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24 de noviembre de 2010

Te quiero libre, no mía

25 de Noviembre: Día Internacional de la 
Eliminación de la Violencia 
contra la Mujer



Libre te quiero,
como arroyo que brinca
de peña en peña.
Pero no mía.

Grande te quiero,
como monte preñado
de primavera.
Pero no mía.

Buena te quiero,
como pan que no sabe
su masa buena.
Pero no mía.
Alta te quiero,
como chopo que en el cielo
se despereza.
Pero no mía.

Blanca te quiero,
como flor de azahares
sobre la tierra.

Pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.

Agustín García Calvo, cantado por Amancio Prada

15 de noviembre de 2010

El Movimiento Queer





“¿Cómo te sientes si eres albañil, vives en un pueblo y no sales por Chueca? ¿Si dejaste tus estudios en primaria? ¿Si no vas a los museos ni te gustan las películas francesas en versión original? ¿Si no tienes dinero para salir todos los fines de semana? ¿Si eres mayor? ¿Si no puedes costearte el llevar la moda fashion o simplemente no te gusta? ¿Encuentras tu lugar dentro de la identidad gay? ¿Te sientes como perteneciente a ese grupo o excluido del mismo? Y, lo que es peor ¿Cómo te valoran y perciben el resto de gays que sí encajan en esa identidad? 
Se habla mucho de promiscuidad sexual 
¿Qué pasa si no mantienes relaciones sexuales porque tu cuerpo no sigue el modelo?” 

J.I. PICHARDO GALÁN







El movimiento Queer nació como consecuencia de la lucha LGBT y el feminismo, pero oponiendose  radicalmente a someterse a la rigidez de las clasificaciones duales hombre/mujer, homo/hetero. Los  queers no se sienten cómodos bajo ninguna etiqueta de identidad, ni de orientación sexual, ni de raza, ya que se sitúan en el amplio espectro de complejidades que conforman la dimensión humana, alejándose así de las simplicidades y los extremos antagónicos. 

A finales de siglo XIX en Reino Unido y Estados Unidos la palabra queer era utilizada peyorativamente para calificar a hombres y mujeres homosexuales como “raros” o “extraños”. En las décadas de los 20 y los 30 del siglo XX  se utiliza como termino de autodesignación, en un sentido más restrictivo, por algunos homosexuales que desean no vincularse a la imagen social del homosexual afeminado. Hacia finales de la Segunda Guerra Mundial está presente, entre las diferentes connotaciones sexuales, la aplicada a todos los “anormales” en sentido peyorativo.



Según Javier Sáez, queer en inglés es un insulto homófobo: “es maricón, bollera, rarito, es todo aquello que se sale de lo normal y pone en cuestión lo establecido”. Un grupo de militantes bolleras, negras, chicanas, de trans, de maricas seropositivos, pobres, emigrantes, parados, van a autodenominarse queer para tomar distancia del término “gay”, que a finales de los 80 representaba solamente una realidad de varones homosexuales, blancos, de clase media o alta, con un proyecto político de integración normalizada en el sistema social y de consumo, y que excluía toda esa diversidad de sexualidades minoritarias articuladas con posiciones de raza, clase, edad, enfermedad, migración, pobreza, etc.Lo queer es un proyecto emanado de un feminismo radical, lesbiano, que estalla en un momento de rabia y de impotencia ante la pandemia del sida, ante la inacción de los gobiernos, y la subsiguiente estigmatización homófoba de los cuerpos y las prácticas sexuales disidentes”

El nuevo movimiento queer denunciaba la genitalidad y el coitocentrismo de las prácticas sexuales orientadas a la reproducción, y proponían expandir el placer por todo el cuerpo, permitiendo la exploración y la ruptura de las fronteras de la mentalidad tradicional, dejando atrás tabúes, culpabilidades, prohibiciones y miedos. El Queer reivindica así, el fin de la represión sexual que el poder patriarcal ejerce sobre nuestros cuerpos, el juego con las fronteras del género, el ir más allá en todo, liberando el deseo de las constricciones morales.




