8 de octubre de 2018

¿Por qué los hombres no entienden que "no" es "no"?




¿Por qué los hombres no entienden que "no" es "no"? En este post explico el cambio que hemos experimentado en las formas de iniciar el cortejo y empezar una relación: antiguamente las mujeres tenían que decir siempre que no, hacerse las difíciles, y hacer como que cedían sin quererlo. 

Era un sistema muy complejo porque se jugaban mucho si decían que sí: ellas tenían que "ganarse el respeto" de los hombres y parecer mujeres "decentes". Ahora en cambio, nos importa poco si parecemos o no decentes, ahora elegimos con quien queremos estar o si preferimos estar solas, somos libres para decir si o para decir no, y todo es mucho más sencillo que antes: cuando decimos si, es si, y cuando decimos no, es no. 


Gracias al feminismo, sabemos que todas nosotras podemos decir que no en cualquier momento de nuestras vidas, que tenemos derecho a vivir una vida libre de acoso y de violencia, y que merecemos el respeto de todo el mundo sin tener que ganárnoslo, sólo porque somos personas. 


Así que tomad nota, compañeros: insistir no es romántico. Si decimos No, es No. Y no hay nada que puedas hacer: si no hay deseo, si no hay ganas, si te dicen que no, es que no. 

Y punto.


La evolución del “No es No”

En la época de mi abuela, a principios del siglo XX, las mujeres tenían que “hacer como si no” para mantener su reputación de mujeres respetables. Si les gustaba un chico, tenían que disimular y esperar a que él se acercase. Si él se acercaba, tenía que hacerse “la dura”, y “hacer como que” no quería ser cortejada, para que él insistiese.

El deber de los hombres era esforzarse a ver si alguna cedía. También insistía para  probar a las mujeres que pretendía. Ellos tenían que parecer muy interesados, y muy comprometidos, aunque no fuera cierto. Las mujeres sólo podían dejar acercarse a aquel que quisiese casarse con ellas, y no podían relacionarse con otros hombres para mantener siempre su imagen de mujer virgen.

Se jugaban mucho las mujeres en esto: no podían acceder a besarse o a ir más allá de los besos porque la peor amenaza para ellas era quedarse solteras, y señaladas como mujeres fáciles. Así que, quisieran o no, tenían que hacerse las difíciles, reprimir su deseo, frenar el deseo del otro, y asumir que su vida sexual sería nula hasta el día de la boda, mientras que ellos se desahogaban por otro lado. Las que cedían a la tentación sabían cuál era el castigo: embarazo antes del matrimonio, y chico que huye despavorido porque no quiere casarse con una mujer fácil.

Esta doble moral es lo que hace que las mujeres en lugar de decir Sí, tuvieran que decir No, y resistir todo lo posible para no caer en los brazos del hombre que la deseaba y al que deseaba. Porque un buen polvo podría acabar para siempre con todo, y ser soltera en un mundo en el que las mujeres solo podían trabajar en el campo, era una condena a la pobreza y a la soledad.

Después, cuando la mujer había resistido como una campeona y había logrado el compromiso matrimonial, se encontraba con que tenía que seguir un poco en las mismas, porque los hombres desconfían de las mujeres que disfrutan mucho del sexo. Tenía que parecer como que cumplían con su obligación, que disfrutaban porque el macho era poderoso, pero no demasiado para no parecer una mujer indecente. Entonces el No a veces era No, y a veces era Si, pero resultaba complicado para los hombres entenderlo, y más teniendo en cuenta que para ellos las mujeres eran cosas, y estaban ahí disponibles para ellos. El acoso sexual estaba romantizado, y sigue estándolo en las películas: el insistente siempre acaba logrando su objetivo, derribando los muros de la princesa que se resistía al amor con su paciencia y perseverancia.

Hoy en día las cosas han cambiado mucho. 

Ahora las mujeres ya podemos decir No cuando queremos decir que No. Pero los hombres siguen sin entender ni asumir el No y el rechazo en alguien que se supone que “en el fondo” lo está deseando. Hemos vivido muchos siglos en esa doble moral que nos hace a las mujeres tener que estar siempre disponibles a los reclamos del macho pareciendo que no queremos hacerlo, pero queriéndolo mucho. Muy en “el fondo”.

Ahora cuando queremos hacer el amor decimos Sí, o lo proponemos, sutil o abiertamente. Y cuando decimos No, es que no queremos.

Lo explicamos una y otra vez, pero en el imaginario patriarcal persiste la idea de que a las mujeres cuando nos fuerzan, “en el fondo” estamos disfrutando. Piensan que nos gustan las violaciones, pero hacemos como que no para no parecer ninfómanas. Piensan que lo que queremos las mujeres es hacernos desear, y que basta con insistir. Piensan que  tenemos el Ego muy grande y necesitamos muchos piropos, pero que en realidad estamos deseando ceder y entregarnos a los reclamos sexuales o románticos del otro.

Sabiendo entonces de donde viene esta confusión, ahora ya podemos todos tenerlo claro: en el siglo XX cuando una mujer quiere tener relaciones contigo, las tiene, y las disfruta sintiéndose libre. Cuando una mujer no quiere tener relaciones contigo, no las tiene, y lo dice sin miedo y sin culpa: no quiere.

No quiere, y no querrá más adelante, y no te pide que te esfuerces para seducirla con el manual de las frases bonitas. 

No quiere, y punto. Es un ser humano libre como tú.

