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16 de junio de 2009

CULTURA DE MASAS Y TELEVISIÓN

La foto la hice en Aluche, en las canchas de baloncesto me encontré esta pancarta.


Este artículo lo escribí para la Tesina que lleva por título: 

"TELEVISIÓN Y ESPECTÁCULO. CRÓNICAS MARCIANAS COMO NUEVO MODELO DE ENTRETENIMIENTO", Universidad Carlos III de Madrid, 2004.

“La televisión está transformando nuestra cultura en un vasto anfiteatro al servicio del espectáculo”. Neil Postman, sociólogo y analista crítico de los medios estadounidense.

“Se estima que los españoles pagamos entre 3.3 y 6.6 pesetas por ver una hora de televisión. ¿En qué lugar se puede entretener una persona, una familia al completo por menos de 20-25 pesetas al día?”. Ricardo Vaca Berdayés, periodista español.

Los mass media son en la actualidad el vehículo que transmite en tiempo real a todo el planeta no sólo información, sino también productos culturales y artísticos, consumidos bajo la fórmula del entretenimiento y el espectáculo. En la actualidad, la cultura se ha convertido en una mercancía como otra cualquiera.

Además de vendernos cosas que no necesitamos, la ideología subyacente a los productos mediáticos transmite y promueve unos valores consumistas e individualistas, y con ello, el bloqueo de cambios estructurales, cuyo resultado es la regresión del progreso cultural, económico, político y tecnológico de la sociedad.

Lo paradójico es que algunos medios como la televisión incomunican a la gente, pues sus mensajes y contenidos no proceden de la masa que los consume, sino de una minoría muy concreta y poderosa. Lo lógico en una cultura de masas sería el intercambio igualitario de ideas y la profusión de manifestaciones artísticas proveniente de todas las clases socioeconómicas, de todos los niveles culturales, de todos los países del planeta. Pero la producción cultural y mediática se concentra en unas pocas empresas que constituyen auténticos gigantes mediáticos, como Walt Disney Company, News Corp, Vivendi Universal, AOL Time Warner, Bertelsmann, RTL, Reuters, AT&T Corporation, Sony, Liberty Media Corporation Vivendi Universal, Viacom Inc, Microsoft, Telefónica, France Telecom.

El poder real se encuentra ahora entre las manos de estos conglomerados porque tienen más poder económico que la mayoría de los gobiernos, y porque retransmiten los espectáculos que ellos mismos financian, patrocinan u organizan: No sólo invierten en producciones televisivas, sino también en producciones musicales, editoriales, revistas, radios, películas de cine, centros de ocio, parques temáticos, construcción inmobiliaria, telefonía, etc. Todo un sinfin de productos culturales hegemónicos acallan otras voces, otras músicas, otras culturas, otras cosmovisiones, en definitiva.

Y no porque exista una censura visible, sino porque el mercado y la producción en masa están en manos de pocas industrias, estadounidenses en su mayoría, y esto afecta, por tanto, a la diversidad, a la pluralidad y a la libertad de expresión. Porque además en la posmodernidad el proceso de creación y evolución de la cultura ya no está creado por el pueblo, sino por una minoría, y este únicamente posee tradiciones que aún perviven como es el caso del Carnaval, pero posee dificultades para crear nuevos espacios de encuentro social para crear y relacionarse.

Un dato que corrobora esta apreciación, es el hecho de que sólo en nuestro país encienden cada día la televisión 30 millones de personas (Vaca Berdayes, 1997). Nuevas tecnologías como Internet estén permitiendo que circule la información, el entretenimiento, el arte y los conocimientos de manera horizontal, en una gran red con acceso desde cualquier punto del planeta. A pesar de ello, la televisión sigue siendo el medio más generalizado y común para obtener información y entretenerse.
Según Marc Augé (1998), la gran novedad de la cultura posmoderna (que se repite en sus contenidos) reside en su forma discursiva, en la espectacularización y la ficcionalización de la realidad. Este es el principal cambio que ha experimentado nuestra cultura, pues antiguamente el mundo de la fantasía se distinguía claramente de la realidad:La fantasía no es un “correctivo de la realidad”; la fantasía no juega con la realidad, sino que se evade de ella”. 

En nuestro presente, sin embargo, Augé cree que “la condición de la ficción y el lugar del autor están actualmente muy alterados: la ficción lo invade todo y el autor desaparece”,
Este afán de evasión y de entretenimiento están cada vez más presentes en los productos culturales, artísticos y comunicacionales instaurando un discurso espectacular permanente, pero también han transmutado profundamente los estilos y filosofías de vida de la población occidental. Las causas son, principalmente, el aumento de la soledad y la angustia (Fromm, 1947), el empobrecimiento de las relaciones personales en una sociedad cada vez más individualizada e individualista. Además, la despolitización y el desencanto de la población, el alejamiento de la política y la economía hacia macroestructuras, la insensibilización ante el bombardeo de imágenes que recibimos.

En este sentido, Gerbner, Morgan y Signorelli creen que la exposición a la televisión provoca el “síndrome del mundo mezquino”, es decir, tiende a cultivar la imagen de un mundo peligroso lleno de desalmados, y aportan el concepto de aculturación para definir hasta qué punto las imágenes televisivas dominan las fuentes de información del espectador. La aculturación implica un conjunto de actitudes y de resistencia al cambio, y significa para la mayoría de espectadores un establecimiento progresivo de orientaciones predominantes, con lo que la televisión reitera, confirma y alimenta sus propios valores y perspectivas. Pasquali afirma, por su parte, que "la ideología que nos transmiten esos medios, de carácter “ultraindividualista” que arranca históricamente de la reacción de la periferia europea contra las presiones religiosas y culturales de las metrópolis latinas del Renacimiento y cuyo primer teórico de talla es Hobbes". De ella es heredera, dice este autor, la pretensión de destruir toda doctrina de la simpatía como vínculo espontáneo y perfectible entre hombres y toda fe en su esencia social.


Coral Herrera Gómez


BIBLIOGRAFÍA
1) Abril, Gonzalo: “Teoría general de la información”, Cátedra, 1997.
2) Augé, M: “La guerra de los sueños. Ejercicios de etno-ficción”, Gedisa, Barcelona, 1998.
3) Bourdieu, Pierre: “Sobre la televisión”, Anagrama, Barcelona, 1997.
4) Bustamante, Enrique (coord.), “Hacia un nuevo sistema mundial de comunicación. Las industrias culturales en la era digital”, Gedisa, Serie Multimedia, Barcelona, 2003.
5) Debord, Guy: “La sociedad del espectáculo”, Gallimard, París, 1992.
6) Fromm, Erich: “El miedo a la libertad”. Ed.Paidós, 1947.
7) Postman, Neil: “Divertirse hasta morir. El discurso público en la era del “show business”, Ediciones la Tempestad”, Barcelona, 1985.
8) V.V.A.A.: “Valores y medios de comunicación: de la innovación mediática a la creación cultural”. II Foro Universitario de Investigación en Comunicación. Comunicación 2000. Universidad Complutense.
9) Vaca Berdayes, Ricardo: “Quién manda en el mando”, Ed. Visor, 1997.