¡BIENVENIDA A LA REVOLUCIÓN AMOROSA!
Cuando yo tenía tu edad, tenía mil preguntas en la cabeza sobre el sexo y el amor, y era muy difícil encontrar las respuestas. Yo quería saber cómo nos enamoramos, qué cambios se experimentan en el cuerpo y en el corazón, cuánto tiempo dura el amor, y por qué unas parejas disfrutan tanto y otras no. No entendía por qué es tan importante el sexo, por qué las historias de amor de las películas tenían tan poco que ver con la realidad, por qué las personas adultas se complicaban tanto la vida y por qué sufrían tanto por amor.
Me costaba entender por qué las mujeres se sometían a los hombres cuando se enamoraban, por qué había tantos divorcios, por qué se trataban tan mal las parejas, por qué los hombres eran tan infieles, por qué para tanta gente el amor era una auténtica cárcel.
Busqué las respuestas en la biblioteca de mi barrio, pero solo encontré algunos libros sobre educación sexual. En mi infancia no había educación emocional y la única manera de poder investigar sobre los sentimientos y las relaciones humanas era a través de las novelas, o hablando de manera muy íntima con mis amigas o con personas adultas. Sin embargo, este tipo de conversaciones no eran habituales: todo lo que tenía que ver con el sexo y el amor era tabú y las personas adultas no estaban acostumbradas a tratar de estos temas con niñas ni adolescentes.
Cuando me enamoré por primera vez, me surgieron más preguntas todavía y cuando tuve mi primera relación, me sentía muy perdida: ¿cómo hacer para compaginar mis amistades con la pareja?, ¿puedo ser libre y a la vez estar en pareja?, ¿cómo hacer para que nos dure el amor y no se nos acabe?, ¿cómo resolver nuestros problemas sin hacernos daño?, ¿cómo manejar los celos?, ¿cómo superar un rechazo?, ¿cómo sobrevivir a una ruptura?
Me habría gustado aprender sobre el arte de amar sin tener que sufrir. Pero me tocó pasarlo mal, como a todo el mundo. Cuando entré en la universidad, estaba intentando separarme de mi pareja y no lo lograba, me sentía presa en la cárcel del amor, así que cuando llegó el momento de elegir el tema de mi tesis doctoral, lo vi muy claro: yo quería investigar el amor, quería liberarme del sufrimiento y, de paso, liberar a millones de mujeres en el mundo.
El primer paso fue analizar el amor desde todas sus dimensiones, para entender por qué amamos así y no de otra manera, y para conocer a fondo la cultura amorosa en la que vivimos.
Mi investigación sobre el amor se convirtió en un libro y yo me convertí en doctora. Ya por entonces tenía las respuestas a muchas preguntas y un objetivo claro: sufrir menos por amor y disfrutar más de la vida. Estaba convencida de que el amor se puede transformar, pero no sabía por dónde empezar.
La cuestión era ¿cómo liberarnos todas?, ¿cómo liberar al amor del machismo?, ¿cómo cambiar nuestras formas de relacionarnos para que el amor sea una experiencia maravillosa, libre de violencia y sufrimiento?
En mi infancia, mi madre y sus amigas estaban tratando de llevar los discursos feministas a la realidad de su día a día.
Ellas hablaban mucho de libertad, de igualdad, del derecho de las mujeres al placer y al disfrute, pero en sus vidas personales sufrían mucho por amor.
Ellas fueron las protagonistas de la revolución sexual y de la segunda ola feminista, y gracias a mujeres como ellas hoy podemos disfrutar del sexo sin miedo a los embarazos y las enfermedades de transmisión sexual, podemos tener las parejas que queramos, podemos elegir con quién queremos compartir la vida y durante cuánto tiempo, podemos casarnos y divorciarnos libremente de nuestras parejas, podemos estudiar y trabajar, y elegir libremente si queremos ser mamás o no y cuántos hijos e hijas queremos tener.