Es bien sencillo, sólo hay que respirar hondo y empezar el proceso de aceptación: no quiere, y no puedo hacer nada más que respetar que no quiere. Lo he intentado, me he mostrado interesado, pero me ha dicho que no quiere, y no tiene que darme más explicaciones: no quiere, y punto.

Si te fijas en el contexto, es fácil de entender por qué hay que creer a una mujer cuando dice que no.

Ahora no nos importa la reputación, elegimos con quién queremos acostarnos, con cuántos, y cómo queremos hacerlo. Elegimos si queremos pasar una noche loca o si queremos una relación duradera, elegimos cuánto dura esa relación, y ya no tenemos que parecer mujeres asexuales para que nos respeten.

No tenemos ninguna necesidad de ocultar que nos gusta el sexo y cómo nos gusta, ni con qué frecuencia lo practicamos, así que cuando queremos lo hacemos. 

Y cuando no queremos, no lo hacemos.

Y siendo todo tan simple, es más fácil entender que ahora todos somos libres para decir sí o no, para coquetear un rato o llegar al encuentro sexual si la cosa fluye, para parar cuando ya no nos apetece o cuando no estamos disfrutando. Y de este modo disfrutamos todos y todas: no hay confusión ni malentendidos posibles, no hay un doble discurso. No es no.

Queridos compañeros, no hay necesidad de perder el tiempo y las energías en alguien que no te corresponde. No hay por qué hacer el ridículo ni enfadarse: si no conectas con alguien, no hay por qué insistir. 

Ninguna mujer te debe nada: si le gustas, estará contigo, y si no le gustas, no.

Recuerda que si no hay reciprocidad , ninguna relación funciona. El sexo, los afectos y los cuidados, deben ser siempre mutuos. Si no son mutuos, son abuso, explotación y violencia. 


Coral Herrera Gómez 

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6 de octubre de 2018

Filosofía y normas del Laboratorio del Amor





Filosofía 

- El Laboratorio es un espacio de acompañamiento terapéutico basado en la sororidad entre mujeres, el auto-cuidado y los cuidados entre nosotras, la solidaridad, y el compañerismo.
- El Laboratorio es un espacio de seguridad y confianza, un lugar en el que caminamos desnudas sin miedo a ser etiquetadas ni juzgadas, sin miedo a mostrarnos tal y como somos, sabiendo que nadie va a tratarnos mal en ningún momento, y que estaremos rodeadas de mujeres que comparten el espacio con mucha empatía y amor del bueno.
- El Laboratorio del Amor es un espacio libre de violencia patriarcal, de machismo y misoginia, lesbofobia, homofobia y transfobia, racismo y xenofobia, gordofobia y clasismo. Es una comunidad de mujeres diversas en la que no tienen cabida los discursos de odio, ni los comentarios despreciativos o humillantes, ni los insultos, ni las faltas de respeto, ni el abuso, ni el acoso, ni las guerras entre personas o entre bandos enfrentados.  
- El Laboratorio es como una relación amorosa en la que todas nos sentimos libres para llegar, para quedarnos el tiempo que queramos, para irnos,y para volver las temporadas que lo necesitemos. Las fechas de entrada y salida las pones tú, las puertas del Laboratorio están siempre abiertas.

- Trabajamos desde la idea de que se puede sufrir menos y disfrutar más del amor, que lo Romántico es Político, y que Otras formas de quererse son posibles: en nuestro trabajo colectivo se mezclan lo personal y lo político, la teoría y la praxis, el análisis y el diseño de estrategias para desaprender lo patriarcal y poder disfrutar más de las relaciones sexuales y sentimentales que construimos con los demás. 
 - En el Laboratorio compartimos conocimientos: nadie imparte lecciones magistrales. Es una red horizontal en la que no hay jerarquías, trabajamos en equipo y ninguna opinión es más válida que la de las demás: no importa si llevas mucho tiempo o si acabas de llegar, si te sientes feminista o no, si eres muy joven o muy mayor, si eres hetera, lesbiana o bisexual. El Laboratorio es un espacio libre de discriminación, y alimentado con mucho amor del bueno.

