6 de agosto de 2020
Mujeres feministas y aliados del feminismo
13 de abril de 2020
#SembradorasDeSemillas
Una de las cosas que podemos hacer desde casa para cambiar el mundo es usar nuestras redes sociales para ayudar a la gente a hacerse preguntas, a pensar desde la crítica constructiva, a tomar conciencia, a activar su imaginación para imaginar un mundo mejor.
Es un buen momento para que todas y todos hagamos autocrítica y nos cuestionemos nuestro estilo de vida, y revisemos la manera en que repartimos los cuidados, la forma en que tratamos a la gente cercana y a la desconocida, la forma en que consumimos y viajamos, la forma en que nos organizamos. Hay que hacer muchos ejercicios de empatía para despertar a la gente y para ilusionar a todo el mundo con la posibilidad de transformar esta sociedad a base de solidaridad y apoyo mutuo.
No es fácil hacer pedagogía, lo sé, pero pensad que al lanzar preguntas a la gente estáis sembrando semillas para despertar su sensibilidad, su creatividad y su conciencia crítica. A mí me ayuda pensar que alguna de estas semillas pueden florecer en los corazones de unas cuantas personas, aunque sean pocas. Creo que este trabajo de sensibilizar a la gente y ayudarles a tomar conciencia merece la pena y dará sus frutos, pienso que en algún momento volverá la primavera.
#SembrandoSemillas #HaciendoRevolución #LlegaráLaPrimavera
19 de marzo de 2020
Las pasiones de las mujeres
"Las pasiones nos ayudan mucho a desconectar de la realidad, a centrarnos en una sola cosa, a crecer y a obtener placer. Nos hacen sentir bien. Esto nos ayuda mucho a mantener el ánimo, a conocernos mejor y a aprender a disfrutar de nuestra propia compañía.
Las pasiones nos hacen más autónomas, nos cambian la percepción del paso del tiempo y nos permiten saborear la soledad. A la vez, nos facilita el conectar con gente desconocida con la que compartimos las mismas pasiones y sentimos que pertenecemos a una comunidad de gente diversa que interactúa unida por las pasiones
Tener nuestras propias pasiones nos permite superar la dependencia emocional en nuestras relaciones y nos ayuda a manejar nuestro miedo a la soledad: estamos comprobando que para estar bien necesitamos ante todo estar bien con nosotras mismas.
Nuestras pasiones nos conectan con el placer y, cuanto mayor es el placer que sentimos, más calidad de vida, salud física, mental y emocional tenemos"
de Coral Herrera Gómez en mi blog de Mente Sana
1 de marzo de 2020
Autoboicot en el amor: ¿por qué te lo pones tan difícil?
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16 de enero de 2020
El derecho a caminar de las mujeres: las calles son nuestras
Caminar y estar al aire libre es un derecho humano fundamental: todos los humanos deberíamos poder caminar por la calle, estar en ella todo el tiempo que queramos, y disfrutar de libertad de movimientos en todo el planeta.
Nunca había pensado en la dimensión política del caminar hasta que llegué a Centroamérica y visité otros países de América Latina, y me di cuenta de lo difícil que es caminar en la mayor parte de las ciudades porque no hay aceras, ni semáforos, ni pasos de cebra. En la mayor parte de los países, sólo se puede caminar con seguridad dentro de los centros comerciales, y en los clubes sociales de clase
media-alta y alta.
Las calles son peligrosas porque las aceras están en mal estado y todo el diseño urbanísitico se centra en los coches: ellos son los dueños y señores del espacio público. En la televisión se dedican a culpar a las personas por los atropellos que sufren, y nos dan consejos para evitar morir en la calle, como por ejemplo correr cuando viene un coche. Yo al principio pensaba: no hay nada más barato que un paso de cebra, y salva millones de vidas al año: son unas rayas de pintura en el suelo que ceden el paso a los peatones. Y me preguntaba: ¿por qué no nos protegen, por qué no nos cuidan, por qué no hacen las ciudades para la gente?
En el campo es aún peor: los sucesivos gobiernos han ido robando los caminos de la gente y de sus animales para convertirlos en carreteras para coches, y nos han ido dejando sin espacio para trasladarnos de un lado a otro. A diario mueren muchas personas atropelladas que caminan al colegio, a la tienda, a la iglesia, o a su trabajo. Y pareciera que a los gobernantes no les importa: siguen invadiendo los caminos para asfaltarlos, y jamás piensan en las necesidades de la gente que vive al borde de la carretera y hace vida en la carretera.
