27 de septiembre de 2013
Cada oveja con su pareja
20 de septiembre de 2013
Bodas Diversas y Amores Queer en las redes sociales
Estoy feliz porque mi nuevo libro está ya en Amazon esperando el momento de ver la luz. Podréis encontrarlo en múltiples formatos (papel, kindle, ipad, iphone, epub...) desde el 3 de Octubre aquí, en mi página de Amazon.
Si bien es mi tercera publicación, este libro es el primero en el que mezclo teoría y experiencias personales, y el primero que auto publico. Ha sido una apuesta personal para unir mi experiencia en las redes sociales con mis habilidades para escribir, y mi trayectoria académica de investigación.
He tenido que estudiar mucho para comprender la lógica de la auto edición y la publicación digital, y he disfrutado una barbaridad porque he podido seguir todo el proceso paso a paso. Y es bonito sentir que puedes trabajar en tu libro hasta el mismisimo final, aunque no lo he hecho sola, afortunadamente. He tenido mucha gente apoyándome en el camino, en especial mi compañero que me ha ayudado en todas las áreas posibles en este último mes de vértigo.
Siento vértigo como cuando salía al escenario en teatro, solo que esta vez sin director o directora que me marque las pautas a seguir. Me atreví a hacerlo sola y lo mejor de todo es que siento que no es un proceso definitivo: puedo volver a publicar nuevas ediciones de mi obra para mejorarla cuantas veces quiera. Maravillas de la tecnología...
Ha sido un proceso duro y largo, pero muy enriquecedor, porque he aprendido de todo (edición, maquetación, asuntos administrativos, aplicaciones variadas, programas de todo tipo, herramientas digitales, marketing on line...). He aprendido a valorar mucho también el trabajo de las editoriales, y me he acordado especialmente de los compañeros de Fundamentos y Txalaparta porque ahora sé lo que cuesta publicar un libro, y lo importante que es el trabajo en equipo para sacar cualquier proyecto cultural a la luz.
Mi equipo han sido amigas y amigos que han leído el borrador y me han hecho aportaciones de todo tipo. Quiero agradecer en especial a Sandra Bosch Olías, que trabajó on line conmigo desde Asunción, y a Oswaldo Perez García desde Galicia, que me azuzó la conciencia y me señaló párrafos mejorables o incomprensibles, y me hizo reír mucho con sus feroces críticas. A Eva Ruiz desde Madrid por su lectura y crítica, y su apoyo constante desde hace años, y a Rocío Alcalá desde París por todos sus consejos.
En este proceso ha habido de todo: momentos maravillosos de escritura en los que he volado, momentos infernales de auto corrección, problemas técnicos, soluciones mágicas, y algún que otro llanto producto del cansancio o del miedo. Me he sentido muy acompañada por mis amigos y amigas de las redes sociales. En facebook hice un grupo para ir compartiendo las pruebas de portada, la introducción, el prólogo, y para ir contando cositas. A día de hoy ya somos 458 miembros:
Bodas Diversas y Amores Queer es mi primera apuesta empresarial en el ámbito editorial. El miércoles 2 de Octubre podré presentarles a mi criatura. Mientras, aquí les dejo una muestra de lo que hablamos en este mes en redes sociales.
!Gracias por seguirme y leerme, y gracias por compartirme!
Si os suscribís al Rincón de Haika, os regalo el prólogo de mi nuevo libro: http://t.co/Hl905PLryJ
— Coral Herrera Gómez (@coralherreragom) September 3, 2013
Quizás la nueva portada de mi libro sobre Bodas Diversas y Amores Queer, ¿qué les parece?http://t.co/XHo5HxeGtn
— Coral Herrera Gómez (@coralherreragom) August 26, 2013
8 de agosto de 2013
Defensa del enfoque queer como herramienta de análisis e instrumento de transformación social
tanto en el ámbito social como en el intelectual. El Queer en cambio me gusta porque
se puede entrar o salir con libertad, y yo asocio el término queer a diversidad, porque
en ella cabe todo: lo “normal” y lo “raro”. Su afán inclusivo me hace sentir queer
porque existe ahora, porque los que no hablan inglés lo pronuncian "cuer", porque yo
puedo escribirlo "kuir" o puedo cambiarle el nombre, y no pasa nada.
