Hoy fuimos a tomar el aperitivo al chiringuito patriarcal. En la mesa de al lado estaban una chica y un chico, los dos muy guapos, en su primera cita. Ella tenía una rosa roja en las manos y la olía sonriente. Se les notaba porque estaban nerviosos, y porque él comentó en un momento dado que no se la imaginaba tan alta.
- Jajja, es que a los hombres les cuesta salir con mujeres más altas que ellos, pero tú no tienes complejo de inferioridad con una tía como yo, ¿a que no?
Yo sonreí por dentro.
El chico se puso a presumir de su coche nuevo en voz muy alta, mientras yo, con mis lentes violetas, miraba a los camareros y camareras correr de un lado a otro, cubiertos de sudor, resoplando tras sus mascarillas. Me estaba poniendo mala con el trato del chico guapo y los comentarios despreciativos que hacía sobre el chico que les estaba sirviendo.
El guapo hablaba muy alto y se creía muy gracioso, pero a la chica guapa se le estaba borrando la sonrisa poco a poco. Yo pensé, ojalá se le borre toda de pronto y se de cuenta de qué clase de persona tiene enfrente.
El chico montó dos escenas por algo relacionado con la comida que les habían servido, y luego le soltó a la acompañante: "estos maricones no sirven para nada"
- Mi hermano es maricón. -le dijo ella.
- Bueno, yo no tengo nada en contra de los maricones, lo que quería decir es que este tío es un flojo que no vale pa' camarero.
Yo resoplé y ella se movió incómoda en su asiento.
El guapo siguió hablando, en menos de media hora soltó decenas de comentarios clasistas, machistas, y homofóbos. Cuando llegó el vendedor ambulante ofreciendo gorras y gafas de sol, el tipo lo trató fatal. Y la chica no pudo más:
-Tú eres un votante de derechas, me parece a mí. Muy, pero que muy de derechas.
- ¿Y qué problema hay con eso, vamos a ver?
- Que no me gustan los votantes de derechas. Que mi padre es un albañil que no sabe ni escribir, mi madre es gitana, mi hermano es maricón, yo soy peluquera. Yo vivo en el barrio del Boquetillo, y tú vives en Puerto Banús, eres un hijito de papá, un maleducado, y un privilegiado que se cree superior por tener un cochazo. Eres muy guapo pero eres un maleducado y aquí dentro no tienes ná. -se señaló el corazón y luego la cabeza.-No nos vamos a llevar bien, ya lo estoy viendo yo, así que mira, lo dejamos aquí.
Ella se levantó, cogió su teléfono móvil, dejó un billete de diez euros, y se fue de la mesa. El se quedó como en shock, sin saber qué decir, tenía la cara roja de la humillación.
"Puta de mierda", masculló entre dientes.
Yo estaba super feliz, ¡qué mujer más valiente y hermosa! Y el camarero estaba también feliz, se le veía la sonrisa tras la mascarilla.
Me pareció un regalo de la vida ver una escena tan feminista en un chiringuito patriarcal.
Sentí que la victoria de esta mujer es la victoria de todas nosotras: pudo reconocer, en menos de una hora, que tenía delante un tipo odioso y violento, y fue capaz de verlo claro aunque hubiese acudido a la cita ilusionada.
Ojalá pudiéramos todas verlo tan rápido. En realidad, en la primera cita puedes obtener muchas pistas para saber si estás frente a una buena persona con solo fijarte en cómo trata a los camareros y las camareras, y los comentarios que hacen sobre ellas. Por muy guapo que sea, si no trata bien a las personas que le están sirviendo, no te conviene. Si sufre enfermedades de transmisión social, no te conviene. Y si no tienen control sobre sus emociones y estalla cuando se enfada, tampoco te conviene y además es un peligro.
Porque si no trata bien a un camarero, no va a tratarte bien tampoco a ti cuando tenga confianza y no hagas las cosas como ellos quieren.
En este caso el tipo se veía tan arrogante, tan pedante, tan seguro de sí mismo, y con esos aires de marichulo que se cree superior, que estaba bien claro que era un patán. Me puse a pensar en lo mucho que les gusta a los reyes de este estilo ejercer su poder contra la servidumbre, y los espacios en los que este tipo de hombres se sienten los amos del mundo: la casa, el burdel y el bar. Estos son los tres grandes templos de la masculinidad patriarcal. Lugares en los que pueden expresar sus deseos y esperar a que las personas que les sirven corran para complacerles, gratis o pagando.
Estos reyes van de demócratas pero en realidad defienden a capa y espada la monarquía del patriarcado. No importa que sean pobres: tienen mentalidad de ricos, y comparten con ellos algunos de sus privilegios. Les encanta dar órdenes y sentirse obedecidos. Les gusta tener el poder, les encanta exhibir su belleza y sus habilidades deportivas, les encanta atrapar todas las miradas cuando van subidos en sus motos acuáticas o en sus cochazos. A los demás nos miran por encima del hombro, o a lo lejos, orgullosos de sentirse tan importantes.
Siempre me quedo alucinada cuando veo a estos hombres de clase trabajadora tratar mal a sus esposas-criadas y a los camareros y camareras. No les da vergüenza, aunque ellos mismos trabajen sirviendo en empresas que no son suyas. Y es que aunque sean camareros, siempre tendrán disponible, por haber nacido hombres, servicio doméstico y sexual. Gratis o pagando: es un privilegio masculino universal: hasta el hombre más pobre de la Tierra tiene a una criada que le limpia los calzoncillos, le escucha cuando está deprimido, le cuida cuando está enfermo, y le cubre todas sus necesidades básicas. Una asistenta personal disponible las 24 horas, los 365 días del año, que prioriza tus necesidades y apetencias por encima de las tuyas.
Le doy un sorbo a mi sangría pensando que el día en el que logremos la autonomía económica y emocional de todas las mujeres, ellos se quedarán sin sirvientas, no podrán hacer uso de sus privilegios, y caerá el patriarcado.
El día en que acabemos con su reinado, se quedarán solos, como el patán con cara de guapo y con mentalidad de rico al que le acaban de dar plantón delante de todo el mundo.
Hoy mi post va dedicado a esta mujer tan inteligente y resuelta que supo leer las señales a tiempo y se largó enseguida de su cita romántica. Gracias porque nos inspiras a todas.
Coral Herrera Gómez
Capítulos anteriores:
Día 1: Las Mujeres sin vacaciones, y los manolos. En La Playa Del Patriarcado
Día 2: Las tetas liberadas, en la Playa del Patriarcado
Día 3: La tormenta en el Mediterráneo, en la Playa del Patriarcado.
Día 4: Las familias felices, en la Playa del Patriarcado
Día 5: Una cita romántica, en la Playa del Patriarcado
Día 6: Hombres que quieren ser libres: el Juanfran y sus amigos en la Playa del Patriarcado