14 de enero de 2023

¿Por qué la infidelidad es violencia?



Una de las injusticias más grandes de la infidelidad es que mientras tú gozas de tus relaciones sexuales y sentimentales, niegas a tu pareja la posibilidad de gozar también de otras relaciones. 

Además, ser infiel te lleva a engañar y a mentir, y por lo tanto a hacer daño a tu pareja, que probablemente viva angustiada porque en el fondo de su corazón sabe que te estás portando mal con ella. 

Y hay más, no sólo estás ejerciendo violencia psicológica y emocional sobre tu pareja, sino que también estás abusando de la confianza que ha depositado en tí, estás rompiendo los pactos de cuidado, te estás riendo de ella en su cara. 

Si además tu pareja depende económica y emocionalmente de tí, te estás beneficiando de la explotación emocional que ejerces sabiendo que ella no puede romper la relación. 

Es injusto que esté atrapada contigo soportando la humillación de los cuernos, y tu te estás aprovechando para vivir el mayor privilegio que te otorga el patriarcado: la doble vida. Una como soltero y otra como hombre casado y padre de familia. 

Para terminar, te beneficias del pacto de silencio del que gozan todos los hombres, por el cual todo el mundo ve la cornamenta de tu mujer, menos ella misma. Y además, muchos de vosotros atentais contra la salud de vuestra compañera porque no utilizais métodos de protección en vuestras relaciones, lo que pone en peligro su vida.

¿Cuál es la forma de no hacer daño y evitar la violencia y el abuso? 

Contarle a tu pareja desde el principio lo que te está pasando (me gusta otra, estoy tonteando con otra, me estoy enamorando de otra) para que ella pueda tomar sus propias decisiones, como tener otras parejas igual que tú, o como dejar la pareja si no quiere tener una relación abierta. 

Se trata de ser valiente y de afrontar lo que está ocurriendo con honestidad, así como de asumir las consecuencias de tus actos: si quiero tener otras parejas, mi pareja tiene derecho a hacer lo mismo, o a dejarme en cuanto se entere. 

Y con tus amantes lo mismo: honestidad, respeto, transparencia, valentía y cuidados.

Coral Herrera Gómez 


El pacto de fidelidad es un pacto de cuidados mutuos








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13 de enero de 2023

Llevarte a tu amante a la cama de tu pareja es violencia




Una de las mayores violencias que nos puede infligir nuestra pareja es llevar a su amante a nuestra casa y tener sexo con ella en nuestra cama. Nuestra casa es un espacio sagrado, es nuestro refugio, el sitio al que llegamos a descansar después de librar nuestras batallas. 

Es nuestro espacio de intimidad, nuestro nido, nuestra cueva para estar tranquilas, nuestro lugar para quitarnos la armadura, descansar, relajarnos, llorar las penas, disfrutar del sexo a solas o en pareja, tener conversaciones íntimas. 

Es el espacio en el que tenemos nuestras cosas: nuestra ropa, nuestras fotos, nuestros artículos de higiene, nuestros recuerdos, nuestros libros, nuestros secretos, nuestros juguetes sexuales. 

Es un lugar en el que deberíamos estar seguras de que nadie nos va a atacar, ni va a utilizar la información que tiene de nosotras para hacernos daño. 

La cama es el lugar en el que nos desnudamos, soñamos, nos acurrucamos, es el espacio en el que gozamos, en el que nos abandonamos por completo al descanso: no es justo que metas a alguien ajeno a ella, es un daño simbólico irreparable.

  

Llevar a tu amante a la casa de tu pareja es violencia porque mientras tú gozas, estás violando el derecho fundamental que tenemos todos y todas a la privacidad y a la intimidad. 

Quizás para tí y para tu amante sea muy divertido y emocionante, pero para tu pareja es humillante que otra persona entre en tu intimidad, que deje su olor, sus pelos, su sudor, sus fluidos, y sus secreciones corporales en su nido. 