- En el Laboratorio no discutimos como en las redes sociales. No hacemos debates, sino que trabajamos en un tema que siempre queda abierto a nuevas aportaciones. Cada cual comparte sus aprendizajes y sus vivencias, sus opiniones y sus ideas, y llevamos a cabo una construcción colectiva del conocimiento. Gracias a este trabajo en el que se mezclan las reflexiones con las experiencias personales, no caemos en las guerras habituales de egos para imponer nuestra postura sobre las demás. No hay necesidad de ganar batallas, ni de lucirse, ni de alimentar los Egos machacando a las demás: el Laboratorio es un espacio de trabajo e  investigación permanente en el que trabajamos con preguntas, compartimos materiales, nos contamos las vidas, escuchamos las de las compañeras, y siempre nos relacionamos en un tono respetuoso y amoroso.
- En el Laboratorio nos cuidamos unas a otras, nos tratamos con amor, y nos apoyamos las unas a las otras. Todas preguntamos antes de hacer suposiciones erróneas, y nos escuchamos con amor para evitar malentendidos. Pedimos disculpas si hemos interpretado mal las palabras de la otra compañera. Si las demás nos acompañan en un momento difícil, es importante que mantengamos al tanto a las compañeras de cómo estamos para que no se preocupen.
- En el Laboratorio no sólo compartimos las penas, también las alegrías: noches locas de amor y sexo, enamoramientos, casamientos, ligues, momentos felices, proyectos personales que salen adelante, sueños que se cumplen, trabajos que nos ilusionan, y momentos importantes de nuestras vidas.  
- El objetivo común es poder llevar la teoría a la praxis, por eso además de analizar nuestra realidad desde una perspectiva crítica, también hacemos autocrítica amorosa: para conocernos mejor a nosotras mismas, para aprender a querernos bien y a cuidarnos mucho, y para disfrutar del amor y de la vida. Queremos construir nuestras relaciones desde los principios igualitarios del feminismo desalojando los patriarcados que nos habitan, desobedeciendo los mandatos de género, y liberando al amor del machismo. 
-Nuestro trabajo es a la vez personal y colectivo: cuando una se cuida, está cuidando a todas. Cuando una se libera, nos liberamos todas. Rebelarse a la trampa del amor romántico es uno de los mayores actos de rebeldía política en contra del patriarcado, por eso no podemos separar la lucha personal en nuestro interior, en la cama y en la casa, con la lucha que estamos haciendo en las calles, en las escuelas, en los centros de trabajo, en los parlamentos, en los medios de comunicación, en las religiones, en la ciencia, en los espacios públicos. Esta transformación es contagiosa, sale de mi para las demás, y vuelve a mí: trabajar colectivamente el amor romántico es una de las experiencias más hermosas y revolucionarias que podemos vivir las mujeres.
- Las mujeres del Laboratorio nos sentimos pioneras de un cambio social, cultural, político y económico, sexual y sentimental que está teniendo lugar aquí y ahora, en la Historia de Nuestro Tiempo Presente. Lo estamos viviendo en primera persona, y ya no nos sentimos raras, ni nos sentimos solas: somos cada vez más las mujeres que ya no sufrimos (tanto) por amorTrabajamos la autoestima personal y la colectiva desde un feminismo que incorpora al análisis las diferencias de clase, etnia, origen, orientación sexual, etc. Entre todas estamos aportando a la construcción de una ética amorosa que nos permita poner en el centro de nuestras vidas y en el centro de la política el tema de los cuidados, los afectos, las emociones y el sexo. 


Normas del Laboratorio
- El Laboratorio es una comunidad y todas nosotras aportamos a la construcción, alimentación, mantenimiento y cuidado de este espacio: todas podemos abrir nuevos foros en los foros del Laboratorio, proponer Ejercicios y compartir Herramientas, subir fotos al Álbum de Fotos, publicar en el Blog o proponer una película en el Cine Forum para hablar sobre ella. Entre todas estamos haciendo una buena Biblioteca del Amor, ya tenemos muchos vídeos, entrevistas, artículos, enlaces, libros en pdf, documentales, memés, imágenes, reseñas, guías y manuales. 
- Celebramos un chat en directo al mes, dura hora y media, y cualquiera de nosotras puede proponer un tema, o bien podemos empezar a charlar desde lo personal y tocar varios temas. Cualquiera de nosotras podrá chatear en dúo con cualquier compañera en privado, o en público. Todas podéis proponer la celebración de un chat extraordinario en el Foro de Señoras si lo necesitáis para que acudan las que puedan.
- En el Laboratorio no hay límites de tiempo ni espacio: puedes escribir todo lo que desees, cuantas veces desees, sin miedo a aburrir o ser pesada. ¡No está permitido disculparse cuando una se extiende mucho!
Toda la información que aquí se comparte es confidencial, cuando entras aquí firmas una especie de  pacto en el que te comprometes a cuidar a tus compañeras, a velar por su seguridad, y a mantener lealtad al grupo respetando el derecho a la intimidad y la privacidad de todas las miembras de la comunidad. 

En tres años ya han pasado por el Laboratorio más de 300 mujeres. En la actualidad, somos más de cincuenta mujeres diversas de diferentes edades, profesiones, países, orientaciones sexuales, religiones... Cada una de nosotras está luchando desde sus trincheras, en su casa, en el trabajo, en sus relaciones sexuales y sentimentales para transformar el mundo y transformarse a sí mismas. El Laboratorio es un espacio para trabajar lo romántico en buenas compañías: nos acompañamos, nos escuchamos, nos damos buenos consejos, compartimos nuestros aprendizajes, nos apoyamos las unas a las otras, nos empoderamos juntas, compartimos herramientas y diseñamos estrategias para trabajar el amor y la autoestima juntas.

Si queréis saber más sobre el Laboratorio del Amor, podéis visitar mi web y ver el vídeo en el que os explico cómo funcionamos. Sois todas bienvenidas a este taller permanente en la Escuela del Amor: 

1 de octubre de 2018

La química del amor y del desamor

Para yonkis del Amor: por qué nos hacemos adictas, y cómo pasar el mono. 

Mi nuevo post en Mente Sana

30 de septiembre de 2018

Nosotras hacemos la revolución

Los hombres sueñan con la revolución, las mujeres estamos haciendo la revolución. Estamos luchando en las calles y en las casas, en la cama, en los parlamentos y en los medios, en la Ciencia y en el deporte, en las instituciones y en las fábricas, en los barrios de las ciudades y en el campo, en las aulas y en los sindicatos, en los movimientos sociales y en los partidos políticos, en las universidades y en las redes sociales. 

Estamos cambiando la vida de millones de personas, y damos pasos gigantescos cada vez que logramos convertir nuestros derechos en leyes, y luego en realidades. 

Hombres, tenéis el cambio delante de vuestras narices, pero no lo veis porque no tenéis las gafas violetas que os permitan solidarizaros con nuestra lucha, y uniros a ella. Y porque no sois los protagonistas y os cuesta perder privilegios.


