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2 de diciembre de 2012

Entrevista en Culturamas


Coral Herrera Gómez

Entrevista de Cristina Cereceda a Coral Herrera para Culturamas:

Con actitud rebelde  y sin pelos en la lengua,  Coral Herrera se ha propuesto cambiar el mundo, arremete contra lo más sagrado y reverenciado en nuestra sociedad : el amor romántico y toda la estructura montada a su alrededor,  quiere aniquilar  estereotipos  creados por una cultura patriarcal milenaria, abrir barreras y luchar por la igualdad y los derechos humanos en todos los ámbitos. Feminista convencida y defensora de la Teoría Qeer. Doctora en Humanidades y Comunicación, especialista enTeoría de Género y Teoría de la Comunicación Audiovisual, escritora y bloguera, entre otras cosas que componen un curriculum brillante. 
Ha publicado “La construcción sociocultural del Amor Romántico” (Editorial Fundamentos, Madrid, Febrero 2011) y “Más allá de las etiquetas. Feminismos, masculinidades y queer” (Editorial Txalaparta, Pamplona, Febrero 2011), además de infinidad de artículos en diferentes medios y países. También, a partir de ahora, podremos disfrutar en nuestra revista de sus colaboraciones.

Cristina Cerceceda: Te has especializado en las relaciones humanas, concretamente en las de   pareja ¿crees que el amor romántico perjudica seriamente a las mujeres?
Coral Herrera Gómez: Nuestra cultura amorosa patriarcal está construida bajo la lógica del pensamiento binario que divide la realidad en dos grupos opuestos: la noche vs el día, lo malo vs lo bueno, lo masculino vs lo femenino, la luz vs la oscuridad. No sólo existe una división, sino una jerarquización: un grupo siempre es superior a otro. A los humanos se nos educa bajo la premisa de que hombres y mujeres somos completamente diferentes, y que por tanto nos complementamos.
De este modo construimos relaciones de dependencia mutua basadas en la lógica hegeliana del amo/esclavo: un grupo domina, el otro se somete. Lo interesante es que el poder es siempre bidireccional, pero estamos desde hace siglos distraídos con la eterna “batalla de sexos”. En lugar de entender el amor como algo diverso, lo encajonamos en patrones heterosexuales y monogámicos: el modelo de pareja siempre es joven y en edad reproductiva.
Las mujeres hemos sido, y seguimos siendo, las mayores víctimas de la seducción que ejerce sobre la gente la mitificación del amor romántico. Empleamos muchos recursos, tiempo y energía en encontrar al amor de nuestras vidas, y aunque algunas han alcanzado la independencia económica y la plena autonomía, muchas siguen dependiendo emocionalmente de la figura de un hombre, siempre engrandecida por nuestra cultura.
Lo más terrible de esta mitificación es que nos vende la idea de que por muy pobres que seamos, por muy dura que sea la vida que llevamos (como Cenicienta o Blancanieves), nos merecemos la llegada a nuestras vidas de un príncipe azul que nos quite de trabajar y nos haga felices para siempre. El amor romántico es la salvación; y somos muchos los adeptos a estas utopías posmodernas que nos prometen la paz eterna.



