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14 de enero de 2018

Hombres maltratados




Si cientos o miles de hombres empezasen a hablar del acoso sexual, el maltrato y las violaciones que sufren de otros hombres, ¿pondrían los demás hombres en duda sus testimonios?, ¿les acusarían de ser vengativos, mentirosos, de querer destrozar el prestigio de sus violadores?, ¿les tacharían de puritanos, de exagerados, o sentirían empatía hacia ellos? 

Pienso por ejemplo en los niños que han sufrido abusos sexuales y violaciones en su infancia a manos de sus padres, abuelos, padrastros, tíos o amigos cercanos a su familia. A la mayor parte de los niños no se les cree, o no se les protege aunque se les crea. Para no generar escándalo social les obligan a seguir soportando los abusos, o a permanecer callados toda su vida. Unos se suicidan, otros viven con el trauma en silencio para toda la vida, y otros denuncian en el ámbito familiar o públicamente a sus agresores, que nunca irán a la cárcel porque sus delitos prescriben cuando esos niños alcanzan la edad adulta. 

Hay muchos hombres heterosexuales que sufren la violencia machista de otros hombres porque son raros, porque no son como los demás, o porque su aspecto es afeminado. Desde pequeños están sometidos a constantes pruebas por parte del grupo para demostrar su virilidad, y quienes no dan la talla sufren el desprecio, las burlas y las humillaciones de sus compañeros. El acoso a los niños diferentes, extranjeros, o niños disidentes del patriarcado es constante: en los colegios, en los parques, en todos sitios hay matones que ejercen la violencia patriarcal junto a su grupo de seguidores. Es curioso que en lugar de llamarlo machismo, lo llamemos "bullying", cuando en realidad toda la violencia que reciben los hombres es patriarcal. Pienso en todos los hombres con discapacidades, con malformaciones, con enfermedades mentales y emocionales que tienen que enfrentarse a diario con un mundo hecho por y para los machos alfa. 

También pienso en los hombres gays y bisexuales, y en cómo les jode la vida el patriarcado. No sólo sufren la opresión patriarcal desde que salen de su casa hasta que vuelven, día a día, en todos los sitios, sino que además, también sus relaciones afectivas y de pareja están impregnadas de machismo. Pienso en la vergüenza y el dolor que sienten al denunciar a su pareja por malos tratos, del trato que sufren en comisarías y juzgados, del miedo a no ser creídos cuando cuentan su historia. 

Si pudiésemos escuchar a los hombres hablar de la violencia machista que sufren con sus parejas masculinas, de sus relaciones de dominación y sumisión, de la manera en que reproducen el régimen heterosexual en sus parejas gays, y cómo se sienten cuando son maltratados emocional, física y psicológicamente, podríamos entender mejor cómo funciona el patriarcado, y cómo nos afecta a todas y a todos. 

Visibilizar la violencia patriarcal que sufren los hombres podría servir para acabar con el negacionismo de los machistas, que insisten que todo es un invento de las feministas para dominarlos y acabar con ellos, y que sólo hablan de los hombres maltratados por las mujeres. La realidad es que la mayor parte de los violadores, maltratadores y asesinos de mujeres y de hombres en el planeta son hombres, aproximadamente un 90%, Los hombres vivirían también mejor sin patriarcado, así que la lucha feminista también les beneficia a ellos.  


Coral Herrera Gómez 

5 de diciembre de 2017

5 propuestas para acabar con la violencia machista






1. Educación en Igualdad, Diversidad, Sexualidad y Emociones. 

No sirve de nada que enseñemos a poner condones a la gente joven, si no les enseñamos a tratarse bien cuando se juntan en pareja. No sirve de nada que les enseñemos en un gráfico cómo son los genitales masculinos y femeninos, si no les explicamos que hay niñas con pene y niños con vagina. No sirve de nada que se aprendan la lista de los reyes godos si luego no saben cómo gestionar un duelo romántico y cómo separarse con amor y cariño. 

Si, los niños y las niñas necesitan aprender a respetar y a valorar la diversidad: sólo así podríamos acabar con el acoso escolar hacia las personas raras que no se adaptan a los cánones de la "normalidad" patriarcal y hegemónica: todos somos únicos y diferentes, pero tenemos los mismos derechos. Ningún amor es ilegal, y todos tenemos derecho a amar a quien queramos: sólo con estos principios podríamos acabar con la violencia hacia gays, lesbianas, personas transexuales, y gente diversa e inclasificable. 

También necesitan aprender a gestionar sus emociones: sus miedos, su rabia, su deseo sexual, su alegría y su euforia, su tristeza, su ira, sus frustraciones. No es justo que sólo les ofrezcamos una solución terapéutica cuando ya han sufrido y están sufriendo horrores: los y las psicólogas están ahí no sólo para ayudar cuando estamos viviendo situaciones dolorosas, sino para ayudar a la gente a construir sus propias herramientas y estrategias para gestionar sus sentimientos.

También es fundamental enseñar a los niños y a las niñas lo que es el feminismo y para qué sirve y la importancia de los derechos humanos de las mujeres, para ello es preciso que todas las asignaturas estén atravesadas por una perspectiva de género de manera que las mujeres que se borraron del mapa, vuelvan a estar presentes. matemáticas, políticas, gobernantes, poetisas, artistas, astrónomas, doctoras, guerrilleras, filósofas, novelistas, químicas, físicas, periodistas han de ser rescatadas del olvido para que los niños y las niñas entiendan por qué fueron borradas e invisibilizadas. 


9 de septiembre de 2017

¿Qué dirá la prensa machista sobre el próximo asesinato de una mujer?

Un hombre ha asesinado a Mara en México. La prensa machista dirá:
-Que fue hallada sin vida o hallada muerta.
-Que su asesino es un presunto, aunque en su casa encuentren las pertenencias de Mara.
 -Evitarán utilizar las palabras asesinato y feminicidios.
-No preguntarán a una experta en violencia machista para entender las causas de los feminicidios, sino a un vecino que dirá Que el tipo era muy buena persona y muy amable. O a la madre, que defenderá la inocencia de su hijo aunque encuentren su adn en la vagina o el culo de Mata.
-Que las circunstancias fueron misteriosas, que la chica iba sola de madrugada, que iba vestida así o asá, que había estado de fiesta con sus amigas, ese tipo de cosas que provocan a los hombres y les incitan a violarnos o a matarnos.
-El periodista buscará el morbo y nos explicará con todo lujo de detalles como fue torturada hasta morir.
-La noticia irá en la sección «sucesos nuestros de cada día», porque los asesinatos de mujeres no son un asunto político de extrema gravedad.

