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25 de junio de 2012

Amores horribles: Los celos en las redes sociales




En esta nueva entrega de "Amores Horribles en Facebook" hay carteles aún más terribles que los anteriores, sobre todo porque me he encontrado (y mucha gente me ha enviado) multitud de carteles de mujeres celosas:







Más que celosas, son mujeres violentas en su forma de amar y de relacionarse con el resto de las mujeres: 



El siguiente es un cartel TERRIBLE; ver a una mujer amenaza a otra con romperle los dientes si se acerca a su novio me revuelve el estómago. Es un texto lleno de violencia, no hay nada de amor. O al menos, tanta posesividad y deseo de aislar al otro ensucian tanto el cariño que solo se ve eso: afán de exclusividad, rivalidad con las semejantes, y mucha inseguridad dentro de sí misma.



Siempre considerando que una es buena persona y el resto, una amenaza total, en muchos de los carteles se habla de las "otras" como si fueran todas mala gente, víboras, hienas, cazahombres, putas... ¡muy triste!.





Es lo que tiene el patriarcado: divide y vencerás. Cuanto peor nos tratemos entre nosotras, menos fuerza tendremos para salir adelante todas juntas. A las mujeres no solo nos separan los idiomas, las razas, las religiones, sino que nos educan para que desconfiemos de nuestras semejantes, para que estemos mejor solas que mal acompañadas, por eso la necesidad tan grande de algunas personas por tener a alguien cerca. 

Por eso muchas niñas no tienen una "mejor amiga", por miedo a que les quite el novio. En nuestra sociedad se fomenta la competitividad, la rivalidad, y el sentimiento de exclusividad sobre la persona con la que nos emparejamos, sea hombre o mujer. No es solo sentir que alguien es "mío" , es la idea de que debo de saber todo sobre la otra persona, que soy lo más importante del mundo para ella, que no necesitamos a nadie más, que debo rendirle cuentas, y que debe decirme en todo momento dónde está, con quién, y por qué. 



Creo que gracias a la tecnología hoy ese afán de controlar todos y cada uno de los movimientos de la persona amada ha aumentado. Yo siempre me quedo alucinada con la gente que va en el bus o el metro, o caminando por la calle, mandando mensajes o hablando con su pareja y explicandole  por donde va y cuanto tiempo le queda para llegar a casa. 

A mí no me gustaría nunca verme en una situación así, siendo objeto no solo de una estrecha vigilancia, sino también de verme aislada de mis amigos, amigas, vecinos y vecinas. No soportaría una relación basada en esta idea: 



En los comentarios de esta foto, todo el mundo reía divertido diciendo que ellos jamás lo harían, eso de dejar su teléfono móvil a su pareja. Con este cartel se presupone que casi todo el mundo tiene "pecadillos", que todos tenemos algún flirteo virtual, o conversaciones picantes con ex parejas, o amistades calientes. Es decir, relaciones al margen de la pareja que han de ser ocultadas. Por lo tanto es fácil sospechar que si una tiene estas relaciones clandestinas, la pareja también las tenga. por eso para mucha gente es una pesadilla entrar en el correo y en los perfiles de redes sociales de su pareja. 


Obviamente, Facebook no tiene la culpa de nada. Los celos son algo que está insertado en nuestra cultura, y también en nuestra sociedad. En otras comunidades del resto del reino animal surgen también los celos, como es el caso de los cachorros compitiendo por el amor de su mamá. 

Es decir, los celos son hasta cierto punto normales y cotidianos, suceden cuando alguien presta más atención a otra persona que a uno mismo, y depende mucho de las inseguridades personales y el egoísmo de cada uno. Por eso se considera que hay celos razonables (los que son motivados por algo o alguien) y los irrazonables (producto de nuestra febril imaginación).

Estos trasvases de atención no son sólo típicos de las personas enamoradas, sino que es un fenómeno generalizado: los hermanos mayores que se ven desplazados en el hogar por la llegada de un nuevo ser, una amiga que se siente celosa porque has sintonizado muy bien con otra persona, un ex novio cuando te enamoras de otro, etc. Vamos, que casi todos demandamos atenciones y cariños de nuestra gente querida, y al ego le cuesta compartir. 