No importa mucho la etiqueta, lo interesante es el trabajo común y transnacional
en la ruptura contra las catalogaciones que nos dividen, nos separan, nos clasifican
y nos discriminan.
impone como una “nueva forma de pensar”, ni tampoco como una guía para seguir
paso a paso. Tampoco tiene un modelo ideal de realidad ni una propuesta política
determinada, cerrada en sí misma, lista para ser obedecida. La Teoría Queer es un
proceso siempre inacabado, no nos regala metas ni certezas, sino que más bien
es generosa en ofrecer preguntas y crear más dudas. Para mí es esencial como
herramienta de análisis y de activismo sociopolítico precisamente porque no ofrece
paraísos ni salvaciones individualistas, sino que desde lo colectivo multiplica
las propuestas de transformación y da cabida a todas ellas.
discotecas, los congresos y los centros sociales okupados, las verbenas populares y
las revistas académicas. El mundo Queer heredó todo el cuestionamiento foucaultiano
acerca de la normalidad, la naturalidad, lo correcto y lo incorrecto. Las queers, al no
creer en el concepto de “verdad”, no ofrecen soluciones totalizantes ni mapas para
reconducir el sistema hacia un punto determinado.
podemos hacer queer y aportar al debate con vídeos, textos, ilustraciones, foros,
imágenes, reflexiones, deconstrucciones, preguntas o performances. El cuestionamiento
crítico de nuestra sociedad viene de todas partes, se multiplica solo: todo el mundo
puede quejarse, dudar de las verdades dadas por supuesto, adquirir otra perspectiva
sobre determinado tema, aportar desde donde está, elaborar críticas constructivas,
proponer nuevas ideas y ponerlas en marcha. Aunque no se autodenominen queer,
las críticas y las propuestas sirven para hacer queer. Vengan de donde vengan.
transmutando, re-convirtiéndose, inventándose. Pasan de ser innombrables a ser
invisibles, y vienen más formas de protesta original para luchar por los derechos
humanos, porque estamos en tiempos en que es preciso agudizar el ingenio y el
humor para abrir el debate social y legislativo en el ámbito de los derechos humanos.
no se detiene en una sola categoría de análisis: las autoras queer han incorporado
múltiples categorías de análisis como la identidad, el género, la orientación sexual,
el origen de procedencia, la religión, la etnia o la nacionalidad, el idioma, la edad,
el cuerpo y la sexualidad, el deseo y los afectos, las emociones y los sentimientos.
opuestos, y para visibilizar el modo en el que empobrece nuestra percepción y
pensamiento. Sirve también para la sacar a la luz nuevas formas de pensar, de
percibir, de relacionarnos con la realidad. Nos muestra otras ideologías alternativas
que sostienen otros discursos, que crean otras performances, que nos cuentan
otros cuentos.
la necesidad de defender la diversidad frente a los procesos de homogeneización y globalización cultural. El Queer entona un “nosotros/nosotras” frente al individualismo
del “sálvese quien pueda” y del miedo atroz al otro, a los otros, a las diferentes,
a los extraños, a las extranjeras, a los negros, a los rojos, a las mujeres transexuales,
a los maricas, a las indefinidas, a las raras. Los y las queers reniegan de los
estereotipos y roles de género, subvierten el concepto de “normalidad”, hacen gala de
sus rarezas, exaltan el valor de la diversidad, y claman contra toda forma de
pensamiento autoritaria y rígida.
la globalización, las democracias actuales, el fascismo y el capitalismo. Pero también
con toda forma de hegemonía que al imponerse discrimina: la heterosexualización de la realidad, el racismo, el sexismo, la homofobia, la lesbofobia y la transfobia, la misoginia
y el machismo. Su lema no es “todos somos iguales”, sino “todas somos diferentes,
y en la diversidad reside nuestra riqueza”.
o una moda pasajera. Es una herramienta para deconstruir, para proponer, para
reflexionar sobre como construimos la realidad y cómo podríamos cambiar esa
construcción, para ir más allá de las etiquetas que nos diferencian y nos oprimen.