En los comentarios, los machistas culparán a la víctima y a la madre de la víctima por dejarla salir de casa, y como protestaremos, se pondrán a llamarnos radicales y extremistas,a hablarnos de los asesinatos de hombres, de lo oprimidos están, etc.

13 de agosto de 2017

Nena, no te enamores de mí





Nena, no te enamores de mí.
 Es la frase favorita que te sueltan después del primer polvo los machos alfa, esos chicos guapos que hacen gala de su mutilación emocional y sentimental. Se caracterizan porque se sienten muy deseables, y se enorgullecen de su soltería y de su aspecto de "chico duro". No les avergüenza su discapacidad para hacer el amor desnudos. Puede que se quiten la ropa para follar, pero no la coraza: no quieren complicarse la vida, no quieren sufrir, no quieren mostrar su vulnerabilidad y sus miedos, no quieren perder su libertad, no quieren comprometerse, ni compartirse, ni intimar, ni profundizar en una relación.

No te enamores de mí  es una frase cargada de información. Contiene indicaciones, consejos, advertencias, amenazas, y se entona con un pelín de soberbia y otro poquito de victimismo. Los pobres lo pasaron muy mal en algún momento de su vida, y en un arrebato de generosidad, te cuentan que en el año 1990 sufrieron mucho con la traición de una novia a la que amaban con toda su alma y que se fue con su mejor amigo. Desde entonces no confían en ninguna mujer, ni confían en el amor, y te explican en tono paternalista que prefieren ser sinceros para que no haya malentendidos y para que no te hagas "ilusiones"

Otros machos alfa simplemente se cierran al amor por miedo, por pereza, y la mayoría, porque son machistas. A los niños les enseñan desde pequeños que las mujeres son todas unas putas, excepto su madre y algunas mujeres más de su familia (la abuela, la hermana, la tía). Las demás mujeres son todas malas, perversas, egoístas, caprichosas, codiciosas, ambiciosas, interesadas: sólo quieren vaciarte el bolsillo y destrozar tu corazón. Por eso hay que defenderse de todas, y tratarlas como putas, que es lo que son la grandísima mayoría.

El machismo les educa para que jamás nos vean como compañeras. El amor es una guerra, y pierde el que se enamora. Nosotras somos las enemigas, y la batalla consiste en luchar para ver quién domina a quién. En todas las guerras hay perdedores y vencedores, y los mutilados emocionales siempre quieren ser los vencedores. Les aterra que los demás se rían de ellos, que cuestionen su virilidad, que les tachen de calzonazos, por eso saben que para poder llevar las riendas y los pantalones, es fundamental defender su libertad a capa y espada.

No es sólo que tengan miedo del poder de las mujeres, es que además quieren ejercer su poder de una forma absolutista y totalitaria: a las mujeres hay que domesticarlas. Y para tenerlas a sus pies, saben que hay que tratarlas mal. Si las das todo, se aburren y te abandonan. Si las pones obstáculos, si te sienten difícil de conquistar, se volverán locas de amor y se volcarán en el empeño de ser amadas. La mejor manera de someter a las mujeres es enamorándolas, tratándolas como si fueran seres inferiores o poco importantes, e intentando no enamorarte tú. 

Esto es lo que la cultura patriarcal les enseña:

Las mujeres son como el juego del frontón, cuanto más duro les das, más rápido llegan a ti.

El que se enamora, pierde.

Dos grandes consejos para domesticar mujeres sin necesidad de obligarlas.

Nena, no te enamores de mí, es la frase de aquellos que piensan que si te has acostado con ellos es porque eres como todas: una puta. Las princesas no se acuestan a la primera con un desconocido, por eso se merecen que las trates con respeto. A las demás mujeres no hay por qué respetarlas: puedes tratarlas como un objeto porque son inferiores a ti.

Hay muy pocas princesas, por eso cuesta tanto encontrar a la mujer de tu vida. Ellos no pierden la fe: algún día aparecerá en sus vidas esa chica dulce, sumisa, tranquila, obediente, devota del amor y del hombre al que ama. Una mujer dependiente, pasiva, con poca autoestima, miedosa, servil, que nació para amarle, que aguanta todo lo que le echen, que es capaz de soportarlo todo "por amor".

Mientras llega la media naranja, el macho alfa se entretiene con mandarinas: se acuesta con todas las que le apetece, pero a ninguna entrega su corazón. Así son los héroes masculinos de nuestra cultura: llaneros solitarios, guerreros, viajeros, aventureros, hombres libres con misiones importantes en cuyas historias las mujeres aparecemos como recompensa a su valentía y a su esfuerzo. Nuestro papel es siempre secundario, y nuestra función es engrandecer todavía más al héroe con nuestro amor incondicional, nuestra entrega, nuestra fascinación y nuestra necesidad de ser amadas.

Nena, no te enamores de mí, es la señal para detectar al chico que se siente poderoso, atractivo y capaz de enamorarlas a todas. No les da vergüenza parecer unos creídos: se sienten especiales, y saben que a las chicas les encanta el niño asustado que se esconde tras el tipo duro que presume de su coraza emocional. Todas las protagonistas de las películas conectan con ese niño asustado, se apiadan de él, se muestran comprensivas, se derriten de la ternura, sueñan con protegerlo y cuidarlo, sueñan con transformarlo, con curarlo, con salvarlo a base de toneladas de amor verdadero.

En la ficción, todas lo consiguen.

En la realidad, el coste de relacionarse con un mutilado emocional es altísimo para las mujeres de carne y hueso. Se han creído el cuento de que perseverando le convencerán de lo bonito que es el amor y lo especiales que son ellas. En eso se les va la energía y el tiempo mientras viven la no-relación: en demostrarle al macho alfa que ellas no son como todas, en persuadirle de que ellas si se merecen ser amadas porque en ellas está la pureza del amor verdadero. 

No te enamores de mí  es una frase que también sirve para que elijas: o lo tomas, o lo dejas. Si decides quedarte, tienes que aceptar sumisamente el tipo de no-relación que te está proponiendo. En una no-relación no hay compromiso, no hay negociaciones, no hay responsabilidad, no hay exigencias ni reproches. No importa si la no-relación dura un mes, un año o diez años: ellos están convencidos de que no quieren pareja. Aunque la tengan.