No sé si es verdad que Piqué se llevó a su amante a la casa de Shakira durante un año, y si ella se comió o no la mermelada de la cantante. Pero si es verdad, podemos decir tranquilamente que Piqué es un maltratador: es obvio que elegir el hogar de tu pareja e hijos para tener sexo en lugar de irse a hoteles lujosos es una decisión tomada para hacer daño. Y que Clara fue cómplice de esta violencia. 

No tenían necesidad ninguna de usar el único espacio de seguridad e intimidad que tiene Shakira, y si lo hicieron, fue para disfrutar del daño que le estaban causando. Probablemente tanto Piqué como Clara se sintieron muy poderosos en su momento, pero es un ejercicio de poder muy violento y muy cruel. 


Y lo peor, es posible que no hayan aprendido nada y que en el futuro Piqué le haga lo mismo a Clara, con otra chica más joven.


Nosotras, mientras, leemos y debatimos en redes, y estamos aprendiendo un montón de cosas sobre la historia entre Shakira, Piqué y Clara. Por ejemplo: que hay que ser valiente y decirle a tu pareja que ya no quieres estar con ella. 

Que para separarse no hace falta hacerle daño a tu pareja poniendole los cuernos. Que todos los intentos por hacer sufrir a tu ex son violencia. 

Que la guerra del divorcio no solo te afecta a tí, sino a todos tus seres queridos. 

Que las mujeres no debemos ayudar a los hombres a humillar a sus parejas, ni invadir los espacios sagrados de las demás mujeres. 

Que no debemos hacerle a la gente lo que no nos gustaría que nos hicieran.

Que los hombres tienen que trabajarse los patriarcados con urgencia. 

Que las infidelidades son violencia psicológica y emocional. 

Que las mujeres no tenemos por qué soportar los cuernos en silencio, que estamos hartas de que nos culpen por la violencia que sufrimos, que se nos juzga con mucha más severidad que a los hombres. 

Que tenemos todas que revisar la forma en que ejercemos nuestro poder, que tenemos todas que trabajarnos más la empatía y la sororidad... ¿qué más estáis aprendiendo vosotras con esta historia?


Coral Herrera Gómez



Yo soy mejor que tú

 




"Tú eres mucho más grande que ella, tú eres más guapa que ella, tú vales mucho más, no te llega ni a la suela de los zapatos... "

¿A vosotras os consuela que os digan esto cuando tu pareja se va con otra mujer?  

A mí jamás me ha consolado. 

No me ha hecho sentir mejor compararme con la otra, ni emitir comentarios despreciativos hacia ella en público, ni atacarla para que mi gente me aplauda.

Así que nunca la uso para consolar a una mujer que sufre por amor, porque creo que esto solo nos ayuda a inflar nuestro ego, no a subir nuestra autoestima. 

Creo que si nuestra autoestima no dependiese de si nos ama o no nos ama un hombre, no tendríamos ninguna necesidad de sentirnos mejores ni superiores a ninguna mujer. 

 "Yo soy más que tú, tú no vales nada", no sirve para calmar tu dolor, ni para que tú puedas construir una relación bonita contigo misma. 

Puede que despreciar a la otra te venga bien para desahogar tu rabia y tu frustración, pero no para consolarte por una pérdida tan dolorosa. 

Que los demás se pongan de tu lado y también hablen mal de la otra, no te ayuda a la tarea más importante del duelo: aceptar que tu pareja ya no te ama, y se ha enamorado de otra mujer. Una mujer que es diferente a tí, ni mejor, ni peor. Causarle daño no te da la felicidad ni te hace sentir mejor, creo yo.

A mí lo que me ha ayudado de verdad en los duelos no es la guerra, sino el amor: estar con mis amigas, y juntarme con mujeres maravillosas, y tomar conciencia de todo el amor que hay dentro de mí y a mi alrededor. 

Ojalá no necesitáramos sentirnos superiores a nadie para sentirnos mejor, ni para reforzar la autoestima, porque en esta batalla entre mujeres, quien gana es el patriarcado. 


