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3 de febrero de 2018

Otras formas de comunicarnos son posibles

Trash Riot 



Otras formas de comunicarnos son posibles: cuando escribo, cada vez pienso más en la gente que no sabe lo que es el feminismo, que no entiende el lenguaje académico, que no lee, que no sabe qué son los derechos humanos ni por qué son importantes. Pienso en esas mayorías que sólo ven la tele o escuchan la radio de los grandes medios de comunicación, que siendo pobres o extremadamente pobres, no tienen conciencia de clase porque no saben lo que es el proletariado ni el patriarcado ni el capitalismo, en la gente que cree que tiene que defender su religión e imponerla a los demás porque es la "palabra de Dios". 

Antes escribía largos textos con un lenguaje más denso, plagado de vocablos raros, y citas de grandes autores para ofrecer una reflexión profunda sobre tal o cual tema, y ahora intento que me entienda todo el mundo. Trato de utilizar un lenguaje sencillo y el sentido común para explicar mi análisis subjetivo sobre el mundo que habitamos, y para proponer nuevas formas de organizarnos y relacionarnos que nos permitan estar mejor a todos y a todas. 

Pero me doy cuenta de que tengo, tenemos un problema de comunicación muy grande. Aquí en Centroamérica los muros que separan a las clases sociales son enormes. Cada clase habla su propio idioma: cuando nos sentamos a hablar de temas políticos, es imposible entendernos. Es como si fuésemos de planetas diferentes; cada uno de nosotros tiene su lenguaje y los códigos que comparte con su gente, y cada burbuja de gente permanece aislada de los demás. 

Por eso la gente como yo no entendemos porqué nadie protesta en las calles, porqué la gente pobre vota a la extrema derecha, por qué tiene tanta fuerza la religión, por qué sigue habiendo tanto machismo y tanta violencia contra las mujeres. 

Una evangélica fundamentalista no entiende la lucha feminista, ni las demás luchas por los derechos humanos, no entiende porqué hay gente tan ciega que le da la espalda a su Dios. Cada uno de nosotros tiene sus fuentes de información, periódicos, blogs, canales de televisión, memés, y cada grupo crea sus comunidades virtuales y reales en los que se retroalimentan mutuamente pero no nos comunicamos con los demás, ni nos enriquecemos de la interacción con los demás. Entonces bueno, lo que sucede es que como no nos escuchamos ni podemos hablar porque no nos entendemos, nos dedicamos a insultarnos, a despreciarnos, a odiarnos profundamente, y así es como el mundo sigue siempre igual. 

Cada grupo va a lo suyo y sigue en lo suyo, siempre en permanente guerra unos contra otros, cada cual defendiendo su ideología, sus intereses,y su forma de entender la realidad. Y así seguirá siendo mientras permanezcamos en nuestras burbujas hablando nuestro idioma de gente de izquierdas, feminista, anticapitalista, antiespecista, antifascista, etc. Todo permanecerá igual mientras reine la ausencia del pensamiento crítico, mientras sigamos con las luchas de Egos, y mientras sigamos sin herramientas para comunicarnos, conversar y debatir con la gente de otros mundos. 

Los demás seguirán siendo los raros, los que no se enteran, los ignorantes, los equivocados, los engañados, los aborregados, los brutos, los enemigos a los que hay que vencer. Y seguirá todo igual hasta que no acabemos con el patriarcado, con la explotación y la violencia, con las jerarquías que crean las clases sociales. Así que los que estamos en la lucha por transformar el mundo para hacerlo un lugar mejor, podríamos empezar por hacer autocrítica amorosa, tratar de hacernos entender y establecer puentes de comunicación que nos permitan convivir en paz y llegar a acuerdos básicos para trabajar unidos por la construcción de un mundo mejor. 

No sé si esto es posible o es una ficción, lo que veo es que tenemos un problema de comunicación muy grande, y que habría que trabajarselo colectivamente, porque así no podemos seguir. El futuro de la Humanidad y del planeta están en un grave peligro.

 #OtrasFormasdeComunicarnosSonPosibles

31 de enero de 2018

Consejos para chicos que quieren disfrutar del amor, y de la vida

Grafitti callejero de Stikki Peaches



Algunos consejillos para chicos que quieren disfrutar del amor: 


- El amor es un placer. El amor es una energía renovable, una fuente de goce, placer, aprendizajes, crecimiento, alegría y orgasmos. Si estás en una relación en la que no lo estás pasando bien, o la otra persona no lo está pasando bien, lo mejor es cortar por lo sano. Sufrir por amor daña gravemente la salud emocional y sentimental: no pierdas tu tiempo y tus energías en relaciones que no funcionan.

-El amor no es una guerra, y las personas con las que te juntas no son tus enemigas. Así que puedes relajarte: no tienes por qué ser el ganador, no tienes por qué tratar de someter a tu pareja para sentir que eres el que domina en la relación. No es cierto que los que más se pelean son los que más se desean, no es verdad que del amor al odio hay un paso, y es mentira que quien bien te quiere te hace llorar. Quien bien te quiere te trata bien y contribuye a tu felicidad. Vivimos en un mundo cruel y violento, por eso lo verdaderamente subversivo es lograr relacionarte con la gente desde el amor, la ternura, el cariño, y la alegría de vivir. Además, también puedes separarte con amor y cariño: los finales de las parejas no tienen por qué ser traumáticos, desgarradores o terribles. Otros finales son posibles. 

- Amar en libertad: si quieres que el amor sea una experiencia maravillosa, es fundamental que la gente con la que te juntas se sienta libre para quedarse, o para irse de tu lado. Sin libertad, no hay amor. En la relación amorosa tienen que disfrutar ambos: no se puede gozar del amor si no es en condiciones de igualdad, respeto mutuo y reciprocidad. Es imposible que una persona que se sienta obligada o presionada a permanecer en una relación pueda disfrutar del amor. Que nadie te ate con la excusa de que te ama: no perteneces a nadie, todos somos radicalmente libres para estar en una relación o para dejar de estar en ella. Y esto no sólo has de aplicártelo a ti, sino también a tu pareja, que tiene los mismos derechos y libertades que tú, sea hombre o sea mujer. 

- No hay por qué sufrir. Hay muchas formas de solucionar los conflictos sin pasarlo mal y sin utilizar la violencia. Puedes intentar hablar de lo que sientes con tu pareja sin tener que enfadaros, sin insultaros, sin faltaros al respeto, sin haceros daño: todo se puede solucionar hablando. Y si no se puede solucionar, siempre os podéis separar con el mismo amor y el mismo cariño con el que empezasteis.

- Aprende a gestionar y a expresar tus emociones. A veces nos invaden unos tsunamis tremendos de emociones muy intensas y muy fuertes que nos hacen sufrir mucho y hacen sufrir a los demás, por eso es tan importante aprender a auto-controlarse, a identificar lo que nos pasa y a ponerle nombre, a expresarlo con la voz y con el cuerpo, a desahogarnos y liberarnos de las inundaciones emocionales que tanto daño nos hacen. 


- No te reprimas, y desnúdate cuando hagas el amor: quítate la coraza, el escudo, el casco, y deja las armas. Atrévete a desvestirte y a que te vean por dentro, tal y como eres, tal y como sientes. Comparte tus adentros con generosidad y sintiéndote libre: el amor es más intenso cuando se rozan las almas y se crea intimidad de la buena, cuando hacemos piel con piel y nos sentimos en un espacio seguro y de confianza en el que podemos ser nosotros mismos y caminar desnudos en total libertad.