Probad a empezar por vosotros mismos #Masculinidades #Autocrítica #DeconstruyeATuMacho
#LiberatéDelPatriarcado #RevoluciónFeminista #UtopíasParaTodas #NosVemosEnLasCalles

14 de septiembre de 2018

Curso de Otoño en la Escuela del Amor





¿Dónde, cómo, cuándo....? 


Duración: 12 semanas

Inicio:  21 de septiembre de 2018

Formato: en línea

Dirigido a: Mujeres, hombres y gente diversa de todas las edades y países.

Precio: 90 euros

El precio del curso incluye:

- dos chats en directo con Coral Herrera,
- materiales,  ejercicios y una caja de herramientas
- acceso a la Biblioteca del Amor, el Blog y el Cine-Fórum
- pasar a ser miembro permanente de la Escuela del Amor



Temas del Curso


1. Autoestima, autoamor, autocrítica amoroso y empoderamiento personal y colectivo.

2. El romanticismo patriarcal: desmitificando el amor.

3. Feminismos y masculinidades, ¿otras relaciones son posibles?

4. Soledades, rupturas, y duelos.

5. Nuestras utopías amorosas: pactos, estrategias y herramientas para sufrir menos, y disfrutar más del amor. 



Objetivos del Curso


En este curso trabajamos la autoestima y el autoamor, el empoderamiento personal y colectivo, la autocrítica amorosa y el auto-reconocimiento. Vamos a desmontar y desmitificar colectivamente el romanticismo patriarcal de nuestra cultura, y de nuestro interior. Vamos a aprender y debatir sobre los feminismos, la identidad femenina, la masculinidad patriarcal, y las relaciones heterosexuales en la era posmoderna de los amores líquidos. Vamos a hablar de nuestras soledades, de nuestros duelos y nuestras rupturas. Vamos a terminar imaginando otras formas de querernos, estableciendo pactos con nosotras mismas y con las compañeras, trabajando en todo aquello que queremos eliminar, añadir o transformar de nuestras vidas. Diseñaremos nuestra propia utopía amorosa colectivamente, y compartiremos herramientas para gestionar nuestras emociones, para llevar la teoría a la práctica, y para sufrir menos, y disfrutar más del amor.

El trabajo se divide en cinco módulos que duran dos semanas, en cada uno de ellos haremos ejercicios para trabajar individual y colectivamente. Además, dispondremos de materiales, un foro de acompañamiento y una caja de herramientas colectiva para trabajar durante todo el cuatrimestre juntas.

Vente con nosotras a trabajarte el amor, ¡en compañía se desaprende mejor!


Coral Herrera Gómez



Tienes toda la información y el botón de inscripción en mi web: 

10 de septiembre de 2018

El Mercado del Amor




Publicado en mi blog de la Revista Mente Sana:

El mercado del Amor es ese espacio en el que la gente se mueve cuando empieza la adolescencia, hasta la llegada de la madurez. Es un espacio en el que nos movemos seduciendo a los demás para elegir y ser elegidos, para conocer gente nueva, para probar el acople con los otros y las otras, y ver si se puede empezar una historia de amor. 

De este espacio queda mucha gente excluida: los feos y las feas, los hombres viejos
 y pobres, las mujeres ancianas, la gente con discapacidades y malformaciones, la gente con con enferemedades crónicas, los y las enfermas mentales, los y las disidentes del género, los pobres, los extranjeros, las mujeres en la prostitución, la gente rara, diferente, y no normativa. 

En el mercado del amor triunfan los más guapos y las más guapas: en la cúspide del éxito sexual y amoroso se encuentran los personajes más sexys y famosos del planeta, casi todos blancos y jóvenes, atractivos y millonarios, con talento y energías. A todos ellos los amamos de lejos: actrices, actores, futbolistas, cantantes, modelos, directores de cine, personajes de televisión que inundan nuestras pantallas con su belleza y su felicidad. 

A ellos los admiramos, los amamos, los envidiamos, y todos los demás nos parecen poca cosa a su lado. Nos gusta este modelo porque los medios nos seducen con hombres y mujeres con unas medidas corporales muy concretas, gente rica que ha triunfado, gente que tiene a su alcance todo lo que desee a golpe de tarjeta, gente por la que millones de personas suspiran en silencio. 

Cuando nos relacionamos entre nosotros, buscamos ese modelo. Y claro, todas las personas de carne y hueso con las que nos relacionamos nos parecen imperfectos: demasiado bajo, demasiado alta, demasiado delgado, demasiado gorda, demasiada nariz, pocas tetas, poco culo, muchas caderas, demasiadas orejas, demasiados lunares y cicatrices, demasiadas arrugas y michelines, demasiados pelos, poca plata, poco éxito en la vida…

A nosotras también nos ocurre que nos cuesta mucho emparejarnos con personas que sufren las burlas de toda la sociedad por su tartamudez, por su obesidad, por su sordera, por su voz gangosa o su cojera, por miedo a sentir vergüenza en espacios públicos. El éxito de la gente se mide por las personas que logra seducir y enamorar, por eso los hombres muy poderosos siempre tienen a su lado mujeres guapas y jóvenes. Y por eso a todos se nos baja la autoestima si no tenemos éxito en el mercado del amor: todos queremos sentirnos deseables, pero no hay sitio para todos. El triunfo es sólo para los que cumplen con los estándares de la belleza patriarcal, para los que tienen éxito en la vida, para los que acumulan poder, recursos y mujeres, para los guapos y las guapas.