Y, sin embargo, a pesar de los derechos y las libertades conseguidos, durante toda mi vida he visto mujeres maravillosas esclavizadas por el amor romántico, sufriendo muchísimo por hombres que no las querían, no las cuidaban y no las trataban bien. Me chocaba ver que, aunque podían separarse de esos hombres porque tenían autonomía económica, no lo hacían porque sufrían dependencia emocional.
Y cuando empecé a sufrir yo, me di cuenta de que nos tocaba a todas las hijas y las nietas de esas mujeres luchadoras seguir con su revolución feminista y dar un paso más: además de liberar nuestra sexualidad, nos tocaba trabajar en nuestros sentimientos y emociones para poder ser libres de verdad.
El amor romántico sigue estando impregnado de machismo y la tarea que tenemos por delante es transformarlo para que no sea una cárcel y para que todas las mujeres que sufren violencia de sus parejas puedan liberarse y escapar.
Así que aquí estamos ahora, haciendo la Revolución Amorosa, trabajando para llevar la teoría a la práctica y elaborando herramientas que nos sirvan para desmitificar el amor romántico, para liberarnos de los patriarcados que nos habitan, para aprender a valorarnos, a aceptarnos y a cuidarnos a nosotras mismas, y para aprender a cuidar nuestras relaciones.
Una de las mejores cosas que me han pasado en la vida es tomar conciencia de que ni yo ni ninguna mujer hemos venido al mundo a sufrir y que todas tenemos derecho a una buena vida, que el amor del bueno no duele, que somos dueñas de nuestro amor y de nuestras vidas, y que el amor se puede reinventar y transformar.
Desde entonces me dedico a escribir libros, a impartir conferencias y talleres, y a acompañar a mujeres en su proceso de liberación.
Hace unos años fundé el Laboratorio del Amor, una comunidad de mujeres en la que nos ayudamos unas a otras a fabricar las herramientas que necesitamos para querernos mejor, para sufrir menos y para disfrutar más del sexo, del amor y de la vida.
Desde hace años estoy en un proceso de autoconocimiento y de liberación apasionante, porque lo que yo quiero es ser mejor persona, tener relaciones más plenas y aportar a la creación de un mundo más justo. Trabajo desde la autocrítica amorosa para identificar todo lo que me tengo que trabajar para sufrir menos (y para que sufran menos mis seres queridos) y desde la ética amorosa y la filosofía de los cuidados.
He aprendido a aceptarme tal y como soy, he aprendido a cuidarme a mí misma y a cuidar mis relaciones, a comprometerme y a hacerme responsable de mi bienestar, mi salud y mi felicidad.
Y en estos años de investigación y trabajo personal no he estado sola: somos cada vez más mujeres investigando, debatiendo, compartiendo conocimientos, imaginando otras formas de relacionarnos y de organizarnos.
La Revolución Amorosa es un camino hacia la construcción de un mundo mejor, un camino de liberación en el que empezamos investigando el amor de pareja para entender qué es, por qué tiene tanta importancia en nuestras vidas, por qué el mito nos influye tanto, por qué y para qué sufrimos tanto.
Después de entender nuestra cultura amorosa, viene entonces el trabajo de autoconocimiento, para comprender cómo aprendemos a amar, cómo hemos interiorizado los valores del romanticismo, cómo desaprender todo lo que nos enseñaron en los cuentos de princesas y príncipes azules.
El último paso es el de la liberación, en el que identificamos todo aquello que nos hace sufrir y planeamos los cambios que necesitamos para que nuestras relaciones sean mejores, tanto las que tenemos con nosotras mismas, como las que tenemos con los demás.
Para aprender a querernos bien, lo que necesitamos son herramientas resolver nuestros conflictos sin hacernos daño, aprender a tratarnos bien, liberarnos de los patriarcados que nos habitan y relacionarnos en libertad y en igualdad.