Lo terrible es cuando alguien pide total atención y su ego eclipsa la vida de otra persona. Los reclamos celosos logran que uno se aísle de sus amigas, amigos, familiares, gente conocida, compañeros de trabajo y ex parejas, y lo peor es cuando se pide a la otra persona que se aísle de igual modo. 

Lo grave del asunto es que los celos han sido mitificados en el imaginario colectivo, de modo que para mucha gente son una prueba irrefutable de que hay amor

"Estar celosa de alguien que ni siquiera es tu novio, eso si es amor"

Por mucha imagen decimonónica que le pongan (mujeres sensibles con tiempo libre para tocar el piano), no veo el romanticismo en este cartel, que en realidad sostiene la postura política de que si de verdad  se ama uno tiene que estar comido  por el miedo, las inseguridades y la desesperación. 

Hace tiempo que me rebelé contra la filosofía de vida que relaciona amor y sufrimiento ad aeternum. Es decir, si amas, sufres inevitablemente. Pero es un sufrimiento imaginado que anticipa la traición, y que sostiene el miedo como pilar fundamental de los sentimientos románticos. 

Lo de imaginar tragedias es una manía muy humana, pero muy absurda, porque no nos permite vivir el presente con plenitud. Si en vez de disfrutar la relación uno se dedica a pensar en qué haría en caso de traición, a buscar pruebas contra "delitos" no cometidos, a sospechar, a reprochar, a reclamar, lo único que hace es amargarse la vida y amargarsela a la otra persona.

Los celos masculinos creo que tienen un alto componente de sentimiento de propiedad, porque desde siempre se ha tratado a la mujer como un objeto, una mercancía, un bien exclusivo. En los hombres juega también el asunto del honor, y de que ser un cornudo está muy mal visto, porque es signo de poca hombría, es señal de que no ha vigilado y amenazado lo suficiente a la compañera. Es una falta de respeto de la mujer hacia el hombre, es un cuestionamiento de su virilidad y su capacidad para controlarlo todo. Por eso quizás a los hombres les pesa menos que su mujer se enamore de otro, y les cuesta más asumir infidelidades físicas, aunque sean pasajeras.

Los celos femeninos en cambio llevan peor las infidelidades imaginadas y basadas en los sentimientos. Antiguamente las mujeres tenían  miedo a perderlo todo; hoy sigue sucediendo a aquellas que no son independientes económicamente. Antiguamente si tu hombre te abandonaba con tus cinco hijos, te condenaban a la soledad perpetua, a la mendicidad o los trabajos más duros. De modo que las mujeres celaban a sus maridos para que su vida entera no se desmoronase; defendían con uñas y dientes la fuente principal de recursos, el elemento fundamental de sus vidas, su razón de ser y de vivir. 




Hoy los celos tienen que ver también con el miedo a la soledad, porque en un mundo organizado en parejas quedarse sin compañero/a es como un signo de fracaso. Además, está el mito de la potencia viril masculina, que nos hace creer que todos los hombres son donjuanes en potencia porque poseen mucha más necesidad de sexo y de diversidad. Ese miedo está inserto en  la cultura y afecta sobre todo a las mujeres, que han de sostener una postura beligerante durante todo su matrimonio para cortar las alas al aventurero. 

Por eso a los hombres recién casados se les dice en broma: "Se te acabó la libertad". Es decir, a partir de ahora vas a tener una señora encima de ti las veinticuatro horas, sin mucho margen para escapar.

Otro mito totalmente falso es la idea de que los hombres más promiscuos dejan de serlo cuando se enamoran: 

Hasta el hombre más mujeriego se enamora cuando llega la indicada

¿Quién es la mujer indicada?. Teniendo en cuenta que el mundo está lleno de zorras a las que no se les puede ofrecer el trono de princesa, la "indicada" es aquella que se ha reservado para su príncipe azul, que ha sabido esperar, que es una mujer de verdad, o sea, fiel, sincera, tranquila.