- Los sentimientos no son cosas de chicas: la capacidad de sentir es una característica esencial de todos los seres vivos. Tenemos emociones porque estamos vivos. Es absurdo pasarte la vida entera reprimiéndolas para no parecer débil. La única emoción que se les permite expresar a los hombres es la ira y el odio: todo lo demás hay que reprimirlo por miedo a lo que pensarán los demás de nosotros. Tenemos derecho a estar tristes, a estar alegres, a sentir miedo, a sentirnos destrozados por dentro, a sentir nostalgia, a sentir ilusión, a sentir dolor, a sentir impotencia. Tenemos derecho a decirlo y a expresarlo, siempre sin hacer daño a nadie.  


- No tengas miedo a ser como eres. Todos somos seres fuertes y frágiles a la vez. Somos vulnerables y somos poderosos, a veces estamos bien y otras veces estamos mal, somos sensibles y somos valientes: somos todo a la vez, hombres y mujeres. Todos tenemos heridas en el alma, todos somos a la vez seguros e inseguros, todos nos caemos y nos volvemos a levantar. No somos robots: somos seres sentipensantes. No pierdes tu poder por mostrar tus emociones, por dejarte invadir por la ternura, o por llorar delante de tu gente. Compartir con los demás lo que sentimos es una de las experiencias más liberadoras y sanadoras de la vida: no tengas miedo a mostrarte tal y como eres, tal y como sientes. No te sometas a la tiranía del "qué dirán los demás".


- Todos los hombres tenéis derecho a amar y a disfrutar del sexo con quien queráis. Ningún amor es ilegal: no importa si sois heteros, homosexuales o bisexuales, ninguna opción es mejor que otra, y todos merecemos ser tratados con respeto, independientemente de nuestra orientación sexual. Los hombres heterosexuales no son superiores, ni son más hombres, ni son mejores que los hombres homosexuales o bisexuales, así que liberaté del mandato machista que te pide que humilles, insultes, te burles y trates mal a los hombres gays para parecer más heterosexual y más macho. Si eres homosexual, piensa que la gente que te quiere de verdad va a seguir queriéndote igualmente. Aún hay muchas resistencias para aceptar otras orientaciones sexuales, pero el cambio es imparable: cada vez más países reconocen el derecho al amor de todos los seres humanos, y el derecho a casarnos con quien queramos.


- Libera a tu polla del patriarcado. Las pollas de hoy en día viven obligadas a funcionar siempre, en todo momento, con cualquier mujer, y a repartir con generosidad sus semillas. Las pollas viven con miedo a no dar la talla, sufren una gran presión para llegar a ser la mejor de todas las pollas. Estas pollas son esclavas y son utilizadas como la prueba máxima de la virilidad de su dueño. No son pollas libres porque están sujetas a los miedos, las carencias, los traumas, los problemas que tienen sus dueños, por eso cuando las pollas están demasiado oprimidas, no funcionan. En el patriarcado, las pollas perdedoras son las de menor tamaño, las pollas raras, las pollas tristes, las pollas que no cumplen con los requisitos que se exigen para ser pollas alfa. Es muy duro llegar a tener una polla alfa de esas que se meten en todos los agujeros de los cuerpos de las mujeres. Son pollas soldado que siempre cumplen con su deber de mostrar la virilidad de su dueño, y de dominar todo su entorno. Son pollas violentas, y cuanto más inseguras, más miedosas, más frágiles, más violentas son y más necesitan sentirse superiores a las demás pollas y a todos los coños que se crucen en su camino. Así que libera a tu polla de tanta mala vibra, de tanta opresión y tantas obligaciones, dale menos importancia, y no la conviertas en el centro de tu universo. Libera tu mente y tus emociones, verás qué rápido se libera tu polla, y comprobarás personalmente cuánto disfrutan las pollas en libertad.  


- Las mujeres no son tus enemigas. Las mujeres no somos malas. No somos inferiores, no somos un objeto, no somos propiedad de nadie. No hemos nacido para gustar ni complacer a los hombres, ni para servirles, ni obedecerles, aunque todo el tiempo te lleguen este tipo de mensajes en los formatos más variados: canciones, películas, cómics, textos religiosos, novelas. El patriarcado quiere que creas que tienes que defenderte de las mujeres porque somos interesadas, aprovechadas, manipuladoras, abusonas, y porque utilizamos nuestros encantos para seduciros y dominaros a través de los sentimientos. Sin embargo, nuestro objetivo número uno no es cazar un marido: todas tenemos nuestras vidas, nuestros proyectos, sueños, pasiones, nuestras redes de afecto y redes sociales. Si te enamoras de una mujer, puedes seguir siendo quien eres si perder tu autonomía y tu libertad, y sin que tu compañera pierda las suyas. Si te relacionas con miedo, no podrás disfrutar del amor como te mereces. 


- No utilices a las mujeres para mostrar tu hombría. No son un objeto ni un medio para obtener placer, son seres humanos con sentimientos y tienes que respetarlas y tratarlas bien, dentro y fuera de la cama. El sexo no es algo sucio, no es un pecado: es un encuentro íntimo maravilloso entre dos personas que tienen ganas de jugar y de compartir placeres. No importa si sólo vais a compartir una noche, una semana o un año juntos: el sexo es más bonito con risas y con ternura. Y es mucho más bonito cuando gozáis los dos y ella no tiene que fingir para no herir tu orgullo. Así que si vas a compartir placeres con chicas, no sólo pienses en tu propio placer: ellas también quieren tener orgasmos y pasarlo bien. 


- Las chicas a las que les gusta el sexo y tienen varias parejas o disfrutan de todas las relaciones que desean con quien desean y como les apetece, no son unas zorras. No son putas, no son ninfómanas. Son mujeres que disfrutan tanto o más que tú del sexo, y eso no es malo, ni en los hombres, ni en las mujeres. Las mujeres tenemos el mismo derecho que los hombres a elegir a nuestras parejas, romper las relaciones si ya no somos felices, y disfrutar del amor con quien nos plazca. Todas tienen el mismo derecho que tú a gozar con quien quieran y cuando quieran: si piensas que tú eres el mejor por tener las relaciones que te de la gana, y las mujeres son lo peor porque hacen lo mismo que tú, entonces estás cayendo en actitudes machistas y en la doble moral. 


- Disfruta de tus amigas: no renuncies a la posibilidad de tener amigas, es una experiencia fascinante y te permitirá conocer mejor a las chicas. No te limites a ti mismo: cuanta más gente linda haya a tu alrededor, más rica será tu vida, y estará más llena de afectos. La cultura patriarcal te cuenta que las chicas son objetos, y están para utilizarlas en el sexo, y que si no hay sexo no puede haber una relación bonita con ellas. No es cierto. Puedes tener todas las amigas que quieras: no estás obligado a demostrar tu hombría tratando de tener sexo con ellas. Puedes ser tú mismo con ellas, no tienes que demostrarles nada.  


-Si te dicen que no, siempre es no. Incluso si ella está borracha o drogada: no se puede tener sexo con alguien que no está en condiciones de decidir si quiere o no quiere sexo. Lo mismo cuando ya estáis desnudos y habéis empezado a acariciaros: si ella decide parar, tú tienes que respetar su voluntad. El consentimiento es fundamental para follar, no importa si es tu novia o una desconocida, no importa si tienes muchas ganas o te dijeron primero que si y luego que no. No es siempre NO.


-¿Te imaginas siendo papá con 17 años, con 20, con 25?, ¿no verdad?, usa condón. ¿Te imaginas a tus hijos o hijas viviendo sin padre, sabiendo que existes pero que no quieres saber nada de ellos?, ¿no, verdad?. Usa condón.


