20 de diciembre de 2019

No sólo en las calles hay que luchar

Uno de los mayores actos de rebeldía feminista es no dejar que te traten mal, y no sufrir "por amor". Lo político es personal también: estamos luchando para acabar con la violencia machista en las calles, pero la mayor victoria está en los cambios que hacemos para estar bien y para disfrutar de la vida. Por eso cada vez que una de nosotras deja una relación en la que no se siente bienquerida ni cuidada, no sólo te liberas tú, sino que nos liberamos todas. 

Es la mejor forma de aplicar el feminismo a tu vida personal: salir de relaciones que te hacen sufrir. Y para eso nos estamos apoyando las unas a las otras, para que siempre que tengamos la tentación de aguantar o soportar estupideces, podamos rebelarnos y decir: no quiero que ninguna mujer sufra, yo soy una mujer y tampoco quiero sufrir. 

El feminismo nos ayuda a tener siempre presente que las mujeres tenemos derecho a disfrutar, y a vivir una vida libre de sufrimiento y de violencia. Nosotras también tenemos ese derecho, cada una de nosotras. Por eso lo personal es político, y lo político es personal, por eso no sólo en las calles hay que luchar 

#MujeresQueYaNoSufrenPorAmor #SiTeLiberasTúNosLiberamosTodas

19 de diciembre de 2019

Asambleas para el amor






Cómo acabar con las luchas de poder en la pareja

En todas las relaciones humanas hay luchas de poder, y todos queremos ganar todas y cada una de las batallas que libramos contra los demás. Cada cual tenemos nuestros intereses, nuestras necesidades y nuestros deseos, y establecemos nuestras propias estrategias para conseguirlo: nos posicionamos como dominadores o dominadas, y desde ahí manipulamos nuestra realidad y a los demás para lograr lo que necesitamos.

En estas condiciones, relacionarse en pareja es complicado, porque estamos más acostumbrados a hacer la guerra que a amarnos, y se nos da mejor luchar que cooperar. La pareja requiere un enorme trabajo en equipo, mucha complicidad, generosidad, solidaridad, sinceridad, honestidad, y mucha comunicación. Y no es fácil relacionarse desde el compañerismo en una sociedad patriarcal y machista en la que las mujeres estamos por debajo de los hombres en la jerarquía social.

Tenemos que trabajar mucho los patriarcados que nos habitan para poder construir relaciones igualitarias basadas en el respeto, la ternura, el trabajo en equipo, la honestidad, la  comunicación amorosa, y la igualdad. Aquí algunas de las cosas que podemos hacer para acabar con las luchas de poder en la pareja:

-          El amor no es una guerra: no conviertas a tus amantes en enemigos de los que hay que defenderse y a los que hay que ganar como sea. Disfruta del amor como un espacio de placer y compañerismo, en el que puedas ser tu misma y en el que ambos podáis construir una historia de amor hermosa, libre de abusos y violencia.

-          Identificar y trabajar los patrones de relación del romanticismo patriarcal.  Comportamientos que parecen “normales” o “naturales” cuando estamos en pareja como la posesividad, los celos, el control sobre la pareja, son esquemas de relación patriarcales basados en la dominación y la sumisión, y son a menudo violentos. Sin embargo, no reconocemos como violencia nuestra forma de imponernos sobre el otro, ni los insultos, los chantajes, las amenazas, el victimismo, los castigos, el engaño y las mentiras. Y es que nos han hecho creer que la violencia pasional es amor, y que cuanto más pasión hay, más sufrimiento se genera en la pareja, y por lo tanto, más amor hay. Sin embargo, ya sabemos que no hay por qué sufrir y pasarlo mal: el amor es una de las experiencias más hermosas de la vida y hay que disfrutarlo.

-          Disidencia: hay que desobedecer todos los mandatos de género que convierten a las mujeres en sirvientas de los hombres. Hay que acabar con el trabajo gratis de las mujeres, y repartir los cuidados, la crianza y las tareas domésticas entre ambos miembros de la pareja. Actualmente ellos siguen gozando de tres horas más al día de tiempo libre mientras nosotras hacemos doble y triple jornada. No nacimos para ser sirvientas, ni para criadas: para podernos relacionar en igualdad es fundamental relacionarnos en horizontal, romper con los roles y las tradiciones, y repartir las tareas en igualdad de condiciones.