Porque son pobres.Los ricos siempre van en coche.
Caminar, entonces, es un acto político porque al caminar una estorba a los coches con su cuerpo, dificulta y fastidia a los conductores que tienen que esquivarnos para no matarnos. Y también es "heroico", porque los que caminamos ponemos en peligro nuestra salud y nuestra vida, a diario.
La mayor parte de las personas que caminamos somos mujeres. Mujeres que van al mercado, mujeres que van a la fábrica o al campo, mujeres madres que llevan y recogen a los niños y las niñas a la escuela. Mujeres que van a la compra, y a correos, y al médico, solas y con sus hijos. Mujeres que quieren pasear por placer, pero tienen que cruzar corriendo las carreteras con miedo de ser atropelladas con sus hijos.
Las calles de las ciudades y las carreteras son usadas fundamentalmente por mujeres pobres, mujeres campesinas, ancianas, mujeres con niños y niñas que se juegan la vida a diario caminando a los lados de la carretera. Sin arcén, sin aceras, con la jungla amenazando el asfalto, y todas caminando en fila tratando de no invadir el espacio de los carros y de no caer al guindo (canal para que corra el agua cuando llueve).
Fijaos si es terrible que normalmente las mujeres agradecen a los hombres que conducen carros. Es un gesto que tenemos incorporado de manera natural: juntando las manos le pedimos al carro que disminuya su velocidad y no nos atropelle, y levantando una sola, agradecemos que nos haya dejado cruzar, porque asumimos que estamos molestando, que estamos invadiendo el espacio de los carros, y que debemos estar agradecidas si no nos golpean o nos matan cruzando.
Es una relación sádica y masoquista la que se establece entre conductores y peatonas: ellos nos dejan pasar, o no nos dejan pasar, aceleran o bajan la velocidad cuando vamos cruzando angustiadas. Los conductores tienen poder sobre nuestras vidas: mueren miles de personas y de animales al año en toda América Latina víctimas de esta violencia automovilística.
Teniendo en cuenta que las mujeres que caminamos también pagamos impuestos, es injusto y cruel que el dinero que ponemos entre todas vaya destinado a la gente con carro, a los conductores de carros, camiones, buses, y que tengamos que costear el tremendo gasto que supone para el Estado mantener las carreteras, sin que empleen apenas ningún porcentaje para proporcionarnos caminos seguros.
Caminar es un peligro no sólo por el riesgo de ser atropellada al andar o al cruzar, sino también porque es fácil meter el pie en un desnivel o un agujero, en un charco o en un terreno de lodo resbaladizo, en una alcantarilla sin tapa o en el caño de agua. Hay que estar muy atenta a las irregularidades del suelo para no tropezar o caer, y si vas con un carrito de bebé tienes que prepararte a conducir como en el Rally Paris-Dakar.
Los gobernantes no quieren que la gente esté en la calle, por eso apenas hay parques o plazas en las ciudades. Y cuando las hay, la policía se dedica a hostigar a la gente, especialmente a los más jóvenes, que son los que más necesitan estar al aire libre. En San José de Costa Rica es sorprendente el acoso policial a la gente joven: los tratan como si fueran delincuentes, con un odio y una violencia desproporcionada. Cumplen órdenes de arriba. Alcaldes y alcaldesas saben bien que cuanto más vacías están las calles, más inseguras son, pero es que hay que llenar los malls de gente. Si en las calles hay atracos y violaciones a cualquier hora del día, los centros comerciales se llenan de paseantes que se convierten en consumidores.
Esta es la razón por la que las autoridades se esfuerzan por mantener la suciedad en las calles, y por ofrecer un transporte público deficiente: cuanto peor son los autobuses, más se empuja a la población hacia los autos privados. Es una estrategia política que busca arruinar al pequeño comercio, vaciar las calles, generar más contaminación, e incentivar el consumo. Para acabar también con la cultura del barrio y con la solidaridad vecinal, el objetivo principal de las municipalidades es acabar con todas las actividades gratuitas que hacemos como pasear, hacer deporte, pasear a nuestros perros, tumbarnos a tomar el sol, charlar con las vecinas, hacer yoga o meditación, o besarnos y tocarnos con nuestras parejas al aire libre.
Quieren que estemos en casa encerrados viendo la televisión y solo salgamos a comprar. Por lo tanto, caminar es un acto subversivo. Cuando salimos a pasear, no estamos gastando dinero, ni estamos consumiendo, ni tampoco estamos contaminando, por lo tanto, no somos útiles para el sistema productivo y estamos yendo a contracorriente.