No quieren abrirse, no quieren desnudarse, no quieren gozar de los placeres del amor. Sexo si, pero sin intimidad y sin desnudarse. Sexo, mucho, pero sin emocionarse. Sexo como ellos quieren, con la frecuencia que ellos quieren, con las normas que ellos imponen: tú solo puedes aceptar, o irte. No te están engañando: son muy sinceros. No van a enamorarse, da igual lo que hagas, da igual lo que sientas: si te enamoras, es tu problema. Ellos no van a dar los pasos típicos del noviazgo, no van a conocer a tu familia ni tú a la suya, no te van a presentar a los amigos y amigas, no te van a considerar alguien importante en sus vidas. A su gente le dirán de ti: "es sólo un rollo, es la tía con la que follo, es sólo sexo, no significa nada para mí, no quiero nada con ella, no es nadie"

No te enamores de mí, nena, es la frase del chico que cree que el amor le debilita y le quita todo su poder. Es el hombre que cree que los sentimientos son cosas de mujeres, y que ama su libertad por encima de todo: su misión es defenderla de todas aquellas que pretenden seducirle para apresarle en un hogar lleno de felicidad del que ya no podrá salir nunca más. 

No te enamores de mí es una frase que provoca en las mujeres diferentes reacciones. Unas salen corriendo espantadas, otras se decepcionan, se cabrean o se mueren de la da pena. Unas se ríen en su cara a carcajada limpia y le dejan en calzones. Unas no hacen ni caso. Otras se lo toman a mal y contestan con ironía que de dónde se ha sacado que ellas van a enamorarse así como así de cualquiera.

Y luego están las que se enamoran irremediablemente: las amantes de los retos, las que se aburren en relaciones felices, las devotas de las causas imposibles y las batallas perdidas. No es sólo que estén muy necesitadas de amor, es que además la frase No te enamores de mí, nena, va directa al Ego, que se dice a si mismo: "¿como que no?, veremos quien se enamora de quién, acabarás de rodillas, bonito, pidiendo amor, ya lo verás"

No sólo se activa el Ego, que siempre quiere ser el protagonista, siempre quiere más, siempre necesita sentirse poderoso. También se activa en ellas la fantasía romántica de Hollywood que te vende el amor como la salvación: “Yo le demostraré que no soy como las demás mujeres, le haré creer en el amor, le enseñaré a amar de nuevo, en mí si podrá confiar, yo le quitaré los miedos, le envolveré en cariño y placer, le haré ver que la vida merece la pena cuando hay amor”.

Así es como las mujeres caemos en las trampas del patriarcado para que nos arrastremos detrás de los hombres. No hace falta que nos obliguen: nosotras nos arrodillamos voluntariamente ante el héroe porque nos sentimos muy agradecidas por haber sido las elegidas para follar de vez en cuando.

El masoquismo romántico se mezcla con el rol femenino de los cuidados. Basta con que nos den un poco de penilla para que nos pongamos maternales y nos creamos las salvadoras: no podemos evitar cuidar al niñito inseguro que se niega a trabajarse su masculinidad, a crecer, a evolucionar. Nos encanta ayudar porque así nos sentimos imprescindibles, o al menos, necesarias: si les ayudas a solucionar su problema, si les amas incondicionalmente, si les sacas de la misera, nunca dejarán de amarte, porque estarán eternamente agradecidos.

La trampa del patriarcado es hacernos creer que podemos ser las elegidas, y que podemos serlo todo para ellos. A ellos les gustan las mujeres libres para follar, y las sumisas para casarse. Y nosotras creemos que podremos cumplir con los dos papeles simultáneamente: ser la puta y la esposa. La amiga, la amante, la enfermera, la psicóloga, la madre, la cocinera, la compañera: soñamos con cumplir todos estos papeles y así ser las candidatas al trono del matrimonio, y al paraíso romántico en el que podrás vivir si eres coronada como la Reina de su corazón curado.

¿Merece la pena tener una relación o una no-relación con un mutilado emocional? Rotundamente, no. Nuestras energías son limitadas y nuestro tiempo de vida es muy corto: tenemos apenas unos años para vivir, para aprender, para gozar, para explorar, para crecer, para llevar a cabo nuestros sueños y nuestros proyectos.  No podemos malgastarlos en relaciones en las que no podemos ser nosotras mismas, en las que tenemos que disimular, reprimirnos, mutilarnos nosotras también. No compensa estar con alguien que sólo pone obstáculos, muros y prohibiciones. No merece la pena construir una relación en la que no vamos a ser felices.

No compensa juntarse a alguien que impone sus normas y sus muros de protección, y no te pregunta qué tipo de relación te gustaría construir.

No compensa empezar una relación basada en la guerra, el miedo, la desconfianza, la desgana, la desigualdad, el absolutismo, y el sufrimiento de una de las dos partes.

No se puede ser feliz al lado de alguien que no sabe o no quiere disfrutar del amor y de la vida.

Para poder disfrutar de la vida hay que estar abierta, hay que apasionarse, hay que ilusionarse, hay que moverse, hay que desmontarse, deconstruirse, cuestionarse, crecer y transformarse, hay que vivir, hay que atreverse, hay que desnudarse y hay que tener herramientas para poder disfrutar del aquí y del ahora. Y no se puede estar bien con alguien que nos coloca en una posición de inferioridad, que no nos cuida, que no nos da importancia, que no nos abre las puertas, que no nos trata como a compañeras.

Es demasiado doloroso y agotador estar en una relación tan limitada, porque hay que estar constantemente trabajándose la autoestima para no sentirse poca cosa al lado de alguien que nos trata como si fuéramos poca cosa.

Cuando un chico te prohíbe enamorarte de él, es el mejor momento para rebelarse y poner el feminismo en práctica. Si queremos acabar con el patriarcado, tenemos que dejar de aceptar las migajas que nos ofrecen y huir de las relaciones desiguales en las que hemos de aceptar las condiciones que impone el otro.

Para aplicar el feminismo al terreno de las relaciones sexuales, afectivas y sentimentales, hay que relacionarse horizontalmente, sin jerarquías, sin seguir el esquema clásico del amo y el esclavo. Empoderarse individual y colectivamente ante el amor supone romper con la necesidad de ser amada y con el miedo a la soledad, porque la necesidad y el miedo nos hacen dependientes de los hombres, y nos sitúan siempre en una posición de sumisión. 