Tengo derecho a disfrutar, todas las mujeres tenemos derecho a disfrutar, y para poder hacerlo, debemos poner los cuidados en el centro: aprender a cuidar nuestras emociones para que no nos hagan daño y no hagan daño a los demás, aprender a guiar nuestras palabras y nuestras acciones, a nosotras mismas y a nuestras relaciones.
Gracias a este trabajo, ahora puedo sentarme a hablar con mi compañero de cómo me siento, qué necesito, qué es lo que quiero y lo que no, y he aprendido a comunicarme sin violencia y a negociar para llegar a acuerdos que nos permitan convivir en alegría y cuidar nuestra relación.
Ya tengo 45 años y no dejo de aprender: ahora estoy aprendiendo a usar mi poder, y a controlar el ego, y también a escuchar a los demás y a escucharme.
Cada vez soy más humilde y más asertiva, sé encajar mejor las derrotas, sé lo que quiero y lo que no quiero, y lo estoy disfrutando mucho porque no trabajo sola: voy acompañada de muchas mujeres que también quieren una vida mejor.
Lo más bonito de la Revolución Amorosa es cuando comprendes que el amor no está solo en la relación de pareja, sino que está en todas partes, en todas las relaciones que tienes con la gente, con los animales, con las cosas, con los espacios que habito, con la naturaleza, y con el planeta.
Gracias a este descubrimiento, he comprendido que cuando no tengo pareja no estoy sola: tengo una red maravillosa de gente que me quiere y me cuida, el mayor regalo de la existencia.
Un regalo que hay que cuidar para poder disfrutar de la existencia: todas las mujeres deberíamos tener una red amorosa para no sentirnos nunca solas, porque cuanto más solas estamos, más dependientes y vulnerables somos.
He escrito esta obra porque quiero compartir contigo todos estos aprendizajes y descubrimientos sobre el mundo de los sentimientos y las relaciones de pareja. En este libro encontrarás algunas certezas, también es posible que encuentres preguntas que no te hayas hecho y que te surjan, probablemente, otras nuevas: me encantaría que te ayudase a sufrir menos, a disfrutar más y a encontrar las piezas que necesitas para crear tus propias herramientas.
Con ellas podrás conocer mejor la cultura amorosa en la que vivimos y conocerte mejor a ti misma y podrás unirte a la Revolución Amorosa que estamos haciendo mujeres y hombres para transformar nuestra forma de relacionarnos, de organizarnos y de querernos.
En el amor está todo por inventar: los modelos de pareja de nuestros abuelos y nuestros padres ya no nos sirven. Tenemos que crear nuevas formas de emparejarnos más acordes con los tiempos en los que vivimos y que nos permitan relacionarnos sin dolor, en redes amorosas y horizontales libres de dominación y violencia.
La Revolución Amorosa consiste en aprender a convivir desde la ética amorosa y la filosofía de los cuidados, y liberar el amor del machismo y el sufrimiento. Lo que queremos es crear un mundo mejor construyendo relaciones desde la empatía, la solidaridad, el apoyo mutuo, la cooperación, los cuidados, el trabajo en equipo, la sensibilidad, la ternura, el compañerismo y la alegría de vivir.
Suena bien, ¿verdad? En este libro que tienes en tus manos encontrarás el camino para empezar a trabajar en ti misma, en tu proceso de investigación y de liberación. Ojalá te ayude a encontrar las respuestas que necesitas para hacer tu propia Revolución Amorosa y puedas ayudar a más gente a unirse a ella.
Recuerda que lo más importante es aprender sin sufrir y disfrutar del camino, y aprender a cuidarte a ti misma, y a cuidar tus relaciones.
Ahora voy a pedirte que cierres los ojos y te conectes con todas las lectoras que tienen en este momento este libro en sus manos. Chicas y chicos como tú, que han abierto este libro con mucha curiosidad, con muchas ganas de aprender, con muchas ganas de disfrutar de la vida.
¿Estás preparada para empezar tu propia Revolución Amorosa?, aquí me tienes para acompañarte todo el camino, ¡empezamos!
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