Las y los caminantes hacemos camino al andar, y somos peligrosos cuando salimos a pasear, porque a veces se nos ocurre ponernos a hablar con la gente, y para el sistema es peligroso que la gente converse, se indigne junta, se organice y se ponga a luchar por sus derechos.
Necesitan que cada cual esté en su casa echando pestes frente al televisor, aislado y amargado, sin recibir la luz del sol, sin sentir el calor humano de los demás. Las mujeres jóvenes lo tienen difícil para caminar por el tema del acoso sexual callejero, pero las mujeres mayores tampoco pueden hacerlo porque es peligroso: no pueden correr para escapar del peligro, y es fácil caerse o torcerse un pie.
Tampoco los hombres mayores pueden caminar: en la mayor parte de las ciudades latinoamericanas no hay gente adulta mayor en las calles. No los ves en ningún sitio a no ser que su familia los lleve en carro al banco, al súper o al médico: no hay viejitos tomando el sol, ni jugando a las cartas, ni haciendo deporte, ni jugando, ni caminando. No hay gente mayor en las calles porque son un peligro mortal, para ellos y también para todas las personas con problemas de movilidad o discapacidades. Ciegos, sordos, gente en silla de ruedas, gente con muletas o con bastón… no salen a la calle, viven enjaulados, condenados a ver la vida a través de la televisión, y dependiendo de los demás para poder salir de casa.
Los niños y las niñas tampoco pueden caminar ni jugar en la calle, ni las pandillas de adolescentes, y esto se traduce en calles vacías, que son mucho más peligrosas que las calles llenas de gente a
todas horas. Salir a caminar en muchos países de Centroamérica es imposible por los
asaltos, porque para quitarte el celular te vuelan la cabeza de un balazo. Cuanta menos gente en la calle, más atracos hay.
Las que más sufrimos la violencia en las calles somos las mujeres. Las niñas y adolescentes viven encerradas en sus casas porque sus familias tienen miedo a que las secuestre una mara, a que las embarace o las mate un novio celoso, a que las violen desconocidos o que se las lleven los traficantes de esclavas sexuales a Europa.
Ser mujer es un peligro de muerte en muchas zonas de América Latina: son asesinadas doce mujeres al día. Muchas de las violaciones y los asesinatos se producen en el hogar y son llevados a cabo por maridos, ex maridos, novios y ex novios, pero también en las calles y en el transporte público sufrimos violencia machista. El acoso sexual callejero es cotidiano, y es insoportable en América Latina. Los acosadores gozan de impunidad total.
Ninguno de ellos quiere ligar: sólo piropean para asustar a las mujeres y hacer demostraciones de poder sobre nosotras. Su objetivo es que nos de miedo ocupar el espacio público, no soportan que lo usemos con la misma libertad que ellos, por eso siempre nos recuerdan que es su espacio, y que pueden hacer lo que quieran porque mandan ellos.
Yo sueño un mundo en el que todas nosotras podamos caminar libres, sin miedo, sin sufrir acoso, sin ser acosadas, violadas o secuestradas. Un mundo sin odio contra las mujeres pobres, un mundo que piense en ellas y en sus niños y niñas. Sueño con pueblos y ciudades con espacios verdes, con caminos para la gente y las bicicletas, con aceras, semáforos y pasos de cebra, con conductores respetuosos, con un transporte público moderno, barato, ecológico, y accesible para todo el mundo.
Las mujeres tenemos derecho a viajar por el mundo y a movernos en nuestros barrios sin sufrir un riesgo de muerte, y sin tener que pedir permiso para ocupar el espacio público. Somos millones las mujeres que caminamos en América Latina, y los gobiernos no pueden seguir ignorándonos: la lucha
feminista seguirá luchando reivindicando la toma del espacio público por parte de las mujeres.
Es una lucha para mejorar la vida de la gente: no queremos más atropellos, no queremos más acoso ni violencia contra las mujeres que caminamos. No queremos ser valientes cuando vamos por la calle: queremos caminar libres y sin miedo. Nuestras calles las queremos libres de atropellos, de acoso y de violencia machista. Todas las mujeres tenemos derecho a caminar y a estar al aire libre, y vamos a seguir luchando porque las calles son nuestras, y no queremos ni una mujer menos, ni un solo niño o niña menos.