Si queremos acabar con el machismo y la violencia, tenemos que evitar perder el tiempo y las energías en relaciones que no van a ninguna parte. Es absurdo intentar eliminar los sentimientos de una relación humana es imposible. No sirve de nada: cualquier relación que dure un tiempo nos hace sentir emociones, sean placenteras o dolorosas, o las dos cosas. No podemos dejar de sentir, a no ser que tengamos graves carencias, trastornos mentales y emocionales, enfermedades o traumas terribles que nos mantengan las emociones congeladas.

Y como nosotras lo que queremos es disfrutar y dejar de sufrir, entonces no podemos conformarnos con lo poco que nos ofrecen los mutilados emocionales. Podemos y debemos aspirar a más: el amor es para gozar, para crecer, para florecer, y si no nos dejan bailar, no es nuestra relación. 

Para romper con la cultura del romanticismo patriarcal, tenemos que dejar de esperar el milagro romántico,  y el mito de que el amor todo lo puede: cuando una persona no te considera apta para enamorarse de ti, entonces lo mejor es no entrar en la relación y seguir tu camino. Si te cuidas a ti misma y te quieres bien, entonces no te quedas al lado de una persona que no quiere quererte.

El mutilado es un ser miedoso y tacaño, y enamorarse requiere mucha generosidad, mucha valentía, muchas ganas de disfrutar y mucha alegría de vivir. Por eso no compensa juntarse a gente con tantos problemas para disfrutar del amor y el compañerismo, y rodearse de las mejores compañías: gente linda, generosa y alegre que tenga ganas de disfrutar del amor y de la vida.


19 de junio de 2017

La honestidad y la masculinidad patriarcal

¿Por qué los hombres patriarcales mienten?, ¿por qué enamoran a las mujeres con
promesas de futuro y en cuanto las conquistan salen corriendo?, ¿por qué creen que
es normal e incluso necesario ocultar información a su pareja, pero no soportan que
ellas hagan lo mismo?, ¿por qué defienden tanto su libertad pero limitan la de su
compañera?
Collage: Señora Milton
Collage: Señora Milton
¿Por qué un hombre puede ser buena persona con todo el mundo menos con su pareja?, ¿por qué los puticlubs están a rebosar de hombres casados todos los días de la semana?, ¿por qué en algunos países es habitual que los hombres tengan dos y hasta tres familias cuando han prometido ante el altar o ante el juez fidelidad hacia su pareja oficial?…
En las guerras del amor todo vale, porque es la batalla más importante de la guerra de los sexos. El régimen heterosexual está basado en un reparto de papeles en el que los hombres llevan siempre las de ganar: ellos diseñan e imponen las normas para que las cumplan ellas. Pactan monogamia, juran fidelidad, prometen ser sinceros, y en cuanto pueden juegan sucio y se enredan en cadenas de mentiras.
Las mentiras son consustanciales a la masculinidad patriarcal. El engaño y la traición a los pactos acordados es la consecuencia de firmar un contrato en el que aparentemente jugamos en igualdad de condiciones, pero en la realidad está diseñado para que nosotras seamos fieles y esperemos en casa mientras ellos se lo pasan en grande. La monogamia, pues, es un mito que crearon para nosotras, muy útil para asegurar su paternidad y la transmisión del patrimonio, y también muy útil para domesticarnos y encerrarnos en el espacio doméstico.

En la batalla del amor hetero el pacto es: “Yo no tengo sexo fuera de la pareja, tú tampoco”. Nos limitamos los dos, renunciamos los dos a la libertad sexual, o mejor: ellas creen que ellos se comprometen a cumplir con esta auto-prohibición. Pero no: la estrategia es que las mujeres nos auto-censuremos mientras ellos hacen lo que les apetece sabiendo que gozan de una relativa impunidad y que serán perdonados.
En esta guerra de los sexos, ellos llegan armados hasta los dientes, las mujeres vamos desnudas y enamoradas. Ellos juegan con ventaja y casi siempre ganan: la doble moral nos echa la culpa, y a ellos les disculpa. Para poder disfrutar de la diversidad sexual y amorosa típica del macho, los hombres saben que deben defender su libertad mientras limitan la de sus parejas. Y para ello tienen que prometer mucho, mentir, engañar y traicionar a las enemigas.
Porque las mujeres jamás somos las compañeras: nos tratan como a las adversarias a las que hay que seducir, domesticar, y mantener engañadas con el rollo del romanticismo y las bondades de la familia patriarcal.
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Lee todo el post en Pikara Magazine: 
http://www.pikaramagazine.com/2017/06/honestidad-masculina-amor-romantico/#sthash.qaAoZI8m.dpuf

26 de mayo de 2017

Masculinidades y la Revolución de los Cuidados

RevoluciónDeLosCuidados Para alcanzar la igualdad real, es preciso que los hombres os incorporéis masivamente a las tareas domésticas, de reproducción y cuidados. Tendréis que luchar para crear leyes que os garanticen el derecho a dedicaros a las tareas esenciales para la vida, y para poder compatibilizarlas con el trabajo remunerado. 

Si nos juntásemos en esta lucha, todos saldríamos beneficiados: los bebés, la gente anciana, la gente enferma o con necesidades especiales, las mujeres y los hombres. Todos estaríamos mejor si trabajamos en equipo y repartimos las tareas equitativamente. Otras formas de organizarse y de relacionarse son posibles #Igualdad #FeminismoParaTodxs

9 de mayo de 2017

Sobre el tiempo libre de hombres y mujeres

#EsMachismo que los hombres tengáis mucho más tiempo libre que nosotras las mujeres. Es injusto que gocéis de más libertad y viváis como reyes a costa de nuestra doble jornada laboral. Vuestros privilegios demuestran que el machismo os educa para ser unos egoístas insolidarios. 

Dejar que alguien os sirva y trabaje gratis para vosotros, y delegar vuestras responsabilidades y obligaciones en el hogar, la crianza y los cuidos es una falta total de ética y de compañerismo hacia vuestras parejas. 

Poco amor hay si no cuidáis ni pensáis en el tiempo libre de las mujeres con las que convivís, poca coherencia si creéis que es injusto trabajar gratis mientras vuestras compas cargan con todo el peso de las tareas básicas para la supervivencia.

#NoEsAmor #AmorCompañero #MachismoInsolidario#EgoísmoMachista #TareasDomésticas #Cuido #Crianza#Corresponsabilidad


Datos sobre la doble jornada laboral de las mujeres y el tiempo libre de los hombres en España: 
http://www.publico.es/sociedad/mujeres-lideres-labores-hogar-trabajen.html

4 de mayo de 2017

Sobre los hombres que abortan

Los hombres abortan hijos todos los días, pero nadie habla de ellos. No van a la cárcel, nadie les juzga ni les critica, no agarran infecciones, no lo viven como un trauma, no se gastan plata en pagar a carniceros, no mueren desangrados, no se sienten culpables, sus padres no les echan de casa. 