El queer trabaja en red, de un modo simultáneo y horizontal, como en la nube:
hay mucha gente trabajando en su comunidad o su barrio, desde las asambleas.
Son gente que entiende que el bienestar o la felicidad no son posibles si no son
colectivas. Eso para mí es ser gente queer… gente generosa, comprometida,
con ganas de mejorar el mundo en el que vive. Las y los queer trabajan en la
lucha por los derechos humanos de la población LGBT, de las mujeres, de las
poblaciones indígenas, los refugiados, las inmigrantes, los desplazados, las marginadas.
los muros vacíos: son nuevas utopías que surgen en todas las mentes soñadoras.
Desde mi perspectiva, uno de los mayores potenciales de transformación del Queer
es esta capacidad de incluir a todo tipo de gente en la transformación de nuestras
sociedades. Otro potencial revolucionario de este concepto es también la posibilidad
de que dejemos de llamarlo “queer” y se nos ocurra otro término.
Lo importante, creo, es seguir analizando, cuestionando, hablando, compartiendo,
debatiendo, aportando y derribando, construyendo otras estructuras más flexibles,
probando nuevos formatos, creando espacios de trabajo desde la diversidad.
perspectiva Queer. Otras realidades son posibles,
Haika Ediciones, 2015.
1 de agosto de 2013
Los derechos universales del Amor
1. Todos tenemos derecho a querer y a ser queridos. Sin exclusiones por razones de género, orientación sexual, etnia, origen, clase socioeconómica, edad, religión, etc.
2. Todas tenemos derecho a elegir libremente compañero/a (s) sin imposiciones sobre el género o el número de compañeros/as. También tenemos derecho a elegir la soltería sin sufrir las presiones de nuestro entorno.
3 Todas tenemos derecho a relaciones igualitarias donde no exista la división de roles tradicional y en las que podamos repartir las cargas de trabajo de un modo equitativo o equilibrado. Todos tenemos derecho a ser bien tratados y a tratar bien a los demás. Tenemos derecho, pues, a tener relaciones amorosas sanas y bonitas, sin jerarquías ni luchas de poder.
4 Todos tenemos derecho a iniciar o romper nuestras relaciones amorosas o sexuales con libertad, por ejemplo cuando no nos apetece continuar compartiendo o conviviendo con la pareja, sin coerciones de tipo legal, económico, social, moral o religioso.
5. Todos tenemos derecho a controlar nuestra sexualidad en el ámbito de la reproducción, tener acceso a métodos anticonceptivos o elegir libremente la maternidad/paternidad, tanto cuando se tiene pareja, como cuando no se tiene.
6 Todas tenemos derecho a expresar nuestras emociones en público o a no expresarlas si no es nuestro deseo. Esto supone también que todas somos libres para mostrar nuestros afectos en lugares públicos sin discriminaciones basadas en nuestro aspecto físico, nuestra edad, color de piel, clase social u orientación sexual.
29 de julio de 2013
Las soledades posmodernas y las redes de amor
Un marido con plata
Sabemos que este modelo de masculinidad idealizado no existe y nos gusta reirnos en torno a este tema. Como dice mi peluquera: "Los príncipes azules si existen, pero se aman entre ellos". Y todas reímos.
"El asunto es que si no puedes encontrar a un tipo estupendo con plata, por lo menos que tenga plata, porque ya que le vas a aguantar toda la vida, pues por lo menos pasarla bien, ¿no?", dice una chica mientras le hacen las uñas, y todas sonríen y asienten.