Coral Herrera Gómez
Para Gema, in memoriam
Atropellada en Brasil en Agosto 2018
31 de diciembre de 2019
Las niñas pobres y el feminismo
El verdadero sujeto de todas las luchas sociales son, deberían ser, ellas: las niñas pobres, porque ellas están al final de la pirámide del patriarcado, sujetando el mundo con su trabajo, y recibiendo toda la violencia del mundo.
En ellas se concentra toda la explotación: laboral, sexual y reproductiva. Son las que trabajan desde pequeñas como esclavas en fábricas de Zara, en minas, o en casas como esclavas domésticas. Las que son violadas por sus patronos, sus padres y padrastros, sus vecinos, o soldados, las que son vendidas para el matrimonio, las que son mutiladas genialmente y las que son secuestradas para ser esclavas sexuales.
Las niñas que tratan de huir de todo este horror y que son violadas en las fronteras, y torturadas con embarazos y partos. Ellas son las que, si no mueren ahogadas en el mar, son prostituidas en Europa por las redes de trata, y cuando ya están muy destrozadas por dentro y por fuera, las matan y no consta en ningún archivo porque no existen.
Todos nos aprovechamos de esta explotación y esta violencia que sufren: los puteros que pagan por violarlas en el burdel de su pueblo, las mujeres que compramos la ropa que ellas cosen por un céntimo la hora, las parejas que usan esclavas domésticas en sus hogares, todos somos cómplices también por la indiferencia, y peor aún, por la xenofobia y el racismo que nos lleva a despreciar a las niñas que llegan huérfanas a Europa. Es muchísima la gente que cree que merecen morir ahogadas o congeladas en el mar.
Ellas, las niñas pobres, son las que acumulan todo el sufrimiento del mundo, las que viven en sus cuerpos y en sus vientres todo el patriarcado y todo el odio del mundo.Ellas son las principales protagonistas de la lucha feminista del siglo XXI: las inmigrantes, las refugiadas, las niñas indígenas, las niñas africanas y asiáticas, las niñas latinas, las niñas campesinas, las niñas de las minas y las fábricas, las niñas lesbianas, las niñas de los burdeles, las niñas del Mar Mediterráneo.
#Feminismo #Infancia #NiñasDelMundo #AcabemosConLaPobreza
Coral Herrera
20 de diciembre de 2019
No sólo en las calles hay que luchar
Es la mejor forma de aplicar el feminismo a tu vida personal: salir de relaciones que te hacen sufrir. Y para eso nos estamos apoyando las unas a las otras, para que siempre que tengamos la tentación de aguantar o soportar estupideces, podamos rebelarnos y decir: no quiero que ninguna mujer sufra, yo soy una mujer y tampoco quiero sufrir.
El feminismo nos ayuda a tener siempre presente que las mujeres tenemos derecho a disfrutar, y a vivir una vida libre de sufrimiento y de violencia. Nosotras también tenemos ese derecho, cada una de nosotras. Por eso lo personal es político, y lo político es personal, por eso no sólo en las calles hay que luchar
#MujeresQueYaNoSufrenPorAmor #SiTeLiberasTúNosLiberamosTodas
12 de noviembre de 2019
¿Dónde está nuestro derecho al divorcio?
Creen que pueden maltratar y matar a sus compañeras, hijos e hijas, y animales porque son suyos. Creen que tienen derecho a matar a la compañera si ella ya no quiere seguir a su lado porque no las consideran seres libres, sino seres nacidos para servirles, adorarles y obedecerles.
Dicen que aman a su compañera, pero en realidad la odian, a ella y a todas las mujeres. La gente que apoya a los asesinos y niega la violencia machista piensa igual, todos ellos creen que las mujeres son propiedad de los hombres y que las desobedientes han de ser castigadas. Son gente que no cree en el derecho de las mujeres a elegir libremente a su pareja, a separarse y divorciarse, ni a elegir su maternidad. Son millones de personas las que piensan así.
Por eso es tan importante derribar el patriarcado y el machismo: todas las mujeres nacemos libres, somos seres libres, y tenemos los mismos derechos que los hombres. Podemos juntarnos y separarnos cuando queramos
#DerechoAlDivorcio #StopViolenciaMachista #25N #NiUnaMenos #VivasNosQueremos
5 de noviembre de 2019
#1 Trampas del romanticismo patriarcal
Cuando él hace como que se compromete pero sigue de fiesta: una de las trampas que nos pone el romanticismo patriarcal es hacernos creer que tu novio se va a convertir en un buen compañero de vida y en un papá comprometido. La sorpresa viene cuando él sigue de fiesta sin ti, huye agobiado y tú te quedas en casa sola, criando sola, asumiendo toda la carga doméstica y de cuidados, cabreada y frustrada porque en el noviazgo te trató como a una compañera, montasteis el nidito de amor, luego te pidió hijos, y después decidió seguir su vida como si nada.