El Mercado del Amor es un espacio injusto y cruel porque unas pocas personas reciben todo el amor y el deseo, y las mayorías viven suspirando por esos pocos. Nos emparejamos con mucha torpeza los unos con los otros, presas del miedo a quedarnos solos, sin conocernos, sin saber cuidarnos y querernos bien. Chocamos en el espacio, pero no logramos la fusión con el otro para siempre. Vamos probando a ver qué tal, pensando que nuestra media naranja tiene que estar ahí en el mercado esperando a que le encontremos, y que cuando nos veamos nos reconoceremos mutuamente. 

Es como si estuviéramos todos en un gran centro comercial viendo escaparates, deseando sólo a los modelos que nos proponen las tiendas, sin vernos entre nosotros, sin interactuar entre nosotros, buscando a alguien que no existe, sin ver lo que tenemos delante. 

Las mujeres dedicamos mucho dinero y muchas energías a adaptarnos a los cánones de belleza patriarcal para poder entrar en el mercado del amor y encontrar a nuestra media naranja. El mensaje que nos mandan los medios deja una huella profunda en nuestra psique: “si no eres bella, nadie te amará”

Y bajo esta  amenaza nos sometemos a cirugías que ponen en peligro nuestra salud y nuestras vidas, a dietas de tortura para adelgazar, a depilaciones dolorosas para estar más guapas, a sesiones de machaque en un gimnasio para perder grasa, a tratamientos de belleza carísimos cuyos efectos se evaporan con el tiempo, a estar siempre a la moda en ropa, calzado y accesorios, a cuidar nuestras uñas y cabellos con esmero, a invertir nuestros recursos y nuestro tiempo en estar guapas y resultar deseables. 

Este despilfarro de medios y recursos lo abandonamos el día en el que se nos expulsa del mercado laboral por la edad, y nos damos cuenta de lo bien que se vive sin estar 0ometida a la tiranía de la belleza, de lo a gusto que se está sin tener miedo a la soledad, de lo tranquila que se está sin buscar a la media naranja. Es una especie de liberación; ya no tiene una que esforzarse en gustar, ya nuestra autoestima no depende del deseo sexual que sienten los demás por nosotras, ya no hace falta centrarse en los demás sino en una misma, en nuestro placer y nuestra felicidad. 

¿Por qué esperar a que nos expulsen de ese mercado laboral para liberarnos? 

Podemos hacerlo desde la adolescencia, para vivir libres de la tiranía de la belleza y de
este espejismo romántico que nos hace creer que nadie nos querrá si no obedecemos los mandatos de género que nos exigen estar siempre bellas. Podemos transformar este mercado del amor en un espacio libre de jerarquías y de patriarcado, libre de idealizaciones y mitos, un espacio en el que podamos querernos tal y como somos, y en el que podamos compartir placeres y amor libres, tal y como somos, libres de todos los miedos que no nos dejan disfrutar de nosotras mismas, de la gente y del amor. 

Coral Herrera Gómez

7 de septiembre de 2018

Liberarnos de los patriarcados



Las mujeres tenemos que liberarnos de los patriarcados que tenemos dentro, y esto implica desmontar nuestra propia misoginia (el odio hacia las mujeres), y todas las fobias que hemos interiorizado: la gordofobia, la lesbofobia, la xenofobia, el racismo, el clasismo. Como los tenemos dentro, los utilizamos contra nosotras, por eso nos sentimos poca cosa, nos vemos gordas y feas a nosotras mismas, nos sentimos inferiores a los demás, nos comparamos con las otras, y competimos con ellas, sostenemos luchas de poder al estilo patriarcal con nosotras mismas y con las demás. 

Todas tenemos problemas de autoestima porque colaboramos con el patriarcado: nos hacemos la guerra a nosotras mismas, nos perdemos relaciones maravillosas con otras mujeres por miedo a enamorarnos, nos miramos a nosotras mismas con los ojos del patriarcado, y claro, no nos gustamos, ni por dentro, ni por fuera. Lo mismo nos pasa a las feministas, ninguna estamos libres de patriarcado, y tenemos que hacer mucha autocrítica. 

Es un trabajo que dura toda la vida, no hay una meta ni se reparten medallas: se trata simplemente de que lo personal es político, y hay que revisarse todo, desmontarse, y volverse a construir, para liberarnos de tanto machismo y patriarcado, y para aportar con nuestro cambio al cambio social y político que está teniendo lugar en muchos países del mundo. 

Los hombres apenas han empezado a trabajarse los patriarcados, nosotras ya estamos en camino, estamos aprendiendo a querernos bien, estamos reivindicando nuestro derecho a disfrutar del amor y de la vida, estamos saliendo a las calles y somos cada vez más. 

Estamos haciendo la revolución en varios frentes: por dentro, y por fuera: en la cama, en la casa, en el trabajo, en las calles, a solas y junto a las compañeras.

 #AutoestimaFeminista#TrabajarseLosPatriarcados #LoPersonalEsPolítico ##AutocríticaFeminista
#Masculinidades #RevoluciónFeminista

5 de septiembre de 2018

Pobrecitos




Una de las razones por las cuales a las mujeres nos cuesta dejar las relaciones en las que no nos sentimos amadas o en las que sufrimos malos tratos es porque nos dan pena los hombres a los que amamos. Cuando nos enamoramos, conectamos con el niño asustado que hay en su interior. Tenemos tanta capacidad para la empatía, que confundimos el amor de pareja con el maternal y por eso queremos cuidar y ayudar a ese niño inocente a superar sus traumas y sus carencias, y a cerrar sus heridas.