También el queer niega lo gay y lo lésbico porque invisibilizaban en sus dicursos la bisexualidad, el travestismo, el transgenerismo y la transexualidad. Además, centrados en el tema del género, no tomaban en cuenta las diferencias de raza, etnia, nacionalidad, clase, economía, cultura, etc. asi que  acusaron al feminismo y a la lucha gay de  estar trabajando solo por los derechos de las mujeres occidentales de clase media-alta. Frente a esta posición, el Queer defiende el fin de las jerarquías y el triunfo de la mezcla, la hibridación de razas, tonalidades piel, etnias, nacionalidades y sexualidades. Para el Queer la normalidad es un concepto artificial que varía según la cultura, y por ello se declaran desviad@s, anormales, porque defienden al diferente, a aquell@s que no encajan en ningun esquema preconcebido, aquell@s que se saltan las barreras de la definición. La teoría queer cree, además, que la diferencia no debe de ser motor de desigualdad, sino que constituye una muestra de la diversidad y riqueza dela realidad social.


Oscar Guasch (2000) , por ejemplo, opina que en la actualidad, la homosexualidad ha perdido su capacidad de transgresión y su esencia revolucionaria y se ha convertido en una subcultura inserta en el sistema: “está cada vez más integrada en el circuito de producción y de distribución capitalista (sobre todo en el sector servicios y en la industria del ocio)”. Esta subcultura se caracteriza porque no es exótica, sino propia del sistema, y representa valores que han pasado a la cultura heteronormativa, como el paso de una sociedad de familias a una sociedad de individuos, el hedonismo, el culto al cuerpo, el mito de la eterna juventud, la cultura del ocio, el consumismo, la superficialidad o la promiscuidad sexual.

Guasch denuncia así que en la actualidad ser gay, especialmente entre las clases medias, se ha convertido en un signo de distinción.  Pero, paralelamente, reconoce que aún hoy sigue siendo difícil ser gay o lesbiana fuera del ghetto urbano o la vida privada. Es más difícil, en cambio, serlo en el instituto, en el colegio, en el trabajo. Vivir públicamente como gay o lesbiana es un lujo que pocos y pocas pueden permitirse y que debería ser común en una sociedad plenamente democrática”.



 En lugar de tratar de ser igual que todo el mundo (y pretender que "todos" significa blancos, de clase media, conservadores y heterosexuales) la política "queer" implica la demanda del respeto y de la igualdad para cualquier modo de vida que opten por tomar las personas, independientemente de su género y orientación sexual.  

Al reivindicar un nombre que hacía hincapié en una misma experiencia de rechazo por las capas dominantes de la sociedad, Queer Nation (la Nación puta) trató de subvertir la política de asimilación a la vez que trataba de movilizar y unificar a los "queers": "Aquí estamos, somos 'queer', acostúmbrense a ello" fue la consigna principal del movimiento.

 Queer Nation surgió cuando algunos activistas de ACT UP empezaron a aplicar los métodos militantes y radicalmente democráticos que habían usado en el combate contra el SIDA . Su objetivo era luchar contra el heterosexismo y la homofobia con técnicas como el outing (sacar del armario a celebridades), para dar respuesta a la creciente ola de violencia matajotos (grupos homófobos atacaban a gays en las calles) y para luchar contra la justicia y la hipocresía en el seno de gente LGBT y otros grupos oprimidos. El movimiento integró ideas del Poder Negro y de los movimientos feministas: los individuos y las comunidades pueden y deben exigir respeto, no tienen por qué ganárselo adaptándose a la mayoría. También aplicó, basándose en las experiencias feministas y de varios grupos de la izquierda, formas descentralizadas de organización.


