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6 de noviembre de 2025

Crianza y salud mental: que no nos separen



Las mujeres de culturas no occidentales alucinan cuando les contamos que en nuestros países las mamás no podemos criar a nuestros propios hijos e hijas y nos obligan a separarnos a las pocas semanas de nacer. Para muchas de ellas es inconcebible que tengamos que irnos al trabajo con las tetas llenas de leche y dejar a nuestros bebés en manos de otras mujeres que tampoco pueden criar a sus bebés porque tienen que cuidar de los nuestros para que nosotras podamos volver al trabajo.

Tenemos nunerosos estudios que demuestran lo importantes que son los mil primeros días de vida en los seres humanos, y en el impacto que tiene en el desarrollo cognitivo y en la salud mental la separación del bebé de su madre. Y aún así, nos siguen obligando a separarnos de nuestras crías.

Dejar a nuestros bebés con personas desconocidas que no tienen ningun tipo de vinculo afectivo con ellos no solo es ir contra nuestra naturaleza de mamíferas, sino que también es una forma de violencia contra la infancia.

Cada año en el mes de septiembre miles de madres salen llorando de las guarderias cuando dejan a sus bebés con cuidadoras que tendrán que atender a otros diez o quince bebés, y que debido a la sobrecarga de trabajo no podrán cuidar debidamente a ninguno de ellos. Con suerte podrán cambiar pañales, atender cólicos y dar biberones, pero los bebes tendrán que llorar solos la ausencia de su madre y de su padre. Porque harian falta veinte brazos para poder darles amor a todos.

Ibone Olza, una prestigiosa psquiatra infantil experta en salud perinatal, se dedica a escribir y a impartir conferencias para sensibilizar a la sociedad sobre la importancia de fomentar y proteger el vinculo entre las madres y los bebés. Ella afirma que las mujeres, hasta el siglo XX, nunca han criado solas. A muchas de nosotras nos ha tocado vivir el posparto solas en una casa, sin ningún tipo de compañía, en un momento en que necesitamos al compañero y al entorno familiar cocinando, yendo a la compra, haciendo lavadoras, doblando y colocando ropa limpia, barriendo y fregando los suelos, limpiando los baños, y ayudándonos con el bebé para que podamos dormir unas pocas horas seguidas. 

Si no hay compañero, o el compañero pasa miles de horas trabajando cada día, necesitamos igualmente los cuidados de nuestra gente querida. Pero todo el mundo alrededor está trabajando. Así que nos toca recuperarnos del parto, llevar la casa y cuidar al bebe solas. Completamente solas, sobre todo en grandes ciudades.

Muchas mujeres están deseando que llegue el momento de dejar al bebé en la guardería para dejar atras ese inmenso sentimiento de soledad y agotamiento que implica una crianza sin redes. En cambio las que tienen la suerte de tener red de crianza, disfrutan mucho más de su maternidad porque no se sienten solas y porque no están tan agotadas.

Las madres necesitamos tiempo, energía e ingresos dignos para criar. Y apoyo. Mucho apoyo. Sobre todo las madres que están criando solas: la población más pobre y vulnerable en todo los pais son las mujeres con hijos. Los hogares monomarentales necesitan protección y cuidados.

¿Y qué necesitan los bebés? Amor, nutrición y estimulación. Necesitan una relación con su entorno basado en el apego seguro, el vínculo que se crea cuando un bebé confía en sus cuidadores principales y sabe que no le van a abandonar. 

Los bebés necesitan sentirse amados y protegidos para poder explorar el mundo en el que viven: cuando los dejas en una guardería no saben si vas a regresar a por ellos o no. Para ellos una hora es una eternidad, porque solo viven el presente, no conocen el futuro, ni el concepto “minutos”, “después”, “en un rato”, “vuelvo en ocho horas”

El trauma de la separación deja una huella muy profunda en el bebé: el sufrimiento les genera estrés, lo que eleva sus niveles de cortisol, que tiene un impacto enorme en su sistema neuronal, en su sistema nervioso y por tanto en sus emociones y en su comportamiento.