Si no hay aborto, no dejan de trabajar ni de estudiar: su vida no sufre ningún cambio si conciben un hijo no deseado. Simplemente huyen, rompen con su pareja, y no se vuelve a saber nada de ellos. No les da remordimientos saber que tienen hijos e hijas que algún día preguntarán por ellos, no les hace sentir mal el saber que esos niños y niñas puedan necesitarles. 

Pongamos pues de moda la vasectomía, para todos esos que van regando su esperma, pero luego no quieren ser padres. Esos que no quieren ponerse condón, pero tampoco quieren pagar pensión alimenticia. Esos que van dejando el mundo lleno de niños sin papá porque se creen muy machos: todos necesitan esterilizarse con urgencia. 

Los Estados tienen que ponerse a la tarea. En la mayor parte de los países los hombres no reciben educación sexual ni emocional, no les enseñan lo importante que es responsabilizarse de la planificación familiar, no les explican que es violencia presionar a sus parejas para que acepten tener relaciones sin preservativo. 

Ya que la crianza se sigue considerando una cosa de mujeres, ya que los hombres no son sensibilizados para que asuman sus obligaciones ni para que aprendan a disfrutar de su paternidad, que al menos tengan la posibilidad de hacerse la vasectomía. Sólo hay que convencerlos de que no van a dejar de ser machos, que su virilidad no corre peligro, que van a vivir mejor. 

Pongamos de moda la esterilización masculina, todo son ventajas: reduciremos drásticamente el número de niñas, adolescentes y adultas que mueren en abortos clandestinos. Habrá también menos niñxs con trauma de abandono paternal, menos mujeres humildes cargadas de hijos sin padre haciendo frente a la vida sin ayudas ni apoyos, y condenadas a la miseria. 

Yo hasta les pagaría por hacerse la vasectomía (así seguro se la harían muchos). América Latina necesita acabar con tanto dolor, tantas ausencias, y tantas muertes de mujeres en abortos clandestinos.

20 de abril de 2017

Masculinidades desobedientes y diversas

Uno de los descubrimientos más sorprendentes de mi carrera fue darme cuenta de que la masculinidad no es patrimonio exclusivo de los hombres, y que no todas las masculinidades son patriarcales. 

Conocer mujeres masculinas que construyen su identidad de género desobedeciendo los mandatos de género de la cultura patriarcal ha sido de las mejores cosas que me han pasado, porque asi pude romper con la dicotomía masculinidad-hombres, feminidad-mujeres.

 La realidad de nuestro mundo es mucho más compleja y diversa, para entenderla sólo tenemos que dejar de utilizar el pensamiento binario y jerarquico. Sólo así podremos liberarnos individual y colectivamente del patriarcado, reivindicando la diversidad 

#OtrasFormasDeMasculinidadSonPosibles #MásAlláDeLasEtiquetas#PensarEnRed

9 de diciembre de 2016

La paternidad en Costa Rica, según el BCR





Cuando llegué a Costa Rica me impactó mucho ver a tantas madres jóvenes con hijos e hijas por la calle, en el bus, en la puerta de los colegios, en el médico, en el parque. Apenas se ven padres con niños, y cuando se ven, llaman la atención. No pasan desapercibidos. La mayor parte de los hogares familiares están formados por abuelas jóvenes, madres jóvenes y sus hijos e hijas, aunque los publicistas siempre nos quieren vender la idea de que en Costa Rica la familia más común es aquella formada por una mamá y un papá sonrientes posando con un niño y una niña, los cuatro muy blanquitos y felices. 

Muchas de mis amigas ticas crecieron sin papá. Algunas lo llevan bien, porque se criaron en un hogar con mucho amor y sus madres y abuelas lucharon mucho para darles lo mejor. Otras se sienten rechazadas y viven con ese dolor: el de no saber quién es su padre, o el de saber quién es sin entender por qué él nunca las quiso. Cada cual se trabaja esa ausencia como puede: algunas con terapia, otras a solas, pero lo cierto es que no es fácil vivir con la idea de que una de las personas que te dio la vida no quiere saber nada de ti. 

En el imaginario colectivo del patriarcado, los hombres más viriles son aquellos que conquistan muchas mujeres y aquellos que presumen de su fertilidad esparciendo sus semillas por el mundo. Para el patriarcado, el amor, los cuidados, la crianza de niños y niñas, y los métodos anticonceptivos son "cosas de mujeres". Los hombres solo gozan, reparten su esperma con generosidad, y presumen de sus trofeos de caza. 

Aunque ya no tanto desde que se les impuso la obligación de pagar la pensión alimenticia. A ninguno se les obliga a querer y cuidar a sus hijos, pero si a pagar la pensión: el segmento de población más pobre de los países en vías de desarrollo son las mujeres solteras con hijos e hijas. Y no es justo que ellos no asuman la parte que les corresponde. 

En Costa Rica hay un enorme debate porque los hombres que tienen muchos hijos tienen que trabajar mucho para poder pagar todas las pensiones, y muchos de ellos protestan porque no quieren mantener los niños y las niñas que ellos mismos hacen. Son los mismos que no quieren ni oír hablar del aborto, ni de la educación sexual, ni de los anticonceptivos, son los mismos que no reconocen los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. 

Hoy se desató una fuerte polémica porque el Banco de Costa Rica publicó un vídeo en el que se refleja esta masculinidad irresponsable: el protagonista es un futbolista guapo y joven que se esconde como un niñato estúpido cuando ve llegar a la madre de su hija con un par de policías, muy enfadada porque no ha pagado la pensión. Sus amiguitos le esconden en una bolsa de pelotas para que pueda salir sin ser visto, y todo es muy divertido, excepto la madre de la niña que es una bruja vestida de rosa: la típica mujer que quiere exprimirte como a un limón y chuparte hasta la última gota de sangre. Una malvada que utiliza a la niña para sacarle la plata al futbolista exitoso que aún no ha llegado a la adultez, que es un cobarde, un mentiroso, un evasor de la ley, un irresponsable, un inmaduro, y un tío sin escrúpulos ni sentimientos hacia la criatura que lleva su apellido. 