A finales de los ochenta, la idea de una política "queer" se apoderó de repente de los activistas y de los académicos lesbianas, gay, bisexuales y transgenéricos (lbgt) en América del Norte y otros lugares. El primer grupo Queer Nation organizado en Nueva York en 1989 fue seguido por una ola de unos setenta colectivos en ciudades grandes y pequeñas, y universidades a lo largo y ancho de Estados Unidos y Canadá, a los que se agregaron grupos similares en Gran Bretaña y otros lugares. Queer Nation llegó y se fue muy rápidamente. Hacia 1993, casi todos se habían disgregado, un ejemplo fue Lesbian Avenger. Según Patterson Torvald (2000) afirma que pudo ser debido a su "democracia radical":en parte, la democracia demasiado radical de los grupos les impedía con frecuencia tomar decisiones puesto que trataban de dedicarse a todos los proyectos por igual y, en consecuencia, fallaban en algunos de ellos y desgastaban a sus activistas. A veces, el proyecto político no más no era lo suficientemente claro para acoger todas las demandas que la gente llevaba”.

El movimiento queer como práctica social nace, pues, muy vinculado a los movimientos desarrollados a partir del impacto del SIDA, pero también estrechamente ligada al movimiento feminista y a la izquierda política. La influencia de grupos como ACT UP, Radical Furies o Queer Nation en el mundo académico estadounidense ha sido, además, enorme.


A diferencia de lo que ocurre en EEUU, el movimiento queer en Europa se inspira en las culturas anarquistas y en las emergentes culturas transgénero para constituirse, según Beatriz Preciado, en fugitivos del género, y para oponerse a lo que ella denomina el “Imperio Sexual”:


Ya no hay una base natural (“mujer”, “gay”, etc.) que pueda legitimar la acción política.  Lo que importa no es la “diferencia sexual” o la “diferencia de l@s homosexuales”, sino las multitudes queer. Una multitud de cuerpos: cuerpos transgéneros, hombres sin pene, bolleras lobo, cyborgs, femmes butchs, maricas lesbianas... 
La “multitud sexual” aparece como el sujeto 
posible de la política queer”.

En España se conocieron grupos como LSD (Lesbianas sin duda) o la Radikal Gai en los años noventa, que se apropiaron  de términos  como bollera o marica para autodefinirse y para crear una militancia diferente que no se dirige al Estado pidiendo subvenciones, leyes o regulaciones. Estos movimientos trabajan en otras líneas políticas independientes y reacias a la buena imagen y a la integración en el sistema heterosexual dominante.

Con la llegada del nuevo milenio surgen prácticas políticas que superan la política institucional de los grupos LGTB, el FAGC (Front d'Alliberament Gai de Catalunya ['Frente de Liberación Gay de Cataluña']), EHGAM (Euskal Herriko Gay-les Askapenerako Mugimendua ['Movimiento de Liberación de Gays y Lesbianas de Euskal Herria']), Maribolheras Precarias (Galicia) y Liberacción (Madrid) forman parte de la red contra la homofobia, y sus luchas van más allá de una reivindicación exclusiva para la comunidad LGTB cada vez más mercantilizada; la lucha contra la precariedad o contra la guerra forman parte de su ideario político.

Según Sáez, esta tradición no ha dejado de trabajar y proliferar en el Estado español: publicaciones como De un Plumazo, Non Grata, La Kampeadora, Planeta Marica, Hartza.com o Bollus Vivendi continúan esta actividad en los 90.




A comienzos de este siglo diversos grupos queer, principalmente de lesbianas, organizan los primeros talleres drag king, producen porno alternativo, documentales, libros, festivales de cine, performances, conferencias, okupan casas para desarrollar proyectos autogestionarios, y abren debates y alianzas sobre diversas realidades políticas. 

Por ejemplo, la regulación del trabajo sexual, la posibilidad de otra pornografía, un nuevo feminismo no lesbófobo y no transfóbico, la inmigración, el acceso libre a drogas y hormonas, el régimen heterosexual en escuelas y medios de comunicación, cómo se construyen el sexo y el género, los protocolos médicos que mutilan a l@s bebés intersexuales, nuevas realidades transgénero y transexuales, el arte queer, los juguetes sexuales, la cultura cyborg, la guerra y el género, la autodefensa, la precariedad laboral, la crítica al matrimonio, el problema de la vivienda, el fracaso en la prevención del SIDA y cómo crear nuevas formas de prevención, el sadomasoquismo, el barebacking, los osos y la pluma, qué es la masculinidad y la feminidad, el cuestionamiento del binarismo sexual…

Grupos como Mambo, Girlswholikeporno, Grupo de Trabajo Queer-GTQ, Zona de Intensitat, Medeak, Post Op, Las Orgia, Corpus Delicti, practican actualmente diversas militancias queer en diferentes zonas del Estado español, en sus diferentes idiomas, y han creado importantes vínculos con otros grupos en Europa y América Latina.