- Follar sin miedos: ¿cómo te sientes pensando que si no usas condón puedes enfermar o peor, hacer enfermar a tus compañeras sexuales?, ¿te has parado a pensar lo que significa para una mujer tener que pasar por un aborto?, ¿sabías que es la segunda causa de muerte de mujeres en México? Usa anticonceptivos para evitar embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual.  


- No esperes a que te pidan que te pongas el preservativo. Toma la iniciativa siempre: es una muestra de respeto y de compañerismo, una demostración de que eres un tipo grande, responsable y que sabe cuidarse y cuidar a sus compañeras sexuales para que ambos disfrutéis del sexo sin miedos. 


- Las mujeres son seres libres, y esto significa que no son propiedad de nadie: ni de su padre, ni de su novio, de nadie. Todos, todas somos seres libres y tenemos derecho a ejercer nuestra libertad sin que nadie nos presione, nos amenace, nos manipule, nos haga sentir culpables, nos metan miedo o nos controlen. 


- Confianza y honestidad para disfrutar: amar no es controlar, amar no es vigilar, amar no es castigar. Si logras crear una relación de confianza con tu pareja, es más fácil pasarla bien y liberarse de los celos y de los miedos. Confiar en la otra persona es saber que se siente libre para contarnos cómo se siente, y las cosas que le están pasando. Si nos deja de amar, nos lo dirá. Si se enamora de otra persona, nos lo dirá. Cualquier cosa que ocurra vamos a saberla los primeros, que la otra persona va a ser honesta y sincera con nosotros. Y nosotros con ella. 


- No pierdas tu tiempo y tus energías en parecer muy macho. Ser hombre es agotador: la mayoría os sentís obligados a obedecer los mandatos del patriarcado, a cuidar siempre vuestra reputación y a demostrar vuestra hombría cada vez que alguien la cuestiona. Liberaté de los mandatos que te obligan a estar dando pruebas constantes de tu virilidad: se vive mejor siendo tal y como eres, sin competiciones y sin sentirse obligado a imitar el modelo de macho patriarcal. 


- No pierdas tu tiempo y tus energías en seguir al líder o en tratar de serlo. A los niños os educan en la competición: tenéis que ser siempre los vencedores de todas las batallas, los ganadores en todos los deportes, los lideres de todas las manadas. Cuando no sois los líderes, os sentís obligados a seguir a los que mandan, a admirarlos, a respetarlos, y a poneros por debajo de ellos para que ellos se sientan dioses. No malgastes tu corta vida en tratar de ser aceptado en el círculo de los alfa, en imponerte a los demás, en quedar siempre por encima, en demostrar tu poder y tu fuerza, en imitar al líder para estar cerca de él y ocupar los primeros puestos de la jerarquía social. Atrévete a desobedecer y a ser tú mismo: la vida es mucho más hermosa cuando te rebelas a todas las normas que te imponen por haber nacido varón.   


- Aprende a quererte y a cuidarte: muchos hombres sufren problemas de autoestima, porque la percepción de sí mismos depende mucho del reconocimiento de los demás. Los hombres más inseguros son los que necesitan sentirse importantes, dominar a los demás, ganar todas las batallas, y ejercer la violencia para tener el control. Los hombres más inseguros son también los que se autodestruyen por acción o por omisión: ejercen violencia también contra sí mismos. En todo el mundo, los hombres viven menos años que las mujeres y mueren más porque nadie les enseña a cuidarse a sí mismos: sólo aprenden a machacarse cuando se sienten mal. A la mayor parte de los niños les educan para que crean que su salud y su bienestar es responsabilidad de una mujer (primero la mamá, luego la esposa), y para que aprendan a burlarse de aquellos hombres que sí se cuidan, como si fueran menos hombres. La mayor parte de los varones educados en el patriarcado no van al médico porque tienen miedo, no se toman las medicinas cuando enferman a no ser que tengan a alguien encima, no cuidan su dieta, no piden ayuda cuando la necesitan, y no prestan atención a los síntomas que delatan una enfermedad grave. Los hombres consumen más drogas y alcohol, y mueren más a causa de las sobredosis, los accidentes de tráfico, los deportes de riesgo y las peleas que acaban en asesinato. Esto quiere decir que es urgente que los hombres se responsabilicen de su salud mental, emocional y física, que aprendan a aceptarse tal y como son, que mejoren su autoestima y aprendan a cuidarse a sí mismos y a cuidar a los demás.  


- Aprende a cuidar a tu gente: pasamos muchos años recibiendo cuidados, al principio y al final de nuestras vidas. Nos cuidan cuando somos bebés, cuando somos niños, cuando enfermamos y cuando envejecemos, y casi siempre son mujeres las que os cuidan: las abuelas, la madre, la esposa, la hija. Para cambiar el mundo hay que repartir entre todas y todos los cuidados, especialmente entre los jóvenes y adultos que tenemos salud y energías. Cuidar no es algo propio de la naturaleza de las mujeres: lo llevamos todos dentro porque es lo que nos permitió desarrollarnos como especie. Somos seres muy frágiles y vulnerables que no podríamos sobrevivir en soledad, así que es fundamental que nos cuidemos, a nosotros mismos y a las personas que queremos.


- Cuida a tu pareja: la comunicación, la sinceridad, el respeto, la honestidad y los buenos tratos son fundamentales para poder disfrutar en una relación. Tratar bien a tu compañera supone considerarla una igual a ti: no es tu sirvienta, no es tu esclava, y no se merece que machaques su autoestima para tenerla dominada. No hace falta dominar para tener una relación: sólo hay que aprender a tratarse bien y a quererse bien.


- Hay muchas formas de relacionarse, de amarse y de quererse. Puedes tener relaciones íntimas sin sexo, relaciones sexuales sin romanticismo, puedes tener una pareja con exclusividad, o puedes tener varias, puedes elegir qué modelo seguir o puedes construir el tuyo propio junto a las personas que quieras. Elijas lo que elijas, lo importante es que seas honesto y hables abiertamente de lo que deseas y lo que te apetece en estos momentos de tu vida, de tu concepción del amor, de tus sentimientos y emociones con las personas con las que te relacionas. Ante todo tiene que haber respeto y buen trato: si eres poliamoroso, por ejemplo, tienes que cuidar a tu pareja o tus parejas, y pactar las condiciones en las que vais a relacionaros. Lo que no se vale es pedirle a tu pareja amor en exclusiva mientras tú tienes otras compañeras y no se lo cuentas a tu pareja. Honestidad ante todo.   


- Si quieres cambiar el mundo, empieza por ti mismo, y juntaté con más gente que quiera rebelarse y transformar esta realidad. Uno de los primeros pasos consiste en revolucionar el mundo del sexo, las emociones, los afectos y los cuidados. Es fundamental que aprendamos a relacionarnos en horizontal para no construir relaciones de dominación y sumisión, y para poder imaginar otras formas de organizarnos y de querernos. El mundo está organizado en una estructura jerárquica: en el patriarcado los hombres ocupan los puestos más altos, y las mujeres los más bajos de la pirámide. Los hombres acumulan la mayor parte de las riquezas y los recursos, las mujeres son más pobres. Las mujeres negras o indígenas están en la base de la pirámide, e incluso más abajo si además son niñas, pobres, discapacitadas, ancianas o lesbianas. A los hombres les dominan otros hombres: en lo alto de la pirámide hay un grupo muy reducido de hombres poderosos, todos blancos y ricos, la mayor parte heterosexuales y occidentales.  Esto supone que todos vivimos inmersos en luchas de poder con los de arriba y los de abajo, y que sólo podremos cambiar este sistema tan desigual, injusto y cruel cuando empecemos a relacionarnos de tú a tú, cuando todos tengamos los mismos derechos, cuando acabe la explotación, el abuso y la violencia. Hay que acabar con las jerarquías, la desigualdad y las luchas de poder: viviríamos mejor colaborando, cooperando, y trabajando en equipos en el que todos tengamos los mismos derechos y oportunidades.  