Ante esta situación tenemos tres opciones: o buscar una mamá sustituta para poder seguir la fiesta con él, o separarte de él, o seguir con él, eternamente cabreada porque él es un ser libre con criada a su servicio, y tú te ves atada a la enorme responsabilidad de tener una familia, con doble jornada laboral y sin apenas tiempo libre.
Para muchas mujeres el matrimonio y la maternidad son una cárcel, pero nos lo venden como una utopía igualitaria, aunque son muchos los hombres que jamás forman equipo ni tratan a las mujeres como compañeras. Trampas del patriarcado moderno que nos hace creer que el amor es compartir una vida en común con un hombre que nos tratará como a iguales.
No hay más que echar un vistazo a las estadísticas de uso del tiempo libre en las que se ve la enorme diferencia que existe entre hombres y mujeres. #TrampasDelAmorRomántico
4 de noviembre de 2019
Las luces de los pueblos, y las mujeres de rodillas
Los medianos, la luz del puticlub y la luz de la iglesia.
Los grandes, la luz del campo de fútbol, la luz del puticlub y la de la iglesia.
Estoy impresionada con la cantidad de centros de mujeres esclavizadas que hay en mi país, a la vista de todo el mundo, disponibles 24 horas, siempre con chicas nuevas para que los maridos no se aburran. No son ilegales, los hombres comercian con mujeres y con niñas en cada rincón de España. Las luces me recuerdan que para las mujeres "buenas" están las iglesias y los suelos de las casas, y para las "malas", el burdel. Nos quieren a todas de rodillas frente al Señor.
11 de julio de 2019
Nunca más de rodillas ante el Señor: las ateas del amor romántico
Rebecca Hendin para Buzz Feed |
25 de junio de 2019
Las mujeres con las que nos comparamos
Gloria Steinem y Dorothy Pitman Hughes, con 40 años de diferencia |
11 de junio de 2019
¿Cómo contribuimos las mujeres a la transformación de las masculinidades?
Siento que las mujeres tenemos una influencia enorme sobre los hombres de nuestro entorno, y que tenemos cada vez más capacidad para transformar nuestro mundo a través de nuestras relaciones personales.
Muchas de nosotras estamos luchando en las calles y en las instituciones, pero todas estamos librando una gran batalla en nuestra cama, en nuestra casa, en nuestra familia, en el trabajo y en el vecindario. Cada vez aguantamos menos, cada vez cedemos menos, y cada vez decimos más lo que sentimos. Estamos destronando a los reyes, y desmitificando la masculinidad patriarcal y el amor romántico, que es lo que más nos somete hoy en día porque nos vinculamos emocionalmente a ellos. Nos estamos quitando la venda de los ojos, estamos despertando, nos estamos hartando. Muchas nos estamos trabajando los patriarcados: ya estamos más que hartas de sufrir.
Yo siento que somos cada vez somos más las que tenemos ganas de disfrutar del amor y de la vida, y que estamos aprendiendo a querernos y a cuidarnos mejor. Las mujeres heterosexuales estamos llevando a cabo una lucha tremenda para compartir igualitariamente los cuidados, la crianza y las tareas domésticas. Ya no nos resignamos a asumir la doble jornada laboral, ni aguantamos malos tratos como antes, y esto está teniendo un fuerte impacto en los varones, que van perdiendo sus privilegios a medida que nosotras vamos ganando en derechos y a medida que nos empoderamos personal y colectivamente.
Todas estamos, de una forma u otra, rompiendo los esquemas y haciendo frente al machismo, el egoísmo y la deshonestidad de los compañeros y de los hombres de nuestra familia. Creo que estamos haciendo pensar mucho a los hombres con los que nos relacionamos día a día. A veces lo hacemos por solidaridad, de forma pedagógica, otras veces tenemos que imponernos para poder negociar las formas en que nos relacionamos con ellos. Todas de alguna forma u otra, vamos aportando a la transformación de las masculinidades, ya sea desde la ternura y la solidaridad, ya sea en las batallas nuestras de cada día.