También en el ámbito del arte ha habido una amplia producción cultural feminista y queer desde los años 80 que continúa en la actualidad: numerosas exposiciones y seminarios sobre artistas y culturas queer se han organizado en el Espai d'Art Contemporani de Castelló (EACC), la Universidad Internacional de Andalucía, el MACBA, el CCCB, el Centro Galego de Arte Contemporáneo (CGAC) o en Arteleku, entre otros. Lo mismo ocurre en el ámbito académico; desde hace unos años existen en diversas universidades españolas seminarios, cursos de posgrado, tesis doctorales y conferencias sobre las culturas queer. La Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) organizó entre 2003 y 2005 dos ediciones de un curso de teoría queer, y en las universidades de Valencia, Jaén, Vigo, Barcelona, Zaragoza, País Vasco, o Madrid, podemos encontrar recientes ejemplos de programas y cursos sobre estas culturas.

Desde finales de los 90 se publican en España libros sobre prácticas, militancias y teorías queer, traducciones, así como numerosos blogs, webs, y foros, que difunden las convocatorias entre grupos, promueven el intercambio de información y la creación de proyectos comunes. Los blogs son esenciales, según Javier Sáez,  en un movimiento que privilegia la auto-afirmación y la importancia de contar la propia historia.


 Aquí téneis algunos enlaces interesantes: 






BIBLIOGRAFÍA 


1) Guasch, Òscar: “La crisis de la heterosexualidad”, Ed. Laertes, Barcelona, 2000

2) Patterson Torvald (2000): “Queer without fear”, traducido por Ricardo Martínez Lacey. En www.queerekintza.org/web/pag_cast/articulos/articulos_queer.html 
3) Peñamarín, Cristina: Pornografía y Sexualidades Minoritarias. Entrevista A Beatriz Preciado, PARÍS, Enero 2007. En J. Ignacio Díez y  y Adrienne L. Martin (eds.) Venus Venerada II. Literatura y modernidad en España. Madrid. Editorial Complutense, 2007

4) Pichardo Galán, Jose Ignacio: Identidad, Cuerpo, Exclusión y Gays. REVISTA DE ANTROPOLOGÍA IBEROAMERICANA.  http://www.aibr.org/antropologia/boant/articulos/ABR0202.html
5) Preciado, Beatriz: “Multitudes queer. Notas para una política de los "anormales", Revista Multitudes. Nº 12.  París, 2003. 



6) Sáez, Javier : “La destrucción de una cultura queer en España”, publicado en www.hartza.com

11 de noviembre de 2010

Apuntes sobre el divorcio



Los datos de 2007 sobre los índices de divorcio en España se resumían así : por cada cuatro matrimonios  se divorcian tres: "Se produce un divorcio cada 3,7 minutos, es decir, 16 cada hora, y 386 al día", según un informe del IPF.

Separarse, romper la unión, deshacer los lazos, ha sido y es un fenómeno corriente en la historia de la Humanidad, aunque según Barash y Lipton (2003) también es un fenómeno común en el reino animal.  Las causas que los sociobiólogos han encontrado en el divorcio entre los animales tienen que ver con la incompatibilidad (conductual, genética, fisiológica) entre los miembros de la pareja, en cuyo caso la separación es juzgada como beneficiosa para ambos. Una visión alternativa, propuesta recientemente, es la llamada hipótesis de la mejor opción, que sugiere que el divorcio es resultado de una decisión unilateral tomada por uno o los dos miembros de la pareja establecida, que aspiran a mejorar su situación.