- Sé desobediente, libérate del patriarcado: todos y todas llevamos el machismo dentro porque nos han educado en el patriarcado. La buena noticia es que podemos liberarnos, desaprender y despatriarcalizarnos, a solas y colectivamente. Cuanto más desobediente seas, más libre te vas a sentir para ser quien eres realmente, y vas a tener menos miedo a que los demás se burlen, te insulten o cuestionen tu virilidad. Libera tu sexualidad, tu mente, tus emociones, tu cuerpo, tu erotismo, tu deseo del patriarcado, y hazlo en buenas compañías.


El machismo no nos deja disfrutar del amor porque no nos deja relacionarnos en igualdad a los hombres y a las mujeres. Para acabar con el machismo hay que desaprender todo lo que aprendimos, desobedecer todos los mandatos de género, romper con los mitos y los estereotipos machistas, cuestionar nuestras creencias, romper nuestros esquemas, liberar nuestras emociones, activar la imaginación e inventar otras formas de ser hombres, y otras formas de querernos. 


Hay que desobedecer al patriarcado para gozar y liberarnos todos juntos: que al final lo que queremos todas y todos es disfrutar del amor y de la vida, compartir placeres y risas, cuidar y que nos cuiden, querer y que nos quieran, y gozar en buena compañía el ratito que pasamos vivos en este mundo, ¿no?



Coral Herrera Gómez 


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23 de enero de 2018

Mujer sorda y cyborg. Mi discapacidad auditiva y mi capacidad de adaptación

Ilustración de la Señora Milton para el artículo publicado en Pikara Magazine 


Somos millones de personas, pero nadie nos ve. Nuestra discapacidad es invisible y además tratamos de que no se nos note. Yo al principio me ponía roja, porque me daba vergüenza y no sabía pedir ayuda ni facilitarle a la gente que fuese solidaria conmigo. Ahora ya no digo “estoy sorda” (se reían pensando que bromeaba), sino “soy sorda”, y si no se lo creen, les enseño mis ciberoídos: me siento orgullosa de ser una mujer cyborg del siglo XXI.

Al principio pensé que tenía un tumor cerebral y me iba a morir, luego reuní valor y fui al médico, y cuando me dijeron el diagnóstico y la solución, la primera reacción fue sentirme fatal al saber que tenía una discapacidad seria, que es irreversible, que ya nunca más podré escuchar el sonido natural, sino electrónico, y que soy dependiente de mis aparatos y de mis pilas: sin ellas estoy perdida.
Luego lo pensé mejor y me sentí afortunada por tener acceso a la tecnología que me permite oír. Aquí, en Costa Rica, la sanidad pública te proporciona los audífonos, pero en el resto del mundo existen muchas personas sin medios para comprarse unos, están condenadas al aislamiento y a los peligros que conlleva no oír apenas, o no oír nada.
La otosclerosis es una enfermedad degenerativa de los huesecillos del oído. Se hereda, normalmente la sufrimos las mujeres y los embarazos te disparan la sordera por las hormonas. Es operable y hay gente que recupera el 90% de la audición, pero en mi caso el otorrino —un hombre que habla susurrando (sí, no es broma: el tío trabaja con personas sordas y habla bajito, tan tranquilamente)— me dijo que no me merece la pena operarme porque necesitaría audífonos igualmente.
Lo mío empezó con el embarazo: empecé a engordar y a dejar de oír a un ritmo vertiginoso. Gorda, y sorda; tardé tiempo en poder asimilar ambos términos para definir los cambios brutales en mi cuerpo y en mi identidad. Mi gente empezó a quejarse de los ¿qué?, esa muletilla que usamos las sordas para que nos repitan lo que han dicho. A la segunda me decían en tono de cabreo: “¡Pero qué sorda estás, Coral!”; y me lo repetían, pero con tono irritado: “Que-si-te-gusta-el-helado-co-ño;, que-cie-rres-la-puer-ta-jo-der”. Nadie repite dos veces con una sonrisa. Yo me sentía fatal, sobre todo si a la tercera tampoco me enteraba. Me faltaba asertividad y valentía para decir: “Oye, tengo una discapacidad, soy sorda, un poquito de paciencia, ¿no?”.
CON EL EMBARAZO, EMPECÉ A ENGORDAR Y A DEJAR DE OÍR A UN RITMO VERTIGINOSO. TARDÉ EN ASIMILAR LOS CAMBIOS EN MI CUERPO Y EN MI IDENTIDAD
Tuve que aguantar muchas broncas de mi gente —“Es que no me escuchas, no te interesa lo que te digo, no me haces ni caso”—. La cosa es peor en el espacio público, cuando vas a Hacienda, al hospital, a la embajada, a resolver papeleos. Los funcionarios te miran mal porque no les gusta repetir, se cabrean, se lo toman como algo personal, como si te estuvieras riendo de ellos en su cara. Al médico no voy nunca sola, siempre tiene que venir mi compañero a “traducirme” porque aquí en Costa Rica gritar es de maleducados, así que te repiten amablemente lo que te han dicho, pero no te elevan el tono ni el volumen. En general aquí la gente habla muy bajito, en especial las mujeres. En España es al revés: todo el mundo grita y se pasa mal a veces porque los ruidos fuertes te taladran el cerebro. Mi cerebro no distingue los sonidos lejanos de los cercanos, los sonidos importantes de los no importantes, porque no oigo con mis oídos. Los golpes me retumban y me duelen, todo me suena demasiado alto.
No puedo regular sola el audífono, se hace con un programa, así que no puedo decirle a mis ciberoídos: “Estoy en una fiesta con mucha gente, bájame el ruido de fondo”. Ni: “Estoy sola en la habitación, no necesito mucho volumen ahora”. Los audífonos de alta tecnología son así: puedes conectarte por bluetooth al teléfono, a la compu, a la tele, y ecualizar el sonido a tu gusto. Ya estoy ahorrando para poder comprarme unos.
Conforme aumentaba mi sordera, adopté tres estrategias: una es aprender a leer los labios, pero necesitas tener enfrente a la persona y que no se tape la boca con pañuelos, bufandas, cigarros, ni con la mano;. otra es intentar reconstruir el mensaje con las pocas palabras que entiendas. Suena divertido, pero es agotador, porque si te falta el verbo principal o el sujeto la adivinanza es una tortura. Y la tercera es hacer como que has entendido lo que te han dicho, sonriendo mucho. Lo único malo es que es fácil que te descubran cuando te hacen una pregunta y tú sólo sonríes, y te sientes fatal. Es de muy mala educación no pedir que te repitan cuando no has entendido algo.
También es de mala educación pedir que te repitan algo cuando la otra persona ya lleva un rato hablando. Si te sientes fatal, solo te quedan tres opciones: hacer un comentario que no suele tener nada que ver con lo que te están diciendo, cambiar de tema, o sonreír con cara de gilipollas sin comentar nada. Este es el motivo por el cual las sordas parecemos gente rara y tenemos salidas raras. Yo ahora sonrío mucho: prefiero que la gente se crea que estoy un poco loca, a que se crean que soy una antipática, una maleducada o una estirada.
Mientras llegaba la fecha de entrega de mis audífonos, siguieron los problemas, y la búsqueda de soluciones. La sordera me iba aislando cada vez más, a veces sin darme cuenta me quedaba en mi mundo y me costaba mucho salir de él. Para mí el silencio es delicioso, en él puedo perderme en mis pensamientos y seguir el hilo en el que está trabajando mi mente. Mi compañero se enfadaba y me decía que cuando no le respondía se sentía mal tratado. Que era desesperante hablar y no tener respuesta, que era como hablarle a una pared. O peor aún, a veces contestaba y me metía en una conversación con él, y de pronto la abandonaba y le dejaba ahí tirado.
Yo me disculpaba, pedía perdón, me sentía fatal, y se lo volvía a hacer una y otra vez. Así que se me ocurrieron dos cosas para que mi problema no fuese tan doloroso para ambos: le pedí que cuando me hablara, me tocara físicamente para aterrizar en la realidad y en la conversación; y, cuando empezamos una conversación, dejo de hacer lo que esté haciendo y me sitúo frente a él para hablar, sin hacer nada más. Antes podíamos charlar mientras uno cocinaba y el otro fregaba platos, pero desde que soy sorda, ya no.
Mi vida sexual y amorosa se vio afectada también, porque al principio no escuchaba a mi compañero decirme cosas cuando hacíamos el amor, hasta que le pedí que me hablara directamente al oído y descubrí que se siente rica la vibración. Con los audífonos ocurre a veces que, si me aprietas las orejas al besarme o al abrazarme, suena un ruido metálico, poco erótico para mi compañero, que dice que parece que está haciendo el amor con una ginoide. Mi bebé en cambio se parte de risa con su “mamá robot”.