Hay pocos varones que se trabajan los patriarcados, pero haberlos haylos. Yo trabajo con algunos en mis talleres presenciales o del Laboratorio del Amor, y la mayor parte me cuentan que empezaron a trabajarse el amor romántico cuando trataban de salvar su relación amorosa. Son las parejas, las ex o las amigas las que ponen límites, las que logran confrontarles y hacerles pensar, y son las que les orientan cuando quieren empezar a leer sobre Feminismo y Masculinidades.
Son ellas las que compran mi libro de #HombresQue para regalárselo a ellos, y cuando llegan al Laboratorio, ya hablan nuestro idioma. La mayoría se vuelca en el trabajo colectivo que hacemos en los cursos mixtos, aunque no todos participan al mismo nivel. Los más afortunados han pasado muchas horas hablando con el sobre el patriarcado, el feminismo y el amor romántico con ellas, aprenden a conversar mezclando las vivencias personales con la política, y algunos de ellos también se reúnen con sus amigos para currar en el tema.
Casi todos ellos reconocen que por si solos no habrían empezado a trabajarselo, aunque desde hacía años se sentían en crisis con su masculinidad y sus relaciones con las mujeres. Y agradecen en voz alta el haber tenido a su lado una mujer con paciencia que les introdujese en el mundo del feminismo. Y es que aunque no nos demos cuenta, las mujeres tenemos una gran influencia en nuestros hijos, padres, hermanos, amigos, alumnos, profesores, jefes, compañeros de trabajo y parejas. Vamos sembrando poco a poco en los hombres de nuestro entorno la semilla de la rebeldía contra el patriarcado.
Creo que las mujeres no somos conscientes del poder que tenemos: pienso que si fuésemos más selectivas a la hora de emparejarnos, si fuésemos capaces de abandonar las relaciones que no nos hacen felices, si le concediésemos menos importancia a los hombres, si nos quisiésemos más entre nosotras, si lográramos desengancharnos de la droga del amor, si aprendiésemos a decir no y a poner límites, si pudiésemos tener otros sueños, otras metas, otra relación con los hombres...
Si lográsemos liberarnos de la necesidad de amor, y la necesidad de ingresos, cambiaría radicalmente nuestra forma de relacionarnos con los hombres, y entonces ellos se lo tendrían que trabajar mucho todos para estar a nuestra altura. Y así es como se pondría de moda el tema de las masculinidades: por la insumisión feminista ante el amor, y nuestra rebeldía ante el rol de cuidadoras que nos ha tocado ejercer sin obtener cuidados a cambio.
Si el mundo se llenase de mujeres cuidándose a sí mismas y entre sí, enfocadas en su bienestar y su placer, y en el de las compañeras, el mundo sería muy diferente. Si las mujeres fortaleciésemos nuestras redes de autodefensa y apoyo mutuo, tendríamos mucho más poder.
Si pudiésemos liberarnos todas de la droga del amor romántico para tener una buena vida y no perder las energías y el tiempo en sufrir por amor, entonces los hombres patriarcales se quedarían solos y desfasados. Y probablemente, muchos de ellos enfadados, dolidos y frustrados.
Creo que sólo así, algunos empezarían a buscar la manera de encontrar su identidad masculina lejos de los mandatos patriarcales, y a explorar nuevas formas de relacionarse con nosotras, renunciando a sus privilegios y su posición de poder. Aunque sólo fuese para poder ligar, los hombres tendrían que espabilar. Disminuirían mucho las relaciones de abuso y explotación, y la violencia machista: si los hombres quisiesen cuidar las relaciones que tienen con nosotras, tendrían que hacer un trabajo enorme de deconstrucción y transformación personal y colectiva.
Por la parte que nos toca, tenemos que dejar de aguantar y de complacer a los hombres que no se lo trabajan. Nosotras ya llevamos años en ello: o se ponen ya, o se quedan atrás.
Si los hombres quieren unirse a la lucha por la igualdad y si quieren disfrutar del amor, que se lo trabajen a fondo y empiecen a leer, a conocerse mejor y a hacer autocrítica, individual y colectivamente. Necesitamos un cambio urgente en las masculinidades. Nosotras ya no queremos esperar, ni podemos aguantar más: queremos hombres trabajados a nuestro lado, queremos compañeros con capacidad para hablar y para trabajar la autocrítica. Tomen nota, señores, y empiecen ya, que el tren se va.