Entre los humanos, el divorcio es un fenómeno con una historia legal muy reciente. Hasta hace poco, las personas o permanecían juntas toda la vida, o su convivencia cesaba sin ningún tipo de bendición religiosa o reconocimiento legal o jurídico. En este sentido, el divorcio, igual que el matrimonio, ha sido siempre cosa de las clases altas.

Según Helen Fisher (2007), el divorcio es frecuente en las sociedades donde tanto las mujeres como los hombres son dueños de tierras, animales, dinero en efecto, información u oros bienes valiosos o recursos, y donde ambos tienen el derecho de redistribuir o intercambiar  sus patrimonios fuera del círculo de la familia inmediata. Cuando hombres y mujeres no dependen el uno del otro para la supervivencia, una pareja con problemas puede divorciarse, y de hecho a menudo lo hace”.

Esta correlación entre independencia económica y divorcio se verifica en numerosas culturas. Por ejemplo, entre los yoruba del África occidental son las mujeres quienes controlan el complejo sistema económico: manejan el cultivo, transportan la cosecha hasta el mercado semanal, y venden la mercancía. Como resultado de esto, las mujeres traen a casa no sólo provisiones sino también dinero y artículos santuarios, lo que Fisher denomina riqueza independiente: “Hasta un 46% de matrimonios yoruba terminaban en divorcio. La autonomía económica personal, pues, genera libertad para separarse”.

En cambio, el divorcio disminuye en sociedades desiguales en los que la gente se relaciona en torno a la discriminación de género, es decir, cuando los cónyuges dependen unos de otros para la subsistencia:

 “La más notable correlación entre dependencia económica y una baja tasa de divorcios se verifica en la Europa preindustrial y en todas las sociedades que trabajan la tierra con arado, como es el caso de la India y China. (…) Además, existe una ineludible realidad ecológica: las parejas de agricultores se necesitan para sobrevivir. Los agricultores estaban atados a la tierra, uno al otro, y a una compleja parentela que formaba una red inalterable. En estas circunstancias, el divorcio no era una alternativa práctica”(Fisher, 2007).

Existen numerosas sociedades donde no se practica el divorcio, o donde es difícil conseguirlo, o donde ha sido prohibido por la religión y el poder político (los antiguos incas no lo practicaban, la Iglesia católica apostólica romana lo prohibió, en la religión musulmana solo puede divorciarse el hombre; la mujer solo puede ser abandonada). Para Fisher la diferencia entre la sociedad occidental y otras es que existen comunidades que no hacen del divorcio una cuestión moral, aunque entiendan que es un proceso doloroso y difícil:

Si dos personas no pueden vivir juntas armoniosamente, mejor será que se separen” es el lema de los engoles de Liberia.

En el cristianismo, al principio los padres de la Biblia tenían las opiniones divididas acerca del tema del divorcio, a pesar del consejo de Jesús en torno al matrimonio: “Lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe”. No obstante algunos pasajes de la Biblia enviaban mensajes contradictorios y algunos eruditos piensan que los primeros cristianos tenían el derecho tanto legal como religioso divorciarse de su esposa por adulterio o por no ser creyente. 

El divorcio sin embargo nunca fue común entre los cristianos agricultores, ni antes ni después de la decadencia romana, según Fisher (1992). No todos nuestros antepasados labriegos creían en Dios. No todos esos hombres y mujeres formaban parejas felices. A no todos ellos les entusiasmaba la idea de volver a casarse. Pero la inmensa mayoría de esas personas vivan del sol y de la tierra. Los labriegos estaban uncidos a sus tierras y a sus parejas… para siempre” (Fisher, 1992).

Se piensa que San Agustín fue el primer líder de la Iglesia que consideró el matrimonio un sacramento sagrado, y con el paso de los siglos prácticamente todas las autoridades cristianas determinaron que el divorcio es impensable en cualquier circunstancia para los miembros de la Iglesia católica.  

