La doble vida de los hombres es perjudicial para todas las mujeres, pero a quienes más afecta es a las mujeres más vulnerables de nuestra sociedad: las víctimas de la trata y la esclavitud sexual.
Las infidelidades masculinas son una forma de violencia machista, sólo que hasta ahora el patriarcado ha justificado la doble vida de los hombres con la doble moral que nos culpa a nosotras, y les disculpa a ellos. Nos ha hecho creer que nosotras no tenemos necesidades sexuales y que en todo caso, tienen prioridad las de ellos: su "desmedido" apetito sexual hace inevitable que necesitemos una reserva de sirvientas sexuales porque, nos dicen, si no existieran ellas, nosotras sufriríamos violaciones a todas horas.
Sin embargo, ahora sabemos que el apetito sexual es el mismo en mujeres y hombres, que los hombres no son violentos por naturaleza, y que las violaciones no tienen tanto que ver con el deseo sexual como con el poder y la dominación.
La monogamia no es un pacto entre parejas, es un mito para tenernos controladas a las mujeres, y es una ficción colectiva en la que participamos todos y todas. Frente al mito, la realidad: los aparcamientos de los burdeles están a reventar de hombres emparejados y casados durante las 24 horas, todos los días de la semana, todos los días del año. En España un 39% de los hombres son clientes de los más de 1.200 burdeles que existen, y se gastan entre todos 5 millones de euros al día. Cuatro de cada diez hombres en España: es difícil que nuestras parejas y familiares no pertenezcan a este grupo tan inmenso.
España es el segundo país del mundo en el negocio de alquiler de mujeres: hay cientos de miles de víctimas de la trata. Están al alcance de todas las edades y todos los bolsillos. Y existen porque los hombres pagan, y el resto de la sociedad mira para otro lado.
A las mujeres nos han engañado, pero también nos auto engañamos creyendo que aunque "casi todos" los hombres van al burdel, el "nuestro" no.
Los hombres que acuden a los burdeles no son monstruos: son nuestros maridos, nuestros padres, nuestros hijos, nuestros hermanos, nuestros amantes, nuestros amigos.
No podemos seguir viviendo como si esos centros de esclavitud no existieran, porque hay uno en cada barrio y cada pueblo, y se distinguen claramente por sus luces de neón. Van los pobres, los ricos, los de derechas, los de izquierdas, los conservadores y los progres, los machistas y los deconstruidos, los curas y los diputados, los hombres de familia: cualquiera de ellos puede vivir la experiencia de subir a los cielos para entrar en el paraíso del patriarcado, ese espacio sin leyes ni restricciones lleno de mujeres de todas las edades y países.
En el Paraíso (un nombre que eligen muchos dueños de burdeles para sus negocios) hay barra libre a los deseos masculinos: se puede beber, bailar, cantar, comer, esnifar y hacer lo que uno quiera (pagando). No hace falta usar mascarilla ni respetar la distancia social, no hay policía ni tratados internacionales de derechos humanos, no hay esposas con ganas de aguarte la fiesta. En el Edén hay mujeres jóvenes, guapas y disponibles para todos: es el sueño de los machos, el reino de la libertad y la felicidad masculina.
No podemos seguir dando la espalda a la realidad más tiempo, porque hay muchas mujeres sufriendo una vida de explotación, miseria y violencia a escasos metros de nuestros hogares. La misión de las mujeres no es aguantar los cuernos, ni mirar para otro lado: las mujeres no hemos nacido para sufrir, ni para ver sufrir a las demás.
Por fin se nos está cayendo la venda, y estamos comprendiendo que la doble vida de los hombres nos daña a todas, pero especialmente a las mujeres de los países pobres que son secuestradas y traídas a España en contra de su voluntad. No son las "otras" con las que se divierten nuestros maridos, son nuestras hermanas.
La doble moral nos ha hecho creer que las mujeres nacimos para servir a los hombres, y que somos libres para elegir si queremos servir a uno solo, o a varios. Y lo peor: nos han hecho creer que las que sirven a un solo hombre merecen respeto, y las demás no. Que unas valen más que otras, que unas somos buenas y las otras malas, que unas valemos para ser señoras y las otras, no.
Es hora de que nos sentemos a hablar con los hombres sobre la estafa de la monogamia femenina, sobre cómo nos afectan sus privilegios, y decir en voz alta de una vez por todas que no es justo que para que ellos puedan disfrutar, haya tantas mujeres que tengan que sufrir.
Los hombres que se hacen ricos traficando con mujeres son financiados por sus clientes. La mayor parte de ellos no se sienten cómplices del sistema de explotación patriarcal, pero todos sabemos que si no hubiera demanda, no habría esclavitud sexual.
Ha llegado la hora de sacar a la luz el problema: esta es una de las conversaciones más difíciles y más duras que nos toca tener con maridos, hijos, padres, hermanos, amigos, compañeros de trabajo o de estudios. Tienen que entender que ya no cuentan con nuestra resignación, ni con nuestro silencio, y que les toca analizar la dimensión ética de su forma de relacionarse con las mujeres, especialmente con las mujeres más vulnerables de la sociedad: las víctimas de la trata y la esclavitud sexual.
Por supuesto, también les toca a los hombres que se dicen aliados del feminismo, defensores de los derechos humanos y la igualdad: el silencio y la indiferencia nos hacen cómplices a todos.