Algunos piensan que el feminismo es un movimiento ya superado, que tuvo su momento, pero que se ha quedado obsoleto dentro del mundo occidental ¿piensas que la mujer no ha encontrado aún su sitio en la sociedad?
Podríamos decir que el feminismo ya no sirve si no estuviesen muriendo cada minuto en el planeta miles de mujeres. A diario las mujeres son lapidadas, mutiladas genitalmente, golpeadas por su compañero, secuestradas y esclavizadas sexualmente. Las niñas asiáticas, latinas, africanas, europeas, son violadas por familiares o conocidos a edad temprana, preñadas en la adolescencia, explotadas laboralmente en maquilas o fábricas textiles. A las adultas las encarcelan por conducir en Arabia Saudí, las apedrean hasta la muerte en Afganistán, las encarcelan por abortar en Nicaragua, las violan en la frontera entre México y Estados Unidos, las desaparecen cuando luchan por sus derechos humanos.
Si no existiera tal violencia hacia las mujeres, si todas gozásemos de libertad de movimientos y tuviésemos garantizados nuestros derechos básicos, podríamos decir que el feminismo está obsoleto, que no sirve de nada.
Pero la realidad es que el feminismo está más vivo que nunca, sobre todo gracias a las redes sociales y a las luchas de millones de mujeres y hombres. El feminismo blanco de clase media está enriqueciéndose gracias al contacto que Internet permite con millones de colectivos en todo el mundo. Ahí están las luchas de las feministas islámicas, las mujeres indígenas, las mujeres afrodescendientes y negras, las trabajadoras del sexo, las activistas lesbianas,  las mujeres y hombres transexuales, los hombres igualitarios, los hombres gay y bisexuales… todos tenemos el mismo objetivo común, que es derribar el patriarcado, la desigualdad, las jerarquías, las dependencias, creando redes de información y de apoyo.
Queda mucho camino por recorrer… la gran mayoría de las personas analfabetas, desnutridas, refugiadas, desplazadas, migrantes de este planeta son mujeres. Es fundamental seguir luchando unidos contra la desigualdad y la violencia.

 Vivimos  en un mundo materialista en el que nos obsesionamos con poseer más y más cosas, eso parece que se traslada incluso a  las relaciones personales ¿es el amor siempre posesivo o es que no sabemos apreciar nada de lo que no nos sintamos dueños?
Pues sí, vivimos en un mundo muy consumista, y si, la gente consume cuerpos, y cree poseer almas. Las canciones de amor siempre resaltan la posesión, la idea de que yo soy tuya y tú eres mío, y para siempre. Por eso nos frustra tanto el amor, por eso nos genera tanto dolor.
Sufriríamos menos si las relaciones se basasen en la libertad de elegir, pero las construimos en base a la necesidad. Necesidad de tener a alguien, necesidad de “pertenecer a alguien”.
En realidad los humanos somos seres esencialmente libres.
Nos encadenamos a otros por tener una sensación de seguridad y estabilidad, pero la vida siempre nos zarandea y nos pone a nueva gente en el camino. Unos se van, otros se quedan un tiempo; nos enamoramos y nos desenamoramos, nos acostumbramos y nos desesperamos… la vida es movimiento, pese a los anclajes a los que nos aferramos para parar el miedo al futuro.


¿Qué significado tiene Queer?
Queer es un término anglosajón que significa “raro/a”. Se utilizaba como insulto contra aquellos y aquellas que se desviaban de la norma de género: esos y esas que no se sabe si son mujeres u hombres, esos y esas que aman a los de su mismo género, esos y esas que se cambian de sexo.
Queer hoy es un movimiento y una teoría que promueve el ir más allá de las etiquetas. De cualquier categoría que nos oprima. La filosofía queer propone acabar con la discriminación de la diferencia y abrazar la diversidad. El mundo no puede seguir pensando en términos de oposiciones binarias extremas, porque es mucho más rico en colorido y matices, mucho más complejo y diverso.
Así que lo “queer” rompe con la binariedad y con las etiquetas que discriminan, y propone un modelo inclusivo donde quepamos todos: heteros y homos, bisexuales, mujeres y hombres y todas aquellas que no quieran definirse de modo tajante. También caben las inmigrantes, los pobres, las trabajadoras sexuales y todos aquellos colectivos que son explotados y discriminados por el patriarcado.
Yo soy adicta al queer porque me encanta romper(me) esquemas continuamente. 