Creo que a muchas nos da ternura la fragilidad de la masculinidad patriarcal: de alguna forma nos compadecemos de sus miedos, de todo lo que les ha tocado sufrir para llegar a ser un macho, de su incapacidad para mostrar afecto, de su falta de habilidades para gestionar sus emociones, de su torpeza a la hora de resolver conflictos, de sus problemas con la autoestima y el Ego. Justificamos su machismo pensando que sufrió tanta violencia ese niño pequeño e indefenso, que es "normal" que la reproduzca y la vuelque sobre nosotras. Nos da por pensar que él sufre siendo violento, pero creemos que el pobrecito no puede evitarlo.

Nos consolamos pensando que nuestro amor lo curará, que nosotras somos muy fuertes y podemos ayudarle a cambiar, que cuando logre conectar con su niño interior se liberará del machismo como por arte de magia. Creemos que los hombres machistas son buenas personas y que no nos hacen daño por placer, sino porque los pobrecitos son hombres, y los hombres son así, muy limitados, violentos e inseguros. Creo que por eso muchas veces nos ponemos condescendientes cuando quieren ser el centro de nuestras vidas, cuando exigen toda la atención, cuando piden a gritos una entrega total e incondicional por nuestra parte. Sabemos que necesitan sentirse poderosos e importantes, así que muchas veces les hacemos creer que lo son, para aliviar un poco ese complejo de inferioridad y superioridad que les hace ser tan dominantes e inseguros.

Bueno, esto es una trampa mortal para nosotras: el niño mutilado no se va a curar, el hombre violento no se va a transformar en una buena persona sólo con nuestro amor. Los hombres tienen que trabajarse sus masculinidades patriarcales, sus traumas y sus miedos, su machismo y su violencia, su discapacidad emocional su necesidad de dominar, su necesidad de tener al lado una esposa-madre-criada leal que les aguante y les sostenga.

Y nosotras tenemos que tener claro que nos merecemos un compañero que nos sepa querer bien. Tenemos que dejar de ser tan comprensivas con los pobrecitos, poner la atención en nosotras, y conectar con la niña que llevamos dentro para protegerla de esos niños violentos e inseguros. ¿Por que si no la cuidas tú, quien va a cuidarla? No permitas que ningún hombre machista le haga daño, que destroce su autoestima, que se aproveche de ella y de su capacidad para amar. Esa niña que tienes dentro somos todas: cuando la cuidas a ella, nos cuidas a todas. Cuando tú te liberas, nos liberamos todas.

 #AutoestimaFeminista #MasculinidadPatriarcal #ViolenciaMachista #MachosSolos #MachosSinAmor #Pobrecitos


Coral Herrera Gómez


2 de septiembre de 2018

Tratarnos bien cuando nos enfadamos



Podemos enfadarnos y expresarlo sin usar la violencia, y sin hacer daño a la persona con la que nos enfadamos. No es fácil, pero podemos tratar bien a todo el mundo incluso en momentos de ira intensa. Es cuestión de tomar conciencia y entrenar cada vez que nos invada la rabia y el cabreo.


Uno de los grandes retos para disfrutar del amor, es aprender a expresar nuestra ira sin violencia, a gestionar nuestro enfado sin hacer daño a los demás, y tratar bien a las personas con las que nos enojamos. 

Tenemos a toda la cultura en contra: en todos los relatos los protagonistas expresan con violencia su enojo. A las niñas les permitimos llorar, pero no mostrar su enfado. Los niños varones en cambio aprenden que el único sentimiento que pueden expresar es la rabia, y les hacen creer que no hay otra forma de resolver los problemas que usando la violencia. Todos sus héroes lo hacen, lo mismo los buenos que los malos: torturan y castigan a sus enemigos, y son más eficaces si lo hacen desde la ira. 

Por eso es tan importante aprender tratarnos bien y cuidarnos en momentos de tensión y cabreo, porque los niños y las niñas nos imitan y aprenden de nuestro ejemplo. Nuestro mal humor no debería convertirse en gritos, insultos, amenazas y humillaciones, comentarios despreciativos, ni debería hacer daño a nadie: ni a desconocidos, ni a nuestros seres queridos. De hecho, el trato hacia la gente con la que nos enfadamos debería ser exquisito hasta que podamos sentarnos a hablar con tranquilidad y explicar cómo nos sentimos, y por qué. 

No es fácil porque nuestro primer impulso cuando nos sentimos dolidos es herir al otro para que reaccione ante nuestra ira: para que pida perdón, se arrepienta, sienta miedo o para que deje de hacer algo que nos molesta o nos hace daño. Y no se trata tampoco de ocultar esa rabia que sentimos: es legítimo expresarla y mostrarla, pero no utilizarla para vengarnos ni para torturar a la otra persona. No se trata de empezar una guerra, sino de que la otra persona cambie su comportamiento o reflexione sobre la situación para poder resolverla.  

Urge en la Escuela aprender a gestionar las emociones fuertes, y a resolver nuestros conflictos cuando nos cabreamos sin herir a nadie. Se trata de poder decir cómo se siente una sin ponerse agresiva ni sumisa, utilizando la asertividad, o sea, la capacidad para hablar desde la calma para negociar, pactar y resolver el conflicto.

Sólo así podremos dejar de maltratar a nuestras niñas y niños, que son los más vulnerables, y dejar de maltratarnos entre nosotros, en la casa, en la calle, y en las redes sociales.

