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12 de julio de 2010

El beso de Iker a Sara





El fútbol, el romanticismo, y el poder mediático

El mejor portero de fútbol del mundo, uno de los mejores jugadores de este planeta, y probablemente uno de los hombres más guapos que existen sobre la faz de la Tierra, cerró el mundial con un beso romántico a su princesa, como los caballeros del siglo XII al ganar en los torneos.





En el cuento que nos han contado, Sara es una princesa posmoderna, porque no está en el palco mirando al príncipe azul. Está trabajando, llevando a cabo una labor informativa que ha sido puesta en duda y criticada por hombres del mundo del fútbol que entendieron que el amor la impedía hacer bien su trabajo. Estos hombres mostraron su preocupación e indignación porque la belleza malvada de Sara podía distraer a Iker, cuya meta era mucho más alta: llevar a una nación entera a la gloria.


Sara ha sido considerada por la prensa internacional como la sirena de Ulises, ese personaje mítico de la Odisea que con sus artes puede hechizar al héroe y manipularlo a su antojo. Ella trabaja como subdirectora de deportes de Tele 5 y trata de contener la emoción para ser profesional. Quiere demostrarle al mundo que se puede ser mujer, periodista y novia a la vez. El resto de las mujeres estamos con ella; tiene que hacerse valer porque es con lo que se gana las lentejas. Están en juego su autonomía, su desarrollo profesional, su carrera y su credibilidad.


Iker sin embargo rompe el protocolo, la frontera que separa masculinidad y feminidad, profesión y sentimientos, y culmina su gesta de Cid campeador con el beso épico que marca el happy end del relato.


Así es como se construye una hazaña histórica para España, a base de sangre, sudor, y lágrimas. El beso representa una versión moderna del amor entre la folclórica y el torero sólo que aquí ella es periodista (Sara, Letizia) y él príncipe azul (Felipe, Iker). Míticamente, la bella Sara representa la conexión entre los dioses del Olimpo (San Iker) y el pueblo llano; el beso que le ha dado Iker es para ella, y para toda España.


Ella es la elegida por Apolo para ocupar el puesto de la mujer deseada; ella y solo ella. Y se lo merece porque ha trabajado, ha sufrido y ha estado a su lado en los mejores y peores momentos. "En su lugar querríamos estar todas", me dice una amiga, y nos morimos de la risa. Pero ella y solo ella es merecedora del amor de Iker, que se lleva la medalla del mundial y la chica guapa, como en toda buena película de acción.




Y España es la nación roja, llena de pasión. Aquí no solo nos gustan los toros, la fiesta y el baile, sino también los besos ardientes, la rotura de las compuertas de la emoción. Si Iker es héroe es porque se da el gusto de dejarnos ver sus sentimientos. Los hombres no lloran es ya un lema obsoleto; cuando hay goles se puede. Iker ha demostrado de sobra el poderío de su masculinidad, y el público entiende que "se merece" poder llorar y expresar su cariño, porque posee una gran sangre fría para parar la pelota certera, porque se ha dejado la piel en el terreno de juego, porque ha resistido con valentía y fortaleza psíquica toda la batalla.


Ha demostrado que es un hombre, el hombre de España. Por eso puede permitirse llorar al terminar el partido, y sumergirse en una marea de besos, abrazos, palmadas, arrumacos, y tocamientos cariñosos con sus compañeros-dioses del Olimpo. También puede mostrar su amor hacia el equipo, su familia, su chica, la nación española... porque él es el mejor, porque nos muestra su lado humano y nos hace ver que, en el fondo, es como nosotros.






Una vez que nos ha conseguido el triunfo, se da el lujo de demostrar públicamente que los dioses aman, que él la quiere, que se puede ganar el mundial y ser un romántico empedernido. Lo malo es que a Sara le rompe los esquemas; ella trata de contener la emoción para no perder la profesionalidad. Iker llora y la besa, y se marcha porque la gente aplaude, Sara se queda alucinada, y él necesita salir de plano. El compañero de Sara decide cortar la emisión entendiendo perfectamente que a Sara le haya afectado que el hombre más guapo, valiente, diestro y fuerte de este mundo la haya besado delante de miles de millones de telespectadores.


 Este beso homenajea, así, a toda la parte femenina de la afición futbolera, que se incrementa con los años exponencialmente. No sólo se ofrece a las fans de España un buen partido, lleno de tensión, sufrimiento, ataques violentos y patadas, nervios y lucha, sino también una historia de amor perfecta entre dos jóvenes guapos, heterosexuales y jóvenes, que puede con todo y que no se achanta ante los comentarios machistas de la gente que culpó a su novia de la primera derrota de la selección. Después de este acto, Sara ya no es la chavalita típica que vive un romance con un futbolista famoso; desde hoy es  Señora de Casillas, porque él a través del reconocimiento público de su pasión la ha elevado al estatus de Diosa.




Recuerdo que en la adolescencia, cuando los chicos ocupaban el patio entero del colegio jugando al fútbol, no nos dejaban jugar con ellos, así que las chicas nos sentábamos a verlos mientras hablábamos de nuestras cosas. Es la historia de siempre: los chicos activos superando obstáculos, las chicas pasivas contemplandolos. Ocurría a veces que el héroe venía desde la otra punta del campo, sudoroso y exhibiendo su esfuerzo físico y mental hasta llegar nosotras. Se quitaba el reloj de la pulsera y se lo daba a una, mostrando así que una, y solo una, era la elegida para guardarle el reloj, que podía ser besado a escondidas entre las risitas de las amigas. A veces él se llevaba una goma de pelo nuestra para que la suerte le acompañase. Recuerdo que a mi me hacía una gran ilusión ser la elegida para sostenerle la hora al macho alfa. 





Hoy Iker le ha regalado el reloj a Sara, dedicándola el mundial, y ha demostrado al mundo entero que virilidad y amor son compatibles, que la fuerza y la sensibilidad son posibles, y que por muy profesional que se ponga Sara, no deja de ser su chica. Aunque ella trate de hacer como si la entrevista tuviese lugar entre dos extraños, Iker tiene las hormonas disparadas, el corazón hinchado de alegría, la mente nublada por las metanfetaminas del éxito, y le cuesta mantener su máscara social. Finalmente sufre un arrebato de libertad y no le para nadie: ni las críticas que puedan recibir, ni la profesión de su novia, ni las cámaras de televisión.


Cómo no emocionarse con este hombre que se expresa con esta inocencia y nos lo da todo a los españoles (fútbol, fuerza, valentía) y a las españolas (besos, amor, lágrimas), un chico valiente al que no le importa el qué dirán. 


Es el mito del príncipe azul encarnado en Casillas... gracias a él ya podemos seguir soñando: somos los mejores del mundo, somos los más apasionados, somos incluso románticos, desde hoy, gracias a él y a su doble victoria. 


Os dejo un artículo en el diario Público donde se preguntan si fue un acto de amor o una falta de respeto, y sobre la utilización de la figura de Carbonero por parte de Tele 5:


http://www.publico.es/deportes/327590/beso/casillas/carbonero/debate/polemica




¿Qué opinais vosotr@s???


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Después del final feliz de la boda...