-          Autocrítica. Los hombres tienen que trabajar su masculinidad en profundidad, para liberarse del machismo. Acostumbrados a relacionarse desde la competitividad, tienen que desaprenderlo todo para poder aprender a relacionarse en horizontal dentro de la pareja. Tienen que trabajarse el compañerismo con las mujeres, aprender a expresar lo que sienten y lo que quieren, y aprender a pactar con honestidad. Nosotras también tenemos que trabajarnos lo nuestro: los cambios son individuales, y también colectivos.

-          Trabaja tu Ego: el Ego siempre quiere dominar, imponer sus normas, saciar su deseo, recibir aplausos y reconocimiento de los demás, despertar su admiración y envidia, manipular su realidad y a la gente con la que se relaciona. El Ego necesita ganar, le gusta que le obedezcan, le gusta que los demás se sometan, necesita sentir siempre que tiene el poder y el control. Hay que trabajarlo mucho para que no estropee nuestras relaciones: cuanto más egoístas y egocéntricos somos, peor funcionamos en pareja.

-          Aprende a decir que no si eres la persona que siempre cede. Te sentirás mucho mejor si eres capaz de decir asertivamente porqué no quieres hacer algo, o porqué no estás de acuerdo en algo, o porque hay cosas que te hacen sentir mal.

-          Aprende a ceder si estás acostumbrado a imponer tu voluntad. Aprende a ser humilde y generoso: no tienes porqué ganar todas las batallas. No es importante ser siempre el ganador. Se aprende mucho cuando no se consigue todo lo que uno quiere: aprovecha para aprender a elaborar pactos que os beneficien a ambos, o que, al menos, no os perjudiquen a ninguno.

-          Líneas rojas: la mayor parte de las cosas son negociables, pero hay unas pocas que son innegociables. Cada cual tiene sus líneas rojas, es importante tenerlas claras y respetarlas, las propias y las de la otra persona. Si las líneas rojas chocan frontalmente, es mejor no seguir con la relación: ninguno de los dos tenéis por qué ceder en cosas que consideráis imprescindibles en vuestras vidas.

-          Aprende a practicar la comunicación amorosa: escucha a tu compañero o compañera, expresa tus sentimientos sin hacer daño a nadie, sé sincera o sincero con la otra persona, explica qué quieres sin adoptar un estilo agresivo ni victimista. Tenemos que aprender a conversar, negociar, ceder, pactar, repartir tareas y asumir responsabilidades igualitariamente.

-          Cuando aparezca el conflicto, evitar el drama y la violencia: aún estando enfadados o dolidos, podemos tratarnos bien, hablarnos con respeto, alejarnos con cuidado, o sentarnos a hablar si ya nos sentimos preparados para tener una conversación profunda. Sin insultos, sin reproches, sin comentarios humillantes o despreciativos, sin malos tratos.

-          Usa tu sentido del humor y tu creatividad cuando estéis en una lucha de poder. Es todo mucho más fácil cuando nos podemos reír ambos de la situación, y de nosotros mismos. Entre risas es más fácil ponerse a buscar soluciones que nos ayuden a salir del conflicto sin que ninguno de los dos se sienta perdedor, es más fácil relativizar y restarle importancia al conflicto, y nos dispone mejor a ambos para negociar lo mejor para los dos.



Coral Herrera Gómez   


www.cuerpomente.com/blogs/coral-herrera/hablar-sobre-amor-ayuda-a-tomar-decisiones-hablar-sobre-amor-para-tomar-decisiones

18 de diciembre de 2019

Breve y trágica historia de los Homo Sapiens

Los seres humanos tenemos dos millones y medio de años de antigüedad. Durante mucho tiempo estuvimos conviviendo y copulando con varias especies de hominidos, hasta que hace tan sólo 50 mil años se extinguieron los demás homos, y los sapiens nos quedamos solos en el planeta. Hoy llevamos en nuestro ADN herencias de aquellas especies. 

Nos hemos reproducido a lo bestia, hemos esclavizado muchos animales, y hemos viajado por todos los continentes, comerciando y guerreando sin parar entre nosotros. También nos hemos rebelado durante miles de años contra los tiranos, hemos salido del planeta y hemos llegado hasta la Luna. Hemos acumulado millones de megabytes de información y conocimiento, tenemos gente viviendo ahí afuera en la Estación Espacial Internacional y ya estamos diseñando nuestra primera ciudad en la Luna, para replicar el proyecto después en Marte. 