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16 de enero de 2018

Genocidio Femicida y negacionismo



A todos los europeos que piensan que ya hay igualdad y se acabó el patriarcado, vengan a visitarnos a América Latina. Verán la de gringos que hay pagando por violar niñas en los burdeles, verán la de niñas violadas y embarazadas por su padre o padrastro, verán a las mujeres que están en las cárceles por abortar y a los violadores los verán en la calle, libres e impunes. Verán quienes son las más pobres entre los pobres, quienes son acosadas a diario en las calles y los centros de trabajo, verán a las estudiantes agarrarse entre ellas al salir de clases para que no se las lleven en esos coches de cristales tintados. Las veréis descuartizadas en descampados, decapitadas o empaladas, las veréis buscando a sus hijas en los mercados de esclavas sexuales, las veréis en las fronteras tratando de no ser violadas por los jefes de las mafias de inmigrantes y por los compañeros inmigrantes.

Luego podréis seguir diciendo que las feministas somos unas exageradas y que no es para tanto, podréis seguir con las burlas y podréis seguir negando el Holocausto Feminicida sin problemas de conciencia, afirmando que no hay ninguna guerra contra las mujeres, que todo son casos aislados aunque sucedan a diario. 10 mujeres asesinadas y 100 violadas cada día en México, según datos de la ONU en su último Informe sobre la Violencia de Género 2018.

#GuerraContraLasMujeres #Negacionismo #Complicidad

14 de enero de 2018

Hombres maltratados




Si cientos o miles de hombres empezasen a hablar del acoso sexual, el maltrato y las violaciones que sufren de otros hombres, ¿pondrían los demás hombres en duda sus testimonios?, ¿les acusarían de ser vengativos, mentirosos, de querer destrozar el prestigio de sus violadores?, ¿les tacharían de puritanos, de exagerados, o sentirían empatía hacia ellos? 

Pienso por ejemplo en los niños que han sufrido abusos sexuales y violaciones en su infancia a manos de sus padres, abuelos, padrastros, tíos o amigos cercanos a su familia. A la mayor parte de los niños no se les cree, o no se les protege aunque se les crea. Para no generar escándalo social les obligan a seguir soportando los abusos, o a permanecer callados toda su vida. Unos se suicidan, otros viven con el trauma en silencio para toda la vida, y otros denuncian en el ámbito familiar o públicamente a sus agresores, que nunca irán a la cárcel porque sus delitos prescriben cuando esos niños alcanzan la edad adulta. 

Hay muchos hombres heterosexuales que sufren la violencia machista de otros hombres porque son raros, porque no son como los demás, o porque su aspecto es afeminado. Desde pequeños están sometidos a constantes pruebas por parte del grupo para demostrar su virilidad, y quienes no dan la talla sufren el desprecio, las burlas y las humillaciones de sus compañeros. El acoso a los niños diferentes, extranjeros, o niños disidentes del patriarcado es constante: en los colegios, en los parques, en todos sitios hay matones que ejercen la violencia patriarcal junto a su grupo de seguidores. Es curioso que en lugar de llamarlo machismo, lo llamemos "bullying", cuando en realidad toda la violencia que reciben los hombres es patriarcal. Pienso en todos los hombres con discapacidades, con malformaciones, con enfermedades mentales y emocionales que tienen que enfrentarse a diario con un mundo hecho por y para los machos alfa. 

También pienso en los hombres gays y bisexuales, y en cómo les jode la vida el patriarcado. No sólo sufren la opresión patriarcal desde que salen de su casa hasta que vuelven, día a día, en todos los sitios, sino que además, también sus relaciones afectivas y de pareja están impregnadas de machismo. Pienso en la vergüenza y el dolor que sienten al denunciar a su pareja por malos tratos, del trato que sufren en comisarías y juzgados, del miedo a no ser creídos cuando cuentan su historia. 

Si pudiésemos escuchar a los hombres hablar de la violencia machista que sufren con sus parejas masculinas, de sus relaciones de dominación y sumisión, de la manera en que reproducen el régimen heterosexual en sus parejas gays, y cómo se sienten cuando son maltratados emocional, física y psicológicamente, podríamos entender mejor cómo funciona el patriarcado, y cómo nos afecta a todas y a todos. 

Visibilizar la violencia patriarcal que sufren los hombres podría servir para acabar con el negacionismo de los machistas, que insisten que todo es un invento de las feministas para dominarlos y acabar con ellos, y que sólo hablan de los hombres maltratados por las mujeres. La realidad es que la mayor parte de los violadores, maltratadores y asesinos de mujeres y de hombres en el planeta son hombres, aproximadamente un 90%, Los hombres vivirían también mejor sin patriarcado, así que la lucha feminista también les beneficia a ellos.  


Coral Herrera Gómez 

13 de enero de 2018

Las víctimas del feminismo

Las víctimas del feminismo: quería lanzar una pregunta sobre las víctimas del feminismo, es decir, todas aquellas personas que se sienten oprimidas por los avances de la igualdad entre hombres y mujeres. Y sobre las víctimas de la lucha LGBTQ, todas aquellas personas que se sienten oprimidas por el avance en torno a los derechos y libertades de mujeres lesbianas, hombres gays, gente bisexual, mujeres u hombres trans, etc. 

¿Os habéis sentido alguna vez perjudicados o perjudicadas por las victorias de estas luchas sociales y políticas?, 

¿conocéis a gente que haya sufrido injusticias, discriminación y violencia a causa de las mejoras en el ámbito de los derechos humanos de las mujeres?, 

y por último, ¿creéis que está bien planteada la pregunta, será que hay demasiado sarcasmo en el planteamiento?

10 de enero de 2018

Los cambios son imparables, no te resistas

Los cambios son imparables. Da igual que te resistas, que lo niegues, que hagas berrinche, que mientas, que manipules información, que llores desconsolado, que te llenes de odio: vamos poco a poco, pero estamos ganando la lucha por las libertades y los derechos humanos, la igualdad y la paz, el bien común, la diversidad y el amor. 