#OtrasMasculinidadesSonPosibles #HombresQueYaNoHacenSufrirPorAmor
Coral Herrera Gómez
31 de mayo de 2019
La crueldad del machismo: divertirse haciendo sufrir a los demás
Me ha impresionado mucho la forma en que cientos, miles de personas han estado durante divirtiéndose y torturando a la trabajadora de Iveco en España hasta matarla. Me pregunto cómo se sentirán hoy todos y cada uno de los hombres que participaron en el asesinato. Me pregunto cuántas mujeres habrán compartido el vídeo y habrán participado en el acoso, y cómo se sentirán hoy.
Me pregunto cómo es posible que se divirtieran tanto en su momento y ahora nadie admita haber participado en el acoso: a todos les da vergüenza admitir que vieron el video y lo compartieron. Hablamos de una empresa de 3 mil trabajadores en la que ni los compañeros ni los dirigentes movieron un dedo para proteger a una mujer que estaba sufriendo horrores por culpa de un hombre machista y violento.
Me pregunto cómo es posible que a nadie se le ocurriese ir a denunciarle, ya que todo el mundo sabía quién era él. Incluso los que no compartieron el vídeo pero sabían de su existencia: son todos, todas, cómplices de la muerte de Verónica. Me pregunto cómo es posible que ella tuviera miedo de la reacción de su compañero y que él no estuviera apoyandola al cien por cien.
Probablemente pocos sabían que lo que estaban haciendo era delito, pero la pregunta es: ¿por qué nadie se indignó, nadie se compadeció, nadie hizo nada?, ¿por qué tanta gente encuentra divertido hacer sufrir a una persona? Tenemos que hablar mucho del machismo, de la banalidad del mal, y de la crueldad de nuestra cultura. Tenemos que analizar por qué tanta gente fue incapaz de sentir empatía y ponerse en el lugar de Verónica. Qué nos pasa que nos deshumanizamos cuando seguimos la corriente a la gente sin pensar en lo que estamos haciendo y en sus posibles consecuencias.
¿Cuando vamos a dejar de divertirnos haciendo daño a la gente más vulnerable y débil?
#StopViolenciaContraLasMujeres #MachismoMata
26 de enero de 2019
Hombres que ya no hacen sufrir por amor, mi nuevo libro en Catarata
¿Cómo consigo el libro?
Si quieres conseguir mi libro y vives en España, puedes encontrarlo en tu librería favorita, o encargarlo si aún no lo tienen. También puedes pedirle a la editorial que te lo envíen a casa por correo.
Si vives fuera de España: puedes encargarlo en tu librería, si reciben muchos pedidos le encargan a la distribuidora española que los lleve. También puedes comprarlo en Amazon y en librerías on line, en papel y en digital.
Visita la página en Catarata:
https://www.catarata.org/libro/hombres-que-ya-no-hacen-sufrir-por-amor_89331/
18 de diciembre de 2018
Qué puedes hacer para acabar con la violencia machista si eres hombre
Grafitti urbano de Smug |
Conozco a muchos compañeros que están horrorizados con los últimos acontecimientos, y con las últimas cifras sobre la violencia machista publicadas por la ONU el pasado 25 de Noviembre, pero muchos no saben cómo contribuir a la lucha contra el patriarcado, o cuál podría ser su papel en este movimiento contra la violencia machista.
Hay muchas cosas que puedes hacer, aquí os dejo algunas ideas para empezar a trabajar:
- Trabajarte personalmente: hacer autocrítica constante con uno mismo. Ponle atención a la manera en como te relacionas con las mujeres que hay en tu vida: tus compañeras de estudios o trabajo, tu madre, tus hermanas, tus hijas y demás mujeres de tu familia, tus ligues o tu pareja, tus vecinas del barrio, o las camareras de los bares que visitas. Observa tus privilegios y la forma en que te beneficias de ellos, tu forma de cortejar y ligar, tu forma de tratar a tus compañeras sexuales y sentimentales, y la manera en que hablas de las mujeres en público. Analiza la manera en que gestionas tus emociones y resuelves conflictos, la forma en la que ejerces tu poder, la manera en que te beneficias de los cuidados que recibes de las mujeres que te quieren, Es un trabajo para toda la vida: constantemente tenemos comportamientos patriarcales y machistas, y la mayor parte de las veces no nos damos cuenta. Una vez que los identificas, puedes empezar a hacer cambios en tu vida cotidiana y en tu forma de relacionarte con nosotras.