Pero esa dependencia económica nos colocó hace siglos en una situación de subordinación que nos hace a todos profundamente infelices. A ellos porque se sienten utilizados, a nosotras porque limitamos nuestra libertad al escoger por necesidad.
Y sin embargo la realidad es otra. Ser dependientes limita nuestra libertad, y no hay nada más terrible que convivir con gente a la que no amamos, pero a la que necesitamos. Las relaciones de poder hace que unos dominen y otros se sometan, y desde mi punto de vista este tipo de relaciones no tienen nada que ver con el amor.
Hoy en día, si unos necesitan una criada doméstica y otras necesitan un proveedor de recursos es porque seguimos inmersos en un sistema desigual en el que cada uno usa sus armas y construye sus estrategias en torno al grupo que le ha tocado (hombre/mujer, rico/pobre). Es por esto que nuestras relaciones a menudo no son desinteresadas, ni sanas, ni igualitarias, ni equilibradas. Y se basan en terribles luchas de poder que nos hacen sufrir mucho.
Debido a esta necesidad económica de las mujeres, algunas afinan sus estrategias para asegurarse la supervivencia desde su rol más patriarcal, con sus armas de mujer, tratando de aprovecharse de personas a las que no aman realmente. Muchas de ellas caen en el victimismo, el chantajismo o declaran la guerra total para extraer todos los recursos posibles de su ex pareja.
Creo que esto sucede porque nos han dicho que ellos son los responsables de nuestra supervivencia. Se nos educa para que seamos autónomas e independientes, no nos cuentan cuentos en los que las mujeres toman las riendas de su vida y se buscan un trabajo para sobrevivir. La Bella Durmiente espero cien años a que llegara su amado.
Sin embargo, a nuestras hijas yo creo que tenemos que dotarlas de autonomía y contarles qué hay después de la boda....
La discriminación laboral que sufrimos las mujeres es la causante de las cifras que nos muestran que solemos casarnos con hombres mayores que nosotras. En nuestra sociedad los hombres más ricos del planeta se casan con chicas veinte o treinta años más jóvenes que ellos, y a nadie le parece extraño.
Lo más grave es que esta transmisión se da de madre a hija, de abuelas a nietas, de tías a sobrinas. Tradicionalmente, ellas nos enseñan la importancia que tiene en tu vida el que un hombre te elija como esposa, nos hablan de amor y de maternidad, pero invisibilizan la cuestión económica que nos lleva a la dependencia emocional que arrastramos las mujeres por generaciones.
Juntos tenemos que tratar de entender por qué el amor romántico perjudica seriamente la igualdad, tal y como está concebido en nuestra cultura. Y buscar vías para evitar las dependencias mutuas en las relaciones románticas.
Para que las mujeres disfruten de la vida con sus compañeros en lugar de frustrarse anhelando "maridos con plata", creo que es esencial acabar con la desigualdad laboral y económica entre hombres y mujeres. Y también con la imagen mitificada de las chicas que se convierten en princesas, que se libran del desempleo y viven en un palacio, como Letizia o Kate.
19 de julio de 2013
Ningún amor es ilegal
Todos los seres humanos tenemos los mismos derechos. Partiendo de esta base, también tenemos los mismos derechos en el ámbito afectivo, sexual y emocional. Todos y todas, independientemente de nuestra orientación sexual, de nuestra identidad de género, de nuestro origen o nuestra edad, tenemos derecho a amar a quien queramos, y a que nos quieran.
Este es uno de los derechos fundamentales e inaleienables del ser humano: amar en libertad. Juntarse, disfrutar y separarse en libertad.
18 de julio de 2013
¿Qué es "lo normal"?, ¿Quién es "normal"?
Michel Foucault
Lo normal, la normalidad, lo normativo, son conceptos que hemos creado para tratar de definir el conjunto de normas que regulan nuestra convivencia. Tiene que ver, según la RAE, con la costumbre, lo habitual, lo corriente, lo común, lo frecuente, lo acostumbrado, lo razonable y lo lógico. En su lado opuesto, está lo anormal, asociado con la rareza y lo insólito.