Coral Herrera Gómez


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El pacto de fidelidad es un pacto de cuidados mutuos


Cuando hacemos un pacto de fidelidad, no estamos prometiendo a nuestra pareja que jamás nos sentiremos atraídos por alguien más, ni que jamás nos enamoraremos de otra persona. 

Eso no se puede prometer, porque no sabemos si sucederá. 

Sí que puedes expresar que te gustaría amarle toda tu vida, pero no puedes jurar que el amor no se te va a acabar. 

Lo único que podemos prometernos al juntarnos es que, pase lo que pase, vamos a ser leales y a cuidarnos.

El pacto de fidelidad en realidad es un pacto de cuidados mutuos por el cual nos comprometemos a ser honestos/as con nuestra pareja si se nos acaba el amor o si nos enamoramos de otra persona. 

Es un pacto en el que nos comprometemos a ser sinceros si nos gusta mucho alguien o si estamos empezando a sentir algo fuerte por alguien. Vamos a compartir lo que está sucediendo y lo que estamos sintiendo, para poder gestionar la crisis o el final sin violencia. 

Porque el engaño y la mentira hacen mucho daño, así que como nos queremos, no vamos a hacernos sufrir. O al menos, vamos a intentarlo con todo nuestro corazon. 

Yo confío en mi pareja, pero no pienso que jamás dejará de amarme, ni que nunca se enamorará de otra. 

Confío en que si algún día le ocurre, seré la primera persona en enterarme, confío en que no me va a mentir ni a engañarme. Confío en que no va a estar en dos relaciones a la vez durante meses o años. Confío en que la otra persona no va a meter a nadie en mi casa ni en mi cama. Confío en que la otra persona va a cuidarme incluso cuando se empiece a desvincular románticamente de mí.

Así entiendo yo, al menos, el pacto de cuidados sobre el que construyo mis relaciones de pareja: yo no puedo prometer que voy a amarte para siempre. 

Pero en el tiempo que estemos juntos, y también si llega el desamor, voy a ser valiente para contarte cómo me siento, para escuchar como te sientes. Nos vamos a cuidar mutuamente, y vamos a valorar juntos si queremos o no seguir la relación, o si es mejor terminarla. 

Vamos a seguir siendo cómplices y compañeros hasta el final, y no vamos a meternos en guerras, porque nos hemos comprometido a cuidarnos, en las buenas y en las malas, desde el primer hasta el último día.


Coral Herrera Gómez 


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10 de enero de 2023

¿Por qué nos matan?


Collectivo Boca, en Bonito, Italia.


Nos matan por desobedecerles. 

Nos matan por rechazarles cuando nos desean.

Nos matan cuando queremos terminar la relación. 

Nos matan porque no queremos cuidarles más.

Nos matan para sentir el placer del poder.

Nos matan porque les falta humildad y no tienen tolerancia a la frustración.


Nos matan porque no nos pueden enjaular. 


Nos matan porque nuestra cultura les hace creer que las mujeres somos cosas y que cuando nos emparejamos con ellos, les pertenecemos.


Nos matan porque creen que son seres superiores que deben ser obedecidos, venerados y cuidados por mujeres sumisas.


Nos matan porque no soportan que les digan que no.


Nos matan porque no soportan que sus parejas se sientan libres para irse o para quedarse. 


Nos matan porque no son capaces de tolerar un no, un "se acabó", un "no aguanto más," un "me voy". 


Nos matan cuando sienten que pierden control sobre nosotras. 


Nos matan porque no saben perder, ni afrontar las derrotas de la vida con dignidad y elegancia.


Nos matan porque tienen miedo y viven presos de sus inseguridades y sus complejos de inferioridad. 


Nos matan porque se obsesionan con su necesidad de dominar y controlar. 


Nos matan porque son misóginos y machistas.


Nos matan porque quieren tener la razón. 


Nos matan porque tienen el ego muy alto y la autoestima muy baja.


Nos matan porque sufrieron y quieren vengarse.


Nos matan porque no saben relacionarse en igualdad y en libertad. 


Nos matan porque están invadidos por el rencor y la rabia.


