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31 de enero de 2022

Cómo me trabajo los prejuicios

By Dilan Bati


Yo entreno a diario desde hace años para trabajarme todos los prejuicios que tengo. Soy capaz de detectar el prejuicio en cuanto aparece en mi mente, y señalarme a mi misma con cariño que estoy teniendo pensamientos machistas, racistas, clasistas, gordófobos, homófobos, etc. En cuanto los detecto, los desactivo con facilidad. También aquí me ayudáis a detectarlos cuando escribo (mil gracias)

Bueno pues cuando entré el pasado lunes en el quirófano me quedé alucinada con lo joven que era la anestesista, el cirujano, las enfermeras, parecía que acababan de terminar la carrera y yo era su primera paciente. 

Este prejuicio se llama edadismo, y en cuanto lo detecté me dije: "esta gente ha pasado muchos años estudiando muchísimo, y saben más de las nuevas tecnologías que los más veteranos" Y así me tranquilicé a mi misma. 

Cuando me preguntaron que a qué me dedicaba dije: "escribo libros sobre el amor y... y...las relaciones", y todas exclamaron: "ohh, que romántico". El doctor, quince años más joven que yo, se mostró sorprendido, "ah pues te voy a buscar en Google", con el teléfono en la mano, y a mí se me heló la sangre en las venas pensando, madre mía, ¡por favor que no me busque ahora, que me busque después de la operación!

Sí, me dio miedo que supieran que yo soy feminista y lucho por los derechos humanos. Antes me sentía muy orgullosa, pero ya me he tropezado con varias personas que creen que las feministas estamos rompiendo las familias y expandiendo el covid en nuestras manifestaciones. Es gente que no ha podido estudiar sobre el movimiento de liberación de las mujeres, que cree que odiamos a los hombres, y nos mira cargada de prejuicios. Y pensé, ¡que mi vida está en sus manos, por las diosas, mejor que no sepan!. Porque vete tú a saber los prejuicios de toda la gente que estaba en el quirófano, y como se los trabajan, si se los trabajan.... 

Me tranquilicé pensando que ellos son profesionales y su código deontológico me protege. 

Y mientras me tumbaba en la camilla pensé, ¿no sería estupendo que las nuevas generaciones obtengan en el colegio las herramientas para trabajarse sus prejuicios, fobias y enfermedades de transmisión social?

 Con laboratorios y gimnasios para entrenar estas cuestiones básicas, ¿se imaginan? Y así me quedé inconsciente, rezando para que ninguno fuera votante de extrema derecha, y soñando con una educación feminista, pacifista y basada en los derechos humanos....

Coral Herrera Gómez



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