Aquí algunas preguntas que a los hombres os pueden ayudar para hacer autocrítica, y a las mujeres para abordar el tema con sus parejas:
- Si vas al burdel, ¿vas solo, o prefieres ir con tus amigos?, ¿prefieres ir temprano en la mañana, a medio día, o mejor en las noches cuando sales de fiesta con hombres?
- ¿Cuánto dinero gastas cada mes en tus "escapadas"?
-¿Qué método de protección utilizas con las mujeres con las que tienes sexo?, ¿alguna vez has pagado más para no tener que usar preservativo?
-¿Tienes relación con las mujeres fuera del burdel?, ¿te has encaprichado alguna vez con una de ellas?, ¿te has enamorado de alguna?
-¿Tienes alguna favorita, o prefieres variar y estar cada vez con una diferente?
- ¿Son todas mayores de edad? Si la respuesta es sí, ¿cómo estás seguro de que lo son?
-¿Sabes si están ahí porque quieren, o si están presas en el burdel, o prefieres no preguntar?
-¿Te sabes sus nombres, les ofreces tu ayuda por si la necesitan para salir de ahí?
-¿Sabes si tienen familia, si tienen hijos, si tienen libertad para moverse?
-¿Con cuántos hombres están cada día ellas, y cómo hacen para soportarlo?, ¿toman medicación, toman drogas, cómo aguantan?
-¿Sabes si pueden ir al médico cuando enferman?
-¿Sabes cómo abortan cuando se quedan embarazadas?
-¿Sabes cuantos días o meses vuelven al burdel después de sus partos, y quién cuida a sus bebés?
- ¿A ti también te gusta pagar por tener sexo con mujeres embarazadas?
- ¿Te gusta estar a solas con ellas o prefieres tener sexo con una entre varios?, ¿os tocáis también entre vosotros cuando cumplís la fantasía de las violaciones colectivas?
-¿Cómo sabes si son o no víctimas de la trata?, ¿sabes de qué países vienen, cómo llegaron hasta ahí, sabes si tienen su pasaporte o documentación consigo?, ¿te ha preocupado alguna vez este tema?
-¿Sabes cuál es la deuda que tienen las mujeres con sus proxenetas, y el dinero que les queda a ellas después de pagar a otros hombres por usar la habitación, las sábanas y las toallas limpias?
-¿Les preguntas por el trato que reciben por parte de los hombres que hacen negocio con ellas?, ¿cómo las tratan los demás clientes?
-¿Por qué ni tú ni tus amigos habláis de vuestras escapadas con vuestras parejas, y en las reuniones sociales o familiares?, ¿te avergüenzas de tu doble vida?, ¿crees que yo como pareja tuya puedo sentirme avergonzada?
-¿Con quién te encuentras en el burdel: has visto a mi padre, a mi abuelo, a mi hermano, a mi mejor amigo, a mi profesor, a mi jefe?, ¿Os saludáis, compartís copas y mujeres con ellos, o cada uno va por su lado?
-¿Sabes cuánto duran las mujeres en los burdeles y en los pisos? Una media de tres años, ¿sabes lo que hacen con ellas cuando ya no sirven?, ¿sabes a donde van?, ¿lo saben ellas?
-¿Qué sientes cuando ves en la televisión noticias sobre redes de trata y esclavitud sexual?, ¿te has planteado alguna vez cómo contribuyes tú a este negocio de hombres?
- ¿Sabes a qué clase social pertenece la inmensa mayoría de las mujeres que están en los burdeles?, ¿has leído algo sobre el porcentaje de mujeres se dedican a la prostitución por cuenta propia, y el número de mujeres que son traídas a España en contra de su voluntad?
-¿Crees que la doble vida es un privilegio que únicamente podéis tener los hombres?, ¿por qué crees que no existen burdeles para que las mujeres puedan hacer lo mismo que vosotros?
¿Qué puede ocurrir al tener esta conversación? Que tu pareja, tu hermano, tu padre, tu amigo, niegue que él tenga una doble vida, como hacen casi todos, o que te hable con sinceridad.
Pero seamos realistas: es difícil que tu pareja sea sincero contigo porque la mayoría de los hombres no hablan de sus dobles vidas con mujeres, solo con hombres.
Saben muy bien que para mantener su "libertad" y su corona de rey, tienen que mentir todo el tiempo. Las mentiras no les hacen sentir malas personas: creen que mentir es "normal" en los hombres, normal y necesario para poder sostener sus privilegios.
Los hombres tienen que hacer autocrítica, renunciar a sus privilegios, y empezar a salir del armario ya. También tienen que romper el pacto de silencio que protege a los hombres desde hace siglos, y que hace sufrir a tantas mujeres.
Hay que sacar a la luz lo que ahora permanece en la oscuridad. Aunque nos duela reconocer que la monogamia es una estafa romántica, y aunque a ellos les cueste reconocer que están sosteniendo la esclavitud y la violencia con su dinero (y con nuestro dinero)
La única forma de acabar con el patriarcado es acabar con los privilegios masculinos y con la esclavitud doméstica, laboral, sexual y reproductiva de las mujeres: al patriarcado para derribarlo hay que mirarlo de frente, y mostrarlo al mundo tal cual es.