Vamos lento, porque estamos haciendo una revolución y vamos lejos: vuestra rabia ante cada avance nuestro nos nos detiene, nos hace más fuertes y más felices. Cuanto antes os adapteis a lo que se os viene encima, mejor: para sobrevivir necesitáis aceptar y asumir que los cambios son imparables



 #MatrimonioIgualitario #Amor#Feminismo #DerechosHumanos #Diversidad #RevoluciónDeLosAfectos#QuererseBien #Empoderamiento #OtrasFormasDeQuererse#LoRománticoEsPolítco

3 de enero de 2018

Ideología de género y fascismo






¿Por qué dicen que están en contra de la «ideología de género» cuando en realidad están en contra del feminismo, la igualdad y los derechos humanos?

¿Por qué los llamamos «conservadores» cuando en realidad queremos decir «fascistas»?


5 de diciembre de 2017

5 propuestas para acabar con la violencia machista






1. Educación en Igualdad, Diversidad, Sexualidad y Emociones. 

No sirve de nada que enseñemos a poner condones a la gente joven, si no les enseñamos a tratarse bien cuando se juntan en pareja. No sirve de nada que les enseñemos en un gráfico cómo son los genitales masculinos y femeninos, si no les explicamos que hay niñas con pene y niños con vagina. No sirve de nada que se aprendan la lista de los reyes godos si luego no saben cómo gestionar un duelo romántico y cómo separarse con amor y cariño. 

Si, los niños y las niñas necesitan aprender a respetar y a valorar la diversidad: sólo así podríamos acabar con el acoso escolar hacia las personas raras que no se adaptan a los cánones de la "normalidad" patriarcal y hegemónica: todos somos únicos y diferentes, pero tenemos los mismos derechos. Ningún amor es ilegal, y todos tenemos derecho a amar a quien queramos: sólo con estos principios podríamos acabar con la violencia hacia gays, lesbianas, personas transexuales, y gente diversa e inclasificable. 

También necesitan aprender a gestionar sus emociones: sus miedos, su rabia, su deseo sexual, su alegría y su euforia, su tristeza, su ira, sus frustraciones. No es justo que sólo les ofrezcamos una solución terapéutica cuando ya han sufrido y están sufriendo horrores: los y las psicólogas están ahí no sólo para ayudar cuando estamos viviendo situaciones dolorosas, sino para ayudar a la gente a construir sus propias herramientas y estrategias para gestionar sus sentimientos.

También es fundamental enseñar a los niños y a las niñas lo que es el feminismo y para qué sirve y la importancia de los derechos humanos de las mujeres, para ello es preciso que todas las asignaturas estén atravesadas por una perspectiva de género de manera que las mujeres que se borraron del mapa, vuelvan a estar presentes. matemáticas, políticas, gobernantes, poetisas, artistas, astrónomas, doctoras, guerrilleras, filósofas, novelistas, químicas, físicas, periodistas han de ser rescatadas del olvido para que los niños y las niñas entiendan por qué fueron borradas e invisibilizadas. 


26 de octubre de 2017

Las mujeres machistas, el amor y el feminismo




Claro que hay mujeres machistas, vivimos en un mundo machista.  

Las mujeres machistas son la prueba evidente de que el machismo existe. Por eso un machista después de negarte la existencia del patriarcado, te señala sin darse cuenta que hay mujeres machistas para mostrarte que el patriarcado no es un problema exclusivo de los hombres. Y tienen razón: el machismo también es un problema que nos afecta a nosotras. Somos nosotras las principales víctimas de la brutalidad machista en forma de acoso, vigilancia y control, agresiones, maltrato psicólogico y emocional, abusos sexuales, violaciones en grupo, secuestros para el tráfico de esclavas sexuales, feminicidios. 


Existen las mujeres violentas, vivimos en un mundo basado en la violencia patriarcal. 


La culpa no es de las mujeres, aunque en los medios nos sigan machacando con la idea de que nos pasa lo que nos pasa por desobedientes, por provocadoras, por imprudentes, por locas. No somos las asesinas, somos las víctimas.


Esto no nos exime de la responsabilidad que tenemos todas las mujeres para terminar con la desigualdad y la violencia, para romper con los roles y los estereotipos de género, para desobedecer  los mandatos del patriarcado, para luchar por nuestros derechos humanos fundamentales y nuestras libertades, para educar niños y niñas en la diversidad y la igualdad, para protestar cada vez que asesinan a una de nosotras, para visibilizar a las mujeres importantes de nuestra cultura y nuestra Historia,para revisar nuestros privilegios y nuestros prejuicios, para hacer autocrítica sobre las opresiones que ejercemos sobre los demás, para aprender a querernos a nosotras mismas, para aprender a querer a las demás.  


En todas las épocas históricas ha habido mujeres desobedientes al patriarcado. Sin embargo, las feministas aún somos minoría, aunque seamos millones de personas. Y todas nosotras llevamos el patriarcado en los adentros, por eso estamos trabajando individual y colectivamente para liberarnos de todos sus mandatos. 


La buena noticia es que cada vez somos más, y más diversas: estamos transformando nuestra sociedad, nuestra economía, nuestra cultura, nuestra sexualidad, nuestras emociones, nuestra formar de organizarnos y de relacionarnos con los demás. Y el cambio es imparable, aunque genere tantas resistencias en las mujeres y los hombres machistas. 


A continuación os ofrezco un breve análisis de por qué la mayoría de las mujeres en el planeta son patriarcales, cómo interiorizamos el patriarcado, cómo lo reproducimos y transmitimos, cómo ejercemos el poder, qué estrategias utilizamos para sobrevivir en un mundo de dominación masculina, cómo nos relacionamos entre nosotras y con los hombres, cómo amamos y cómo podemos liberarnos colectivamente del patriarcado.   




23 de octubre de 2017

Necesitamos toneladas de autocrítica amorosa

Necesitamos toneladas de autocritica amorosa para identificar los patriarcados que nos habitan a todos, hombres, mujeres y gente diversa. Del patriarcado no se libra nadie: nacemos en él, nos educamos en él, lo interiorizamos, lo reproducimos, lo transmitimos y lo enseñamos a las nuevas generaciones. Está muy dentro y alrededor de nosotros, en la interacción social y afectiva, en la cultura y la comunicación, en las leyes, en el ámbito laboral, en las escuelas, en las redes sociales, en las relaciones de pareja, en la Ciencia, en las religiones, en la Medicina, en la Filosofía, en el arte, en los partidos políticos, en los movimientos sociales, y si, también en los feminismos. T

Tenemos que analizar la realidad colectivamente, tenemos que conocernos mejor a nosotras mismas, tenemos que desaprenderlo todo y volverlo a inventar, tenemos que despatriarcalizar el deseo, las emociones, la manera en la que nos relacionamos sexual y afectivamente, la manera en que convivimos y nos organizamos política y económicamente. 

Es un trabajo de transformación individual y colectiva, una revolución a todos los niveles, y el objetivo es cambiar el mundo. Por eso necesitamos tanta autocrítica amorosa: para visibilizar el problema, para hablarlo, para generar debate, para reflexionar a solas y en grupos, para empezar con la interacción cotidiana con nuestra gente cercana, la del día a día. 

El objetivo común es acabar con la desigualdad, la discriminación, la explotación, los abusos, las agresiones y las violaciones. La violencia nos afecta a todos: si queremos un mundo mejor y una vida mejor hay que hablar mucho sobre lo que nos pasa, escucharnos las unas a las otras, trabajarnos los patriarcados, elaborar pactos de convivencia, tejer redes de ayuda mutua, y tomar acción, en las calles, en las plazas y en las redes. Y sobre todo, en una misma, en uno mismo, para que la autocrítica pueda ser colectiva. 

