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6 de enero de 2017

Sobre el hacer "como si" no pasara nada: el miedo a resolver el conflicto

Una de las cosas que más echo de menos de la cultura española es poder hablar cuando hay problemas. Yo en España sabía perfectamente cuando alguien estaba enfadado, dolido o molesto conmigo. Son muchas las maneras que tenemos de expresar el enojo o el dolor: ponemos malas caras, lanzamos indirectas muy directas, bromas de doble sentido, utilizamos la ironía, e incluso le decimos abiertamente al otro o la otra cómo nos sentimos y por qué. Echo de menos las peleas y las discusiones, con llantos incluidos, que permiten sincerarse, hacer autocrítica, deshacer malentendidos, pedir perdón, y arreglarlo todo con un fuerte abrazo. 

Echo mucho de menos que me digan las cosas a la cara: acá la mayoría de la gente hace "como si no" pasara nada y es bien difícil saber si has hecho daño a alguien. Es casi imposible resolver los conflictos personales porque no se hablan. Todo el mundo finge que no pasa nada, y tapa el conflicto con una gran sonrisa, y yo siento que en el fondo es muy violento tener que participar en el simulacro de que todo está bien cuando no todo está bien. 

A mí los silencios me duelen, y me duele enterarme de las cosas por otra gente, y me duele mucho no poder decirle a la gente que quiero lo que pienso y lo que siento. La estructura social no me deja sentirme yo, de alguna forma me siento obligada a callarme la boca porque todos huyen o se hacen los distraídos. Creo que no me acostumbraré jamás aunque viva acá veinte años más.