Así es como el BCR se burla de un problema nacional tan grave: representando a las madres solteras costarricenses como unas interesadas que quieren vivir a costa de los hombres. Y a los padres solteros costarricenses como unos irresponsables sin escrúpulos, sin sentimientos, sin capacidad para dar amor, ni para cuidar, ni para mantener a sus criaturas. Unos graciosillos que se apoyan entre sí cuando uno de ellos decide incumplir la ley.  

Para los responsables de esta publicidad, la idea era bromear sobre un tema que implica mucho dolor para los hijos e hijas que ven cómo sus padres se esconden cuando tienen que cumplir sus obligaciones, y que tienen que asumir que son una carga para ellos. 

Para nosotras las feministas de Costa Rica, el asunto no tiene gracia: si los hombres no quieren ser padres, que usen condón, que se hagan la vasectomía, que se preocupen por la planificación familiar. Y  si no quieren usar condón, entonces que asuman las consecuencias como hombres adultos que son. 

Si los que gobiernan no quieren obligar al pago de pensiones alimenticias, ni quieren invertir en niños y niñas huérfanas o maltratadas, entonces que garanticen el acceso a métodos anticonceptivos en las clases más humildes, que legalicen el aborto, y que tomen las medidas necesarias para acabar con la pobreza de las mujeres (la precariedad, la brecha salarial, etc). 

Si quieren hacer publicidad machista utilizando a los niños y las niñas, y haciéndonos ver lo malas personas que son los padres costarricenses, que no lo hagan con nuestro dinero: el BCR es una institución pública y tiene que retirar el vídeo, pedir disculpas, y pedir asesoría urgente en temas de género y derechos humanos.  


Coral Herrera Gómez


Para ver el vídeo machista, hagan click aquí

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9 de noviembre de 2016

Sin machismo, los hombres serían más felices



- Sin machismo, los hombres no asesinarían a otros hombres: el 95% de los asesinos de hombres, son hombres. Así que en un mundo libre de machismo, habría menos asesinatos de hombres y de mujeres, es decir, habría menos violencia, menos sufrimiento, menos dolor. Los hombres no perderían a sus hermanos, padres, abuelos o amigos, y tampoco a las mujeres de su entorno familiar y socioafectivo. Habría menos entierros, menos duelos, menos sufrimiento: todos saldríamos ganando si pudiéramos acabar con la violencia patriarcal.  
- Sin machismo no habría dominadores ni dominados. Los hombres no tendrían que someterse a otros hombres, ni arrodillarse ante ellos, ni obedecerlos, ni vivir esclavizados para enriquecerlos. No habría jerarquías ni viviríamos en un mundo tan competitivo: los hombres no tendrían que someterse al estrés de ser los mejores en todo, no se sentirían perdedores todos los días, no tendrían que pisotear a los demás para subir más alto. No tendrían por qué tener complejos de inferioridad o superioridad: podrían relacionarse de igual a igual con otros hombres, con las mujeres, con los niños y las niñas, con los animales de su entorno, y con la Naturaleza. Su salud mental y su salud física mejoraría mucho, y podrían relacionarse con más amor, respeto y ternura entre ellos, y con nosotras. 
- Sin machismo los hombres no sentirían la necesidad de abusar y violar a los más débiles. No se sentirían mejor dominando y haciendo sufrir a otros hombres, a niños, niñas o mujeres. Tampoco sufrirían la violencia agresiones sexuales, ni violaciones, ni serían víctimas de los abusos sexuales infantiles que hoy en día sufren a manos de otros hombres. No tendrían que prostituirse ni tendrían que drogarse para soportarlo, no tendrían que vivir una vida de humillaciones y dolor. Y las mujeres tampoco tendríamos que sufrir por lo mismo. 
- Sin machismo los hombres serían mucho más libres, no tendrían por qué obedecer los mandatos de género que les obligan a ser agresivos, dominantes, ganadores. Podrían caminar, gesticular, vestirse como les diera la gana, sin sentir miedo  al qué dirán, sin sentir vergüenza de su forma de ser o de sus deseos más íntimos. Podrían amar a otros hombres sin miedo porque no existiría la homofobia ni la transfobia. 
- Son machismo, los hombres podrían vivir su sexualidad de una manera más libre y sana, con otros hombres y con las mujeres.  Podrían olvidarse de la penetración y la eyaculación y disfrutar de los goces del cuerpo entero, de arriba a abajo, sin pensar en la meta final, disfrutando del mientras tanto. Podrían disfrutar del placer anal sin los miedos de hoy en día, podrían explorar su propio placer sin tantos obstáculos y trabas, sin tener que esconderse, sin tener tanto miedo a lo desconocido. Sin machismo, estarían mucho más abiertos a aprender cosas nuevas y a entender la compleja y fascinante sexualidad femenina.
- Sin machismo, los hombres no le tendrían miedo al amor, y aprenderían a amar sin poseer y sin dominar. Serían más libres para empezar y para terminar las relaciones sentimentales con hombres o con mujeres, gozarían más sin tener que obedecer o ser obedecidos, se sentirían mejor si aprendiesen a relacionarse desde el amor y la libertad. Disfrutarían más del amor porque no tendrían complejos de infierioridad, ni sentirían la necesidad de poseer, controlar o destruir a la persona a la que amasen. No tendrían miedo de ser abandonados o traicionados porque aprenderían a respetar, a cuidar y a amar su libertad y la libertad de las personas de las que se enamoran. 
- Sin machismo los hombres podrían reírse de si mismos, hacer auto crítica, llorar en público, mostrar su vulnerabilidad, pedir ayuda cuando lo necesitan. No tendrían tanto miedo a hacer el ridículo y por tanto, se divertirían mucho más. Se sentirían mas libres, respetarían todos los modelos de masculinidad, no se verían obligados a adoptar el modelo hegemónico de masculinidad patriarcal, y no tendrían miedos ante la diversidad sexual y amorosa de la Humanidad. 
- Sin machismo los hombres no tendrían por qué acumular propiedades, acaparar el poder, o ser siempre los protagonistas de la Historia de la Humanidad. No tendrían que afrontar solos los problemas de una familia o de la comunidad, y tampoco se les exigiría que fuesen los principales proveedores de recursos económicos. Sin machismo las mujeres también tendrían acceso a las tierras y a los medios de producción, así que no dependeríamos de ellos y las relaciones serían más sanas y horizontales. No serían los jefes ni los directores ni los amos del mundo: podríamos organizarnos en equipos de cooperativas en los que ellos no acaparasen el poder político y económico.  
- Sin machismo, los hombres no tendrían que mutilarse emocionalmente, y serían  libres para expresar cómo se sienten, sin miedo a ser insultados o humillados en público. Sin machismo ninguno sentiría la necesidad de reírse o de atacar a los hombres que hablan de sus emociones y sentimientos, podrían criar a sus hijos e hijas, disfrutar de su paternidad, aprender a cuidar a sus seres queridos. Podrían disfrutar de la diversidad de afectos que se tiene cuando uno es libre y los demás a su alrededor también lo son
- Sin machismo los hombres vivirían más años porque no tendrían que perder la vida en peleas con otros hombres, no tendrían que someterse a conductas de riesgo para parecer muy machos, y podrían aprender a cuidarse a sí mismos. 
Autocuido: actualmente la mayor parte de los hombres educados en la tradición patriarcal no saben o no quieren cuidar de sí mismos porque siempre han tenido al lado a una mujer (la madre, la esposa, la hermana, etc) que se preocupa por su salud física, psicológica y emocional. Muchos de estos hombres tradicionales no hablan de sus problemas de salud ni van al médico porque les cuesta exponer su vulnerabilidad y no quieren parecer frágiles, ya que les han enseñado que la debilidad es cosa de mujeres, y lo peor para un hombre macho es que le comparen con una mujer. Les da miedo que los demás se burlen de su miedo al dolor, a la enfermedad y a la muerte, por eso no les gusta ir a los tanatorios ni a los hospitales, ni hablar de estos temas en profundidad. Generalmente son sus esposas las que se empeñan en llevarles al médico cuando les ven mal, y no suelen cuidar su dieta o su salud para prevenir enfermedades físicas. En el caso de las enfermedades mentales y emocionales, tampoco saben pedir ayuda: generalmente tratan de disimular su sufrimiento o lo expresan a través de la agresividad o la violencia. Sin machismo, los hombres tradicionales podrían aprender a pedir ayuda, a expresar sus emociones y sentimientos, a cuidarse a sí mismos como seres adultos. 
Conductas de riesgo: los hombres mueren más por accidentes de tránsito (por conducción temeraria o por no respetar las señales de tráfico o los límites de velocidad) y por accidentes relacionados con la falta de prudencia en actividades físicas o deportes de riesgo. Estas conductas temerarias son una demostración de virilidad y valentía, por eso los hombres se sienten obligados a hacer el bruto y arriesgar su vida: para ellos es fundamental que los demás les vean muy "masculinos", o sea, muy fuertes y sin miedos, porque los miedos son "cosa de mujeres", y a ellos les aterra que les comparen con una mujer.
Peleas con otros hombres: sin machismo los hombres no tendrían que batirse en duelo con otros hombres para demostrar lo valientes que son, para defender su honor o el de su familia, para castigar a otros hombres por temas de celos, para descargar la agresividad acumulada, para sentir placer con los subidones de adrenalina... Sin machismo los hombres no se burlarían de otros hombres, ni tendrían que demostrarle nada a nadie: podrían vivir sin pelearse porque no les importaría la opinión de los demás sobre su hombría. Sin machismo viviríamos en una cultura más pacífica en la que los hombres podrían resolver sus conflictos sin violencia, y por lo tanto no morirían acuchillados, golpeados, descuartizados o tiroteados. 
- Sin machismo, los hombres serían más felices porque las niñas, las mujeres adultas, las ancianas serían más felices también. Sin machismo podrían relacionarse con mujeres libres que no dependan de ellos, y no perderían sus energías en relaciones de poder: podrían relacionarse con amor con todas las mujeres y los hombres de su entorno, sin necesidad de poseer, dominar u obedecer a nadie. 
Sin machismo, saldríamos ganando todas y todos. No es solo que nosotras tengamos derecho a vivir una vida libre de violencia: también a los hombres les beneficiaría mucho el final de la cultura patriarcal. Sin machismo los hombres patriarcales podrían deshacerse de sus cadenas, de sus miedos y de sus carencias. Serían más libres, más solidarios, más buenas personas, y tendrían mucha más salud emocional y mental.
Coral Herrera Gómez