Durante la Edad Media, la Iglesia trató de imponer su visión sobre la indisolubilidad del matrimonio y luchó contra el repudio de la mujer por parte del esposo, según Leah Otis-Cour (2000): “Se aceptó de manera creciente que sólo la Iglesia tenía jurisdicción en tales cuestiones. Una separación no era un mero asunto familiar, sino una cuestión que debía ser resuelta por los tribunales de la Iglesia, que se volvieron más uniformes y consecuentes en sus decisiones. Pero tuvieron que pasar muchas generaciones antes de que se impusieran en la sociedad las nuevas normas matrimoniales. En el mundo celta siguió existiendo el divorcio, y en la Península Ibérica el repudio de las mujeres”.

Si en el pasado el matrimonio había sido un estado del que se podía salir con facilidad, hacia el final de la Edad Media ciertos hombres lo consideraban una “auténtica cárcel, una trampa de la que teóricamente no había escapatoria”. En términos generales, esta situación fortaleció la posición de la mujer según Otis-Cour, pues en el pasado el divorcio había equivalido, en la mayoría de los casos, al repudio de la mujer por parte del hombre.  


La Revolución Industrial modificó la relación económica entre hombres y mujeres, y contribuyó a estimular el surgimiento de modelos más modernos de divorcio. En el siglo XX la gente se casa por amor, y se separa por lo mismo. Es decir, tratamos de conjugar institución y emociones pese a que el matrimonio es una estructura sólida pensada para durar, y el amor romántico en cambio es perecedero, imprevisible y difícil de controlar a voluntad propia. 

En la actualidad, el divorcio legal es posible para todo el mundo en las sociedades democráticas, pero no lo es a nivel económico, ya que muchas parejas no pueden permitírselo, sobre todo desde el boom inmobiliario que ha atado a las parejas en un contrato económico del que es difícil desligarse.

Autores como Jaeggi y Hollstein (1985) han resaltado el el coste económico de los divorcios para  las naciones, y el coste psíquico y emocional para las personas:

 “Hasta ahora nadie ha pensado ni ha calculado lo que en el ámbito de la economía nacional se ha gastado y se sigue consumiendo en fuerzas, recursos y dinero por culpa de las crisis de la pareja, de las angustias del amor y de los esfuerzos para superar el dolor. Pero, a pesar de la falta de datos y de números concretos, se puede concluir que, para la economía nacional, la separación se ha convertido en un problema que absorbe una parte considerable del producto interior bruto”.



Las razones principales por las que se divorcian las personas son: el agotamiento del amor, el aburrimiento, la infidelidad, los problemas de convivencia, la falta de intimidad, la ausencia de comunicación, los reproches mutuos y las discusiones amargas, la carga doméstica no compartida, las adicciones, el rechazo o la indiferencia sexual

Según Helen Fisher, los motivos que hombres y mujeres dan para querer interrumpir el vínculo matrimonial son tan variados como los que tuvieron para casarse, pero hay algunas circunstancias comunes a todas las personas que eligen terminar una relación:

El adulterio manifiesto encabeza la lista. En un estudio sobre 160 sociedades, la antropóloga Laura Vestí demostró que la infidelidad (sobre todo la femenina) es la razón más comúnmente alegada para pedir el divorcio.
- La frigidez, la esterilidad y la impotencia sexual.
- La violencia masculina.
- La personalidad y la conducta del cónyuge: entre las razones más aducidas están el mal carácter, tener celos en exceso, regañar constantemente, ser totalmente dependiente del otro, no ser respetuoso, no contribuir al trabajo en común, la indiferencia sexual, la violencia, el estar siempre ausente o la existencia de otra pareja.


La característica más peculiar y sobresaliente del divorcio es que se produce a los pocos años del casamiento, alrededor de la época del cuarto año. Esto es una realidad transcultural que la antropóloga Fisher (2007) ha constatado en sus estudios:
- En las 24 sociedades sobre las cuales los anuarios de las Naciones Unidas ofrecen información, el riesgo de divorcio alcanza su pico máximo entre los 25 y los 29 años para los hombres, mientras que para las mujeres tiene un doble pico máximo, entre los 25 y los 29, y entre los 20-24. El 81% de todos los divorcios ocurre antes de los 45 años en el caso de las mujeres. 
- En los grupos de mayor edad, el divorcio se vuelve menos y menos frecuente. Y ya en la edad madura el divorcio es un fenómeno raro. 
- El 39% de las parejas que se divorciaron no tenía hijos dependientes, el 26% tenía un solo hijo dependiente, el 19% con dos hijos, el 7% en parejas con tres; el 3% eran parejas con cuatro, y las parejas con 5 o más hijos raramente se separaron. Por lo tanto cuantos más hijos tiene una pareja, menos probable es que los cónyuges se divorcien. 
- El período promedio entre divorcio y nuevo casamiento es de tres años. El 80% de todos los varones divorciados norteamericanos y el 75% de las mujeres divorciadas norteamericanas vuelven a casarse.  