Nos matan porque odian a las mujeres. 


Nos matan porque la prensa les apoya.


Nos matan porque los jueces están de su lado.


Nos matan porque los femicidios ni conmueven ni indignan a nuestra sociedad.


Nos matan porque los vecinos miran para otro lado. 


Nos matan porque parecen casos aislados.


Nos matan porque se saben impunes.


Nos matan para que las demás aprendamos la lección.


Coral Herrera Gómez 


Más artículos: 


¿Por qué los hombres no entienden que no es no?

¿Por qué las mujeres no podemos divorciarnos?

¿Cuándo se vuelve peligroso un ex?

Para derribar el patriarcado hay que abolir la explotación de las mujeres 

Usos perversos del amor romántico 

No más violencia contra las mujeres 

¿Qué puedes hacer contra la violencia machista si eres hombre?



9 de enero de 2023

Grupos de Mujeres en el Laboratorio del Amor




Si quieres ofrecer formación virtual y acompañamiento a tu equipo, 

si perteneces a una organización o colectiva y queréis apuntaros juntas a la Comunidad de Mujeres,  

Puedes comprar un paquete por 1 mes, 

o por 3 meses, que incluye: 

  • 3 Cursos:  Mujeres que trabajan con mujeres + Mujeres que se liberan+ Mujeres que se separan
  • 3 meses en la Comunidad de Mujeres.
  • 3 encuentros en directo, uno cada mes.
  • 30 vídeos exclusivos de Coral Herrera
  • Acceso a la Biblioteca del Amor y descarga gratis de todos los contenidos.
  • Diploma acreditativo de los cursos realizados en el Laboratorio del Amor con Coral Herrera Gómez

 


Puedes consultar los precios de los grupos en mi web

7 de enero de 2023

El amor de pareja y el derecho al tiempo libre

 


Los hombres tienen más tiempo libre que las mujeres. Ellos pueden descansar y dormir más horas que nosotras, y tienen más tiempo para disfrutar de sus pasiones y de su gente querida. 

Tienen más tiempo para hacer ejercicio físico, para practicar deportes, para dedicarse al arte, a la música, para escribir, para leer, para crear, para inventar, para conocer cosas nuevas.

Tiempo para no hacer nada, para disfrutar de la naturaleza, para ascender en su trabajo, para viajar y conocer sitios nuevos, para recuperarse de sus enfermedades, para hacer excursiones, para aprender cosas nuevas. 

Tienen más tiempo para estudiar idiomas, másters, oposiciones, y tienen más tiempo para tener amigas y otras parejas además de la oficial.

Los hombres tienen más calidad de vida que nosotras, porque tienen más tiempo libre. Esta es una de las grandes injusticias que vivimos las mujeres emparejadas en relaciones heterosexuales: tener que regalar nuestro tiempo y energía a los hombres solo porque nacimos mujeres.

Si pudiéramos negociar en igualdad de condiciones, si tuviéramos los mismos derechos y los mismos ingresos, ninguna de nosotras trabajaría gratis para un hombre.

Para que ellos puedan vivir como reyes, nosotras trabajamos el doble de horas que ellos en casa, y por lo tanto tenemos la mitad del tiempo libre que ellos. 

Esto en España: según las estadísticas del INE, la mitad de españolas que viven en pareja realizan la mayoría de tareas de cuidado y trabajo doméstico. Un 32,5% de los hombres no hace nada en casa.

En el mundo, las mujeres dedican casi 6 horas diarias, y los hombres menos de la mitad, 2 horas diarias.


¿Podemos querernos bien en estas condiciones de desigualdad?, ¿podemos las mujeres disfrutar del sexo y del amor en relaciones de abuso? 

Obviamente, no.


Aunque las mujeres asumamos todo el trabajo de cuidados, o la mayor parte, no lo hacemos con una sonrisa. Nos empastillan para que podamos aguantar el ritmo y podamos convivir con el agotamiento, el estrés, la ansiedad, la frustración, el enojo. Nos dan píldoras para activarnos y para relajarnos, y para no explotar. 