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25 de septiembre de 2016

Se vive mejor sin religiones del amor


En el trabajo que llevo a cabo con mujeres de toda España y América Latina en el Laboratorio del Amor, trabajamos mucho el tema de las nuevas formas de querernos, y en concreto hablamos mucho de las relaciones abiertas, el anarquismo relacional, la agamia,y el poliamor. Algunas lo están disfrutando mucho, especialmente las que ya eran poliamorosas antes de leer sobre el tema, las que nunca disfrutaron  en relaciones cerradas con pactos de fidelidad rígidos, las que se han atrevido por fin a relacionarse como siempre habían soñado: sin miedos, sin culpas, sin normas ajenas.
Sin embargo, muchas otras están llevando a cabo un esfuerzo titánico para convertirse en poliamorosas, y se preguntan si este esfuerzo merece la pena. Unas han llegado a la poliamoría de la mano de sus parejas masculinas, y otras han  llegado leyendo y debatiendo con amigas o en asambleas o foros virtuales. Sin darnos cuenta, casi todo el mundo mitifica la poliamoría como la práctica amorosa ideal que acabará con el sufrimiento, las mentiras, las peleas, las luchas de poder, la infidelidad, la violencia romántica.. y sin embargo al vivirlo nos damos cuenta de que las nuevas religiones del amor pueden ser tan tiranizantes como las antiguas. 
Casi todas coincidimos en que la fase teórica es lo mejor: hablar sobre relaciones abiertas es liberador y transgresor, y no es difícil entusiasmarse con esta forma de amar que nos liberará del patriarcado para siempre. Lo difícil es llevar la teoría a la práctica, porque la mayor parte de nosotras carecemos de herramientas para gestionar nuestras emociones: no nos han enseñado a manejarlas, y no podemos obligar al cuerpo a no sentir. Se  requiere de mucho tiempo y entrenamiento para cambiar nuestras estructuras emocionales: no se pueden borrar siglos de patriarcado de un plumazo.
Lo ideal sería encontrar la fórmula mágica para convertirnos en poliamorosas de la noche a la mañana, pero eso se les da mejor a los chicos, que llevan siglos simultaneando relaciones y ahora pueden hacerlo a la luz del día, sin mentir, sin sentirse culpables y sin miedo a que les descubran. 
En nuestro análisis colectivo hemos descubierto que la poliamoría puede ser tan patriarcal (o más) que la monogamia, y que por lo tanto la poliamoría tiene que ser feminista para que sea revolucionaria, y para que podamos disfrutarla nosotras también. Durante siglos y siglos hemos tenido que reprimirnos, mentir y jugarnos la vida para poder tener varios amores. Cuando nos han descubierto, los castigos han sido, y siguen siendo en muchos países del mundo, extremadamente crueles: se nos etiqueta como adúlteras, y luego se nos dilapida, se nos quema vivas o se nos tortura hasta la muerte.  
En el mundo desarrollado, sin embargo, ahora la imposición viene del lado contrario: lo que mola y lo que se lleva ahora es ser poliamorosa, y si no lo eres puedes ser etiquetada como una antigua, una conservadora o aún peor, una mujer machista que no se abre a las tendencias más "transgresoras". 
Como la mayoría quiere evitar estas etiquetas, nos adaptamos a las modas del amor y muchas veces nos machacamos tratando de seguir con fidelidad los nuevos esquemas y modelos amorosos. Lo hacemos para que la manada y la tribu nos acepten, pero también para que nos quieran y nos elijan como pareja. 
Sin embargo, someternos a las nuevas normas duele, porque no es nada fácil hacer la transición desde el romanticismo tradicional y monógamo al romanticismo poliamoroso y abierto. De hecho, puede llegar a ser una tortura que nos machaca la autoestima y la salud emocional, porque no toda la gente que practica el poliamor sigue una ética poliamorosa. Hay mucha gente cruel que miente, que no cuida a sus compañerxs, que hace daño para alimentar su Ego, que jerarquiza y minusvalora a sus amantes para reafirmarse y demostrar su poder y su capacidad de seducción.