#AutocríticaAmorosa #LuchaFeminista #Despatriarcalizarnos

Coral Herrera Gómez 

18 de septiembre de 2017

En el centro, los cuidados.

Poner en el centro los cuidados. No concibo tener un bebé para que lo cuiden otras mujeres y pagarles menos de lo que me pagan a mí, cuando debería ser al revés: las cuidadoras deberían ganar mucho más que yo porque cuidar es uno de los trabajos más hermosos y duros del mundo. Estoy disfrutando mucho de la crianza, aunque está siendo bien dura porque estoy muy lejos de mi familia y mi tribu, y estoy criando a solas con mi compañero, lo que hace que sea más difícil compatibilizar mi trabajo con la maternidad. 

Me he pasado muchos años trabajando muy duro para consolidar mi trayectoria profesional, y ahora que me llueven las ofertas de trabajo para viajar por el mundo dando conferencias y talleres, pues no puedo decir que sí a todas, especialmente las que requieren de muchas horas de viaje en avión, tren, bus, etc. Esto me genera emociones contrapuestas, porque por un lado me apasiona mi trabajo, y por otro tengo claro que lo primero ahora para mí es mi compromiso con la maternidad y la crianza, esto es el centro de mi ética y mi praxis feminista.Lo asumí así cuando hace años tuve que aplazar la elaboración de mi tesis doctoral para cuidar a mis abuelos y acompañarlos en el último año de su vida, hasta la muerte. Fue una experiencia muy dura, pero crecí muchísimo como persona y ellos se sintieron muy acompañados, y yo sentí que les había devuelto todo el amor y los cuidados que me dieron ellos a mí todos los veranos y navidades de mi infancia. Me pareció lo justo: ellos me cuidaron, ahora me toca a mí cuidarlos. 

Ahora estoy en un momento de mi vida parecido, porque la maternidad me exige muchas energías y mucho tiempo. A Gael le doy teta a demanda y no puedo separarme muchas horas de él, así que cuando me invitan de universidades u organizaciones feministas a dar conferencias y talleres sólo tengo tres opciones: o me lo llevo, o voy y vengo como un rayo veloz, o no puedo ir. Sé que es una etapa en la vida y que en la medida en que Gael vaya adquiriendo autonomía, yo recuperaré la mía, poco a poco. 


Pero de momento, pues tendré que decir que no a invitaciones maravillosas como las que me hacen últimamente, aunque me encanta viajar, compartir mis conocimientos, aprender cosas nuevas, generar espacios de empoderamiento feminista, repensar colectivamente las emociones y las relaciones amorosas... Me siento privilegiada por ambas cosas: por el trabajo que tengo, y por poder cuidar de mi bebé, aunque ambas no sean fácilmente compatibles. 

Y como no son compatibles, para sentirme honesta y coherente con mi teoría, mis escritos, mis conferencias, pongo en el centro de mi vida los cuidados, que para mí constituyen el epicentro de la transformación radical de este mundo que habitamos.

17 de septiembre de 2017

¿Las mujeres son las buenas y los hombres son los malos?


Claro que hay mujeres malas. Hay mujeres violentas, crueles, mentirosas, manipuladoras, y opresoras. Hay mujeres fascistas, clasistas, racistas, misóginas, de todo hay. Los feminismos no niegan esta realidad, no pretenden situar a todas las mujeres como las «buenas» y a los hombres como los «malos». Las mujeres interiorizamos el patriarcado porque vivimos en él y si, lo transmitimos a nuestros hijos e hijas. Algunas mujeres trabajamos muy duro para despatriarcalizarnos, otras son cómplices del patriarcado toda su vida. Si, los grupos de oprimidos suelen ser opresores también, reciben violencia de gente con más poder, y reproducen la violencia con gente con menos poder. También hay oprimidas que aman a sus opresores y odian a sus compañeras.

Las mujeres nos rebelamos y nos adaptamos al patriarcado, pero la gran diferencia con los hombres es que no nos organizamos en grupos para secuestrar hombres y convertirlos en esclavos sexuales, no mutilamos a los niños varones para impedirles el acceso al placer, no hacemos violaciones en grupo ni las grabamos para divertirnos. No acosamos a los hombres por la calle, en el metro o en el bus, no les encerramos en las casas, no les obligamos a trabajar gratis para nosotros, no matamos a los hombres para vengarnos de otras mujeres, no les encarcelamos si no desean ser padres, no ponemos a los hombres a cuatro patas en la publicidad de productos dirigidos a las mujeres, no les empalamos ni les torturamos.

Podemos ser muy malas, pero nosotras no tenemos el poder económico, ni el legislativo, ni el judicial, ni el político, ni el mediático para someter a la mitad de la población, ni queremos hacerlo. En ningún país del mundo hay igualdad plena entre hombres y mujeres, en todos se viola, se mata y se tortura a mujeres. Esto es un problema social, un asunto político: los hombres tienen que poner a trabajarse las masculinidades, y tenemos que despatriarcalizarlo todo de arriba a abajo para acabar con tanta desigualdad y violencia.

Las feministas no vemos una guerra de sexos en los que ambos bandos juegan en condiciones de igualdad: vemos una guerra contra las mujeres, y estamos luchando contra ella. Porque son muchos siglos de injusticias, explotación, esclavitud, humillaciones, abusos, asesinatos, torturas, cosificacion, e invisibilización, y ya no podemos más.

Si tú no ves esta guerra, ponte las gafas violetas que vas a alucinar y vas a gritar: ¿Pero qué mundo es este?, ¿Cómo es posible tanta violencia, opresión y sufrimiento?, ¿Qué puedo hacer yo para luchar contra la desigualdad y la violencia machista?

Coral Herrera Gómez

15 de septiembre de 2017

Sobre la guerra contra las mujeres #2

No hay una guerra de sexos en las que algunas veces ganan los hombres y otras veces, las mujeres. Es una guerra contra las mujeres, y tenemos muchos frentes abiertos: nuestro derecho a decidir, derecho a elegir libremente la maternidad, contra la violencia obstétrica, contra los malos tratos y los asesinatos de mujeres y sus hijas e hijos, la discriminación salarial, el acoso callejero, el techo de cristal, el romanticismo patriarcal que nos hace dependientes y sumisas, la lesbofobia y la bifobia, la transfobia, la trata de esclavas sexuales y reproductivas, la invisibilizacion y la revictimización mediática, el ciberacoso, contra las leyes que atentan contra nuestros derechos humanos, las violaciones y la cultura de la violación, los discursos de odio que lanzan desde los altares y los platós, la discriminación en las ciencias, la política, los deportes, las artes, la Medicina, etc Hemos celebrado grandes logros del feminismo, cambios que nos han mejorado la vida a muchas mujeres pero no a todas. Ganamos unas batallas y perdemos otras, damos pasos de gigante y retrocediendo, pero sin duda lo peor de todo esto es el negacionismo (esos que dicen que el patriarcado no existe), y la indiferencia. Cada asesinato de mujeres y niñas y niños se consideran casos aislados, aunque sucedan todos los días, aunque afecte a mujeres de todas las edades, clases sociales, etnias y religiones. La sospecha recae siempre sobre la víctima: ella es la culpable por emparejarse con un machista o con un loco, por no irse, por no denunciar, por denunciar... La guerra contra las mujeres la lideran los medios de comunicación y la publicidad, junto con los parlamentos, las instituciones, la educación, los gobiernos y los grupos de machistas organizados para atacar a las feministas. Pero nadie habla de ella porque las personas que mueren no son hombres, son mujeres, esos animales que si no obedecen al amo merecen ser castigadas con palizas o con la muerte.