Lo que me resulta más curioso es que a muchas mujeres les gustan mucho los hombres promiscuos antes de juntarse con ellos. Después pretenden que su donjuan cambie por ellas, porque "cuando se quiere a alguien de verdad, no se desea a nadie más", o al menos eso es lo que nos cuentan. Ya unidas, muchas se resignan a las aventuras de una noche de su pareja, y algunas se atreven a diversificar su sexualidad, pero no bajan la guardia frente a la cantidad de mujeres solas o casadas que pueden tratar de seducir a sus novios o maridos. 

No sólo se han creído esto, sino que también se han creído el cuento de que cuanto más bella estés, menos le apetecerá a tu pareja buscar a otras mujeres. O sea, que depende mucho de ellas el que su marido sea fiel. Para eso se dedican a luchar contra la edad, la obesidad, las imperfecciones, y entienden que agradandolo y consintiéndolo podrán mantener a su hombre contento. Siempre se nos habla de los hombres exitosos que las prefieren más jóvenes, y las mujeres maduras en cambio parecen condenadas a estar solas. 

Así es como se fomenta también la enemistad generacional: las jóvenes son mujeres fáciles, sin principios, sin lo que hay que tener para ser decente: 




Hay un grado de celos que está bien visto socialmente, que es además utilizado como prueba de amor. Hay chicas jóvenes que miran los correos y teléfonos de sus amados y dejan que ellos hagan lo mismo. Invadirse la intimidad y prohibir a la pareja tener una vida social y afectiva amplia parece una señal de amor hacia el otro. Incluso hay parejas que se ponen cachondas jugando a provocar celos a la otra persona, y se pelean de broma fantaseando con infidelidades para picar al otro, todo regado de muchas risas. 



Luego están los celos patológicos, que nos llevan a cometer toda clase de locuras, y que a veces nos convierte en verdaderos paranoicos/as. Estos no están buen vistos socialmente porque se consideran peligrosos, pero lo que no nos dicen es cómo evitar que los celos razonables se conviertan en una enfermedad, porque se sufre mucho y se hace sufrir mucho a la otra persona también. Y son muchas las personas afectadas por este mal, pero en lugar de hablar de ello, en la cultura se sigue reforzando el mito de la monogamia.

No nos engañemos: reclamar atención exclusiva es egoísta, es una pérdida de energía y de tiempo porque es imposible que tu pareja no sienta atracción por nadie y no se relacione con nadie. A todos nos gustan las personas que nos resultan agradables, simpáticas, atractivas, sean de la edad que sean y del sexo al que pertenezcan. Todos necesitamos charlar, conocer gente, pasar buenos ratos con otras personas, establecer complicidades, y compartir afinidades. Por eso me parece cruel que la gente no tenga amigos o amigas; el aislamiento afecta más a las mujeres. 

Además es importante que nos demos cuenta de que vivimos en una sociedad basada en la represión de la libertad sexual; entonces la fidelidad está basada en que aceptamos reprimirnos solo si el otro también se compromete a reprimirse. 

Y a pesar de ello, la gente rompe el trato continuamente. El colmo de los colmos es la gente que es a la vez promiscua y celosa.  Es injusto que le pidas a tu pareja fidelidad si tú te comprometes pero no la practicas, porque es un contrato desequilibrado. Lo mejor, supongo, es negociar los términos y grados de compromiso y fidelidad.


En este cartel el uno le dice al otro: "okey, sé infiel, ya te tocará sufrir a ti en carne propia". Es la filosofía del "ojo por ojo, diente por diente". 

Las soluciones a este gran problema no son nada fáciles. Para erradicar los celos habría que dejar de mitificarlos, también dejar de mitificar la promiscuidad masculina como símbolo de hombría, y dejar de condenar la promiscuidad femenina. Para disfrutar de las relaciones tendríamos que practicar la generosidad, la sinceridad, y también lograr alejar el miedo y el egoísmo de nuestra forma de amar. Querernos disfrutando el momento, y asumiendo que los seres humanos somos aventurer@s, contradictorios, y que nuestras relaciones son complejas. 
Nos queda mucho camino todavía...



Amores horribles en Facebook