Vivimos dominados por un grupo de humanos muy poderosos, y pese a que ahora que estamos todos y todas conectadas, estamos permitiendo que nos tiranicen, y estamos colaborando en la destrucción de nuestro hogar. Es una guerra contra la vida en la que todos somos cómplices, en mayor o menor medida. Estamos arrasando con todas las especies y vamos a morir matando. Este suicidio colectivo está haciendo sufrir mucho a los demás seres vivos. Millones nos rebelamos y protestamos, y soñamos con un mundo mejor, pero la mayor parte de la gente permanece indiferente, distraída o tratando de sobrevivir. 

Podríamos pararnos a pensar en la maravilla de la existencia de vida en el planeta, un fenómeno excepcional en el Universo. Y en la importancia de cuidar este pequeño planeta situado en un rincón de una pequeña galaxia. Pero ni siquiera pensamos en las próximas generaciones y en el mundo que les estamos dejando. 

Ésta es la breve y trágica historia de los homo sapiens, una especie inteligente que no supo cuidarse a sí misma, y no supo cuidar de su hogar.

17 de diciembre de 2019

El sufrimiento personal es colectivo



Si una persona se quita la vida cada 40 segundos en el planeta Tierra, es porque hay mucha gente sufriendo en un mundo organizado sobre la explotación de unos sobre otros. Este sistema no funciona: demasiada competitividad, exclusión, violencia, crueldad, egoísmo, injusticias y discriminación: caen tantos en el camino porque es imposible adaptarse a un mundo tan enfermo. 
No tenemos herramientas para gestionar las emociones ni para resolver conflictos, no nos enseñan a cuidarnos ni a cuidar, no valoramos ni alimentamos las comunidades en las que vivimos, no nos tratamos bien, estamos cada vez más solos y solas. Para parar esta pandemia de sufrimiento mental y emocional, hay que acabar con la soledad, los malos tratos, la exclusión social, la pobreza y la precariedad, la colonización y el saqueo, las guerras y los discursos de odio. 
Porque además del suicidio personal está el suicidio colectivo: estamos destruyendo nuestro clima y nuestro propio planeta. Nos estamos suicidado en masa. Hay que hacer un cambio y los niños y las niñas lo están pidiendo a gritos: quieren un mundo mejor. Sabemos cómo hacerlo, y sabemos por qué no lo hacemos. Hay que reflexionar sobre esto y tejer redes amorosas y de cuidados para que nadie se sienta excluida. Multiplicar las redes de apoyo y solidaridad para que nuestras vidas no sean tan duras. 

Necesitamos un cambio enorme para parar la destrucción, aprender a convivir y a cuidarnos, y a cuidar el planeta. Y ponernos a construir entre todos y todas un mundo libre de violencia, de dolor y sufrimiento, un mundo en el que podamos queremos bien, y podamos disfrutar de la vida y del derecho a tener derechos. Y el derecho a tener un futuro. Se nos acaba el tiempo. 

16 de diciembre de 2019

Niñas que no se callan



Niñas que no se callan: estoy impresionada con la cantidad de odio contra las niñas que circula por el espacio social en estos días. Los ataques a Greta y a las niñas que son víctimas de violación en manada tienen un denominador común: el desprecio general que siente nuestra sociedad contra las niñas que no se quedan calladas. 

Una denuncia la violencia del sistema patriarcal y capitalista que nos está llevando a la autodestrucción, la otra denuncia una violación múltiple y nos pone en alerta sobre el peligro que corren millones de niñas como ella debido a los problemas que sufre la masculinidad hoy en día. 

Es impresionante verlas atacadas por miles de señoros que, muy indignados, niegan el cambio climático y la violencia machista y acusan a estas niñas de mentir, y las quieren calladas y encerradas en el colegio, para que no molesten. Hasta salen a la calle a manifestarse para defender violadores de manada, víctimas de una niña que debería estar callada y no se calla. 