La herida primal es el trauma que experimentan muchos bebés cuando son sometidos a la separación con su madre o sus cuidadores principales, y la Ciencia ha demostrado que puede originar síndrome de estrés postraumático. Contrariamente a lo que mucha gente cree, los bebés recuerdan el sufrimiento que han vivido en sus primeras semanas o meses de vida y que se revela años más tarde en forma de síndromes, trastornos del desarrollo, y enfermedades mentales. 

Muchos problemas de conducta tienen que ver con el dolor, el miedo y la ansiedad que sintieron en los dos primeros años de su vida.

Y a pesar de que ahora tenemos unos conocimientos que antes no teníamos, a las madres y a los bebés nos siguen separando, incluso en el momento del parto. Tenemos estudios que demuestran que separar a los recién nacidos de sus madres les genera un sufrimiento terrible e innecesario, pero aún se sigue haciendo en muchos hospitales del mundo.

Las madres hemos comprendido que la crianza es un asunto politico, estamos organizadas y estamos luchando por nuestros derechos y los de los bebés, y como resultado se están humanizando los partos y  alargando los permisos de maternidad. Pero no es suficiente.

Ahora mismo maternar es una odisea. Muy pocas mujeres pueden criar a sus propios bebés, y las que lo hacemos sacrificamos nuestro trabajo remunerado y nuestra carrera profesional, y pasamos a depender economicamente de nuestros compañeros. Muy pocas se pueden permitir “el lujo”de dejar de trabajar o de trabajar menos: la gran mayoría tiene que seguir siendo igual de productiva que antes de parir. Y acudir al trabajo puntual aunque no haya dormido en toda la noche. Y hacer como que no pasa nada cuando enferman tus dos hijos a la vez y no puedas con tu alma. 

Las madres estamos pidiendo a gritos que no nos penalicen por ser madres y que los hombres se impliquen al cien por cien en los cuidados. Los bebés tienen derecho a ser cuidados no solo po su madres, sino también por personas que les quieren a ambos. Madres y bebés necesitamos que nos cuiden en los tres primeros años, a todos los niveles: emocional, económico y logístico. Y para eso es preciso que los padres, pero también el resto de nuestra red afectiva, tengan tiempo para cuidarnos. 

Criar requiere de una extraordinaria energía, y es agotador porque nuestras crías dependen por completo de nuestros cuidados. Para adquirir autonomía necesitan vivir rodeadas de amor en un entorno seguro, y estos primeros años determinan cómo va a ser el resto de sus vidas. 

Porque aunque la herida primal puede trabajarse en terapia, lo cierto es que pocos pueden tener acceso a ella, porque nuestros sistemas de salud obligan a la gente a pagarse los tratamientos en salud mental y emocional.

El sistema nos separa, y nadie se preocupa por la depresión postparto de las mamás, ni los efectos del trauma de la separación en los niños y las niñas. 

Luego los “expertos” se preguntan por qué baja tanto la natalidad, por qué hay tantos niños y niñas con trastornos y síndromes, por qué tanta medicación infantil, y por qué aumentan los índices de violencia y suicidio en la infancia y la adolescencia. 

Si pudiésemos parir y criar a nuestros hijos e hijas en un entorno amoroso, con ingresos dignos y una red de apoyo, el mundo seria mucho mejor. Si después de los tres primeros años pudiésemos conciliar nuestro desarrollo profesional con nuestra vida familiar, el mundo sería mucho mejor y los niños y niñas no necesitarían medicinas para soportarlo.

Nosotras las madres vamos a seguir luchando para protestar contra la violencia que sufrimos madres e infancia, y para defender nuestros derechos y los de nuestras criaturas. Porque sabemos que la maternidad es política, y que si pudiéramos erradicar el sufrimiento y la violencia, nuestras vidas serían mejores y nuestra sociedad también.

Sólo es preciso que la sociedad entera tome conciencia, que tome medidas y haga cambios radicales en su sistema productivo. Solo hace falta papás dispuestos a asumir sus responsabilidades y a disfrutar de sus paternidades. Y una sociedad con gente que tenga tiempo libre para participar en el sistema de cuidados.

Nosotras tenemos derecho a disfrutar de la maternidad, los hombres tienen derecho a disfrutar de su paternidad, y todas y todos tenemos derecho a ser cuidados con mucho amor por toda la comunidad.


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