- Trabajar en grupo: puedes juntarte con más hombres que estén trabajando sus patriarcados, y que tengan ganas de poner su granito de arena en una de las luchas políticas más importantes del siglo XXI. Podéis formaros, leer juntos, debatir, hacer talleres, y salir a las calles para protestar y para pedir a los gobiernos y a la sociedad que pongan la violencia machista en el centro de su agenda política.
- Evitar ser cómplice En tus reuniones con hombres: no le rías la gracia a los machistas, no le sigas el juego a los hombres de tu entorno que no se trabajan el machismo, y prestales tus gafas violetas: si les das tu punto de vista en vez de quedarte callado, puedes ayudar a muchos del grupo que piensan como tú y no se atreven a cortar el rollo a sus amigos. Y puedes lograr que tus amigos se hagan preguntas y empiecen también a trabajarse.
- Lee y escucha a las mujeres que llevan años estudiando y luchando en el movimiento feminista, puedes aprender mucho de ellas. El feminismo es una teoría y también un movimiento social, y como en la escuela no nos hablan de ello, tienes que ser autodidacta y aprender por tu cuenta. También puedes hacer cursos sobre feminismo y masculinidades, asistir a charlas y conferencias, y formar grupos de estudio feminista con otros hombres.
- Trabaja tu victimismo: es lógico que muchos hombres se sientan atacados y se enfaden porque todo está cambiando y no pueden hacer nada para que todo siga igual. Cuando te tocan tus privilegios, es hasta cierto punto normal que quieras seguir teniéndolos. El feminismo no es un discurso de odio contra los hombres, lo que trata es de poner el foco en la masculinidad patriarcal que domina el planeta y asesina mujeres cada cinco minutos en todo el mundo. Aunque vosotros también sufris vuestras opresiones, todas vienen del patriarcado, no del feminismo: el feminismo es un movimiento de liberación, y vosotros también estáis incluidos, pero no sois los protagonistas. Os necesitamos más como agentes del cambio que como lideres de un movimiento de mujeres.
- Educa a tus hijas e hijos sin machismo: asume de una vez tus responsabilidades domésticas, de crianza y cuidados. La única manera de enseñar la igualdad a tus descendientes es que la vean en casa, y que tú des ejemplo con tus acciones, no sólo con tus discursos. Eres el representante de las nuevas masculinidades y las nuevas paternidades, da lo mejor de ti en esta tarea.
- Trata bien y cuida a tus parejas, sean parejas formales o informales, sean parejas de una noche o de cien noches. Construye relaciones sanas e igualitarias con tus compañeras.
- Trata bien a las desconocidas también: no ejerzas acoso sexual en la calle y en los espacios públicos.
- No alquiles mujeres para tu placer sexual o tus necesidades reproductivas. No explotes mujeres pobres y no te aproveches de tu poder económico para obtener favores sexuales.
- Sé honesto contigo mismo para hacer una revisión de todas las ocasiones en que te has aprovechado de tu condición de hombre, las veces que has hecho daño a las mujeres, las veces en que has ejercido la opresión sobre ellas, y la forma en que el patriarcado te ha oprimido a ti. Si tienes que perdir perdón a alguien, hazlo. Te sentirás mucho mejor.
- Ten empatía para poder ser solidario y pregúntate a diario cómo es ser mujer en un mundo patriarcal.
- No seas indiferente ante las injusticias de tu entorno: no permanezcas callado para proteger a un compañero, no culpabilices a las víctimas, protesta cuando detectes situaciones de abuso y violencia contra las mujeres, actúa para llevar el feminismo a tus espacios cotidianos, practica tu feminismo en todas las situaciones, y aplicalo en cada una de tus relaciones.
- No intentes liderar la causa feminista: si te unes a un grupo mixto de mujeres y hombres, intenta no ser el primero que lleve la pancarta, intenta no acaparar el espacio de diálogo, intenta apoyar en lugar de protagonizar.
- Busca tus modelos de referencia para trabajar tu masculinidad: hay muchos hombres feministas escribiendo en revistas y blogs, impartiendo charlas, haciendo vídeos y documentales, organizando jornadas y concentraciones de protesta contra la violencia machista. Están en las redes sociales, debatiendo y compartiendo información, y apoyando a las compañeras feministas.
- Conviértete en un modelo de masculinidad antipatriarcal para los hombres de tu entorno, especialmente para los más jóvenes. Se contagia a la gente con acciones y con el comportamiento, no sólo con los discursos. Siendo una referencia puedes ayudar a muchos a cuestionarse, a trabajarse, y a unirse a la causa contra la violencia machista. Necesitamos muchos como tú.
Coral Herrera Gómez
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