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20 de mayo de 2023

El amor está en todas partes



Puedes sentirlo cuando recibes un mensaje de una de tus mejores amigas preguntándote que tal estás y si necesitas algo, en los abrazos largos y apretados que recibes en el funeral de tu hermano, en las felicitaciones que te hacen el día de tu cumpleaños toda la gente que te aprecia y te quiere. 

Puedes experimentar la fuerza del amor en las enfermeras que te suben el ánimo con palabras de aliento mientras te cambian la sonda y te preparan para la operación. Puedes sentirlo en la mano que te coge tu madre para darte fuerzas y aliviar tu miedo. Puedes verlo en la mirada de tu hija cuando llegas a casa, y en los saltos de alegría de tu perra anciana. 

Cuando te sientas sola, piensa que aunque no tengas pareja, estás rodeada de amor. Piensa en toda la gente que te quiere, y toma conciencia de que el amor está en todas partes: en las perras que regañan a sus cachorros cuando juegan demasiado duro, en el papá que pone pañitos húmedos en la frente de su bebé para bajarle la fiebre durante la noche, en la abuela que lleva a los nietos a comer chocolate con churros para que sus hijas tengan una tarde libre solo para ellas.  

El amor está cerca de ti, dentro de tí, y todo el mundo lo lleva en su interior. Puedes sentirlo cuando acunas a tu sobrino en brazos, cuando te encuentras con una amiga de la infancia por la calle, también en el audio de 12 minutos que te ha enviado tu mamá. 

Puedes verlo en la sonrisa de tu gente cuando le cuentas una buena noticia y reacciona con alegría ante tus éxitos, en los ojos de tu papá cuando te mira con orgullo, en la carta escrita a mano de tu prima la emigrante, que vive al otro lado del mundo y no se olvida nunca de ti.

También los demás se relacionan con mucho amor. Puedes verlo en esa mujer que acompaña por primera vez a terapia a su amiga cuando por fin se decide a dejar de sufrir, en la mirada de ternura del hombre que va a recoger a su amigo a la cárcel en el día de su liberación. 

Lo puedes ver en los abrazos que se dan los grupos familiares cuando el doctor les dice que la operación ha salido bien y que sobrevivirá. En esa señora que rescata a un animal herido y se lo lleva a su casa para cuidarlo, en el hombre que te ofrece una lechuga y unos tomates recién sacados de su huerto. 

Puedes verlo en esa niña que protege a su hermano menor en el colegio para que nadie le haga daño, en la pareja que sale corriendo del coche para socorrer a esa mujer que acaba de tener un accidente con el coche, en la gente del pueblo que se echa al monte a buscar a un niño desaparecido. 

Puedes verlo en las familias de acogida cuando dan la bienvenida a un niño o a una niña sin hogar y sin familia, en los ojos de los animales que viven presos cuando recuperan su libertad y vuelven al bosque, a la montaña o al océano. 

Puedes verlo en la tele cuando las cámaras nos muestran a la gente que está trabajando en campos de refugiados a causa de las guerras, las inundaciones, los tsunamis, los terremotos, los volcanes, o en épocas de sequía y hambrunas.

Puedes verlo en los ojos de las personas rescatadas en el Mediterráneo por barcos de ONGs, puedes verlo en los ojos de los perros adoptados cuando se dan cuenta de que por fin forman parte de una familia, puedes verlo en la gente que hace una cadena humana para rescatar a alguien que se está ahogando a pocos metros de la orilla. 

Puedes verlo en las profesoras que le ponen todo su corazón a las clases que imparte cada día, en el enfermero que te trata con respeto y amabilidad, en la gente que se dedica a mover recursos para ayudar a otra gente, y en la gente que lucha a diario por un mundo mejor.

Puedes verlo en la mirada de un caballo cuando se acerca su cuidador, en la persona que dona sus órganos al morir a un desconocido o a varios, y en la persona que organiza una reunión con sus vecinos para resolver colectivamente un problema. 

Puedes verlo en los encierros, protestas y huelgas de gente trabajadora cuando las vecinas y los vecinos llegan con mantas y comida a apoyarles. Puedes verlo cuando se abrazan al celebrar y puedes sentirlo en la sonrisa del periodistas que anuncia la victoria. 