Esos mismos señoros son los que aplauden encantados viendo a las niñas posar, cantar o bailar en los concursos infantiles, se les cae la baba viendo niñitas hipersexualizadas, pero se les hace bilis escuchando a niñas rebeldes que piensan y protestan. Hoy más que nunca hay que cuidar y proteger a las niñas del peligro del negacionismo, del adultocentrismo, de la pederastia y de la violencia misógina que impregna toda nuestra cultura.

 #LasNiñasNoSeTocan #NiñasQueNoSeCallan #BastaDeOdioContraLasNiñas

14 de diciembre de 2019

Así me resistí a que la maternidad fuese el centro de mi vida

Relájate, no te obsesiones, no le des vueltas: tardé un año y pico en quedarme embarazada y aquí cuento mi proceso, y cómo resistí a las presiones sociales, a la mitificación de la maternidad, al miedo a no poder tener bebés, al milagro de la ciencia, al bombardeo de publicidad de clínicas y tratamientos de fertilidad, y vi los límites a los que estaba dispuesta a llegar.

Buscando ser madre logré llegar a renunciar a mi maternidad y entender que no me faltaba nada para vivir la vida con plenitud, si acaso me faltaba tiempo. Y la maternidad en sus inicios consiste precisamente en ceder tu tiempo a vivir la experiencia de los cuidados. Pero yo ya la había vivido cuidando a mis abuelos maternos, así que no me faltaba esta experiencia. Podía buscar bebé tranquilamente, asumir que podía renunciar a la maternidad tranquilamente, y quería que mi deseo no fuera el centro de mi vida. Fue bien difícil:

Seguir leyendo en eldiario.es:

https://www.eldiario.es/nidos/Relajate-obsesiones_0_833617348.html

10 de diciembre de 2019

Los derechos humanos nunca dañan a los humanos

Cuando un grupo de gente logra que se reconozcan sus derechos, nunca perjudican a nadie ni privan a nadie de sus derechos humanos fundamentales. Que las mujeres ganen el mismo salario que los hombres no perjudica a los hombres, que las mujeres lesbianas se puedan casar no perjudica a la gente heterosexual, que los niños y niñas vean sus derechos reconocidos no perjudica a nadie, si acaso sólo acaba con los privilegios de ciertos grupos. Puedes saber si algo es un derecho si se cumple esta regla.

Todo lo que perjudique a los demás no es un derecho: comprar bebés a mujeres necesitadas no es un derecho, compartir fotos sexuales de tu ex novia no es un derecho, incitar al odio contra un colectivo o acosar mujeres en la calle tampoco es un derecho, ni pagar por tener sexo con mujeres necesitadas. Todo lo que implique explotar cuerpos ajenos, aprovecharse de las necesidades de alguien, abusar de los demás, hacer sufrir o limitar la libertad de alguien para conseguir lo que uno quiere o necesita, no es un derecho. Es una regla muy sencilla: los derechos que va consiguiendo la gente no limitan tus derechos ni te perjudican en nada.

9 de diciembre de 2019

Criando a un niño sin violencia

Mi hijo aún no sabe qué es un enemigo, ni qué es una pistola, no sabe pelear contra otros seres humanos, no siente placer jugando a herir o asesinar a otros niños, ni quiere salvar a las niñas. Me siento muy orgullosa de estar criando un varón no violento, pero no sé cuanto tiempo será así. Me encantaría juntarle con niñas y niños que no estén expuestos en sus casas a la violencia que les inoculan a través de las pantallas, pero la gran mayoría de los niños de su edad ya andan jugando a la guerra. 

Sé que es difícil porque en todas las películas y dibujos animados se glorifica al macho violento, al mutilado emocional que ni siente ni padece, pero creo que no es imposible. Me da la sensación de que cada vez somos más mamás las que queremos educar a los niños varones en otros valores. Siento que somos cada vez más las que estamos intentando ofrecerles otros héroes y heroínas que no usen la violencia para resolver los conflictos o para conseguir lo que necesitan. 

No es fácil porque es ir a contracorriente, pero yo creo que esto de criar niños no violentos es todo un acto de rebeldía política contra un sistema que necesita tantos machos mutilados y princesas desvalidas 

#MaternidadesFeministas #MasculinidadesNoViolentas #InfanciasLibresDeViolencia #OtrosJuegosSonPosibles

Coral Herrera Gómez Blog

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