En España el divorcio se legalizó en el año 1981, lo que supuso un avance gigantesco en la lucha por la igualdad que sostenía el feminismo. Antes de 1981 una mujer no podía separarse y si abandonaba el domicilio conyugal era buscada por la policía y devuelta a su casa; la paliza que esperaba a la mujer rebelde era de morirse, porque los maridos de entonces tenían el respaldo de la ley para ejercer la violencia con sus esposas. A los asesinatos de mujeres se les denominaba "crímenes pasionales", y eran condenados por la sociedad, que se escandalizaba ante las mujeres que reclamaban sus derechos y libertades. Sobre todo, lo más importante fue la batalla por la independencia femenina a nivel económico (gracias a su introducción masiva al mercado laboral en los años 80), y la soberanía total de sus cuerpos (gracias a la píldora y al condón).

También los hombres se han beneficiado de esta ley porque les permitió acabar con los dobles matrimonios (el oficial y el oculto), o con matrimonios rotos basados en el odio mutuo que se mostraban como perfectos de puertas para fuera. Dentro, la gente pudo acabar con sus infiernos conyugales gracias a una ley que por fin eximía a las mujeres de estar bajo la tutela de nadie, y que legalizaba su autonomía personal.

Como ya vimos en el post dedicado al desamor, los divorcios no son solo separaciones sentimentales, sino que a menudo suponen la destrucción de la estructura de vida, basada en la familia nuclear, y también la eliminación del status de casado/a, que tiene consecuencias fiscales y sociales. Se dejan atrás vivencias compartidas, recuerdos buenos y malos, sueños y decepciones, proyectos en común, guerras internas, amistades y espacios compartidos. Se rompe el pacto económico, pero si hay hijos se crean otros. Se rompen unas dependencias, pero surgen otras nuevas.

Así que el divorcio posee varias dimensiones: la social, la económica, la sentimental... y es que los procesos de separación a menudo se ven inundados por una amalgama de sentimientos intensos (despecho, desprecio, tristeza, nostalgia, amargura, desesperación u odio), y pueden ser amistosos, o largos y complicados. Muchas personas actúan vengativa o cruelmente e involucran a sus hijos e hijas en el conflicto; pero muchas otras hacen fiestas de divorcio y se separan amistosamente (en Estados Unidos están de moda las empresas que organizan eventos de este tipo).

El matrimonio Beck (2001) aporta una idea novedosa para las ciencias sociales actuales: el concepto de “matrimonio postmatrimonial” y el concepto de “divorcio intramatrimonial”: 

De manera similar a alguien que ha perdido el brazo, pero que sigue utilizándolo, los divorciados siguen manteniendo durante muchos años un matrimonio sin matrimonio; pues el otro está presente con toda la intensidad de la ausencia y del dolor que su pérdida provoca. Sólo quien equipara el matrimonio con sexualidad, amor y convivencia, puede caer en el error de creer que el divorcio significa el final del matrimonio. Si se ponen en el centro los problemas económicos de la manutención, los hijos o la biografía vivida conjuntamente, se ve claramente que el matrimonio ni siquiera termina en el ámbito jurídico con el divorcio; más bien pasa a una nueva fase del “matrimonio de separación”. Los divorciados quedan unidos, a pesar de todo, por múltiples y diversos vínculos, como los hijos comunes y el recuerdo de la vida, “hasta que la muerte los separe”.