El amor y el sexo son temas recurrentes en el cine y en la literatura, sexo sin amor, amor sin sexo, pero en la vida real ¿crees que somos capaces de separarlos?
Es curioso que muchas mujeres reprochen a los hombres que “solo quieren sexo”.  Tener sexo es un acto de amor. Entrar en contacto con alguien para jugar, divertirse e intercambiar placeres es un acto de amor. Es imposible separarlos. Jerarquizamos efectos tratando de distinguir una noche loca de pasión de una relación estable, pero todo es amor. Estas divisiones que hacemos no nos sirven para nada. Todos queremos que nos quieran, irnos a dormir con alguien, aunque sea solo una noche.

¿Será posible en un futuro cambiar la mentalidad, deshacer roles, dinamitar estereotipos encorsetados que nos siguen atando?
Digo yo que sí. Espero que sí. Ya lo estamos haciendo. Lo que hace falta es que los escritores, las guionistas, los directores de cine, las productoras, los editores, etc. pongan de su parte para no seguir contándonos los mismos cuentos mil veces. Es necesario  atreverse  a innovar, no sólo en tecnología, sino también en contenidos.
La industria cultural tiene que reflejar la diversidad del mundo: no pueden seguir machacándonos con los mismos héroes y heroínas, con las mismas historias repetidas.
A veces los humanos somos muy lentos en los cambios sociales, pero esas pequeñas revoluciones que se van dando ayudan a la sociedad a ir avanzando. Desde la cultura es fundamental que rompamos con tanto miedo a lo diferente, que visibilicemos otros mundos, otros modos de ser, otras formas de relacionarse.  Seguimos inmersos en modelos muy rígidos, estructuras narrativas estereotipadas y obsoletas con la excusa de que es lo que la gente pide.

También eres experta en comunicación ¿qué opinas de las nuevas herramientas, redes sociales, etc…?
Mi vida no es la misma desde que apareció Internet; me parece uno de los grandísimos acontecimientos para la Humanidad. Gracias a las tecnologías podemos transmitir información por todo el planeta en cuestión de segundos, y aunque exista un sobreexceso de información, es maravilloso que se puedan visibilizar otras voces, otras perspectivas, otras agendas periodística más allá de los grandes conglomerados mediáticos. Lo mejor que nos ha podido pasar es que cualquiera pueda difundir información sin censura; y aunque es cierto que ya existe censura, es más fácil burlarla. Internet es a pesar de todo, un medio que da una enorme libertad; me imagino que en unos años el poder económico y político nos cortará muchas vías de comunicación y controlará mucho mejor estas redes alternativas a las oficiales. Mientras tanto, hay que disfrutarlo y seguir luchando por el derecho a la libertad de expresión.
En el mundo de la cultura ya no tenemos que resignarnos a un modelo vertical en el que unos pocos ofrecen contenidos y otros, la gran mayoría, los consume. Es cierto que aún está la brecha digital y es muy profunda, pero creo que estamos en un momento realmente apasionante porque ya no somos receptores pasivos de productos fabricados por otros. Gracias a las redes la comunicación se ha vuelto horizontal: todos podemos escribir, opinar, hacer crítica, contrastar informaciones, escribir comentarios, ofrecer contenidos y de esta forma no estar sometidos a la tiranía de los grandes medios, que van perdiendo paulatinamente su hegemonía.
Es un lujo poder tener acceso a la cultura, poder visitar exposiciones de fotografía virtuales, ver películas que no llegan de países remotos, escuchar músicas que no están en el circuito comercial, leer poemas gratuitamente, tener acceso a documentales que no pondrían en una cadena de televisión. Es maravilloso; lo que no sé es cómo vamos a vivir las autoras y autores, ni cómo van a sobrevivir las industrias culturales. Habrá que ser ingeniosos y buscar el modo en que nuestros contenidos lleguen a todo el mundo, pero podamos comer. Porque el trabajo gratis de artistas e intelectuales me duele; parecen profesiones destinadas a gente cuya familia tenga dinero para mantenerlos.



Otras entrevistas: 

Entrevista en LRM El Femimagazine