El concepto "normal" nos sirve para distinguir entre lo correcto y lo incorrecto, lo que está bien y mal. Pero la normalidad sirve, además, para discriminar a todas las personas y grupos humanos que no se ajustan a los patrones y modelos que sigue la mayoría.
Aquellos que son diferentes se etiquetan como anormales, inadaptados, raros, desviados.
Los que no obedecen los mandatos sociales y de género son también considerados locos, chalados, marcianos, dementes.
Las personas que más rechazo generan son aquellos que resultan inclasificables: por mucho que lo intentemos no podemos etiquetarles ni definirles según los estereotipos.
¿Qué son los estereotipos? Son imágenes agrupadas en categorías que se usan para simplificar la realidad mediante la generalización. Por ejemplo: “los andaluces son fiesteros”, “los latinos son apasionados”, “los pobres son vagos”, “las madrastras son malas”, “las niñas son cursis y débiles”
¿Para qué sirven los estereotipos? Para que todo siga como está, para que el orden social se mantenga intacto, y para perpetuar la jerarquía social y los valores del capitalismo y del patriarcado: la acumulación de poder, el abuso y la explotación, el acaparamiento, el individualismo y el consumismo, las relaciones basadas en la estructura de la dominación y la sumisión.
Los estereotipos, además, sirven para reforzar el machismo, el clasismo, el racismo, la xenofobia, la aporofobia, la lesbofobia, la homofobia, la misoginia, y demás enfermedades de transmisión social.
La “normalidad” es un dispositivo de control social que nos somete a las leyes de un grupo. En ellas se nos dice cómo debemos vestirnos, cómo debemos movernos, cómo debemos pensar y actuar, cuáles deben ser nuestras metas y aspiraciones, cuáles deben ser nuestras emociones y cómo deben ser nuestras relaciones con los demás.
¿Cómo consigue el poder que obedezcamos la norma?
Asociando lo “normal” a lo “natural”, es decir, asociando lo “normal” a la naturaleza, la biología, y la realidad material. Un ejemplo es la idea de que las mujeres nacemos con un don natural para cuidar a servir a los demás, y que no necesitamos nada a cambio. Nosotras, por naturaleza, somos sacrificadas y entregadas, y nuestro papel en el mundo es servir a los hombres para que vivan como reyes.
También se nos asigna el rol de sirvientas con la excusa de que así nos han tratado siempre. Cuando nos dicen que “la vida es así”, en realidad nos quieren hacer creer que no hay nada que podamos hacer para cambiar las cosas: son así desde el principio de los tiempos. Este es el argumento que usan para defender las tradiciones culturales en las que se ejerce violencia contra las mujeres o los animales: atentan contra los derechos humanos, pero “es su cultura y hay que respetarla”
Los mandatos del orden social no están escritos en ninguna parte, pero todos los seres humanos los aprendemos desde pequeños en casa, en el colegio y a través de la cultura y los medios de comunicación. Aprendemos que los niños no lloran y las niñas no se enfadan, aprendemos a obedecer a los más fuertes y a abusar de los más débiles, aprendemos rápidamente quienes mandan y quienes merecen mayor respeto, y cuál es nuestro lugar dentro de la jerarquía social.
¿Cuál es el castigo para todos y todas aquellas que se desvíen de la norma, o la desobedezcan?
El rechazo y el ostracismo. No hay nada que nos duela más que nos critiquen y que nos condenen a la soledad. Cuando no existían las cárceles, las personas que causaban daño a algún miembro del clan eran expulsadas del grupo, y el tener que marcharse y dejar de contar con la protección de la comunidad significaba la muerte.
Y es que los seres humanos no podemos sobrevivir sin los demás: somos animales gregarios. Las especies que viven en manadas sobreviven más tiempo, y la Humanidad es una especie muy vulnerable que ha podido sobrevivir gracias a su inteligencia colectiva, y a su capacidad para trabajar en equipo y para cooperar.
