las estructuras, crear nuevas emociones, contarnos otros cuentos, probar otras maneras de quererse, construir otros patrones de relación amorosa, darle la vuelta a todas las “verdades”, poner en práctica los aprendizajes, y no dejar nunca de explorar los infinitos territorios del mundo del amor y los afectos.
-Estar presente: Vivir el presente con intensidad ayuda mucho a anclarse en tu realidad, en esta tarde maravillosa juntos, en esta fin de semana de amor juntos. Si estamos con la cabeza puesta en el futuro: ¿me dejará de pronto?, ¿me seguirá queriendo el mes que viene?, ¿se querrá casar conmigo en el futuro?, ¿me será fiel cuando cese la explosión pasional?, ¿me aceptará su familia?, etc. no podremos jamás decir: “Este es nuestro ahora. Puede acabarse el mundo mañana, pero ahora estoy viva, consciente, despierta, te amo, y disfruto contigo”.