13 de septiembre de 2017

La indiferencia nos está matando

Se me encoge el alma pensando en este dato: a nadie le importa que asesinen a tantas mujeres en España. Es algo irrelevante para los medios y para la opinión pública, no le conmueve a casi nadie. Curioso que tampoco les afecta que el machismo también asesine a niños y niñas, a la gente le da igual. Supongo que es porque creen que los asesinos están locos, y que todos los asesinatos son casos aislados, incluso aunque haya uno todas las semanas. Nadie quiere asumir que vivimos en un mundo lleno de gente que odia, maltrata, explota, viola y asesina a las mujeres. Hay más muertas este año por terrorismo machista que por terrorismo yihadista.

Pero a nadie le importa: según el CIS, sólo a un 1,4 por ciento de la población española. Lo que quiere decir que las mujeres no importamos en absoluto, nuestras vidas no son valiosas, y si nos matan es por desobedientes: nosotras somos las culpables siempre de las agresiones que recibimos. En cambio los asesinados por terrorismo eran personas inocentes, por eso los medios se vuelcan en homenajearlos y en promover tantas muestras de solidaridad.

 Vivimos en un mundo muy cruel, porque no hay nada peor que la indiferencia y el que haya tanta gente que no quiera ver la bestialidad de las cifras de la violencia machista. Los medios lo invisibilizan con mucha torpeza, pero desde los feminismos seguiremos luchando para denunciar el terror, la violencia, la desigualdad, y la guerra contra mujeres que asola el planeta en pleno siglo XXI.

Aquí los datos que recogen la indiferencia de la ciudadanía española:
http://www.elmundo.es/espana/2017/08/05/5984d79d22601d9a7b8b458a.html

12 de septiembre de 2017

Organizarnos y protegernos entre nosotras

Ya que el Estado no nos protege ni nos garantiza espacios libres de violencia y acoso, tenemos que organizarnos nosotras para brindar apoyo a todas las mujeres que sufren a diario a los machos violentos en todos los sitios y a todas horas, pero especialmente en espacios de ocio y de fiesta. Porque todas tenemos derecho a divertirnos libres de babosos y acosadores. Frente al machismo, sororidad y auto-organización feminista. #StopAcoso #StopViolaciones #FiestasSinMachistas #MachismoMata #NoALaViolenciaContraLasMujeres #AutodefensaFeminista

9 de septiembre de 2017

¿Qué dirá la prensa machista sobre el próximo asesinato de una mujer?

Un hombre ha asesinado a Mara en México. La prensa machista dirá:
-Que fue hallada sin vida o hallada muerta.
-Que su asesino es un presunto, aunque en su casa encuentren las pertenencias de Mara.
 -Evitarán utilizar las palabras asesinato y feminicidios.
-No preguntarán a una experta en violencia machista para entender las causas de los feminicidios, sino a un vecino que dirá Que el tipo era muy buena persona y muy amable. O a la madre, que defenderá la inocencia de su hijo aunque encuentren su adn en la vagina o el culo de Mata.
-Que las circunstancias fueron misteriosas, que la chica iba sola de madrugada, que iba vestida así o asá, que había estado de fiesta con sus amigas, ese tipo de cosas que provocan a los hombres y les incitan a violarnos o a matarnos.
-El periodista buscará el morbo y nos explicará con todo lujo de detalles como fue torturada hasta morir.
-La noticia irá en la sección «sucesos nuestros de cada día», porque los asesinatos de mujeres no son un asunto político de extrema gravedad.

En los comentarios, los machistas culparán a la víctima y a la madre de la víctima por dejarla salir de casa, y como protestaremos, se pondrán a llamarnos radicales y extremistas,a hablarnos de los asesinatos de hombres, de lo oprimidos están, etc.

26 de junio de 2017

Receta para reproducir el patriarcado en nuestras luchas contra el patriarcado


1. Discriminar y etiquetar a la gente para diferenciar quienes son de tu tribu y quienes no (nosotras versus las otras).

2. Usar categorías sobre estos grupos usando dicotomías: buenas/malas, víctimas/culpables, privilegiadas/no privilegiadas, opresoras/ oprimidas, etc.

3. Jerarquizar como a una le convenga, en escalas que van del desprecio al odio, de la admiración al amor total. Puedes poner a algunas personas de moda, proponerlas como modelo a seguir, escucharlas sin cuestionarlas, endiosarlas, reirles todas gracias, y después hundirlas si no siguen las modas o se desvían de la senda marcada por las directrices de... Puedes lincharlas en facebook, llamar a tu tribu para te apoyen y luego bloquearlas para siempre, y olvidarte de su existencia. 

4. Utilizar el pensamiento binario en todo momento junto con juicios de valor, generalizaciones, estereotipos y prejuicios: "Todas las blancas son racistas, todas las ricas son malas personas, todos los hombres son machistas, todos los chinos son, todos los catalanes son, todas las musulmanas son, todas las académicas son..." Da igual que conozcas o no personalmente a alguien: puedes etiquetarla y juzgarla como te plazca por su nacionalidad, color de piel, orientación sexual, religión, clase socioeconómica a la que pertenezca.

5. Utiliza conceptos cristianos como la culpa, el arrepentimiento, la confesión, la redención, el castigo, el sadismo, el masoquismo, el perdón de los pecados y la salvación eterna. Por ejemplo: "Soy cisexual y hetera, soy consciente de mi potencial opresor, me arrepiento profundamente, reniego de mi misma, me flagelo y pido disculpas públicamente para ser aceptada en el reino de los cielos"

6. Utiliza el paternalismo para explicarle a la gente qué debe hacer en el caso de pertenecer a los grupos enemigos: "Callaté, escuchame, habla cuando te pregunten, liberate, sé humilde, deja de follar con tal, prueba a follar con tal, trabajate esto, trabajate lo otro, asume tu desgracia por haber nacido así o asá, haz autocrítica, no protestes si te rechazo o te excluyo porque yo estoy más oprimida". 

7. Cuida mucho a las de tu grupo. Que haya muchos besos y abrazos apretaos en vuestras reuniones. Que el amor os una a todas y alivie la tensión cuando surjan rivalidades, luchas de poder y conflictos. Si no hay amor suficiente, divide el grupo en dos, tres, cuatro partes. Os quedaréis las mejores siempre.
8. Si alguien de los otros grupos no piensa como tú o habla de cosas que no te agradan, insultalá despiadadamente con categorías patriarcales tipo: eres una transfoba, eres una colaboracionista del machismo, eres lesbofoba, eres eurocéntrica, eres blanca, etc. Da donde más duele, así la conversa se convertirá en guerra y habrá más espectáculo, como en la tele. Cuanto más cruenta la guerra, más famosa te haces.

9. La autocrítica es siempre para las demás. Tú estás libre de patriarcado porque eres especial y porque tu feminismo te mantiene a salvo de cualquier comportamiento o pensamiento patriarcal. No, tú no usas el pensamiento binario, ni etiquetas, ni jerarquizas, ni te metes en luchas de poder, ni utilizas tácticas de guerra contra el enemigo o los enemigos, o las enemigas, o las víctimas del patriarcado que colaboran con el patriarcado amando a los opresores. 

10. Puedes justificar las guerras que empiezas y alimentas diciendo que te sientes muy ofendida y que lo haces en defensa propia. Combate el odio con más odio, y la violencia con más violencia, así es como se ganan todas las batallas en todo el mundo desde que empezó el patriarcado.

#AutocríticaFeminista #MásAlláDeLasEtiquetas #HumorFem

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