3 de noviembre de 2010

Señoras que "heredan" el poder



¿Se imaginan a Aznar besando cariñosamente a Rajoy si este gana las elecciones dentro de dos años?. ¿O a Felipe González agarrando a ZP con ternura en la portada de El País?. ¿Se imaginan a la prensa pasando de los millones de votos que permiten a una persona presidir el gobierno de un país , y destacando machachonamente que Rajoy "hereda" el puesto de Presidente gracias a Aznar y sus gestos de cariño paternal en público?.

Y yo me pregunto, ¿es que Dilma Rousseff no tiene nada que aportar?, ¿es que su legitimidad solo viene dada porque Lula la eligió a ella y no a otro?, ¿por qué no aparece sola con gesto triunfal como los presientes de las democracias el día que resultan victoriosos?. 
Al fin y al cabo le han votado 55 millones de personas, que son muchas personas....
¿Y qué dice Lula?
Lula dice: "No existe ninguna posibilidad de que un ex presidente forme parte del Gobierno. Dilma tiene que hacer un Gobierno con su propio rostro" (El Mundo.es).

miren como le ayuda su marido a sostener la batuta del poder, debe pesar kilos...


Inevitable relacionar este tema con este otro: ¿cómo es posible que la prensa diga que existe un vacío de poder en Argentina si Cristina Fernández no ha muerto?. ¿Se muere un ex presidente, y Argentina se queda sin mando que la gobierne?, ¿es que Cristina es invisible?, ¿ o es que todo el mundo piensa que su marido la utilizó para perpetuar su poder desde la sombra y que ella no tiene ni idea?, ¿van a permitirle demostrar que las mujeres no necesitan maridos ni padres para ejercer su profesión?.

Y luego me choco con las declaraciones de la mismisima viuda de Kichner, que en lugar de prometer a los argentinos trabajar para ellos (y ellas), dice (según elmundo.es) que en el resto de su mandato hasta 2011 "se propone "hacer honor" a la memoria y el Gobierno de su fallecido marido" . Esto me hace replantearme si Cristina realmente va a trabajar o si prefiere perder el tiempo en hacer de viuda inconsolable.

Así que no tengo tan claro que las mujeres presidentas sean mejor que los hombres presidentes... es decir, no sé si es una cuestión de género
El poder es el poder. 

Volviendo a Dilma me pregunto, ¿gobernará para los empresarios o para la gente?, ¿trabajará por fin para erradicar la diferencia entre pobres y ricos?, ¿invertirá en sanidad, educación y cultura?, ¿combatirá la homofobia y el machismo?, ¿será valiente a la hora de trabajar, o dejará, como ZP, que el mercado y las instituciones neoliberales le marquen la agenda?. 

Todo son preguntas cuando analizo el tratamiento de los medios de comunicación; sobre todo los latinoamericanos; alucino porque la mayoría, incluso los "progres" o la izquierda siguen con la idea de que las mujeres necesitan detrás un gran hombre para gobernar (Néstor, Lula, Bill...)

Luego pienso que no se trata de cambiar de género o de raza en las presidencias, sino directamente transformar las estructuras económicas y sociopolíticas mundiales (patriarcado, capitalismo y democracia), que han revelado su inutilidad para trabajar por el progreso de la Humanidad, el reparto equitativo de la riqueza, el bienestar y la igualdad entre los seres humanos. Así que no hay por qué pensar que una mujer va a hacer una democracia mas participativa y menos representativa, y tampoco ilusionarse imaginando que por ser mujer va a trabajar por la paz, va a invertir en investigación o va a reducir el presupuesto de sus ejércitos. 

Pero al menos vamos a escuchar a ver qué nos cuenta Rousseff, y dejemos que trabaje antes de juzgarla. Después, cuando veamos los índices de alfabetización, desnutrición, feminicidios, trata de esclavas sexuales, turismo sexual infantil, corrupción de cargos políticos, etc. o el destrozo de la Amazonia en Brasil podremos compararlos con legislaturas anteriores y entonces, evaluar su sensibilidad y su capacidad para desempeñar el cargo. No antes.