Pero aunque nos quieren medicadas y anestesiadas, la mayoría de nosotras protestamos, exigimos colaboración, tratamos de negociar el reparto de tareas, nos rebelamos, nos cabreamos, peleamos por nuestros derechos, hacemos huelgas, y cuando estamos hasta el moño, nos separamos. 

Las mujeres somos las que más demandas de divorcio ponemos, y la explotación doméstica es una de las principales causas.

Una vez que las mujeres nos rebelamos ante la injusticia, y nos damos cuenta de que los cuidados deben ser mutuos y compartidos, a los hombres solo le quedan dos opciones: o empezar a trabajar en equipo con la pareja, o quedarse solos y pagar el trabajo doméstico del que antes disfrutaban gratis.


Ninguna pareja puede funcionar desde el abuso y el privilegio: muchas de nosotras ya nos hemos dado cuenta de que no nacimos para servir, y que queremos disfrutar de una Buena Vida.


En cuanto todas las mujeres del mundo tomemos conciencia de que tenemos derecho a tener tiempo libre, tiempo para descansar y para disfrutar de la vida, se acabaron la monarquía y los privilegios masculinos.


Llevamos siglos luchando por este derecho en las calles, pero sobre todo, en la casa y en la cama, nuestros principales campos de batalla. 


Y no pararemos hasta la victoria final.


Coral Herrera Gómez 


Artículos relacionados: 


El amor de pareja en cifras

Declaración Universal de los Privilegios de los Hombres 

Propósitos para el Nuevo Año

¿Cuando hay que dejar una relación?

¿Qué aprenden tus hijas e hijos cuando te separas?

¿Por qué las mujeres no podemos divorciarnos?

Dejar de maternar hombres adultos, y empezar a maternarme a mí misma 

Brindis por las mujeres que se liberan

Mujeres que se separan 



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6 de enero de 2023

Dejar de fingir los orgasmos

 



Dejar de 

                 aplaudir sus discursos


                       reírle las gracias


                    fingir los orgasmos 


Dejar de 


     cuidarle si los cuidados no son mutuos


       ser comprensiva con él para empezar          

                   a serlo contigo misma


            trabajar gratis para él en casa


Dejar de 


   aguantar su mal humor y sus frustraciones


                 esperar a que se de cuenta

             de lo mucho que te ama 


            decirle sí cuando en realidad 

                         quieres decir no


Dejar de


  soñar con un cambio que no va a llegar y que no está en tus manos sino en las suyas


  servirle con amor y docilidad 

      para que siga sintiéndose el rey


         sacrificarte y aguantar, 

            porque no hay recompensa


 


Dejar de 


ponerle en el centro de tu vida para que todo gire alrededor de él


darle la razón y llevarle la corriente para que no se enfade


  perdonarle las infidelidades una y otra vez




Dejar de

                      Endiosarles

                        Esperarles

                        Explicarles

                                 y

                        Quererles




Ellos solos no se van a quitar la corona y a renunciar a sus privilegios. Solo empezarán a cambiar cuando no les quiera nadie y no encuentren a ninguna mujer dispuesta a fingir, aplaudir, reír, planchar, cocinar, limpiar y cuidarles.


Cuando no haya más sirvientas a su disposición, ni más mujeres dispuestas a sufrir por amor, se pondrán furiosos o se deprimirán. 

Igual, entonces, se plantearán que tienen que cambiar. O se quedarán solos.

Coral Herrera Gómez 



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5 de enero de 2023

¿Por qué las mujeres no podemos divorciarnos?




La inmensa mayoría de las mujeres no podemos separarnos de nuestras parejas.

 Son muy pocas las mujeres que pueden acceder al derecho al divorcio en el mundo, y es una injusticia muy grande. 

La mayoría no pueden porque no tienen autonomía económica, y unas cuantas porque tienen miedo a la guerra del divorcio, en la que pueden ser asesinadas, o pueden perder a sus criaturas.