#AmorDelBueno #BuenosTratos #Emociones #TratoExquisitoEnLosConflictos

1 de septiembre de 2018

Beneficios de trabajarse la autoestima desde el feminismo




Trabajarse la autoestima tiene múltiples beneficios no sólo para una misma, sino para todas las mujeres, y ya que nos ponemos, para la Humanidad entera. El patriarcado se hunde en la medida en que las mujeres nos cuidamos y nos queremos a nosotras mismas, y tomamos conciencia de lo importante que es querernos y cuidarnos entre nosotras.

Es un proceso de retroalimentación: cuanto mejor estamos con nosotras mismas, cuanto más nos valoramos y más nos queremos, cuanto más nos trabajamos por dentro, más fácil nos resulta relacionarnos con los demás, y sobre todo con las demás. Porque cuando tenemos seguridad y confianza en nosotras mismas es más fácil dejar de competir y rivalizar, y ponerse a cooperar. El amor de las demás mujeres nos sube la autoestima a cada una de nosotras, también, y a la inversa: el amor a una misma cuando es grande, se multiplica y se expande en todas las direcciones. 

Toda la cultura patriarcal está basada en la idea de que las mujeres no podemos. Y efectivamente, solas no podemos luchar frente a un mundo que nos explota, nos ningunea, nos tiraniza, nos invisibiliza, abusa de nosotras, nos cosifica, nos convierte en mercancía, nos somete, nos domina, nos machaca día tras día para que adquiramos conciencia de nuestra inferioridad, y para que interioricemos dentro la guerra que el patriarcado libra contra las mujeres en todos los ámbitos de nuestras vidas.

El patriarcado está fuera y está dentro de nosotras, la revolución por tanto ha de ser doble: tenemos que luchar contra la misoginia que nos habita, contra la gordofobia que nos hace rechazar nuestros cuerpos, contra el clasismo, el racismo, la lesbofobia, y todas las fobias que nos habitan y se vuelven contra nosotras mismas. Ahora mismo hay miles de mujeres luchando contra sí mismas, exigiendose a sí mismas todo lo que nos impone la cultura patriarcal para que seamos mujeres tradicionales y modernas, para que cumplamos nuestros roles femeninos, para que seamos las mejores en todo: en la cama, en el trabajo, en la casa, en nuestra comunidad.

Hay muchas mujeres sometidas a la tiranía de la belleza porque creen que así las van a querer más, gastando toneladas de tiempo, energías y dinero en ajustarse a los modelos de belleza patriarcal que te hace ver fea, gorda, vieja, y con pelo por todas partes, para que te pongas a perder kilos, aclarar o broncear la piel, estirarla para que no se arrugue, hacer sus pies pequeños o sus tetas grandes, mantener a raya la flacidez, operar para parecerse a las famosas, estar siempre sexys y disponibles a las miradas de los hombres.

Somos muchas las mujeres que sufrimos porque nos sentimos imperfectas, y nos hemos creído que nadie nos querrá si no nos esforzamos en estar bellas y en ser las mejores en todo.

Y es que no nos miramos con ojos de amor, sino con los ojos con los que nos mira el patriarcado. 

Así que hay que empezar a mirarse con buenos ojos y a liberarse de esos patriarcados que nos habitan. Una vez que tenemos identificado qué nos hace bien y qué no, cómo nos hacemos autoboicot a nosotras mismas, cómo nos sometemos y nos rebelamos a los mandatos de género, entonces hay que pasar a la acción.

Lo primero es asumir la responsabilidad que tenemos en nuestra salud, nuestro bienestar y nuestra felicidad. Somos mujeres adultas y no podemos depender de que otro adulto nos ame y nos cuide, y nos haga felices. Con una pareja podemos compartir la felicidad, pero no exigir que la otra persona tenga que cargar con su felicidad y con la tuya. No podemos cargar a nadie con algo que depende enteramente de nosotras, y no es justo, además.

Cuando asumimos plenamente esa responsabilidad de cuidarnos para estar bien, y nos ponemos a trabajar para hacernos la vida más fácil y más bonita, hay que confiar en nuestra capacidad para cuidarnos a nosotras mismas, y asumir un fuerte nivel de compromiso con una misma. Igual o más que cuando nos enamoramos y nos comprometemos con el amado o la amada. 

Ser honesta y leal con una misma es esencial para poder cuidarse y para poder llevar la teoría a la práctica. Nuestro mayor enemigo es el Ego, que cree que todo está fuera y hay que buscarlo, y exigirlo a los demás. El Ego es insaciable y siempre quiere más poder, más aplausos, más reconocimiento, más admiración, más cariño, más deseo, más  atención.


De los demás sólo necesitamos sentirnos aceptadas y queridas: despertar envidia o admiración en gente que no conocemos no nos hace sentir bien, sólo hincha nuestro Ego. Lo que de verdad nos hace felices es saber que nuestra gente nos quiere, nos valora, nos acepta tal y como somos. 

Y para que nos acepten así, tenemos que aceptarnos nosotras. Al conocernos mejor en el trabajo que estamos haciendo en torno a nuestra autoestima, detectaremos cosas que no nos gustan, que nos hacen daño, que querríamos cambiar o mejorar. Y en esto consiste el trabajo personal para que sea completo: tenemos que hacer autocrítica amorosa para poder ser conscientes de nuestros logros pequeños y grandes, para trabajar todo lo que se pueda mejorar, y para iniciar el camino hacia la transformación personal y colectiva.