Hoy en día castigamos a las personas que son diferentes o que se desvían de nuestro concepto de “normalidad” mediante la expulsión hacia los márgenes y la periferia.
Nadie desea caer en la exclusión social, por eso tendemos hacia la homogeneización: la diferencia nos asusta, y todo aquello que nos rompe los esquemas mentales y las creencias, nos da miedo. Por eso nos esforzamos por cumplir con los mandatos sociales y por hacer “lo que todo el mundo hace”, aunque para ello tengamos que traicionarnos a nosotros mismos.
La normalidad también tiene que ver con la hegemonía, es decir, el grupo de poder que decide lo que es normal y lo que no lo es, y por tanto, quién es normal y quién no lo es.
A través de la cultura estos grupos nos imponen su ideología y su visión de mundo como si fuera la única posible. Por eso podemos afirmar que la normalidad es un concepto arbitrario que sirve como mecanismo para crear sentido y para imponerlo como si fuera producto de la naturaleza o la ley divina.
Sin embargo, el concepto de normalidad cambia según las culturas y las generaciones. Lo que es "normal" para mí, no lo es para mi abuela. Las normas son diferentes según donde hayas nacido: por eso lo que es “normal” para una mujer europea, puede no serlo para una niña saharaui o para una anciana japonesa.
Cada comunidad tiene sus costumbres, cosmovisiones, tradiciones, creencias y supersticiones, cada religión tiene sus mandamientos, cada pueblo establece sus propias normas.
La normalidad varía no sólo según las zonas geográficas, sino también según las épocas históricas, la clase social, la etnia, el género.... y las circunstancias personales. Cada uno de nosotros tiene una idea particular de cosas que son "normales" y cosas que no lo son.
Nos obligan a “normalizarnos” para que nos reprimamos y nos disciplinemos, y sigamos la senda marcada: el coste de ser uno mismo o una misma en esta sociedad es demasiado alto. Por eso todos y todas llevamos una máscara social y simulamos que estamos completamente adaptados a la norma, aunque la realidad es que nadie se adapta de un modo total y absoluto.
Prueba de ello es que, como nos contaba Foucault, el sistema tiene que vigilar, controlar y castigar a la población constantemente para que no nos desviemos de la norma.
En general, nos cuesta más asumir normas que nos han sido impuestas, y nos cuesta menos aceptarlas cuando participamos en su elaboración y aprobación. Por eso al poder le cuesta tanto imponer las suyas, y por eso invierte tanto dinero y energía en los sistemas represivos y de control.
En la posmodernidad sólo se nos permite la transgresión a un nivel estético. Nuestras jerarquías son una gran fuente de violencia y sufrimiento, pero solo nos atrevemos a innovar en el ámbito de la imagen, la moda y del consumo.
Otras normas son posibles, otra normalidad es posible: ¿cómo podríamos cambiarla?
En primer lugar, desalojando al policía patriarcal que llevas dentro de ti y con el que te juzgas a ti mismo/a, y a los demás. Cuando dejas de preocuparte por encajar en la sociedad, entonces te liberas a ti y también liberas a los demás, para que puedan ser ellos mismos y ellas mismas.
El limite a la libertad ya sabemos cuál es: tu puedes ser como quieras, siempre y cuando no abuses del resto, y no hagas daño a los demás.
En segundo lugar, tenemos que asumir colectivamente que la normalidad es un asunto político, que solas y solos no podemos, y que necesitamos a los demás para cambiar las normas y para cambiar nuestra realidad.
Y en segundo lugar, trascendiendo lo estético y llevando a cabo una revolución ética que realmente sea transformadora, y a partir de la cual podamos inventar nuevas normas que nos permitan transformar nuestras formas de relacionarnos y de organizarnos social, política, económica, sexual y afectivamente.
Coral Herrera Gómez
Según el Diccionario de María Moliner: Norma:
"Regla sobre la manera como se debe hacer o está establecido que se haga cierta cosa: "La provisión de cargos está sujeta a ciertas normas".