Si miráis los salarios, las tasas de desempleo y los precios de la vivienda es fácil entender por qué millones de mujeres no se pueden separar de sus maridos. En España un 20% de la población cobra menos de 1.000 euros al mes, y un 66%, menos de 1900 euros. Las mujeres cobramos un 23% menos que los hombres.

Las tierras son de los hombres, las casas, los medios de producción y de comunicación son de los hombres, las empresas y los bancos son de los hombres.

Nuestras leyes dicen que las mujeres somos libres, pero la realidad es que imposible separarse: el matrimonio es un auténtica trampa a la que muchas vamos ilusionadas y felices. 

Cuando estamos en ella se convierte en una cárcel de la que ya no se puede escapar. Las mujeres que lo hacen pasan a formar parte de la población en riesgo de pobreza y exclusión social. 

La mayor parte de las personas pobres en todo el mundo son mujeres con hijos e hijas y sin pareja. Cuantos más hijos tienen, más pobres son.

Sin dinero no hay libertad ni derechos. Las mujeres necesitamos dinero para poder salir de nuestros hogares, sobre todo las que sufren abusos y malos tratos.

Sin ingresos dignos las mujeres no somos libres ni podemos elegir con quién queremos compartir techo. Si el mercado laboral y el inmobiliario nos mantiene presas en relaciones en las que no queremos estar, entonces hay que garantizar los ingresos y el derecho a techo. 


La Renta Básica Universal permitiría a millones de mujeres dejar a sus parejas y liberarse de la explotación emocional, doméstica, sexual, reproductiva y laboral. Y también podrían liberarse de sus proxenetas: los hogares y los burdeles quedarían vacíos si todas nosotras tuviésemos autonomía económica.

Por eso hay tanto rechazo a la RBU: a los hombres les espanta la idea de quedarse sin criadas y sin esclavas sexuales y domésticas. 

Mientras seguimos luchando por la RBU, no nos queda otra que organizarnos entre nosotras para ayudarnos a salir de relaciones en las que no nos sentimos cuidadas, sobre todo tenemos que ayudarnos a salir de relaciones violentas basadas en el abuso y la dominación. 

Solas no podemos divorciarnos: necesitamos dinero, necesitamos refugios donde no nos encuentren los que no aceptan que nos separemos, y mucho apoyo emocional y logístico. 

Así que mientras creamos las condiciones políticas y económicas para que el divorcio sea un derecho y no un privilegio, nos tenemos que ayudar entre todas, y organizarnos entre nosotras.


Coral Herrera Gómez 



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4 de enero de 2023

Dejar de maternar hombres adultos, y empezar a maternarse a una misma

 



Ayer me preguntabais que qué significa dejar de maternar a un hombre adulto, y cómo se consigue. 

Lo primero es dejar claras dos cosas: una, que los cuidados en una relación deben ser mutuos. 

Dos, que lo que tú necesitas es un compañero, no un hijo mayor. 

¿Cómo se consigue? 

Lo primero, explicarle que para ser autónomo tiene que aprender a cuidarse a sí mismo, a cuidar sus relaciones, y a cuidar su hogar. 

Lo segundo, negociar para establecer pactos de convivencia y para repartiros las tareas de cuidados y la logística del día a día.

Los hombres pueden aprender a cocinar, a mantener recogido y limpio su hogar, a limpiar la ropa y colocarla, a hacer la lista de la compra, ir a la compra, y colocar y preparar los alimentos.

Los hombres pueden llevar las cuentas de la casa, ir al médico por su propia iniciativa, llevar las cuentas del hogar, cuidar las plantas y el huerto si tenéis.

Puede aprender a organizar las actividades en el tiempo de ocio, a planificar los viajes en pareja o en familia, puede aprender a consultar el clima y a hacer las maletas. 

Pueden ir a las reuniones del colegio, participar en las actividades en las que piden la colaboración de los padres y madres, estar pendientes de las revisiones médicas de las criaturas y de las mascotas, estar pendiente de los eventos sociales y familiares, y participar en la organización como un adulto funcional más ( cumpleaños, operaciones y enfermedades, bodas y divorcios, nacimientos y entierros, y demás momentos importantes)


Puede aprender a confeccionar los disfraces para fechas señaladas, llevar a las crías a los cumpleaños de sus amigos y amigas, puede socializar con los demás padres y madres por sí solo. 