Puedes sentirlo cada vez que te das a ti misma un buen consejo, cada vez que tomas una decisión que te ayuda a estar mejor, cada vez que te permites a ti misma un tiempo para el placer y el disfrute. 

Ponte las gafas del amor

El amor está en todas partes, solo tienes que ponerte las gafas para verlo, y prestar atención a los objetos y a las cosas que te rodean, porque el amor también está en la sopa de pollo que te ha hecho la vecina para que te recuperes de la gripe, en el dibujo que hace tu hija para que se te pase la pena, en la amiga que deja el teléfono a un lado para escucharte con atención amorosa durante horas. 

El amor está en cada cosa que hacemos en nuestro día a día: lo mismo da que estés fregando platos, contestando un mensaje, terminando un proyecto, doblando ropa, haciendo una manualidad para el cole de tus hijas, o conduciendo por la ciudad. 

El amor está en la sonrisa que le brindas a la vecina al darle los buenos días, en tu forma de tratar a tus compañeros de clase o de trabajo, en el masaje que le das a tu abuela en la espalda y en las manos, en la bufanda que le estás tejiendo a tu compañera de trabajo, en el dinero que le prestas a tu hermana cuando se queda sin empleo, en el ratito que le dedicas a una madre del cole de tu hijo que necesita desahogarse y sentirse escuchada. 

El amor está también en el café que le haces a tu compañero o compañera de piso en las mañanas de los fines de semana, en la sonrisa que le dedicas a una desconocida por la calle, en la mirada llena de agradecimiento de una mujer a la que has ayudado a rellenar ese maldito formulario, en el donativo que haces a un refugio de perros. 

También está en el post que publicas en tu muro para difundir el trabajo de tu amigo, y en los cuidados que le brindas a tu amiga después del parto (le cocinas unas lentejas, le tiendes una lavadora, le haces la compra, le friegas esa pila de cacharros, le haces una tarta de chocolate deliciosa, y meces al bebé para que ella pueda echarse una siesta)

El amor está en todas las ocasiones en las que te sientes útil ayudando a los demás, y cada vez que estás contribuyendo a que tu vida y las suyas sean más fáciles y más bonitas. 


El amor no está solo en la pareja

Si, hay mucho amor dentro de ti, y te llega mucho de los demás también. El amor romántico es solo una forma de amor más, pero no es la única ni la más importante. Todas y todos necesitamos mucho amor, y una sola persona no nos puede cubrir esa necesidad: nuestra gente querida es esencial, porque con ellas formamos nuestras redes de cuidados y apoyo mutuo.

La soledad nos envejece, nos enferma y nos acorta la vida. Por eso es tan importante que aprendamos a cuidar el amor, y a cuidar a las personas que queremos. 

Es una toma de conciencia: tengas o no tengas pareja, el amor es una enegía que mueve el mundo. No se agota: es una fuente de energía sostenible, renovable y ecológica. La producimos todo el rato, se retroalimenta a sí misma.  

El amor está en las pequeñas y en las grandes cosas, en el día a día, en todas tus relaciones con los demás, en la forma en que te relacionas con los espacios que habitas: tu hogar, los hogares de otros familiares, tu centro de estudios o de trabajo, el transporte público, el parque infantil, la calle... mucha gente se relaciona amorosamente con los espacios y las personas, porque ha tomado conciencia de lo importante que es respetar las normas de convivencia y educar a los demás dando ejemplo, con su forma de actuar y de relacionarse con los espacios. 

El poder del amor está dentro de ti, y le llega a los demás cada día. Te llega desde fuera, te envuelve y te sostiene, te acuna en sus brazos como si fueras un bebé, y se te mete dentro. En tu interior se convierte de nuevo en amor, que vuelve a salir de tí para alimentar a los demás, en un ciclo amoroso sin fin. 

Hay mucho amor, hay toneladas de amor para todos y todas, está en todas partes. 

Ojalá puedas tomar conciencia de todo el amor que das y que recibes, y ojalá que puedas disfrutarlo, todos los días de tu vida. 


Coral Herrera Gómez 


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