Con respecto a nuestras relaciones de pareja, amar es toda una inversión de tiempo y de energía, así que hay que ver bien donde ponemos nuestro amor, con quién compartimos los trocitos de vida, qué clase de personas quieres a tu lado. El foco principal en el escenario es el nuestro: nosotras somos lo más importante. Luego está nuestra necesidad de vivir una historia de amor, y nunca debe ser a cualquier precio, hay que elegir bien a las compañías con las que compartimos la vida.

Cuesta un tiempo darse cuenta de que no basta con que te quieran mucho: tienen que quererte bien, y no todo el mundo tiene las herramientas para ello. Así que es muy importante que tu red de gente sea gente alegre, sana, generosa, con inteligencia emocional, con empatía, solidarias, en fin, buenas personas, es de lo que se trata.

Cuando te quieres mucho esto lo ves muy claro, no permites que nadie te toree ni te trate mal, aunque sea alguien que te gusta mucho o alguien a quien quieres mucho. Eres perfectamente capaz de ver si alguien te conviene o no, y tomas decisiones sensatas que te beneficien a ti siempre. Eres capaz de cortar una relación con alguien que te fascina si te das cuenta de que no hay reciprocidad o no se dan las condiciones para poder quererse bien, y disfrutar del amor. 

Otro beneficio al trabajar la autoestima es que podemos conocernos mejor a nosotras mismas, y paliar un poco la soledad, y el miedo a la soledad que nos hace tan dependientes de los demás. De alguna manera, al convertirnos en compañeras y cómplices de nosotras mismas, la soledad se aleja porque nos sentimos acompañadas de la cuna a la tumba, siempre con nosotras mismas, en los buenos y en los malos momentos.

Cuando te quieres bien, sucede también que te va mucho mejor todo, que todo parece más fácil: el examen te sale mejor, porque estás más relajada y confías más en ti misma. Te sale mejor la comida cuando cocinas, te rinde más el tiempo de trabajo o de estudio, se te ocurren grandes ideas, te vuelves más curiosa, surgen en ti nuevos proyectos, sientes ganas de aprender cosas nuevas y de conocer gente nueva, te enfadas menos con el mundo, tienes mejor humor y mejores ánimos, te apetece ser útil y ayudar a tu gente, te pones más creativa, es un proceso contagioso.


Cuando te quieres bien, la gente también aprende a quererte bien, a respetarte, a tratarte con cariño. Es más fácil poner límites a los demás, expresar tus necesidades y tus deseos, decir lo que quieres y lo que no, y negociar en todas tus relaciones para que no duelan. Cuando te quieres bien, no consientes que te manipulen, que te hieran, que te amarguen la vida más de una o dos veces: es más fácil cortar por lo sano cuando tenemos claro lo que necesitamos y lo que queremos, y lo que no queremos.

Otro beneficio de quererse bien a una misma es que tienes más tiempo para disfrutar de tus pasiones porque no gastas energía en batallar contra ti misma. Tus energías son para disfrutar, para crecer, para aprender, para compartir con los demás: la vida es más bonita cuando estás tranquila, en paz y a gusto contigo misma. Tener más energías te permite hacer muchas cosas nuevas, te permite diversificar afectos, moverte con libertad, y relacionarte también con más libertad y más alegría.

Porque al final es esto lo que necesitamos, chicas, más alegría, más tranquilidad, más placer, más orgasmos, más risas, más abrazos, más puertas y ventanas abiertas. De alguna manera cuando estamos mal estamos muy centradas en nosotras mismas, muy en nuestro ombligo, y nos cuesta salir al mundo y disfrutar de la gente, porque claro, no nos sentimos bien.

Pero cuando logramos sentirnos bien con nosotras mismas, entonces como que todo va mejorando como por arte de magia, nuestro bienestar tiene un impacto positivo en los demás: en la gente con la que convivimos, en el espacio de trabajo, en los sitios en los que estamos, en nuestras familias y grupos de gente querida, con nuestros animales y plantas domésticas.

Lo personal es político, y cuanto mejor estamos las mujeres, más nos unimos y más logros conseguimos, y la sociedad entera avanza. Todo son beneficios cuando te  trabajas la autoestima para quererte más y mejor: todo nuestro mundo late a nuestro son, se contagia de nuestras buenas vibras, nos siente felices con nosotras mismas. Y esto, no sé si os habéis parado a pensarlo, pero tiene un efecto rebote en las niñas, en las adolescentes, en tus amigas, en tus compañeras de estudios o de trabajo, y hasta en las mujeres con las que te cruzas por la calle.

Así que pongámonos generosas: cuanto mejor estamos nosotras, mejor están las demás compañeras y los demás seres queridos. Es incluso más fácil si nos lo tomamos no sólo como un proceso personal, sino más bien colectivo: al aprender a cuidarnos a nosotras mismas, estamos poniendo nuestro granito de arena para que haya cada vez más mujeres liberadas de la culpa, el miedo, la falta de confianza en una misma, el machismo, y la violencia. Todas sufrimos diversos grados de violencia en nuestras vidas por haber nacido mujeres, por eso cuando una de nosotras se libera de una relación de violencia machista, nos liberamos todas. Cuando una se va  de una relación en la que no la quieren bien, estamos todas ganando, porque lo que empodera a una, nos empodera a todas.

Y si nos cuidamos mucho a nosotras y entre nosotras, nos será más fácil acabar con el machismo y el patriarcado, porque cuando las mujeres nos empoderamos, no hay quien nos pare.


Coral Herrera Gómez






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