Puede aprender a estar pendiente de la ropa de las criaturas, pasarle la ropa que ha quedado pequeña a otra gente, y organizar la que os pasan a vosotros.

Puede cambiar pañales, sonar mocos, limpiar vómitos, vigilar fiebres en la noche, puede dar biberones, puede hacer la matrícula del colegio y todo tipo de trámites administrativos, puede ayudar a sus hijos e hijas con los deberes. 

Puede aprender a hacer limpieza profunda en el hogar, ordenar el trastero, ir al banco a hacer gestiones, sacar entradas para ir al teatro o al cine, cambiar la ropa de verano a la de invierno. 

Puede vigilar y curar heridas, planificar menús semanales, puede sentarse a hablar con los adolescentes y sostener conversaciones íntimas con ellos sobre sexo, emociones y sentimientos, puede acompañar emocionalmente a amigos y familiares en momentos difíciles de sus vidas, puede acompañarles y cuidarles cuando enferman. Pueden pasar noches en hospitales con sus familiares y amigos si lo necesitan, pueden estar pendientes de la medicación. 

Todos los hombres pueden cuidarse a sí mismos y pedir ayuda a su gente o a profesionales cuando no se sienten bien. 

Si en tu pareja tú eres la que se encarga de todo mientras él juega a la play o se entretiene con su teléfono, si no tienes tiempo libre y él sí, si te sientes su criada porque él no sabe hacer nada, es porque te está tratando como si fueras una mamá devota y entregada a sus cuidados.

Muchas mujeres lo hacemos porque creemos que ellos no saben hacerlo bien, pero también porque nos creemos que así nos van a valorar más y nos van a necesitar. 

Cuidado con el ego: nos gusta sentirnos importantes e imprescindibles, y creemos que van a estar tan agradecidos que no nos van a dejar nunca. 
Pero nos dejan.

Maternar a un hombre como si fuera un adolescente genera una relación de dependencia mutua. 

Que no se nos olvide que todas somos sustituibles: hay millones de mujeres deseando cuidar a hombres que no se cuidan y no las cuidan. Nos han educado para dar "sin pedir nada a cambio", y para creer que nacimos para servir. 

¿En que consiste el cambio radical que propongo? 

Se trata simplemente de que te cuides a ti misma y te preocupes por tu tiempo de descanso y diversión. Se trata de que tu pareja se comprometa a trabajar en equipo y asumir sus responsabilidades como un adulto funcional, que se trabaje a fondo su machismo y todo lo que se tenga que trabajar para aprender a quererte, a tratarte y a comportarse como un compañero.

Si cuentas con su colaboración para hacer el cambio radical que necesitáis, estupendo. Si se lo trabaja para ser autónomo y para comportarse como un adulto, y para ser un compañero, estupendo. Si aprende a comunicarse para expresar sus emociones y sus necesidades, genial. Si aprende a negociar para llegar a acuerdos y para repartirse las tareas, genial también.

Si no, tendrás que tomar las decisiones que sean necesarias para cuidarte a tí misma y para dejar de relacionarte con él como si fuera un ser dependiente. 

Recuerda que tú no puedes cambiar a tu pareja, que solo puede cambiarse él a sí mismo, y que cualquier cambio lo tiene que hacer por iniciativa propia. Siempre hemos intentado educar y orientar a los hombres, pero ninguno evoluciona si no lo necesita.

Recuerda que un compañero no es un hijo, y que los cuidados en una relación entre personas adultas deben ser siempre mutuos. Y que si no son mutuos, es explotación emocional y doméstica. 

Recuerda que tienes derecho a tener tiempo libre y a descansar, y a vivir en igualdad de condiciones con los hombres con los que te relacionas.

Los amores que sean siempre compañeros.

Coral Herrera Gómez

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