Pensando sobre todo esto, nos dimos cuenta de que entonces es fundamental cuidarse a una misma, no permitir que nadie nos haga daño, no traspasar los límites propios, no tener miedo al "qué dirán". Es importante, pactar con una misma, respetar los acuerdos, conocerse bien, saber qué es lo que nos hace bien y lo que no, y querernos tanto como queremos a las personas con las que nos relacionamos. Es importante, también, tener la libertad para cambiar de opinión, para atrevernos o para quedarnos donde estamos: el poliamor no es la salvación, ni es la solución a todos los problemas del amor patriarcal. 
Otra conclusión a la que hemos llegado juntas es que la monogamia es una forma de relacionarse como otra cualquiera y que forma parte de la diversidad sexual y amorosa. Es decir, la monogamia ha de ser una opción libre que cualquiera de nosotrxs pueda elegir. Finalmente, sucede lo mismo que con la poliamoría: la monogamia ha de ser igualitaria, feminista y diversa. 
Todos los modelos amorosos se pueden desmitificar y despatriarcalizar.  En el Laboratorio vamos viendo que no merece la pena sufrir ni sacrificarse para alcanzar el paraíso del poliamor. Al mundo de las relaciones abiertas se ha de llegar disfrutando, sin imposiciones externas o internas, sin mitos ni normas que nos obliguen a adaptarnos al modelo hegemónico poliamoroso. 
Lo bueno de la poliamoría es que podría llamarse de otra manera, y puede vivirse y practicarse como a una le apetezca, de la manera en que a una le convenga, customizando o personalizando la experiencia como deseemos. Esto es practicar el feminismo desde una misma: sentirse libre para elegir, para entrar o salir, y para construir nuestros vínculos desde donde queramos.  
Hemos descubierto que no hay que culpabilizarse si una no es tan poliamorosa como las demás, que no pasa nada si no podemos tener varias relaciones a la vez, que no tenemos porqué torturarnos reprimiendo las emociones o tratando de disimularlas pensando en que nos van a juzgar y a etiquetar con los términos más abyectos (antiguas, mojigatas, estrechas, conservadoras, reaccionarias, patriarcales).
Hay que ser valienta y no tener miedo a las opiniones de la gente. Lo que de verdad es transgresor es disfrutar de tu vida sin pensar en los demás, sin seguir las modas, sin someterse a normas ajenas. Para las chicas del Labo, al final lo importante es sufrir menos, y disfrutar más del amor. 

Si sufres tratando de adaptarte a un nuevo esquema, no merece la pena hacer tanto esfuerzo: es legítimo intentarlo y abandonar, es legítimo probar otras formas de quererse, y es válido negarse a someterse a las nuevas o a las antiguas religiones del amor
Es importante reivindicar nuestro derecho a ser poliamorosas y a dejar de serlo cuando nos apetezca, pues nunca somos las mismas, cada pareja es un mundo, cada etapa de nuestras vidas es diferente, y lo que te apetece en un momento puede no apetecerte en otro. 
Por eso la etiqueta "poliamorosa"  debería ser como una prenda de vestir: me la pongo o me la quito cuando me apetezca, y no soy mejor o peor persona. Sigo siendo estupenda amando de una manera o de otra: lo importante es sentirnos completamente libres a la hora de relacionarnos y de construir nuestros vínculos con lxs demás.
Lo mismo sucede con la heterosexualidad: si es lo que me sale del coño y del corazón, no me hace menos feminista el amar y follar con hombres deliciosos. Si no es impuesta, la heterosexualidad es una opción tan transgresora como otra cualquiera: las lesbianas no son más feministas que las heteros. 
Quien esté libre de patriarcado, que tire la primera piedra. El patriarcado afecta lo mismo a gays, trans, lesbianas y heteros, por eso es tan importante hacer autocrítica amorosa continua, y por eso es tan importante cuestionar cualquier estructura amorosa, emocional, sexual y sentimental.
Todas las religiones y modas del amor pueden ser analizadas, repensadas, desmitificadas, despatriarcalizadas y desmontadas. La poliamoría es una liberación y un espacio de gozo para la gente poliamorosa, pero puede ser un infierno para la gente que no lo es. Por eso hay que probar y ver cómo nos sentimos, si es o no para nosotras, si nos apetece quedarnos un tiempo o para siempre, si nos sentimos nosotras mismas, si estamos a gusto, si tenemos la suerte de encontrarnos con gente linda en el proceso. 
Lo esencial para amar con alegría es poder ir más allá de las etiquetas, no arrodillarnos frente a las religiones del amor (las tradicionales o las nuevas), y sentirnos libres a la hora de elegir con quién y cómo queremos amar. Esto es el feminismo diverso: poder construir la estructura amorosa que queremos cada una, porque todas las formas de quererse son igual de válidas. Lo importante es vivirlas libremente y poder disfrutarlas.
Coral Herrera Gómez

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